Mi novia Eva (Cap 3º)
Le cogí las manos y lo saqué al bailar. El pobre no sabía si estar contento o morirse de vergüenza, miraba inquieto a sus amigos. Venga un poco de alegría, muévete que me aburro. Le solté. Lo que sonaba no era precisamente para bailar agarrado, pero él lo hizo. Colocó las manos en mis caderas y me siguió el ritmo, no bailaba mal el cabrón.
Aquel año el mes de julio fue especialmente caluroso, el termómetro rozo los treinta grados prácticamente todos los días.
Era viernes, en las oficinas no funcionaba el aire acondicionado, mi padre era un puto agarrado, el sistema de aire se había estropeado un par de años atrás, cuando el técnico le dio el presupuesto de la reparación mi viejo lo echó a patadas. Desde entonces recibir a los clientes con la camisa llena de chorretones de sudor era marca de la casa.
Me subí al coche, necesitaba una ducha urgente, miré mi móvil, Eva me había enviado varios WhatsApp.
“hola bicho”
“me voy a tomar algo por el centro con Maite”
“te apuntas??”
“acabo de salir del curro”
“necesito una ducha estoy empapado”
“ok”
“sí vienes avisa y te digo donde estamos”
“ok”
Dejé el móvil y condije hasta casa, me quité aquella ropa apestosa y me metí en la ducha. Era un bálsamo, al salir estaba como nuevo, me enfundé unos pantalones cortos y me despanzurré en el sofá. En casa no hacía calor, la temperatura era agradable, no me apetecía salir y sudar otra ver como un cerdo.
“oye, que me quedo estoy “in love” con el sofá ahora mismo” le envíe, tardo un rato en leerlo.
“ok”
Me desperté sobresaltado al escuchar la puerta. Seguía recostado en el sofá con la tele encendida. Un tipo relataba la obra y milagros de un conjunto de sartenes anti adherentes.
- “Joder la teletienda”. - pensé- “que hora es”.
Cogí mi móvil e intentando agudizar la vista miré la pantalla, descubrí para mi sorpresa que rozaban las cuatro de la mañana. De pronto Eva apareció en el salón. Llevaba puesto un vestido suelto de verano de un rojo intenso y sandalias. Conocía aquel vestido, justo por debajo de los pechos se ceñía y a ella le gustaba llevarlo sin sujetador, no tenía escote, pero al moverse se notaba que aquellos pechos disfrutaban de la libertad.
Estaba de pie mirándome, se movía ligeramente a los lados, estaba claro que venía achispada.
-Tengo que contarte algo. - dijo mordiéndose el labio inferior. Su rostro se ruborizo, eso hizo que me sobresaltase, me incorporé en el sofá.
- ¿Qué ha pasado? -dije ansioso.
Ella se sentó a mi lado, sus ojos brillaban, mezcla del alcohol y la excitación.
- ¿Cómo has vuelto? -pregunte.
-Maite ha acercado. -
-Cuéntame. - dije ansioso.
-Haber. -dijo pasando las manos por la cara como para centrarse-Quedé con Maite en el centro para toma algo, paso a recogerme...
-Si, eso ya lo sabía, me lo contarte por la tarde. -la interrumpí llevado por la ansiedad.
-Haber, pues eso, estábamos tomando algo, tú me dijiste que no venias y tal, Maite comenzó con la coña de “noche de chicas”. Nos tomamos unos vinos en el centro, por la zona vieja, después bajamos “al Pilón” (El “Pilón” era una plaza presidida por una fuente de piedra medieval, la calzada, ya en desuso al ser peatonal, acostumbraba a estar ocupada por las terrazas de los bares que poblaban prácticamente todos los bajos comerciales de la zona).-Un vinito, una tapita, ya sabes, se nos fue un poco de las manos. Ya llevábamos ocho albariños cada una y una caraja importante.
Eva se reía nerviosa con su propia historia, yo estaba de los nervios.
-Si si venga arranca. -le dije agitando las manos arriba y abajo.
-Pues eso, que ya estábamos las dos bastante contentas. Maite se encontró con unas colegas del curro, dos tipas que ya conocía de vista, bueno, nos comentaron que en el Lemon esa noche había un concierto, no recuerdo el nombre del grupo. -Eva se frotaba las sienes intentado recordar el nombre.
-Sí, y fuisteis con las dos petardas esas. - le dije metiéndola prisa.
-Eso. -asintió agitando la mano. - Las tipas comenzaron a decir que seguro que estaba lleno de yogurines. - otra vez la risa nerviosa, ella me miro con aquella chispa en los ojos. - Creo que tengo un problema, esto no es normal. -dijo apoyando la frente en sus nudillos. -cuando la tiparraca nos dijo eso se me encharcaron las bragas cosa mala.
Me reí con aquel comentario, pero llevaba razón, al escuchar aquello mi imaginación se disparó atolondrada, yo también me excité sobremanera.
-Vale y fuisteis al Lemon. - la apremié. El pub se encontraba en un callejón adyacente al “Pilón”, aquella callejuela albergo en su día varios prostíbulos, había sido recuperada años atrás y ahora la mayoría de locales se habían reconvertido en pub y algunas vinotecas. El Lemon había adquirido la típica etiqueta “para pijos”, lo cierto es que se la había ganado con razón; plagado de espejos y luces de neón. Las camareras parecían sacadas de cualquier programa de televisión de medio pelo, enseñando escote y pintadas como una puerta. Y la música, mucho Hombres G y mucho Taburete. Los niños bien de la ciudad eran su clientela predilecta. Camisa, chaleco o jersey de punto sobre los hombros, pantalón de pinza y náuticos, el uniforme oficial. Las chicas se paseaban con vestidos largos, más adecuados para una celebración que para salir de copas.
-Bueno, pues entramos en el local, estaba bastante petado, como el escenario está prácticamente a ras de suelo no éramos capaces de ver nada. -Eva se encogió de hombros.- “pa” la barra que nos fuimos. Nos pedimos cuatro chupitos de tequila con su sal y su limón y a dentro. -Eva imito el gesto de empinar el codo. - Me fijé en la gente que nos rodeaba, y joder, sí que eran unos pipiolos, alguno creo que tendría a sus padres esperando fuera. Ese era el nivel, una de las amigas comento que esperaba más veinteañeros, que era una putada, que eran todos unos bebes. Yo estaba cachondísima, el alcohol no me estaba ayudando.
-Serian todos unos niñatos supongo. - dije
-Si la mayoría si, ni nos miraban, entonces las amigas de Maite comenzaron a bailar dudo que ni al ritmo de la música que estaban tocando, pero daba igual. Maite y yo nos miramos y dijimos “que coño” y comenzamos a perrear. No sé el rato que pasamos, pero cuando la música cambio de golpe me di cuenta que el concierto había acabado y sonaba lo habitual del local. Estas tres estaban ablando con un grupo de chavales, yo estaba ya bastante pedo, Maite me hizo señas para que me acercara. Mira estos son colegas de conservatorio de mi hermana, me dijo señalando a cuatro chavales. Yo pues los salude con la mano si mucha ceremonia.
-Cuatro para cuatro. -la interrumpí
-Si, eso entendieron también ellos, los cuatro eran normalitos, unos niños pijitos.- dijo encogiéndose de hombros.-uno de ellos se me acerco y comenzó a preguntarme:
-Hola, ¿cómo te llamas?, yo soy Carlos. -y me acercó la cara para darme dos besos. Al principio le hice un poco la cobra, pero me pareció mono, dejé que me plantara dos besos.
-Soy Eva. - le dije cuando se apartó.
-Eres amiga de Nóa ¿verdad?
-De su hermana, mejor dicho.
-Coincidimos en el conservatorio de música un año.
-Si ya me ha comentado mi amiga. -le contesté y nos quedamos allí parados sin saber muy bien de qué hablar, las otras tres estaban a lo suyo, bailando sin hacer mucho caso a los chavales que las miraban. Pero el tal Carlos me dio penica, el pobre con su pajarita roja.- Eva exageró cara de pena con una mueca.
-¿Llevaba pajarita?.
-Si, pobrecito, era super ridículo, pero iba a juego con mi vestido.-soltó una risotada.
-¿Qué hiciste con el pobre chaval?.-pregunté.
-Le cogí las manos y lo saqué al bailar. El pobre no sabía si estar contento o morirse de vergüenza, miraba inquieto a sus amigos. Venga un poco de alegría, muévete que me aburro. Le solté. Lo que sonaba no era precisamente para bailar agarrado, pero él lo hizo. Colocó las manos en mis caderas y me siguió el ritmo, no bailaba mal el cabrón. -Eva echó una risotada.
-Te lo juro, a esas alturas yo ya estaba empapada y el chiquillo so se le ocurre idea mejor que pegarse por completo a mí. Al principio me sorprendió que se lanzase de una forma tan repentina, pero lo comprendí enseguida. Estaba empalmado como un mono.
Las mejillas de Eva estaban rojas como un tizón ardiendo. El repentino empalme de aquel muchacho me arrancó una carcajada. Me recosté en el sofá para recuperar el resuello.
- ¿Y te quedaste quieta? -
-No, que coño, yo a lo mío. Dudé un segundo si quitármelo de encima, pero entendí que en parte lo hacía por vergüenza. Prefería que yo notase su erección a sus compañeros reparasen en ella. Estos por cierto estaban embobados mirando como su colega se frotaba contra mi cuerpo. A sí que continué bailando como si nada. Me rodeó acariciándome la cadera, se colocó detrás de mí, frotando su cosita contra mi culo un pelín desesperado. Y se vino arriba, el cabrón deslizo sus manos por mis caderas rodeando mí vientre. Yo estaba en una nube, un poco ausente la verdad y claro el muchacho al no notar oposición alguna, pues se tiró a la piscina. Noté sus manos peligrosamente cerca de mí coño. Abandoné mi letargo cuando lo descubrí besuqueándome el cuello. Lo aparte despacio intentando no parecer brusca y ni mucho menos molesta. ¡Qué coño! Me estaba gustando. Lo siento, pero tengo novio, creo que me has mal interpretado, ha sido culpa mía. Le dije y le acaricié la cara. Me di la vuela, Maite y las demás estaban buscando las chaquetas y los bolsos en medio de una maraña de prendas. Chica nos vamos, si soy capaz de encontrar el puto bolso. Me dijo.
Cogí mis cosas y me prepare para salir, el pobre chaval me esperaba en la puerta, con los ojitos de cordero degollado me acerque a él y le di dos besos. Hasta luego Carlitos ya nos veremos otro día…
Eva me miraba fijamente sus ojos echaban chispas, se mordía el labio inferior.
- ¿Y que más? . - Pregunte, sabedor de que aquella mirada guardaba la traca final de la noche.
-Me acerque para que solo el pudiese oírme. -Ella se agacho hacia mí con las manos contra su pecho como si la habitación estuviese repleta de gente y quisiese compartir conmigo un secreto. - Ha sido un placer conocerte a ti y a tu amiguito. Solté y le pasé la mano por encima del paquete, despacio, recreándome. Abandone el local sin mirar atrás. Cuando le toque no estaba empalmado pero seguro que el pobre se fue corriendo al baño a sacudirse la sardinita.
Eva se incorporó mientras echaba una risotada. Me recordó la vez que siendo niño encontré unas revistas porno en el garaje donde mi padre guardaba las herramientas. Sabía que no debía abrir aquellos cajones, que estaba mal, me ruborizaba saber que mi viejo consumía aquello. Pero volvía una y otra vez.
Estoy seguro que mi novia estaba experimentando un sentimiento parecido. Sabía que lo que había hecho no era lo correcto, se sentía turbada. Pero que si podía repetiría.
Follamos como descosidos, la tiré encima del sofá la di la vuelta y se la metí por detrás. Como dos perros, ella estaba empinadísima, no le di ni tres empujones y se corrió entre espasmos. Tampoco tarde mucho más, me descargué todo lo dentro que pude y caí rendido, Eva se estiro y coloco las piernas en mi regazo.
- ¿Qué vamos a hacer con todo esto? - le pregunté mientras acariciaba su trasero desnudo.
-Lo de hoy me ha gustado mucho pero no estaba completa.
- ¿Por qué?
-Me faltabas tu. - se colocó de lado mirándome. - Creo que si llegas a estar presente cuando el crio me agarro el culo, lo tiro en el suelo y me lo follo allí mismo.
-Entonces, ¿seguimos con esto?
-Si. - dijo y dibujó una sonrisa. -Te quiero.
- Yo también te quiero. - y le bese una nalga.
Pasaron un par de semanas, nuestra vida aparentemente volví a la normalidad, continuamos con nuestras rutinas de trabajo y ocio. No volvimos a mencionar el “tema”, acordamos que cuando surgiese la oportunidad trazaríamos un plan. Nos parecía importante disfrutar los dos a la vez de aquellas vivencias y le mejor modo era planearlo cuidadosamente. Además, aquel comportamiento podía acarrearnos problemas si llegaban a enterarse familiares o amigos. Era importante ser discretos.