Mi novia, mi amigo y yo (2)

Está más que mojada, está a punto, dijo él sin dejar de tocarla, introduciéndo sus dedos dentro de mi entregada novia. - Yo, nervioso y celoso pero con una erección más que notable, les dije que tenía ganas de verlos haciendo el amor delante mío

¡ Qué puta es tu mujer, amigo !

Después de unas semanas sin saber de nuestro amigo, una noche recibimos una llamada suya en la que nos comunicaba su cambio de domicilio y nos invitaba a una cena para conocer su pisito a lo que respondimos afirmativamente. Nos dijo que era una cena informal pero la única norma era que mi novia viniera con ropa sugerente, a lo que ella no puso ningún reparo, más que nada porque siempre viste de esa manera.

Llegada la tarde de la cita, nos dedicamos a escoger cuál sería el vestido más adecuado para la cena, esperando sorprender a nuestro amigo.

Por fin, después de unas horas, mi novia se decidió por un vestido de seda semitransparente unos dedos por encima de sus preciosas rodillas, sin sujetador, un tanga de hilo dental y unos tacones bien altos, lo que como resultado daba una hembra que no dejaba a nadie que la viera impasible.

Llegamos al piso de nuestro amigo quien nos recibió muy contento por vernos, especialmente a mi novia a quien besó descaradamente en los labios. La cena transcurrió animadamente ya que el vino que llevamos regaba generosamente tan suculentos platos.

Los comentarios empezaban a subir de tono y nuestro amigo empezaba a demostrar un interés especial por el cuerpo de mi novia quien viéndose deseada, se insinuaba sin pudor ninguno.

  • Si me seguís dando de este vino tan bueno, no respondo de mis actos, comentó sonriendo.

  • Entonces ponle un poco más, le dije a nuestro amigo, así probablemente nos hará un streaptease o algo más, comenté ya lanzado al abismo de la lujuria.

  • Si queréis pongo música sensual y que decida ella misma.

  • Si, porfa, dijo ella con esa mirada que tiene cuando está un poco bebida y cachonda.

La música hizo que se levantara mi chica y empezara a deleitarnos con unos bailoteos sensuales en los que se levantaba el vestido hasta las nalgas, se acariciaba los pechos que ya marcaban sus deliciosos pezones ya erectos delatando su excitación.

Invité a nuestro amigo a bailar con ella a lo que mi novia se acercó a él cogiéndolo de las manos y llevándolo al lugar donde estaba bailando.

Se abrazaron, se miraron con deseo, casi con lujuria y empezaron a acariciarse en mi presencia.

Yo, nervioso ante la escena encendí un cigarrillo mientras me acababa mi copa de whisky.

Los labios de nuestro amigo buscaban los de mi novia, sus manos apretaban sus nalgas mientras ella intentaba sin mucha intención zafarse del ataque ya que empezó a sentir la erección de su amante, lo que hizo que se apretara aún más a él.

Ella me miró como pidiéndome permiso para seguir, ya que sentía que habían llegado al punto de no retorno.

Yo, nervioso ante la escena le sonreí asintiendo.

Sus labios por fin se juntaron, sus lenguas de entrelazaron fundiéndose en un apasionado morreo al tiempo que nuestro amigo levantó el vestido de ella y acarició su vagina.

  • Seguro que está mojada, comenté deseando que continuaran.

  • Está más que mojada, está a punto, dijo él sin dejar de tocarla, introduciendo sus dedos dentro de mi entregada novia.

  • Yo, nervioso y celoso pero con una erección más que notable, les dije que tenía ganas de verlos haciendo el amor delante mío.

  • Ella sin poder aguantar tanta excitación, se agachó y sacó de su apretada prisión el pene erecto de nuestro amigo y se lo introdujo en su boca, la boca que tan feliz me había hecho a mí tantas veces, ahora era toda para nuestro amigo que me miraba mientras ella la relamía, la descapullaba metiéndose todo aquel pedazo de carne caliente hasta la campanilla, gimiendo de placer con los ojos cerrados, así era como ella demostraba que ya estaba totalmente entregada a la pasión.

Así estuvo bastante rato, gozando de la polla de su amante, al que una vez tuvo dentro y que desde aquella noche no dejaba de decirme que lo deseaba tanto como a mí.

  • Poneros cómodos en el sofá, así podré ver como la penetras, dije a nuestro amigo.

Él se sentó con su polla totalmente roja y dura para seguidamente mi novia quitarse el vestido y quedarse con su diminuto tanga y sus tacones y se sentó encima de él, cogió su polla, la colocó en la entrada de su precioso coño, y con la punta de aquel pedazo de tranca, se frotaba sus labios y el clítoris al tiempo que gemía y balbuceaba palabras de deseo como, "soy tuya, poséeme ", "me tienes loca", "fóllame ya".

Yo sin poder aguantarme más me tuve que sacar la polla y empezar a masturbarme dejando a la vista de los amantes la notable diferencia de tamaño, a lo que mi novia, ya perdidamente loca de pasión, le dijo a nuestro amigo "necesitaba una buena polla como la tuya, fóllame ya amor".

Hasta aquel día, se suponía que amor, era yo, pero desde entonces hasta unos años más tarde, mi novia y más tarde mi esposa tuvo dos amores.

Ella, bajó despacito introduciéndose la polla de él hasta muy adentro, subía, bajaba y así una y otra vez sin desfallecer, gimiendo primero y gritando luego.

Él, al tiempo que mi amada novia cabalgaba, mordía sus pezones y amasaba sus nalgas y de vez en cuando, le metía un dedo en su culito a lo que ella respondía moviéndolo sin parar de gemir.

Ante aquel espectáculo, yo no pude más y me descargué con un copioso chorro de esperma.

Ellos continuaban, ahora ella se giró clavándose el miembro de él hasta el fondo mientras apretaba sus tetas lo que me daba una visión del acto que me produjo una nueva erección.

Para mi sorpresa, sacó de dentro de mi novia su polla y con el consentimiento de ella, se la metió un su culito, aquel culito que normalmente rechazaba ser penetrado por mi polla. No sé cuántas veces se corrió mi novia, pero fueron más de seis o siete, no importaba.

Entonces nuestro amigo descargó su leche dentro del culito de ella, que gritaba lujuriosa "te quiero, te quiero...".

Yo me corrí enseguida viendo como los amantes seguían unidos, como no queriendo separarse nunca hasta que al rato ella se levantó dejando deslizarse por sus nalgas un río de leche caliente que se juntaba con sus flujos vaginales a lo largo de sus piernas.

Se quedaron abrazados besándose y acariciándose durante un buen rato.

Después, se fueron al baño a lavarse el uno a la otra, volvieron, se vistieron y mientras se servían unas copas, yo me fuí a lavarme.

Una vez tranquilos los tres, comentamos entre copa y copa que había sido un estreno magnífico del piso de nuestro amigo, al que volvimos a ver en unas semanas, pero eso es para el siguiente relato.