Mi novia se deja
Le cumplo a una amiga la fantasía de que una pareja folle delante de ella.
Mi amiga Eva y yo habíamos hablado un montón de veces de lo mucho que nos gustaría ver a otra pareja hacerlo delante nuestra, sin participar, solo mirando en primera fila y, si fuera posible, dando alguna orden. Pero los años pasaron, la Universidad acabó, ella se casó con su novio de siempre y yo seguía cambiando de pareja cada dos por tres. Hasta, de tanto hablar de sexo, llegamos a follar un día pero no fue ninguna maravilla. Ella y yo somos amigos y la cosa no puede ir más allá.
Pero un buen día, volvió a salir la conversación de ver a otra pareja y yo le dije que con mi novia de ese momento se podía hacer. Carolina, mi novia, era muy sumisa en el sexo y hacía todo lo que le pedía, además, aunque fuera sin previo aviso. Eva no me creía y zanjamos la conversación con que la próxima vez que viniera a comer a mi piso, se vería.
Carolina era una chica de 25 años, varios años más joven que yo y que, por alguna razón inexplicable, me tenía en un pedestal. Su sumisión no era solo con el sexo, era con todo, lo cuál la convertía en una novia muy cómoda, aunque al final te acabas cansando de que diga siempre que sí. Bajita, de 1,55, y de complexión fuerte, destacaba su larga melena rizada y sus grandes tetas.
Eva vino a comer a casa y, cuando tomábamos el café en el salón y Carolina iba al baño, le recordé lo hablado. Ella se rió y me dijo que no fuera tonto, que no iba a suceder porque no me atrevería a tanto. Yo le decía que sí y para finalizar la discusión le pregunté si prefería ir al baño y, al regresar, encontrarse ya la acción en marcha, o si le gustaría más que empezáramos delante de ella.
Eva me miró muy seria, repitió que no me creía pero dejó claro que no quería perderse nada. Yo le dije que no dijera nada mientras no empezara la cosa.
Carolina volvió, se sentó a mi lado, y, después de beber su café, le dije, sin más preámbulos:
me apetece que me la chupes, ahora, delante de mi amiga, que no se cree que seamos capaces de hacerlo en su presencia
Carolina me miró, miró para Eva que se rió muy colorada, y se hizo una coleta en el pelo y dijo:
sois más raros los dos
el raro es él, eh- contestó Eva divertida por la situación
Me desabrochó el pantalón, me bajó la cremallera y empezó a tocarme el paquete. Se puso de rodillas delante de mí, me bajó el pantalón y el calzoncillo hasta los tobillos mientras me masturbaba. Yo miraba para Eva cómo retándola y empujé la cabeza de Carolina hacia mi polla. Ella empezó a lamer la punta del glande con la lengua, echó saliva que extendió con un dedo por todo el tronco y se la metió en la boca, iniciando una mamada a un ritmo suave. Yo cerré los ojos un instante para disfrutar de ese momento inicial, pero no quería perderme la cara de Eva. Desde dónde estaba ella no podía ver mucho, pero su mano ya estaba dentro de su pantalón en claro gesto de que la situación la excitaba tanto como decía. Le hice una señal de si quería ponerse más cerca, pero me hizo un gesto de que la dejara en paz. Yo me desnudé de todo y, en las pausas de Carolina en su felación, le iba quitando la ropa a ella hasta que estuvo desnuda también. En ese momento, la puse a 4 patas sobre el sillón y empecé a follarla desde detrás.
Estaba mojada y no me costó nada penetrarla. Ahora la visión de Eva era mucho mejor. Continuaba masturbándose. Estaba roja de la excitación y me sonreía. Le pregunté si me creía ya capaz de ello y dijo que sí. Y aprovechó para pedirme que azotara un poco el culo de Carolina, cosa que hice suave. Ella tenía la cara oculta por el pelo pero por el movimiento de sus caderas, no estaba muy lejos del orgasmo. Le agarré del pelo para que pudiéramos ver su cara. Ella cerraba los ojos pero los abrió un momento para pedirle a Eva que me azotara a mí en el culo ya que le gustaban tanto los cachetes. Eva se levantó riendo y, sin quitar su mano de su coño, se puso a mi lado y, con su mano libre, empezó a pegarme cachetes en el trasero. Lo hacía con fuerza y, con cada cachete, aceleraba un poco mi ritmo., algo que acabó provocando que Carolina se corriera en ese momento y yo me quedara a punto, pero lo evité. Bajé un poco el ritmo para dejar que se recuperara de su orgasmo pero no detuve el coito. Eva estaba ahora sentada detrás de mí, dándome algún cachete de vez en cuando. Yo empecé a dejar caer saliva sobre el ojete del culo de Carolina y Eva, al darse cuenta, me animó a , según palabras textuales suyas, "romperle el culo". Extendí con mi dedo la saliva por la entrada de su culo, metiendo poco a poco el dedo. Cuando tenía dos dedos ya dentro, consideré que estaba listo y puse la punta de mi glande y empecé a empujar. En ese momento, sentí como unos dedos se querían colar también en mi trasero. Miré para atrás y Allí estaba Eva intentando colar su dedo índice en mi culito:
¿qué haces?- le pregunté- no habíamos quedado en que era sin tocarnos
Pero tu me contaste que te gusta que te metan cosas en el culito- me contestó- así que no protestes
Vale, pero por lo menos moja el dedo
Ella se metió su dedo en su coño, lo sacó brillante de sus jugos y siguió trabajando mi ojete. Yo ya tenía toda mi polla en el culo de Carolina que, durante el diálogo anterior, nos llamó cabrones por preparar todo a sus espaldas. Se la clavaba hasta el fondo y, en cada embestida, Eva metía más su dedo en mi trasero. Yo estaba cerca del orgasmo ya y aceleré mi ritmo al máximo. Eva me preguntó si me iba a correr y, por respuesta, obtuvo los gemidos que salieron de mi garganta al mismo tiempo que llenaba el culo de Carolina con mi semen. Nos quedamos allí tumbados mientras Eva se iba al baño a, según me dijo después, correrse tranquila.
Carolina y yo nos vestimos en el salón. Su cara era mezcla de enfado y diversión por lo que no le hice mucho caso a sus insultos. Eva y yo nos masturbamos a veces juntos recordando ese día.