Mi nueva familia (III)
El señorito alivia la abstinencia forzada de su guardesa que después de muchos años experimenta casi olvidadas sensaciones de placer.
Me quedé solo con la señora Fernanda en la hacienda, de nuevo la tranquilidad, el descanso, el sosiego y sus maravillosos platos me alegraban la existencia.
Tenía instalada en la finca la tv por satélite y esa noche cenamos viendo una peli de acción en el Canal 18, este canal tiene una peculiaridad, emite films de acción hasta la medianoche hora en la que comienzan las emisiones porno.
Juro que no fue premeditado, pero tras tragarnos una de Van Damme durante la cena, le hice que me sirviera un whisky de postre, le insistí en que se tomara ella otro, a lo que contestó: -yo no tomo esas cosas señorito- le insistí y se sirvió uno.
Fernanda no era hermosa para qué nos vamos a engañar, medía casi 1.80 y debía de pesar más de 100 kilos, de los cuales al menos el 15\% debía de corresponder a sus inmensas tetas, sus senos llegaban a su destino un par de segundos antes que el resto de cuerpo, vital y trabajadora llevaba 15 años viuda.
Justo cuando se repantigó en el sofá para beberse su copa, comenzó la primera peli porno, era antigua y con la típica temática doctor, paciente, enfermera, nada del otro mundo pero como descubrí más tarde, tremendamente turbador para una viuda que cuyo coño no había sido visitado por una polla en los últimos 15 años.
-Por Dios señorito, quite usted esas guarrerías que yo ya no estoy para esos trotes- me dijo sin dejar de mirar cómo la enfermera le chupaba la polla al doctor mientras el paciente la enculaba.
-Venga Fernanda, no digas tonterías, que para estas cosas no hay límite de edad ni leches.
-Yo es que estoy chapada a la antigua, además no he estao con ningún hombre desde que falleció mi difunto Paco.
-Mal asunto Fernanda, el sexo es la alegría de la vida, además una mujer con tanta energía como tú seguro que es una buena amante, entiendo que por temor al qué dirán no te hayas echado ningún amante, pero de ahí a que no hayas estado con un hombre en quince años, permítame que lo dude, siempre he creído firmemente en la teoría que dice que la mujer que ha probado una buena polla no puede pasar sin ella por mucho tiempo.
-Le juro señorito que es verdad, además hablar de estas cosas me da mucha vergüenza- Pero su inquietud aumentaba con la conversación y la peli que seguía su transcurso, en ese momento el medico llenaba de semen la cara a la azafata -qué barbaridad- balbuceó al ver la corrida.
-Venga Fernanda te creo, pero no me vayas a decir que no te procuras ningún alivio tú misma, porque basta con mirarte para saber que todavía hay algo de fuego dentro de ti.
-Por favor señorito, no siga que me da mucha vergüenza hablar de estas cosas.
La conversación prosiguió, ya se la cualidad de las mujeres de esta familia (y de otras muchas mujeres) que cuando dicen que no... es que sí y conseguí que confesara que se masturbaba y que lo hacía a menudo, pero que nada de hombres, la verdad es que yo no soy de piedra y la conversación y la peli me comenzaban a entonar, ella estaba azorada pero sus movimientos torpes e inquietos traslucían cierta ansiedad que yo juraría era de tipo sexual, así que decidí tirarme al barro, total si la cosa no salía satisfactoria todo se quedaría en un incidente rápidamente olvidado debido al afecto y respeto que Fernanda me tenía, sacándome la polla que estaba ya bien tiesa y mirándola fijamente a le dije: -Creo que es hora de acabar con esa sequía de 15 años Fernanda.
Sus ojos se abrieron como platos, asombrada y también excitada me dijo: -señorito por Dios guárdese usted eso- pero ya no miraba a la peli, ahora miraba fijamente a mi polla, me acerqué a ella cogí su mano y la puse alrededor del tronco de mi carajo que aferró con ansia a pesar de seguir con su falso ruego -qué barbaridad señorito, ¿qué van a decir en el pueblo?- comentó, pero su mano subía y bajaba el pellejo de mi polla pajeándola.
-Para que digan algo se tiene que enterar y tú eres una mujer discreta y yo como comprenderás no voy por ahí contando que la guardesa de mi finca me ha hecho una paja, eso se hace con 15 años no con mi edad.
Su mano seguía aferrada a mi carajo mientras desabroché su bata, un sujetador horrible y vetusto de color marrón aguantaba un par de tetas colosales que liberé de su presión, eran blancas y grandes muy grandes, caídas pero no demasiado y al igual que su nieta con dos hermosos pezones rosados, comencé a sobarlas mientras ella respiraba agitada, era como una película de Fellini, yo casi me la había planteado como una obra de caridad y ahora resulta que aquel par de tetas me gustaban mucho más de lo que podía llegar a imaginar, las tenía sensibles y sus pezones se endurecieron desafiantes, las chupé con fuerza y sentí que ella estaba a tope, llevé mis dedos a su entrepierna, bajé sus bragas y empecé a toquetear y jugar con su coño, mojado por un flujo denso y pegajoso, su habitual cara blanca estaba coronada ahora por un par de mofletes rojos fruto de la situación, gemía y respiraba profundamente.
Con una mujer así no hay lugar para las exquisiteces, lo suyo es ir al grano y ni corto ni perezoso abrí sus piernas y la dispuse para follarla, sus ojos se abrieron más aún cuando sintió mi polla llamando a la entrada de su coño, lo hice lentamente, degustando el punto guapo que supone meter la polla en un coño que no ha sido penetrado en muchos años, lo sentí ajustado, acogedor, la tenía metida por la mitad cuando de un golpe se la encajé hasta las bolas, ella me abrazó fuerte y susurró. -gracias señorito-
Comencé a bombear mi polla dentro de su cueva, la sensación de un coñito ajustado desapareció pronto, su tremenda almeja tragaba mi polla que se deslizaba en un manantial de flujo de profundo y fuerte olor, ella gemía y lloraba, sus lagrimas inundaron su rostro, mientras yo seguía bombeando y chupando sus inmensas tetas, que más que las escasas excelencias de su coño era lo que mantenía mi excitación, ella casi gritaba de gusto: -Ay señorito, que me mata, ay ay-
Sus tetas me gustaban, su tacto, su tamaño, sus pezones duros no es cuestión de comparar porque no hay dos mujeres iguales, pero producían en mí un efecto que pocas tetas han causado, las sobaba, chupaba, lamía y apretaba mientras mi polla seguía deslizándose en su lago interior, sentí su corrida, su orgasmo, chupé fuerte su pezón y eyaculé chorros de leche caliente en el poco transitado coño de Fernanda.
Me abrazó y por primera vez sonrió, me apartó con suavidad y se levantó -¿dónde vas le pregunté?
-A lavarme señorito.
Volvió desnuda del cuarto de baño y se sentó de nuevo, la peli porno continuaba, al verla caminar hacia mí en su rotundidad, con la felicidad de haber sido follada después de años de abstinencia, la vi hermosa, linda y sensual, fue un momento fugaz, pero juro que la vi así, -ahora viene la puntilla- le dije, la tumbé en el sofá, abrí sus piernas y acerqué mis labios a su coño, olía denso y fuerte, a mujer, en otro momento un olor tan profundo y fuerte en el coño de una mujer me hubiera tirado para atrás, pero en este momento chupar su clítoris, gordo como una pequeña aceituna me parecía absolutamente delicioso, si a esto le sumamos que creo que se corrió a la primera chupada que le di en el clítoris, creo que te podrás hacer, querido lector, una idea aproximada de mis sensaciones en ese momento, toda mi cara olía a coño, su cueva era un mar de flujo salado, abundante y tórrido.
Metía mi lengua en su raja y la sentía vibrar de placer y su clítoris hinchado y agradecido bailaba en mis labios, se corrió eternamente y soltó un sonido gutural que no se por qué identifique con el estertor de un moribundo. Nunca le habían comido el coño.
Mi nabo estaba a reventar, gordo y con su capullo rojo ardiendo, se lo refregué entre sus tetas, una cubana, mientras pellizcaba sus pezones le puse la polla entre los labios, también era la primera polla en su boca, la chupó torpemente pero en mi estado me parecía que era la más experta felatriz de la historia, lo hacía con amor y agradecimiento, me corrí copiosamente en su boca y sus tetas gigantescas.
Me sonrió y dijo: -Siempre creí que esto que he hecho era una guarrada señorito, pero hay que ver qué gusto da-
-Ánimo Fernanda, se ha acabado la sequía.