Mi nombre Robertha (9)

Lo que sucedió al estar con Laisha...

Mi nombre es Robertha (9)

Empezó, Laisha, a cogerme muy despacio. Sentía como me entraba esa tremenda verga, que portaba con orgullo, como se deslizaba por todo mi ano y estiraba al máximo las arrugas. Empecé a sentir que su cabeza, grande y gorda, me acariciaba mi punto "P". Como mi próstata era empujada hacía arriba cada vez que me penetraba. Además donde topaba, en lo más profundo de mi intestino. Todo esto me provocaba una excitación y un placer que casi me vuelven loca.

Apretaba mi culo con todas mis fuerzas, para cuando el tremendo aparato salía de mí ser, sentir como frotaba el rodete de mi ano provocando sensaciones extremadamente placenteras. Y a Laisha, también le aumentaba su placer al apretar su verga con mí ano. Así estuvimos por un tiempo indeterminado, que con el gozo que me proporcionaba, me pareció una eternidad. Poco a poco fue aumentando la velocidad de penetración. La que se hizo rápida y más profunda, si se puede decir esto último, porque la tenía metida hasta el pubis. Laisha empezaba a sentir mayor placer porque empezó a decirme puta, perra come vergas, que me iba a partir en dos, que me inundaría con su leche hasta que me llegara a mi boca. Yo, en respuesta le daba palabras de aliente diciéndole que me la metiera toda, que quería ser perforada por su verga, que me inundara mi culo con su leche, me destrozara mi culo con su verga, que era su perra come vergas.

Así estuvimos por un buen tiempo hasta que oí como bufaba, hacía como si le faltara el aire, gruñía. Su verga creció más, a lo ancho, haciéndome sentir que el culo se iba a romper. Después sentí movimientos espasmódicos de su verga, sintiéndome aun más enculada, que escupió abundante leche caliente. Esto hizo que yo, también en ese momento, iniciara a eyacular abundante leche, espesa y blanquecina que fue a dar a mi abdomen. Quedando concentrada en el área de mí ombligo. Al verle a los ojos a Laisha. Vi una mirada llena de lujuria, estaba aun muy excitada. Entonces, sin dejar de tenerme ensartada; dobló su cuerpo y con su boca empezó a succionar mi leche y limpió a lengüetazos los restos que habían quedado. Después continuó con un movimiento lento, de meterme y sacarme su verga hasta que comenzó a ponerse flácida. La sacó de mi culo sin dificultad. Entonces se dirigió a mi verga aun erecta y me empezó a dar una tremenda mamada con la que me sacó los últimos restos de leche que me habían quedado. Rápidamente, paso su boca y lengua a mi culito, que aun estaba abierto e inició a chupar su leche que me había depositado en mis intestinos.

Le fue fácil hacer esta maniobra, puesto que mi culo aun estaba abierto y podía meter su lengua hasta donde alcanzara. Cuando ya no pudo obtener más de esos preciados líquidos en esa posición. Se recostó sobre sus espaldas y me hizo que me pusiera a horcajadas sobre su cabeza. De esa forma pudo chupar a placer los restos de leche que aun quedaban dentro de mí. Yo tuve la oportunidad de poder de darle una buena mamada a esa tremenda verga que portaba. Cuando estábamos a punto de que se pusiera erecta escuchamos que nos hablaba.

Era Luisa y Ericka que traían a una hermosa joven con pelo largo y grandes pechos. Nos sorprendimos por la aparición de esa invitada. Que tenía un vestido de seda negra hasta la altura de las rodillas, media negras de red, una cara hermosa sin mucho maquillaje. Les preguntamos casi juntas quien era esa invitada. Para sorpresa de ella nos contesta con una voz melosa diciendo que era Teresa mi amiga. Nos quedamos sorprendidas. Pero lo que más me sorprendió fue ver los tremendos troncos erectos Ericka y Luisa. El de Luisa era una cosa monstruosa. Mediría aprox. 25 cm. de largo y como 5-6 cm. de diámetro con grandes venas obscuras y una cabeza que parecía un casco de bombero pero muy grande. La de Ericka era un poco más pequeña y menos gruesa, unos 20 cm. con un grosor de aproximadamente 4-5 cm. y la cabeza tenía en mismo diámetro que el tronco.

Viendo eso y con la excitación que me había provocado la mamada de culo; que me había dado Laisha. No pensé en otra cosa que en montarme en esas dos vergas de ensueño; que tenía ante mis ojos. Me dirigía hacia Luisa, pero ella me contuvo, me dijo que primero empezara con Ericka y que si me quedaban ganas entonces ella con gusto me complacería. Me dijo Laisha que eso era lo más conveniente que ella ya las había probado a ambas y que la de Ericka me dilataría lo suficiente para que la de Luisa se acomodara bien. Pregunté que pasaría con Teresa y me contestaron al unísono que por esta ocasión se quedaría viendo. Para que aprendiera y se diera una idea de lo que le esperaba. Al cabo ya le había quitado, yo, lo virgen.

Laisha continuó mamándome el culo y metiéndome los cuatro dedos de su mano derecha para que mi culo continuara dilatado. Mientras tanto, yo tomaba la verga de Ericka con las dos manos y empezaba a hacerle una buena paja. Me gusto como sentía esa masa de carne caliente, dura en mis manos. Deje de masturbarla cuando empezó a aparecer en ese hoyito que tiene la cabeza líquido preseminal. Entonces coloque la cabeza entre mis labios y empecé a acariciarla hasta que sentí que se ponía más dura. Luego le pase mi lengua por toda esa cabeza, sintiendo la suavidad de su piel y chupando todo el líquido preseminal que salía. Abrí mi boca y traté de introducirla. Sentí, al tener menos de la mitad de esa verga, que llenaba mi cavidad bucal. Hice un esfuerzo y logré meterla dos terceras partes. Entonces, ella, tomó mi cabeza y la empujo con toda sus fuerzas hacia su pubis. Sentí que la cabeza se introducía, no con cierta dificultad, hasta mi esófago. Al respirar pausadamente y metiendo el aire hasta inflar mi abdomen, como respiran los niños, logré evitar tener arcadas o sensación de vomitar. Lo que no pude evitar es que los ojos se llenaran de lágrimas. Pero eso no hizo que desistiera de tener semejante animal dentro de mi boca, garganta y esófago. Esto último se logró al ponerme en posición de los artistas llamados tragasables.

Tendiendo toda esa verga dentro, Ericka, empezó a hacer movimientos como si me estuviera cogiendo por la boca. De atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás. Estuvo un buen tiempo y solo la retiró cuando sintió que iba a venirse. Hasta entonces me levantó y me puso en cuatro patas, para que pudiera encularme mejor, me puso unas almohadas en mí pecho. En esta posición procedió a cogerme. Primero me acarició el culo con la cabeza, de su verga, y luego me centró e inició la laboriosa maniobra de meterla. A pesar de estar ya dilatada batalló para meter la cabeza en mi culo. Esto me causó dolor intenso. Pero como soy como los toros de lidia, bueno como las vacas de lidia, me crecí al castigo. Al sentir la cabeza dentro de mi culo procedía a retroceder con todas mis fuerzas y así de un solo envite la introduje casi en su totalidad en mis entrañas. Faltaron unos 2-3 cm. para que fuera toda. Pero como batalle para que esos centímetros faltantes entrara en mi culo. Con distintas maniobras que hice logre al fin que entraran.

Esto dificultó mis movimientos, así que dejé toda la iniciativa a Ericka. Esta, la sacaba despacio y la metía de un solo empujón. Cada vez que hacía esto sentía que se me debilitaba las piernas y se me doblaban. Pero me mantenía en su lugar la tremenda lanza que tenía clavada hasta mi intestino. Así estuvo un tiempo prolongado. Ya me dolía el culo de tanta fricción. Ya había tenido 2 eyaculaciones y Ericka sin datos de presentarla. Yo me quejaba, le decía mamacita ya lléname con tu lechita, ya sácame tu tremendo pollón. Y ella en silencio tuvo la venida más extraordinaria que había recibido en mi vida. Ahora si casi sentía que esa leche me llegaría hasta mi boca.

Inmediatamente después de que se retiro Ericka y sin previo aviso. Se colocó Luisa detrás de mí y empezó a tratar de metérmela. Después de miles de esfuerzos, no sé si eran porque Ericka me había dejado muy lastimada o por la tremenda cabeza de casco de bombero, logró su objetivo de meter la cabeza en mi recto. Esto hizo que lanzara un grito, que se oyó hasta el otro lado del atlántico, de dolor. Sentí que me habían partido en dos. El resto de la verga tuvo también dificultades para acomodarse en mis intestinos. Quedaron como 5 cm. sin haber penetrado. Así, estando ensartada, me tomo de mis caderas y me dio vuelta hasta quedar acostada sobre mi espalda y luego tomó mis pies y me los jaló hacia los hombros. Con esto pudo quedar mejor expuesto mi fundillito. Pero en esa maniobra sentí que se me destrozaban mis intestinos. Me dolió más que cuando introdujo su cabeza en mi hoyito. Pero pasó e dolor y luego mi cuerpo exigió que se le metiera el resto de la verga que había quedado afuera. Luisa me la metió hasta el pubis.

Así se quedó unos minutos. Cuando me preguntó que si me sentía bien. Yo le contesté con voz ronca de excitación que si estaba bien y que lo que quería era que me empezara a meter y sacar su tremendo pollón. Ella inició el movimiento muy despacio. Sacaba, su verga, hasta casi dejar a fuera su cabezota y luego procedía a metérmela hasta su pubis. Estuvimos un buen tiempo con esos movimientos. Cada vez que la sacaba sentía que se me iba a salir parte del intestino. Empecé a sentir como esa gran cabeza me masajeaba mi próstata….

Continuará