Mi novio y mi compañera de piso, segundo encuentro

Despues de nuestra primera experiencia que fue de lo mas excitante, estaba claro que se producirian otras mucho mas excitantes, sobre todo por haber despejado dudas y estar los tres mucho mas comodos y tranquilos.

Después de la experiencia que le preparé a mi novio con mi compañera de piso, las fantasías que nos imaginábamos ambos fueron en aumento. Generalmente suele pasar que cuando uno cumple una fantasía dirige su atención hacia nuevas experiencias, pero en este caso no ha sido así, la naturalidad con la que los tres actuamos hizo que se abriera todo un mundo de posibilidades ante nosotros.

Él estaba realmente encantado ante la situación en que nos encontrábamos y a mi verle tan excitado y eufórico cada vez que hablábamos del tema me producía un estado de agitación mental y física increíble, nuestra complicidad iba en aumento y lo mejor de todo es que cualquier imagen, situación o idea que se nos pasaba por la cabeza nos la contábamos sin ningún pudor, eso hacía que los dos estuviéramos prácticamente todo el día con la cabeza ocupada en planear nuevos encuentros sexuales con mi compañera de piso.

Ella por su parte, se mantenía al margen de nuestra relación, un poco a la expectativa de lo que se nos ocurriera a nosotros, aunque cada vez que yo le hacía alguna insinuación o hablábamos del tema enseguida se ponía en situación, se notaba que la idea de repetir le gustaba y se excitaba cuando le transmitía alguna de las ideas que a mi novio y a mi se nos ocurrían. Por ese motivo, mi novio y yo, decidimos organizar un nuevo encuentro, pero esta vez queríamos que fuera ella la sorprendida, para ello necesitábamos excitarla al máximo y alargar ese estado durante varias horas antes de terminar follando los tres. Iba a ser una experiencia, de nuevo, inolvidable.

Un viernes por la noche le comenté a mi compañera de piso que no hiciera planes para la mañana y la tarde del día siguiente, le comenté que por la mañana pronto las dos no iríamos al Spa del hotel donde trabaja mi novio a relajarnos, al medio día él nos invitaría a comer y luego por la tarde los tres iríamos a casa a relajarnos un rato mas. Para mi sorpresa su reacción fue de lo más natural, me comentó que le parecía un buen plan y que necesitaba desconectar de toda la semana.

Así que a la mañana siguiente nos presentamos en el hotel, mi novio nos recibió de forma muy afectuosa a las dos y nos acompañó a las instalaciones del Spa dejándonos allí mientras él seguía con su trabajo.

Yo había planeado empezar a ponerles cachondos en el momento en que las dos estuviéramos ya en el jacuzzi. A ella por que estas situaciones le calientan con mucha facilidad y a él por el hecho de que nos estaba espiando a través de las cámaras de seguridad que están instaladas en algunas zonas. Estaba segura que estaría pendiente de nosotras y de que el hecho de que nos viera sobándonos y besándonos despertaría más su imaginación, y se iría excitando sólo con saber que nos tenía tan cerca y no podía estar con nosotras.

Ya en el jacuzzi y muy discretamente, puesto que había mas gente en el recinto, nos pusimos las dos muy juntitas, yo empecé a acariciarle el escote y la barriga por debajo del agua burbujeante ante lo cual ella respondió de la misma manera. Aprovechábamos los momentos en que nos quedábamos solas para morrearnos, yo procuraba que la cámara nos enfocara bien, sentía los ojos de mi novio clavados en nosotras así que de vez en cuando miraba hacia la cámara con ojos viciosos mientras le metía mano a mi compañera, a esas alturas sabía que él estaba cachondo, que su polla habría empezado a palpitar y a gotear y que sus nervios le hacían debatirse entre controlarse o hacer una escapadita a algún baño, como otras veces habíamos hecho él y yo.

Pasamos una mañana muy, muy agradable las dos, sin dejar de tocarnos y excitarnos cada vez que podíamos en la sauna, en el baño turco. Yo era quien tomaba la iniciativa, quería que ella se pasara todo el día cachonda, incluso me había propuesto hacer que se corriera sólo usando mis manos. Así que aprovechaba para rozar su culo y su coño cada vez que podía. El hecho de que entrara y saliera gente hacía que la situación fuera aún más caliente así que aproveché un momento de soledad para tocarle su abultado y húmedo chocho con más insistencia y, dada la situación no le costó apenas correrse, sus jugos se derramaban sobre el asiento de piedra del baño turco confundiéndose con el sudor. La verdad, yo estaba igualmente muy excitada pero quería aguantar hasta que mi novio se hubiera unido a nosotras, esa situación me estaba haciendo disfrutar mucho y mi mente maquinaba escenas sin parar, ella se dejaba llevar aunque intentaba corresponderme, me morreaba, me mordía las tetas, me rozaba el culo o me acariciaba el chocho cada vez que podía pero yo no dejé que fuera a mas, para disfrutar a tope necesitaba que los dos estuvieran muy excitados.

Al medio día y después de una ducha relajante, nos dirigimos al restaurante donde mi novio nos esperaba, estaba sentado en la mesa, al vernos se incorporó le dio dos besos a mi compañera y cuando me tocó el turno a mi se detuvo en mi oreja y con voz muy suave me dijo –estoy muy cachondo cariño, tengo la polla a punto de reventar. Vamos a subir un poco la temperatura, te quiero ver muy salida- me senté junto a él y decidí disfrutar de lo que iba a pasar.

Nos habían preparado un menú que empezó a desfilar por delante de nosotros junto con un bueno vino, desde el instante en que nos sentamos a la mesa nuestras copas no estuvieron vacías en ningún momento. A los tres nos brillaban los ojos y nuestras mejillas tenían un color sonrosado, fruto de la excitación y el vino. La conversación fue directa. Mi novio nos explicó que nos había estado vigilando a través de las cámaras, y que había visto absolutamente todo lo que había ocurrido. Nos detalló cómo su excitación había ido en aumento, como los escalofríos bajaban por su espalda y su vientre hasta llegar a su polla y hacer que se pusiera dura como una piedra cada vez que miraba el monitor y nos veía disfrutando con nuestros jueguecitos, según él, parecíamos dos gatitas en celo, buscándose por los rincones. Había tenido que reprimir su deseo de venir a buscarnos a las dos para satisfacernos a ambas con sus manos, su lengua y su polla.

Ya podéis imaginar que esta conversación hizo que la temperatura aumentara. Mi compañera tenía una sonrisa permanente en los labios y estaba muy excitada, se notaba en sus tetas, sus pezones se marcaban exageradamente bajo el jersey fino que llevaba puesto. Yo, como siempre que mi novio me excita de esta manera, hacía rato que notaba mi entrepierna mojada y dolorida. Me palpitaba el clítoris y me quemaba desde el interior el fluido que hacía rato que se desparramaba por mi tanga.

Decidí intervenir y explicarle a mi novio las sensaciones que notaba cada vez que tocaba a mi compañera, la manera en que se le ponía la piel de gallina, la forma en que  abría las piernas cada vez que mis dedos se paseaban por los labios de su coño, incluso como se tensaba cada vez que mi dedo índice se introducía levemente en su orificio y luego me lo llevaba a la boca para saborear con mi lengua sus jugos. Eso provocaba en ella pequeños gemidos y una sonrisa pícara. Mi novio me miraba fijamente, yo sabía perfectamente que en su cabeza veía las imágenes que le estaba describiendo, puesto que todo lo que le contaba lo había visto en primera persona, por eso mismo el hecho de recordarlo le excitaba aún mas.

Mi amiga nos miraba y susurraba en voz baja que no podía aguantar mas, que necesitaba follar en ese instante, que era una crueldad por nuestra parte tenerla allí sentada en un restaurante lleno de gente donde tenía que contenerse, estaba en tensión, era como un volcán a punto de estallar. Ambos le dijimos que se relajara, que disfrutara de la comida y la bebida. Le prometimos que no se arrepentiría de tener paciencia, que en unas horas le dejaríamos sentir el placer físico que ahora mismo estaba sintiendo en su mente.

La bebida no tardó en hacer efecto, la conversación seguía subiendo la temperatura. Recordábamos los tres las sensaciones que tuvimos en nuestro primer encuentro, las posturas, las miradas, los movimientos, todo ello volvió a reaparecer en ese rato que estuvimos en la mesa.

Al terminar de comer nos dirigimos los tres al coche para dirigirnos a casa. Yo era quien había bebido menos y por tanto decidí conducir. Al llegar al coche le hice un gesto a mi novio y enseguida entendió que debía sentarse detrás con mi compañera. Yo sabía lo que ocurriría, me dispuse a centrar mi atención en la carretera pero a la vez no quería perder detalle de lo que iba a ocurrir en el asiento trasero. Ajusté el retrovisor interior y partimos hacia casa.

Nada mas salir, ellos empezaron a morrearse, mi novio le magreaba las tetas y le pellizcaba los pezones mientras ella le metía la mano en la bragueta del pantalón y le masajeaba la polla que seguía erecta y rezumando fluidos.  Durante el final del trayecto él se dedicó a lamer y mordisquear sus pezones, cosa que provocaba en ella gemiditos de dolor y placer. Él me miraba de vez en cuando para comprobar que era consciente de todo lo que estaba pasando y, efectivamente, lo era, deslicé mi mano entre mis piernas y pude comprobar el estado en que me encontraba, de mi chocho había empezado a rezumar una espesa baba que olía a gloria, si hubiera seguido tocándome me hubiera corrido en menos de 30 segundos, pero debía prestar atención a la carretera y tuve que parar. Afortunadamente el trayecto es corto.

Al llegar aparcamos y al llegar al portal, antes de entrar y comprobando que no venía nadie, mi novio sacó de su bolsillo un pañuelo rojo, sin dar explicaciones le vendó los ojos a mi compañera y se susurró al oído- No te resistas, a partir de ahora déjate llevar, nosotros te guiaremos. En la entrada la luz estaba apagada, no la encendimos, ella hizo ademán de subir la escalera pero antes de poner un pié en el primer peldaño, le cogimos las manos y se las apoyamos en las persianas que cierran el armario de los contadores de luz, ella sólo reía y decía- ¡qué malos sois!, ¡qué me vais a hacer!- A lo que mi novio contestaba- sssssssst no hables sólo déjate llevar!- y empezó a acariciarle los muslos con suavidad, con un gesto me indicó que le bajara las bragas y, para que ella lo oyera me dijo que le acariciara el culito y el coño como lo había hecho en la sauna. Empecé a magrearle, yo estaba de nuevo muy cachonda, y mas ahora que le tenía al lado y me miraba con complicidad, ambos nos besábamos mientras nuestras manos recorrían el cuerpo de mi compañera, en cualquier momento podía venir alguien pero eso hacía que la situación fuera aún más excitante.

De repente mi novio me puso junto a ella en la misma posición, y él de rodillas empezó a lamerme el culo mientras jugaba con sus dedos con el de mi compañera, las dos nos mirábamos con deseo y empezamos a besarnos mientras él se iba alternando de una a otra. Era una situación tan caliente que las dos nos corrimos allí mismo sin apenas esfuerzo, era tal la tensión acumulada que en unos segundos por nuestros muslos se deslizaban nuestros fluidos.

Me di la vuelta y mordiéndole el cuello a mi novio le dije – vamos a subir a casa, esto no ha hecho mas que empezar, ¿verdad cariño?- a lo que él contestó- esto sólo es un aperitivo. Cogimos a mi compañera de las manos y sin destaparle los ojos subimos los dos pisos.

Al llegar a casa mi novio y yo guiamos a mi compañera a nuestra habitación, ella no paraba de reír, estaba nerviosa y se notaba en su respiración agitada. Por nuestra parte nosotros nos mirábamos con complicidad, estábamos deseando desnudarnos y culminar lo que hacía horas habíamos empezado. Yo deseaba tocarle y notar su piel y sus manos por todo mi cuerpo. La escena del coche me había puesto muy cachonda y después de haberme corrido en el rellano de la escalera necesitaba más.

Tumbamos a mi compañera en la cama y le fuimos quitando la ropa despacio aprovechando para meterle mano por todo el cuerpo mientras ella gemía nerviosa y se agitaba sobre la cama al tiempo que repetía -¡Folladme por favor, no puedo más, folladme! Ambos nos mirábamos, estábamos  muy excitados así que mientras él le lamía el coño con fuerza yo me dispuse a colocarme un arnés que él me había regalado casi al principio de nuestra relación. Era un artilugio que tenía tres pollas, las dos que eran para mi entraron en mis orificios sin ningún problema puesto que la situación había provocado que estuviera completamente lubricada. Me aseguré de que él viera cómo entraban en mi coño y en mi culo, me puse de pié en la cama junto a ellos para que tuviera una buena perspectiva. Ella no paraba de gemir cada vez con más fuerza así que antes de que volviera a correrse él paró y al oído le dijo-quiero que ahora te pongas sobre mi quiero que me folles, quiero ver como cabalgas sobre mi polla- mi compañera sin protestar se sentó sobre él iniciando un movimiento de cadera cada vez más violento.

Yo me puse detrás de ella y le pedí con voz morbosa que se inclinara sobre mi novio para que pudiera morderle los pezones, mi compañera obedeció. No esperaba que yo casi sin que pudiera reaccionar le metiera la polla del arnés en el culo. Dio un pequeño grito de dolor y se paró pero al instante me gritó que la follara, así que empecé a bombear mientras ella cabalgaba sobre mi novio. Era la primera vez que yo usaba el arnés y la sensación fue realmente excitante, al tiempo que empujaba las dos pollas que yo llevaba dentro me provocaban tal placer que tuve que concentrarme para no correrme de inmediato.

Mi novio me miraba con los ojos brillantes, verme empujando le provocaba muchísimo puesto que habíamos estado fantaseando con esa escena muchas veces y ahora por fin se estaba haciendo realidad.

Mi compañera gritaba- ¡Dioooos, me vais a matar de placer, no paréis, nunca había sentido esta sensaciónnnnnn, folladmeee!- Sus gritos nos excitaban aún más así que aceleramos el ritmo y mientras ella gemía violentamente se corrió sobre mi novio de forma exagerada dejando sus piernas, su vientre y su polla completamente empapados. Ella estaba extenuada se incorporó y tras quitarse el pañuelo de los ojos, se dejó caer en la butaca que tengo en la habitación para recuperar la respiración y relajarse.

Yo me quité el arnés y me tumbé en el extremo de la cama, no me había corrido y mi novio tampoco y verla a ella sentada en la butaca mirándonos aumentó mis ganas de correrme. Lo mismo le pasó a él, que se agachó ante mí y empezó a lamerme, yo estaba realmente mojada y caliente cada lamida me estremecía, los tres nos mirábamos, mi compañera había empezado a tocarse de nuevo, estaba claro que la visión de nosotros dos follando delante de ella le ponía cachonda.

Le pedí a mi novio que me follara, necesitaba sentir su polla abultada dentro de mí y así lo hizo, él estaba muy excitado, lo notaba en lo dura y gruesa que la tenía, me quemaba, él empujaba y yo a cada embestida gemía con fuerza estaba a punto de correrme, me recorría un sudor frío por la nuca y estaba empezando a sentirme mareada cuando algo explotó dentro de mí y empecé a correrme como pocas veces. Mi chocho se convulsionaba apretando su polla, eso provocaba que él gritara de placer.

Estaba a punto de correrse pero decidió que antes quería metérmela en el culo, rápidamente me la metió, él estaba a punto, lo notaba en su cara, sus ojos estaban cerrados y su boca entreabierta. Mientras él me follaba el culo, mi compañera se incorporó y con sus manos empezó a masajearme el coño completamente mojado y a introducir sus dedos en él.

Fue realmente increíble, estaba a punto de volver a correrme y mi novio también así que empecé a gritarle que siguiera follándome así- mas rápido, no te pares fóllame así, sigue- Esas palabras fueron definitivas, sacó su polla y se corrió de forma exagerada sobre mi vientre y sobre la cara de mi compañera que lamia su semen relamiéndose con la lengua.

El se tumbó junto a mí, había sido un día realmente extenuante, los tres estábamos agotados después de tantas horas de excitación. Nuestras mentes estaban en blanco en ese momento, nos quedamos los tres dormidos abrazados.

Cuando nos despertamos, mi compañera se estaba vistiendo, nos observaba con una sonrisa de felicidad. –Sois muy malos los dos, hacía mucho tiempo que no tenía un sexo tan bueno- Se acercó a besarnos y se marchó.

De nuevo nos quedamos dormidos con una gran sonrisa en los labios. Realmente había sido una muy buena sesión de sexo, pero nuestras cabezas ya estaban maquinando e imaginando la siguiente.