Mi novio y su fantasía sexual

Tras realizar en mi cumpleaños mi fantasía sexual más oscura. Es mi turno de devolverle el favor a mi novio. ¡Para nada me imaginaba una respuesta así, pero ya no podía echarme atrás!

Lo primero, gracias a todos por dejarme tan buenos comentarios y valoraciones en mi anterior relato. Leo y contesto todos, ha sido lo que me ha animado a seguir con ésto.

Este nuevo relato es una continuación del anterior, podéis leerlo aquí:

http://todorelatos.com/relato/90889/


Tras el delicioso incidente de mi cumpleaños, algo comenzó a cambiar en nuestra relación. De alguna forma, comenzamos a tener una comunicación más directa en el ámbito sexual. Ya no me daba miedo pedirle determinadas cosas, y lo cierto es que él, aunque en principio no era especialmente de su agrado, cada vez disfrutaba más viendo cómo me volvía loco.

Un día cualquiera, al acabar una de nuestras maravillosas sesiones de sexo, terminamos exhaustos en la cama sudados y jadeando. Aproveché ese momento para iniciar una conversación que quería tener hace mucho.

-Oye, cariño. ¿Tu no tienes ninguna fantasía sexual?. - Pregunté, al tiempo que apoyaba mi cabeza sobre su hombro.

-No lo sé, la verdad es que hacemos de todo y me lo paso genial. No puedo pedir nada más. - Mi novio me respondió con sonriendo cariñosamente, pero no me pareció que estuviera muy interesado en la conversación de modo que insistí.

  • ¿Seguro? No me lo creo, todos tenemos fantasías y deseamos hacer cosas, por muy improbables que sean. Me gustaría poder hacer lo posible por cumplir alguna fantasía tuya.

  • No tienes que hacer nada por mí, ya te he dicho que nunca se me ha ocurrido nada.

  • ¡Pero algo tiene que haber! ¿En serio te sientes sexualmente realizado al 100% y nunca has pensado nada que te gustaría hacer y no has hecho?

A veces mi novio era tan bueno y complaciente que me terminaba por sacar de quicio. Después me sentía mal porque estaba con alguien que me quería con locura y no me podía enfadar por ello. Pero en ese momento, mi novio me volvió a sorprender revelándome algo en lo que no habría caído nunca.

  • Bueno, siempre me habría gustado hacer un trío. Es una experiencia que me gustaría hacer. - Dijo algo nervioso, sin mirarme a la cara.

  • ¿Ah si? ¿Qué es lo que te llama la atención de ello? - Seguí preguntando con curiosidad, aunque tengo que admitir que tuve que fingir no estar sorprendido.

  • Mmh, no sé, tener a dos personas para uno solo. Me imagino tener dos pollas en la boca al mismo tiempo y buff...  - Me contestó algo dubitativo.

De todas las cosas que podría imaginar que mi novio le gustaría hacer, nunca se me habría ocurrido que pudiera ser con más personas. Pensé que estábamos en nuestro mundo íntimo, y me creía preparado para cualquier cosa que pudiéramos hacer en nuestra habitación, pero de tantas vueltas que me gustaba darla, no había pensado en la fantasía más básica de todas, hacer un trío.

Tuvimos una larga conversación, yo le confesé que no sabía si me sentía preparado para hacer algo así. Nunca me había planteado compartir mi novio, que me quería y me protegería con su vida, con otra persona. Tenía algo de curiosidad por realizarlo, pero lo cierto es que cualquier cosa que me supusiera un riesgo, aunque sea mínimo, de perder a mi pareja me provocaba un pánico tremendo. Mi novio argumentaba que sólo era sexo, que él no lo veía de igual forma, y que ni siquiera sería el mismo tipo de sexo que el que tenía conmigo a solas.

Quizá suene gracioso, pero yo nunca he sido muy partidario del sexo sin compromiso. Me gusta el sexo duro y sucio, pero poco o nada sabía sobre lo que era echar un polvo sin que hubiera detrás un mínimo de “feeling”. A mucho que me guste que me meen encima o cosas del estilo, quizá yo estaba siendo más cerrado de mente de lo que pensaba, era tiempo de cambiar de perspectiva y probar otras cosas. Así que sin pensármelo demasiado, le prometí a mi novio que haría todo lo posible por cumplir su fantasía.

Pasaron los días y poco a poco fuimos empezando una búsqueda de opciones y candidatos para hacer un trío. Al mismo tiempo íbamos sentando las bases de comportamiento para que como pareja no nos sintiéramos afectados. Quedamos en ser 100% sinceros el uno con el otro, y tener una total comunicación sobre los avances que fuéramos haciendo cada uno encontrando candidatos. También acordamos que si uno de los dos quería dejar de realizar esa búsqueda en cualquier momento, lo dejaríamos y ya está.

Comenzamos a mirar por chats, y para mi sorpresa la diversión empezó antes incluso de lo que me esperaba. Empecé a ver cómo mi novio se ponía burrísimo cada vez que hablábamos con algún desconocido. Empezamos un juego tonto en el que mientras estaba chateando con alguien, preguntándole cómo era o viendo fotos de la persona, yo le calentaba y empezaba a mamársela. Incluso llegamos a hacer algún pequeño numerito por cam con desconocidos. Hablábamos mucho de tíos, empecé a perder el miedo a los celos y cada vez la idea de disfrutar con una tercera persona me fue seduciendo, nuestra comunicación se hacía más fluida, aprendía cosas nuevas de sus gustos por los hombres y el por los míos.

Me sentía bien, casi todas las noches cuando llegaba a casa, nos poníamos manos a la obra y casi siempre terminábamos teniendo sexo como locos. Estaba seguro y disfrutando de algo nuevo, pero cuando llegó el verano decidimos dar el siguiente paso.

Tratándose de un trío, no me gustaba mucho la idea de buscar a un tercero en nuestra misma ciudad. Algún indeseable podría hacerte la vida imposible si quisiera, y lo cierto es que me sentía lo bastante realizado laboral y socialmente como para exponerme a ese tipo de cosas. Finalmente, tras hablar con varias personas y no acabar de realizar el paso, decidimos plantearnos las cosas de otra forma.

Aprovechando que tenía vacaciones, decidimos preparar un viaje exprés a Tarragona. En pleno mes de septiembre, parecía una época idónea, en la que hacía buen tiempo pero no había tanto agobio como en Agosto.

Nos alejamos cuatro días en un hotelito en la Costa Dorada, muy cerca de Salou. No es que nos pasásemos todo el día hablando de nuestro plan para buscar una persona, pero de vez en cuando nos conectábamos al GRINDR y hablábamos con gente.

La segunda tarde, estuvimos dando un paseo por las tienditas a pie de playa, y parece que mi novio estaba cada poco tiempo atento al móvil.

  • Creo que he encontrado a un buen candidato. - Me dijo enseñando lo que había su pantalla.

En la foto, aparecía un chico de unos 23 años, bastante guapete pero tampoco nada fuera de lo común, que estaba en bañador sentado al borde de una piscina.  Tenía una sonrisa realmente bonita y el pelo muy rubio. Era algo delgado, cosa que no me atrae para nada, pero sabía que a mi novio le encantaba.

Su nombre era Carlos, un chico de Tarragona ciudad bastante simpático, que había pasado hace un año por una relación larga y tormentosa, y llevaba una temporada follándose a todo lo que pillaba, incluso había hecho ya tríos anteriormente.

Como me pareció alguien inofensivo, con experiencia y bastante cordial, dí mi aprobación y quedamos con él esa misma noche.

Después de que cenásemos algo, volvimos al hotel y Carlos nos avisó de que estaba de camino. Rápidamente, nos duchamos, preparamos la cama y recogimos un poco la ropa que había tirada por la habitación. Con las prisas, y sabiendo que no podía ya echarme atrás, empecé a ponerme muy nervioso. Tenía una sensación de miedo escénico (por decirlo de alguna forma) que me costaba ocultar. No dejaba de pensar en cómo iba a ser, lo que se me pasaría por la cabeza en el momento en que ese desconocido empezara a besar a mi novio. Pensaba en si recibiría algún gesto involuntario que indicase que yo sobraba ahí, o si a Carlos le gustaría más mi novio que yo. Sobre todo de esto último tenía muchas dudas.

Mi novio y yo estábamos en esas cuando de pronto sonó su móvil, había que bajarle a buscar. En ese momento ambos nos pusimos en pie, y debí mirarle con cara de pánico porque mi novio me besó y me abrazó cariñosamente.

  • No estés nervioso, cariño. Sabes que te quiero, y que por un rato de sexo con otra persona eso no va a cambiar. - Me susurró.

Yo no le contesté, me limité a asentir. Tenía dentro un nudo en el estómago, del que no sabía nada hasta ahora y que de pronto me estaba haciendo navegar en un mar de incertidumbres. Mi novio me miró y me dijo:

  • No hagas nada que no quieras, ni tampoco lo tienes que hacer por mí, pero sí me gustaría que disfrutases de esto, porque para eso hemos quiero hacerlo ambos.

Dicho esto se puso sus chanclas y bajó al recibidor del hotel. Empecé a dar vueltas por la habitación, a pensar en todo, traté de calmarme. Pensé que ya no había vuelta atrás, que esto o lo disfrutaba o iba a ser un infierno, así que me volví a sentar en el sofa intentando no pensar en ello. Al rato volvió a entrar, esta vez con Carlos.

Saludé, nos dimos dos besos y me volví a sentar, apenas les miré a ojos (tenía demasiada vergüenza). Ellos se quedaron en frente de mí, de pie, al otro lado de la mesa del salón. Comenzamos a hablar de alguna tontería pero en cuestión de dos minutos acabó y nos quedamos en silencio.

En ese momento, fue mi novio el que, ni corto ni perezoso, apagó la tele y comenzó a besar a Carlos delante mío. Por un momento, el corazón me dió un vuelco, pero me quedé mirando unos segundos. Me estaba probando a mi mismo, analizando la situación, y de pronto no me pareció tan importante.

Ellos seguían a lo suyo así que me levanté y me acerqué hacia ellos. Carlos enseguida se giró hacia mí y empezó a besarme. Me cogió por la cintura y me besó suavemente, sin prisa, como queriéndome tranquilizar. Ignoraba si mi novio le había contado sobre mis nervios o si lo hacía instintivamente, pero lo cierto es que estaba funcionando.

Mientras nos besábamos, mi novio me empezó a morder el cuello suavemente, no pude evitar echar mi cabeza hacia detrás. Carlos me miraba y sonreía, estaba siendo muy amable y considerado. En agradecimiento, deslicé mi mano por debajo de su camiseta y le acaricié el pecho. Mi novio empezó a sobarnos el paquete a ambos al mismo tiempo, y para cuando me quise dar cuenta, mi corazón estaba latiendo a mil por hora. Sorprendentemente, se me habían pasado todos mis miedos de golpe y en ese momento solo quería follar como loco.

Seguimos tocándonos y empezamos a desvestirnos mutuamente. Recuerdo que fue uno de los momentos más excitantes cuando los tres, aún de pie, nos quedamos en calzoncillos con unas erecciones de caballo.

Introduje mi mano dentro de los boxer de mi novio, acariciando su preciosa polla, al tiempo que mi otra mano apretaba fuertemente las nalgas de Carlos. Teníamos delante de nosotros a todo un pasivazo, delgado, con poco vello, una cintura estrecha y un culo respingón que estaba pidiendo guerra. Rocé con uno de mis dedos la entrada de su culo y emitió un gemido, contrayendo su esfinter.

  • ¿Tienes ganas de que te follen? - Le pregunté mientras seguía jugando con mi dedo.

  • Joder, ¡si! - Me dijo con los ojos cerrados.

Se notaba que nadie quería llevar la iniciativa hasta no verme a mí seguro, asi que decidí tirar un poco de ellos. Le bajé los calzoncillos a mi novio, dejando que su polla se balanceara libre.

  • Toma un poco de esto - Le dije a Carlos mientras le tocaba el hombro en señal de bajarlo.

Carlos se puso de cuchillas un momento, admirando la polla de mi novio y éste avanzó metiéndosela en la boca. Mi novio, empezó a besarme como loco mientras follaba lentamente la boca de Carlos. Seguí besando a mi novio, bajando por su cuello y mordiéndo sus pezones. En la habitación sólo se oían nuestros gemidos y jadeos, estábamos totalmente entregados.

De pronto, mi novio me atrajo más hacia él, dejando a Carlos casi sin espacio entre los dos, y me bajó mis calzoncillos, que ya estaban empapados. Mi polla saltó como un resorte y golpeó la mejilla de Carlos.

  • ¡Jodeeeer! ¡¿Pero qué es esto?! - Carlos no pudo ocultar su sorpresa, agarró mi polla y empezó a moverla, como queriendo mirarla desde diferentes ángulos.

Empecé a sentir un poco de vergüenza. No sé si lo he dicho hasta ahora, pero tengo una polla bastante grande, hasta el punto de que tengo algo de complejo. Creo que de largo me medirá unos 20 centímetros, pero lo que realmente impresiona es el grosor.

A juzgar por cómo el brillaban los ojos a Carlos, no parecía importarle tener delante esa monstruosidad. Rápidamente la cogió por la base y empezó a chuparla con desesperación.

Buff, ¡Qué bien lo hacía! Se tragaba mi polla tanto como podía, sin rozar con sus dientes (cosa que nadíe había conseguido) succionando con fuerza y haciendo deliciosos ruidos de chupeteo. En ese momento, cuando no creía que podía estar mejor, empecé a notar otra lengua en mis huevos. ¡Estaba tan extasiado por la mamada de Carlos que casi había olvidado que estaba mi novio! Loco de placer, agarré la cabeza a ambos y empecé a sujetarlos contra mí. Pude oír cómo las babas de ambos empezaban a estrellarse contra el suelo. Los dos se pusieron a recorrer mi polla con sus lenguas y a besarse, empecé a sentir que me iba a correr enseguida, por lo que retrocedí y les pedí que parasen.

Hice un gesto a Carlos para que se pusiera en pie, y le quité sus calzoncillos. Entonces, acordándome de la fantasía de mi novio, cogí mi polla y la de Carlos y las dirigí hacia su boca. Mi novio nos empezó a chupar nuestras pollas, turnándose para engullirlas, notaba su saliva y el roce de la polla de Carlos. En un ataque de locura, trató de meterse las dos en la boca a la vez, pero no paso de nuestros capullos, aun así tenía una cara de satisfacción total.

Así estuvo por un rato, ahogándose con nuestros rabos hasta que en una de esas se apartó para tomar un poco de aire y dijo:

  • Uff, qué ganas tengo de metérosla a los dos, vamos a la cama.

Carlos y yo le seguimos a mi novio, que se tumbó boca arriba en la cama esperándonos con la polla dura. Yo me tiré a chupársela mientras Carlos se morreaba con él y le pellizcaba los pezones. Podía notar como su polla se ponía cada vez más dura, palpitando dentro de mi boca y chorreando líquido preseminal sin parar.

Entonces desde esa postura pude ver de muy cerca el culo de Carlos, a cuatro patas, recostado sobre mi novio, abrí sus cachetes y contemple su rosado agujerito. Metí mi lengua con decisión y pegó un gemido tremendo, parece que a nuestro nuevo amigo le encantaba que le comiesen el culo, algo que yo adoraba hacer, como ya conté en mi anterior relato.

Mis labios recorrían su raja por fuera, mientras con los dedos separaba bien sus nalgas. Introduje una vez más mi lengua hasta el interior y agarrándole con fuerza le di un azote en el culo que resonó por toda la habitación. Carlos seguía besando a mi novio, que ya estaba empezando a buscar un condón de la mesilla. Mientras lo abría, yo seguía abriendo el ojete de Carlos, lubricándolo bien, quería ver como mi novio le rompía su estrecho culo.

Una vez engomado y en posición, Carlos empezó a sentarse sobre la polla de mi novio. Yo me incorporé y abracé a Carlos por detrás, empecé a pajearle lentamente y a pellizcarle los pezones. Mi novio empezó a embestir desde abajo y ambos se pusieron a gemir, yo me lo pasaba genial viendo como la polla que estaba tan acostumbrado a ver entraba en el culo de otro, era como una vista en tercera persona de algo que conocía muy bien.

Mi polla demandaba algo de atención, así que me puse en pie sobre la cama y se la ofrecí a Carlos. Tras un rato de estar gozando de lo lindo en esa postura decidimos cambiar a algo más cómodo.

Me tumbé en la cama y Carlos se pose sobre mí, en posición de 69 comiéndonos las pollas mutuamente. Noté que se volvía a poner cachondísimo tragándose mi rabo, pero tan pronto como mi novio volvió a meterle la polla se la sacó para concentrarse en recibir de nuevo ese pedazo de carne en su culo.

Entonces, fue cuando empecé a sentir otro momento de morbazo absoluto, viendo desde abajo como la polla de mi novio entraba en ese culo magnífico. Entraba y salía entera en el culo de Carlos, podía notar como sus huevos se contraían de placer al meterla hasta el fondo y cómo su cuerpo entero se estremecía con la follada.

Mi polla continuó siendo mamada por la experta boca del chico, que desde esa postura ahora se la podía meter aún más hasta el fondo. Tosía, se ahogaba, gemía y hacía todo tipo de ruidos que me ponían a mil, y me hacían levantar mi cadera para clavársela más hasta la garganta.

  • Dios, no aguanto más, me voy a correr. - Dijo mi novio mientras sacaba su polla y se liberaba del condón.

  • ¡Yo tampoco puedo mas! - Bramó Carlos desesperado.

  • ¡Dadme vuestra leche, cabrones!

En ese momento ambos se apartaron, y Carlos con la polla delante de mi cara y mi novio sobre ella se empezaron a correr sobre mí mientras se los dos se comían la boca.

Cerré los ojos y empecé a sentir un montón de trallazos de lefa caían sobre mi cara, me pringaban la boca y se escurrían por mi cuerpo. Noté como mi novio empezó a gemir entrecortadamente y nuevamente noté como unos regueros de leche se chocaban contra mi pecho. Yo seguía pajeándome como loco, concentrado en el morbo de la situación, y entonces empecé a correrme como un animal. Carlos se puso cerca para ver mi pollón soltar lefazos sobre mi vientre, me animaba a ello y sonreía encantado con el espectáculo. No voy a mentir, he tenido orgasmos mucho mejores, pero el morbo de la situación y de la tercera persona me hizo sentir las cosas de manera diferente y especial. Ni qué decir tiene que acabamos los tres exhaustos en la cama.

Unos minutos después, me levanté para ir a limpiarme al baño, ya que había salido el que peor parado. Cuando ya estaba terminando de quitarme todo el semen del cuerpo, mi novio entró en el baño y me beso.

  • ¿Que tal estas? - Me susurró con suavidad.

  • Bien, muy bien - Le contesté feliz, en señal de que no había ningún problema.

Al volver a la cama, me tumbé al lado de Carlos, y éste sin decir nada me besó en los labios con cariño.

  • ¡Menuda máquina tienes en casa! - Me dijo con entusiasmo.

Le odié un poquito porque me hizo sentir menos, pero entendí que siendo pasivo cuando a uno le follan bien lo aprecia mucho, así que no le di más importancia.

Estuvimos un rato largo charlando los tres, de otras experiencias, e incluso hicimos un poco de terapia con los problemas sentimentales del pobre Carlos. Me lo pasé muy bien, no esperaba echar un polvazo y además hacer un amigo nuevo en la misma noche. Cuando dieron las tres de la mañana, nuestro amigo se despidió de nosotros, quedamos en volver a hablar de vez en cuando para saber un poco cómo le iba la vida. Él nos agradeció mucho todo, especialmente la compañía y despidiéndose con un beso a cada uno se marchó.

En cuanto se fue, mi novio me dió un beso de esos que hacen que te tambalees. Me agradeció mucho haber hecho la experiencia y ambos coincidimos en que lo habíamos pasado genial.

Y ciertamente, a partir de ese momento, me libreré un poco de ciertas dependencias y miedos que solía tener. Aprendí a separar un poco más el sexo del amor, a ver mi relación sentimental de una forma más sencilla y sobre todo estaba encantado de haber estrechado tanto los lazos con mi novio. La confianza que tenemos ahora es aún mejor que la que teníamos antes, y eso que no solíamos tener problemas de celos.

Los siguientes dos días de vacaciones estuvimos follando como locos, mi novio me hizo de esas cosas que tanto me gustaban. No recuerdo haber follado tantas veces con nadie en tan poco tiempo, y lo mejor de todo es que no me cansaba. Pensamos en volver a buscar a otra persona antes de volver a casa, pero no surgió la oportunidad así que me quedé con el recuerdo y con las ganas de volver a repetirlo con otros.

¿Y ahora que? Me siento feliz y realizado, pero ¿quedarán más fantasías sexuales por descubrir?


Recuerdo una vez más, que me encanta que me dejéis comentarios. Prometo contestar todos, contadme lo que os gusta, lo que no os ha gustado, lo que querrías leer en el futuro. ¡Y contadme vuestras experiencias! Hacedme preguntas, peticiones, o lo que queráis.

Gracias por leerme