Mi novia necesita trabajo (XIV)

Vaya vaya, así que estoy muy bien, ¿eh? Que conste que no te conozco y podría pensar que me estás tirando los tejos.

Hola chicas, os dejo esto para el fin de semana.... El capítulo anterior en realidad era el XIII... me colé jajajaja. En fin, espero que os guste ;). Muchas gracias x leerme!! :)

SONIA

No sé qué decir, estoy muy cortada. Es una situación rara, salir a cenar con alguien que no conozco, con la que apenas me he cruzado tres frases. Es normal que no sepa de qué hablar.

SONIA: Se me hace raro salir a cenar un lunes.

DANIELA: Bueno, así ya tienes algo que contarle a tus nietos –me dirige una sonrisa por encima del techo de su coche, justo antes de entrar en él-

SONIA: Siempre había querido saber de quién era este coche. Un Audi TT de color rojo no pasa desapercibido.

DANIELA: Lo quería desde que lo sacaron al mercado. Y una vez me tocó el pleno al 15 en la quiniela. Fue un ahora o nunca .

SONIA: ¿Acertaste los 15? Qué crack!!

DANIELA: En realidad… contesté la quiniela puramente a boleo. Y mira, poca gente acertó la combinación…

SONIA: ¿Y no te dio suficiente dinero como para dejar de trabajar de por vida?

DANIELA: Bueno, es que los niños me gustan más que la vida sabática.

SONIA: Eso no suena muy bien…

DANIELA: Jajaja!! Tienes razón. A ver, soy pediatra.

SONIA: Ah!! Qué susto!! Estaba empezando a plantearme lo de bajarme del coche aunque estuviera en marcha!

DANIELA: No por favor!! Sólo me faltaba eso… me hundes en la miseria! No soy tan terrible como parezco.

SONIA: No, si a mí no me lo parece… -un esbozo de sonrisa se dibuja en su cara, aunque sigue mirando al frente mientras recorremos las calles de Madrid, medio vacías ya a estas horas-.

DANIELA: ¿Ni aunque te haya ladrado esta tarde en la cafetería?

SONIA: No… -no puedo dejar de mirarla mientras aparca concentrada pero con suma facilidad. Tiene un lunar oscuro en el lateral del cuello-

DANIELA: Ya estamos. Mira, y en plena puerta. Restaurante mejicano El Yucatán.

SONIA: Oye…

DANIELA: Dime! ¿No te gusta?? ¡Pero si me habías dicho que sí!

SONIA: Sí sí! Sólo que… no me gusta ser repelente pero… no se dice mejicano, se dice mexicano, con equis. Mexicano.

DANIELA: Mexicano. –Con cara de escepticismo-

SONIA: Ahá –se me escapa una sonrisa, que Daniela me corresponde-

DANIELA: Pues hombre, un poco repelente sí que eres –vaya corte… - pero te acepto la réplica. Tienes razón.  Se dice mexicano. -La noche acaba de empezar pero creo que aunque sólo sea una cena, me lo voy a pasar bien. Daniela es tal como me imaginé, tiene su carácter, es bastante tajante a la hora de hablar, pero a pesar de eso se le percibe un sentido del humor un tanto ácido, no sé, divertido.

CAMARERA: Buenas noches señoritas.

DANIELA Y SONIA: Buenas noches.

CAMARERA: ¿Qué desean tomar? Les recomiendo las fajitas de pollo y guacamole y los nachos con queso y guacamole.

DANIELA: Vaya… ¿te gusta el guacamole?

SONIA: ¡Por favor…!!

DANIELA: -una de sus sonrisas con la boca cerrada, sin enseñar los dientes, a las que ya me está malacostumbrando, achinando algo sus ojos-  Claro. Qué idiota. Pues a ver. A mí me pones, por favor, unos burritos de ternera. ¿Tú qué quieres?

SONIA: Yo esas fajitas de pollo y guacamole que decías.

DANIELA: Estupendo… ¿Quieres los nachos para compartir?

SONIA: Vale

DANIELA: Pues una de nachos y… dos margaritas, para empezar.

CAMARERA: Muy bien.

SONIA: -Una vez se ha ido la camarera- ¿Margaritas? Nunca lo he probado ¿Qué lleva?

DANIELA: Fíate de mí, aquí los hacen buenísimos. Te va a encantar.

SONIA: Oye, ¿y de qué conoces a Magda?

DANIELA: ¿La administrativa de trauma? Pues… bueno, es una conocida, tenemos un grupo de amistades común. Íbamos a quedar hoy todas pero se han rajado todas.

SONIA: Me parecéis las dos personas más distintas de la tierra, se me hace raro que estéis en el mismo grupo de amigas.

DANIELA: Ya bueno, es algo largo de explicar… emborráchame y te lo cuento.

SONIA: Seguro que eres la típica que aunque beba cubas y cubas de alcohol no se emborracha. Y claro, así seguro que no me lo cuentas.

DANIELA: Hace tiempo sí, no te lo negaré. Algo bueno tenía que tener ser alta y joven. Pero ahora hace mucho que no me pego juergas, así que tengo el cuerpo más sensible.

SONIA: Sigues siendo joven. ¡Gracias! –La camarera nos acaba de traer los primeros margaritas y el plato de nachos-

DANIELA: ¿Tú crees?

SONIA: Sí.

DANIELA: ¿Cuántos me echas? –Se lleva la copa a la boca para darle el primer sorbo a ese cóctel dirigiéndome una mirada que me derrite. Me quedo pensando en la típica frase perversa “te echaba 23, y de años también”- Cuantos AÑOS me echas –parece que me ha leído la mente-

SONIA: Jajaja, pues no sé, ¿29? No sé, de veras, soy fatal para las edades.

DANIELA: ¡Qué bien!! Te voy a contratar para los días que quiera sentirme joven. Tengo 33.

SONIA: Madre mía, ¿pasas de los 30?? ¡No se te nota nada!

DANIELA: Gracias, gracias. Si quieres tú también, te revelaré el secreto: un baño de formol a la semana.

SONIA: JAJAJAJA! No, ahora en serio, que no los aparentas, estás muy bien –uy, eso ha sonado muy directo-… para tu edad.

DANIELA: Vaya vaya, así que estoy muy bien, ¿eh? Que conste que no te conozco y podría pensar que me estás tirando los tejos.

SONIA: Qué va!! O sea, quiero decir –mierda, la voy a cagar- que sólo quería decir que..

DANIELA: Me lo estoy pasando en grande. A ver, arréglalo –Le pega otro sorbo al margarita. Qué calor me está entrando, voy a beber yo también- Uii!! Cómo intenta disimular!! Tenemos toda la cena por delante, espero que te expliques con eso de “estás muy bien”.

SONIA: -Me acabo de poner seria- Me estás poniendo nerviosa…

DANIELA: Está bien, está bien. Cambiemos de tema. ¿Pedimos otro margarita? Se nos han acabado ya, con la tontería...

SONIA: ¿Eso es  cambiar de tema para ti?

DANIELA: Bueno, sí. Si quieres seguimos hablando de mí, pero luego me llaman ególatra. ¡Perdona! –aprovechando que la camarera pasa por al lado de la mesa- Dos margaritas más, por favor!

SONIA: ¿Qué te gustaría hacer en tus próximas vacaciones?

DANIELA: Buena pregunta. Pues algo muy sencillo… Siempre he querido hacer algo muy relajado, un sitio de costa, no sé, por Cádiz… Estar en un apartamento cerca de la playa y disfrutar de las horas de sol para ir a la playa, el chiringuito tomando el aperitivo, paseos por el paseo marítimo en el atardecer, un helado de cucurucho … Aunque esté lleno de familias con niños correteando y suegras quejándose. Me da igual. Ese plan de tranquilidad y no pensar en otra cosa que en la dichosa nube que está tapando el sol es lo que más me apetece.

SONIA: Vaya, lo tienes muy claro! Yo llevo haciendo eso varios años y bueno, no es lo que más me llame ahora… claro, que todo depende de la compañía –Pensándolo bien, no sería lo mismo pasar los veranos con Mario que con Daniela, aunque el plan fuera el mismo-.

DANIELA: Sí… -mirando a la nada-

SONIA: Pero ese plan es fácil, no sé, no es muy caro, y seguro que si se lo dices a tus amistades alguien se apunta seguro.

DANIELA: ¡Qué va! Si están todos emparejados y muchos con hijos y todo. –No me lo puedo creer. ¿Está soltera? ¿Este pivonazo?-

SONIA: ¿Y tú no tienes pareja?

DANIELA: No... Nunca se me ha dado muy bien lo de las relaciones, y por eso ahora me he vuelto de una manera que creo que le doy miedo a la gente o algo. No se me acercan.

SONIA: Igual se creen que tienes pareja y para no perder el tiempo no lo intentan.

DANIELA: No pierden nada por intentarlo.

SONIA: No, al contrario, igual se ganan un ladrido.

DANIELA: -me vuelve a sonreír. Ya me ha malacostumbrado del todo, una más y no respondo- Touchée. O sea, ¿que tú esta tarde en la cafetería estabas intentando ligar conmigo?

SONIA: Yo no he dicho eso…

DANIELA: Da igual, he hablado demasiado.

SONIA: ¿Has tenido muchos novios? –Ahora saldré de dudas-

DANIELA: ¿Novios? No… Novias, alguna que otra, tampoco muchas no te creas… ¿veinte? –Se me han salido los ojos de sus órbitas y se han puesto en la de Júpiter- Jajaja. No, alguna menos. Pero nunca nada serio. Soy un desastre para las relaciones, nunca me han durado más de unos meses… y siempre por culpa mía, soy un desastre emocionalmente hablando, me entra el miedo… y lo acabo dejando. Pero ahora creo que sería distinto, no sé, ya estoy harta de cagarla…

SONIA: Vaya… Pues te sonará a tópico pero no parec…

DANIELA: “No pareces lesbiana”. Ya. Lo sé. Por tu comentario puedo deducir que tú eres hetero, ¿no? No sé qué os pensáis las heteros, que las lesbianas llevamos el pelo corto y las camisas de cuadros, andamos como si nos acabáramos de bajar de un caballo y nos gusta el fútbol.

SONIA: No es eso mujer…

DANIELA: Perdona, igual me he pasado. Pero es que los clichés han hecho mucho daño a este colectivo.

SONIA: Aunque te parezca mentira, estoy de acuerdo contigo. Y sí, soy hetero.

DANIELA: Ya, ¿pero a que pensabas que me gustaban los hombres y no las mujeres?

SONIA: No, tenía dudas, de veras. Más que dudas… bueno, sí, eso, dudas –No le voy a decir que la palabra era “la esperanza” de que lo fuera, aunque ahora que sé que tengo el campo libre…-

DANIELA: Ya, dudas. Vale.

SONIA: ¿Otro margarita?

DANIELA: Vaya vaya, vas fuerte, ¿eh??

SONIA: Me han gustado

DANIELA: Ya veo ya.

SONIA: ¿Y no me vas a contar de qué conoces a Magda?

DANIELA: Es que me da mucha vergüenza… ya te he dicho que tenía que estar borracha.

El tercer margarita llega con los platos principales, han tardado un poco pero merecen la pena, está todo muy sabroso y las raciones son muy generosas. Después del cuarto margarita nos decidimos a pedir la cuenta.

DANIELA: Me apunté a una red gay de solteros. Ya sabes, para conocer a gente…

SONIA: ¿Tú?? Pero si con la labia que tienes…

DANIELA: Ahora porque estamos aquí, con los margaritas… jiji… jaja… nachos por aquí…. burritos por allá… -qué graciosa, lo dice ladeando un poco la cabeza en cada frase, mirando a un punto en el infinito. Pero vuelve a mirarme- Pero ya te lo he dicho, no sé si tengo pinta de Rottweiller o qué, pero le asusto a la gente. De hecho, me sorprende que te atrevieses a hablarme esta tarde. No tengo muy buena fama en Urgencias.

SONIA: No tenía ni idea.

DANIELA: Total, que como sabrás, Magda también es lesbiana y bueno pues eso, somos un grupo de seis y de vez en cuando quedamos. Hoy íbamos a ir a tomar algo y algunas iban a traer a amigas suyas también… estaba motivada. Pero bueno, se ha ido el plan al traste. Y justo después has aparecido tú… Y se ha arreglado la noche.

SONIA: Vaya, que he sido el típico parche.

DANIELA: A veces los parches dejan la ropa mejor de lo que estaba antes de romperse… -Por favor que nos traigan ya el cambio porque como me siga mirando así se me va a caer la baba. Menos mal!! Ya está aquí- ¿Vamos?

SONIA: Vamos

Sale ella primera por la puerta y se queda esperando debajo de los dos escalones, ya en la acera, mientras yo salgo despidiéndome todavía de la camarera con un “Gracias!” sin mirar muy bien donde piso, no viendo los escalones de la entrada y cayendo en la acera apoyándome en ella y ella agarrándome para que no me caiga del todo. Ahora mismo puedo hasta oler el aliento que emana de su boca, a tequila y limón, sus ojos clavados en los míos. A cámara lenta y sin poder, ni querer, evitarlo, soy testigo de cómo su boca se acerca a la mía y ya no sólo huelo su aliento sino que ahora también lo siento, lo pruebo, así como sus labios, en un beso lento en el que apenas compartimos la saliva que humedece los labios. Mi primer beso con una mujer y no me puede gustar más! Pero nada es eterno y después de unos segundos se detiene.

DANIELA: Ostia, perdona, perdona!! Me he vuelto loca, tú tendrás tu novio y…

SONIA: Sssshhhhh!! Calla y vuelve a hacer eso.

Me vuelve a mostrar su sonrisa imperfecta para los publicistas de dentífricos pero que a mí ya me tiene conquistada, y esos tres segundos que tardamos en volver a besarnos, esa imagen, creo que quedará grabada a fuego en mi retina por mucho tiempo. Nos volvemos a besar durante unos segundos más que antes, esta vez mis labios ya actúan algo más, no cómo antes que se habían mostrado completamente pasivos ante la iniciativa de Daniela. Sus manos pasan a la parte posterior de mi cintura, agarrándome con más firmeza que antes, a lo que yo copio sus gestos mientras ese beso sigue transcurriendo sin ninguna prisa, nuestros labios conociéndose milímetro a milímetro.

DANIELA: Besas muy bien –la punta de su nariz se pasea por la mía mientras la yema de su dedo índice recorre mi mejilla suavemente-

SONIA: Y tú estás muy bien… en todos los sentidos – Reímos a carcajadas, rememorando el  aprieto en el que me he metido yo sola mientras cenábamos.

DANIELA: ¿Quieres subir a mi casa?

SONIA: -Tomo aire como quien está a punto de tomar una decisión importante y se me esboza una sonrisa en la cara- Sí…

Resulta que su piso está en el portal de al lado del restaurante. Es una finca donde vive gente de nivel acomodado, clase media-alta, con escaleras de mármol y pasamanos de madera. Llegamos al cuarto piso, el suyo, y entramos en su casa. El comedor, con suelo de parquet, es muy grande y espacioso. Un sofá enorme, las mesas, tanto la grande como una pequeña entre el sofá y el televisor de unas 40 pulgadas, de cristal. Los muebles lacados en blanco, cosa que le da a la estancia todavía más elegancia y amplitud. Por las estanterías, algunos libros de la literatura universal, literatura contemporánea y algunos de medicina.

SONIA: Me gusta mucho tu salón. Yo vivo en un cuchitril.

DANIELA: Preferiría vivir en un cuchitril con tal de compartirlo con alguien. No sé para qué quiero tantos metros cuadrados…

SONIA: No digas eso. Seguro que algún día los aprovecharás.

DANIELA: Ven, que te enseño la cocina. ¿Quieres una cerveza?

SONIA: Vale. –Saca de la nevera dos botellines de cerveza, les quita la chapa y mientras la espuma va subiendo me invita a brindar -

DANIELA: Por esta noche.

SONIA: Por esta noche

Le pegamos un sorbo a nuestras cervezas y mientras todavía estamos tragando de la botella, siento su brazo derecho atrayéndome por la espalda hacia ella, para empezar a besarme cuando hemos tragado todo el líquido. Esta vez el beso es menos tímido, nuestros labios ya se conocen y yo actúo con más decisión. Es sólo un beso, sí, y con 28 años he dado ya muchos, pero el primero con una mujer… y es distinto, me siento mucho mejor. Hace años que Mario no me besa así, con esa dedicación, poniendo los cinco sentidos en algo tan aparentemente simple como un beso. La cerveza nos está empezando a sobrar, así que después de dejar la suya sobre la encimera, me quita la mía y hace lo mismo, y ahora que tiene las dos manos libres las lleva hasta mis muslos para cogerme y desplazarme a pulso por mitad del comedor, el pasillo, y con una pequeña patada, abre la puerta de su habitación, que no estaba cerrada del todo. El beso se está volviendo más pasional, la tengo agarrada por ambos lados de la cara y nuestras lenguas se están haciendo amigas. No me puedo creer que esto esté pasando. Lo que llevaba meses imaginándome en mi cabeza, tal cual, está sucediendo. Por una vez me están saliendo las cosas como quiero yo y no como quieren los demás. Bueno, supongo que Daniela también quiere que esto esté pasando, pero yo me moría de ganas de conocer y de estar con la médico que se escondía tras esas gafas de pasta, tan misteriosa y fría siempre, y ahora que la conozco, tan vulnerable.

Poco a poco pero sin pausa me va quitando la ropa, para después quitarse ella la suya y quedar desnudas sólo con las bragas. Nunca había tenido delante unos pechos de mujer en este contexto, las dos, cara a cara, en silencio, sólo con el sonido de nuestras respiraciones. Tengo la piel de gallina pero no por frío precisamente. Toma mi mano con la suya y la lleva al nacimiento de su gran pecho izquierdo, para que lo acaricie y se le ponga a ella también la piel de gallina a medida que nos acercamos al pezón. Lentamente se va inclinando sobre mí, recostándome en la cama, con nuestras manos todavía unidas, y posa completamente su cuerpo sobre el mío, encajando su muslo entre mis piernas.

SONIA: Daniela yo… yo nunca hecho esto, con una mujer quiero decir.

DANIELA: Shhh, calla. Lo estás haciendo muy bien.

Y después de esto me planta un beso que me pone los pelos de punta, por todo, por su piel sobre la mía, por la suavidad de sus labios y su lengua, por notar la forma de sus pechos aplastando los míos, por sus dedos largos haciendo migas con los míos. La situación. Tener a la chica de mis sueños de estos últimos meses tan cerca de mí. Si me hubieran dicho ayer que hoy iba a pasar esto no me lo habría creído.

Sus labios recorren mi cuello dándome pequeños besos, siguen por el canalillo y descienden por mi línea alba, hasta llegar a mis muslos, las cuales también colma de besos mientras me acaricia por todo el cuerpo. Se vuelve a incorporar y se sienta a horcajadas sobre mi pelvis, empezando un lento, casi imperceptible, movimiento circular con la suya. Oh Dios mío, sólo con eso, con las braguitas de por medio, me está haciendo sentir cosas en mi entrepierna que hacía mucho, muchísimo, que no sentía con Mario. Sentir como se van humedeciendo más y más con tan poco. Un discreto gemido emana de mis cuerdas vocales, haciendo que Daniela sonría. Se quita las gafas y la veo extraña, siempre la he visto con gafas, pero sigue estando guapísima.

Una sonrisa se dibuja en su cara y volvemos a besarnos. No nos cansamos nunca. Su muslo tonificado se mueve sobre mi entrepierna provocando que mis fluidos empiecen a ser abundantes. Un gemido suyo se ahoga entre nuestras bocas y cuando se nos acaba el aire vuelve a trazar un recorrido seguido con sus labios desde mi boca hasta mi pelvis. Decidida, agarra las braguitas con una mano a cada lado de mis caderas y levantándome las piernas haciendo ángulo recto con la cama me las saca. Va abriendo mis piernas mientras las baja para dejarlas semi-flexionadas sobre la cama y recorre con besos suaves y algún pequeño mordisco mi muslo derecho por el interior, desde la rodilla hasta la ingle. Sin dejarme tiempo a reaccionar, empieza a succionar mi clítoris con tanto afán que me arranca un gemido, y algún otro más bastante seguido, mientras me retuerzo sobre mi espalda y agarro las sábanas con fuerza. Sus manos vuelven a recorrer mis piernas, mi vientre, se agarran a mis caderas, mientras no cesa en su actividad de regalarme el mejor sexo oral de mi vida. Los gemidos van y vienen, cada vez con más intensidad, cada vez me es más difícil mantener la compostura, hasta que un calambre procedente de mi zona más erógena parte hacia todos los rincones de mi cuerpo y me hace estallar de placer, con un grito que es la envidia de muchas sopranos.

Rápidamente se incorpora, se quita las braguitas, eleva mi pierna derecha y sentándose de nuevo sobre mí, encaja su vagina contra la mía y empieza de nuevo un vaivén. Esta vez sus manos van a sus pechos, se los empieza a masajear, jugando con sus pezones; yo no puedo, creo que si me estimulo un poco más llegaré otra vez al orgasmo en muy poco tiempo, y quiero intentar llegar con ella. Su cuerpo empieza a estar brillante, su cara muestra excitación, con los ojos cerrados y como si estuviera en otro mundo, pero aquí conmigo, porque de vez en cuando los abre y me dedica una de sus sonrisas de esas que parecemos la pareja más enamorada del mundo. Poco a poco va aumentando el ritmo de ese vaivén, hasta que mi cuerpo vuelve a explotar de placer y poco después el suyo; me besa en el tobillo, que tiene justo a la altura de su boca, y con la cara de relajación que se le ha quedado vuelve a acercarse a mí y nos besamos con la pasión de quien lleva un mes sin verse. Me encanta notar su nariz chocar contra la mía, su cuerpo resbalando sobre el mío y su mano acariciando mis mechones de pelo despeinado colocándomelos detrás de la oreja. Aprovecho este momento de relajación para pasear mi dedo índice por sus labios, milímetro a milímetro. Ahora que tengo sus labios tan cerca, que puedo hasta contar las estrías que tienen, esos labios que llevaba meses queriendo probar, me apetece simplemente tocarlos con mis dedos para ver que son reales. A medida que recorro su labio inferior empieza a sonreír.

SONIA: En realidad, llevaba meses deseando esto. Imaginándome esto. Te deseo desde hace tiempo. –Su cara de sorpresa es de lo más sincera y auténtica-

DANIELA: No me lo puedo creer. ¿Y nunca me habías dicho nada?

SONIA: Me daba vergüenza. Pensaba que me mandarías a la mierda, que tendrías pareja, o  que yo te parecería poca cosa.

DANIELA: A mí esta tarde en la cafetería tampoco me has dejado indiferente. Me encantan tus ojos.

SONIA: Marrones, ya ves tú.

DANIELA: Marrones no; color miel. Llama a las cosas por su nombre. Unos ojos bonitos son algo más que unos ojos verdes o azules. La forma, la expresión, el brillo. Y ahora mismo te están brillando.

SONIA: Gracias a tí…

DANIELA: Date la vuelta.

Obedezco y me tumbo boca abajo, me comienza a besar en la nuca, varias veces, poniendo todo su empeño en provocarme escalofríos. Continúa el camino marcado por la hendidura que forma mi columna vertebral, y al llegar a la baja espalda empieza a hacer formas aleatorias con la lengua, ¿estará dibujando algo? No lo sé, pero lo que sí sé es que vuelvo a sentir un cosquilleo en mi entrepierna, que ya hacía tiempo que no lo sentía… ¿diez minutos? Y antes de hoy quizás meses, o años. Su mano me acaricia la parte trasera del muslo, yendo desde la rodilla hasta las nalgas, agarrándolas suavemente para masajeármelas y estimularme todavía más. Por fin, me doy cuenta de lo que quiere hacer y cambio mi postura, apoyando mis rodillas en la cama y elevando el cuerpo con la ayuda de mis brazos, dejando el trasero elevado. Noto como se vuelve a acercar a mí por detrás, estando ella también de rodillas; siento su aliento en mi oído, me besa detrás de la oreja, en el cuello, en la nuca, a la vez que su mano se pasea por mi espalda, mi nalga izquierda y se adentra en mi zona más sensible, empezando por el perineo y acabando en la hendidura de mi vagina, la cual está muy muy muy lubricada… Sin ningún esfuerzo introduce un dedo, lentamente, y a mi cuerpo no le queda otra que gemir de placer.

DANIELA: Me encanta oírte, me encanta hacerte gemir. –Me besa de nuevo en la oreja y me vuelve a meter el dedo corazón, con más decisión, más confianza. Otro gemido, más fuerte

SONIA: Y a mí me encanta todo esto.

La respiración se me vuelve a acelerar, mis manos agarran fuerte la funda de la almohada. De repente noto un segundo dedo, que entra sin dificultad, y el movimiento de entrada y salida se hace ininterrumpido, hasta que mi cuerpo se arquea y mi garganta produce un grito de grandes dimensiones. Mi cuerpo cae rendido sobre la cama y Daniela se coloca al lado mío. Giro mi cabeza para encontrarme con su cara y nos sonreímos cómplices de la noche que estamos disfrutando.

SONIA: No recuerdo cuando fue la última vez que tuve tantos orgasmos en una sola noche.

DANIELA: Eso es que lo he hecho bien, ¿no? –esta vez me pasea ella su dedo corazón por mi labio; huele a sexo, quiero probar como sabe, es algo que nunca he hecho, así que empiezo besándolo y percatándose de mis intenciones lo introduce un poco más en mi boca, para que pueda relamerme y probar mis propios flujos. Le sonrío y me vuelve a corresponder  con su sonrisa de colmillos marcados.

SONIA: No entiendo cómo le das miedo a la gente. Deberías llevar un cartel en la frente, “en realidad soy un sol de persona”. –No habla, no ríe, sólo vuelve a sonreír.

Empiezo a pensar que es su arma más preciada. O que a veces las palabras sobran y las sonrisas hablan por sí solas. Con una mano agarra el edredón y de un gesto rápido nos cubre a las dos, se pega más a mí y sin que me dé cuenta ni me deje reaccionar, coloca su pierna derecha entre mis dos piernas y me rodea con su brazo derecho dejando su mano apoyada en mi espalda atrayéndome hacia ella, quedando así pegadas para el resto de la noche.

DANIELA: Buenas noches.