Mi novia es perra caliente 2:Sofía vuelve a perder
Segunda parte de esta serie de dos relatos que en principio no pienso continuar, pero que dejo abierto a un futuro...
Llegué a casa disgustado y a la vez fascinado. Pensé que Sofía aún debía tener el regustillo a semen en su boca. Sólo me venía a la cabeza la frase "Ves, no era para tanto." Pero reflexionaba y me daba cuenta que la forma en que casi la ahogo con mi polla y la cantidad de semen que le hice tragar a la fuerza, sí que era para tanto. Con mis huevos vacíos, esa noche dormí de lujo.
Pasó casi un mes sin que supiera nada de Sofía. Sólo pasó a recoger sus cosas un día y a una hora estratégica para no encontrarme en casa. Pero cuando ya creía que no iba a volver a saber de la morenaza de medianas tetas, buena figura y firme culo, me sorprendí. Me llamó a casa diciéndome, con voz tímida, que se había portado mal y que quería realizar una despedida adecuada para los 2 años que habíamos estado juntos. Proponía una cena en su casa, los dos solos. Me dije a mí mismo que por qué negarme, si algo no me gustaba siempre podría volverle a hacer tragar todo mi semen a la fuerza, con el aval de las fotos que tenía de nuestras folladas. Accedí.
El sábado siguiente, ya en su portal, me abrió la puerta un hombre.
Pasa Carlos, es solo mi encargado de la limpieza de la casa.
Al oír su voz entré en su casa saludando al "sirviente". Parecía relajada, indiferente, feliz. Algo no cuadraba, debía andarme con ojo. Llegué al comedor, donde la mesa ya estaba puesta. Ella estaba sentada en una silla, y había otra en frente suya. Me hizo una seña para que me sentara. Lo hice y ella indicó a su "chacha" que trajera el primer plato.
Señorita Sofía, el primer plato se ha estropeado. Se le cayó un bote de kétchup dentro. Indicó el sirviente enseñando una olla con una mezcla blanca y roja.
No pasa nada, Roger. Cocinaremos otro en unos minutos, si a ti no te importa esperar, Carlos.
Negué con la cabeza y se perdieron ambos en la cocina.
Se me ocurrió decirle que no hiciera mucha comida, ya que andaba escaso de hambre. Iba a abrir la puerta de la cocina cuando, por la ventanilla, vi algo inhóspito. Roger cocinaba tranquilamente, pero lo que me asombró era otra cosa. Sofía, arrodillada entre la encimera y las piernas de Roger, metía y sacaba 25 cms de polla de su boca rítmicamente. De verdad pensé que cualquiera que viera esa escena pensaría que los papeles de amo y sirviente son distintos de cómo eran. Sofía parecía totalmente sumisa, pero comprobé que no era así.
Relamiéndose, Sofía se levantó y llevó de la mano al sirviente hasta una mesa. Ella se puso encima y condujo la polla de éste hasta su coño. Los empujones empezaron a ser frenéticos. Yo no lo dudé, me saqué mi propia polla y a disfrutar del espectáculo.
Cuando me quise dar cuenta, Sofía ya se había bajado de la mesa y estaba en la posición del perrito. El chico apoyó la cabeza de su pene en el ano de Sofía. Poco a poco empezó a meterla hasta que entró completamente. Ella ponía cara de aguantar el dolor, porque seguramente desde que lo dejamos no le habrían dado por el culo. Pensaba que iría poco a poco pero me equivocaba. En seguida Roger empezó a propinarle unas embestidas tremendas. Me estaba planteando si en cualquier momento Sofía caería destrozada y rota al suelo por el ritmo que llevaban.
Al rato lo dejaron y ella no disimuló evidentes signos de dolor en su culo. Se arrodilló de nuevo y colocó la polla de Roger entre sus tetas. El sube y baja comenzó rápido, y de vez en cuando Sofía echaba mano a su ano para intentar calmar el dolor que ahí sentía. Ella le hizo un par de veces algo que me solía hacer a mí. Tocar con la punta de una de sus pezones la punta de la polla del otro. Cuando hacía eso miraba hacia arriba para ver si el receptor daba muestras de placer.
En pocos minutos, él se iba a correr sobre la cara de Sofía, pero ésta cogió un vasito y lo rellenó con la corrida. Entonces fue hacia uno de los platos ya preparados. Espaguetis a la carbonara. Y echó allí la corrida de Roger. A simple vista se notaba que llevaba algo, pero una vez Sofía lo removió, no se notaba nada. Todo esto mientras murmuraba:
Yo probé el semen, tu también lo harás
Ese era mi momento, además yo también estaba a punto de correrme. Grité: "Sofía, ¿habéis acabado ya? A ver que tal lo lleváis." Para ahuyentarles. Cuando vi que, desnudos, se habían metido en el almacén, entré yo. Fui directo al plato de espaguetis y deposité yo también mi semen ahí. Removí un poco. Fui hacia el almacén, preguntando si estaban allí. Cuando notaron que iba a abrir la puerta, Sofía dijo: "Carlos, ahora salimos, estamos buscando unas conservas en el almacén". Le contesté haciéndole creer que me lo había tragado. Cambié el plato con semen y el que no tenía y me fui. A los 20 segundos salió Sofía y se acercó a su silla. Yo me acerqué a ella. Hizo un amago de sentarse pero le pensó mejor. Yo la empujé hacia abajo diciendo: "Pero empecemos a cenar ya." La senté de golpe y ocultó con poco disimulo su dolor en esa zona. Llamó a su sirviente y este trajo los platos. Comprobé con atención si el mío sabía bien. Estaba todo OK.
Terminamos de cenar. Sofía estaba tan segura de que el semen me lo estaba comiendo yo que ni se enteró.
Satisfecha, dijo:
Mmmm No se porque, me da la sensación de haber probado esto, y es la primera vez que como espaguetis a la carbonara.
En seguida yo salté, descubriéndome a propósito:
Yo conocía a una puta, pero muy puta, que se hacía llamar Perra Caliente, e hice que le gustara ese mismo sabor a la fuerza
Su cara cambió de repente. Le entraron unas pocas arcadas y salió corriendo al baño. Sin decir nada cogí mi chaqueta y me fui.
Carlos 2 - Sofía 0
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Por favor, no me pidáis continuación del relato. Este relato lo doy por terminado, ya que es un simple relato mediocre que no quiero continuar. No obstante seguiré escribiendo otros relatos y espero que vosotros me escribáis a mí.