Mi nombre Robertha (7)
Como terminó la relación con Tereso, utilizando un consolador con arneses.
Mi nombre Robertha (7)
Después de que mi ano toleró semejante mástil. Tereso se pudo mover. Lo hacía lentamente, sacando centímetro a centímetro semejante verga y luego metiéndolo centímetro a centímetro. Cuando lo metía procuraba que fuera en toda su extensión. Esto último me producía un dolor muy extraño. Ya que al sentirlo todo adentro mi deseo era que se retirara, pero segundos después deseaba que siguiera metiendo ese instrumento tan grande; aunque ya lo tuviera todo adentro. Era un dolor que me causaba gozo. Así estuvimos moviendo nuestras caderas, en forma rítmica. Entonces con mis piernas rodee su cuerpo, quedando tan unidos que Tereso no podía sacar y meter ese pedazo de animal que tenía ocupando todo mi intestino; únicamente lo enterraba más profundamente. Esto me produjo un roce intenso en mi próstata haciendo que tuviera una gran venida de leche, que con la fuerza con que salió me llegó a hasta mis pechos. Entonces instintivamente retiré mis piernas; lo que permitió que el juguete pudiera desplazarse más y así sacarlo y meterlo a su antojo.
Después de unos minutos. Lo sacó y yo quede desmadejada, todavía con mi cuerpo con espasmos por las sensaciones que había sentido. Le quité el arnés y pude ver de nuevo ese pene que apenas sobresalía de su pubis, pero ahora más grueso. Lo tomé con mi boca y lo introduje totalmente. Y le di una tremenda mamada que hizo que en poco tiempo tuviera una abundante venida, que casi me ahoga de la cantidad de leche. Toda la comí sin perder una gota.
Nos metimos a bañarnos y con la disculpa de enjabonarnos. Nos dimos una acariciada de todo el cuerpo. El me beso, chupo los pechos; me dio tremenda cogida, con su lengua, en mi culo. Todo esto provocó que por primera veces en meses tuviera una leve erección. Entonces le ofrecí mi verga. Pero el la rechazó y me dijo que si quería continuar conservando mi amistad no le volviera a hacer eso.
Salimos del baño. El se puso una bata afelpada que apenas le tapaba unas buenas nalgas. Y yo me puse un pequeña bata transparente con liguero y medias y unas sandalias de tacón y plataforma. Nos fuimos directamente a desayunar.
Durante el desayuno platicamos de distintas cosas. Una de ellas fue como me había convertido en Robertha. Le platiqué todo lo que había hecho para logar ese cuerpo que poseía. El me platicó que estaba traumado por el micropene que tenía. Que no correspondía con su cuerpo. Se había intentado todas las terapias y medicamentos que salía en la TV y que ninguna le había dado resultados. Había ido con Urólogos muy prestigiados a nivel nacional e internacional y lo único que le había propuesto era colocarle una protesis. Que no había otro remedio. Por supuesto esto lo había rechazado categóricamente.
El había pensado que como amigos yo podría solucionar en parte su problema. Y que no me reiría de él. Y que por fin perdería su virginidad. Pero no se esperaba con la sorpresa que le había dado. Pero aun así quería probar mi culito con su verga. Le dije que teníamos parte del fin de semana para intentarlo. Que como la había visto, su verga, tenía una firmeza que podría perforar mi culito. No le dije que probablemente yo no lograría tener placer; después de las vergas que había tenido, mi culito, no me conformaría con una de un mínimo de 20 cm.
Durante el día nos pusimos a estudiar. Así pasaron las horas. Al llegar la noche nos bañamos. Y nos dispusimos a vestir nuestras mejores galas porque nos íbamos de antro. Yo me puse un vestido negro muy holgado por enfrente me llegaba hasta el cuello y por detrás dejaba ver el inicio de mi tremenda cola, sin ropa interior únicamente unas medias con elástico que no necesitaban liguero. Al moverme sentía como bamboleaban mis grandes pechos, que con el rose de la delgada tela hacían que mis pezones se pusieran erectos y duros lo que permitía que ha cierta distancia se pudieran ver en todo su esplendor. Además al caminar a contra luz se observaba la silueta de mis hermosos muslos. Casi no me maquille, únicamente me puse un poco de brillo en los labios y mascara en las pestañas.
Tereso, se vistió con un traje de lino blanco y tampoco se puso ropa interior.
Le dije que iríamos a un lugar que estaba presentando un espectáculo travesti. Era un antro de no muy buena reputación, porque era visitado por putilla, padrotes y toda clase de pelafustanes. Pero le dije que conocía a la estrella del espectáculo. Unas amigas me habían dicho que la estrella era Laisha y tenía ganas de verla. Bueno más bien volver a coger con ella. Y me excitaba más el que Tereso me viera haciéndolo.
Así que cuando fue la hora nos dirigimos a una zona del centro de la ciudad donde estaba, el tan comentado, antro. La primera impresión que tuvo Tereso, fue de rechazo. Él quería que nos fuéramos sin ni siquiera haber entrado. O convencí. Y escogimos una mesa cerca de la pequeña pista que la hacía de escenario. Estaba tocando un conjunto música bailable. Por lo que saque a Tereso a bailar, pero ese fue el pretexto, porque yo quería que el público me viera y con suerte también Laisha.
El espectáculo, al inicio, fue un poco soso. Pero a medida que iba progresando y preparando la entrada de Laisha, fue amentando de calidad. La entrada de Laisha fue impresionante, Ya que su vestido era totalmente transparente, con plumas en la parte posterior, que hacían un esfuerzo para taparle el tremendo culo que lucía. Más grande de cuando yo la había conocido. Por enfrente no se veía ningún bulto. Por lo que creía que se había operado. Esto me causó cierta desilusión. Pues, únicamente al pensar en su tremendo aparato se me hacía agua el culito.
En un momento nuestras miradas se cruzaron y sentí un escalofrío que llegó hasta mi culito y lo hizo vibrar. Y mi aparato eyaculador empezó a ponerse firme, por segunda ocasione en ese día, lo que se hacía visible con la tela tan delgada del vestido. Se sonrió y con la mano me hizo una señal, que me esperara hasta el final del show.
Laisha, se veía mejor que cuando la había conocido. Más exuberante, con unos pechos más grandes, con una cintura más pequeña, y unas caderas inmensas que remataban en unas nalgas redondas y muy grandes. Sus muslos también más gruesos. Pero en conjunto se veía buenísima. No sé cómo me vio ella a mí, pero me pareció que le gustó como estaba.
Al término del show, Laisha se sentó en nuestra mesa. Se la presenté a Tereso que se quedó mudo. Estaba con un vestido blanco, que a distancia se veía que no traía ropa interior. Con apenas cubiertos sus pechos, con una tela muy delgada, y luchando por salir. Se veía muy sexy. Al sentarse, me dio un tremendo beso, en el que se unieron nuestras lenguas y se enfrascaron en tremenda lucha, pasándonos nuestras salivas y saboreándolas. Esto me excitó mucho, haciendo que mi pene se pusiera muy duro, cosa que me dio mucho gusto de sentir que empezaba a responder como antes. Quise saber si ella también estaba igual que yo, y le metí mi mano entre sus piernas. Me gustó lo que toqué, una vega erecta, dura, larga y gruesa. Mejor de la que había conocido.
Laisha, entonces me metió también su mano. Por la cara que puso creo que le gusto lo que tocó. Entonces inicio a masturbarme, lentamente, hasta casi hacerme eyacular. Se detuvo. Y se metió por debajo de la mesa. Metió su cabeza entre mis piernas y tomó con sus labios la cabecita de mi pene e inició a darme una tremenda mamada. Logró que tuviera una abundante eyaculación y toda se la tragó. Incluso estuvo un buen rato exprimiendo mi pene hasta obtener la última gota de esa leche caliente que estaba esperando, desde hacía un buen tiempo, para salir. Entonces yo le pagué con la misma moneda. Pero debido a la posición en que me encontraba no pude mamarle su gran verga, como yo quería. Lo único que hice es darle la mejor masturbada, que había dado en mi vida. Todo su leche la tome en el cuenco de mi mano y también le exprimí su tremenda cabeza, de esa verga que aun soñaba con tenerla dentro de mi ano. Obteniendo hasta la última gota y luego procedí a comérmela como si fuera el más preciado postre. Le di de lengüetazos hasta que limpié completamente mi mano.
Al ver a Tereso que tenía una cara de sorpresa y miedo, por lo que pudiera pasar si éramos vistas, lo tranquilice diciéndole que no se preocupara que en estos lugares todo se permite. Si se hacía en forma discreta. Pero aun así no se quedó tranquilo e insistió que nos fuéramos a otro lugar para poder hacer todo lo que quisiéramos.
Le propusimos que fuéramos a la casa de Tereso. Pero más se asustó con esta propuesta. Así que Laisha nos dijo que podíamos ir mejor a su casa. Que tenía varias cosas que le gustaría mostrarme. Pero nos advirtió que vivía con dos compañeras más y no sabía si ya hubieran llegado. Así que si estaban ahí y no nos aceptaban, entonces que tendríamos que buscar otro lugar donde festejar nuestro reencuentro.
Salimos a toda prisa de ese antro y nos fuimos a subirnos al auto de Tereso. Así nos dirigimos a la casa de Laisha
Esta historia continuará ..