Mi nombre Robertha (8)

Lo que sucedió a llegar a la casa de Laisha

Mi nombre Robertha (8)

Llegamos a la casa de Laisha. Estaban las luces apagadas; así que entramos sin hacer ruido. Estaba formada por una sala, una cocina, cuatro recamaras y un baño. En una recamara dormían Luisa y en otra Ericka; en otra dormía Laisha. La que estaba libre servía como guardarropas, cuarto de televisión y cuando había visitas cuarto de huéspedes.

Pasamos a la recamara de Laisha que tenía una amplia cama, como para cuatro gentes, con dos paredes y parte del techo con espejos. Después me explicó que ahí también daba servicios especiales. En un mueble con grandes cajones y puertas tenía todo su equipo profesional; su lencería, juguetes sexuales y una especie de banquito que tenía en su centro un gran consolador. Y que al sentarse en el consolador e introducírselo en el ano y hacer movimientos de adelante hacia atrás se introducía y salía en forma rítmica. Le pregunte que como se llamaba y me dijo que el monkey.

Nos sentamos los tres en la cama y empezamos a platicar de cosas anteriores y lo que había pasado desde que nos habíamos visto por última vez. Desconcertado Tereso nos veía y escuchaba en silencio. Entonces Laisha dijo que se iba a poner cómoda. Y se coloca únicamente un baby doll que no le cubría ni las nalgas ni su aparato delantero; que al caminar se movía balanceándose para uno y otro lado. Y además trajo una botella de licor y vasos, para brindar por nuestro encuentro.

Primero tomamos poco; pero con la plática y lo cachondo que se estaba poniendo el momento casi nos terminamos la botella. Tereso estaba ebrio y empezó a ser más abierto. Nos dijo que si nos desnudábamos para poder admirarnos nuestra belleza. Lo hicimos y el casi se va para atrás de ver que parecíamos gemelas con el mismo tamaño de pechos, caderas, cintura, y de vergas. La única diferencia es que Laisha estaba más nalgona, tenía un culo gigante. No sé si por el licor o por lo que estaba viendo se empezó a estar caliente. Porque se quitó la ropa hasta quedar desnudo y sin importarle que nosotros tuviéramos unas vergas más grandes que las suya.

Nos dijo que nos quería acariciar y besar, pero que no sabía con quien empezar. Entonces nosotras dos nos abalanzamos sobre él y lo empezamos a acariciar, besar. Mientras una lo besaba y le introducía su lengua hasta la garganta y le pasaba su saliva. La otra le chupaba los pezones hasta ponérselos erecto, le pasaba la lengua por todo su cuerpo.

Se puso tremendamente caliente, pues empezó a masturbarnos a ambas, acariciarnos los pechos, los testículos. Nosotras en respuesta un le mamaba su pequeña verga y la otra le metía la legua en su culito. Esto nos empezó, a nosotras, a ponernos muy calientes y con nuestros mástiles duros y mirando al cielo. Entonces, Laisha, empezó a mamarle la pequeña verga. Se colocó en posición de un 69 y para mi sorpresa Tereso se prendió del tremendo aparato y le empezó a dar una verdadera mamada magistral. Entonces le hice la señal, a Laisha, para que lo pusiera de lado. Entonces le empecé a acariciarle con la lengua todo su ano y posteriormente meterle la lengua. Empezó a hacer ruidos guturales como de una mujer cuando está gozando de una buena cogida. Después le empecé acariciar con un dedo el rodete anal. Hasta que se lo pude introducir y le empecé a acariciar la próstata. Con esta maniobra y con la mamada que le estaba dando presentó una venida abundante de leche caliente, que Laisha se trago toda, sin dejarme ni una gota. Tereso dio un tremendo grito de placer y procedió con más ánimos la mamada que estaba dándole a Laisha. Hasta que la hizo venirse en forma abundante. La lechita caliente le produjo cierto asco porque presentó arqueos. Pero aun así una parte se la tragó. Ellos ya habían terminado pero yo aun seguía caliente y muy cachonda. Entonces decidí continuar con mi labor de dilatarle el culo a Tereso. Mi intensión era quitarle lo virgen a ese orificio, que ya le había traído ganas, pero por falta de cooperación de su dueño no se me había hecho.

Así que continué con mi trabajo. Le introduje uno por uno los dedos de mi mano. Hasta que le pude meter cuatro de ellos, supe que estaba listo para meterle mi verga hasta los vellos púbicos. Con una mirada, le dije a Laisha, que me diera lubricante. Me lo dio y me puse abundantemente a todo lo largo de mi tronco y en la cabeza. Después le di, otra mamada, a su culito para llenarlo de saliva y para que supiera que estaba preparada para la función. Le aplique con los 4 dedos abundante lubricante. Para esto Tereso estaba recostado sobre su espalda y las piernas levantadas y sostenidas por Laisha. Así que dejaba todo su culo al aire. Vi como su piel blanca cambiaba a más obscura en el área de su ano, como sus arrugas lo cerraban y como tenía movimientos de apertura y cierre como si me estuviera haciendo un guiño.

Esta señala la vi como que me estaba dando el visto bueno para quitarle lo virgen, a ese orificio tan preciado. Así que le coloque la cabeza de mi instrumento, en su entrada, y empecé a empujar lentamente. Sentía una resistencia que no podía atravesar con mi verga. Así que le dije que empezara a hacer como si estuviera evacuando, que así iba abrirse más ese hoyito y dolería menos. El hizo lo que le dije y permitió poder empezar a meter apenas la punta. Lanzó un quejido de dolor. Le pregunto que si paraba y el e dijo que no que continuara. Que si dolía lo iba aguantar, pues quería se poseído por su mejor amiga. Así que no me detuviera.

Ya con este permiso. Procedí a continuar la introducción. Cuando logre que pasara toda la cabeza, Tereso lanzó un grito impresionante, desgarrador, pero no se amilano. Al contrario empezó a empujar para poder ser empalado más fácilmente. Cuando logré meterlo todo, hasta los vellos púbicos, me detuve un momento. Entonces Tereso me dijo que tenía muchas ganas de evacuar, que no sabía porque si antes de salir rumbo al antro se había aplicado unos enemas para dejar su intestino limpio. Entonces ahí comprendí lo que en realidad me había estado pidiendo durante tanto tiempo y hasta ahora le cumplía.

Empecé los movimientos de adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante. La maniobra que hacía es que le sacaba mi verga casi hasta la cabeza y luego se la introducía en forma rápida y lo más profundo que podía. Así estuve por un bue tiempo, muy entretenida en mi labor. Escuchando a Tereso, como jadeaba, pedía más verga, que le reventara el culo, que siempre había querido ser puta y ser clavada con una buena verga. Que quería sentir la leche dentro de sus intestinos. Así estábamos hasta que empecé a escuchar otras voces a parte de las nuestras y de Laisha.

Eran Luisa y Ericka, ambas desnudas y con sus instrumentos impúdicamente erectos y al aire. Echándome porras y gritos de aliento para Tereso. Mientras le daba una buena cogida. Ellas empezaron a masturbarse. Y le pusieron ambos pollones, a Tereso, en su boca. El empezó a mamarlas. Supe que esto lo había calentado; porque me apretaba con su culo mi verga y me dificultaba meterla, pero no para sacarla. Esto me hizo que me viniera más rápido de lo que me hubiera gustado. Porque ese culo estaba bien sabroso.

Luisa era una tremenda morocha con todo grande. Boca grande, ojos verdes grandes, pechos grandes, caderas grandes y una tremenda vergota coronada con una cabeza inmensa; mayor de lo que esperaría uno para el grosor y tamaño de esa verga. Ericka era una mujer blanca, con ojos azules, unos pechos más bien pequeños que eran compensados por una tremenda cola, parada y con unos cachetes redondos, en el tamaño de su instrumento no le envidiaba nada a la de su compañera de cuarto. Así estaban provistas estas dos hermosas hembras. Que ya había dirigido sus baterías hacia Tereso.

Pues yo continúe con la cogida hasta que llegó la eyaculación. Que fue enorme, no supe yo de donde salió tanta leche. Tereso gritaba de placer y decía que el sentir sus intestinos llenos con ese líquido le estaba ocasionando algo tan maravilloso que no lo podía explicar sino únicamente dar esos gritos, pujidos, y una sarta de palabras desde que era una puta y que quería que fuera penetrado toda la noche con cuanta verga se le atravesara en su camino.

En esas estábamos cuando Luisa y Ericka empezaron a vaciar en su cara la abundante leche. Que Tereso, ahora si no le hizo el asco, y se lo tragaba evitando que se desperdiciara. Y después como una verdadera experta le exprimió, a ambas, sus tremendos aparatos hasta obtener toda la lecha. Parecía una experta haciendo esta maniobra.

Pasado este trance y después de estar más tranquilos empezaron las presentaciones de rigor. Tereso estaba maravillado pues no esperaba tanta compañía y tanta posibilidad de probar tan rico y variado menú. Luisa dijo que algo faltaba, que rodas estábamos acorde con el momento. Pero Tereso descomponía la escena. Así que propuso que vistiéramos con ropa femenina con todos los accesorios y maquillaje al que estaba haciendo mal tercio. O sea que no encajaba en el grupo.

Así que Luisa y Ericka se llevaron, a Tereso, al vestidor para hacer su transformación. Entonces nos quedamos Laisha y yo solas. Nos terminamos el resto de la botella. y me empezó a acariciar. Fue en una forma tan cachonda que me calentó muy rápido. Nos besamos, acariciamos, nos chupamos nuestros pechos, los apretujamos, con masturbamos mientras nos besábamos. Y luego hicimos un tremendo 69. Pero yo quería que Laisha me la metiera. Había soñado tantas veces con eso que ahora que se podía hacer realidad no perdería esa oportunidad. Así que me acosté sobre mi espalda y levante mis piernas ofreciéndole mi fundillo para que hiciera con él lo que quisiera. Primero me lo mamo y me introdujo su lengua hasta lo más profundo. Esto me incendió y le suplique que no me hiciera sufrir y me la metiera. Ella empezó a juguetear con su cabeza en mi ano. No aguante y se lo tomé y me lo zampé en mi culo y luego me moví de tal manera que se introdujo hasta el pubis. Entonces inició a cogerme en la forma más lenta que podía. Con lo que me hacía gozar lo indecible

Esta historia continuará