Mi niño (1)

Cómo un niño me hace feliz al recordarme mi pasado, a la vez que me hace horrorizarme por mi presente.

Siempre lo he visto en el mismo lugar a la hora del Receso, a media plaza, sentado como si estuviera esperando a alguien, o tal vez, en medio de todos para ver si alguien le prestaba atención, quizá un poco de las dos cosas.

Siempre lo veía triste, siempre sentado sobre sus tobillos, pero metido en sus ideas, realmente no le prestaba atención a nadie, más bien esperaba a que otros lo miraran, pero sin importarle lo que pensaran de él.

Yo, debo admitir, yo sí era el centro del mundo en Secundaria, pero nunca fui así, en la primaria, me tocó vivir una etapa obscura, donde todos se burlaban de mí, me llamaban basura, y cosas así, nadie jugaba conmigo, me encontraba solo, en verdad, solo.

Fue cuando me puse a pensar en esto cuando reparé en que yo me encontraba en la misma situación que aquél niño de primer año. Solo, en la mitad del patio principal, claro había como dos mil niños alrededor, pero yo sé que él se sentía solo, porque yo, pasé por lo mismo.

Deben saber que el poder y la fama corrompen a cualquiera, o por lo menos conmigo lo hizo. Pasé de ser un cero a la izquierda, a una cifra de seis dígitos. Casi de la noche a la mañana, cuando me gradué de la primaria y entré a la secundaria, me propuse a no dejar que me volvieran a humillar, aproveché que mis padres se mudaron de cuidad, y el hecho de que nadie me conocía en mi nueva escuela me ayudó a crearme una "nueva reputación", donde cualquiera que se atreviera a insultarme lo pagaría caro.

Así, al llegar el segundo año de secundaria, ya era el líder de la pandilla, "El Junior", como me decían. No era para menos, todos mis "amigos" aseguraban de que mis padres eran "narcos" o algo así, en la otra ciudad donde vivíamos teníamos una casa muy humilde, y aquí mi padre compró una casa que ocupa una manzana entera, son como 10,000 metros cuadrados de terreno. Yo ya estaba lo suficientemente grande para darme cuenta que mi padre andaba en malos pasos, pero como me daba dinero a manos llenas, no me importaba un carajo lo que estuviera haciendo. Solo estiraba la mano y listo.

A mis escasos 13 años, ya había vivido casi de todo, y logré que en apenas dos años, toda la escuela me temía, hasta los alumnos de tercer grado me temían, los había hasta de veinte centímetros más altos que yo, y me temían.

Me sentía en la gloria con lo que había logrado, debo desmentir que no fue de la noche a la mañana, pero tomando en cuenta que todo eso lo logré en menos de 2 años, sí que fue rápido.

Tuve mi primer relación sexual a los 12, en mi primer año de secundaria, lo cual me dio rápidamente fama entre mis amigos, para segundo grado, ya teníamos orgías entre los de mi banda, hetero, homo y lesbi, era como un requisito para entrar a mi banda el que te dieran la bienvenida perdiendo la virginidad, ya fueras hombre o mujer, debías perderla.

Yo nunca permití que me penetraran, claro, yo era el líder del clan, pero eso nadie lo sabía, lo que sí me encantaba era reunirnos todos los días a las 8:00 p.m., la hora de salida de la escuela era a las 7:30 p.m.

Siempre íbamos a mi casa, no cualquiera podía entrar en ella, pero mi padre me dejaba hacer o que yo quisiera, de hecho construyó una "pequeña casa" de unos 200 metros en una de las esquinas del terreno para mi solo. De dos pisos, con todo lo que yo podía pedir. Tenía Jacuzzi y realmente las orgías eran muy buenas ahí.

Mi grupo no era muy grande, unas nueve personas, había una razón por la que eran nueve, pero las nueve debían estar presente en casa reunión que se hiciera en mi casa.

De nuevo, estoy contando cosas que no vienen al caso, mi relato de hoy habla de ese niño de primer año que me intrigaba. Supongo que me veía identificado con él, tanto éxtasis en los últimos meses me había hecho rápidamente olvidar lo que alguna vez fui, un niño inocente, rechazado, pero inocente al fin. Me había dado cuenta que por mi afán de buscar amigos, realmente había logrado muchas cosas, de hecho, literalmente podía tener a quien yo quisiera, pero eso se limitaba al ámbito sexual, yo seguía donde mismo, sin amigos.

  • ¿Cómo te llamas…?

Volteó a verme, y me dirige una mirada en la que casi me hace sentir un idiota, simplemente ignora mi pregunta y regresa a sus pensamientos. Normalmente le hubiera pateado por ese insulto o bien le hubiera dicho a un de mis "guardaespaldas" que lo despachara por mi, quizá hasta les hubiera dicho que lo llevaran al baño y lo usaran para que aprendiera a respetarme. Precisamente en ese instante fue cuando me percaté de lo que ya dije antes, no tenía amigos, y con esos pensamientos lo que conseguiría seria a más enemigos. Me horroricé al darme cuenta en la persona que me había convertido, me sentía con los papeles intercambiados, alguna vez estuve yo sentado ahí en el piso, tal y como ese niño lo hacia hoy, y frente a mi, un idiota que solo piensa en lucirse con sus amigos y sentirse superior a los demás porque tiene el poder, el maldito poder.

El abucheo de los que me acompañaban no se hizo esperar y se escuchaban las sugerencias que ya mencioné, "Patéalo", "Demuéstrale quién eres", y otras cosas mucho peores de las que hoy me da vergüenza mencionar.

Para el asombro de todos, les pedí que me dejaran solo con él y que no me molestaran por el resto del día. Todos quedaron callados y asombrados por lo que dije, era obvio que no se lo esperaran, pero también era bien conocido que mis órdenes no se discutían, o realmente la podían pasar muy mal.

Mientras comprobaba que mis órdenes se cumplían, me sentaba al lado de mi niño.

  • No vengo a molestarte, solo quiero platicar contigo un momento. ¿Te puedo ayudar en algo…?

  • Creo que no te pedí que te sentaras.

De nueva cuenta me sentí intimidado, lo lógico es que lo hubiera mandado a la chingada, pero lo sentí como un reto, realmente nunca había tenido amigos, y estaba necesitado de un amigo.

  • Mira, estoy seguro que sabes quien soy yo, y por lo mismo debería tomar en cuenta que le pedía a mis guardias que se fueran, que mas quieres para que te des cuenta que no quiero problemas.

Me volvió a ver con la misma mirada, pero esta vez con un toque interrogante.

  • ¿Qué quieres?

  • Ya te lo dije, quiero platicar contigo, y ver si te puedo ayudar en algo.

  • ¿Y porque crees que me podrías ayudar…?

Me quedé pensativo por un momento, dudé:

  • Mira, te voy a decir algo que no se lo he dicho a nadie, pero no tengo amigos, y quiero tener uno.

Soltó una carcajada:

  • ¿Cómo que no tienes amigos, y esos imbéciles que te siguen por todos lados que son?
  • Precisamente eso, unos imbéciles, no son mis amigos y nunca lo serán, están conmigo por miedo, por dinero, por sentirse importantes, porque son mis sirvientes, o quizá por todo al mismo tiempo, además, porque si se niegan, tienen miedo de que los haga sufrir. La verdad estoy cansado de la vida que llevo. Quiero, necesito un amigo, ¿Puedo ser tu amigo?

Se quedó pensativo un buen rato, no dijo palabra por casi 5 minutos que me parecieron eternos. Me veía, me recorría con su mirada de pies a cabeza, de vez en cuando me miraba a los ojos, y me sostenía la mirada por minutos enteros, cuando eso me sucedía, sentía algo que no pude describir en ese entonces, me sentía angustiado, ¿Angustiado yo?, ¿Porqué?, ¿Por este mocoso?, ¿Qué estoy haciendo aquí?, ¿En verdad vale la pena lo que estoy haciendo?

Justo en ese momento, me tomó de la mano y me llevó a la parte más solitaria de la Secundaria, los talleres de Mecánica y Electricidad que por ser hora del receso estaban completamente solos.

Mientras, me llevaba, no me percaté que parecíamos novios haciendo eso, además de que la escuela entera estaba atenta a lo que hacíamos, lógico, ¿Cómo "El Junior" se dejaba manipular por un mocoso de primer año de esa forma?.

En ese momento no me importó lo que todos miraban o decían, por primera vez me sentí importante para alguien, es irónico, pero también era lógico que yo fuera admirado y odiado por muchos en la escuela, y que algo de importante, bueno o malo debía de ser yo para ellos.

Me sentí algo intimidado por la fortaleza y la valentía de ese niño que me llevaba a su merced hacia los talleres.

Finalmente encontró un lugar realmente apropiado para hablar sin que nos molestaran, aunque fuera con la mirada.

Me miró nuevamente a los ojos, yo seguía angustiado, pero esta vez lo estaba como nunca antes lo había sentido, sentía temblar mis piernas, y percibía esa sensación típica de un niño cuando esta por hacer alguna travesura, algo prohibido, algo anhelado, pero prohibido. No comprendía porqué me sentía así, mientras yo pensaba en todo esto, él no dejaba de mirarme a los ojos, lo que empeoraba las cosas.

  • ¿De verdad quieres ayudarme?

  • Claro

Entonces, no lo pensó dos veces, me dio un beso como desesperado, como si fuera alguien abandonado en el desierto y tuviera días sin tomar agua. Yo seguía incrédulo por todo esto, mi angustia cambió a un típico cosquilleo por todo el cuerpo, combinado con un balde de agua helada que me arrancaba de mis pensamientos y me devolvía a la realidad.

Es algo curioso, yo nunca había estado con alguien de mi mismo sexo, pero debo reconocer que me gustó al instante, ese beso fue el detonante, como si hubiera encontrado de repente lo que tanto anhelaba, esa búsqueda había terminado, me dejé llevar, esa sensación de estar haciendo algo prohibido, me enervaba, me enloquecía, y sólo era la punta del iceberg.

De momento, mi sensación fue de reconocimiento, lo tomé por la cintura, y pasó por mi cabeza el empujarlo y darle un puñetazo en la cara, dejarlo sangrando por la ofensa que me había hecho, pero mis manos reaccionaron al contrario de mi cabeza, en vez de empujarlo, lo estruje hacia mi cuerpo, y casi de inmediato, deslicé mis manos hacia sus nalgas, noté que él esperaba que lo rechazara, pero él se había jugado el todo por el todo, solo había dos cosas, o lo golpeaba y lo ponía en ridículo frente a la escuela, o me volvía cómplice de todo esto.

No hicieron falta palabras, de hecho, no recuerdo que mencionáramos algo en todo ese tiempo. Simplemente nos dejamos llevar. En cuanto le empecé a sobar sus nalgas, tuve el impulso de meter una mano por debajo de sus pantalones, primero fueron las dos por detrás, pero en ese instante, sentí como nuestras vergas luchaban por tener el poder, algo así como espadas chocando, esa dureza que no era mía, me hizo estremecer, me cercioré de que efectivamente nadie nos viera y le di un tirón a su pantalón, se lo bajé con todo y cinturón, noté que no llevaba bóxer o calzoncillos debajo, este individuo era todo un goloso, tal parecía que conocía previamente la reacción que yo tendría a su aventura conmigo.

Lo primero que vi fue una verga realmente deliciosa, nunca me había puesto a reparar en que me gustaban las vergas, hasta ese día, de hecho, no era la primera vez que veía una, pero nunca me había pasado por la mente todo esto, estaba descubriendo mi sexualidad, a pesar de ya todas la vivencias, me sentí liberado, con una carga menos, una carga muy pesada.

Fue entonces cuando lo vi, ese lunar en su entrepierna, un lunar algo raro, pero ahí estaba un poco grande y con pelitos rubios en el centro. Instintivamente me dio por lamerlo. Justo en ese momento me di cuenta que yo estaba tomando casi toda la iniciativa de todo, cuando hace unos quince minutos creía esta convencido de todo lo contrario.

Me di cuenta que no valía la pena resistirme al hormigueo que me invadía en todo el cuerpo, realmente me estremecía todo eso. Comencé a lamer ese lunar que me enloquecía, y sin despegar mi lengua un solo momento, recorrí cada centímetro de sus genitales. Podía escuchar el goce que tenía ese niño, mi niño que por cierto aún no sabía como se llamaba.

Cuando me metí su verga en mi boca, me supo algo saladita, pero combinado con el aroma que percibía, me sentí en las nubes, comencé un mete y saca que fue breve, porque noté que ese niño se retorcía de placer, pero casi de inmediato me apartó de él y me tumbó en el piso, me bajó de igual forma el pantalón y se levó mi verga a su boca, también fue breve, pero esa corta mamada fue colosal, extraordinaria, usaba su lengua para recorrer todo mi glande y continuaba con el tronco, como saboreando una paleta, digo que fue breve, porque tiempo después me explicaría que solo me estaba lubricando.

Aprovechó el momento para desnudarse de inmediato, y montó mi verga, pegó un grito que estoy seguro que alguien ha de haber escuchado a pesar de que rápidamente le tapé la boca.

Al cabo de unos segundos, se tragó toda mi verga que al sentir ese culito apretadito casi me hace eyacular. Él se da cuenta de esto y se detiene, él se montó dándome la espalda, pero con muy ágiles movimientos, se mantenía apretado a mi jalándome hacia él agarrándome de mis nalgas con ambas manos, se mantiene en esa posición hasta que yo me relajo un poco y después toma mi mano y la lleva a su verga, me enseña cómo le gusta que se la toque, y hago una puñeta, al mismo tiempo que él comienza un mete y saca con su culito y mi verga, yo estoy que no me la creo, empiezo a morderle la espalda, de hecho, le clavo los dientes en la espalda y parece gustarle, se retuerce, pero no de dolor, sino de placer, en verdad la esta gozando, tanto como yo, con una mano le acaricio el pecho mientras que con la otra sigo atendiéndolo con su miembro. Comenzamos a jadear, a estas alturas me importa un comino que alguien nos vea, puedo callarle la boca a cualquiera dándole a escoger entre una paliza diaria por el resto de su vida o un buen fajo de billetes.

Me dejo llevar y acabamos juntos, es la primera vez que tengo un orgasmo sincronizado con mi pareja, casi siempre era yo el que se satisfacía y me importaba un carajo que la otra persona quedara a medias, pero esta vez fue diferente, en verdad había hecho el amor con mi niño, mi niño.

Todo fue breve, seguro no fueron más de 10 minutos, pero ese instante comencé a vivir, a realmente disfrutar de la vida, a encontrar una razón de existir.

Quedamos tendidos un par de minutos más en el piso, acariciándonos, besándonos, reconociendo nuestros cuerpos, es curioso, no sé si eso sea normal, pero con mi niño tuve la sensación de que ya lo conocía de antes, que mi cuerpo pertenecía a él, y el suyo era para mi solo y nadie más.

Repito, no volvimos a entablar palabra desde el primer beso, hasta que escuchamos el timbre haciendo llamada para reanudar las clases.

Yo estaba tan feliz que me valía madre si alguien nos veía ahí, ya la prefecta y algunos maestros los tenía comprados, incluyendo al Director, por lo que no me preocupé en absoluto, pero mi niño en verdad empezó a poner una cara de aterrado como nunca lo había visto antes.

Por él, estaba dispuesto a abandonar todo, lo volví a besar.

  • Cálmate, déjame ayudarte, que puedo hacer para que no estés así.
  • ¿Puedo quedarme contigo a dormir esa noche? Necesito hablar contigo, por favor.

Yo en verdad estaba un poco preocupado, porque había quedado con mi grupo en vernos en mi casa para lo de siempre, pero en este momento, la verdad me sentí sucio al pensar en la orgía que estaba planeada para esa noche, pero como lo dije antes, por mi niño era capaz de cualquier cosa, y lo que me pedía era pan comido.

  • Claro, puedes quedarte los días que quieras en mi casa.
  • La verdad no estuvo bien haberte pedido ayuda de esta forma, no me arrepiento, pero es de vida o muerte lo que te tengo que decir, nos vemos en tu casa, ya sé donde vives, ¿te parece bien a las 8:00 p.m.?
  • No, creo que deberías llegar un poco mas tarde, quedé de verme con mi grupo a esa hora en mi casa, y seguro querrán saber de ti, no es conveniente que te vean por ahora conmigo, llega a las 8:30 a mi casa. Te espero.

Nos dimos un beso y mientras me arreglaba, él se perdió de mi vista, casi de inmediato, entró el grupo que iba a tomar clases de electricidad, dejé que todos entraran sin que me vieran y ya con el taller lleno y el murmullo de todos al unísono, me fue fácil salir sin ser visto.

Ya afuera me esperaba Adrián.

  • Oye cabrón, qué te traes con ese baboso.

  • Creo que no eres nadie para cuestionarme, y ya que te veo aquí, quiero que le digas al grupo que no los quiero ver hoy en mi casa, quiero estar solo.

  • Contéstame, quién es ese mocoso.

Le solté un golpe en la nariz y casi lo hago perder el equilibrio

  • Mira cabrón, pobre de ti si me vuelves a gritar, a ti no te deben importar mis asuntos, y si quieres dormir en tu cama y no en el hospital, mejor cállate, te me largas y ya sabes lo que le tienes que decir al grupo, lárgate.

Mi momento de felicidad había sido opacado por el pendejo de Adrián, de hecho, casi no pude poner atención al resto de las clases, contaba las horas, los minutos, los segundos.

¿Que sería tan importante para mi niño que lo hace huir de su casa de esa forma…?

Éste es mi primer relato, en su mayoría es un caso verídico de mi vida, solo espero que les guste, espero también sus comentarios, por favor, sean constructivos con sus críticas. Muchas gracias por su atención y saludos.