Mi novia necesita trabajo (XI)

¡Sigue tocándome!!

LORENA

PAU: ¿Cómo la conociste? –Inicia la conversación después de haber finalizado otra y estar un minuto en un silencio no necesariamente incómodo. Una madre llamando a su hija, Andrea, en aquel parque de Talavera, hace que se acuerde de nuestra conversación pendiente-

LORENA: ¿A quién?

PAU: A Andrea.

LORENA: Ah..!! Las dos éramos miembros de un foro de decoración. Teníamos gustos muy parecidos y un fin de semana que yo estuve en Madrid aprovechamos para ir juntas a comprar algo o simplemente a ver ideas.

PAU: No sabía que te gustaba la decoración.

LORENA: No es mi fuerte. Pero tenía que decorarme el piso. Digamos que me uní al foro más por necesidad que por gusto. Al final hablaba más de decoración, bueno y de otras cosas, sólo con Andrea por skype que en el foro con las demás personas.

PAU: ¿Otras cosas?

LORENA: Sí bueno, lo normal, cosas de la vida, qué tal el día… cosas triviales. A medida que te vas conociendo con alguien y le agarras más confianza, se va ampliando el catálogo de posibles  conversaciones.

PAU: Ah, ya... Bueno, tú y yo hablamos de todo desde el primer día.

LORENA: Sí… -le sonrío lo más ampliamente que puedo recordando que con ella todo ha sido fácil desde el minuto cero.

PAU: ¿Nos sentamos? –Tomo su palabra y me dirijo desde el camino de tierra que llevábamos hasta la sombra de un árbol en medio del césped. El otoño nos ha dado una tregua y nos está regalando un fin de semana de finales de noviembre bastante soleado y nada frío. Me siento apoyada en el tronco del árbol con las piernas algo abiertas y semiflexionadas, dejando espacio para que Pau quepa entre ellas y pueda apoyar su espalda en mi pecho-

LORENA: Pero pensándolo fríamente, creo que no llegué a enamorarme de ella.

PAU: Por lo especial que parece para ti, me daba la impresión de que sí.

LORENA: -acariciando aleatoriamente sus dedos y su mano con la yema de mis dedos- Ya. Yo también lo creía. Pero el hecho de que casi de un día para otro consiguiera pasar de ella, en cuanto me lo propuse… no sé. Es que, ¿sabes? Creo que no sé qué es estar enamorada.

PAU: Ah no? –Se gira para mirarme arqueando las cejas, con una cara entre la duda y la broma, como para ponerme en un compromiso-

LORENA: Jajaja, a ver!!! Es indudable que lo que ahora siento por ti es muy fuerte.

PAU: Aha… -sigo con mi risa de medio lado-

LORENA: Sí –le doy un beso en la cabeza antes de seguir-. No, o sea; yo podría decir, muy convencida, de que ahora mismo estoy enamoradísima de ti. Pero si me hubieran preguntado hace unos meses si lo estaba de Andrea, también habría dicho que sí. Y ahora me doy cuenta de que no lo estaba. No sé, creo que es difícil definir qué es estar enamorado.

PAU: ¿En qué te basabas para pensar que estabas enamorada?

LORENA: Bueno, no sé… Tenía todo el tiempo ganas de hablar con ella, me parecía muy guapa. Bueno, es muy guapa. Pero tú me gustas más, eh?! Y no sé, casi cualquier cosa que veía o canción que escuchaba me recordaba a ella. Intentaba de cualquier manera quedar con ella, a veces casi con más empeño que con amigas de toda la vida… No sé, me lié, supongo.

PAU: A lo mejor la tenías idealizada, te pensabas que te encantaba y a lo mejor sólo era que te apetecía hacer cosas con ella.

LORENA: Muy idealizada… -me quedo mirando a un punto fijo del césped recordando un día que salimos de fiesta por Chueca y entre baile y chupitos nos dimos un par de besos, y en cómo me hubiera encantado que fueran a más en su casa- Demasiado.

PAU: ¿En qué piensas?

LORENA: Yo no era de las de acostarse con alguien porque sí. Por el tema de una noche y ya está. Para mí tiene que haber algo más detrás, tener la seguridad de que pueda llevar a algo más serio, a alguna especie de relación. Quizá esa filosofía mía tan conservadora era lo que le echaba para atrás, lo que le impedía tener sexo conmigo…

PAU: Hay gente para todo. A lo mejor acababa de salir de una relación larga y sólo le apetecía divertirse, el sexo por el sexo.

LORENA: Sí, creo que era eso. Pero no sé, con ella pensé en… mmm, cómo decirlo… saltarme mi filosofía.

PAU: ¿Te habrías acostado con ella?

LORENA: Sí, aún sabiendo que no era su tipo. Aún sabiendo que a la mañana siguiente seguiríamos siendo sólo amigas que habían decidido pasárselo bien una noche.

PAU: Ya…

LORENA: Pero bueno. Cuando me convencí y volví a convencer de que no pasaría nada entre nosotras dos, de que no querría tener una relación conmigo, y de que había encontrado a la persona que buscaba en Vero, dejé de insistir. Y no me costó tanto. No sé. Por eso creo que no estaba enamorada. Cosa que no me pasa contigo. Además, es empezar a pensar en ti y en lo que te voy a hacer la próxima vez que te vea, y aunque me esté hablando una clienta anciana de su sordera, yo ya estoy mojando la ropa interior. Y eso con ella sí que no me pasaba.

PAU: Aaaah vale, eso ya me gusta más –poco a poco se va dando la vuelta y se incorpora para volver a sentarse esta vez sobre mí, con una pierna a cada lado de mi cuerpo, apoyando sus rodillas en el césped. Pasa sus brazos alrededor de mi cintura y se va acercando a mí hasta que deja su frente apoyada en la mía- Que no me entere yo –me da un beso en la mejilla justo debajo de mi ojo- que estás conmigo a la fuerza –otro beso, en la punta de la nariz- y que no estás in lovvvve – remarcando la “v” posando su diente roto en su labio inferior. Esta vez le doy yo el beso en los labios.

LORENA: Cuantas tonterías dices. –Paso mis brazos alrededor de su cuello sin quitar mi mirada de la suya- Te voy a tener que hacer callar.

PAU: Ah, sí? Y cómo lo vas a hacer? –Sus susurros y su diente roto tan cerca de mi boca mientras nuestros labios casi se rozan hacen que esté empezando a mojar mi ropa interior-

LORENA: No lo sé… ¿alguna idea? –bajo todavía más el volumen de mi voz, atrapando fugazmente sus labios con los míos y volviéndome a separar-

PAU: Mmm… se me ocurre algo… -me imita, dejándome con las ganas de un beso más largo-

LORENA: Algo como…

Y por fin, juntamos nuestros labios lentamente con los ojos cerrados en un beso lleno de inocencia que poco a poco se va  volviendo más apasionado cuando atraigo a Pau un poco más hacia mí desde sus nalgas, gesto que ella aprovecha para introducir de pleno su lengua en mi boca y acelerar un beso que había empezado como el de dos niñas para transformarlo en el de dos adultas que se desean por encima de sus posibilidades. Por si quedaba algún trozo de la tela de mi tanga sin mojar, esto hace que mis –creo que nuestras- ganas de compartir algo más que saliva se eleven a la milésima potencia.

Por suerte, se está acercando la hora de comer y el parque se está vaciando; y todavía por más suerte, la idea de Pau de sentarnos bajo el árbol había llegado cerca de uno de los extremos del parque, donde poca gente llega a pasear. Pero con todo y con eso, quiero extremar la precaución para hacer lo que ahora mismo quiero hacer, así que aprovechando para llenar mis pulmones de aire y volver a mirarle a esos ojos color miel brillantes un poco por la luz del sol y un mucho por la excitación del momento, desvío un poco la mirada para cerciorarme de que no viene gente.

LORENA: Esto, un aperitivo antes de comer, que empiezo a tener hambre…

Y antes de acabar de pronunciar la frase, mi mano ya se ha ido a buscar la suya y la está dirigiendo hacia el borde de mi pantalón para empezar a meterla poco a poco bajo la tela del tanga y disimuladamente se cerciora ella también de que no hay voyeurs a la vista. Su cara no muestra ni picardía, ni deseo, ni lascivia, sino una simple sonrisa, como de alegría o felicidad, como si simplemente estuviera contenta de estar haciendo lo que está haciendo.

LORENA: ¿Y esa cara? –Entre suspiros algo acelerados todavía a pocos milímetros de su boca- Cualquiera diría que estás abriendo los regalos de Papá Noel y te están trayendo lo que llevabas meses pidiendo.

PAU: ¿Y quién te ha dicho que para este año no había pedido a alguien como tú?

Sus palabras, su mirada y ese pequeño mordisco en su labio inferior no permiten que piense de manera cuerda, así que instintivamente y devolviéndole la mejor de mis sonrisas volvemos a fundir nuestras bocas para jugar con nuestros labios mientras dos de sus dedos ya están trasteando por mi entrepierna, acariciando mi lubricado e hinchado clítoris en forma de círculos. Mis ganas de gemir son cada vez más, pero los intentos se quedan ahogados entre nuestras bocas mientras seguimos con nuestro beso, menos pasional y más juguetón que antes. Mi boca se desvía de la suya para empezar a besarle el cuello, algún mordisco se me escapa cuando empieza a girar sus dedos con más énfasis, hasta que un algo sale de mis entrañas en forma de exhalación y para evitar que algún despistado nos oiga, mis dientes se clavan en el ángulo que forman su cuello y su clavícula, donde  todavía no llega la tela de su desabrochada chaqueta.

LORENA: -recuperando la compostura y el aliento- vamos a comer.

PAU: Directas a los postres, ¿no?

LORENA: Completamente de acuerdo.

PAU: ¿Qué casa está más cerca?

LORENA: La tuya…

ANDREA

ANDREA: ¿Cuál te apetece ver?

VERO: Mmmm… no sé, a ver, una que no sea muy profunda… Con la resaca que tengo no me apetece pensar. ¿Hay alguna comedia?

ANDREA: Sí, mira, la de la sala 7.

VERO: Vale, me sirve.

ANDREA: Perfecto. –Me dirijo hacia la joven que está dentro de la taquilla- Dos para “Despedida de soltera”

TAQUILLERA: Son numeradas. ¿Donde queréis?

ANDREA: ¿Qué queda libre?

TAQUILLERA: Casi toda la sala. –Normal, la película ya lleva varias semanas en taquilla y desde que existe internet cada vez va menos gente al cine-

VERO: Lo más detrás posible! – Yo la miro extrañada y la taquillera nos mira con una sonrisa de medio lado. Vero me devuelve una sonrisa infantilmente traviesa. Algo trama. Y me imagino lo que es.

TAQUILLERA: Muy bien. Fila 20, asientos 8 y 10.

Efectivamente, hay poca gente en la sala a pesar de ser domingo por la tarde. Cargando con el cubo de palomitas y los vasos de Coca-Cola  nos sentamos donde nos han puesto, es la última fila pegadas a la pared. La taquillera le ha visto las intenciones a Vero y nos lo ha puesto fácil. La calefacción está a tope así que empezamos a quitarnos capas de ropa hasta quedarnos yo en una camiseta de manga corta y Vero en una de licra de tirantes, que favorece y resalta su precioso y grande busto. Están todavía anunciando los próximos estrenos pero ya hemos empezado con las palomitas, es inevitable tenerlas delante y no comer.

ANDREA: Eeeh!! Qué haces? Esa palomita la había cogido yo! Devuélvemela!

VERO: Cogémela –Y con una mirada sugerente me saca la lengua y se pone la palomita en el centro. Me está empezando a provocar, así que le sigo el juego y con mis labios atrapo suavemente su lengua y lentamente la voy recorriendo hasta la punta, haciendo que la palomita llegue a  donde tenía que ir desde un principio, mi boca. -¿Estaba buena?

ANDREA: Mmmmmm muy buena. –Cojo otra palomita- ¿Quieres ahora tú una? –Mientras me la llevo a los dientes y le muestro la mejor de mis sonrisas-

VERO: Claro que sí, me has dado envidia. –Se vuelve a acercar a mí y esta vez, mientras me coge la palomita con sus dientes y me da un beso en los labios, siento su mano subiéndome por la pierna, llegando hasta la ingle y paseando el pulgar por encima de mi entrepierna como quien no quiere la cosa. La peli está empezando ya, pero no le estamos prestando mucha atención.

ANDREA: Va, vamos a ver la peli.

VERO: Qué cortarrollos eres…

La peli va transcurriendo, nos vamos echando unas risas, pero cuando todavía no ha pasado ni media hora noto unos toques en mi hombro, me giro para ver qué quiere y resulta que está girada hacia mí y señalando a su escote con los ojos. Tiene un par de palomitas puestas estratégicamente. Le sonrío con cara de “no tienes remedio” y se me acerca lentamente hacia mi oído para susurrarme:

VERO: Se me han caído y tengo una incapacidad en las manos que me impide cogerlas. ¿Me ayudas?

ANDREA: Claro… -pero cuando alzo un poco la mano para ir a cogerla me detiene, forzando a que la vuelva a dejar donde estaba. La miro con cara de interrogación

VERO: -Otra vez susurrándome al oído- Con la boca.

La miro otra vez con la cara de una madre que consiente un capricho a su hijo pero me muero de ganas por hacerlo así que dirijo mi cabeza hacia donde tiene las palomitas y con sólo los dientes se las agarro. Mi nariz roza un poco la piel de su pecho y noto y escucho como inhala aire profundamente. Esto también me está poniendo a tono a mí pero mi lado racional dice  que me contenga a la vez que el pasional me incita a alargar mi mano hacia su entrepierna. Vero es más rápida que yo y todos esos conflictos internos que tengo, y cuando me quiero dar cuenta su mano ya está en la mía conduciéndola hacía donde yo quería. Se vuelve a acercar a mi oído.

VERO: Tócame  -por encima de la tela de su pantalón paseo mi mano un par de veces de arriba abajo en su entrepierna, haciendo que se abra ligeramente de piernas y permitiendo a mi dedo corazón alargarse hasta un poco más abajo y ejerciendo algo más de presión. Vero se intenta recolocar, todo para intentar disimular la excitación que debe estar sintiendo – Mmmmh…  qué gusto… ya lo estoy empapando todo.

ANDREA: Sígueme

No puedo quedarme ahí al lado suyo sin poder ir mucho más allá mientras me está diciendo eso, así que me muero de ganas de hacerla llegar a mucho más que unos latidos acelerados y una vagina lubricada. El camino hasta los baños del cine es a paso ligero pero se nos hace eterno. Entramos creando cierto revuelo y al meternos en una de las cabinas la empotro contra la pared para empezar a besarla como si hiciera un mes que no lo hago, con ansias, atrapándola con una mano de la cintura hacia mí y con la otra ocupada en su pecho izquierdo por encima de su camiseta, esa de licra que tanto resaltan sus pezones en este momento. Poco a poco, siguiendo el beso, la voy dirigiendo hacia el depósito de la cisterna del retrete, para hacer que se siente ahí.

VERO: ¡Sigue tocándome!! – logra decirme a ras de mis labios entre beso y beso- Estoy ardiendo.

ANDREA: Pero no podemos hacer ruido.

VERO:  No sé si podré… -Se va desabrochando el pantalón y levanta un poco el culo para bajárselo y que su entrepierna me quede más accesible

ANDREA: Puede entrar alguien. –Le empiezo a meter la mano por las braguitas y la vuelvo a besar

VERO: Pues que entre. Y que nos oiga. –En este momento mi dedo corazón entra sin avisar en su vagina en un movimiento rápido pero suave- AH!!!!

ANDREA: SHhht!

VERO: Joder, no puedo. Sigue haciendo eso.

ANDREA: -Voy sacando el dedo- El qué? ¿Esto? –Y se lo vuelvo a meter como lo he hecho antes.

VERO: -Se muerde el labio esta vez para no gritar- ¡Sí sí sí! ¡Dos por favor! –Mientras me ruega que siga dándole placer le voy besando el cuello, la barbilla, le paseo la lengua cerca de la oreja. Ahora con el índice y el corazón entro más lentamente en su cavidad, pero con poco esfuerzo gracias a su lubricante natural, que si sirviera como gasolina podría alimentar a todos los coches del país- ASÍ!!

ANDREA: ¿Te gusta? –Hago unos cuantos movimientos de entrar-salir con los dos dedos, notando como las paredes de su vagina intentan atraparlos a base de contracciones, cada vez más mojados, ella cada vez jadeando más y más fuerte. Es imposible hacerla callar.

VERO: ¡¡Te adoro!!

Voy dejando su cuello y su oreja para ponerme de rodillas, a lo que veo que sonríe de manera triunfal, y no pasa ni un segundo desde que saco mis dedos de sus entrañas hasta que abrazo su clítoris con mis labios y empiezo a jugar con él y mi lengua. Sus manos van a mi cabeza, presionando fuerte hacia ella y agarrando mi pelo para focalizar su excitación en algo que no sea gritar. Mi lengua no necesita mucho tiempo para hacer que un intento ahogado de grito salga de sus cuerdas vocales, sus manos dejando de hacer presión en mi cabeza mientras se va relajando y yo me vuelvo a incorporar para regalarle mis dos dedos a su boca, para que se alimente de sus propios jugos y luego me los devuelva con un beso en el que termina de desahogarse.

VERO: Te quiero Andrea –Si se pudieran enmarcar las miradas para conservarlas para siempre, lo hubiera hecho con la que en este momento me está dedicando. Sus ojos brillantes expresando una mezcla entre el deseo que todavía le corre por sus venas y el amor que me tiene. Una mirada con una sinceridad que pocas veces he visto-

ANDREA: Yo a tí también.

VERO: Feliz bimestrario. Me apetece pasarme la noche pegada a ti dándote besos sin necesidad de ...

ANDREA: ¿De follar?

VERO: -Agachando la cabeza avergonzada- Eso

ANDREA: Qué puritana te has vuelto en cinco minutos. Tendrías que haberte oído hace un rato.

VERO: He gritado mucho?

ANDREA: Hombre, un poquito.  Venga, vamos…

Y así nos hemos pasado la noche de nuestro segundo cumplemes, desnudas y abrazadas en la cama del piso de nuestro amigo en común que nos presentó, regalándonos besos y caricias y miradas sinceras y te quieros al oído. Tiene que haber días para todo, días para tener sexo salvaje y días para ser tiernas y portarse bien.