Mi novia y su amiga, un trío jamás soñado (3)

3ª parte de la entrega. Dejo sólo a mi novia y su amiga para que disfruten y mi novia me lo agradece luego en la ducha.

Si no has leído los dos anteriores, ten en cuenta que están mal numerados. El nº2 es el 1º y viceversa.

A la mañana siguiente fui el primero en despertarme. Ana y Rosalía aún dormían y como yo estaba acostado en medio, no me quise levantar para no despertarlas. Me quedé pensando un poco en nada y me di cuenta de que la habitación olía a sexo. A sexo, licor y marihuana, pero sobretodo a sexo.

De repente Ana abrió un ojo, me sonrió y se acercó para que la besara. Me acerqué a su oído y le dije que bajaría a comprar el periódico y así podrían estar un rato solas. Al apartarse para dejarme salir vi que estaba desnuda y no pude evitar la tentación de jugar un poco con ella. Arrodillado a su lado, comencé a comerle a besos el cuello y a acariciarle la barriga, bajando lentamente hasta su rajita. Llevé mis dedos a su clítoris y empecé a masturbarlo, haciendo círculos y mordiéndole la oreja. Cuando vi que empezaba a mojarse y que buscaba con su mano poder llegar a tocar mi polla, me levanté, dejé que contemplara mi polla semierecta y me fui de la habitación.

Ana se quedó con un buen calentón y después de observar el cuerpo de Rosalía bajo las sábanas, decidió apartarlas para poder contemplar su majestuosa desnudez. No sabía si tirarse sobre sus preciosos pezones, si abrirla de piernas... Finalmente, su mente calenturienta ideó un plan mucho más divertido. Aprovechando que Rosalía estaba boca arriba con los brazos cruzados sobre su estómago, se situó, con mucho cuidado de no despertarla, con sus piernas alrededor de su cabeza. Apoyada sobre sus rodillas, tenía su coñito justo delante de la cara de su amiga. Empezó a tocarse el clítoris con un dedo y a estirarse los pezones con la otra mano. El ritmo aumentaba lenta pero paulatinamente, ver la preciosa cara de su amiga, sus labios carnosos, pensar que estaba dormida y que en cualquier momento podía abrir los ojos y que lo primero que vería sería su coñito, le ponía muy cachonda. Tras acelerar el ritmo de sus movimientos circulares alrededor de su clítoris, ya no aguantó más y se metió dos dedos de golpe. Comenzó un mete-saca rapidísimo que con lo mojada que estaba hacía un ruido acuoso. Entre tal ruido y el intenso olor a hembra mojada, Rosalía se despertó.

Al principio se asustó un poco, pero en seguida entendió la situación. Bostezó y se rió con ganas. Como pudo, se acomodó para con un brazo acariciar las nalgas de Ana y con el otro sus tetas. Ana cogió la mano de su amiga que estaba en sus tetas y empezó a chuparle con ansia los dedos. Rosalía captó el mensaje y en un segundo tenía sus dos dedos dentro del coño de su amiga, entrando y saliendo rápidamente. Ana se puso a gemir como una loca, agarrando a Rosalía del pelo. Cuando girándose un poco intentó llevar su mano al coño de su amiga, esta no le dejó, clavándole los dos dedos dentro del coño y levantando sus nalgas con la mano libre, para así acercar su boca al clítoris de Ana. Paró con los dedos y se los sacó. Se los chupó y saboreó mientras Ana la veía. Rosalía empezó a pegarle lametazos alrededor del coño y Ana estaba que no podía más. Tras unos segundos que se le hacían eternos, Ana se movió para obligar a su amiga a comerle el coño.

-¡Mi madre, Ros, cómo me lo comes! Cómo lo estaba deseando. Dale, dale. ¡Dale más fuerte!

Rosalía estaba muy contenta con la sorpresa que le había dado mi novia, estaba siendo un gran desayuno, pero también quería aportar algo de imaginación, un ingrediente más. Metió su dedo índice en el coño de Ana, para lubricarlo con sus propios jugos. Entonces, aprovechando que su amiga estaba fuera de sí, le metió el dedo en el culito de un solo golpe.

-¡Ay, zorra! ¿Qué haces? No sé si me gusta lo del culito.

Rosalía atrapó su clítoris con los labios y le dio una succión lenta y muy larga y mientras Ana pegaba un grito le quitó el dedo del culo de un rápido tirón. Esto hizo que Ana volviera a gemir. Rosalía comenzó a lamerle el coño con toda la velocidad que podía y le volvió a meter el dedo en el culo. Lo movió un poco para agrandarle el agujero y se lo quitó de nuevo de un golpe. Ahora intentaba penetrar el coño de su amiga con la lengua, para lo que ella misma le ayudaba abriéndose los labios lo más que podía.

-Joder, cómo me lo comes. ¡Sí, méteme la lengua, métemela!

Entonces Rosalía le introdujo el dedo en el culito otra vez y esta vez empezó un mete-saca al mismo ritmo que su lengua entraba y salía de su coño.

-Ay, Ros. ¡Qué zorra eres! Ni se te ocurra sacarme el dedo. Me está gustando, fóllame el culo.

Rosalía se puso muy cachonda al ver que su amiga se había rendido a su saber hacer, así que se decidió a darle la traca final. Con su lengua le lamía el clítoris a la velocidad de la luz, le metía tres de dedos en el coño, frotándolos con fuerza en su interior, y le follaba el culo con dos dedos. Ana ya no pudo más y estalló en el orgasmo más fuerte que había tenido nunca:

-¡Aaaaaaaaaaaaah! ¡Jodeeerrrrrrrrrr! ¡Me cooooooooooorro! Dios mío. Eres una puta diosa. Aahhhhhh, joder. ¿Qué digo? ¡Eres una puta y una diosa!

Hace rato que yo había subido con el desayuno y la prensa y pude oír como mi novia se corría con locura. Cuando salieron de la habitación, comieron un poco. Yo estaba desnudo, a punto de ducharme cuando Ana entró en el baño.

-¿Qué haces?

-Pues me iba a duchar, cariño. ¿Y vosotras?

-Rosalía acaba de bajar porque quedó con una amiga. Vuelve a la hora de comer. Hablando de comer...

Se me acercó, me llevó hasta la ducha e hizo que me metiera. Ella, sin ni siquiera quitarse la braguita con la que únicamente se había vestido, encendió el agua que comenzó a caer sobre mi cabeza y se arrodilló frente a mi polla. Empezó a darle besitos y pequeños lametones. Jugaba con ella y me miraba y me sonreía. Nunca había hecho eso. Cuando me la chupaba siempre lo hacía a oscuras, debajo de las sábanas o pidiéndome que no la mirara. Todo era diferente ahora. Disfrutaba chupándomela, se le notaba en la carita, en aquella sonrisa maliciosa. Cuando mi polla ya estaba erecta al cien por cien de su capacidad, se la metió en la boca y, o bien el agua que descendía por todo mi cuerpo le daba mayor facilidad o había aprendido muy rápido, porque se la estaba tragando entera. Mientras me la mamaba a un ritmo frenético, jugaba con mis huevos. En un momento se sacó la polla de la boca y comenzó a succionarme los huevos. Vaya delicia...

-Cariño, estás hecha toda una experta. Me la estás chupando de maravilla.

-¿Te gusta, verdad? A mí también, me encanta. No sabía lo que me perdía. Ahora quiero que marques tú el ritmo con tus manos. Quiero que lo disfrutes al máximo y te corras con buen gusto porque quiero que me des un buen chorretón de leche para mí solita.

No daba crédito, pero tampoco tenía ninguna duda. Agarré su cabeza y comencé a marcarle el ritmo. Cada vez más rápido, cada vez más rápido. Estaba tan cachondo que ya no lo hacía con ninguna delicadeza. Creo que me estaba pasando y que Ana intentaba decirme algo, supongo que que fuera más despacio. Pero no podía. Entonces la muy lista, decidió contraatacar y , como anoche, me metió un dedo en el culito y comenzó a masturbarme con toda la fuerza y rapidez que podía. Tras cuatro empujones más, paré su cabeza de manera que la punta de mi polla quedara a escasos milímetros de su boca sin tocarla y le descargué un sinfín de chorros de leche fresquita mañanera, que ella recibió con la boca bien abierta. Cuando acabé de correrme ella abrió su boca para que yo pudiera ver como jugaba con su lengua y mi corrida y se la tragó, emitiendo un sonoro "aaaaahhh" de aprobación. Entonces me chupó un poco más la polla y me la limpió con el agua.

Se levantó, me dio un beso y me dijo:

-Cariño, hoy nos lo vamos a pasar muy bien con Rosa. Tengo pensadas algunas cosillas.

Esto se verá en el próximo capítulo, por favor comenten.