¿Mi novia o mi mejor amigo? Parte 2

Siguen las dudas de Blanca y quizás empiecen a resolverse...

II. Él y yo

Alex me llamó por la mañana, dándome un pequeño beso en la mejilla. Me ruboricé al instante. Había pasado toda la noche soñando con él, y no precisamente viendo películas. En los sueños me follaba como nunca. No sabía a qué se debía el sueño pero estaba completamente mojada y su beso en la realidad me hizo salir corriendo a vestirme, tomarme un café rápido e irme a mi casa. Vivía con mis padres como es normal a los 18 años, y llegaba tarde a la comida familiar de los sábados. Esa tarde quedaría con Sara.

No se que sensación me invadía, pero no era la normal al abrirle la puerta. Estaba nerviosa, traspuesta, acalorada. No me apetecía tener sexo, pero si me negaba Sara se extrañaría. Y no me equivocaba. Acepté a regañadientes, intenté centrarme en ella y en su cuerpo. Sus tetas eran grandes en comparación con las mías, su cuerpo algo más grueso. La penetraba con los dedos mientras mordía sus pezones. Después, en tan sólo 30 o 40 segundos se corrió con mi lengua en su clítoris. Para devolverme el favor, quiso penetrarme con un dildo que habíamos comprado unas semanas atrás. Al principio me negué alegando que me apetecía más que me masturbara ella, pero acabé aceptando. Me metió la punta del dildo en mi estrecha vagina y le pedí que no siguiera. Que me lo comiera solo con la punta del dildo dentro. Y así lo hizo. Tardé 5 minutos en los que pensé tan solo en los sueños que había tenido esa noche. En la erección de Alex. En cómo se sentiría dentro... Y exploté. Me sentí fatal por Sara. Pero algo dentro de mi me decía que dejaría de sentirme mal por ella. Que algo acababa de nacerme.

Esa noche volví a dormir intranquila y decidí quedar con Alex para ir al cine y desconectar hablando con él. Quería seguir viéndole como mi amigo, ese amigo que siempre estaba ahí.

Quedamos para el miércoles. Pasé los siguientes días tan nerviosa como excitada. El miércoles a las 18:00 me recogió, fuimos a un pequeño cine del centro de la ciudad. Hablamos antes de entrar sobre cosas banales, queriendo evitar a toda costa que me notara extraña.. Hasta que surgió el tema.

-Claro, como eres lesbiana... Anda, búscame una novia, yo te busco a ti una amante si la necesitas. - risas-

  • Mejor no... ¿Sabes que creo que me gusta un chico?, eso me haría bisexual.

Casi se le desencaja la mandíbula.

-¿En... En... Enserio?

No puedo evitar una pequeña risa.

-Si... "en en enserio".

-¿Y cuándo me lo ibas a contar?, ¿me vas a decir quién es o eso otro día?

Me sorprendía su impaciencia.

-Lo conoces... Dime nombres.

Estuvo mucho rato diciendo nombres de amigos cercanos y no tan cercanos al azar. Me sentía mal, quería que él hubiera sentido algo de atracción por mi y no dudara en nombrarse. Pero no lo hizo.

-Para, anda, para ya. No son ninguno de esos.

-¿Me lo vas a decir?

-¿Quién es mi mejor amigo y quien tengo delante?

Alex pasó unos 5 minutos enormemente largos para mí con cara de perplejidad. Enseguida habló :

-¿En qué sentido te gusto?

No sabía cómo responder.

  • Me atraes, he tenido unos sueñ... Digo, no sé, me pareces guapo, atractivo... Eso.

Mi forma de explicarme había tranquilizado a Alex. Para él seguramente era una especie de halago de una lesbiana. Yo, en cambio, sabía que cada vez me sentía más atraída a él y a su cuerpo.

Salimos del cine comentando la película y fuimos directos al coche. Alex se me quedó mirando muy seriamente y acto seguido me invitó a ir a su casa. Acepté algo cohibida. Al llegar preparó pasta para cenar, y estaba a punto de empezar a comer cuando me pregunta:

-¿Hoy no te desnudas para cenar?

-Hoy no es viernes. - le contesto con un guiño de ojo-

Noto como me mira de arriba a bajo. Veo en él algo cambiado, algo más masculino.

-Pues yo si me voy a quitar la camiseta. Y los pantalones.

¿Se estaba exhibiendo? Me quedé petrificada con el tenedor en la mano. ¿De verdad estaba haciendo eso para que me fijara en él? Si era lo que estaba buscando, caí de lleno en la trampa.

Terminamos de cenar y me propuso una copa.

-Em.. No, Alex. El viernes te invito a unas cuentas en el piso de mi madre con Sara.

-De acuerdo. ¿Ahora no quieres beber a solas conmigo?

-No es eso. Bueno, sabes que me pongo algo tonta.

Y era verdad. Aún no tenía control con el alcohol, que me subía tan rápido como la espuma.

Terminamos de cenar y Alex me acercó a su casa. Me hubiera gustado sentarme encima y notar si tenía una erección. Quizás, eso también quería él.

El viernes quedé con Sara en el piso de mi madre. Era un antiguo piso de soltera cerrado que usábamos para cenas familiares y poco más. Tenía las llaves, y a veces iba con Sara allí para tener nuestros momentos a solas. O a beber.

Llegamos por la tarde. Al decirle que más tarde vendría Alex hizo una mueca.

-¿No podemos quedar por una vez nosotras solas?

-Sara, estamos solas, él vendrá luego porque sé que le gusta tomarse algo.

-Sabes que le gustan muchas cosas. La primera tú.

Ahí Sara había dado dónde dolía. Ella estaba segurísima desde hacía un tiempo de que yo le gustaba a Alex, y yo siempre le había llevado la contraria diciendo que sólo éramos amigos y que él me trataba como tal. Quizás fuera así, pero no sé como actuaría ahora que sabía lo que sabía.

Las horas pasaron y las copas también. Sara y yo follamos hasta en el suelo de ese piso, bajo los efectos del alcohol. Estaba cada vez más borracha, y que me comieran el coño me importaba poco. Pensaba en él a veces, otras simplemente sentía la lengua acariciar mi clítoris una y otra vez.

Empecé a vomitar sobre las 19:30 de la tarde. Ya no pude más y mi cuerpo se manifestó. Sara se asustó, y me preguntó si necesitaba algo.

-Llámale a él para que venga antes, por favor.

-¿Pero por qué a él? - me dijo gritando-

-Sara, va, él me ayuda.. Estoy muy cansada.

Claramente no sabía que decía. Estaba mal, y solo pensaba en él a mi lado. Sara, también borracha aunque algo más sensata, terminó llamándolo. Alex vino un rato más tarde a nuestro auxilio.

-¿Estáis las dos bien?

-Blanca está peor que yo, además.... Dios, no lo soporto, ¿te tiras a abrazarle?, ¿quién te ha estado cuidando?

En el momento que Sara empezó a hablar, yo, en mi estado, me lancé sobre Alex a abrazarle. Quería sentir su piel y su calor.

Sara salió del piso. Dió un portazo y se fue hacia un parque cercano. En el piso, Alex se sentó en el sofá. Le seguí, olvidando que llevaba toda la tarde con un simple top negro sin sujetador y un tanga a juego también negro. Me senté encima de él y empecé a besarle el cuello. Sentía un calor enorme.

-Blan... blanca. Para. Oye, se ha ido Sara. Voy a llamarla. No estás muy bien.

-Estoy perfectamente. Podrías follarme si quisieras.

Al decir estas palabras solté un lastre. Necesitaba decírselo.

-Dímelo sobria y te follo. Sabes cómo me pones. Sabes que siempre has sido tú, e imagina como estoy ahora. Te cogía del cuello y te acostaba en el sofá mientras aparto esa tela para metértela.

¿Él también me deseaba?, qué estúpida había sido.

-Joder Alex, bésame, hazme lo que quieras.

-Te beso, pero solo eso, Sara sube.

Y me besó. Me besó pero eso sí, tocando cada parte de mi anatomía. Magreó mis tetas por encima del top, me azotó el culo y mordió mi cuello en pleno éxtasis. Sara entró por la puerta. Había avisado unos minutos antes en un mensaje a Alex que estaba arrepentida y que volvía.

Rápidamente Alex me quitó de encima suya y me puso al lado. Tapo su erección con un cojín cercano mientras hacía como que bebía un cubata. Sara pidió perdón y a mi poco a poco se me fue bajando el alcohol comiendo una napolitana que había en la mesa. Alex me preguntó si me iba a pasar la noche con él, como siempre, y yo le dije que si.