Mi nombre Robertha (10)

En lo que termino con Luisa

Mi nombre Robertha (10)

Al estar Luisa metiendo y sacando, lentamente, su verga de mi culo; su gran cabeza empezó a masajear mi próstata haciendo que empezara a sentir un placer indescriptible. Por mi meato urinario se inició una abundante salida de líquido preseminal. Que Laisha, que estaba pendiente de mi, rápidamente colocó su boca e inició a succionar como poseída. Esto hizo que rápidamente tuviera una nueva venida de abundante leche, lo que me agradeció Laisha; con una caricia en mi cara.

Mientras tanto Luisa se daba gusto metiendo y sacando su gran pedazo de carne, que me tenía metido hasta su pubis. Ella continuó con un movimiento lento de introducción y rápido al sacarlo procurando que su cabeza me siguiera masajeando mi próstata. Esto me hacía sentir un placer hasta la locura, como nunca imaginé lo llegaría a sentir. Así dos cosas me hacían olvidar el posible dolor que pudiera tener: el placer y el deseo de sentir todo ese trozo de carne en mi culo.

Poco a poco empecé a notar que su verga iba creciendo más y más. Por lo que esperaba de un momento a otro esa gran invasión de su leche en mis intestinos y me aliviara el deseo de continuar siendo cogida por ese monstruo de verga. Entonces en forma súbita me lo sacó. Dejándome con una horrible sensación de vacío. Mi culo quería seguir siendo ocupado por ese gran trozo de carne.

Me dijo con una voz ronca, autoritaria. Que quería que cabalgara su verga hasta hacerla venir toda su leche. Luisa, se acostó de espaldas dejando sus piernas colgando y sus pies firme en el piso. Entonces me levanto y me pongo de espaldas a ella y trato de meterme esa verga nuevamente en mi culo hambriento. Tengo que parame de puntas para poder lograr que su cabeza quede a la altura de mi culo. Al sentir su cabeza rozándome mi culito, ya para ese entonces sin arruga alguna, me siento y empiezo a introducirlo. Hay mayor facilidad, ya que mi culo se encuentra completamente abierto, por lo que logro introducir la mitad y en un segundo tiempo logro meterla hasta el pubis. En esta posición inicio un movimiento de mi cadera de adelanta hacia atrás. Siento como se mueve su verga dentro de mis intestinos y como me presiona y frota mi próstata. En esta posición logro obtener mayor placer.

Siento que mi cuerpo va explotar en mil pedazos, de placer. Empiezo a vociferar cuanta palabra se me ocurre, a gemir, llorar. Esto enciende más a Luisa y me empieza a decir "perra como vergas", que "soy su puta", que "me mueva lo que soy, una zorra", que "me va a partir en dos". Mi cuerpo, con ese movimiento que estoy haciendo, empieza a temblar; siento que las fuerzas me abandonan. Laisha me ayuda, nuevamente, me apoyo en ella. Lo que no dejo de hacer es mover mi cadera.

En esos momentos. Laisha se prende nuevamente de mi verga y empieza a mamármela con gran intensidad, apoyándome en su espalda. Esto, aumenta mi placer hasta casi hacerme desmayar. En ese momento siento que voy a venirme con una cantidad de leche que nunca lo había hecho, anteriormente. Y al mismo tiempo siento como la verga de Luisa crece y empieza lanzar borbotones de leche. Las dos nos venimos simultáneamente. Mi cuerpo se desmadejó quedando como una muñeca de trapo. Luisa lanzó un rugido intenso, que era la señal de que había tenido un tremendo orgasmo. Sentí como su cuerpo se aflojo. Lo único que no se había aflojado era esa tremenda verga, pues aun la sentía bien erecta en mi intestino y aun escupiendo leche. Mientras tanto, Laisha se tragaba toda la leche que expulsaba mi verga.

Laisha me ayudo a desmontar a esa tremenda bestia de verga que tenía Luisa. Ahora, la abundante leche había ocupado el lugar del trozo de carne y mi culo no se sentía vacío. Al quitar el tapón de carne, que tapaba mi canal del placer, salió abundante leche, que empezó a escurrirse por los muslos. Ericka la tomó, a la leche que escapaba por mi culo, en una copa, tratando de que no se perdiera ni una gota. Al ver a Luisa toda desmadejada, supe del gran esfuerzo que habíamos hecho las dos. Y al voltear a ver aquella masa de carne, más obscura que el resto de cuerpo, mi mente no podía creer que la había tenido toda adentro de mi intestino.

Me recostaron a un lado de Luisa. Esta me dio un largo beso, sintiendo que su lengua me llegaba hasta mi garganta. En ese momento Ericka me dio a beber todos esos líquidos del amor y placer, que había recogido en la copa. Llenó mi boca y Luisa me volvió a besar; así compartimos esos fluidos, que a mí me supieron al mejor postre. Que había sido capaz de sacarlos de esos inmensos testículos de toro, que tenía Luisa.

Al buscar a Teresa la vi con cara de asombro. Me dijo que no podía creer que a pesar de haberme metido semejante verga aun continuara con vida. Guiñándole un ojo, le dije que se preparara pues la siguiente presa de Luisa sería ella.

Ahora supe en toda su extensión lo que me decían mis amigas: "que no importa el tamaño siempre que sea grande". Había sentido el mayor de los placeres, de la lujuria, del sadomasoquismo en una sola cogida. Fue maravilloso, algo que no olvidaría nunca. Y que en ese momento me hizo concebir un plan que haría que Luisa fuera mí marida.

Después de todo lo que había pasado y que era de madrugada; todas nos fuimos a dormir. Excepto Ericka y Teresa que se fueron a otra recamara. Y por los ruidos que escuchamos después de su partida nos imaginamos que no estaban perdiendo el tiempo.

Dormimos hasta tarde. Me desperté y me bañé. Salí con una vaporosa bata de gasa blanca, que no dejaba nada a la imaginación y para ser franca me gustaba lo que veía reflejado en el espejo. Una mujer con grandes pechos, cintura pequeña y unas grandes caderas rematadas por una cola grande, carnosa y parada; mi verga otrora grande y dispuesta a la pelea ahora apenas se notaba, como que se había achicado que se había cohibido después de la demostración de la tremenda verga de Luisa. Para rematar me puse unas sandalias de plataforma transparente, de plástico. Así me fui a la cocina para prepararle el desayuno a mi nueva marida. Que después de lo que había pasado se merecía todo.

Al llegar a la cocina, Laisha estaba tomando café, ella iba desnuda únicamente traía unas zapatillas de plataforma. Me preguntó que iba hacer y le dije que le iba hacer el desayuno a mi marida. Me dijo al oído que tuviera cuidado ya que Luisa era la pareja de Ericka y que tal vez eso no le iba a gustar eso. Aun así preparé un desayuno a base de huevos, mortadela, pan tostado con mantequilla. Pero no había naranjas para prepararlas en jugo. En ese momento escucho, por la ventana, a un hombre en la calle que anunciaba la venta de frutas. Era una persona con un pequeño camión en el que llevaba frutas. Así como estaba salí a comprar naranjas. Llegué a un lado del él y le dije que quería unas jugosas naranjas y otras frutas. Volteó y casi se va de espaldas al verme únicamente cubierta por aquella bata tan transparente. Tartamudeando y con las manos temblorosas me despacho. Y al preguntarle que cuanto era lo de la fruta; me dijo, que no era nada que así estaba bien. Que ya con el taco de ojo que le había dado estaba más que pagado. Entonces, no quise ser aprovechada y le tomé las dos manos y las pasé por debajo de la bata. Haciendo que me tocara mi enorme culo. Viendo la oportunidad me dio una buena masajeada y metió sus dedos entre los dos hemisferios y en esa forma separó mis grandes globos y pudo tocar mi hoyito. Lo deje unos segundo, y luego tomé la fruta y así como había llegado me fui. Me gritó que el pasaba a diario y que cuando quisiera fruta él con gusto me atendería.

Llegue de nuevo a la cocina y terminé de preparar el desayuno. Tomé una charola y le llevé el desayuno a la cama a mi nueva dueña, mi Luisa. La desperté con palabras cariñosas, besos y caricias. Diciéndole que le llevaba su desayuno para que recuperara fuerzas para otro eventual encuentro. Pensé para mis adentros que ahora en adelante sería con el único que cogería. Se despertó y se sentó en la cama y procedió a devorar el desayuno. Me dijo que nunca le habían llevado de comer a la cama y que todo lo que había preparado estaba delicioso. Como pago me dio un gran beso, en el que nuevamente su lengua penetró hasta lo más lejos que le permitía su longitud. Me acarició amorosa todo mi cuerpo y como toque final me dio unas mamadas en mis pechos, que hicieron que se pusieran duros y erectos mis pezones. Le tomé con mucho amor su tremenda verga y se la empecé a acariciar. Pero, Luisa me dijo que dejáramos las cosas en santa paz, ya que con la cogida de la madrugada mi culo no estaría preparado para recibir su verga hasta después de unos tres días.

Se metió a bañar y le prepare su ropa y con que se maquillara. Así empezó mi nueva vida

Esta historia continuará