Mi nueva amiga
Dos mujeres que despues de un conflicto por un hombre, terminan siendo tan buenas amigas que comparten más que besos, orgasmos.
Teníamos poco tiempo en una nueva amistad, amistad rara, que surgió por la rivalidad y la disputa de un único premio. Richard, ese carismático chico, que tenia un no se que, que nos volvía loca. Al principio yo salía con él, y aunque no éramos novios, teníamos una relación plagada de encuentros sexuales maratónicos y extremadamente divertidos, hasta que ella apareció y todo entre nosotros comenzó a cambiar, y aunque le pregunté una y otra vez, negaba que tuviese algo con Claire, mi nueva amiga.
Como personas adultas, nos reunimos (Claire y yo), discutimos el asunto, le dije lo que pensaba y que no podían ocultarme algo que a mis ojos era obvio, ellos tenian una relación, no se si amorosa, sexual, o que. Le dije, que yo no sabia si lo amaba, ahora se que no, pero que a nadie le gusta ser sustituido, a ella la veia como una amenaza potencial, me hacia hervir la sangre, estaba entrando en nuestro círculo de amigos con una facilidad asombrosa, y para colmo, me trataba con una dulzura increíble. La odiaba, no la soportaba cerca y ella cada día me trataba mejor .
Al final de varias conversaciones, me dijo que lo intentara con él, que a pesar de que ella si lo amaba, que yo estaba primero y no queria interponerse; pero que si no funcionaba entre nosotros, entonces ella si le entraría de frente al asunto. Sólo una mujer, enteramente segura de la relación que tiene, permitiría un trato como ese. Yo que no sabía si lo quería, o si era sólo por orgullo, no acepté y los dejé en paz. Ella, consternada, no entendía mi posición. ¿Por qué, después de tanta pelea, decidía dejarlo todo? Pero aunque no entendía, se vio inmensamente aliviada por mi decisión, y sus lágrimas afloraron, e irónicamente, fui yo quien le dio consuelo. Y así comenzó nuestra amistad.
Salíamos a fiestas, a tomar algunos tragos, a cantar, de playa, a todos lados. A veces en grupos, a veces las dos o a veces los tres. Ya no me incomodaba su presencia, al contrario, me hacia sentir bien que ellos estuvieran cerca, y ellos también parecían disfrutarlo. AL poco tiempo, nos volvimos confidentes, dormíamos juntas en su casa o en la mía, y pasábamos noches enteras hablando del trabajo, de los chicos, de nuestros miedos e incluso de Richard en más de una ocasión.
Un día, en que se había peleado con él, me escribió cerca de las 18hrs, un mensaje a mi celular que decía: "DONDE ESTAS, VEN A CASA ESTA NOCHE, TE NECESITO"
Ese mensaje sólo significaba una cosa, que estaba mal, deprimida, triste y que necesitaba de alguien que la escuchara y tomara tequila hasta morir. Salí de la oficina, apagué todo y salí volando para allá. Al llegar, su mamá me abrió la puerta muy sonriente, saludos y besos no se hicieron esperar y me dijo que Claire estaba en su recámara viendo una película y que me estaba esperando. Todo parecía muy normal en esa casa, lo que me indicaba, que ella no había dado señas de nada a nadie.
Entré a la habitación, que sólo estaba iluminada por la luz de la TV, mientras Claire estaba tirada en la cama, simulando que veía un programa, mientras tenía la mirada perdida en algún punto de su mente. Me acerqué e inmediatamente me abrazó fuerte y me pidió que por favor asegurara la puerta de la habitación. Así lo hice, y volví a su lado; comenzó a llorar como un bebé, no paraba, me decía que Richard le había dicho cosas horribles y que no lo soportaba porque ella lo amaba muchísimo. Lloró y lloró casi una hora, mientras yo la abrazaba contra mi pecho y le decía que todo iba a estar bien, que sólo son cosas de momento y que mañana el iba a regresar y todo iba a ser como siempre. Logré que se tranquilizara, y empezamos a hablar de otras cosas, de trabajo, del cine y bla, bla, bla; las dos en la cama, yo recostada de la almohada y ella acostada encima de mi cuerpo mientras yo la abrazaba tiernamente.
Hablando y hablando nos quedamos dormidas, yo tranquila por haberla ayudado y ella en paz y segura en el amparo de mis brazos y mis caricias. Desperté cerca de las 3AM y me desvestí, ella aun dormía, parecía un ángel, emanaba dulzura y fragilidad, yo acariciaba dulcemente sus cabellos negros, largos como la noche y suaves como la brisa; acariciaba su rostro, sus brazos y su espalda; ya ambas estábamos acostadas una junto a la otra fundidas en un solo abrazo. Con una de mis manos podía tocar casi todo su torso, y ella aferrada a mi, tenia acceso a todo el mío. Aun con sueño, me adormecí un instante hasta sentir, el suave roce de su rostro contra mi cuerpo, era un roce inocente y a la vez tan sensual que mi cuerpo se electrizó instantáneamente, su cara apoyada sobre mi pecho rozaba mis senos, y no sabía si dormía o lo hacía concientemente. Yo intentando controlarme, seguí acariciándola, como siempre, pero esta vez ella respondió a mi caricias, pasando sus suaves manos por mi abdomen, pasaba justo debajo de mis senos y bajaba hasta casi tocar mi zona pélvica, me estaba calentando como nunca antes lo habían hecho, y más aun sabiendo que era mi amiga, la causante de todo ese placer.
Seguimos con las caricias un buen rato, y sentí como se iban calentando nuestros cuerpos, la excitación se sentía como un campo magnético que nos incitaba más y más a seguir en este juego extraño que surgió de la nada. De pronto, sentí como su rodilla se movía y se acomodaba a la altura de mi pelvis; yo estaba acostada boca arriba y ella de lado, abrazada a mi cuerpo. Cuando sentí su pierna posarse sobre mi, la humedad de mi sexo se volvió indescriptible, y el calor del suyo se sentía como una oleada sobre mis muslos desnudos, oleada que acompañaba el son de sus movimientos cadenciosos y tan sutiles, que si alguien nos hubiera visto, no los habría percibido. Estábamos a mil, estábamos calientes, pero nadie decía una sola palabra, sólo sentíamos y disfrutábamos.
Entonces me decidí a ir tras ella, y comencé a acariciarla toda, su cara, sus brazos, abdomen y sus senos, suaves y voluptuosos senos. Al tocarlos sentí que el corazón se me iba a salir del pecho, y al escuchar un suave gemido salir de su boca, una inyección de adrenalina me recorrió todo el cuerpo. Acaricié sus pezones uno a uno y su cuerpo se estremecía con mis movimientos, los sentía crecer dentro de mis dedos y al mismo tiempo el roce de sus manos en mi vientre me embriagaba de placer. De pronto sentí su cálido aliento acercarse más y rodear con sus labios mis pezones que ya estaban a explotar, eso desencadenó el desenfreno total. Me pose encima de ella y con mi lengua recorrí sus senos, su cintura y fui bajando lentamente hasta su húmeda vagina, al recorres su zona pélvica con mis besos, sentía su cuerpo como se estremecía y pedía más. Puse mi cara frente a su vagina, la contemplé, la olí y empecé a besarla dulcemente, acariciando con mi lengua, besando y mordiendo suavemente cada rincón de su sexo ardiente y totalmente entregado a mi.
Antes había tenido experiencias lésbicas, pero nunca le había hecho sexo oral a otra chica, y no se cómo, estaba dándole una mamada monumental a mi amiga, que no alcanzaba sino a gemir y a disfrutar de aquella locura a la que nos estábamos entregando. Luego comencé a frotar su ya inflamado clítoris con mis dedos, sabía perfectamente cómo hacerlo y su cuerpo así me lo confirmaba; círculos alrededor de su clítoris, movimientos lentos y rápidos intercalados cada cierto tiempo, estaba totalmente a mi meced, la masturbé intensamente hasta que tuvo un ruidoso e intenso orgasmo, cuya pluviométrica demostración dejó sobre mis laboriosas manos cómo premio a mi constancia y experticia.
Besé sus labios, hasta ahora desconocidos para mí, y me devolvió el gesto con ternura, pero con un raro brillo en sus ojos, un brillo que me decía que ya no sería la misma, y aunque estaba abrumada por nuestra locura nocturna, lo había disfrutado. Sentía que amaba a esa mujer y que era correspondida, eso me hacía sentir feliz.
Bajó sus manos, que temblaban sutilmente, hasta mi vagina y comenzó a masturbarme tal y como yo lo acababa de hacer con ella, me penetró con uno de sus dedos mientras con el pulgar masajeaba mi clítoris con movimientos perfectos y acompasados con el latir de mi corazón que estaba a punto de salir de mi cuerpo. Mientras tanto me besaba los labios y todo el rostro, estaba pegada a mi como si no quisiera que me fuera de su lado, que me alejara de su vida. Estaba totalmente dedicada a hacerme sentir el mayor de los placeres, y lo logró al hacerme sentir un orgasmo espectacular, quizá de 10 grados en la escala orgásmica que sólo nosotras habíamos inventado y de la que compartíamos en nuestras charlas nocturnas. Fue un orgasmo maravilloso, tanto que no pude contener las lágrimas, que comenzaron a bajar por mi rostro y que ella secaba con sus besos.
Me sentí feliz de tenerla, estábamos felices de tenernos. Y aunque estaba asustada por la posibilidad de haber estropeado nuestra amistad, ocurrió todo lo contrario. Y ahora más que nunca se que cuenta con mi nueva amiga, mi nueva y mejor amiga.