Mi novio y su hermano me drogan
Discuto con mi novio y hacemos las paces follando delante de su hermano, pero este añade una nueva sustancia al juego.
Hace poco me quedé a dormir en casa de mi novio Carlos. A pesar de que ya llevamos unos cuantos años juntos y que mi familia lo adora, no son muy fanáticos de que duerma en casa de mi novio, ni él en la mía, aún así no nos pueden prohibir nada, por lo que lo hacemos igualmente. Su familia parece más transigente, sobre todo su padre, que siempre dice que soy la novia que mejor le cae de todas las que les ha presentado Carlos.
Aquel día se supone que solo seríamos en la casa tres, Carlos, su hermano pequeño y yo, pero a última hora los padres decidieron montar una pequeña fiesta, más bien una reunión familiar, en casa y me invitaron. Seríamos entonces dos tíos de Carlos, con sus mujeres, un primo de Carlos con su mujer también, el hermano mayor de Carlos, que también estaba casado, sus padres, él y yo.
La familia de Carlos es bastante tradicional, y yo que vengo de una familia gitana pues no me escandalizaba. Estuvimos toda la noche las mujeres en la cocina hablando de nuestras cosas y los hombres en la terraza bebiendo y hablando también. Ya sabéis que yo con las mujeres no suelo congeniar demasiado, y aunque eran muy simpáticas, llegó un momento en el que me aburrí. Salí a la terraza y busqué a mi novio, que estaba hablando con su hermano.
-Me aburro, ¿podemos ir al cuarto? -le susurré en el oído.
-Secretos en reunión son de mala educación -dijo el hermano sonriendo.
-Solo le he dicho que tengo ganas de estar a solas con él -le di un beso en la mejilla a mi novio.
-Chiquilla, estáis todo el día juntos, por un rato que esté con los hombres no le va a pasar nada -dijo bromeando de nuevo.
-Vosotros no me preocupáis, es él el que os llevaría por el mal camino -me reí-, es que...
-Es que -dijo Carlos interrumpiendome-, tu sabes cómo son las mujeres, y ella se aburre hablando de cosas de maridos y la casa y tal. A ella le gusta la fiesta como a nosotros.
El hermano, Vicente, me guiñó un ojo y yo asentí, dando a entender que mi novio estaba en lo cierto.
-Normal, todavía sois jóvenes.
-Tú también eres joven todavía hombre -dije yo-, solo le sacas 3 años a tu hermano.
-Ya, pero el matrimonio pasa factura a cualquiera.
-Por eso no nos casamos nosotros -dijo Carlos.
-Que no te engañe, que ya me ha dejado claro que quiere casarse, pero soy yo la que no quiere -le di un codazo en el brazo mientras que su hermano reía.
-Si tuviesemos una boda sería como la tuya -le dijo Carlos a Vicente-. Nos lo pasamos genial.
-Ya ves, lo mejor vino cuando en el baño nos metimos de todo -volvió a reír mi cuñado.
-¿Que hicisteis qué? -pregunté yo enfadada.
Vicente se calló, dandose cuenta de que la había cagado, y mi novio lo miraba con cara de enfado mientras que intercalaba miradas conmigo intentando buscar una excusa. Nunca había discutido con Carlos excepto una vez, por temas de drogas.
Rápidamente me fui de su lado y me metí en nuestra habitación. No eché el pestillo porque no era mi casa, pero no tenía ganas de hablar con nadie. Nunca he tenido ningún problema con las drogas, yo he probado bastantes, pero me daba miedo que Carlos acabase enganchado. Una cosa es de vez en cuando probar algo pues a lo mejor para echar un polvo más guarro o para tener una fiesta más bestial, pero otra era hacerlo continuamente. Es cierto que Vicente dijo que solo fue en su boda, una ocasión especial, lo que no quería decir que Carlos lo hiciese continuamente, pero mi cabeza automáticamente pensó que si me lo ocultaba era por algo. Carlos y yo nunca nos ocultábamos nada, como habreís podido intuír por relatos anteriores.
-Laura... -susurró Carlos abriendo la puerta.
-Déjame -respondí de manera cortante.
-Tía, solo fue esa vez.
Se sentó a mi lado y me cogió de la mano.
-Te prometo que no estoy enganchado ni nada raro, no te lo conté porque no me acordé de hacerlo, pero no intentaba ocultartelo.
-¿Y por qué te has enfadado cuando tu hermano se ha ido de la lengua?
-Porque sabía como ibas a reaccionar, pero te prometo que estoy limpio -me dio un beso en la boca-. Además si estamos juntos casi todos los días, si comprase o me metiese cosas continuamente sabrías que lo hago.
-Es verdad.
Me tranquilicé un poco y comenzamos a besarnos con la puerta abierta. Se nos olvidó cerrarla, pero nos importaba poco. No había menores que pudiesen escandalizarse y todas las mujeres estaban en la cocina, así que daba igual. Aquel día llevaba un vestido corto estampado, en verano casi siempre llevo vestidos cortos, y como siempre nada debajo. Mientras nos comíamos la boca, Carlos bajó lentamente su mano y comenzó a frotarme el coño. Yo abrí mis piernas para dejarle paso y metio un dedo, suave pero firmemente, sin preeliminares. Seguimos comiéndonos la boca, su saliva sabía a alcohol, yo hoy no había comido nada (tengo algunos problemas para comer últimamente) así que mi boca captaba el sabor del alcohol como si yo misma hubiese bebido. Su lengua recorría cada esquina de mi boca, y la mía jugaba con la suya para ver quién besaba más fuerte. Cuando metió el segundo dedo alguien entró en la habitación.
-Menudo fiestón tenéis montado -dijo Vicente, susurrando de nuevo.
Susurrábamos porque la cocina estaba cerca y nadie quería llamar la atención de las mujeres. Vicente entró y se sentó en una silla y, aunque yo intenté cerrar las piernas, Carlos matuvo sus dedos dentro de mi coño. Vicente traía en la mano una botella de vodka y una bolsita pequeña. Carlos me agarró fuerte de una pierna y la abrió, obligándome a enseñarle el coño a su hermano.
Yo me limitaba a mirar a Vicente avergonzada. Sabeis que me encanta disfrutar de cualquier hombre, pero aquel era el hermano mayor de mi novio, me daba un poco de pudor. Aún así, Carlos siguió metiéndome los dedos en el coño, metiendo tres ahora. Mi cuñado se levantó y cerró la puerta, volviéndose a sentar después. Abrió la botella de vodka y le dio un chupito.
-¿Queréis?
Rápidamente estiré el brazo y le di un trago a la botella, el alcohol me ayudaría a desenvolverme un poco más. Carlos tiró de la parte superior de mi vestido para abajo y lo dejó enrollado alrededor de mi cintura. Ahora tenía tanto el coño como las tetas en plena exposición para Vicente. Le devolví la botelala y este me guiñó un ojo. Carlos se puso de rodillas al borde de la cama y comenzó a comerme el coño, dándole la espalda a su hermano, por lo que yo podía mirarlo fijamente a los ojos. Vi que abría la bolsita y se echaba lo que parecía coca en la mano, para seguidamente esnifarla. No se lo echó todo, solo un poco.
Yo lo miraba fijamente, y cuando él metió su mano bajo el pantalón y comenzó a frotarse la polla, yo empecé a pellizar mis pezones mientras me mordía el labio y no rompía la mirada con él. Tiraba del pelo de Carlos mientras me lamía mi labio superior y me pegaba suavemente en las tetas, mirando a mi cuñado.
Carlos paró de comerme el coño y se levantó, fue a por la bolsa de coca y me miró. Yo le eché una mirada seria pero no le importo. Se echó un poco en la mano y, a continuación, se acercó a mí.
-Relajate -me susurró Vicente.
Hice lo que se me dijo y, tumbándome en la cama, cerré los ojos. Noté cómo Carlos frotaba la coca contra los labios de mi coño y, haciendo presiión, introdujo su polla. Comenzó a follarme fuertemente. Daba igual todo lo que habíamos susurrado para pasar inadvertidos, porque estoy segura de que aquellas embestidas retumbaban por toda la casa, o al menos se escuchaban en la terraza. Podía ser el vodka, o la coca, o ambas, pero notaba las embestidas más fuertes que de costumbre. De pronto vi cómo a mi lado se puso Vicente, no me tocó ni intentó nada, pero se sacó la polla y comenzó a pajearse mirándome a los ojos. En ese momento me fijé en el anillo de matrimonio que tenía en el dedo, y pensando en cómo se estaba pajeando por mi culpa mientras la estúpida de la mujer no tenía ni idea de nada hizo que llegase al orgasmo. Una ola de placer me sobrepasó, y debido al alcohol y la droga, me dormí con mi novio todavía follándome.
Seguí notando las embestidas, a alguien tocándome las tetas, una boca en el cuello pegandome pequeños mordiscos y lametones,... y de pronto una descarga de leche que cayó sobre mi cara me despertó. Levanté la mirada para ver quién era y vi a mi novio ocupando la posición que antes tenía su hermano. Se pajeó y se corrió sobre mí. Lo raro es que notaba semen resbalando por mis muslos, alguien se había corrido dentro de mí. ¿Le había dado tiempo a Carlos correrse dos veces? Miré a Vicente y lo vi limpiándose la polla. Se vistió rápido, Carlos y él chocaron las manos sonriendo, como si hubiesen conseguido algún logro, y salió de la habitación.
-Cariño -gritó Vicente llamando a su mujer-, vámonos que estoy cansado.
¡Hasta aquí el relato! Estoy pensando en escribir una serie posterior a este relato, me fui de viaje con Carlos, su padre, su hermano y un tío y un primo suyo. Ocurrieron varias cosas, ¿os gustaría leerlo? ¡Escribidme por correo como siempre!