Mi nueva amiga

Es hermoso sentir que los otros gozan de lo que les da una, pasamos unos días dándoles y recibiendo de nuestros amigos. Todos nos recordaremos con cariño.

MI NUEVA AMIGA

Greg me quiso complacer y me llevó al centro del pueblo con el fin de comprarme algo, algo muy para mí, tenía que ser algo muy femenino que guardara su recuerdo. Mientras, Horacio cumplía con su trabajo, Greg y yo teníamos libre esa mañana.

Fuimos al centro a buscar algo para mí, un regalo que debería de hacerme sentir amor por él. Teníamos muy pocas esperanzas de encontrar eso, que aún no estaba definido. No había mucho, encontramos una boutique medio elegante y con prendas bonitas.

“¡Vamos ahí, se ve bonito y yo pienso que, si te regalo un vestido, cada vez que lo uses pensarás “Este me lo regaló Greg, como piensas cuando te vistes con la lencería parisiense!”

“¿Celos? ¿Cómo crees que yo pudiera substituirte, u olvidarme de ti, si tú has sido el que nos enseñó, cambiándonos la vida? ¿Cómo crees que yo voy a olvidar a éste hombre? ¡Te aseguro que ninguna chica que te llegara a conocer, en el mundo, te podría olvidar!” le recordé.

Entramos a la boutique, la única dependiente que encontramos, una chica mexicana vestida con atuendo tipo chino, peinada y maquillada como china, nos atendió. Nos mostró varios vestidos, casi todos me gustaron. A Greg lo invitó a que tomara asiento mientras yo me probaba los vestidos y hasta le ofreció un té.

Me probé varios y me decidí por uno. No muy caro para que Greg no fuera a pensar que yo abusaba. Ya había decidido, pero otra mujer me llevó dos más y me aseguró que uno de ellos se me iba a ver muy bonito, me revisó desde mi pecho, mis piernas y ella decidió.

“¡Pruébatelo, y como sé que te va a gustar, te lo llevas!” me insistió.

“Pero si ya escogí éste otro y mi amigo estuvo de acuerdo.” Bueno, me decidí y salí del probador para pagar antes de que Greg se diera cuenta y él pagara.

Metí la mano en la bolsa para que la chica viera la etiqueta y descubrí que estaba también el otro vestido.

Le decía a la chica que yo no lo había escogido, pero me contestó

“La señora que le levo el vestido es la dueña y ella dice que a usted le quedó como a ella le pareció muy bonito.” Ya la dueña se acercó,

“¡Mira, es un vestido que es casi de la moda de China, aquí a pocas mujeres les quedará y tú eres la mejor, ¿Te gusta?” me preguntó.

“¡Claro que me gusta, está muy bonito, su color también me gusta y su modelo, aunque un poco diferente, es bonito! No se identifica como chino, solo lo noto porque tú lo dices. ¡Me veré hasta como más joven!” Le dije.

“Quiero un día vértelo puesto. ¿Te gustaría comer, o cenar chino, en mi casa?

“Sí, recordaré a unos amigos chinos que conocimos hace poco tiempo.”

“¿En dónde los conociste?”

“¡En un campo nudista!” Le dije

“¿Entonces, conoces un campo nudista? ¿El de aquí cerca?” Quería saber

“No sabía que aquí cerca había uno, todo sucedió en Italia, hicimos un viaje y conocimos a una pareja que nos indujo a ir a Eslovenia, solo tuvimos que cruzar la frontera que queda muy cerca, y ahí nos hicimos amigos de dos parejas de chinos, con los que nos topamos de casualidad e hicimos muy buena amistad y fraternizamos hasta lo más íntimo. Lo logramos en muy poco tiempo.” Le platiqué en pocas palabras que eran dos parejas, fotógrafos de modas, y nos invitaron y de ahí nació una amistad super íntima.” Ya le expliqué.

Tenía que regresar a sentarme con Greg y tomar un refresco. Le dije que fuéramos con Greg, no aceptó, pero me trajo un té helado. Me platicó que ella era de Macao, que había sido colonia portuguesa y dominaba el idioma portugués así que el español no se le dificultaba.

“¿Has ido a algún campo nudista aquí?” quería saber ella

“No, no conozco ninguno.” Tuve que decirle

“Aquí cerca hay uno, muy exclusivo. Pero hablamos de él en otra ocasión.” Me dijo

“Me gustaría ir a ese campo nudista, ¿se llega por la carretera?” alcancé a preguntarle.

“No, solo por mar, hay un bote que hace servicio. Si quieres vamos juntas, yo también tengo curiosidad, nunca he ido. Dime cuando puedes.”

“¡Mañana mismo, solo dime en donde nos encontramos y a qué hora!” Y ya nos pusimos de acuerdo.

Como Horaco había invitado a Greg a acompañarlo en su trabajo, los dos iban a estar fuera hasta en la tarde, así que llamé a mi amiga china de Macao y fuimos al muelle a embarcarnos al velero que nos llevaría al campo nudista que yo quería conocer. Nos preparamos, dejamos nuestras pertenencias en su negocio, solo nos llevamos los trajes de baño puestos y toallas. Todo lo de valor lo dejamos, íbamos con todo prepagado, hasta una sesión en temazcal, masaje, comida y todo.

Nos embarcamos en el velero y desde ahí empezó una aventura nueva para mí.

“Todos los que van en el velero son homos, desde el capitán y dueño, el que está de pie, encuerado con su verga colgando y los dos marineritos que ayudan.” Me puso al tanto, se les notaba muy bien.

“Así que te puedes desnudar y tomar un poquito de sol. Platícame de los chinos que conociste tengo mucha curiosidad saber cómo ven ustedes, mujeres, a los chinos.” Me pidió y ya le conté con detalles todo lo que sucedió en ese encuentro.

“¿De veras, hicieron sexo y todo?” quería saber.

“Sí, claro, y ¡fue fabuloso, los dos chicos cogían muy bien y rico y las dos chavas se encargaron de mis compañeros, los dejaron muy bien servidos! ¡Lo repetimos varias veces, yo intercambié entre los dos chicos, los dos me sirvieron espléndidamente!”

“¿Y los chinos lo hacían diferente, de cómo se acostumbra por acá?” tenía curiosidad de saber. Ella ya de una edad madura, no vieja, como de unos 30 años. Yo consideraba que ella ya debería de saber bastante de lo que son las relaciones hombre mujer, pero por sus preguntas ya no supe qué pensar.

“¡Igualito, no hay diferencia entre nuestros dos mundos! Sientes un placer muy grande. Sí, en el momento piensas en que son extraños y que a lo mejor saben otras cosas. Pero sentir sus penes dentro de ti es lo mismo. Con todos terminas deseando más.” Le contesté.

“¿Y con las chicas? ¿cómo fue? ¿Se dejaron tentar?” Quería saber esa intimidad

“Sí, idéntico de como acá. No existen muchas diferencias, aunque, te diré, ellas las sientes más bonitas, acarician mejor, vuelven más locos a los hombres, y a ti también, como mujer, cuando me maquillaban y nos tentábamos, hasta acabábamos en un orgasmo bonito. Las dos, la chica italiana que iba con nosotros, y yo.”

Llegamos al pueblito. Al desembarcar no nos pusimos los trajes de baño cuando vimos que había varias personas en la playa ya desnudas, solo llevábamos las toallas, junto con los trajes, envueltos en los brazos. Llegando nos llevaron a unos cuartos, o chozas con poco cupo, estaban hirviendo de calor y olían muy rico, como a copal mezclado con otra fragancia, nos recostamos y comenzó una ceremonia en que nos tallaban con algunas plantas y después nos daban ligeros golpes con algo como palmas y al finalizar la atmósfera se llenó de un olorcito mucho más  agradable que nos elevó. No recuerdo si fue mucho el tiempo en que estuvimos en el temazcal, al salir ninguna de las dos podía mantenerse derechita, de pie, era claro que algo de droga habíamos inspirado. Nos llevaron del brazo hasta unas sillas, nos sentamos y después de un rato ya nos sentimos bien.

Nos guiaron a una palapa de restorán, nos ofrecieron platillos que se veían sabrosos, unas cervezas, o trago fuerte si queríamos. Comimos muy a gusto, ya estábamos perfectamente bien, nos metimos un rato al mar, las dos nos jugueteábamos una a la otra, como chiquillas. Nos abrazábamos y besábamos, estábamos felices disfrutando una especie de homosexualidad. Salimos del mar y nos llevaron a que nos dieran masajes.

Unos verdaderos expertos en las técnicas de masajes. Primero me atendió a mí un señor corpulento y mayor de edad, a ella una señora también fuerte, no muy joven. Los masajistas intercambiaban entre nosotras. Nos aceitaron muy bien. Hasta donde me dí cuenta, él era experto en los masajes debajo de la cintura, hasta nuestras vaginas nos masajeó, el ano y sus músculos, nos metió dedos en todas partes. Ella se dedicó a nuestros pechos, nuestros vientres, boca arriba también nos manoseó nuestros pubis y nos tentaleó nuestros clítoris, que no lo esperábamos, pero nos gustó.

Al atardecer nos llevaron de regreso, desembarcamos ya con los trajes de baño puestos, envueltas en las toallas, teníamos frio.

“¿Te gustó el paseo?” Me preguntó Xing, me dijo su nombre en mandarín, pero el significado era Estrella, así que así la identifique y a ella le gustó.

“¡Hermoso, muy bonito, gracias a ti, y muy bueno para repetir en otra ocasión! ¡Por lo pronto, nos gustaría mucho ir a tu casa, primero deja consultarlo con Horacio y te confirmo bien! Mañana tendremos que ir a llevar a nuestro amigo a que tome el avión. De aquí a Guadalajara solo se puede ir en autobús, no es recomendable por lo del covi, así que lo llevaremos en el avioncito, pero regresamos en la tarde y te llamo, te busco para ver que hacemos.” En eso quedamos.

Regresamos de ese lindo paseo muy cansadas y asoleadas. Nos separamos, cada una teníamos destinos diferentes que atender, pero ya nos pusimos de acuerdo, al día siguiente íbamos a llevar a Greg a que conectara con su vuelo de regreso.

Volando de regreso ya hubo tiempo de platicarle a Horacio de todos los detalles de mi aventura con mi amiga de Macao.

“Nos invita a su casa para que conozcamos más de la cultura china, a comer o cenar. ¿Te gustaría?

“Ya mañana termino y estoy libre desde media mañana, vamos a la hora que ustedes quieran. Búscale un regalito para que se acuerde de nosotros.” Me dijo Horacio.

A Xing le pareció buena hora a la 1 y treinta y me explicó su dirección, muy fácil, en una casa muy cerca de su negocio.

“¿Te puedo pedir un favor? Quiero verte con el vestido nuevo.” Me dijo.

“¡Con mucho gusto, tendrá un buen estreno! ¡Gracias!”

“Voy a invitar a mi hermano para que hagamos parejas. Él llegó hace 3 meses, ya mero habla español, él no aprendió portugués, pero habla inglés bien. Es ingeniero marino, actualmente solo lo tienen de traductor para problemas con los barcos que están llegando, pero él se quiere involucrar en lo que son los barcos.”

“¡Qué bueno que se nos une así Horacio tendrá a un ingeniero naval para platicar!” le dije.

“¡Nada de pláticas de negocios en mi casa! En China el almuerzo es para disfrutarlo en paz. Voy a preparar todo para estar muy cómodos y gocen nuestra comida. ¡Estoy segura de que les gustará, habrá muchos platillos diferentes, al estilo original de Macao!”

Horacio salió temprano y yo fui a buscar algo para darle a Xing. Pasé por varias platerías que hay en el centro y en una de ellas ví que atendía un señor de aspecto oriental, ¿A lo mejor él me puede orientar? Sí, y me recomendó le llevara unos soportitos de plata, sobre los que se colocan los palitos para comer. ¡Me pareció maravillosa la idea y esos le llevamos envueltos en una cajita!

Al entrar, ya sabíamos de los zapatos, así que nos los quitamos y Xing nos puso unas chancletas suaves. Le entregamos la cajita a la que le agregamos una flor de crisantemo y le gustó mucho. Nos pasó a la sala con cojines altitos, nos puso cómodos y nos sirvió una bebida que ella nos explicó que era el equivalente al vodka. Estábamos sentándonos en el momento en que llegó el hermano Jiang, o algo así. Horacio lo reconoció y él también a Horacio, se habían visto en los muelles. Hicieron sus saludos y empezamos con la ceremonia del vodka, todos tomamos un vasito. Yo creí que se lo bebía uno todo de un solo trago, no era así, así que yo iba a empezar a estar en desventaja después de habermelo bebido de un solo trago. Pero me puse de pie para lucir el vestido, extendí los brazos, las mangas anchas, de ¾ y atado al frente con una fajita, hombros descubiertos. Sentía que me tambaleaba, pero disimulé. Me vieron muy bonita y Jiang opinó que me faltaba mi maquillaje. En mala hora, Xing me llevó a su recamara y me maquilló de volada, a lo chino. Creo que quedé muy bien, por lo menos eso opinaron los señores. Con mis ojos jalados.

“¿Son matrimonio?” preguntó Jiang. Xing se adelantó y dijo que Horacio y yo éramos muy buenos compañeros y amigos y siempre viajábamos juntos. Inventó que los dos éramos pilotos. Jiang se emocionó, que suerte en tenerlos, opinó. Y empezó a hacer preguntas de qué hacían las parejas de pilotos, cuando eran hombre y mujer, si pernoctaban juntos cuando tenían que pasar noches en ciudades fuera de nuestras respectivas casas.

“Los dos somos casados, tenemos nuestras casas, pero somos libres y nos compaginamos y divertimos en cualquier lugar que llegamos.” En la forma en que se lo dije los dejé con la idea de que no estábamos casados entre nosotros dos, pero hacíamos cosas juntos. No me había dado cuenta de que los confundí, Horacio me corrigió, pero salió peor, más idea de que éramos amantes. ¡Me divertí mucho!

Al llegar no había trazas de comida, pero en ese momento llegó. Entraron dos chicos y una chica con portaviandas, distribuyeron platos y tazones para los cuatro. Xing colocó los portapalillos que le habíamos obsequiado y nos puso palillos a todos, pero junto puso cubiertos también. “Por si los necesitan.” Nos dijo.

“No es necesario, los dos sabemos usar palillos chinos.” Les dije y nos sirvieron otra ronda de ese vodka y Xing nos sirvió algo de salsas a cada uno. Era un exceso de comida, muchos platos, todos riquísimos, pero nos dimos cuenta de que ellos ya estaban satisfechos y solo nos veían comer a nosotros. Yo también paré y ya Horacio también.

“¡Muchas gracias, toda la comida estuvo muy buena!” Dijo Horacio

“¡Todavía falta el postre!” dijo Jiang.

“¡Lo serviré al rato, vamos a dejar que la comida baje, mientras tanto vamos a platicar! Antier fuimos Silvia y yo a un campo nudista, ella me platicó de una experiencia que ustedes tuvieron en uno al que fueron, conocieron a unas parejas chinas y quedé con ella de que me iba a platicar de lo que experimentaron con ellos.”

“Fue una experiencia extraña. Es muy raro encontrarse con gente de China y, menos, poder tener relaciones con ustedes y menos si no nos entendíamos verbalmente. El contacto con nuestros amigos del campo nudista se dio sin planearlo, únicamente demostrando amistad, alguna de nosotras dos dio el primer paso, por calientes y predisposición todos nos alborotamos sin pensar en técnicas, ni color de la piel.” Horacio que estaba sentado junto a Xing hizo un movimiento como para manosear un postre sobre la mesa, ella se estiró y se lo llevó a él a la boca. Horacio se lo agradeció y la abrazó.

“Creo que entre ustedes no se acostumbra a besar mucho, y menos apretadamente, hasta mordiendo los labios del otro, o la lengua, jugar entre los dos con las lenguas y gozar un intercambio de salivas.” Les dije, en el momento en que Horacio lo hacía con Xing, como demostración. La tuvo pegada por un largo rato, ella fue inspirándose y le mantuvo el beso e hizo lo que yo acababa de decir. Mantenía los ojos cerrados.

“¡Ven, Jiang.” Me le acerqué y él me robó un beso copiando como lo hacían Horacio y Xing. Nos detuvimos unos segundos y Xing opinó que le había gustado mucho, volvió a abrazar a Horacio y, primero le dio un beso, Horacio la llenó de besos, pero me dí cuenta de que sus manos iban subiéndole la falda, a los pocos minutos las piernas de Xing estaban visibles, muy bonitas, pálidas, unos muslos de ensueño, ricos, redonditos y largos, pero Horacio seguía su camino hacia su entrepierna. Ella llevó sus dos manos frente a sus pómulos, como tapándose los ojos y sonreía los apretaba y reía, dejando que Horacio la disfrutara, solo lo observaba y se le entregaba, dejándolo que le hiciera todo lo que a ella, o a él, le causaba placer.

Jiang, copiando, me hacia lo mismo, solo que mi falda era más corta y mis pantis muy pequeños, su mano alcanzo mi pubis rápidamente. Le tomé sus manos y me las metí hasta arribita de mi cintura, bajo mi vestido, con todo y la faja que le daba forma, estaban arriba de mi cintura. Busqué me acariciara la piel de mi pubis. Me incliné y le bajé la cremallera, luego un poco los pantalones y sus calzoncillos hasta tener su hermoso tesorito al alcance de mi boca. Xing estaba intentando hacer lo mismo que yo, pero Horacio aún no terminaba de quitarle sus calzones, que al final se los jaló, le abrió el vestido, que era como una bata grande y se dedicó a besarle la región de su pubis, con muy pocos vellos, también se le veían enredados, muy claros y, como pude sentírselos, muy sedosos. Me dí cuenta de que Horacio le metía su lengua, como antes en la boca, pero ahora en su vagina.

“¡Vamos a mi cuarto! Entre los chinos hacemos muchas veces el sexo varios en un mismo lugar, hasta a veces en la misma cama.”

Su cuarto es grande con una cama bajita, casi hasta el suelo, pero con un colchón muy suave. Horacio cargaba a Xing que es poco más alta que yo, pero más ligera que yo, solo arrastraba el vestido. A mí no me cargaba Jing, caminábamos besándonos, él estaba emocionado por haberse atrevido a besar, yo lo sentía muy bonito y sensual, sus caricias como de mujer, muy suaves. Los dos son muy jóvenes, por lo menos se ven muy jóvenes. Ella se ve como chica de unos 19 años, aunque me dijo que tenía, creo, casi 30.

Me acomodó sobre la cama, del otro lado del que ya estaban ocupando Horacio y Xing. Me hinqué y lo hice feliz a la hora en que yo le chupé su pene. Me extendí lo más que pude pero con el peligro de que se me fuera a venir, era nuestra primera vez y yo no quería que terminara así, lo detuve, me le subí hasta su pecho y me dediqué a sus tetillas. Pensé en lo suave que ellas acarician y así se lo hice, con mucha suavidad, creo que si me hubiera alargado haciéndole eso, lo que yo trataba de evitar, de que no fuera a venirse muy pronto, con ese tratamiento lo iba a debilitar.

“¡Ven, corazón, súbete en mí y ve que me entre tu lindo pene!” Le dije, lo más claro para que entendiera fácil.

Me lo metió, también con mucha suavidad. Estuvimos un buen rato dándonos placer, yo ya había pasado por un orgasmo causado más por la tensión que por el sexo, pero me sobraba gusto y calentura por este chico lindo y joven, que me estaba demostrando que tenía mucho aguante. Se sentó y me colocó sentada sobre su pene, de frente a él, mis piernas alrededor de su cintura y mis pies, a ratos, enganchados atrás de su espalda, jalándolo. Él me jalaba para sentir mis senos que le rozaban su pecho y para seguirme besando y repetía “¡Silvy, Silvy!” a cada instante. Yo no permanecía quieta, cada vez que me daba libertad me elevaba y me volvía a sentar, introduciéndome su pene cada vez, dándole movimientos masturbándole con mi vagina, y con mis labios, todos ellos, los de mi boca y los de mi vulva, le estábamos dando mucho placer, interrumpido a cada rato por mis travesuras, para retrasarle lo más que se podía la llegada del momento de su orgasmo.

Al estar sentada sobre su pene recordé hacerle un poquito de succión con mi vagina, como ya lo había hecho otras veces y así, primero lo hacía que estallara y luego, pensaba yo, lo sigo ordeñando, no lo suelto hasta que él se derrita por mí.

“¡MMMCCCMMM!” Ya me dí cuenta de que él había alcanzado su clímax, pero, como antes lo había ya pensado, mi vulva sabía hacer travesuras, seguí subiendo y bajando hasta que él se debilitó, me abrazó de la cintura y acurrucó su cabeza sobre mis pechos. Yo me sentía triunfadora, también lo abracé, mis pechos aplanados contra los de él. Me moví una segunda vez subí y bajé, y en eso sentí que me estaba echando más lechita adentro. Me apreté contra su regazo, el pujó nuevamente, se quedó apretando su mejilla contra uno de mis senos y me dijo “¡Lástima, fue todo!”

“¿Qué quieres decir que fue todo?” le pregunté

“¡Eres maravillosa! ¿Es así como hacen sexo todas las mexicanas? ¡Sentí como que me exprimiste hasta mi última gota!” Me dijo

“¡No sé, lo que sentiste es porque yo te deseé mucho y sentí muy rico lo que me diste, eres maravilloso!” fue mi respuesta.

Se puso de pie, me hizo unas reverencias agradeciéndome, yo aún estaba de rodillas sobre la cama. Fue hacia donde Horacio que estaba todavía enganchado a Xing, a ella le dijo muchas cosas en chino, riendo de júbilo, la abrazó torciéndola por la posición en la que Horacio la tenía, se quejó y le dijo a Horacio algo y que ella me tenía que preguntar algunas cosas. También ellos estaban felices, medio boca arriba, con una pierna sobre el hombro de Horacio, él aún clavado en su cosita, a ratos los oía platicar, hubo veces en que ella se quejaba de alguna molestia, pero seguían adelante, muy suavemente, no como yo conocía a Horacio.

Terminaron muy bonito y ellos se quedaron recostados. Xing nos invitó a que nos uniéramos a ellos.

“¡Lo que está viviendo esta cama, nunca lo creí que fuera a servir tan bien como ahora!” y todos nos reímos, yo la acaricié y le pregunté al oído si había tenido algún dolor, o molestia. Ya Horacio, que oyó a medias dijo que lo que pasó es que él no tuvo cuidado con una chica tan joven y aún cerrada.

“¿Era tu primera vez con un hombre?” le pregunté. Ella volteó a ver al hermano y después de meditarlo por un buen silencio contestó diciendo que no, que en realidad lo hizo hace mucho tiempo con uno y desde entonces no más, pero ella sabía que era muy estrecha, que ya Horacio la había ayudado a que le cupiera sin dolor, pero que sí había pensado en ayudarse.

“¡Con mi Horacio gocé mucho, me había olvidado, o no sabía de que soy tan estrecha y no le pedí me ayudara, pero él comprendió desde un principio y me ha dado lo máximo que yo puedo pedir como mujer! ¡Fíjate, desde un principio tuve un orgasmo que no te puedes imaginar que tan fuerte, que hasta mi estreches se me olvidó! Pero como continuamos, poco a poco me fue doliendo más, ya Horacio me lo hizo bien suave y cariñoso cuando él lo noto y logramos venirnos juntos, a la vez, lo adoro, yo me quedo con él, sino ¿quién me va a proteger? ¿Quién me va a llevar hasta las nubes, o quién me va a llevar para sentir esto tan lindo?”

No imaginé que se viera tan bonita ahí recostada sobre la cama desnuda, y después de pie. Es hermosa, desde su piel típica de oriental, muy pálida. Hermosos pechos pequeños acinturada y las caderas notorias. Sus pezones sí un poco más grandes que los de nosotras, pero deliciosos para que gocen de ella. Su cabello negro, muy lindo, lisito, sedoso, en este momento todo revuelto, no creo que se atreviera a salir así.

Íbamos a salir, así que nos pensábamos vestir, pero estaba yo tan impresionada de lo bonita que se ve que fui, la volví a recostar en la cama y ya yo de rodillas, le abrí las piernas y fui a su cosita, entre sus vellos le abrí espacio y llegué hasta su clítoris y sus labios guardianes. Me los comí desesperadamente, ella me sintió y comenzó a darse vueltas, sus manos iban para un lado y luego para el otro, a veces se azotaba. La estaba llevando a su otro clímax. Me jaloneaba del cabello.

“¡AY, AY, AYYYYYYYYYYYYYY YA, YA, QUE RICO mmmmm! Un orgasmo de una chica que por el dolor de su estreches no se había dejado sentir esa explosión. ¡La levantó Horacio y él mismo se la empezó a comer, le metió su lengua y la acarició con mucho cariño! Se la sentó sobre las piernas, con su pene entre las pompas de ella, ya flácido, pero ella lo estaba sintiendo bonito, metió su manos y ella misma se lo restregó contra su culito. Jiang y yo los veíamos y se nos hacía agua la boca.

Dejé que Jiang me manoseara y le acaricié su pene con mi boca. Llegamos a ponernos en un 69, su pene estaba cada vez más paradito y duro. Me senté sobre su pene y se me resbaló metiéndoseme suavecito, claro su semen que estaba todavía dentro de mí ayudó. Me puso de perrita y me embistió alocadamente hasta que los dos llegamos a nuestros clímax. Caímos rendidos, pero nos levantamos con muchos ánimos.

“¿Que tal te sientes Xing?” Le preguntó Jiang en perfecto español a su hermana.

“¡Bien cogida! No sé, pero voy a querer más, hoy ya no más, me duele un poco.”

“Y tú, mi hermosa mexicanita, ¿cómo te sientes?”

“¡Rete bien, también molida pero deseosa de otro, pero para otra ocasión! ¡El Chico que me molió es tremendo, maravilloso, me gustaría llevármelo para que me diera de lo mismo todos los días!”

“Tendríamos que alternándonos entre Horacio y yo, tu ¿aguantarías?”

“¡Claro, Horacio estaría también ocupado con Xing, así que te daría espacio cada dos días!” le contesté, la pobre de Xing solo oía nuestras locuras, fuimos Horacio y yo, la levantamos, yo tuve la oportunidad de darle una pasadita con mi lengua en su pepita, toda llena del semen que Horacio le había dejado y que aún le estaba escurriendo un poquito, se lo limpié con la lengua y dejé que me viera tragándolo.

“¿Te sabe bien?” me preguntó “¡Sí y me gusta, siento que es parte de mi sexo, pero ahora sé que te ha salido muy poco, si esperamos te saldrá más!”

“El que estas tragando es el de Horacio, si fuera el de Jiang ¿también te gustaría?”

“¡Mucho! No me lo puedo comer del que me sale a mí, pero si me lo hubiera vaciado directamente en mi boca, o si te lo hubiera dejado a ti, me encantaría.” Me pasé la mano por mi pubis, que estaba un poquito embarrado del semen de Jiang y me la chupé. “¡Que rico!” Le pedí a Jiang me permitiera chuparle su pene, quería conocer su sabor. Accedió, me lo metí en la boca hasta donde me cupiera y ya vio Xing algo que a lo mejor antes no conocía. Después lo repetí con Horacio.

Xing solo observaba y opinó

“¡Cuantas cosas no sabemos! ¡Qué bonito lo hacen ustedes!”

“¿Te gustaron? Le preguntó Horacio.

“Nosotras no aprendemos nada de esto. Tratar de sexo solo en algunas casas especiales, pero son cosas que cualquier mujer puede y debe hacer cuando se casa.” Nos informó ella. “¿Y hay más?” todavía preguntó.

“Todo es natural, sí hay muchas cosas más, pero van apareciendo cuando se hace sexo, mientras pasa el tiempo vas aprendiendo más cosas.” Le dije

“¿Tengo que casarme para aprender a hacer muchas cosas?” preguntó Jiang.

“¡Búscate una amiguita y ya que tengas confianza con ella, las cosas las inventan juntos!” dijo Horacio.

“Pero encuentra amigos, como nosotros, y con ellos te diviertes.” Fue mi consejo.

“¿Como con ustedes? ¿Ya nos enseñaron todo, o podemos volver a estar juntos y aprendemos más?” Preguntó Jiang.

“¿Deveras, les gustó mucho haber pasado este tiempo con nosotros? ¿Haber aprendido y practicado algo de lo que es el sexo? ¿No habrá remordimientos, o arrepentimiento? ¿Les gustaría volverlo a hacer?” Ya Xing le tuvo que traducir y explicar lo que Horacio les decía.

“¡Yo quiero otra vez, todo!” dijo Jiang y Xing, después de unos segundos de silencio dijo, enfáticamente y emocionada

“¡Yo quiero más, muy rico! ¡Estoy muy agradecida! ¿Lo podremos volver a hacer?

“¿Qué tal si nos reunimos mañana y volvemos a probar? ¡Te prometo que no te vuelvo a lastimar, tendré mucho cuidado!” les dijo Horacio.

Al día siguiente, a la salida de la zona restringida habían descubierto un changarrito que tiene fama de comida muy rica. Se llama ‘El Chino’, yo creí que era por lo de chino que lo escogieron Jiang y Horacio. Pero resultó que ni el dueño ni sus empleados eran chinos, solamente el dueño había trabajado por un tiempo en un barco, como cocinero, junto con un cocinero chino que lo enseñó y su cocina era una mezcla entre china y mexicana, con un sabor muy bueno. Comimos y bebimos cerveza china, que les llegaba en los barcos chinos y se las vendían.

De la zona de muelles nos dirigimos al departamento de Greg. Ella iba vestida muy bonita, y ligeramente maquillada a lo chino, él, como Horacio, con ropa de trabajo, y yo, bien coqueta, con un medio vestido, muy corto, de fácil acceso, sin brasier.

Al llegar a la entrada del departamento, Horacio levantó de la cintura a Xing, y la sentó sobre la cubierta del bar, que yo recordé que a mí me habían tenido ahí esa vez, y que yo me dejé hacer todo lo que Greg quiso y yo desconocía de un extraño, precisamente en ese barcito de la entrada y sobre esa cubierta. El vestido de ella, medio chino, color rojo y algunos motivos dorados, un exceso de tela, y una banda, como faja, todo salió volando, parecía que Horacio ya la había estudiado. Ella sentada allí, se inclinaba para alcanzar a besar a Horacio, ya había aprendido lo que reflejan los besos. Yo sentía muy bonito verla cómo deseaba besar a Horacio. Mientras él se la comía.

La tenía sentada sobre la cubierta, le abría las piernas y con las manos le separaba sus labios de la vagina, la arrimó a la orillita y estaba muy ocupado con todo lo de su vagina, le chupaba los labios y su clítoris. Ella emitía sus chilliditos leves, chillidos de chiquilla y movía sus nalgas para los lados, Horacio la tenía detenida de su trasero, le apretaba las nalgas y la jalaba hacia si mientras, materialmente, se la comía provocándole a ella, además de sus vocalizaciones, una cantidad de espasmos y estirones para que la boca de Horacio le llegara más dentro.

Jiang y yo los observábamos al entrar. Los dos nos calentamos mucho, pero al entrar, Jiang no sabía cómo empezar. Solo me abrazó y me besó efusivamente. Yo le busqué ese bulto y se lo sobé por encima. Al sentir mi ataque directo, me empezó a besar desde el cuello, me descubrió los pechos, mis pezoncitos atrajeron su atención y su deseo, con una mano me acariciaba un seno y con la otra se ayudaba apretándolo para que se le hiciera más fácil de meterse todo mi seno dentro de su boca. Lo chupaba y succionaba. Me dí cuenta de que le fascinaban mis pechos, tentármelos, sentirlos en su boca.

Mi mano ya estaba dentro de sus calzoncillos, jugueteándole sus vellos del pubis y jalándole la bolsa de esos lindos huevitos, hasta que hizo una pausa en la atención de mis pechos, se bajó sus pantalones y calzoncillos. Aproveché inclinarme y pude meterme todo su pene dentro de la boca, hasta mi garganta, hasta que sentí que me ahogaba. Le encantaba le hiciera esas cosas, me veía y a ratos me acariciaba mis mejillas y me animaba jalando de mi pelo. Desconocía que tanto tiempo me podía tardar jugando con su hermoso pene, yo deseaba recibir todo su semen dentro de mi boca, pero más deseaba gozar un buen orgasmo con su pene dentro de mí, y sentir su lechita que se me escurriera, saliéndoseme de ese hoyito de mi vulva.

Me enderezó, me quitó el vestido y mis pantis y no había terminado de desvestirme pero me recostó sobre un sofá, y recuerdo muy bien, su lengua me saboreaba, me recorría desde mis pechos, mi vientre, mi pubis y hasta mi vagina. Sentí que me iba a meter un dedo en mi vulva, me volteó a ver y le guie su mano a que me introdujera unos dedos en donde quisiera. En ese momento yo ya estaba en un estado de extrema excitación, me dio la vuelta, mi barriga descansaba en el sofá. Creí que me iba a embestir por el ano, que yo sí lo hubiera aceptado, pero después de voltearme se dedicó a lamerme las nalgas. Me las abría, me acariciaba el hoyito ensalivado, me medio introducía un dedo. Yo no protestaba, me estaba gustando, pero se me encimó, me levantó las nalgas levantándome de las caderas, se me colocó entre mis piernas extendidas, localizó mi entrada y, metiendo su cabeza entre mis piernas, alcanzó mi pepita y me la chupaba. Yo estaba muy mojada de mis secreciones, una de dos, o le iba a agradar, o a desagradar, pero se dio cuenta y se dedicó a succionarme los labios menores. Lo sentía maravilloso.

Yo subía y bajaba mis nalgas. Él me seguía el ritmo, primero con su lengua, pero siguió con dos dedos dentro de mi vulva. Iba yo alcanzando un orgasmo. Lo detuve y le jalé su pene para que me lo metiera. Entendió perfectamente, me dio media vuelta, una de mis piernas le quedó debajo de las suyas y la otra me la encogió. Mi lugarcito quedaba un poco apretado, pero sentimos hermoso desde el momento en que me la metió, forcejeando poquito a poco.

Me dí cuenta de que al poco rato empezó a pujar con fuerza, se dejó caer sobre mí y sentí cómo se vaciaba en mi interior.

“¡Qué rico! ¡Que rico! ¡Quiero más!” me enderecé y quedé semi sentada sobre su regazo, todavía con su pene dentro de mí. Empecé a hacer movimientos de subir y bajar mi cadera, él me abrazaba por la espalda, pero me ayudaba dándome empujones y jalones hasta que yo ya no pude detenerme y me dejé explotar.

“¡QUE RICURA!” Sentí muy hermosa esa cogida que me dio, ya va siendo un experto.

Habíamos quedado recostados uno junto al otro, dándonos el frente. Sentía que el semen  se me empezaba a escurrir, por más que me tallaba contra de él, lo seguía sintiendo, iba a manchar el mueble, opté por ponerlo boca arriba y le lamí bien su pene, hasta dejárselo limpio. En eso, aparecieron Horacio y Xing. Ella se dio cuenta de que estaba lamiéndole el pene a su hermano, para limpiarle sus restos de lechita.

“¿Qué tal les fue? ¿Ya no hubo dolores, ni lastimaduras? Les pregunté.

“¡O, NO! ¡TODO MARAVILLOSO!” dijo Xing “¡Mira que rico, como a ti te gusta, le he detenido mucho semen dentro de mí!”

“¡Que rico!” le dije y la jalé hacia mí. Me puse de rodillas y la recosté junto a su hermano, boca arriba. “¡Déjame limpiarte, me encanta tener semen en mi boca y tragármelo!”

“¿Sabe rico? Yo también quiero probar.” Me dijo, pero yo ya me había adelantado y a ella la tenía limpiecita, pero me recosté en el otro sofá y le ofrecí mi cosita.

“¡Gracias!” y se dedicó a limpiar el semen que aún me salía, aunque ya muy poco.

“No está tan mal, pero sí siento muy bonito chuparlo y tragármelo, aunque éste sea de mi hermano, ¡la próxima vez tiene que ser el de Horacio que se vacíe en mi boca!”

Nos aseamos y vestimos, habíamos propuesto ir a algún restorán bonito. Las dos íbamos sin brasier, solo con pantis debajo, y vestidos, a ella le puse uno mío, muy coqueto, con falda muy corta, yo me puse otro igual de corto. Nos maquillamos ella muy occidental, hasta el peinado y ella me maquilló a mi muy china, con mi pelo recogido y ojos rasgados.

Después de preguntarles si se les apetecían platillos occidentales y propuse fuéramos a ‘El Dorado’. Sí aceptaron con gusto. Yo había hecho reservaciones, precisamente en la misma mesa a la que anteriormente habíamos ido con Greg. El restorán vacío, así que las reservaciones fueron de valde.

Nos reconocieron los meseros y nos dieron una atención magnífica. El Chef nos preguntó por Greg.

“¿AH, el novio de ella, que es mi hermana? Ya se marchó y ahora estamos aquí, ésta dama es mi esposa y él nuestro amigo.” El chef solo se sonrío. Se quedó con ganas de volvernos a ver como salimos de éste lugar, pero sí nos enviaron una botella de Champagne.

“¿Va a tener que pagar también esta vez? No se apure, le hacemos descuento,” me dijo, “se la mandamos cobrar hasta su casa.”

“¿Ya te diste cuenta de que hermosos se le ven los pechos a Xing?” nos preguntó Horacio, pero frente al chef. En verdad, sí se le veían preciosos, pero ella se sentía incómoda, no estaba acostumbrada a exhibirse.

“¡Ven, preciosa, quiero darte un beso muy fuerte!” Horacio le dijo a Xing. Ésta se resistió, pero para que no se dieran cuenta los meseros, se dejó y se lo regresó de la manera más erótica que podría ser. Se besaron, Horacio le metió, muy discretamente, la mano dentro de su blusa y le acarició los senos. Xing se resistía, pero dejaba que su dueño hiciera con ella lo que él quisiera. Después de la segunda copa ella fue la que lo abordó.

Jiang y yo nos divertíamos, él copiando lo que Horacio iniciaba. Las manos de los dos caballeros desaparecían a ratos debajo de la mesa y se nos metían dentro de los pantis. Para variar, esta vez volvimos a dar nuestro espectáculo, aunque con otros personajes y menos espectacular.

Cenamos muy rico, pero nos sirvieron demasiada bebida. Al sentirse mal, y haberse dado cuenta de que Jiang ya estaba también mal, salieron del restorán los dos. Horacio solo nos dijo que iban a caminar para que se les pasara, que los esperáramos.

Pasó mucho tiempo, Xing y yo nos entretuvimos platicando. Algunos de los meseros se nos reunieron, no había casi ningún cliente. Pusieron algo de música, claro, para calentarnos. Tuvimos que bailar y se sorprendieron porque la china sí sabía bailar de todo. Cambiábamos de pareja cada pieza. La mayoría de ellos se pasaba de manosearnos, y, lo peor de todo, a las dos nos estaba gustando cómo nos trataban, a ratos comentábamos.

“¿Así es en Macao?” le pregunté.

“¡Cómo crees, esto no se conoce, pocos saben bailar y nuestros bailables son diferentes! ¡Me gusta mucho, solo lo veía en la televisión! ¡Estos bailes excitan mucho!” me dijo en confianza Xing, y en secreto me preguntó “¿Dejarías que te hicieran sexo alguno de ellos? ¡Yo sí!”

¡Ah, que caliente es Xing, está despertando! Opiné para mis adentros.

“¿Cuál te gusta más?” le pregunté.

“¡El tuyo, el que te está trabajando, se me hace que está muy rico! ¿A ti, cuál es tu selección?” me preguntó.

“¡Cualquiera de ellos, todos me gustan, a todos me los cogería!” le dije.

“¡Pero tienes que escoger uno, con todos no podrías!”

“¡Bueno, con, por lo menos dos!” le dije

“¿Cómo, uno y el otro de refacción para que te complete?” quería oír mi locura.

“¡Mira, puede ser uno, enseguida el otro, o los dos a la vez!” le informé

“¿Los dos a la vez y lo has hecho y sentiste bonito?”

“¡Sí, es muy bonito, pero los dos tienen que amarte y tú amarlos muy fuerte a los dos! Es muy rico, pero requiere de mucha intimidad, yo sí lo he hecho pocas veces, pero ha sido inolvidable.” Le dije.

“Me dan muchas ganas. Mañana se van y ya no hay tiempo, ni hombre amigo. ¿Podrían quedarse unos días más?”

“¡Esta vez ya no, Horacio tiene que regresar a su trabajo! ¡Yo también me quisiera quedar más tiempo contigo, pero lo tendremos que dejar para otra ocasión!” Busqué pagar, salimos y nos encontramos con los dos jóvenes durmiendo dentro del coche, y nosotras esperándolos.

No habíamos regresado muy noche, pero eso sí, muy alcoholizados, pero tomamos los remedios. Jiang tenía que presentarse a trabajar a las 7, Xing preparó algo de desayuno para mañana, con las pocas cosas que había en el refrigerador. Fuimos en parejas a acostarnos, Jiang conmigo, lo acomodé y dejé dormir, lo levantaría muy temprano, yo lo iba a llevar a su trabajo. Xing y Horacio la pasaron juntos, no despertaron cuando salí a llevar a Jiang a su trabajo y regresé para desayunar con todos. Los tuve que despertar, era tarde. Ella tenía que regresar a su trabajo en la tienda y nosotros habíamos programado nuestro vuelo de regreso.

Al despedirnos Xing me preguntó si yo había estado protegida para no embarazarme. Buena pregunta inoportuna, pensé. “¡NO!” y sí reaccioné con mucha sorpresa y, no sé cómo describirlo, pero con algo de pánico.

“¡NO! ¿Y tú? Ya le pregunté muy preocupada.

“¡Tampoco yo! ¿De casualidad estás en tus días con probabilidad de quedar embarazada?” me preguntó, y la verdad es que sí estaba en esos días, que yo había escogido para la posibilidad de embarazarme de Greg.

Nos abrazamos y nos besamos. Ella es muy tierna y sus palabras fueron para calmarme y ya veríamos cómo íbamos a resolver ese problema, si en realidad resultaba. Nos mantendríamos en contacto y nos informaríamos los avances.

Xing y yo nos mantuvimos en contacto, casi dos a tres veces por semana nos telefoneábamos. Las dos nos hicimos la prueba de embarazo y no salieron positivas, además que eran muy tempranas, sin embargo, esperamos que pasaran los días en que la naturaleza nos iba a confirmar. Ella me llamó el día exacto en que le tocaba su ciclo confirmando que no estaba embarazada, pero en mí la naturaleza me mantuvo en tensión todavía más de una semana y también me confirmó que tampoco. Se lo hice saber a mi amiga Xing y las dos respiramos aliviadas, sin embargo, ya nos habíamos hecho muchos planes medio románticos.

Todos mis relatos son sucesos y aventuras que he vivido, reales. Todos los he escrito con el mismo amor, pero a éste, en especial, le tengo más cariño.