Mi nombre Robertha (5)
Lo que sucedió despues con Elisabeth y Laisha. Y como cambió mi vida
Mi nombre Robertha (5)
Después de haber estado acariciándonos, tocando, besando; en ocasiones tenía las tetas de Elisabeth en mi boca, a veces tenía la verga de Laisha en mi boca y otras veces Elizabeth estaba mamándome y metiéndome su lengua en mi culito, mientras Laisha me mamaba mi verga. Laisha se puso con su miembro rígido y hasta se veía más grueso y largo. También a mí se me había puesto rígido el aparato y Elisabeth tenía toda su concha babeando.
Elisabeth mueve el sillón para que el respaldo quede enfrente de ella. Se acuesta y quedan sus manos sobre el asiento del sillón y su abdomen en el respaldo. Dejándome ver sus hermosas nalgas y un culito hambriento que se abría y se cerraba acompasadamente como pidiendo verga. La que yo estaba dispuesta a dársela. Así que me dirigí hacia ella y de un solo empujón le dejo ir mis 18 cm. de carne tiesa. Dejó escapar un grito de dolor y placer al mismo tiempo. Al sentirla adentro ella inició unos movimientos circulares, con otros hacia adelante y hacia atrás que casi me hace le vacíe toda mi leche. Al darse cuenta se detuvo súbitamente. Lo que permitió que a su vez Laisha me metiera su verga en mi desprevenido ojete. Traté de impedirlo por el dolor que me estaba causando, pero Laisha me tenía a su merced pues con sus poderosos brazos me inmovilizaba mis caderas. Así que ante lo inminente afloje mi culito para recibir ese trozo de carne. El dolor que sentí al principio se transformo en una oleada de placer que recorrían toda mi columna y se hacía nudo en mi nuca y de aquí se extendían a todo mi cuerpo haciéndolo vibrar.
Así los tres iniciamos unos movimientos rítmicos que cuando le sacaba mi instrumento a Elisabeth sentía que Laisha me ensartaba con el de ella. Y cuando le metía mi verga en lo más profundo del culo a Elisabeth sentía que Laisha también me metía su verga hasta el más lejano rincón de mi recto. Estuvimos por un buen tiempo con este movimiento hasta que sentía que todo el placer se me arremolinaba en mi ojete y me hacía explotar en la más grande venida de leche que jamás haya tenido. Y minutos después sentí como estallaba en una gran corrida, en mi culito, por parte de Laisha. Sentí que era invadido mi intestino por borbotones de líquido, así como el movimiento espasmódico de su verga. Todo esto hizo que tuviera una nueva erección, pero no tenía deseos de continuar metiéndosela en el ano a Elisabeth, sino que quería que Laisha me continuara penetrando más y más. Hasta lo más profundo de mí ser. Había tenido una eyaculación abundante, pero el orgasmo no fue en mi verga sino que el placer lo sentí en mi culo, no en mi verga, y además fue más intenso y prolongado de todos lo que había llegado a tener.
Así estuvimos hasta que ambas vergas se pusieron flácidas y salieron solas de sus cuevitas de amor. Al separarme de Elizabeth pude mover mi cuerpo y abrazar a Laisha y besarla tan intensamente que sentía que casi la perforo con mi lengua. Su boca sabía a sexo. Su abundante saliva, que me paso, la tragué con delicia. Empecé a sentir, nuevamente, que el miembro de Laisha crecía y lo tomé con mis manos y la empecé a masturbar. En ese momento nos olvidamos de Elisabeth, únicamente existíamos Laisha y yo. Me hinqué y empecé a darle la mejor mamada que hasta entonces había dado. Ella, con ambas manos en mi nuca, empujaba hacia adelante mi cabeza para que me la comiera toda. Así lo hice, sentí su pubis afeitado en mis labios. Empecé un movimiento hacia adelante y hacia atrás y con mi lengua acariciaba la cabeza de esa verga que me estaba dando tanto placer. Cuando estaba con su verga rígida y erecta como un mástil. Me levantó y me colocó como había estado Elisabeth. Me besó y mamó mi culito hasta ponerlo en capacidad de recibir tamaña tranca. Con sumo cuidado y lentitud me fue introduciendo su verga en mi humillado culito. Primero sentí como las arrugas desaparecía al estirarse la piel, después como pasó el primer esfínter (de cómo batalló para vencerlo), después pasar el último escoyo del segundo esfínter (en este batalló más y me dolió más cuando lo venció, que el anterior). Cuando sentí que gran parte de esa verga la tenía ya adentro y libre de toda resistencia entonces moví mi cadera hacia tras hasta lograr que toda esa verga se metiera en mis intestinos.
Sentí una sensación distinta a las que hasta entonces me había provocado una verga en mi culo. Probablemente fue que todos mis sentidos estaban fijos en mi culito y me fijé en cada uno de los pasos desde el inicio hasta tener esa tremenda enculada. Pero fue maravilloso sentir todo ese pedazo de carne dentro de mí. Con un susurro en el oído, Laisha, me ordenó que no me moviera que el haría todo. Entonces, empezó a moverse lentamente después un poco rápido, para volver a hacerlo nuevamente lento y así sucesivamente. Estos movimientos los hizo por un tiempo prolongado. Me hacía sentir orgasmos de corto tiempo e intensidad. Después cambió su ritmo a uno más frenético y con esto empezó a llamarme "puta lame vergas", "perra", "puta come vergas". Entonces sentí que era el momento en que iba a explotar y apreté mi culo haciendo que el roce fuera más intenso. Esto hizo que empezara a sentir un nuevo orgasmo (como si toda mi energía del cuerpo se dirigiera a mi culo y se hiciera un nudo que no se podía desatar). Al momento de sentir su primer chorro de leche empecé a sentir que ese nudo que se había hecho, en mi culo, se deshacía súbitamente dándome un placer incontrolable y de mi boca salieron palabras que yo inconscientemente las decía como eres "mi macho", "dame toda tu leche", "destrózame el culo con esa vergota", "méteme tú vergas hasta los huevos", "papacito soy tu puta", "mátame a vergazos". Así estaba hasta que siento mis intestinos ser invadidos por ese leche que apagaba mis ardores. Tuvimos un orgasmo en forma simultánea, fue formidable sentir el palpitar de su verga y el palpitar de mi ojete al mismo tiempo.
Al perder su rigidez, la verga de Laisha, se salió. Y antes de que se pudiera perder algunas gotas de ese preciado líquido me volteo y me hinco y tomo con mi boca esa verga marchita y le doy otra mamada. Probando mis secreciones juntos con los restos de leche que quedaban. Mi madre me aproxima una copa y me la pone en la salida de mi ojete y me pide que puje. Al hacerlo empieza a salir una cantidad razonable de leche. Después me la ofrece y la tomó paladeándola lentamente. Me gustó ese sabor de la combinación del esperma de Laisha y mis secreciones intestinales.
Todavía estuvimos un tiempo en la sala, pero ya nada más platicando. Cambiando opiniones. Elisabeth me comentó que ella había gozado conmigo, pero no se comparaba con el placer que me había proporcionado Laisha a mí. Se vistieron y así como llegaron se fueron.
Al quedarnos solos, mis padres y yo, nos pusimos a conversar. Mi madre me preguntó que era lo que quería. Si era ser penetrada o penetrar. Y si la penetración por un transexual había sido igual que la que me había dado el Turco. Que había sentido al penetrar a Elisabeth y si había sentido igual que con Laisha.
Le dije a mi madre que lo que quería ser era una persona como Laisha, poder gozar cuando penetro y gozar cuando sea penetrada. Que me gustaría transformarme. Tener pechos grandes, de ser posible aumentar mis carderas y el tamaño de mis nalgas. Tornear más mis piernas y cambiar mi voz a una más sensual, como la que tenía Elisabeth. Que cuando hablaba parecía que tenía un orgasmo. En ocasiones grave y en otras ronca. Eso era lo que quería que fuera mi vida. Una mujer pero con pene. Poder gozar mi culito y me verga cuantas veces se pudiera. Tener únicamente hombres que me dieran y yo pudiera darles. No me interesaban las mujeres.
Mi madre me dijo entonces que por la mañana acudiríamos con un medico amigo de la familia para iniciar la transformación. Primero un régimen de hormonas acompañado por un régimen alimentario y de ejercicios. Así como conseguir una buena maestra para que me enseñe todo acerca de modales, vestirme, hablar y maquillarme.
Más adelante vendrían las cirugías para arreglar un que otro detalle. Como son ponerme unos pechos que correspondan a mi cuerpo y si después los quisiera aumentar también dejar todo preparado. Ese era el plan a seguir.
Me acosté haciendo un recuento de lo que había pasado. Como había gozado con Laisha. También no podía negarlo había gozado con Elisabeth pero ni se asemejaba uno del otro. Así que me pareció lo que había escogido era lo mejor para mí. De otra forma, el continuar mi vida como varón tarde o temprano habría hecho crisis y los cambios bruscos nunca son buenos. Además me quedó muy adentro de mi cerebro lo que me había dicho Laisha al oído "cuando tu culito ha probado la verga siempre la continuara deseando y nunca perderá la oportunidad de volverá a probarla y nunca la podrá olvidar". Es como el tabaco nunca se puede decir, después de haberlo probado, que nunca volverás a fumar.
Esta narración continuará