Mi novia necesita trabajo (III)

No tardemos tanto en volver a vernos. ¿Te va bien el sábado?

Hey muchas gracias por vuestros comentarios y valoraciones!! Me alegro que la historia suscite tantos interrogatorios en vuestras cabecillas pensantes... Aquí traigo la tercera parte, espero que os siga gustando ^^

ANDREA

Qué feliz parece Lorena. Eso de que haya aparecido dos horas después con maquillaje y con una sonrisa de oreja a oreja me da qué pensar. ¿Habrá conocido a alguien y lo de que se ha encontrado a Vicky será una excusa? Bueno, si es así, el tiempo me lo dirá… De momento quiero disfrutar mis últimos momentos con Vero. Aunque me vaya mañana por la tarde y vayamos a pasar casi todo el día juntas, estaremos con Lorena y no va a ser lo mismo…

VERO: -mientras se cambia para ponerse la ropa de dormir- ¿En qué piensas Andrea? Te vas de este mundo totalmente cuando piensas en algo. ¿Eres así con todo?

ANDREA: Si esa pregunta va con segundas,… ya sabes que sí, que siempre pongo cuerpo y alma en todo lo que hago.

VERO: Mmmm… ya lo sé –sonríe pícaramente-

ANDREA: Pensaba en que te voy a echar mucho de menos. Dormir contigo, contarte cosas, tu mirada felina…

VERO: Me haces ruborizar…

ANDREA: ¿Sólo con esto? Pues espérate cinco minutos…

VERO: Pero Andrea, Lorena está en la habitación de al lado...

ANDREA: Creo que Andrea está en otro mundo esta noche así que no creo que le importe

Aprovecho que estamos las dos de pie para agarrarla por la cintura y plantarle un beso en los labios que la pilla desprevenida, aunque rápidamente se hace a la situación y me atrae por mi cintura hasta juntar nuestros vientres. El beso se vuelve en seguida muy sexual, mi lengua se enreda con la suya y nuestros labios son víctimas de pequeños mordiscos y lametones. Nos encanta invertir tiempo en los besos porque sabemos que somos capaces de ponernos calientes sólo con eso, con ese gesto tan simple y a la vez lleno de matices como es un beso. Su camiseta me va sobrando así que se la quito de un golpe y la tiro sin mirar por algún lugar de la habitación. Continuamos con ese beso de antes mientras con una mano le masajeo un pecho, jugando con su pezón, que tarda muy poco en ponerse erecto.

ANDREA: La noche promete… vas a ver todas las estrellas de la Vía Lactea.

Le hablo todavía con los ojos cerrados y con nuestras bocas todavía juntísimas, me he separado lo justo para parar un momento el beso, sólo para decirle esto. Noto como sonríe y ahora es ella la que decide que le sobra mi camiseta y hace lo mismo que yo hice minutos atrás. Empieza a caminar empujándome hacia la cama y caigo sobre ella, quedando Vero recostada sobre mí;  aprovecha para atacar mi cuello con besos muy suaves, en distintos sitios de su geografía. Me encanta que me bese ahí, pero también quiero darle placer y verla disfrutar, así que en cuestión de segundos le doy la vuelta a la situación y me pongo de rodillas entre sus piernas y la empiezo a colmar de besos por todo el cuello, los hombros, los brazos. Bajo por el canalillo de ese generoso pecho que su genética le ha dado… cuando llego a uno de sus pechos empiezo a chuparle muy suavemente un pezón, como quien lame un caramelo que no quiere que se termine nunca de deshacer en su boca. Con una mano le masajeo el otro pecho y de vez en cuando también voy jugando con su pezón, tomándolo entre mis dedos y pellizcándolo con mucha delicadez… Tiene los ojos cerrados y por el ruido de su respiración y por sus suspiros puedo deducir que se está excitando mucho, pero quiero hacerla sufrir un rato más.  Vuelvo a acercarme a su  oído.

ANDREA: Bueno, creo que por hoy ya está bien… no quiero que Lorena tenga insomnio por nuestra culpa.

VERO: -Abre los ojos, me mira, nuestros ojos están a escasos centímetros y me clava esa mirada de gata que tan loca me pone- Como pares ahora, te mato.

Estos momentos de tanta intimidad son los que me hacen sentir cosas repentinas en el estómago, cómo me recorre algo por todo el cuerpo y me hacen sofocar momentáneamente (más de lo que ya lo estoy). Bajo esa orden no me queda más remedio que obedecer, no puedo remediarlo pero esta chica me domina con su mirada. Esta vez paso de largo de su pecho, sigo dándole besos por el abdomen acercándome a su zona pélvica y paseo mi lengua por el borde de la braguita mientras con mis manos masajeo sus glúteos. El masaje hace que se le estimule todavía más su entrepierna, sus primeros gemidos dan fe de ello, así que para acabar con el sufrimiento que debe estar pasando, le quito las braguitas, yo también me las quito, y me siento sobre ella con una pierna a cada lado de sus caderas. Llevo mis manos a las suyas para entrelazarlas pero  aprovecha para atraerme hacia ella de un tirón y llevar su boca a mi pezón, para jugar con él muy suavemente,  mientras que conduce su mano hacia mi clítoris y también me lo empieza a estimular lentamente, formando círculos, con mucha paciencia, como si no tuviera prisa en hacerme llegar al orgasmo. Lo que no sabe es que me tiene caliente desde el minuto cero, así que con lo que está haciendo ahora me tiene a punto del éxtasis… Mis jadeos son ya más que evidentes, me agarro con fuerza a sus hombros, mis poros exhalan sudor, y noto que el clítoris me palpita más y más intensamente, siento como algo me recorre todo el cuerpo y clavándole mis cortas uñas en su espalda lanzo un grito al aire que no he logrado callar.

Rápidamente le doy la vuelta sobre sí misma para que quede boca abajo y le recorro la espalda a besos, sus hombros, sus omóplatos que sobresalen en su delgada espalda, la hendidura que se forma en la columna, entera de arriba abajo, y sobre todo me entretengo en la parte inferior de la espalda, ahí donde empieza a perder su nombre. Sé cómo le pone que la estimule por ahí, uno de sus puntos débiles; bajo hasta sus nalgas, le doy un pequeño mordisco y provoco justo lo que estaba esperando, un grito ahogado que me indica que voy por el buen camino. Me incorporo y voy a besar su nuca, su cuello, su oreja… mientras que con una mano le acaricio todo el costado de arriba abajo, hasta que la introduzco en su zona genital para acariciarle primero el clítoris y luego esos labios que noto hinchadísimos. Le muerdo el lóbulo, paseo mi lengua por detrás de la oreja, la vuelvo a pasear por el cuello acompañado de pequeños besos mientras intento meter un dedo en su vagina y escucho otro grito ahogado. Siento como las paredes de su vagina se contraen enérgicamente, y aprovechando lo húmeda que está le meto un segundo dedo; empiezo a meter y sacar los dedos, lentamente, como ella hizo conmigo minutos atrás; da igual, por las contracciones noto que su momento es inminente… y efectivamente, segundos después arquea su espalda y echa su cabeza hacia atrás lanzando un grito al aire, esta vez nada reprimido.

Estamos las dos sudando y con la respiración a cien por hora, nos hierve la sangre y nuestro semblante es serio. Se da la vuelta y empieza a besarme muy lentamente, con mucha ternura, abrazándome por la cintura y atrapándome con sus piernas para que estemos pegadas por todas las partes posibles del cuerpo.

Los besos duran hasta altas horas del amanecer, hasta que decidimos descansar un poco para tener una cara presentable para el día siguiente.

Algo más de 24 horas después de ver a Lorena con una cara más larga que un día sin pan y con un humor de perros, me encuentro a una Lorena fresca como una rosa, alegre y lista para seguir enseñándonos la ciudad. Me sorprende, realmente, que esté llevando tan bien mi relación con Vero. Desde que la conozco me ha demostrado en muchos aspectos que es una persona madura y aparentemente fría, o al menos, poco expresiva con sus sentimientos; pero su comportamiento de ayer por la mañana me mostró una chica con carácter, y su declaración a la hora de comer, a la vez que la actitud de resignación que había decidido adoptar, me dejaron pensativa. Espero que ahora que hemos pasado juntas un fin de semana se reavive un poco nuestra relación y volvamos a hablar más seguido, ya sea por whatsapp o viéndonos en persona cuando las dos podamos.

Pasamos la mañana visitando cosas y haciéndonos fotos por la ciudad; comemos en un sitio de comida rápida y después de comer, muy a mi pesar, decido que ya va siendo hora de ir a por el tren.  Vamos hacia el piso de Lorena a recoger mis cosas y nos dirigimos hacia la estación.

ANDREA: Sale a las seis, todavía quedan veinte minutos.

VERO: No quiero que te vayas… -me pone pucheros mientras me rodea el cuello con sus brazos.

ANDREA: Va, no lo veas tan negro, que en seguida vuelve a ser fin de semana y nos podremos ver.

VERO: Se me va a hacer eterno… -Nos besamos, esta vez no con tanta pasión sino con un sentimiento agridulce, de despedida, que aunque no sea por mucho tiempo, no es a lo que estamos acostumbradas.

ANDREA: Lorena, me alegro de haberte visto.

LORENA: Lo mismo digo.

ANDREA: Tenemos que hablar más eh? Creo que este fin de semana nos va a venir muy bien para nuestra amistad. Yo creo que va a marcar un antes y un después.

LORENA: Desde luego que sí, después de este fin de semana nada volverá a ser igual –Sonríe-.

VERO: Cariño, están anunciando tu tren.

ANDREA: Sí… -le robo un último beso en los labios-

VERO: Te quiero.

ANDREA: Y yo a ti!

Monto en el tren y me pongo a pensar en la semana que me espera; un montón de horas dedicadas a la universidad o al trabajo y pocas para mí… casi mejor, así no tendré tiempo de pensar en que echo de menos a Vero.

LORENA

Andrea se acaba de ir y, sorprendentemente, me alegro. Su presencia me resulta no incómoda pero sí extraña. Han pasado varios meses desde que nos conocemos pero desde que conoció a Vero su interés por mí, como amiga, cayó en picado, o al menos eso pareció. Y me dolió. Quizás sea algo normal descuidar a tus amigas al principio de una relación sentimental con alguien, quizás es que como no lo he vivido no lo sé y estoy siendo un poco cruel con ella en este sentido. De cualquiera de las maneras, me voy a seguir comportando con ella como últimamente. Fue ella la que enfrió la relación, ahora se lo va a tener que trabajar ella.

Puede que mi comportamiento no sea el más maduro, pero es que a lo mejor yo no soy tan madura como creía pensar hasta hace poco. A veces tenemos una imagen de nosotros mismos un tanto distorsionada, basada en lo que nos ha ido diciendo a lo largo de toda la vida la gente que nos rodea. Pero de repente te ves envuelta en una situación nueva que te supera y al no saber reaccionar, lo haces como mejor puedes, pero los temas pasionales pocas veces se pueden resolver fríamente y de una manera sencilla, como a quien se le revienta una tubería y sólo tiene que llamar a un fontanero para que se lo arregle.

Yo siempre he sido buena estudiante, lo que se entiende por buena hija, educada, amable, relativizaba mucho los problemas, no me preocupo si no es necesario, soy responsable en mi trabajo,… Pero ahora me siento como si una minipersona, ajena a mí, se hubiera apoderado de mi mente y de mi comportamiento, y me esté haciendo actuar de una manera quizás poco propia de mí. Igual lo “acorde” a mi edad y al carácter que siempre había creído tener habría sido aceptarlo de verdad  desde el primer momento y alegrarme por ella, porque somos amigas. Pero no. Me pudieron los celos y como ella dejó de hablarme en un principio, seguramente inconscientemente y sin ningún ánimo de minar mi moral, ahora esa minipersona mía, más inmadura que un niño de ocho años, ha decidido darle la espalda a ella. Y el día que supere al 100 % esa relación, entonces la podré tratar realmente como a una amiga.

Creo, por otra parte, que ese 100% está cerca. Lo que necesito en mi vida creo que lo conocí anoche y tiene nombre de cantante latina. Es un poco triste que necesite a una persona para olvidarme de otra, pero si el refranero popular existe, es por algo. Y si se dice que un clavo saca a otro clavo o que la mancha de una mora con otra se quita, es por algo.

Quiero hacerlo bien con Pau, no quiero ser pesada; tengo varias amigas y amigos que han perdido posibles ligues por insistir mucho al principio, y lo que han aprendido y me han contado es que hay que dejar un poco de margen, no estar todo el día pendiente, al menos al principio. No sé si tendrán razón, pero mi educación científica me dice que debo hacerle caso a la experiencia. Empirismo, lo llaman. Pero tampoco quiero que piense que paso de ella, que le pedí el teléfono sólo para quedar bien y que no quiero saber nada más del tema, porque a lo mejor ella piensa también que no quiere ser pesada al principio y nos pasamos los días sin hablar por “orgullo”. Ayyy, qué difícil es todo. Seguro que Andrea tendría una frase para hacérmelo ver de una manera mucho más trivial, que me dejara de amargar la existencia. Esa es una de las cosas buenas que tiene, que habla tan claramente que te hace ver fácil lo difícil, con una frase te puede hacer cambiar de opinión y tirártelo todo por el suelo.

Si mañana por la tarde no me ha dicho nada Pau, le diré algo. Habrá pasado un día y medio, yo creo que es un buen intermedio entre el ser pesada desde el minuto cero y el pasar de ella. De momento no le diré nada a Vero, pero conociéndome me pillará. Me pillaría hasta un niño de preescolar. Y es que si tengo algo malo es que mi expresión facial es una fotocopia de mi estado de ánimo. Y sé que cuando hablo con alguien que me gusta, mi cara no puede ser más de niña boba; a mucha gente le pasa eso, pero creo que lo mío es exagerado.

Estamos viendo la tele en el sofá mientras yo de vez en cuando bajo la cabeza para hacer deberes de alemán.

VERO: Estoy nerviosa, mañana es mi primer día en serio.

LORENA: No te preocupes, saldrá bien. Ya viste que con los chavales te llevas bien, y eso suele ser lo más difícil!

VERO: Ya pero lo de llevarlos del cole a casa… yo no me conozco Talavera todavía, ¿y si me pierdo?

LORENA: Mmm… en eso tienes razón. El cole no está muy lejos de su casa, pero si quieres te hago un croquis para que vayas más segura.

VERO: Ayy, ¿sí?? Muchas gracias.

LORENA: De nada mujer! Si todo fuera eso…! –Le hago un croquis del barrio de Maite en mi libreta de alemán y le arranco la hoja- Toma, en realidad son sólo diez minutos, ya verás, no tiene pérdida.

VERO: Sí, parece fácil… Bien, muchas gracias : ). Bueno yo me voy a ir a dormir que tengo mucho sueño…

LORENA: No me extraña hija!

VERO: -Con cara de sorpresa- ¿Y ese tono de cachondeo?

LORENA: ¿Vosotras os creéis que yo por la noche me quito las orejas como Mr Potato y no oigo nada, verdad? Ayy… benditas hormonas!!

VERO: Mr POTATO!!! JAJAJAJAJA Te acabo de imaginar como Mr Potato… y no tienes precio!

LORENA: Jajajaja, qué imaginación la tuya… ¡Anda, que pases buena noche!

VERO: -Todavía sonriendo por mi ocurrencia- Buenas noches…

Lunes. Tediosos lunes. Es como si hiciera más sueño sólo por el hecho de ser lunes, aunque lo haya recuperado durante el fin de semana. Cuando llego a la farmacia ya está abierta, mi compañera de las mañanas había estado de vacaciones y ella es la que suele abrir por las mañanas. Dejo el móvil en el bolso, no quiero pasarme la mañana mirándolo disimuladamente desde el bolsillo de la bata por ver si me ha escrito o no Pau, o por si caigo en la tentación de escribirle. He dicho que hasta por la tarde nada, y hasta por la tarde nada.

La mañana va pasando como siempre. Quejas por la subida de las tasas, intentar entender la letra de los médicos, atender a gente extranjera que no te saben explicar el mal que padecen… El trabajo de cara al público tiene sus más y sus menos, no se puede negar que no sea entretenido. Lo agradezco, porque te da vidilla y aprendes mucho de la gente y de cómo tratarla.

Las tres. Hora de recoger e ir a casa. A estas horas Vero ya habrá llevado a los gemelos a casa de Maite para darles de comer y les habrá vuelto a llevar al cole. Espero que no se haya perdido, ya me contará. Lo primero que hago al salir de la farmacia es mirar el móvil; me han escrito varias personas, entre ellas Vero y Pau. Vero me dice que todo bien, que no le ha hecho falta el croquis porque los niños ya se saben el camino y se ha fiado de ellos. Y como con los buenos platos, me deja lo mejor para el final.

PAU: Hola!! Te acordarás de mí, ¿no?

LORENA: Cómo no!! Me lo pasé muy bien contigo el sábado

PAU: Sí, yo también… :). ¿Qué tal tu lunes?

LORENA: Como todos los lunes, tedioso y agotador! Y todavía me queda la tarde, tengo alemán!

PAU: Sí, yo igual… trabajo hasta media tarde y luego voy al conservatorio.

LORENA: ¡Cierto!! Tus clases de piano! Debes tocar genial…

PAU: Cuando quieras te hago una demo ;) –Aquí es cuando mi embobamiento llega a su máximo, tanto que el sonido de un clácson me interrumpe de repente-

CONDUCTOR: ¡¡Mira al frente niña!!! Todo el día con el móvil… algún día os tendrían que dar un buen susto para que prestéis un poco más de atención a la calle.

LORENA: -en voz baja- capullo…

El día va pasando, y mi conversación con Pau se va cortando momentáneamente por nuestras obligaciones y actividades “extralaborales”, pero en realidad no se apaga en ningún momento, sigue un hilo que está durando varias horas; lo único que en vez de contestarnos al instante, tardamos más rato en hacerlo porque en ese momento no podemos. Ya por la noche, después de cenar, estamos mirando las fotos que ha colgado Andrea a facebook, y claro, mi móvil, como durante toda la tarde, va sonando de vez en cuando, y como he dicho antes, mi cara, al ver de quien viene el mensaje, cambia por completo.

VERO: Uy uy uy… ¿y esa carita?

LORENA: ¿eh? Nah, mis amigos, que me están contando cotilleos de uno de ellos y me hacen mucha gracia.

VERO: Sí, ya, claro, y yo en realidad soy científica de la NASA pero me gusta más cuidar niños.

LORENA: Oye pues podría ser!! Igual los niños son tu vocación y tú perdiendo el tiempo con asteroides y galaxias!

VERO: No me cambies de tema, que no me chupo el dedo! Esa cara no es por el cotilleo de un amigo. Ahí hay algo más… -Levanta un poco la vista para alcanzar a ver lo que pone en la pantalla del móvil, que en este momento me he despistado y lo he dejado encima del sofá sin darme cuenta- Así que Pau, eh..!!

LORENA: Que no!!! –Se me escapa la risa tonta que delata mi mentira- Que es una amiga de Madrid!

VERO: Bueno bueno…

LORENA: Va, vamos a seguir mirando las fotos...

Mierda, me ha pillado, no se ha creído nada. Tengo sudores fríos en mis manos y se me han acelerado los latidos. Creo que ya es hora de irse a dormir, que sinó mañana voy a ir con más sueño todavía.

LORENA: Buenas noches Vero, mañana más!

VERO: Buenas noches Lorena, que descanses! Y no pienses mucho en Pau…! –Guiñándome el ojo-.

Pasan un par de días y Pau y yo seguimos hablando por whatsapp todas las tardes. Nos contamos el día y a raíz de eso la conversación se va desviando, y nos vamos conociendo un poco más. No es la mejor manera, lo sé, mejor sería vernos en persona, pero la verdad es que lo tenemos un poco complicado durante la semana… ella tiene las tardes bastante ocupadas y cuando no es ella soy yo. Supongo que para el fin de semana será distinto. Pero todavía es jueves y no sé si podré esperar dos días más sin verla. Sé donde trabaja, y hoy tiene conservatorio. Quizás podría irla a recoger por sorpresa a donde trabaja y acompañarla a su clase de piano. Sísísí! Es perfecto!! Ya tengo ganas que sea por la tarde!!

Como a toda prisa, casi engullendo. Estoy muy nerviosa. Quedan todavía tres horas para que salga de trabajar y ya me tiembla el pulso. Me tengo que calmar, sinó va a salir fatal. Me pongo unos vaqueros negros con una camiseta y una sudadera con cremallera y uno de mis mil pares de bambas. Si a algo soy adicta es a las zapatillas deportivas. Cada invierno me compro un par y no tiro ninguno, así que a estas alturas tengo una buena colección.

Llego a la entrada del hospital donde trabaja; está en segundo de residencia de biología. Estoy segura de que sale por esta puerta en diez minutos. Me miro en el reflejo de la puerta del hospital, a ver si voy bien peinada o si se me ha corrido la raya del ojo. Estoy muy nerviosa. Me siento en las escaleras, me vuelvo a poner de pie, me vuelvo a mirar al reflejo de la puerta. Y en esas, se abre la puerta y sale una chica con una camiseta de Red Hot Chili Peppers, unos vaqueros azul muy claro, casi blancos, y unas Converse negras de bota con los cordones flojos. Se quita las gafas de sol, unas Rayban tipo aviador que ya llevaba puestas desde que había salido del ascensor y entrecierra los ojos para cerciorarse de que soy quien cree que soy, con una sonrisa enorme plantada en su boca.

PAU: Peroperopero… ¿qué haces aquí??

LORENA: Pues que… tenía ganas de verte y… he venido. –Tengo la boca seca, las manos sudando y una sensación entre el pecho y el estómago que pocas veces había tenido antes. Creo que ni con Andrea. Diría que es eso que la gente llama mariposillas en el interior…

PAU: Ay… que ilusión!! Nunca me habían hecho algo así!!

LORENA: ¿En serio que no?

PAU: En serio… -Me sonríe mordiéndose el labio inferior con un par de dientes. Qué tierna es. Parece que la he emocionado.

LORENA: Tienes que ir al conservatorio, ¿no? –Cambio de tema porque como me siga mirando así me deshago aquí mismo. Esta vez va sin maquillar pero con la luz del día le puedo ver que tiene algunas pecas por debajo de los ojos, muy poco marcadas, pero las tiene.

PAU: Sí sí, empiezo a las siete… ¿me acompañas?

LORENA: Claro! Para eso he venido!

El camino hasta el conservatorio no es muy largo, menos mal! Pau me va hablando de cosas de su trabajo; como ella es bióloga y yo farmacéutica, entiendo muchas de las cosas que me cuenta, y a mí me interesa el trabajo de hospital; de hecho, me hubiera gustado hacer mi residencia en un hospital, pero no obtuve suficiente nota. Yo le he contado anécdotas de mi clientela, que cada día hay alguna, y también le he contado la broma de Mr. Potato que le gasté a Vero, y también se ríe como hizo ella. Justo en esas llegamos a la puerta del conservatorio.

PAU: Eres la leche Lorena.

LORENA: Bueno, se hace lo que se puede… -Nunca sé qué decir cuando me dicen ese tipo de cosas así que para salir del paso intento decir eso con un tono entre chulo y modesto, es algo raro. Nos quedamos mirando por unos segundos que parecen eternos. Creo que las dos tenemos ganas de hacer lo mismo pero ninguna se atreve. Yo desde luego, no, porque nunca lo he hecho y no sé como hacerlo. Quizás es por eso que nunca lo he hecho. Un pez que se muerde la cola-

PAU: Ya tengo que subir…

LORENA: Lo sé…

Desde que hemos parado y nos hemos empezado a despedir no hemos perdido el contacto visual ni un segundo; a mí me tiembla el labio, como siempre que estoy nerviosa. De repente inspira como quien está a punto de hacer un acto de valor, se me acerca un poco, se me acerca todavía más, pone sus manos alrededor de mi cintura y poco a poco su cara va acortando distancia con la mía, hasta el momento en que siento su respiración en mi boca, su aliento a chicle de clorofila y su nariz se roza con la mía. Cierro los ojos y unos segundos después noto un cosquilleo húmedo en mis labios; son los suyos, que han querido tantear el terreno, con mucho respeto, como pidiendo permiso. Abro los ojos, veo que me está mirando, los vuelvo a cerrar, y decido “darle permiso” posando mis manos nerviosas sobre sus caderas, con muy poca decisión, sin fuerza, como si fuera a hacerlo mal… con falta de experiencia. Otra vez vuelvo a sentir como su boca se acerca a la mía y esta vez sus labios atrapan a los míos con más firmeza, regalándoles un beso que intento seguir y, para mi sorpresa, creo que no lo estoy haciendo tan mal. Su cuerpo se acerca un poco más al mío, y con este acercamiento me atrevo a abrazarla del todo por la cintura.

PAU: ¿Lo ves, como no es tan difícil? No estés nerviosa…

Me dice esto sonriéndome y seguimos con el beso.  Nunca había probado unos labios y debo decir que por lo menos los de Pau me encantan. Besarla es mucho mejor que comer el mejor de los chocolates, no hay sensación comparable; ni la que siento en los labios, ni la que siento en mi interior, ni la que siento en mi entrepierna las he sentido antes. No creí que con un beso ya me sentiría excitada. Sus manos suben hasta mi cuello e intensifica el beso, metiendo una pequeña porción de su lengua en mi boca. Mi cuerpo reacciona todavía más ante eso y mi lengua responde instintivamente mientras ella me acaricia el cuello y la nuca, con una suavidad que nunca me había imaginado que me dedicarían.  Lentamente va parando el beso hasta que aparta sólo su boca de la mía pero nos quedamos con las frentes pegadas y nuestras caras sonrientes, su sonrisa con ese diente roto que me encanta. Su mano va a buscar la mía, esta vez ya no tan tímidamente como el sábado, sino que entrelazamos todos los dedos.

PAU: No tardemos tanto en volver a vernos. ¿Te va bien el sábado?

LORENA: Me va perfecto.

PAU: Genial!  Tengo que subir… hablamos!

Se da la vuelta para dirigirse a la puerta del conservatorio. Quiero que se quede con buen sabor de boca para el resto del día por lo menos, y aprovechando que todavía no le he soltado de una mano, espero que esté lo más separada de mí que pueda y entonces la atraigo hacia mí, obligándola a dar media vuelta y que quede frente a mí de nuevo

LORENA: Se me había olvidado darte algo

La suelto de la mano y esta vez soy yo la que lleva mis manos a su cuello y la beso como ella me ha besado antes, como ella me ha enseñado, jugando un poco con nuestros labios y mordiéndome el labio inferior justo antes de separarse de mí.

PAU: Gracias. Eres única.