Mi novia la tetona en la playa (y 2)
Tenía el cuerpo de una niña de 14 años. Cuatro escasos pelitos en su dulce coñito, una cara absolutamente angelical y unos voluminosos tetones.
La jovencita alemana ponía mucho interés pero le faltaba experiencia. Mi novia se dejaba querer. Yo me aparté a mirar. Acababa de correrme y tenía que recuperarme. La jovencita apartó su boca del coñito de mi novia y empezó a subir los besos por su ombligo hasta llegar a los pechos. Todavía estaba mi leche sobre las tetas y la alemana sin ningún pudor empezó a comerle las tetas a mi novia. Vaya con la niña. Se tragó mi leche y se besaron en la boca de forma profunda y muy tierna. Con el beso y tras un largo manoseo la jovencita se corrió como una perra. Estábamos agotados. Ya habría más oportunidades.
Al día siguiente, llegamos a la piscina sobre las 11 horas. Mi novia muy a mi pesar optó por ponerse el bikini. Me excitaba mucho que se pusiera en topless ante todo el hotel pero decidió esperar a oto día. El bikini era bonito. La piscina se encontraba repleta de gente, niños, ancianos parejas de jóvenes etc,,. Esa circunstancia hizo que mi novia a pesar todo, optara por ponerse un bikini más bien casto, sin enseñar mucho. A eso había que unir que, a excepción de algunas jovencitas, ninguna mujer practicaba el topless.
Eso sí, al lado de nuestra hamaca había un matrimonio más bien maduro que no paraba de mirar. Fundamentalmente el hombre. A pesar de que el bikini tapaba mucho, el volumen de los pechos seguía siendo anormal para una chica tan delgadita. Después de mucho intentarlo y no conseguir que mi novia se pusiera en topless, opté por ir al bar de la piscina.
Allí, se me acercó el hombre maduro. Paco. Me comentó que se encontraba jubilado porque había vendido su taller y que tenía mucho dinero pero no sabía en que gastarlo. La conversación, no sé muy bien cómo, derivó en mi novia. Me dijo que era preciosa y que a él le encantaban las mujeres con mucho pecho. Fue entonces cuando me realzó una oferta que no podía rechazar....
Mi nombre es Paco. Tengo 63 años y debo deciros que lo que parecía iban a ser unas vacaciones aburridas junto a mi esposa, se convirtieron en una experiencia increíble. Todo empezó en el hall del hotel. Era una pareja aparentemente normal. Al principio no reparé en ellos porque había mucha gente recién llegada, y yo estaba inmerso en localizar mi reserva y la de mi esposa. No la vi hasta que alcé los ojos de mi maleta y la tuve a escasos dos metros frente a mí. Se había dado la vuelta y estaba leyendo unos papeles que yo intuí eran su propia reserva en el hotel.
No era muy alta, pero sí extremadamente delgada. Era morena, con media melena, y muy guapa de cara. Iba con una camiseta de tirante muy fino que dejaba entrever un piercing en el ombligo. Llevaba una minifalda vaquera muy cortita que mostraba unas piernas delgadas pero robustas y, sobre todo, muy morenas. Llevaba una sandalias tipo chanclas muy deportivas. Iba vestida muy moderna y muy cómoda.
No obstante, lo que más me llamó la atención fue sus increíbles pechos. Eran inusitadamente grandes. Se percibían sus senos pese a llevar un sostén que se intuía tremendo. La camiseta era tan extremadamente fina que se observaba el relieve de un sujetador de una talla infinita, de esos con alambres que impiden que las tetas se caigan hasta el suelo. Pese a ello, no conseguía disimular uno melones pesados y muy grandes. Fue en ese mismo instante cuando la jovencita hizo un movimiento brusco y sus melones hicieron un bamboleo tremendo, tolon-tolon que prácticamente me dejaron sin respiración.
Pese a que la pareja no reparó en nosotros y parecía que no existíamos para ellos, las vacaciones se empezaban a animar. A partir de ese momento no tuve otra aspiración que poder ver aquellos tetones que se percibían tras un tremendo y horroroso sujetador. Todas mis vacaciones debían girar alrededor de aquella jovencita con pechos desbordantes.
Lo primero era saber cuál iba a ser su habitación y, sobremanera, si estaría cerca de la mía. Esa primera cuestión se convirtió en una primera derrota sin mayor importancia, su habitación se encontraba alejada de la nuestra. Tener la posibilidad de escuchar los gemidos de la tetona era una opción más que apetecible, pero ya llegarían más oportunidades. Había en el hotel una preciosa piscina y oportunidades no iban a faltar.
La primera oportunidad se presentaba con una primera excursión a la capital. No me apetecía demasiado, pero la posibilidad de estar cerca de ella me animó a conocer Cádiz. Me informé sobre la excursión e investigué si se animaba la parejita. Íbamos con la misma agencia de viajes por lo que las posibilidades eran grandes. Y así fue. Me enteré de que se llamaban Paula y Juan y de que, efectivamente, estaban apuntados a la excursión.
Se salía muy temprano. Mi esposa prefería la piscina por lo que me quité un estorbo para mis maniobras. Estábamos apuntados unas doce personas. El bus se encontraba a punto de salir y ellos aún no habían llegado. Yo empezaba a ponerme nervioso, hasta que, a punto de salir, aparecieron por el hall del hotel. Corriendo.
Ella iba con un pantaloncito muy corto y una camiseta de tirante muy fino parecida a la del día anterior pero color rojo. No obstante por debajo de la camiseta no se le intuía un sujetador de esos que parecen hechos a medida con grandes aros de alambre, más bien parecía un bikini de flores de esos que se atan con nudos. Lo digo porque al correr los pechos le saltaban como balones de basket. Que tetones¡¡ Llegaron exhaustos, pidieron disculpas a todos y se sentaron. Lo hicieron delante de mí pero al otro lado del pasillo. No sé qué ocurrió, pero mi excursión se desvaneció cuando al llegar a Cádiz desaparecieron. Que mala suerte. Luego supe que habían estado en una playa con una alemana y su hija o algo así. Una oportunidad perdida. Pero al día siguiente les vi en la piscina....
Tras unos prolegómenos en el bar en donde le expliqué mi situación financiera opté por ir directo al grando. Quería ver los tetones de su novia y le indique que me encantaría entrar en su habitación observarla desde el armario. Nuestras habitaciones son idénticas y conocía de la existencia de dos armarios, desde donde uno de los cuales había una gran perspectiva de la habitación y la cama. Cerramos el trato financiero y su novio accedió a dejarme una llave. La única condición es que ella no supiera nada.
Eran las siete de la tarde y la pareja había salido. Entré muy cauto en la habitación. Sabía que tenía un par de horas para vagar por la habitación. Me daba la sensación de estar en una mina inexplorada y me albergaba una gran ansiedad. Intuí que se habrían duchado antes de salir a cenar y fui al baño. Allí encontré mi primer tesoro, una tanguita diminuta enrolladita y caída en el suelo. Junto a ella un gigantesco sujetador. Cogí el tanguita y lo desenrolle. Aún estaba húmedo (hacía un calor insoportable). Era especialmente pequeño, tenía un estrechísimo hilo que hacía escasos cinco minutos había estado dentro de su culito uumm¡¡. En la zona del coñito se percibía el sabor de su vulva. La tanguita era negra pero por esa zona había una manchita marrón. No lo pude evitar, me la introduje en la boca y la empecé a saborear; estaba saladita, olía a ella, muy bien. Tuve una tremenda erección.
La estuve saboreando durante varios minutos intensos. Me saqué la polla y empecé a meneármela. Pero quería aún más. Me la saqué de la boca y me empecé a restregar la tanga en mi polla. Estaba siendo una paja inmensa..., pero hacía falta algo más. Opté por registrar sus maletas en busca de algo más. Me encontré con más tangas, bikinis, ropa y apareció algo inesperado, fotos... eran fotografías de ella en todas las situaciones...pero ninguna desnuda. Me empezaba a poner nervioso. Cogí una en la que estaba en bikini. Era de flores (como el que llevó a la excursión). Le quedaba bien. Realzaba sus normes pechos que yo solo podía intuir ante aquel bikini de copa gigante. Me hice una paja monumental viendo la foto y estrujándome la tanga contra mi polla. Me corrí en la foto y el tanga. Fotografía que por supuesto me guardé. Solo quedaba esperar.
Oí ruido de cerradura y me introduje en el armario. Tenía una vista fantástica. Cuando entraron me pareció que iban un tanto bebidos. Mejor. Ella estaba relajada, sonriente, desinhibida, incapaz de adivinar que yo estaba detrás de aquel armario contemplándola. Le comentó a su novio que se iba a duchar. Eso me desilusionó porque me perdería una visión increíble. Ella desnuda bajo la ducha. El ruido de la ducha no hizo sino excitarme más. Soñaba con verla bajo un manto de agua, desnuda, manoseándose los tetones uuff¡
No tardó en salir. Salió con una toalla enrollada sobre la cabeza y otra tapándole los pechos. Era una toalla pequeña y se le veía parte de su precioso culo. Allí estaba, preciosa, recién salida de la ducha y con una toalla que más que tapar le destacaba más su cuerpo. Se empezó a dar crema en las piernas. Estaba de pie frente a mí apoyando cada pierna sobre la cama. Al agacharse para darse crema en los tobillos, le asomaban las tetas por encima de la toalla. Vaya espectáculo. Cuando acabó se dio la vuelta. Maldita sea. Dejó caer la toalla y observé, a dos metros, su culo. Me daba la espalda y se empezó a secar el pelo. Tenía un culo pequeño pero, aparentemente, muy duro. Se le notaba la marquita blanca del tanga ya que por lo demás estaba espectacularmente morena. Por los costados le asomaban el costado de sus senos que se adivinaban tremendos. Y se dio la vuelta.
Entonces la vi. No me desilusionó para nada. Era tal y como lo esperaba o aún mejor. Tenía el cuerpo de una niña de 14 años. De baja estatura, muy delgada, tremendamente morena, cuatro escasos pelitos en su dulce coñito, una cara absolutamente angelical y unos voluminosos tetones. Su areola era muy rosada, grande y muy rugosa. El pezón era pequeño y muy puntiagudo. Eran unas tetas muy grandes pero increíblemente firmes (lo normal con 26 años).
Su novio apareció de la nada completamente desnudo y empalmado. Le agarró por detrás besándole su cuello mientras le agarraba los senos. Ella se reía desinhibida, relajada. Le clavaba su polla contra su culo y le sobaba los tetones para arriba y para abajo. En un momento dado la empujó dulcemente contra la cama. Ella cayó sobre la misma riéndose a carcajadas. Parecían felices. Cayó boca abajo y así se quedó. Parecía que, pese a la ducha, estaba completamente borracha. Su novio se sentó encima de su espalda y le empezó a masajear la espalda, a acariciarla, dulcemente mientras ella gemía. Al de un rato la incorporó un poco y la puso a cuatro patas, como un perra en celo.
-te la voy a meter por el culo preciosa.
-no, por favor, que sabes que me duele mucho
- solo la puntita, verás como disfrutas
Fue entonces cuando el novio cogió el bote de crema hidratante y se impregno el dedo. Comenzó a metérselo por el culo suavemente, con cariño. Ella gemía y se movía rítmicamente. Parecía una vaca con sus ubres inmensas bamboleándose.
Le metió la polla por el culo, despacio, suavemente. Ella confiada se regodeaba de gusto. Que enculada¡¡ En un momento el novio pegó una envestida y zas¡¡se la insertó entera en el culo. Ella a cuatro patas, él por detrás y toda la polla dentro de su culo.
-ahhh¡¡¡ eres un cerdo, me habías dicho que solo la puntita¡¡
-tu goza y muévete puta
El novio estaba poseído. Le estaba haciendo daño pero ella gritaba de placer. Sus senos cada vez se movían más rápido. Que situación. Mi polla estallaba. El novio miraba de vez en cuando al armario sonriendo y, seguramente, pensando: "es mi novia, sus tetones y le estoy dando por el culo yo, tú limítate a mirar". No sabía que yo estaba gozando mirando.
Se corrió rápido. Ella se desplomó agotada, con el culo destrozado pero gimiendo como una perra. Se durmieron muy pronto.
Salí del armario, y estaban ambos completamente dormidos. El esfuerzo y el alcohol. Le retiré la sabana y allí estaba a 40 centímetros de mí, aquel ángel desnudo y exhausto. Se encontraba de costado, sus pechos semi-aplastados, inmensos. Me saqué la polla y me empecé a pajear. Sin control, sin importarme nada. Le acerqué mi polla a su boca, le toqué los labios con mi pene erecto, tenía la boca entreabierta y respiraba fuerte, dormida. Me agaché y le besé las tetas, le mordí los pezones y se las agarré con mis manos, con fuerza. Estaban duras y eran interminables. En ese momento lanzó un pequeño suspiro y me asusté, pero aún seguía dormida.
Empezaba a llegar al climax. Fue entones cuando acerqué mi polla aún más a su boca, y reventé. Salió mi leche en gran cantidad, como un gran brote de una manguera. La mayor parte se introdujo en su boca medio abierta. Se atragantó y tosió saliéndole una gran cantidad de mi leche por la comisura de sus labios. Que sensación. Su boca impregnada de mi leche, dormida, sus tetones morenos sobre la sábana..