Mi novia y el repartidor

Mi novia, Alba, quiere seducir al repartidor...

Como todos sabréis y habréis padecido, los meses de confinamiento por el COVID se pueden hacer muy largos, sobretodo para una pareja que disfruta del sexo en grupo. A lo largo de estas semanas hemos fantaseado enormemente a cerca de como volver al ruedo de los tríos y los intercambios. Se ha llegado a plantear ir a club liberales (la idea de los gloryholes nos llama bastante la atención), tirar de agenda de contactos y repetir con algún invitado o incluso dar la opción a Alba de disfrutar de tres pollas... Creo que todo se andará, y aquí estaremos para contarlo, pero la historia de hoy es otra.

Era la noche del penúltimo viernes de marzo. Se nos había olvidado ir a hacer la compra y en el frigorífico solo quedaban unos tristes tomates y un par de huevos, con lo que decidimos animarnos a hacer un pedido a domicilio. Solemos pedir siempre al mismo sitio, una pizzeria cerca de casa a la que nos hemos acostumbrado y que sirve pizzas de buena calidad a un precio razonable, así que esa noche, como en tantas otras ocasiones hicimos el pedido y esperamos con paciencia a su entrega mientras veíamos la tele.

Fue Alba quién atendió la puerta cuando llegó el repartidor mientras yo preparaba el dinero. Cuando fui a pagar, Alba, charlaba con el chico del mal tiempo que hacía, y le daba las gracias por la comida. El repartidor era un chico joven, como suele ser el caso. Bastante alto y parecía simpático. Las mascarillas aun no era obligatorias, con lo que pude apreciar que tendría unos 25 años y era guapo, con pelo corto y barba de una semana. Le pagué el pedido y le dejé una buena propina como reconocimiento a su labor en tiempos de confinamiento.

Alba estaba poniendo la mesa cuando llegué al salón y le comenté:

-Yo: “Majete el chico este, ¿no es el repartidor de siempre, no?”

-Alba: “Hmmm, creo que no. Me acordaría....”

-Yo: ¿Te acordarías? respondí con tomo bromista.

-Alba: “Sí. Es guapete. ¡Cuando se presenta un chico guapete en la puerta de mi casa me suelo acordar!” contestó Alba mirándome a la cara con media sonrisa.

-Yo: “Pues con el confinamiento va a estar jodido que vengan chicos guapetes a visitarte, querida. Vas a tener que conformarte con lo que tienes por casa.....”

-Alba: “¿Siiii? ¿Tu crees? Acaba de venir un chico guapo a casa ahora mismo. Tu teoría hace aguas cari....”

-Yo: “El repartidor no cuenta... no ha venido a verte... a venido a entregarte la cena. “

-Alba: “Pues claro que cuenta!!! El repartidor es un chico guapo y si hoy no ha venido a verme a mi, tu tranquilo que ya vendrá...”

-Yo: “jajajaja, sí, están hasta arriba de curro ahora con el COVID, y van a sacar tiempo para dejarse seducir por ti... buena suerte con eso.”

-Alba: “Mira, parece que no me conoces, pero si hay algo que me guste más que los chicos guapos que vienen a visitarme son los retos... así que ándate con ojo cari, por que de aquí a unas semanas el repartidor me va traer algo de comer que no van a ser pizzas...!”

Me quedé mirándola, con ganas de reírme de como en un momento, algo tan banal como pedir unas pizzas se esta convirtiendo en un nuevo juego sexual. Ahí tenía a Alba, diciéndome todo aquello mientras iba del salón a la cocina a por cubiertos, como no dándole importancia al hecho de que quería follarse al repartidor... Por mi parte, he de confesaros, que tenía muchísimo interés en saber si iba de farol o no. Si verdaderamente estaba siendo sincera, quería ver como intentaba seducir al chico. La situación me divertía enormemente, así que reanudé la conversación.

-Yo: “Pues ala, por mi no te cortes, el viernes que viene ya sabes que hay habrá pizza para cenar. Tienes una semana para trazar tu estrategia. Yo no te voy a poner pegas, tienes vía libre.”

Esa noche tuvimos una buena sesión de sexo. Cierto que nunca es tan intenso como cuando tenemos invitados, pero aun así, muy satisfactorio. Alba llevaba meses ya soltándose el pelo. En esos meses había pasado de ser una chica que se corría a los cinco minutos con el misionero, a una aficionada al sexo anal, a los intercambios, al semen en la boca y en definitiva, a disfrutar de su nueva condición de putita liberada.

A mi me encanta provocarla mientras la follo, y esa noche no fue distinto. Me esmeré en que el ascua de excitación que había nacido con el repartidor se fuera convirtiendo en un fuego. Con lo que mientras estaba encima de ella follándomela, la pregunté muy seriamente.

-Yo: “Que vas a hacerle al repartido, Alba?”

-Alba: “........”, no contestó.

-Yo: “Te he hecho una pregunta”

-Alba: “aaaah.... se la voy...... a comer.....”

-Yo: “Se la vas a comer? ¿Y algo más?”

-Alba: “siiii....”

-Yo: “Que más le vas a hacer.”

-Alba: “aaaah.... aaaah.... le voy..... aaaah.. le voy a pedir... lefa.... en la.... boca....”

-Yo: “¿¿Eso es lo que te va a traer de cena??”

-Alba: “siiiii.....”

-Yo: “Pues con una corrida solo te quedarás con hambre, te voy a tener que dar la mía también...”

-Alba: “no....”

-Yo: “¿No? ¿No quieres mi corrida?”, contesté forzando a Alba a dar la respuesta que sabía que se guardaba.

-Alba: “no..... la tuya...aaaah.... no....”

Alba había utilizado el ya clásico recurso de negarme su boca para excitarme. Lo hacía por que sabía que eso me encendería, y como de costumbre, no se equivocó. Empece a embestirla sin miramientos.

El choque de nuestros cuerpos se entremezclaba con sus jadeos, que iban en aumento y con un orgasmo que sabía que no tardaría en llegar. Pronto frunció el ceño, se puso tensa, aguantó la respiración y empezó a correrse.... Yo la saqué, y tras unos cuantos meneos, descargué en su estómago y pecho.

Me la quedé mirando. Ya relajada, satisfecha y cubierta de semen. Eran sin duda esos momentos cuando Alba estaba más atractiva.

La noche acabó ahí y la semana siguiente transcurrió con una normalidad enrarecida por el viernes que se acercaba. ¿Intentaría algo mi novia? Estaba seguro de que sí, pero no quise preguntarle, quería verla en acción cuando llegase el momento y el momento no tardó en llegar.

----------Último viernes de marzo. 21:00 de la noche.-------------

-Alba: “Bueno, se que no has dicho nada, pero también se que llevas toda la semana pensando en esto, y yo también, la verdad. Ha llegado el momento.... quiero pizza de cena.

Me quedé mirándola con una sonrisa de oreja a oreja. La putita de mi novia iba a intentarlo. Iba a intentar comerle la polla al repartidor...

-Yo: “Pues dime de que quieres las pizzas y llamo.” le contesté con tono burlón.

-Alba: “A ver cari como te lo explico... aquí si hay alguien que va a cenar pizza vas a ser tu. Yo voy a pedir que me traiga un plato que está fuera del menú...”

-Yo: “uyuyuyuy, muy segura estás tus de tus encantos... dime que pizza quieres, a ver si al final te vas a quedar con hambre...”

-Alba: “No va a hacer falta, no te preocupes...” contestó llena de total seguridad.

A mi no me quedó más remedio que coger el teléfono y hacer nuestro pedido habitual. El local estaba tan cerca de casa que la comida solían entregarla como en 25 minutos, con lo que no tendría que esperar mucho para averiguar si Alba triunfaría o fracasaría en su cometido...

Al cabo de 15 minutos Alba se dirigió a mi y me dijo:

-Alba: “Voy a prepararme. Cuando suene la puerta la abro yo, ¿ok? A ti que no te vea a ver si me lo vas a asustar.”

-Yo: “Ok, ok... todo sea para que cuando fracases estrepitosamente no me eches la culpa a mi.”

-Alba: “Ah! Me voy a asomar por la mirilla, si veo que no es el guapetón te aviso para que pagues tu.”

Sin decir nada más Alba se fue a la habitación y cerró la puerta. Al cabo de otros 10 minutos, como un reloj, sonó el timbre.

Yo me quedé en el salón. La puerta de entrada a la casa está al final de un pasillo largo, con lo que desde el salón no se puede ver la puerta principal. Alba salió de la habitación, y al pasar ante la puerta de salón pude ver como iba vestida.... Llevaba unas braguitas minúsculas de algodón y de color negro que consistían en un pequeño triángulo de tiro bajo por delante y un pequeño triángulo por detrás que le tapaba solo un tercio de sus nalgas. En la parte de arriba llevaba una camiseta de tirantes de color verde pistacho que se ponía para dormir en verano y que le llegaba hasta el obligo. Además, tenía un escote tan ancho y suelto, que en muchas ocasiones se le salía algún pezón. Teniendo en cuenta que el repartidor era alto y mi chica bajita estaba seguro de que le iba a ver todas las tetas.

Alba tardó en abrir, supongo por que estaba mirando por la mirilla para cerciorarse que el chico era el indicado. Al cabo de unos segundos oí como la puerta se abría y la caza de Alba dio comienzo.

-Alba: “Hoolaaaaa, que rápido has llegado... hay que ver que chico más eficiente.”

-Repartidor: “Hola... bueno.. hacemos lo que podemos... jajaja” dejó escapar una risita un poco nerviosa. Solo podía imaginarme su cara... No se si estaría nervioso pero lo único cierto es que había ido a entregar un par de pizzas y se había encontrado en la puerta a un chica medio desnuda.

Alba: “Bueno, no seas modesto, que tienes un trabajo muy duro... y más ahora con todo el trabajo que estáis teniendo...”

-Repartidor: “Muchas gracias, de verdad, pero no es para tanto, hacemos lo que podemos y en estos momentos estamos felices de poder ayudar.”

La verdad es que el chico parecía cordial y educado. Me sentía un poco mal por la encerrona que le había tendido Alba...

Alba: “Pues ayudáis un montón, para mi sois héroes a domicilio. Solo pensar la de veces que me han traído comida a casa y nunca he podido demostrar lo agradecida que estoy...”

-Repartidor: “De verdad, muchas gracias. Solo aportamos nuestro granito de arena.”

Alba: “Que no seas modesto. Que te lo quiero agradecer.... de verdad.... si pasas un momento te doy las gracias....”

Se hizo el silencio.

No podía ver la escena, pero conocía a mi novia demasiado bien como para no saber que en esos momentos seguro que llevó su mano al brazo de repartidor y le dijo todo aquello mirándole a los ojos con media sonrisa. El silencio se hizo tenso... Yo esperaba escuchar dos cosas, o al repartido despidiéndose o a mi novia liándose con el... Los segundos parecían minutos... finalmente el silencio se rompió.

-Repartidor: “Lo siento, de verdad, tengo mogollón de trabajo todavía...”

-Alba: “No tengas vergüenza hombre, mira que cuando yo doy las gracias las doy de verdad... ya que normalmente me traes la comidita tu, deja que la comidita la ponga hoy yo....”

Alba no se daba por vencida....más directa no se podía ser. Hubiera sido igual de sutil decirle, bájate la bragueta que quiero que vacíes tus huevo en mi cara...

-Repartidor: “eeeeeeeh, es que....”

-Alba: “Así se las ponían a Felipe II, cari...”

-Repartidor: “Si me retraso con los pedidos me la lían... llevo solo 3 semanas..., lo siento... me tengo que ir.”

-Alba: “nooooo, quédateeee. Cinco minutitos anda....”

-Repartidor: “Me tengo que ir, lo siento... son €15 con 90”

Oí desde el salón como intercambiaban las pizzas por dinero. Y habla insistió por ultima vez para que la puerta no se cerrase de cara al futuro:

-Alba: “Pues nada, que se le va a hacer.... de todas formas yo voy a seguir estando agradecida, con lo que si un día tienes más tiempo... pues ya sabes donde estoy...”

-Repartidor: “jajaja, gracias gracias, lo tendré en cuenta, créeme...

-Alba: “Bueno, pues adiós... ten cuidado y hasta pronto!”

-Repartidor: “Gracias! Buenas noches!”

Alba cerró la puerta y vino hacia el salón con las pizzas en las manos y con un palmo en las narices. Yo por mi parte estaba sonriendo de oreja a oreja ante su fracaso absoluto y estaba dispuesto a tomarla el pelo toda la noche. Pero no me dio pie a ello, Alba se dirigió a mi primero.

-Alba: “Antes de que digas nada, dame la mano”. Dejó las pizzas en la mesa, y cogiendo mi mano se la llevo a su entrepierna. Estaba completa y absolutamente encharcada....

-Yo: “A esto se le llama que le dejen a una con las ganas... jaajaja.”

-Alba: “Pues con las ganas no me voy a quedar hoy cari.”

Seguidamente se puso de rodillas delante de mi. Me bajó los pantalones, y descubrió para su alegría que mi polla ya estaba totalmente erecta. La conversación con el repartidor me había excitado enormemente, lo confieso...

Alba se abalanzó sobre mi pene sin miramientos y empezó a comer con todas las ganas del mundo, dispuesta a que alguien le diera la cena que le había negado el repartidor...

Engullía hasta atragantarse, como solía hacer cuando estaba muy excitada, y pronto, sus movimientos de cabeza se vieron acompañados del

chup, chup, chup

, característico de la saliva deslizándose arriba y abajo junto a la boca por una polla.

Disfruté de su mamada durante un buen rato hasta que estallé en su garganta. Alba dejo escapar de pequeño “hmmmmmmm” de satisfacción al notar como el semen le iba inundando la boca.... Apretó fuerte los labios para evitar que no se desperdiciarse nada mientras se sacaba mi miembro y me miró a los ojos con una sonrisa. Tragó y me dijo:

Alba: “Ya he cenao!”

No pude sino reír ante lo puta que era y lo que me gustaba que lo fuera. Al cabo de un ratito estaba dispuesto para follarla y conseguí que se corriera enseguida. Las pizzas, por el contrario, quedaron olvidadas en la mesa....