Mi noche más morbosa en un tren
Una noche en un tren con un desconocido al que no volverás a ver... el morbo esta servido
Llevaba unos días de vacaciones y estaba de lo más aburrida cuando llegó a mi móvil un mensaje de mi amiga preguntándome por mis vacaciones.
-Aquí, aburrida como una ostra
-Ven a verme pues –me dijo resolutiva-
-No quiero molestar
-No molestas
Al final llegamos a un acuerdo, yo consentí en ir solo al convencerla de que me alojaría en un hotel, cerca pero no con ellos que estaban en una casa alquilada junto con otros familiares de su marido.
Miré unos billetes en internet y solo quedaba sitio en un tren que salía esa misma noche y llegaba por la mañana; miré un vuelo pero se salía de madre al ser con tan poco tiempo y al final me decidí a coger ese tren nocturno.
Preparé a toda prisa las cosas que iba a llevarme para el fin de semana y tras avisar a mi adorada vecina y dejarle una llave me fui a la estación.
Estaba con la adrenalina a tope tras la rapidez con la que se había desarrollado todo y apenas había comido nada desde esa mañana. Como aún faltaba una hora entre en el bar de la estación y me pedí un bocata, que devoré junto a una cervecita bien fría.
Me sentía pletórica con la perspectiva de tres días de playa, por volver a ver a mi amiga después de dos semanas y como no animada por haber comido y por la cervecita.
Me fijé en la gente que esperaba el tren; me gustaba fantasear inventando sus vidas en mi mente fértil.
Había una parejita joven, que se devoraban mutuamente sin pensar en nada que no fuera devorarse; al lado una pareja de edad avanzada, discutían sobre algo que ella leía de una revista; un poco más lejos una pareja de mediana edad con dos críos charlaba animadamente mientras los niños jugaban a sus pies. Seguí mirando y había un grupito de gente joven charlando a gritos y riendo entre ellos, eran más de quince. No me sentí identificada con ninguno de los presentes, hasta que casi a punto de llegar el tren se nos unió alguien más, un hombre se sentó a mi lado.
-Buenas noches –dijo y al momento su olor varonil invadió mis fosas nasales-
-Buenas noches, veo que hoy hay algo de jaleo. Normalmente estoy casi solo –dijo abriendo un periódico y dando por finalizada la mini charla-
Miré al desconocido de soslayo antes de decirle.
-Con tanto jaleo, espero que se tranquilicen para el viaje, porque ya me estoy arrepintiendo de haber cogido un billete en butaca en vez de un apartado compartimiento.
-Pues yo lo prefiero, sale algo más caro, pero cuando has hecho el recorrido de cinco horas entre tanta gente terminas dándote cuenta que vale la pena pagar la diferencia.
-Vaya tendría que haber hablado con usted antes –le dije con una de mis mejores sonrisas-
El me miró y al momento siguió leyendo el periódico aislándose de nuevo.
Ese hombre había captado plenamente mi atención y empecé a fantasear con que vida llevaría fuera de ese andén de tren.
Miré de reojo la alianza que lucía en su dedo, pensé que tendría unos cincuenta y algo, como a la mitad entre los cincuenta y los sesenta. Por su manera de vestir deduje que tendría un cómodo y bien pagado trabajo ya que le permitía el lujo de llevar un traje y unos zapatos que gritaban que costaban más de lo que yo cobraba en un mes. Entonces me surgió una pregunta.
-¿Porque el tren y no el avión?
-Odio volar y lo evito todo lo que puedo –solo al oír la respuesta supe que había hecho la pregunta en voz alta-
-Lo siento no era mi intención…
-No pasa nada, no se preocupe
Debía llevar una vida ordenada ya que estaba muy bien para la edad y eso solo es posible si alguien se cuida. Aunque algo hosco me pareció muy educado en todo momento, ese desconocido acababa de despertar un morbo inusual en mí y de repente mis fantasías fueron por otro cauce, durante unos segundos imaginé como seria sentir sus grandes y cuidadas manos recorrer mi cuerpo.
En ese mismo instante llegó el tren y nos separamos, el subió en el vagón continuo al mío y aunque lo perdí de vista no dejé de pensar en ese desconocido que a pesar de no ser mi tipo me ponía un montón.
La primera hora fue caótica, se entremezclaban conversaciones varias y no logré concentrarme un solo minuto en mi lectura, concienciada que ya no iba a lograrlo me dispuse a estirar las piernas y huir de ese caos. Me metí en el baño y al salir pude ver al desconocido que tanto me había afectado en el pasillo, él me sonrió y decidida fui hacia donde estaba.
-¿De paseo?
-Estoy algo agobiada, pero al menos he aprendido que a veces es mejor rascarse el bolsillo –dije con una sonrisa-
No pude evitar mirar hacia su cubículo, en el había dos cómodos sillones reclinables que seguro se convertían en cama y sin poder evitarlo mi mente voló y me imaginé retozando allí con ese hombre maduro y apetecible.
-Yo me he quedado sin lectura, olvidé coger mi libro electrónico y me aburro como una ostra sin un ápice de sueño.
-Vaya –dije como una tonta afectada por su cercanía, su olor y el magnetismo que ejercía sobre mi tonto cuerpo-
-Voy a proponerte algo, sin intención de ofender
Todo mi cuerpo se mantuvo en alerta y a la expectativa mientras le oía hablar.
-Te propongo algo: tú te agobias y yo tengo un cómodo sitio de sobra. Te lo cedo si accedes a jugar a un juego
Me quedé mirándole con los ojos como platos sin articular palabra.
-Somos dos desconocidos que no tienen nada en común, en un tren, una noche de verano. Siento curiosidad por ti y me gustaría charlar con alguien como tú, saber cosas que no contarías a un amigo y yo haré lo mismo, simplemente hablar de cosas que solo hablaría con un desconocido al que posiblemente no volveré a ver jamás. Pero con una regla, solo la verdad, si no estás dispuesta a ello no vuelvas con tus cosas en cinco minutos.
-¿Porque yo?-pregunté antes de volver a mi sitio-
-Porque me encantó la forma en que devoraste el bocadillo en ese bar, parecías comerte el mundo y porque en mi mundo nadie es tan espontaneo como pareces ser tu a juzgar por tus preguntas y tus miradas de soslayo en el andén antes de subir al tren.
Volví a mi asiento rumiando su propuesta, cada célula de mi cuerpo quería coger la bolsa y regresar junto a él, pero el miedo a lo desconocido me sentó en mi asiento.
Durante unos minutos recordé su olor, el cosquilleo que recorrió mi columna cuando este se acercó para hablarme y una vocecilla me dijo que me quedara en mi sitio, aunque al momento una voz más potente me gritó que recorriera ese pasillo y cogiera el toro por los cuernos, para explorar lo que seguro sería una experiencia nueva digna de ser recordada.
Sin darme apenas cuenta cogí mi bolsa y levité por el pasillo, toqué con los nudillos y él me dejo pasar.
-Ponte cómoda, voy a por unos refrescos.
Me senté en el sillón que parecía no estar ocupado por él y esperé a que regresara.
-Toma –dijo pasándome una lata-
Di un trago a la helada cerveza y me apoyé en el respaldo haciendo las paces con el destino por mi suerte.
-¿Cuántos años tienes?-su voz de barítono resonó en el compartimento-
-Treinta y uno
Le oí resoplar y pregunté:
-¿Y usted?
-Yo tengo alguno más –dijo con media sonrisa- vale cincuenta y cinco
-¿Cómo te ganas la vida?-preguntó de nuevo con voz seria-
-Trabajo en una oficina –le contesté con la verdad sin dar demasiados datos-
-Como yo –contestó serio y supe que no iba a darme más datos-
Dio un trago a su cerveza e hice lo mismo, empezaba a relajarme un poco y me coloqué en el asiento.
-¿Estas casado?-le pregunté adelantándome a su pregunta-
-¿Sí y tú? -respondió y pregunto a continuación-
-No
-¿Que les pasa a los chicos de tu alrededor? -dijo en tono de burla más que de broma-
-Me aburren
Aunque tocamos varios temas personales, familiares y de trabajo me relajé ante la inteligente y amena conversación con ese desconocido que empezaba a perfilarse como uno de mis sueños hechos realidad.
Más de media hora después empezaron las preguntas más comprometidas.
-Recuerda que solo quiero la verdad
-Si
-¿Que te gusta en la cama?
Vaya tela la preguntita, me tomó por sorpresa y se me secó la garganta por lo que tuve que dar otro trago antes de seguir con el juego de la verdad, total no iba a volver a ver a ese señor.
-Me gusta que me sorprendan y probar cosas nuevas, me hastía el sexo convencional-dije admitiendo eso por primera vez-
-Vaya, buena respuesta niña. No esperaba que fueras tan directa
-¿Y a ti que te gusta de una mujer?
-Depende de la mujer, del momento, de mis expectativas…
-¿Eres infiel? –le espeté sin pensármelo-
-No, nunca lo he sido físicamente. ¿Tu si? –preguntó con curiosidad sin mirarme-
-No soy promiscua
Hizo un parón, le miré y vi que miraba por la ventilla mientras daba un trago corto y pausado a su cerveza. Ese desconocido, su olor varonil, sus preguntas y la situación se me antojaban de lo más morboso y excitante que había vivido.
-He fantaseado mil veces con ello, pero pienso demasiado en las consecuencia y al final me echo atrás –dijo el mirando hacia afuera- una vez casi caigo con una compañera pero era demasiado complicado ya sabes eso que donde tengas la olla…
Solté una carcajada y seguimos hablando de fantasías y realidades de sexo durante media hora, después el me miró antes de preguntar:
-¿Estas excitada ahora?
Podía haberle mentido, podía haber escondido lo que mi cuerpo sentía, pero entonces espetó.
-Recuerda que te comprometiste a decirme la verdad
-Si
-¿Si lo recuerdas?
-Si estoy excitada –dije rindiéndome-
-Si te sirve de consuelo, yo lo estoy desde que te vi en la cafetería. Te deseo desde el primer momento en el que me plantee si todo lo hacías con el mismo entusiasmo.
Le miré paralizada por los nervios sin saber que decir ni que hacer y solo me relajé al notar el deseo en sus ojos, en ese momento quise ir más allá.
-¿Que va a pasar ahora?-pregunté dos minutos después sin apartar mi mirada-
-lo que tú quieras preciosa
-¿Y tú qué quieres? –pregunté-
-Devorarte, con tanta fuerza que me da miedo-dijo dando el primer paso y poniendo la mano sobre mi rodilla desnuda-
Sentí el calor de su mano, noté como sus dedos acariciaban la piel de mi muslo y por fin supe que se sentía al ser acariciada por él… calor, mucho calor.
Sin despegar su mano de mi muslo con la otra me acercó y me besó, al principio fue suave pero solo durante unos segundos, porque su boca se apoderó de la mía. Mordisqueó mis labios resecos y después hundió su lengua en mi boca, apoderándose de mis sentidos.
Separé los muslos permitiendo que su mano subiera y no me defraudó. Suspiré de placer y su boca dejó mis labios para seguir por mi cuello, besando y lamiendo cada rincón de piel que se encontraba.
-Ponte de pie preciosa, deja que te vea
Me puse en pie, lo único que anhelaba es que siguiera y de nuevo no me defraudo, abriendo sus piernas me colocó entre estas de pie y con ambas manos subió lentamente mi falda.
-Que rica estas, no sabes lo excitante que es la visión de tus braguitas claramente húmedas
Acercó la cabeza y agarrándome de los cachetes del culo me acercó a su cara, olió mis bragas antes de sacar la lengua y lamer la tela húmeda, cosa que me enloqueció aún más.
Sin dejar de masajear mi trasero dijo:
-Quítatelas
Y de nuevo me plegué a sus peticiones con gusto y bajé mis bragas con su ayuda.
Sus manos ahora volaban por mis muslos mientras tenía la mirada fija en mi vulva, notaba como nunca mi propia humedad y excitación.
Sus dedos jugaban con mi vello púbico y separando mis labios vaginales rozó con los nudillos mi clítoris y oleadas de placer recorrieron mi cuerpo, cuando sus dedos ya sin esconderse acariciaban mi rajita, enloquecí de placer mientras estos buscaban la entrada a mi cueva, juntó dos y me penetró lentamente.
Jadee apoyándome en el respaldo del sillón con las rodillas como gelatina noté como sus dedos se hundían hasta el fondo lentamente. Una vez dentro paró y con la mano libre subió mi camiseta y sacó uno tras otro mis pechos del sujetador, por mi postura estos quedaban a la altura de su boca que no desaprovechó la oportunidad de lamer mis pezones hasta ponerlos duros, luego los mordisqueó mientras sus dedos salían lentamente de nuevo y abandonaban mi vagina.
Lloriquee al notarme vacía y entonces sus dientes mordieron con fuerza la puntita de mi pezón y di un gritito por la sorpresa, en ese instante hundió de nuevo sus dedos hasta el fondo, con fuerza, con dureza.
En ese momento le hubiera dado lo que me hubiera pedido, con solo sus dedos estaba al borde del orgasmo.
-No pares… por favor, no pares –lloriquee sin voluntad-
-No lo hare, no hasta que te corras
Salió y entró con fuerza mientras su boca mordía y sus labios lamian mis pechos con deleite hasta que me corrí entre espasmos intentando no gritar.
Cuando el orgasmo aflojó, las piernas no me tenían en pie; él se levantó y abrazándome volvió a besarme antes de sentarme donde él estaba.
Intenté recuperar el resuello mientras el tumbaba la butaca
-Sube los pies y separa las piernas, quiero verte -dijo de pie ante mí-
Hice lo que me pedía sin poder dejar de mirar como ese hombre se desabrochaba el pantalón con prisas, mis ojos no podían dejar de mirar ese bulto que se intuía bajo la tela.
El atraído por mi mirada hambrienta se acercó a mi lado y fui yo quien liberó su polla. Era mejor de lo que había imaginado y empecé a acariciarla con ímpetu.
El jadeaba mientras esta crecía aún más bajo mi mano y se ponía durísima.
-Necesito que me folles –supliqué-
-Y yo necesito hacerlo –dijo poniéndose entre mis piernas-
Pegó aún más las rodillas a mi pecho y las mantuvo ahí con una mano, mientras con la otra, se agarraba el miembro y lo restregaba por mi rajita húmeda.
-Dios estas tan calentita y húmeda que apenas puedo esperar
Colocó el glande en la entrada y empezó a empujar lentamente, sentí cada milímetro rozar las paredes de mi vagina, me abría y gemí moviendo la cabeza hacia ambos lados, alcé las caderas disfrutando como una loca de esa penetración armoniosa. Apoyó las manos a ambos lados de mi cabeza y empujó hasta el fondo metiéndome más de la mitad de un golpe.
Jadeé extasiada mientras entraba y salía cada vez más deprisa, cada vez más rudamente. Miré el cristal empañado por nuestros jadeos y apoyé la mano plana esperando la humedad y el frescor de esta en mi palma como contraste con el calor que prometía consumirme desde adentro.
De nuevo elevé las caderas y en una de sus profundas penetraciones volví a correrme casi en silencio.
-Si preciosa, no puedo más cielo.
Bajé el trasero y su polla abandonó mi interior, la agarré y sentándome empecé a meneársela rozando mis pezones con el glande hasta que un chorrito de semen se estrelló en mis pechos, mi estómago y de nuevo mis pechos mientras él apoyado, como antes yo en la pared, jadeaba mientras se vaciaba sin dejar de mirar su semen cubriendo mis pechos.
Se sentó a mi lado intentando recomponerse mientras yo sacaba unas toallitas húmedas del bolso y me limpiaba, mientras me colocaba la ropa él fue al baño. Yo me coloqué la ropa y cuando el volvió yo fui al baño a asearme mejor.
Al regresar estaba sentado, mirando mi mano dibujada en el cristal, al oírme entrar sin girarse me dijo:
-Descansa un rato –su voz era gélida-
Me senté a su lado y supe que se sentía culpable. Con esa idea en la cabeza me quedé dormida, hasta que un traqueteo del tren me despertó y lo vi a mi lado; a pesar de tener los ojos cerrados supe que no dormía.
-Lo siento
-¿Que sientes?
-Que estés mal, mientras yo solo pienso en volver a repetir
Abrió los ojos como platos y se giró hacia mí.
-¿En serio pequeña?
Le cogí la mano y la llevé entre mis piernas para que notara de nuevo el calor de mi sexo, el sonrió y sus ojos se oscurecieron al instante, se acercó a besarme la boca, siguió por mi cuello y agarró mis pechos con ambas manos tras arrodillarse ante mí.
Subió mi camiseta y besó mi estómago mientras me la quitaba y tras esta me quitó el sujetador liberando mis pechos. Los agarró y sopesó antes de lanzarse a devorarlos, yo arqueé la espalda ofreciéndome y cuando me dolían los pezones de duros que estaban abandono mis pechos.
-Sube el trasero golfa –me pidió con voz ronca de nuevo entregado a la pasión-
Obedecí entre risas y me sacó las bragas y la falda al mismo tiempo de un par de tirones, después subió una pierna a cada lado de ambos reposabrazos y se quedó mirándome.
Allí estaba yo abierta y expuesta ante mi desconocido más conocido ya.
Bajó la cabeza y sus labios besaron mi vulva, sus labios y sus dientes jugaron con mi vello y entonces su lengua rozó mi clítoris por primera vez, provocando un rayo de placer que recorrió mi columna, una segunda y más profunda lamida recorrió toda mi rajita sin rozarlo y al final sus labios succionaron ansiosos mi inflamado clítoris. Alternó sus besos, sus lamidas, sus succiones y estallé en mil pedazos en su boca mientras lamia sin apartarse hasta que me calmé.
-Ponte de rodillas mirando hacia el respaldo
Masajeo mis hombros, mientras su boca torturaba majestuosamente mi piel que ardía literalmente mientras notaba el flujo resbalar por mis muslos.
-Que placer darte placer –dijo-
Notaba su sexo duro rozar mi trasero mientras sus manos apretaban mis pechos y no dejaba de besarme.
-fóllame-supliqué-
Dejó uno de mis pechos para guiar su miembro, lo dejó en la entrada y volvió a mis pechos mientras me decía al oído.
-fóllatela tu preciosa.
Subí de nuevo las caderas y fui penetrándome mientras el mantenía su postura, lo hice despacio como el había hecho pero sin paciencia y con mucha hambre no aguanté demasiado y me clavé en su polla moviéndome bajo él como una perra en celo, porque así me sentía.
El tardó poco en unirse a mí y empezó a responder con fuerza en cada arremetida, agarrándose con fuerza a mis pechos.
-Podría follarte continuamente
-Dame más
El orgasmo me pilló por sorpresa y tuve que morder el respaldo para no chillar mientras me corría, el salió con rapidez al borde de su propio orgasmo y le intercambié el sitio, me arrodillé ante él y bajé la cabeza para lamer su polla.
Sorprendido empezó a gemir cada vez que succionaba con gula su glande antes de engullir más de la mitad de su falo sin dejar de masturbarle.
-Preciosa esto es buenísimo, quisiera esperar más y más pero no puedo aguantar nena. Voy a córreme
Me enterneció que me avisara pero quería darle lo mismo que él me había dado y seguí lamiendo y chupeteando hasta sentir la humedad de su semen en mi boca mientras notaba la rigidez de su cuerpo mientras se corría.
Lamí hasta la última gotita limpiando su polla antes de ponerme en pie y vestirme de nuevo.
Nos miramos con una sonrisa mientras me vestía y me sentaba a su lado.
-Ha sido espectacular
Ambos completamente agotados nos dormimos.
Media hora antes de llegar me desperté y esta vez sí dormía plácidamente, aproveché el momento y me escabullí mientras el tren llegaba a la estación para apearme la primera.
Bajé del tren nada más parar y casi salí corriendo para alejarme de ese desconocido que acababa de poner mi mundo del revés.
Mi amiga me recogió en el hotel y pasamos la mañana juntas, no quise contarle nada, era mi secreto.
Al mediodía me llevó a su casa a comer con su familia y aunque seguía teniendo la mente llena de imágenes del desconocido del tren empecé a relajarme con ellos y pasamos el día de lo más entretenidos entre la playa y la casa.
Ya conocía a la amiga de mi amiga, hija de la pareja que siempre salían con sus suegros y lo pasé a lo grande.
Por la noche los suegros de mi amiga habían hecho una barbacoa y yo ayudé en la cocina con el postre y la ensalada con la suegra y la amiga de esta, mientras los hombres se encargaban del fuego y mi amiga y la otra de poner la mesa.
Cuando salí con la ensalada la deje en la mesa, la amiga de mi amiga me llamó.
-Ven aun no conoces a mi padre –me acerqué- papa ella es la amiga de Carmen
Cuando este se giró casi me muero al ver al desconocido del tren estrechado mi mano, tan nervioso como yo, intentando que no se notara nada.
No sé cómo pasamos la cena encima nos pidieron si nos habíamos visto en el tren y nada más acabar dije:
-Me muero de sueño no me han dejado pegar ojo en toda la noche.
Me fui al hotel dándole mil vueltas a todo lo sucedido, no podía creer lo que el destino me deparaba, como había podido acostarme con el padre de Laura, desde que mi amiga me la presentó habíamos salido muchísimas veces juntas. Ahora me sentía una depravada.
A pesar de sentirme fatal, cuando dos días después a media noche le abrí la puerta
-No sé si azotarte o follarte -dijo enfadado por algo que había sucedido-
Le contesté sin pensar:
-¿Tengo que quedarme con una de las dos opciones?
Esperé a que se acercara enfadado y me lanzara a la cama mientras se quitaba el cinturón, lo sacaba del pantalón...
¿Iba a azotarme o a follarme?
Esa es otra historia.
Besos