Mi novia necesita trabajo (VIII)

Pau, no me lo hagas más difícil por favor

Bueno, estimados lectores y lectoras, aquí traigo la octava parte, muy seguida de la última, para no defraudar ;). Os agradezco mucho los comentarios, gusta ver como vais siguiendo la historia y opináis sobre los personajes :). Buen jueves tengáis!!

Por cierto, releyendo el principio de la historia, he detectado un error... Andrea reflexionando sobre su futuro académico/formativo... daba a entender que estaba a finales de curso, o sea, hacia junio, pero no, la historia está transcurriendo de momento en estos meses, de octubre-noviembre. Fue un error que no he detectado hasta ahora. Lo siento si a alguien le ha causado confusión.


ANDREA: A ti te hace ilusión ir a pista con ella, ¿verdad?

LORENA: Hombre, sí… ¡Podemos ir las tres juntas!!

ANDREA: Sí, pero… ¿qué hacemos con esta entrada?

LORENA: Lo siento mucho… te tiene que haber costado una pasta en la reventa.

ANDREA: Eso es lo de menos. La revendemos otra vez y listo. Seguro que todavía hay mucha gente que no tiene y quiere ir.

LORENA: Lo siento… ¿Por qué lo has hecho? Bueno, no es que no me haga ilusión eh!? Pero no sé, así, de repente!

ANDREA: Bueno, me apetecía estar contigo en el concierto, sé lo mucho que te gustan y pensé que no irías.

LORENA: Si quieres te ayudo a vendérsela a alguien, podemos ir un rato antes a la entrada del pabellón…

ANDREA: No, tranquila, ya me buscaré la vida –está tristísima-.

LORENA: Que no, que no te dejo así, que me sabe fatal. Mira, creo que Pau llega a las siete y media a Atocha; desde ahí a donde el concierto tardamos media hora en metro, y de ocho a nueve segurísimo que alguien nos quita la entrada de las manos.

ANDREA: ¿Segura…?

LORENA: Que sí!! Además así vas conociendo a Pau.

ANDREA: Ah, vale… -como con poco entusiasmo-

Seguimos hablando un rato más y decidimos que es hora de partir. Ella ha quedado con Vero y yo tengo que ir a hacer unas compras, así que quedamos en encontrarnos a las 8 en un sitio cerca del pabellón para empezar a buscar a algún posible comprador o compradora.

LORENA: Bueno, os presento; Pau, esta es Andrea. Andrea, Pau. – Se dan los dos besos de rigor-

ANDREA: Encantada, así que tú eres la famosa Pau, eh?

PAU: -Mirándome a mí- ¿Famosa? ¿Qué le has contado de mí?

ANDREA: ¡¡¡Hostia!!!! Ahora que me fijo. Eres clavada a…

LORENA: La camarera aquella que estaba para hacerle un favor, ¿no?

ANDREA: Eh… sí –con una sonrisa nerviosa-

PAU: ¿Habláis de Vicky? –asiento-  Pues sí, somos gemelas. Las vueltas que da la vida, eh?

ANDREA: Ya ves… -Parece asombrada- Buen fichaje, Lore!

PAU: -Parece avergonzada- Emm… gracias.

LORENA: Bueno, vamos a vender esa entrada!

En el transcurso entre la estación de tren y nuestro encuentro con Andrea le he explicado a Pau la historia de la entrada. Pau ha entendido perfectamente que quisiera ayudar a Andrea a revenderla, después de todo el dineral invertido, es lo mínimo que puedo hacer. Como habíamos previsto, la entrada tarda poco en desaparecer de nuestras manos; sólo Andrea sabe por cuánto la hemos revendido, ya que no quería que supiera cuanto le había costado… se supone que de los regalos no se puede saber el precio. Es bastante pronto, The Killers no tocan hasta las 10, pero los alrededores ya se están llenando de gente.

PAU:¿ vamos entrando? Tengo unas ganas increíbles de ver en primera fila a la artista invitada.

ANDREA: ¿Perdona?? No te hago de Avril Lavigne…

PAU: Era broma, evidentemente!! Me pregunto qué le hace pensar a la organización de una gira que a los fans de The Killers les vaya a gustar Avril Lavigne.

Reímos las tres. Menos mal que se llevan bien, después de la actitud medio-rara que tenía Andrea esta tarde, parece que ha cambiado el chip. A lo mejor era demasiado tiempo sin Vero…  No sé, pero me tenía un poco con la cabeza pensante, Andrea nunca se había comportado así conmigo, como últimamente, parece que esté haciendo cosas para llamarme la atención… Y ahora lo que menos me apetece es tener líos en la cabeza.

El concierto transcurre perfectísimamente, hemos conseguido ponernos bastante cerca del escenario, aunque no en primera fila. Ya han tocado casi todas las del último disco y muchos de los temazos más clásicos. Los juegos de luces son espectaculares; estos macroconciertos consiguen ponerme los pelos de punta aunque esté sudando por la acumulación de gente y los saltos y la euforia. Y lo que me sorprende más, no se me está haciendo incómodo estar con Andrea y Pau a la vez. La verdad es que a Pau nunca le he hablado de Andrea, creo que lo he hecho para evitar malos entendidos. No sé si queda algún resquicio de lo que llegué a sentir por Andrea, diría que no, porque Pau  ha logrado eclipsarla totalmente, pero dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan. Y no quiero ahora que Pau piense que siento algo por Andrea, porque ahora mismo lo que siento sólo es amistad, bastante aprecio pero al fin y al cabo amistad.

Debe quedar poco para que acabe el concierto, llevan más de una hora y media tocando dándolo todo… han empezado a tocar la versión de una canción de Dire Straits, Romeo and Juliet ; la he reconocido desde el primer arpegio, es una de mis canciones favoritas, aunque no sea suya. El público se empieza a calmar después de haber estado coreando a pleno pulmón When you were young. Siento la mano de Pau tomándome la mía, se me acerca al oído y me susurra un “Esta me encanta” que me pone los pelos de punta. Me giro hacia ella, me olvido de todo y tomándola de la cara mientras ella me agarra por la cintura juntando sus dos manos en mi espalda, empiezo a besarla con toda la ternura que sé. Mis dedos juegan en su cuello, con su oreja  y con los mechones de pelo que tiene sueltos después de haberse hecho una coleta para estar más cómoda. Nuestros cuerpos están pegados por el vientre y los pechos, y se puede oir algún comentario de gente de alrededor acerca de este momento de intimidad entre dos chicas, pero a nosotras nos da igual. El beso no está siendo para nada pasional, sino algo muy inocente, muy tierno, muy lento. Nuestras lenguas se encuentran tímidamente entre ellas y nuestros labios, húmedos ya a estas alturas, se reconocen juguetonamente, no queriendo detener ese beso.

Me olvido hasta de que tenemos a Andrea ahí al lado. Cuando acaba la canción y la gente está aplaudiendo, detenemos el beso pero nos quedamos con las frentes y las narices pegadas, sintiendo nuestros alientos y hasta los latidos del corazón. Mis ojos no pueden dejar de ver la boca de Pau, que, siendo consciente de eso, sonríe y lanza un “I’m in love with you” inaudible, debido todo el ruido ambiente que hay.  Esas palabras logran crear una corriente que recorre todo mi cuerpo, le devuelvo la sonrisa y le vuelvo a dar la mano para seguir contemplando el concierto, pero nada es igual que hace un rato. Estoy flotando, y mi mente sólo consigue recrear esas palabras. Mi cuerpo se mueve con inercia en el bis que han salido a tocar, Mr. Brightside , otra de mis favoritas, pero aunque aparentemente lo esté dando todo, mi mente está bien lejos. De vez en cuando Pau y yo nos miramos y sonreímos, para luego seguir aclamando a los que están encima del escenario.

Después del concierto vamos a cenar a un restaurante mejicano cerca del recinto donde han actuado. Estamos las tres muertas de hambre después de casi dos horas saltando y gritando, y comentando los momentos más especiales del concierto, sobretodo Pau y yo. Andrea apenas habla durante la cena.

LORENA: Ei Andrea, ¿qué tienes? ¿No te ha gustado el concierto?

ANDREA: Sí sí, ¡claro que sí! Sólo que ahora me ha dado un bajón de energía, estoy agotada! He sudado más que en una semana yendo al gimnasio.

LORENA: Ya, yo también en realidad…

PAU: Pero… ¿estás muy agotada…? –con mirada insinuante-

LORENA: No, sólo un poco. Todavía me queda algo de energía –Le guiño el ojo-

PAU: Hazte así –pasándose el dedo por la comisura de sus labios- tienes un poco de salsa.

ANDREA: -en un murmuro- yo diría que son babas.

PAU: Cómo?

ANDREA: No, que me tendría que haber cogido patatas, me he quedado con hambre

LORENA: Aquí? – pasándome el dedo por la comisura que tengo limpia-

PAU: Noooo, aquí –alarga su brazo para limpiarme ella misma. Aprovecho para sacar la lengua e intentar chuparle el dedo y me sonríe como diciendo “No eres lista tú ni nada”.-

De repente Andrea se levanta de la mesa haciendo ruido con la silla y se marcha con paso decidido hacia el lavabo.

PAU: ¿Qué le pasa?

LORENA: -pensativa- no lo sé… está rara.

PAU: ¿Sois muy amigas? Nunca me habías hablado de ella…

LORENA: Bueno sí, somos amigas, pero últimamente ya no hablamos tanto… ya te hablaré de ella algún día

PAU: Tiene que serlo para haberse gastado tanto dinero en una entrada, ¿no?

LORENA: No sé porqué hizo eso, así de repente.

PAU: A lo mejor quería quedar bien por algo…

LORENA: No lo sé. Ya viene. –Viendo como se sienta Andrea- ¿Estás bien?

ANDREA: Sí sí, estupendamente. Oye, vamos yendo? He quedado con Vero, se viene a mi casa. No vamos a parar en toda la noche, queremos aprovechar las horas juntas.

LORENA: -No hacían falta tantos detalles- Sí, nosotras también… -mirando de reojo a Pau con una media sonrisa; veo que ella también me mira de reojo pero no sonríe tanto. Salimos del restaurante y cada una vamos en direcciones opuestas así que nos despedimos ahí mismo-

ANDREA: Bueno pues encantada Pau –le da dos besos y se gira hacia mí-. Hasta la próxima Lore –se me acerca para darme dos besos lentos muy cerca de la comisura de los labios. Me quedo a cuadros-

LORENA: Chao Andrea.

Pau y yo nos dirigimos hacia mi casa. Andrea me ha dejado con una sensación rara, creo que quedaré con ella el lunes por la mañana aprovechando que no tengo que ir a trabajar, es festivo en Talavera y la farmacia cierra. Quiero que me cuente qué demonios le pasa.

PAU: Cariño, ¿estamos muy lejos de tu casa?

LORENA: Tenemos que coger el autobús, pero una vez ahí es poco rato.

PAU: Mejor, porque me duelen los pies una barbaridad…

Un rato después estamos entrando en mi casa. No podemos hacer mucho ruido porque ya es tarde y mi madre está durmiendo, seguramente con su novio. Ella no sabe nada de mi relación con Pau; de hecho, por boca mía, no sabe ni que soy lesbiana, pues siempre me ha parecido algo artificial “avisarle” de que lo soy, si no estaba saliendo con nadie; de todos modos, creo que se lo imagina por algún comentario que ha hecho alguna vez delante mío. Pero aunque se imagine algo, y aunque sepa que voy con una amiga (eso es lo que le he dicho, ya le diré mañana que igual no es sólo una amiga…), me da algo de vergüenza hacer cosas con Pau en la habitación, aunque ganas no me falten.

Entramos en mi cuarto, es algo pequeño y la cama, por descontado, individual, cosa que para compartir siempre con alguien es incómodo, pero que hoy me apetece, dormir bien pegada a Pau. Las dos nos quedamos en camiseta y braguitas, y nos metemos en la cama, que tiene las sábanas y el edredón muy fríos, después de tres semanas de no haber dormido nadie entre ellas. Pero no parece importarnos demasiado, nos tumbamos la una de cara a la otra con mi pierna derecha encajada en su entrepierna y ella igual conmigo. En medio de la oscuridad, Pau va a buscar mi cara y a acariciármela. La junta con la mía hasta que la punta de nuestras narices se rozan.

PAU: Mmm… así se está mucho mejor, ya ha dejado de hacer frío –en un susurro-

LORENA: Es una pena que esté mi madre con su novio –sigo hablando en voz baja y la atraigo hacia mí con mi mano derecha por su baja espalda. Su pierna se mueve un poco ejerciendo algo más de presión en mi entrepierna y no puedo evitar un suspiro de placer- quería comprobar si 90 cm de cama dan igual de sí que 135.

PAU: No tanto, ya te lo digo yo. Pero aunque no estuviera tu madre… no habría podido ser.

LORENA: ¿Qué pasa?

PAU: Lo que nos pasa a todas una vez al mes… me ha venido en el concierto.

LORENA: Oh, vaya… Bueno, con dormir pegada a ti tengo de sobra.

PAU: Y yo…

LORENA: Andrea me tiene con mal cuerpo, de hecho; su actitud de esta noche me ha dejado un poco rara

PAU: Ah, ya… -se nota decepción en su voz-

LORENA: Pero bueno, ahora estoy contigo, y con eso se me pasa todo. –Llevo mi mano desde su espalda hasta su cara y acariciándola muy suave y jugando con su oreja y sus mechones lisos busco sus labios para atraparlos suave y fugazmente con los míos, apenas rozarlos; ella hace lo mismo, iniciando entre las dos un juego de “voy a empezar pero no” que dura unos cuantos intentos hasta que definitivamente me atrapa en un beso más pasional, las dos moviéndonos con una especie de vaivén lento, fruto de las ganas que tenemos de seguir… pero no podemos, por causas ajenas a nuestra voluntad; mientras noto como su mano se va paseando por la parte trasera de mi muslo, la mía se va colando por debajo de su camiseta para empezar un paseo con la yema de mi índice por su columna, de abajo a arriba, muy lentamente y haciendo pequeños círculos a medida que sube.

LORENA: -entre suspiros y un intento de gemido que he tenido que enmudecer, después de que me agarrara una nalga- Pau, no me lo hagas más difícil por favor –Cambio mi mano de su espalda a su trasero y hago lo mismo que me ha hecho ella hace escasos segundos-

PAU: -También en un gemido reprimido- Creo que va a ser mejor que paremos.

LORENA: A lo mejor sí, o se nos puede ir de las manos.

PAU: ¿Entonces… dormimos?

LORENA: Sí. Mm… te importa si me pongo mirando hacia el otro lado?

PAU: Claro que no. –Me doy la vuelta y estamos las dos mirando hacia el mismo lado; encaja sus piernas en las mías, y su cabeza en mi cuello, sintiendo su respiración en mi nuca. Poco a poco vamos cayendo rendidas y noto como pasa su brazo por encima de mi cintura y me intenta atraer más hacia ella, desde mi tripa; medio adormilada ya, noto este movimiento y  semiinconscientemente adapto mi cuerpo al suyo completamente, pegando mi culo en su pelvis. En poco tiempo Morfeo vence la partida a las dos.

Una fiesta infantil en el parque de delante de casa me saca del sueño; no sé si Pau duerme. Su respiración no es pesada, pero eso no es un indicativo en ella, no respira muy profundo mientras duerme. Seguimos en la misma postura que cuando nos dormimos anoche, yo de espaldas a ella acurrucada y ella pasando su brazo por mi cintura. Voy a tomarle la mano y cuando junto mis dedos con los suyos veo que me corresponde y me termina de entrelazar todos los dedos mientras me reacomodo en su cuerpo.

PAU: Buenos días reina mora! –Me susurra al oído, que lo tiene justo al alcance de su boca-

LORENA: -entre una sonrisa- buenos días.

PAU: ¿Sabes que me gustas hasta cuando me das la espalda?

LORENA: Ya, ya lo sé. Es más, seguro que te gusto más…

PAU: No digas tonterías –me empieza a besar en la nuca. –Estás guapa de todas las maneras- sigue con besos que primero son muy inocentes, un simple contacto de sus labios con mi piel, pero se van intensificando, intercala los labios con roces de lengua, paseando lentamente toda su superficie sobre mi piel, lamiéndola sin ninguna prisa y acabándolo con otro beso. Al mismo tiempo, su mano baja de mi estómago a la altura de mi ombligo, y vuelve a atraerme hacia ella por si quedaba alguna rendija de aire entre nuestros cuerpos. Con esto, su pelvis vuelve a pegarse más si cabe a mi trasero y entre esto y  sus jugueteos en mi nuca y mis hombros, mi corazón ya se vuelve a acelerar. No tengo remedio, con un par de cosas que me hagan ya me empiezo a excitar. Su mano izquierda circula libremente por mi vientre; tocándome tan sólo con las yemas de los dedos consigue ponerme los pelos de punta. Un dedo travieso empieza a jugar con la goma de mis braguitas, levantándola un poco y colándose en mi pubis a la vez que con un mordisco me agarra el lóbulo de la oreja que tiene a su alcance.

PAU: Toc toc, ¿se puede?

LORENA: Mmmm… ¿me harías caso si dijera que no?

PAU: Prueba.

LORENA: No, no se puede. Está mi madre por ahí fuera.

PAU: -En un susurro todavía- Respuesta incorrecta- Inmediatamente introduce la totalidad de su mano, algo fría, por debajo de mis braguitas para ir a buscar mi clítoris que empieza a estar lubricado.

LORENA: -Dándome por vencida y respirando cada vez más pesadamente, agarrando la sábana con mi mano izquierda- Casi mejor que no me hayas hecho caso.

PAU: Ssshhht, pero no puedes hacer ruido, recuerda, tu madre.

LORENA: Joder como si ella fuera una santa. Va, no te pares por favor.

Empiezo a estar impaciente, así que mi mano izquierda va a buscar la suya y la dirige directamente a mi clítoris. Con su pelvis empieza un movimiento de vaivén que se transmite a mi cuerpo, mientras con las yemas de su índice y corazón izquierdo hace círculos sobre mi clítoris, muy lentamente, y sigue dándome besos suaves en el cuello y la parte superior de mis omoplatos. Mi mano deja de acompañar la suya para irse por debajo de mi camiseta en busca de mis pechos, para sentirme todavía más estimulada al jugar con mis pezones. Son algo pequeños pero no por ello menos sensibles, y a estas alturas, ya están totalmente duros.

La habitación se llena de nuestras respiraciones pesadas, su pelvis y toda su zona púbica apoyadas en mi culo también deben estar haciendo efecto sobre ella porque noto sus pezones tiesos en mi espalda, así como los latidos de su corazón, a punto de salirse de su pecho. Y aunque intente disimularlo con besos, sus suspiros van directos a mi oído; intuyo que aunque ella esté haciendo toda la faena, también lo está pasando bien… Poco a poco sus movimientos en mi entrepierna empiezan a ser más rápidos y algo más enérgicos, haciendo que me agarre con más fuerza los pezones, inconscientemente, para intentar focalizar mi excitación en algo que no sea hacer ruido, pero no puedo. Un gemido ahogado se escapa de entre mis dientes, justo antes de dejar de hacer presión en mis pechos. Por suerte, mi cabeza estaba ladeada hacia el colchón y mi ruido ha quedado clavado ahí, no creo que se haya oído fuera de la habitación.  Pero a pesar que Pau me haya hecho llegar a la cumbre tan sólo con dos dedos, no los aparta de ahí, y sigue jugando con mi clítoris que aún sigue sensible. Mis  espasmos le provocan algo de risa.

PAU: ¿Qué pasa Lore? ¿Todavía con ganas de más?

LORENA: Sabes que sí, pero un paso más y se entera de que me lo estoy pasando en grande hasta el perro del vecino.

PAU: Jajajaja –siento el aliento de su risa en mi cuello. Simplemente, me encanta- Mensaje capt....

AMELIA (Madre de Lorena): -irrumpe en la habitación muy decidida, sin pensar que a lo mejor podríamos estar durmiendo- Chicas!! Hace un día espléndido, ¿no queréis aprovechar para salir a la calle? –Cuando empieza a subir la persiana, rápidamente cambiamos nuestras posiciones para parecer dos simples amigas que solamente dormíamos, pero el movimiento es demasiado rápido y exagerado, y mi madre se queda callada de repente- Oh, vaya… ¿He interrumpido algo Lorena?

LORENA: Ehm… bueno… -mejor no tratar de disimular-

AMELIA: Bueno, ya salgo y os dejo tranquilas.

LORENA: Gracias mamá –se me ha subido toda la sangre a la cara, no sé a dónde mirar; a ella no desde luego-.

Antes de que haya salido mi madre de mi cuarto, Pau ya me está apretando la mano con la suya por debajo del edredón, está conteniendo la risa, lo noto. Cuando ya se ha ido, empieza a reir en voz baja y no puedo evitar que me contagie la risa. Me doy la vuelta para tenerla de frente y le doy un beso en la boca para que se calle, un beso muy pasional pero muy corto.

LORENA: Anda, vamos a vestirnos, qué vergüenza.

PAU: Creo que ya no hace falta que le cuentes nada.

LORENA: Qué va… mi madre tonta no es. Seguramente ha entrado en la habitación para cotillear… hace muchos años que no me despierta un domingo de estas maneras, sabe que mi manera de aprovecharlos es descansando hasta que mi cuerpo diga basta, no yendo a pasear.

PAU: Bueno mira, un peso que te quitas de encima. Te aseguro que no es tarea fácil decírselo a los padres.

Pasamos lo que queda de domingo juntas, hemos ido a callejear por Chueca, que parece ser que le encanta. Se me hace raro ir por mi ciudad cogida de la mano de alguien; pensar que la última vez que estuve aquí ni tan sólo la conocía… si me cruzara ahora con algún excompañero del instituto o de la facultad… he pensado muchas veces en ese momento, pero creo que ahora que me siento bastante más segura de mí misma que hace unos años, simplemente pasaría, sonreiría y saludaría, sin más.

Algo antes de las siete de la tarde estamos ya en la estación de Atocha esperando a su tren; me da pena no compartir el viaje con ella, pero quiero aprovechar que tengo un día más de fiesta para hacer cosas por Madrid, ya que aquí no es festivo. Después del último aviso de su tren, nos damos el último beso en el hall de la estación y la veo bajar las escaleras, mochila al hombro, con su pose tan despreocupada de siempre.

He quedado con unas amigas de la facultad para cenar pero antes hago tiempo por el centro de la ciudad, que siempre es un bullicio pero el bullicio con el que me he criado, y me gusta. Me paso por San Ginés para regalarme unos churros con chocolate, que en estos primeros días de frío entran que da gusto, y aprovecho para escribirle a Andrea para desayunar mañana. Ahora sí que me apetece hablar con ella, ya es que lo necesito, porque la noto muy rara, y no sé si le pasa algo en general o sólo es conmigo, quiero salir de dudas. Aunque tengo que ir con cuidado; como la conversación se encienda soy capaz de decir cosas de las que, igual no me arrepentiría de haberlas dicho, pero no son necesarias que se sepan. Cosas mías personales, pero me conozco y si me tiran un poco de la lengua lo suelto todo.