Mi nombre Robertha (final)

Como terminamos felices. Ericka y Teresa. Luisa y yo.

Mi nombre Robertha (11):

Salió Luisa del baño completamente desnuda. Lucía como una reina con ese cuerpo de ébano. No pude sino felicitarme por aquel cuerpo ahora era mío. Pues estaba dispuesta a defenderlo con uñas y dientes. La ayudé a vestirse con unas mallas negras y una blusa que únicamente le tapaba el busto, sin ropa interior. Le ayudé a acomodarse bien su paquetazo dirigiendo su pene hacia atrás y dejarlo entre sus nalgas. De esta forma se disimulaba muy bien. Estaba terriblemente celosa y no quería que nadie notara las armas que portaba. Así vestidas salimos a la sala del departamento.

En ese momento vi a Ericka, desnuda, que se dirigía hacia la cocina. Yo la miré con un coraje reprimido en cambio ella iba sonriente. Con una cara de felicidad que no le cabía. Esto me dio curiosidad y la seguí. Cuál sería mi sorpresa de encontrar a Teresa preparándole el desayuno. Pero lo que más se sorprendió que estuviera desnuda y se veía hermosa. Transformada en toda una mujer.

Ericka se acercó a Teresa, que al estar de espaldas, le estaba ofreciendo ese culo perfecto que tenía. Ericka la abrazo y acarició sus inexistentes pechos. Y le colocó su tremenda verga en el surco que formaban esos dos globos que eran sus nalgas. Ella lanzó un quejido muy sensual. Volteo y se dieron un tremendo beso, que parecía que se querían succionar. Al terminar, el beso, se dirigieron mil y unas palabras de amor.

Entonces, como hasta ese momento no se habían percatado de mi, les dije que como habían pasado su noche. Al unísono me contestaron que muy bien. Que habían decidió ser pareja; que lo único que les preocupaba es como iría a reaccionar Luisa. Les contesté que no se preocuparan, que a Luisa y a mí nos había asaltado la misma duda de cómo decirles que nosotras también habíamos decidido ser pareja. Así que la cosa estaba decidida, les dije, y que bueno que fue arreglada sin haber ningún problema. Salí a contarle lo sucedido a Luisa.

Luisa se puso de lo más contenta y me dijo que había que celebrarlo por la noche.

Cuando estuvimos Teresa y yo solas nos contamos lo que había sucedido durante la noche. Ella me contó que Ericka es una verdadera tigresa en la cama. Pero muy delicada. Que primero la depositó en la cama y la desvistió lentamente. Cuando estuvo completamente desnuda inició a besarla por todo su cuerpo. Dando besos, pasándole la lengua y dándole pequeños mordiscos. Los besos fueron muy intensos entrelazando sus lenguas y tratándolas de introducirla lo más profundamente posible. Esto hizo que las dos tuvieran erección; obviamente la de Ericka fue la mayor. Teresa tomo esa verga, aun un poco flácida, e inició a masturbarla lentamente. Subía y bajaba su mano con toda libertad ya que estaba circuncidada; así, que dejaba toda su cabezota libre.

En forma instintiva, Teresa, cambió de posición colocándose para un perfecto 69. Empezó a darle besos y lengüetazos a esa tremenda verga. Le metía en la hendidura, que tiene la cabeza, su lengua tratando de llegar lo más profundamente posible. Y en contraparte Ericka le besa, y le metía su lengua en lo más profundo de su culito color de rosa. Esto hizo que las dos se excitaran a lo máximo. Entonces, Teresa, toma con su boca esa tremenda cabeza y la inició a chupar. Esto lo hizo como una experta ya que su lengua, teniendo la cabeza de la verga adentro de la boca, la movía haciendo círculos alrededor del glande. Esto calentó aun más a Ericka, que empezó a empujar su cadera hacia adelante; haciendo que se tragara toda ese trozo de carne, llegándole hasta la garganta lo que causó cierto conato de vomito. Por lo que Ericka quiso sacarla. Pero Teresa con ambas manos en las nalgas de Ericka, la atrajo hacia ella introduciéndose por completo el pollón sin importarle que fuera a vomitar. Lo que deseaba era tener toda esa verga en su boca y garganta y vaciarle toda la leche posible.

Estando en esta posición ella succionaba todo lo que podía esa verga. Así estuvieron por un tiempo hasta que Ericka presentó una venida abundante de leche caliente. Esto no logró apagar el fuego de ambas. Pues entre más semen tragaba, más calientes se ponían. Siguió mamando hasta que ese trozo de carne turgente dejó de arrojar semen y se puso flácida. Le dolían la boca, la garganta y las mandíbulas de tanto estar mamando. Pero esto no evitó que continuara su labor de seguir mamándole la verga a Ericka. Logrando con ello que otra vez estuviera ese mástil tan erecto como al principio. Hasta entonces se lo sacó de la boca. Estando, Ericka, de espaldas Teresa lo que hizo fue sentarse en esta hermosa tranca que brillaba a la luz por la abundante saliva que le había aplicado durante su tremenda sesión de mamadas. Al principio el estrecho culo, de Teresa, opuso resistencia. Por lo que Ericka le aplicó abundante saliva, el mejor lubricante que hay para estos menesteres, a su tremendo pene y al culo de Teresa y volvió a intentar. Teresa sentía un dolor intenso pero aun así continuaba empujando hacia abajo para recibir esa verga, tan deseada, en su estrecho fundillo. Así estuvieron en ese juego erótico, de vencer el esfínter del ano, por unos momentos. Hasta que, sin saber cómo, se venció y entró la cabeza y pasó el primer escoyo. Esto provocó una sensación de dolor intenso pero también de un deseo irrefrenable por recibir ese mástil hasta los vellos púbicos, en una palabra ser ensartada completamente por ese animal que estaba apenas en la entrada (bueno para algunos nada más salida, pero no saben el placer que se pierden al ser penetrados por una generosa verga erecta y que les llenen el intestino con ese rico elixir de los dioses que se llama semen).

Así se quedaron por un momento, hasta que pasara el dolor, para después continuar con esa introducción. Las arrugas del ano desaparecieron y sus paredes quedaron más pegadas que un guante a una mano más grande, a ese cilindro que buscaba penetrarla más. Batallo, Ericka, para pasar el último escoyo que es el esfínter interno de ese ano tan estrecho. Pero al fin logró pasarlo después de varios intentos y de dolores intensos, para Teresa. En esta posición se quedaron hasta que esos dolores se transformaron en deseos irrefrenables de recibir en toda su extensión esa verga que ya había traspasado los obstáculos que se le habían puesto. Así, que Teresa inició a mover sus caderas de adelante atrás y de atrás hacia adelante hasta que poco a poco sintió que ese pene erecto llenaba todo su recto y los vellos púbicos, de Ericka, rosaban su rodete anal. Con este movimiento y con otros en forma circular, que fue en instintiva, lograba que se frotara su punto P en forma intensa, haciendo que hubiera abundante salida de líquido preseminal. Que anunciaba una gran venida de leche.

Para Ericka esto causaba un intenso placer; que aumentaba cuando Teresa apretaba y aflojaba su esfínter, en forma voluntaria. Como nada es eterno. Todo esto preparo a ambas para una gran venida. Llegó en forma simultánea. Mientras el pene, por la eyaculación, aumentó de tamaño y se movía como convulsionando con cada del chorro de semen que arrojaba; comprimiendo y dejando de comprimir al ano de Teresa. Este, el culito de Teresa, también tenía un movimiento involuntario que apretaba y dejaba de apretar la verga de Ericka, en forma rítmica. Con estos movimientos ambas tuvieron un orgasmo prolongado. Que hizo que la hasta ahora cogida silenciosa se hiciera ruidosa con gritos de placer por ambos lados. Permanecieron así a pesar de haber eyaculado todo lo que Ericka tenía que eyacular. Hasta que el miembro quedo flácido.

Teresa se desacopló e inmediatamente empezó a mamar ese pedazo de carne flácido, pero aun chorreante de semen y mucosidad del recto. Lo dejó de mamar hasta que estuvo limpio. Entonces se recostó a un lado de Ericka y se besaron hasta quedarse dormida.

Yo le platiqué a Teresa la súper culeada que me había dado Luisa. Y todo lo que había pasado. Que una parte ella había sido testigo presencial.

Esto tuvo un final feliz: Teresa tendría de marida a Ericka y gozaría de esa vergota; y yo tendría de marida a Luisa y gozaría también de una vergota. En esta forma seríamos felices la cuatro.

Fin