Mi nombre Robertha (4)
Lo que sucedió despues de la fiesta que acudí con mis padres
Mi nombre Robertha (4)
Después de lo sucedido con el Turco me pasee como una reina durante el resto de la reunión. Nos fuimos a nuestra casa. Durante el trayecto mi mamá me preguntó si me había gustado lo que me había sucedido, le contesté que sí que me había abierto los ojos hacia otras sensaciones.
Cuando llegamos a la casa cada uno se fue a su recamara. Yo, en la obscuridad de mi cuarto continué paladeando lo que había hecho con el Turco. Y al final no supe cuando me quedé dormida. Por la mañana me bañé y al estar enjabonando mi culito lo sentí un poco inflamado y aun dolía. Por lo que me apliqué un lubricante con anestésico, que tenía disponible. Me calmó el leve dolor y me permitió vestirme únicamente con unas pantimedias de lycra, que me quedaron muy ajustadas y una sandalias con tacón y plataforma bajas. Así baje a desayunar. Mi madre estaba desnuda, únicamente cubierta por un pequeño mandil que apenas le cubría los muslos y le dejaba el tremendo nalgatorio al aire, llevaba unas sandalias sin tacón ni plataforma. Mi padre estaba desnudo con su tremenda verga en completa erección que me hacía tener mi vista fija en él. Y cada vez que pasaba mi madre a su lado le acariciaba su concha o su culito. En una de esas pasadas mi padre logró introducir su dedo, en el culo de mi madre, haciendo que se detuviera. En esta forma, logró metérselo y sacárselo en varias ocasiones. Lo que hizo después me sorprendió, se metió ese dedo en la boca y lo saboreó como un manjar exquisito. Así desayunamos todos juntos. Durante el desayuno la plática fue acerca de mi futuro. Mi madre me dijo que por la tarde tendría una nueva experiencia y así podría tener mejores argumentos para decidir lo que quería ser el resto de mi vida; un heterosexual, un homosexual, bisexual o transexual.
La casa fue preparada para recibir visitas. Mi madre me dio un baño de tina con sales de olor. Me aplicó una crema depilatoria en todo el cuerpo poniendo mayor énfasis en mi pubis, axilas y alrededor de mi culito. Ya cuando estaba lista me dio una pantimedia muy sexy que me la puso y sobre ella unas medias con encaje hacía los muslos y lo suficientemente elásticas para que se fijaran sin necesidad de liguero. Después, me puso una minifalda que dejaba al descubierto el encaje de las medias y apenas me cubría las nalgas. Y para cerrar me puso una blusa que se amarraba por enfrente que dejaba descubierta la espalda. Y me dio unas sandalias con un tacón de 10 cm y plataforma. Me maquillo con sombra y lápiz labial de acuerdo con mi piel. Peinó mi pelo crespo al estilo afro. Además de puso uñas postizas lo suficientemente largas que me dificultaba poder tomar las cosas con mis manos. Me las pintó de un color rojo intenso, tanto las de las manos como las de los pies. Obviamente esto último lo hizo antes de que me pusieras las pantimedias y medias.
Así salí a la sala. Donde esperaban 2 mujeres vestidas únicamente por mallones, teniendo ambos aberturas entre las piernas. Una enseñaba una concha depilada y la otra enseñaba un aparato genital masculino de buenas proporciones. Las dos estaban de pie. Nos presentamos, la mujer se llamaba Elisabeth tenía unos enormes pechos, con unas caderas que envidiaría cualquier mujer con unas nalgas respingadas, su cara hermosa. Con una voz melosa que cuando hablaba parecía que acariciaba y estaba casi al borde de un orgasmo.
El hombre, que después supe era un transexual, tenía un cuerpo hermoso. Con unas nalgas más grandes y prominentes que Elisabeth. Unos pechos enormes con unos pezones y areolas muy grandes y obscuras. Su armamento constaba de unos 20 cm. de largo por 5 cm. de grueso, con una cabeza de fuera por estar circuncidado, atravesada por una venas prominentes y gruesas que parecían se iban a reventar; su nombre era Laisha.
Me dijo mi madre que primero debería tomar a Elisabeth. Me acercaba a ella cuando en forma súbita se prendió de mi boca y sentí como su lengua buscaba la mía. Me pasó su abundante saliva que tenía un sabor agradable. Después me metió la mano por debajo de la minifalda y sentí como me acariciaba mi pene atreves de la pantimedia. Su otra mano me la estaba pasando por mis nalgas las que estrujaba y apretaba. Me tumbó en el sofá, dejándome acostado sobre mi espalda, y jaló mis piernas y las puso sobre el respaldo del sofá. Por lo que quedó mi cabeza a la orilla del sofá. Después se puso con sus piernas abiertas sobre mi cara. Quedando mi cara a nivel de su concha, entonces me ordenó que se la mamara y le metiera mi legua en su vagina. Así lo hice, empezó a mover sus caderas hacia adelante y hacia atrás. Con lo que hacía que mi lengua se introdujera y se saliera de su vagina. Estuvo un largo tiempo con esta maniobra hasta que sentí como me presionaba los lados de mi cabeza con sus muslos y empezaba a gritar y gemir con lo que anunciaba la llegada de un orgasmo. Me llenó la boca y cara de un abundante líquido mucoso con un sabor alcalino. El que me ordenó me lo comiera todo.
Después de esto; me rompió mi pantimedia y dejo salir mi tolete de buenas proporciones, el que tomó con ambas manos y empezó a darme una verdadera gran mamada, que hizo que sintiera que por ahí se me saldría parte de mi cerebro. Esto último no fue así, pero si fue abundante leche que se trago completita.
Sin dejarme descansar, volvió a meterse mi aparato en su boca. Que para sorpresa mía se volvió a poner erecto. Se acostó en el sillón levantó sus piernas y con sus brazos sostuvo los muslos. Metiendo los brazos por la parte interior de los muslos y al jalarlos se abrieron las piernas como si fuera un abanico mostrando un ano de color obscuro que se abría y cerraba como invitando a tomarlo. Me hizo que tomara la posición sobre ella y le metiera mi aparato de un solos envite. Al recibirlo dio un tremendo grito de placer y comenzó a gemir. Después de un tiempo los dos tuvimos un orgasmo al mismo tiempo. Así que nuestros gritos y gemidos se unieron en uno solos. En ese momento sentí como su vagina tenía contracciones y parecía que me exprimía mi pene. Nos dimos un reposo por un tiempo.
Laisha, mientras estábamos haciendo esto. Nos observaba y se masturbaba con una mano y con la otra se acariciaba su culo. Después se mojó un dedo y se lo metió, después fueron dos, tres y hasta que se estaba metiendo los cuatro. Al estar aun con Elisabeth, él se acercó y procedió a limpiarme con su lengua todo mi pene. Después se lo metió, completamente en su boca. Entró flácido y lo soltó hasta que se volvió a poner rígido. Así lo estuvo mamando hasta ponerlo bien duro, he de mencionar que Laisha logró ponerme mi verga más dura y parada que Elizabeth haciendo lo mismo, mamándomelo. Entonces se puso en la misma posición que había tomado Elisabeth, tiempo atrás, permitiendo observar un ojete que hacía mucho tiempo había perdido la virginidad. Y me aplicó abundante lubricante a mí y a su culito. Después de haberle apuntado, mi pene erecto, directamente a su fundillito, se lo metí despacio. Ella me iba dando los tiempos pues tomó mi pene con sus manos y a medida que se la iba metiendo las iba retirando. Hasta que mis testículos tocaron sus nalgas. Entonces se lo metía lentamente y después rápidamente. Hasta que llegó un orgasmo de mayor intensidad y prolongación que el que había tenido con Elisabeth. No lo saque hasta que practicante por lo flácido se salió. Laisha con su boca limpió mi tranca y chupó las últimas gotas de mi leche.
Hasta entonces pude descansar. Elisabeth y Laisha se pusieron a tomar vino y reposar. Mientras tanto mi madre me sentó en otro sillón. Me preguntó que me había gustado más. Lo que me había hecho Elizabeth o lo que me había hecho Laisha. Me quedé un momento pensando y evaluando mis sentimientos. Entonces le dije que lo que habíamos hecho Laisha.
Me dijo que después de este tiempo de reposo vendría lo mejor y que eso decidiría mi futuro. Elisabeth y Laisha se sentaron en el sillón; la primera enseñando, con sus piernas abiertas, esa concha depilada y babeante; Laisha con sus piernas abiertas mostrando su tremendo aparato, bien erecto y rígido saliéndole una líquido transparente. Me puse de rodillas delante de ellos y empecé a mamarle la vagina y el clítoris, a Elisabeth, metiendo mi lengua lo más profundo que podía y tomando entre mis labios al clítoris al que le pasaba la lengua y luego lo chupaba. Todo este trabajo redituó dividendos. Pues la mujer casi se derrite con esto; gimió, lloró, dijo que era mi puta, mi perra, mi esclava. Hasta que llegó a un orgasmo prolongado. Con mi boca le limpié todas las secreciones que había arrojado. Y agradecida me dio un gran beso.
Después, me puse enfrente de Laisha, que mientras estaba yo mamando a Elisabeth; él se estaba masturbando. Por lo que toda la cabeza de su caramelo estaba lleno de líquido preseminal. Entonces inicié a darle una buena mamada, como el Turco me había enseñado, sentí como se puso esa verga más rígida. Luego, empezó a meterla y sacarla de mi boca. Como iba cada vez excitándose más empezó luego a gemir, gritar que yo era su puta, que quería meterme su verga por mi culo, que era una perra mamadora. Así estuvo hasta que descargó su leche en mi boca. Yo ya sabía que me la tenía que tragar toda y no desperdiciar nada.
Después de esto los tres empezamos un juego que no sabía en que iba terminar.
Esta narración continuará