Mi novia Eva
Me pregunto si todas esas parejas que veo cogidas de la mano por la calle han sufrido su momento, llamémoslo dinamita. Ese instante en el que tu relación se reactiva explota y se expande de manera incontrolada, salvaje. Por más que lo intentes ya no hay vuelta atrás, estas atrapado en un carrusel de nuevas sensaciones, en una vorágine de sexo y desenfreno, la cual, en ocasiones muy a pesar tuyo, no podrás frenar.
Mi novia Eva
Me pregunto si todas esas parejas que veo cogidas de la mano por la calle han sufrido su momento, llamémoslo “dinamita”. Ese instante en el que tu relación se reactiva explota y se expande de manera incontrolada, salvaje. Por más que lo intentes ya no hay vuelta atrás, estas atrapado en un carrusel de nuevas sensaciones, en una vorágine de sexo y desenfreno, la cual, en ocasiones muy a pesar tuyo, no podrás frenar.
Supongo que sí, quizá no a todas las parejas, de ahí esas rupturas por simple aburrimiento. Ya la conoces tanto que estas arto de la otra persona; de tener grabado cada rincón de su cuerpo; de anticiparte a cada palabra que sale de su boca, de la monotonía del sexo.
No hablo de amor, no es que no crea en el de hecho soy un gran defensor del amor romántico, hablo de la relación con tu pareja. En nuestro caso, la rutina casi nos cuesta todo lo demás. Nos queríamos con locura, pero tras 10 años de relación llegamos al punto de intentar evitar el contacto. E de admitir que parte de la culpa fue mía, hasta los 25 más o menos me mantuve en forma, nunca fui ningún figurín, pero el deporte diario me permitía lucir unos abdominales envidiables. De hecho, era habitual en aquella época que ambos practicásemos deporte juntos. El cambio de trabajo, pasé de estar en un puesto activo a sentarme detrás de un escritorio, y los nuevos horarios hicieron incompatible compaginar según qué cosas, el deporte fue una de ellas. Ponto mi barriga y mi trasero aumentaron de talla, inversamente proporcional al apetito sexual de mi pareja.
Fines de semana en casas rurales, algún que otro spa, intentos desesperados por mi parte de avivar nuestra relación, como si follar en una cama de agua fuese el elixir de vida que mi pareja necesitaba. Fracasé, evidentemente.
Acabe por reconocer que Eva, mi pareja, seguía siendo una diosa y yo su rechoncho enamorado. Tenía todo el derecho del mundo a estar harta de mí.
En el fondo estaba seguro que acabaría buscando un hombre que la saciara como ella merecía, que algún yogurín repeinado la haría feliz. Lo peor, al menos así lo sentía entonces, era que saber que en el fondo me excitaba. Pensar en Eva como el objeto de deseo de otra persona me ponía. No tuve la ocurrencia de decírselo, no porque temiese su enfado, sabía que eso no ocurría, al contrario, se reiría de mi ocurrencia. Nunca se lo confesé por vergüenza.
Con más o menos asiduidad ella accedía a mis demandas sexuales, nada de otro mundo, lo hacíamos un par de veces al mes. Ella mostraba entusiasmo pero no tenía un orgasmo, por mucho que se esforzase en fingirlo, conocía demasiado bien su cuerpo para saber cuándo estaba excitada de verdad.
Ambos nos resignamos, ella a mi cuerpo y yo a perderla.
Una tarde acompañamos a unos amigos a una cata de vinos, el restaurante en cuestión estaba al otro lado de la ciudad. Decidimos ir en mi coche y en caso de pasarnos con el vino volver en taxi a casa.
Se nos hizo de noche y entre copa y copa, ella no solía beber, adiviné en sus mejillas coloradas y sus ojos chisposos, deseo.
Nuestros amigos se hicieron de rogar, supongo que estaban disfrutando tanto como nosotros pero el alcohol no parecía haberles afectado del mismo modo. Al fin se levantaron y tras los besos de rigor los acompañamos a la salida.
Viendo cómo se encaminaban al coche Eva me rodeo con su brazo y apoyando la cabeza sobre mi hombro me susurro:
-Podríamos hacer una locura.- Su aliento dulce por el vino se deslizó por mi cara.
-¿Qué tipo de locura?.- le respondí.
-El coche esta aparcado en el callejón de ahí atrás, no parece muy bien iluminado.- Me guiñó su ojo derecho haciendo una mueca con la cara.
-Vamos. - Dije intentando no parecer ansioso.
Caminamos agarrados calle abajo. Yo con la mano en su hombro le acariciaba el cuello con un dedo, ella sonreía y canturreaba una cancioncilla infantil. Las luces del coche nos iluminaron al usar el mando. La calle, sin salida tan solo daba acceso a los garajes de un par de edificios, efectivamente apenas estaba iluminada.
Abrí la pueta del copiloto pulse la maneta del asiento y lo deslicé adelante, ella esperaba de pie, le ofrecí mi mano como un caballero de otra época y recline la cabeza exagerando el gesto, abrí la puerta trasera y ella se introdujo en el coche.
-Que caballero.- dijo de forma sensual.
Rodee el coche y repetí la operación, coloque le asiento delantero y me senté a su lado.
Ella rodeo mi cabeza con sus manos y me beso.
-Espera. - dije mientras me incorporaba , me cole entre los dos asientos delanteros e introduje la llave en el contacto, las luces del cuadro se iluminaron dándonos visión suficiente, a continuación pulse la tecla del cierre, las luces de posición iluminaron el entorno de coche unos instantes, tuve una sensación extraña, creí ver una sombra cerca del muro del edificio más cercano pero seguí a lo mío.
Al volver al asiento trasero ella se había quitado la chaqueta y me esperaba recostada, me coloque entre sus piernas de rodillas en el suelo del coche, entre los asientos, la besé nuestras lenguas se entrelazaron. Con suavidad retire la bufanda de su cuello, lo bese mordisqueándolo, con los dedos fui salvando los botones de su camisa estampada rozando sus pechos mientras llegaba al final de la prenda. Ella me rodeaba con sus piernas y me acariciaba la cabeza. Me retire un poco, deslicé mis manos tras su espalda ella se mordía el labio inferior con una sonrisa dibujada en la boca. Por fin separe las dos tiras del sujetador y lo retire hacia arriba, no le había quitado la camisa del todo asique la prenda intima quedo entre su cuello y sus pechos.
Suspiro al verme embobado admirando su busto, siempre me ocurría, aquellas tetas me superaban, rompían cualquier ley natural. Incorporándose me saco de mi sopor, me beso de nuevo, llevo sus manos a mi cinto, lentamente lo desabrocho, se deshizo de el botón del pantalón y por último de la cremallera. Con dos dedos y ayudándose de sus pies retiro las dos prendas que la separaban de su premio. Mi pene salto como un resorte cuando se vio liberado. Con una mano lo acaricio de arriba abajo, la otra sopesaba mis testículos, los mecía suavemente. Rodeo mi falo con la mano derecha y me masturbo lentamente. Yo desatado y sin querer apartar sus manos, al igual que había hecho ella hacia un momento, retire sus pantalones y sus bragas de un solo tirón. Caí en la cuenta de que todavía llevaba las botas puestas, alce sus piernas hacia el salpicadero del coche y retire el calzado lanzando ambas piezas frente al asiento delantero.
De nuevo tuve esa sensación, me quede quieto un instante intentando otear la oscuridad, los cristales ya lucían una fina cortina de vahó, la figura que creí ver ya no se encontraba frente al muro, ahora parecía moverse cerca del coche contiguo.
En ese momento caí en la cuenta de que en la calle y tras nuestro coche dos más esperaban a sus dueños. “Mierda” pensé.
Eva, esta vez con ambas manos acaricio mi pene de nuevo, sacándome una vez mas de mis pensamientos. Tire de ellas hacia mi quedando recostada en el asiento con las piernas sobre mis hombros, mi falo reposaba en su vientre y mis testículos rozaban su dulce cueva. Agarre la base de mi pene y deslice la punta por su vagina. Estaba mojada, no la recordaba tan excitada desde hacía años, fruto del alcohol supuse.
Me gustaba hacerla sufrir, continué con el masaje, ella rodeaba sus pechos con las manos, frotando sus pezones con el pulgar e índice de sus manos.
Ella tenía suficiente calentamiento, yo también, me coloqué en su húmeda cueva y me introduje lentamente en ella. Suspiro, me sujeté a sus piernas y comencé a penetrarla con más brío.
Entonces lo vi.
De pie pegado a la ventanilla había un hombre, no pude ver sus rasgos, pero era claramente un hombre. No hice amago de detenerme, aunque no distinguía sus ojos sabía que los estaba mirando directamente a la cara. Arremetí con más vehemencia, casi violentamente, ella lo noto, abrió los ojos y se sujetó los brazos. Bajé la mirada esperando encontrarme la de Eva, pero ella permanecía absorta en la ventanilla.
Noté que su vagina se encharcaba de golpe, el chapoteo cada vez más escandaloso, sus gemidos ya no sonaban entrecortados, eran profundos, sus dedos se clavaban en mis antebrazos, no apartaba la mirada de aquel individuo. Cuando por fin se corrió sus piernas se tensaron, su boca abierta no libero sonido alguno durante un instante para, tras varios estertores, explotar en un aullido animal. Era todo lo que necesitaba, mi pene reventó como no recordaba, completamente pegado a ella expulsé hasta la última gota de mi ser intentando alcanzar lo más profundo de su cueva. Fue increíble, cuando recobre la consciencia ella seguía mirando el cristal, pero la figura se había desvanecido.
-Se ha ido.-dijo ella mirándome.
-¿Qué ha sido eso?.- dije secándole la frente con el dorso de la mano.
-El mejor orgasmo de mi puta vida.- dijo para seguido soltar una carcajada.-No te has molestado ¿verdad?, esto nunca nos ha pasado.-
Ha sido raro.- dije resoplando y colocándome los pantalones.- Pero joder, me ha encantado, y veo que a ti también.-dije recorriendo con el pulgar sus vulva.
Ha sido la ostia. - dijo risueña.- tenemos que repetirlo.- y de nuevo soltó una carcajada.
Nos vestimos, nos arreglamos un mínimo, y en silencio esperamos con la calefacción del coche funcionando al máximo, a que el vaho se disipase. Recuero que no cruzamos palabra alguna el resto de la noche. Conduje hasta casa, sin importarme las copas de vino, nos aseamos y nos metimos la cama. Y allí boca arriba, contemplando el techo, caí en la cuenta.
Habíamos descubierto nuestra “dinamita”.
Eva es una diosa, a sus treinta años mantiene aquella belleza animal que me volvía loco cuando la conocí. Ronda el metro ochenta, una tía alta, nunca ha necesitado tacones, es difícil verla sin sus New Balance. Nunca ha dejado de practicar deporte, nada le priva de sus diez kilómetros de carrera continua al día, dos veces por semana da clases de baile a niñas de once y doce años, ella misma logro varios trofeos a esa edad.
Su cuerpo es una escultura griega, perfecto, desde mi punto de vista claro. Siempre se ha quejado del tamaño de sus pechos, con aquel busto resultaba incomodo bailar. De hecho, dejo de competir por ese motivo, los padres que acudían a los campeonatos estaban más atentos al vaivén de sus tetas que al desarrollo de mismo.
Su trasero luce todo lo arriba que debe, prieto y duro como un melocotón maduro. Con los leggins era un pecado, en vaqueros una tentación. Al ser tan alta intimidaba a la mayoría de los hombres, apenas la miraban de reojo, más de uno, seguro, terminó con estrabismo.
Su melena ondulada color caoba es el remate perfecto a sus ojos grises, grandes, en consonancia al resto su cuerpo. Mi diosa particular.
Lo supe en cuanto la vi. Recuerdo el primer día de clase, yo me afanaba en encontrar mi pupitre, en colocar mis libretas en la rejilla inferior, ella cruzo la puerta, me quede sin aliento. Mas tarde super que tardo un par de días en caer en mi presencia. No llamé su atención, era un tipo normal, del montón sin nada particular.
Aquellas navidades el instituto había organizado un viaje a la nieve, cualquiera que estudiase en los noventa sabe de lo que hablo; una semana de esquí, borrachera y con un milagro algo de sexo. Una noche me escabullí de mis compañeros, me presenté ante la puerta de su habitación. La puerta se abrió sin yo siquiera tocarla o anunciar mi llegada. Eva asomo tras ella, me miro de arriba abajo y estallo en una carcajada. Estaba borracha como una cuba. Tras la gracia inicial me invito a entrar, dos de sus compañeras mantenían una conversación absurda fruto de la embriaguez, la cuarta ocupante del cuarto se mantenía a duras penas agarrada a la taza del wáter esperando la próxima arcada, Eva acudió al rescate de su amiga, sentándose al borde de la bañera y sujetando la cabeza de la intoxicada. Me senté a su lado la miré y se lo solté:
-Me gustas mucho Eva.- Ahora lo pienso, ¿es posible declararse en un lugar y una circunstancia menos ridícula?, con la chica que te gusta borracha perdida, sujetando la cabeza de una amiga mientras vomita. Creo que no.
Pero sin de decir nada y cuando su amiga termino de evacuar el contenido de su estómago, me miro a los ojos y me beso. Dieciséis años después seguimos juntos, ¡manda huevos!
No nos acostamos por primera vez hasta meses después. Un fin de semana, sus padres fueron al pueblo a visitar a sus abuelos, con la excusa de estudiar pudo quedarse sola en casa. Era nuestra primera vez, la de ambos, nos costó un poco, no fue nada especial. Aquel verano si, teníamos tiempo y hormonas para parar un tren. Lo hacíamos todos los días. Dos veces, tres, daba igual, no teníamos limite.
Nuestra relación maduro. Cuando el sexo se volvía monótono incorporábamos cosas nuevas, tardo un par de años en hacerme una mamada, me corrí en su boca, no pude aguantarme, me gustó mucho, a ella también. Cuando utilizábamos preservativos siempre me corría en su boca.
Mas tarde probamos el sexo anal, a mí me gustaba, a ella no tanto, no conseguía correrse. Cuando lo practicábamos, tras eyacular, le hacia una mamada hasta que alcanzaba su orgasmo.
El tiempo fue pasando, éramos una pareja sólida, nos queríamos con locura. Tras una temporada difícil habíamos encontrado nuestra “dinamita”, pero no sabíamos qué coño hacer con ella.
Una noche de sofá viendo la tele lo hablamos. Habían pasado un par de días y el tema no había saltado pero por dentro necesitaba cual seria, de haberlo, el siguiente paso.
Eva estaba recostada sobre mi ojeando el móvil, le acaricie el pelo ella me miro.
-Oye, lo del otro día, no seque pensar. - dije dubitativo.
-Mira, a mí me gusto, no le he dado más vueltas. - dijo ella volteándose para verme la cara.-¿quiero que vuelva a pasar? Pues no sé, fue divertido, sí, pero tengo dudas de volver a hacerlo. -
- ¿Te asustaste?.- pregunté
-No, para nada, estábamos follando y de repente aparece aquel tipo y joder mi coño se puso a mil.- dijo gesticulando con los brazos.-no recuerdo un orgasmo así en mucho tiempo.-me acaricio la cara.- Por otro lado.- dejo de mirarme y se dio la vuelta de nuevo.- sí que fue peligroso, quiero decir, no sabemos quién era aquel tipo ya me entiendes.-
-Cierto, podría haber pasada cualquier cosa.-conteste
-Mira, siempre hemos incorporado cosas nuevas de forma natural, es decir, han fluido solas.- dijo mientras volvía a mirarme.- Incorporando al sexo quiero decir.-
-Si te entiendo.-
-Si tiene que sucedes algo pues sucederá. -dijo encogiéndose de hombros.
Me reí y la bese en la frente.
Pasaron un par de meses, nuestra vida en pareja volvió a ser normal, cierto que aquella aventura en el coche reavivo nuestra pasión pero poco a poco volvimos a lo de siempre. Yo trabajo en una tienda de bricolaje, comencé de mozo de almacén, pase a encargado del mismo y actualmente gestiono las comprar online a través de la web.
Todo el día frente al teclado, de ahí mi aumento de peso.
Eva está haciendo voluntariado en una ONG, actualmente trabaja en varios pisos de acogida para niños con riesgo es exclusión social . Tutelas menores de entre 10 y 14 años, por lo general inmigrantes, algunos huérfanos, por desgracia un poco de todo. Por lo general trabaja por las mañanas, pero lo algunos fines de semana se turna con otra chica, y duerme en los pisos un par de noches al mes. Tiene un pequeño sueldo, pero entre eso y las clases de baile puede presumir de mileurista.
Coincidíamos por las tardes, ella suele salir a correr mientras yo hago la compra y preparo la cena. En resumen, monotonía como el noventa por ciento de las parejas actuales.
Un viernes me llamo al trabajo.
-Hola bicho!. -me dijo en cuanto descolgué el teléfono de la oficina.-mira, Maite la hermana de Noa ¿sabes de quien te hablo?.-
-Tía te he dicho que no me llames al fijo del curro.-le conteste mal humorado.
-Ya, pero si te llamo al móvil no me haces ni puto caso, y hoy tengo clase, cuando quieres que hablemos.- dijo ella.
-Venga no te líes, dime.-
-Maite, ¿sabes?.-volvió a preguntarme
-Si, la hermana de Noa sigue.-
-Vale, mañana es su cumpleaños, quiere darle una sorpresa y nos ha invitado.- dijo ella, por su modo de hablar estaba haciendo algo mientras hablaba por el móvil, tenía esa manía.
-Quien quiere darle la sorpresa, no me entero.-dije
-Coño Noa a su hermana, quedamos en su casa a las diez, le pegamos el susto, cenamos y salimos a tomar algo.-contesto.
-¿Noa? ¿pero cuantos años tiene esa cría?-pregunte sin enterarme muy bien del plan.
-Quince años, mira, mañana estate vestidito para salir de fiesta a las nueve, del resto ya te iras enterando por el camino, besos.- Y colgó.
Sin entender muy bien de quien era el cumpleaños o a donde teníamos que ir colgué el teléfono.
Después de trabajar y tras hacer la compra me dispuse a preparar una ensalada para mí y para Eva. Le encantaba llegar de sus clases de baile ducharse y encontrarse la cena hecha y a mí me encantaba ver una sonrisa en su cara. Después de cenar holgazaneamos un par de horas en el sofá viendo la tele. Ye metidos en la cama, ella descansaba en posición fetal dándome la espalda. Mi pene dio un par de latigazos tenía ganas de fiesta. Me coloque de lado le acaricie la espalda, no dijo nada, imagine que estaría dormida. Metí mi mano en su pantalón, siempre dormía en pijama incluso en verano, y comencé a acariciar si soberbio culo. Como no reaccionaba lleve mi brazo más allá y con dos dedos separe las prietas carnes de su trasero. Con el dedo índice comencé a frotar el ano y fui descendiendo hasta encontrar su cueva. Ella reacciono esta vez sí, me retiro la mano y se dio la vuelta.
-Cariño estoy muerta, no sabes cómo se mueven esas crías en baile.- me dijo con los ojos cerrados mientras me acariciaba la cara.- Me matan, mañana te prometo que lo hacemos.-
No dije nada, la bese en la frente e intente quedarme dormido.
El sábado a las nueve en punto me presente hecho un pincel frente a Eva, como un soldado que pasa revista, tras mirarme de arriba abajo me pido que me diera la vuelta dibujando círculos en el aire con su dedo índice.
-Ese pantalón te queda apretado ¿no?-dijo ella frunciendo en cejo.
-Es así, ceñidito, no te gusta.- Conteste divertido.
-“Ceñidito” sí, creo que está cortándote la sangre al cerebro.- dijo ella mientras terminaba de colocarse los zapatos.
Eva llevaba un vestido burdeos con generoso escote, se levantó se puso su chaqueta de tres cuartos de algodón y salimos del piso. Bajamos al garaje.
- ¿Vas a beber?.- Me pregunto en el ascensor.
-No se cual es el plan.- conteste alzando las manos.- pero no te preocupes, si quieres beber hazlo, del coche ya me ocupo yo.
Me dio un pico y salimos del ascensor hacia el coche. Media hora después nos presentamos en casa de Maite. Tocamos el timbre, al rato tras la puesta apareció su hermana Noa.
Si que había crecido, la última vez que había visto a aquella chica era poco más que una cría. Maite era compañera de baile de mi novia, se conocían desde niñas. Su hermana Noa era un terremoto, un pequeño y rechoncho terremoto. Nos la llevamos a la playa un par de veces hacía ya unos cuanto años era una niña divertida pero super inquieta. Recuerdo que la cogía de los mofletes para regañarla. Ahora ya no tenía mofletes. Era toda una adolescente de quince años. Nos recibió con una sonrisa adornada con una ortodoncia. Nos hizo pasar a toda prisa, su hermana esta apunto de llegar.
-Rápido dejad esto por aquí.- dijo Noa retirándome una botella de champan que tuve a bien comprar y colocando sobre la mesa del salón el cual estaba lleno de globos de colores tanto en el techo pegado con celo como tirados por el suelo. Una pancarta hecha de recortable adornaba el techo. FELIZ CUMPREAÑOS MAITE decía la misma.
No pude ver bien la cara del resto de gente que allí nos congregábamos ya que la estancia permanecía en penumbra.
La puerta de la entrada se abrió, Eva me cogió la mano, pegaba pequeños saltitos dejándose llevar por los nervios. Mi cara estaba presidida por una estúpida sonrisa, no sabía si por los nervio o por la vergüenza ajena que estaba pasando.
Se hizo la luz, Maite se quedó mirándonos, caí en la cuenta que la habitación habría unas veinte personas, dejo caer el abrigo al suelo, todo el mundo grito un “Sorpresa”. Eva y Maite se acercaron dando saltitos y gritando, se fundieron en un abrazo y todo el mundo aplaudo. Cuando la cosa fue amenos y tras felicitar a Maite me fije en el resto de la gente. Habían asistido al cumpleaños seis chicas más de nuestra edad, cuatro de ellas con sus respectivos novios. El resto eran amigos de Noa, tres chicas y tres chicos, todos de quince años.
La cena consistía en un picoteo, tortillas, empanadas, y una amplia variedad de snacks, refrescos, ponche casero etc...
No conocía al resto de los chicos, Eva me los fue presentando, durante un buen rato, nos dividimos en tres grupos, Eva, Maite y el resto de sus amigas, los adolescentes y los novios. A las once la primera baja, una de las parejas se escuso, al parecer trabajaban en domingo. Al rato el resto de parejas fue marchando. Tan solo quedamos mi novia Maite, los adolescentes y yo. Parece que Noa lo tenía todo previsto.
-Bueno los carcas ya se han largado.-dijo ella con una baso de ponche, o eso creía en la mano.-Es hora de salir.-Y comenzó a bailar.
-Vuestros padres me matan si os saco por ahí.-Contesto Maite.
-No tienen por qué enterarse, a las tres estamos de vuelta. -dijo Noa que continuaba bailando.- además podemos ir a NNeon, está aquí al lado, si Eva trae el coche podemos ir todos.-Aquella cría tenía todo planeado, ni un pelo de tonta tenia.
Maite nos miró a Eva y a mí, supongo que a ella también le apetecía salir un rato y divertirse.
- ¿Vosotros que decis?.- Nos preguntó Maite.
-Venga, ¡fiesta!, qué coño, hace un siglo que no salimos.-dijo Eva y comenzó a bailar con Noa.
Maite me miro, me encogí de hombros. Cojamos nuestras cosas, Maite, Noa y sus tres amigas irían juntas en el coche de la primera. Los chicos Eva y yo en el nuestro.
Los chavales no hablaban mucho, era Eva la que les arrancaba las palabras. Tardamos veinte minutos en llegar a la discoteca. Solitaria, en un extremo del polígono industrial unas luces azules con la palabra NNeon presidian la entrada e iluminaban la calle tal vez demasiado desprovista de farolas. En el parquin habría una veintena de coches, de hecho pudimos aparcar los dos coches cerca de la entrada. Esperamos a Maite y al resto de chicas bajo la puerta, todos juntos recogimos nuestros tiques y entramos. El guarda ropa no estaba abierto esa noche. Nos acercamos a la barra más próxima a la puerta, la del otro extremo permanecía cerrada, aquella discoteca había vivido días mejores. La recordaba de las cenas del instituto, en aquella época acostumbraba a estar repleta de gente hasta bien entrada la mañana del domingo. Ahora tenía un aspecto desangelado, la pintura del exterior estaba picada y en algunos lugares faltaban trozos dejando a la vista el ladrillo.
Las chicas se quitaron las chaquetas, Eva las recogió todas e hizo un montón. Yo que había encontrado una banqueta libre esperaba sentado a alguna de las camareras que hiciese caso, me encontré de sopetón con el montón de chaquetas en el regazo.
-Te encomiendo esta misión cariño.- dijo Eva divertida, y se fue bailando.
Rodee con un brazo aquel enorme bulto d ropa, di la vuelta e intenté llama la atención de la camarera.
-Nos pides 2 Gimtonics porfa.- Me dijo Maite dándome un toquecito en el hombro.
Asentí con la cabeza y reanude los aspavientos hacia el interior de la barra. Al fin una de las chicas se acercó, tras plantarme el escote en la cara me pregunto que quería beber. El ruido era ensordecedor costaba escucharse al hablar, exagerando el gesto con la boca y ayudándome de una mano logre que la chica me entendiese.
Tras pagar las bebidas cogí uno de los vasos, lo alcé con mi mano libre hacia la pista donde el Eva y las demás bailaban. Fue uno de los chavales, a los que había perdido la pista desde que entramos en el local, el que quito de mi mano la copa, se acercó a mi oído.
-No te preocupes, yo se las acerco.-me dijo mientras recogía el otro baso de la barra.
No me dio tiempo ni a contestarle, no es que me molestase, en realidad me hacia un favor, bastante tenía con cargar las chaquetas, pero su gesto me resultó brusco.
Seguí con la mirada al muchacho, el muy cabrito aprovechó para robar dos sorbos de cada baso. Era menor no podían venderle alcohol, había jugado bien sus cartas.
El chico se acercó a mi novia y a Maite, les dijo algo, ellas se rieron y agarraron cada una su copa.
No me importaba hacer de hombre ropero, en ocasiones Eva lo había hecho por mí en alguna cena con amigos, esta vez me tocaba sacrificarme. Llevábamos una hora más o menos en el local, yo iba por mi segunda Coca-Cola y ellas por su tercer gin-tonic.
Se las veía achispadas, a Eva era sencillo, sus mejillas y su nariz se volvían de color rojo como esos nogmos de jardín pintados a mano. Maite sencillamente bailaba con un brazo en alto y los ojos cerrados sin importarle en absoluto la gente que la rodeaba.
Noa y las amigas cuchicheaban en un extremo de la pista, cerca unos chicos bebían y bailaban, parecían mayores que ellas quizá de dieciocho por las cervezas que alguno sujetaba en la mano. Estaba claro que las adolescentes los habían fichado. Me entretuve un rato mirando aquel juego de miradas y risas nerviosas.
Transcurrió otra hora Eva y Maite sumaban diez copas entre las dos, estaban muy pedo. Mi novia se acercaba de vez en cuando, me besaba me daba un arrumaco y volvía dando bandazos a la pista.
Llevaba un rato ojeando el móvil, ahora si estaba aburrido. Aparté la visa de la pantalla y busque con a mi chica, estaban un poco más legos que antes, entonces me fijé.
No había visto a los tres chavales amigos de Noa desde la primera ronda de copas. Me había olvidado completamente de ellos. Maite seguía a su rollo, brazo en alto, pero mi novia estaba hablando con alguien, era el chaval que les había llevado los gins, los otros dos los miraban apartados un par de metros.
Eva reía divertida con lo que fuese que el adolescente le estaba contando. La música cambió, no tengo ni idea de reggeton pero comenzó a sonar un ritmo parecido a la bachata, el chaval se pegó a mi novia, acomodo un brazo en su cadera con la palma de la mano abierta sobre su espalda, con la otra la sujeto por la muñeca y que Eva no estaba dispuesta a soltar su gin. Comenzaron a bailar, la frente del chaval chocaba con el mentón de ella, le sacaba una cabeza. El muy cabrán mantenía la cabeza gacha mientras se movían, tenía el escote a un palmo de sus narices y estoy seguro de que estaba dando buena cuenta de él. Sus dos compinches los miraban divertidos aplaudiendo y silbando a la pareja.
Me coloque las chaquetas sobre las piernas para poder tapar la tremenda erección que lucía en aquel momento. Me estaba poniendo enfermo, ver a aquel adolescente manejar a mi novia como quería me sacó de mis casillas. Era demasiado, casi me corro encima sin necesidad de tocarme siquiera.
Eva no se estaba enterado de nada, pero Noa si, al ver a sus amigos acechar a la amiga de su hermana interrumpió el baile, le dijo algo al oído al chico señalándome, supongo que temía que yo me cabrease y montase en colera. Nada más lejos, lo estaba disfrutando.
Al rato todo el grupo caminábamos hacia la salida, yo sujetaba a Eva, la costaba caminar, la recosté en el asiento trasero de nuestro coche.
-Joder ahora tendremos que pedir un taxi.-Noa se lamentaba por el estado de su hermana, estaba mejor que mi novia peor no como para conducir.
-No te preocupes, puedo hacer un par de viajes y llevaros a todos.- le dije.
-Las chicas se quedan en mi casa, pero a estos tres tendremos que llevarlos.- dijo
¿En dónde tenemos que dejaros?. - Pregunte a uno de los chicos.
En parque sur, a una hora de aquí.- respondió el bailarín.
Mi polla pego un respingo, espero no se notase, tras pensarlo un segundo les di la solución.
-Mira, os pido un taxi a tu hermana a tus amigas y a ti, y a estos tres los acerco yo.-dije a Noa.- Os doy yo la pasta, no te preocupes, si los mandamos a ellos en el taxi nos sale tres veces más caro.-
-Estas seguro, es una hora de camino.-dijo ella pero yo ya había sacado el móvil de mi bolsillo y me disponía a pedir el taxi de marras.
Tardo cinco minutos en llegar, era un monovolumen de 7 plazas, el taxista bajo la ventanilla a mi altura yo me asome a ella apoyando un brazo sobre la puerta.
-Menudo rebaño tiene usted ahí.- dijo el conductor con una sonrisa en la cara. El tipo era gordo de pelo grasiento, pero su cara era amable.
- Si, una de ellas va un poco perjudicada, es la que debería conducir, ya me entiende, su hermana le dirá donde tienen que ir. -dije.
Me aparte de la puerta y con un gesto llame a Noa.
-Le explicas a este señor a donde vais, ¿vale?- dije
Ella abrió la puerta y se sentó en el asiento del pasajero, hice señas ala resto de chicas para que se montasen en la parte trasera y volví a asomarme por la ventanilla.
-Por cuanto les saldrá la carrera.- pregunte al hombre.
Veinte euros.- dijo tras pensar unos segundos.-
Está bien, tome le entregue el dinero a Noa y ella se lo paso al hombre.
No se preocupe, esperare a que cierren la puerta para irme, hay mucho hijo de puta por ahí suelto ¿sabe?- dijo el taxista.
Me aparte del coche y lo seguí con la mirada hasta que salió del parking.
Mi polla volvo a temblar. Qué coño estaba haciendo me pregunte durante un segundo. Pero tras darme la vuelta y ver a aquellos inerves adolescentes esperándome mis dudas se disiparon.
Les ordene que subieran a mi coche, uno de ellos abrió la puerta trasera y se encontró con Eva durmiendo recostada a lo largo del asiento en posición fetal. Los tres me miraron extrañados.
¿La ponemos delante?.- me pregunto el chico que abrió la puerta.
No pasa nada, id vosotros dos detrás y que eres el más alto, delante.- les dije mientras colocaba a Eva en medio del asiento trasero.
El más alto de los chicos me acompaño en la parte delantera. Atrás el compañero de baile, que desde la partida del taxi lucia una estúpida sonrisa, supongo, pensaba lo mismo que yo, ocupaba el espacio tras mi asiento y el otro chico a la derecha de mi novia.
Emprendí la marcha, no sabía que ocurriría en la oscuridad de la parte trasera. Fue sin duda el viaje más excitante de mi vida. Y lo cierto es, que no vi nada. Se, que es difícil de entender, pero el hecho de llevar a mi novia seminconsciente entre dos chavales con las hormonas revolucionadas me ponía burrisimo.
Dejé a los chavales cerca de la estación de autobuses, vivían todos en aquel barrio desde allí cada uno marcho a su casa. Con el coche en doble fila esperé a que los chavales no estuviesen a la vista y me subí en la parte de atrás. Con la linterna del móvil inspeccione a mi novia. Aparente mente estaba todo en su sitio. Entonces comprobé que el su pecho tenía una forma extraña, la copa izquierda estaba desplazada hacia arriba, el seno no se salía, pero estaba claro que estaba fuera de su sitio natural. Estaba desatado, mi primer impuso fue arrancarle el pantalón a mi novia y follarmela allí mismo, pero me contuve, estaba en medio de la calle en doble fila a las cuatro de la mañana. Volví al asiento del conductor y volvimos a casa. Por el camino fui dándole vueltas a todo lo ocurrido y si debía contárselo a Eva o no. Preferí esperar al día siguiente y averiguar que recordaba ella exactamente.