Mi Ninfomana Familia6: con Mamá y la Abuela
Mi padre estaria de viaje 2 semanas y con mamá teniamos planeado disfrutar cada segundo, cuando llego la abuela creimos que todos nuestros planes se vendrian abajo, pero juntos decubrimos lo caliente que es la abuela.
Hola de nuevo amantes del incesto, ahora que me conocen bien continuare relatando esta secuencia de sucesos que me ha tocado vivir.
Por fin había conocido a Sandra, uno de los primeros amores de mi madre aparte de mi tía Amparo y mi prima rosario. Mi padre andaba de viaje e iba a estar fuera dos semanas, todo parecía que podríamos follar con Carmela (mi madre) cuando lo deseáramos. Un sonido agudo y molesto sonó en la habitación y fue el culpable de mi despertar, desorientado me levante, el despertador indicaba que eran las 6 de la mañana, era día viernes y debía ir a la universidad, mi madre dormía desnuda junto a mí, y sin hacer tanto ruido me fui a bañar, para luego salir a la universidad.
Tres horas después de salir de la universidad llegué a casa. Entré entusiasmado, cerré la puerta, y fui casi corriendo a la cocina donde estaba mi madre, cuando me vio entrar se dio la vuelta dándome la espalda, llevaba puesto un pants negro muy pegado que dejaba ver su prominente culo, le di una nalgada y con mis manos comencé a levantar su fina blusa de tirantes mientras le besaba el cuello, rapidamente me di cuenta que no llevaba sostén, le agarre las tetas y le pellizque su pezón derecho, intenté bajar el pants que llevaba pero mi madre intento separarse de mí, no sabía qué le sucedía, hasta que escuché la puerta del baño abrirse y cerrarse, segundos después escuche pasos hacia la cocina, rápidamente me separe de mi madre y de pronto entró mi abuela materna Ana María, estaba pálido del susto y aunque intentaba actuar con normalidad mi erección debajo del pantalón me delataba, mi abuela se detuvo en la puerta con su vista puesta en mi erección; a sus 65 años la abuela sabía muy bien lo que eso significaba, mi madre trataba de actuar con naturalidad pero sin levantar la vista, y mi cara pasaba de estar asustado a avergonzado.
–Que no piensas venir saludar a tu abuela Juan. –habló la abuela con una sonrisa picara en su rostro.
–Lo siento abuela. –dije, caminando hasta donde ella estaba con mi erección aun notable.
Antes que lo olvide les describo a mi abuela materna, se llama Ana María, tiene 65 años, pelo negro y hondulado, tetas medianas, un culo muy pronunciado, morena, cuerpo promedio, muy parecida a mamá aunque obviamente con unas cuantas arrugas en su rostro. Mi abuela solo tuvo una hija; el abuelo falleció cuando mi madre tenía 19 años por culpa del cáncer de próstata, era 33 años mayor que mi abuela y luego de su muerte la abuela nunca volvió a casarse, aunque siempre tuvo amantes.
Continúo el relato, cuando mi abuela me soltó, fui a sentarme a la mesa para tapar mi erección, mi madre se sentó frente a mí y le sirvió café a Ana María. La abuela llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una blusa con un escote muy abierto al igual que mi madre, aunque esta de manga larga, en donde dejaba ver la entrada de sus voluptuosas, pecosas, y maduras tetas. La abuela no acostumbraba a visitarnos y por eso me parecía raro que estuviera allí, pero solo me llevo unos minutos enterarme que la abuela se quedaría en casa unos días porque estaban fumigando la suya, realmente era algo que no nos agradaba pues en nuestros planes de amantes con mamá no teníamos contemplado eso, yo me levante de la mesa un tanto molesto y me fui a ver la televisión.
Después de unas horas, mi madre entro al salón, se sentó en mis piernas y comenzó a besarme sin decir una sola palabra, rapidamente nuestras lenguas se engancharon, mi madre estaba caliente y comenzó a frotar sus nalgas contra mi pene, de pronto comenzamos a escuchar pasos hacia el salón, rapidamente mi madre se levanto de mis piernas y se sentó en el sofá, mi respiración estaba acelerada y la de mi madre estaba al doble, pero más sin embargo tratábamos de actuar con normalidad. Cuando la abuela entro al salón, se sentó junto a su hija, yo cambiaba de canal sin saber lo que hacía hasta que deje un canal que en ese momento transmitía una película, todos nos acomodamos para verla y unos minutos después apareció una escena de dos mujeres besándose lascivamente, de reojo veía a mi abuela y a mi madre, quienes al igual que yo disfrutaban el beso lésbico de la película, de pronto un gemido casi inaudible se escuchó dentro del salón, volteamos a ver a la abuela quien parecía concentrada, nos vimos la cara con mi madre y reímos, la abuela nos vio y sonrió sonrojada, así que rapidamente la ataque con una pregunta aprovechando el momento.
-¿abuela, alguna vez besaste a una chica? –pregunté con una sonrisa picara.
Rapidamente mi madre y mi abuela me voltearon a ver al mismo tiempo, mi madre estaba boquiabierta por la pregunta que le había hecho a la abuela.
–Si tesoro, si, varias veces lo hice de joven. –mi madre sorprendida por las declaraciones de la abuela, soltó una carcajada nerviosa.
-¡Por favor Carmela! no me digas que nunca has besado a una chica –preguntó la abuela sínicamente.
–Claro que si mamá, lo hice en juegos unas dos o tres veces. –mintió mi madre avergonzada, pues yo sabía que era bisexual.
-¿Qué clase de juegos exactamente? –pregunto la abuela a su hija.
–Bien mamá, veras, antes solíamos jugar un juego con los amigos que se llamaba “la botella” y algunas veces me tocó besar a chicas. –respondió mi madre, que en ese momento parecía más segura.
-¿Qué es ese juego? -pregunto la abuela volviéndome a ver.
-Es un juego donde los participantes forman un círculo, en medio hacen girar una botella y a los que les caiga deben besarse. –respondí. La abuela volvió a ver a mi madre y soltó una carcajada mientras mi madre me veía con cara nerviosa.
–Me encantaría jugar ese juego. –habló la abuela. Ambos con mi madre comenzamos a reír pues creímos que estaba bromeando, riendo se levanto del sofá y cogió una botella de vino que adornaba el mueble del salón.
– ¿en serio quieres jugar? creí que estabas bromeando. –preguntó mi madre sorprendida.
–claro que si hija, igual estamos en familia. –respondió la abuela quien parecía entusiasmada. Con Carmela nos vimos las caras, y en las mismas no sentamos en el suelo los tres.
-Carmela porque no inicias tú, enséñame como se hace hija. -ordeno la abuela con una sonrisa morbosa, mientras le pasaba la botella a mi madre, que sin mediar palabra la cogió tímidamente, coloco la botella en el suelo y la hizo girar fuertemente, la botella poco a poco fue disminuyendo su potencia hasta que termino apuntando hacia donde yo estaba, ambos sabíamos muy bien lo que seguía, pero ninguno de los dos nos movimos.
–No esperarán que me tape los ojos. –reclamo la abuela.
Mi madre no parecía muy cómoda ante la presencia de la abuela, pero de igual forma se acerco a mí lentamente, de pronto nuestros labios se juntaron, comenzamos a besarnos muy despacio disfrutando el momento, madre e hijo besándonos lascivamente, la abuela se tocaba las tetas disimuladamente, hasta que 10 segundos después mi madre se retiro de mí, tímidamente abrió los ojos, nos vimos los tres y comenzamos a reír sin decir una sola palabra.
–Al parecer me toca a mí. –interrumpí el silencio, tomando la botella firmemente.
La coloque en el suelo y la hice girar fuertemente, hasta que se detuvo justo apuntando a la abuela, de inmediato la abuela me volteo a ver y me sonrió, me acerque y rapidamente nuestras bocas se encontraron, nuestros labios se movían lento unos con otros, estuvimos intercambiando saliva por unos momentos, y al cabo de unos segundos cuando intente separarme, la abuela tomo con sus dientes mi labio inferior y lo mordió. La abuela se notaba excitada, así que tomó la botella y la hizo girar muy rápido. La botella giro muchas veces hasta que se detuvo totalmente, pero no apuntaba a ninguno, pues entre nosotros quedaba un espacio, así que la abuela la volvió a lanzar, hasta que se detuvo apuntando a mi madre, rapidamente ambas voltearon a verse ansiosas, la abuela se acerco a mi madre gateando, coloco sus brazos sobre el cuello de mi madre y fue acercando su boca a la de su hija, madre e hija disfrutaban una de la otra con los ojos cerrados, el silencio era parte de la escena morbosa que veía, después de unos segundos mi madre intento separarse de la abuela, quien tomo a mi madre del cuello y la detuvo para que no se escapara, Carmela obedeció a su madre y no hizo mayor esfuerzo, al contrario pude observar como ambas abrían la boca con mucha imponencia.
- están retrasando el juego. –interrumpí. Ambas sonrieron sin dejar un segundo de frotarse las lenguas, abrieron los ojos y soltaron la carcajada. Al cabo de tres rondas el juego se estaba tornando aburrido, así que mi madre quiso dictar una nueva regla.
-Hay que hacer más divertido este juego, ¿qué les parece, si nos quitamos la ropa? –dijo mi madre tomando la botella con sus manos, parecía divertido así que rapidamente acepte.
-¿Estás segura de esto hija? –pregunto la abuela, sabiendo muy bien las consecuencias del juego.
-Claro que si mamá, igual estamos en familia ¿no? –contesto mi madre, tomando la misma iniciativa que había tenido ella momentos antes, dejando a la abuela sin derecho a negarse.
- Ya que todos estamos de acuerdo, continúo con la nueva regla. Cada jugador debe besar a la persona que le caiga la botella, pero además la persona a la que le haya caído la botella debe quitarse una prenda de su ropa, y el ganador será el que se quede sin prendas más rápido, todos debemos tener únicamente 3 prendas al iniciar el juego. –Concluyó. Al terminar de escuchar la nueva regla retomamos el juego nuevamente, Ana María se quito los zapatos y sostén para cumplir con la nueva regla, quedándose así con tres prendas nada más.
Mi madre tomo la botella e inicio el juego, la botella dio muchas vueltas hasta detenerse frente a la abuela, nuevamente las dos se acercaron, mi madre comenzó a meter sus manos dentro de la blusa de la abuela y comenzó a levantarla lentamente mientras jugaban con sus lenguas, yo estaba en estado de ebullición, ambas dejaron de besarse, se veían fijamente mientras la blusa de Ana María iba subiendo por su torso hasta que termino de salir por su cabeza; las tetas de la abuela rebotaron ante el impacto, a pesar de sus 65 años la abuela lucía unas tetas muy duras y se veían muy apetecibles, resaltaban sus grandes pezones maduros adornados de unas extensas aureolas. Yo veía fijamente sus tetas y en verdad quería comérmelas, mis ojos estaban puestos solo en ellas, Carmela y Ana María se dieron cuenta de eso y comenzaron a reír, yo ante sus risas levante mi vista sin comprender lo que pasaba.
-¿Quieres tocarlas Juanito? –preguntó la abuela sínicamente.
-¡Mamá! Es tu nieto, no seas tan puta. –grito mi madre, aunque con una sonrisa muy extensa en su rostro, ambos con mi abuela comenzamos a reír.
Luego de eso la abuela tomo la botella y la hizo girar, luciendo ya sus desnudas tetas, la botella comenzó a dar vueltas y no paró hasta que mi madre lanzo encima de la botella el sostén de la abuela para frenar su impulso, Ana María estiro la mano y levanto el sostén, y ahí estaba la botella apuntándome a mí, la abuela se acerco sin pensarlo y comenzó a besarme, pude sentir la suavidad de sus tetas y la dureza de sus pezones estrechándose contra mi pecho, de pronto comencé a sentir como la abuela sacaba su lengua de mi boca, ambos abrimos los ojos y pudimos contemplar como un largo y espeso hilo de saliva aun unía nuestras lenguas, y se alargaba mientras nos íbamos separando, esa imagen fue el golpe final de abstención de los que estábamos en ese salón, la abuela me levanto tomándome de las manos, se incoo frente a mí y comenzó a desabrocharme el pantalón, en ese momento era difícil disimular la erección que la abuela ya veía con sus ojos de deseo.
Mi madre se mordió los labios y se acerco junto a la abuela, y entre las dos bajaron mi pantalón y mi bóxer, ambas pegaron una carcajada al ver mi polla descubierta, entre risas la abuela cogió mi verga con su mano y la introdujo en su boca, comenzó a chupar mi pene de forma desenfrenada, introducía mi verga hasta el fondo de su garganta, mi madre se puso de pie, me quitó la camisa y lamio mi pecho hasta llegar a mi boca donde rapidamente se encontraron nuestras lenguas, de pronto sentí como mi abuela dejo de chupar mi verga, mi madre se agacho junto a la abuela quien hizo un ruido con su garganta como si fuera a vomitar mientras mi madre colocaba su cara debajo de mi pene, Ana María escupió un espeso gargajo en mi verga, mi madre con su boca abierta se tragó lo que cayó resbalado de mi falo para no desperdiciar nada, volvió a ver a la abuela y se acercaron para besarse nuevamente compartiendo así el escupitajo para luego tragárselo juntas. Mi madre amasaba las duras tetas de la abuela mientras yo me quitaba el pantalón por completo, ambas dejaron de besarse, nos vimos la cara con mi madre y juntos empujamos a mi abuela hacia atrás hasta acostarla en el piso, Ana María desabrocho su pantalón, levanto su cadera y con la ayuda de mi madre saqué su pantalón, sus bragas de encaje blancas estaban totalmente húmedas, Carmela dio una lamida sobre las bragas de la abuela, y mientras la abuela reía excitada comencé a bajar sus bragas hasta dejarla totalmente desnuda, la abuela abrió sus piernas dejando expuesta su raja, yo acerque mi boca hacia sus dos enormes tetas y le mordí sus pezones, a lo que ella reacciono con gemidos, mi madre se bajo su pants y se quito la tanga, se sentó sobre la cara de su madre y la abuela comenzó a chupar su mojada vagina, baje mi mano hacia el coño de la abuela donde le introduje uno de mis dedos mientras le mordía los pezones, mi madre restregaba su vagina sobre la cara de Ana María, yo comencé a recorrer su cuerpo con mi boca hasta llegar a su monte de Venus.
Mis dedos aun continuaban explorando su coño el cual estaba muy hidratado por la cantidad de flujos que emanaba, sus labios estaban hinchados y sus jugos recorrían su flácida entrepierna, le escupí su concha y comencé a comerme su arrugado coño, lentamente fui bajando mi lengua y comencé a darle lamidas cortas pero rápidas a su uretra que aun mantenía un sabor salado por su orina, la abuela comenzó a gemir al mismo tiempo que mi madre estaba por venirse sobre su cara, mi madre restregaba su coño en la boca de la abuela en un imparable vaivén lascivo, sus ojos entreabiertos indicaban que estaba teniendo un extenuante orgasmo, entre sus pujidos pudimos escuchar como un recio chorro de agua salía de la vagina de Carmela y se derramaba entre la cara de la abuela y el piso del salón, el cuerpo de mi madre se desplomo mientras la abuela tragaba el último sorbo de fluidos de su propia hija que a la vez se derramó en toda su boca, producto de una secuencia de gemidos que intentó contener. Levante mi cara y pude ver el rostro de la abuela cubierto por los flujos de mi madre, que ante su sonrisa y su respiración acelerada me decía que lo estaba disfrutando.
La abuela se separo de nosotros, se puso de pie e hizo que nosotros nos paráramos frente a frente, la abuela coloco su mano izquierda detrás de mi cabeza y la derecha en el culo de mi madre y empujo nuestros cuerpos para que ambos nos acercáramos, nuestras bocas se abrieron por inercia y comenzamos a besarnos con la lujuria que recorría nuestros cuerpos desnudos y que a la vez hacia que nos tragáramos la respiración del otro, la abuela tomo mis manos y las guio al culo de mi madre. Con mis manos puestas sobre el culo de mi madre hice un pequeño esfuerzo para levantarla, mi verga quedó en línea recta hacia su vagina que al acomodar mis brazos para cargarla se incrusto dentro de su coño, y con un leve gemido confirmó el ingreso de mi falo, mi madre rapidamente rodeó mi cuerpo con sus piernas y coloco sus brazos detrás de mi cuello mientras la cargaba, Carmela se movía en forma de resorte mientras nuestras bocas eran hidratadas por la saliva del otro, mi pene endurecido se hinchaba cada vez más dentro del coño de mi madre, y mis penetraciones eran cada vez más profundas.
El coño de Carmela comenzó a producir muchos fluidos, el choque constante de mi pene en las paredes húmedas de su vagina se comenzaban a escuchar dentro del salón, mi madre comenzó a gemir y sin parar seguí penetrándola cada vez más rápido, mi madre despegaba su boca de la mía para poder respirar, su coño era una fuente de libido que llamo la atención de la abuela y coloco su mano para acaparar los fluidos de Carmela y luego llevársela a la boca para así probar el sabor de su hija, mientras su cuerpo convulsionaba mis brazos colapsaron y por poco dejo caer a mi madre, la coloque en el piso, su cuerpo aun lanzaba unos cuantos espasmos, Carmela abrió los ojos y sonrió. Ana María me empujo hacia atrás para que me acostara y sin pensarlo se sentó sobre mí, donde comenzó a cabalgar mientras mis manos se posaron en su cadera, mi madre se acerco a la abuela y comenzó a mamarle las tetas mientras ella la masturbaba al mismo tiempo, mi madre disfrutaba de la mano de su progenitora mientras era amamantada, coloque mis manos detrás de las nalgas de la abuela y comencé a empujarla hacia adelante, hasta que su torso cayó sobre mi cuerpo, donde la seguí penetrando, su vagina empezó a producir mucho flujo que comenzó a derramarse sobre mi cuerpo, mi pene comenzó a sentir una leve presión que se fue intensificando, estaba por venirme y la abuela suplicaba que acabara dentro de su sexo, mis penetraciones fueron más profundas en ese momento y unos segundos después me corrí dentro de su coño en tres grandes chorros de semen, tratando de que mi esperma llegara hasta su útero maduro y quedara sembrado ahí por mucho tiempo mientras su cuerpo colapsaba en un último orgasmo.
Ana María dio media vuelta y cayó al suelo con una sonrisa en su rostro donde comenzó a derramar mi esperma, su respiración agitada, y muy satisfecha. Mi madre se acerco a la abuela y volvió a besarla. Nuestros sexos habían descargado toda la libido almacenada al principio del juego y estábamos exhaustos; por otro lado, mi prima Rosario tiene casi 3 meses de gestación gracias a las folladas familiares y estamos a punto de celebrarlo, mi tía Amparo y mi madre están felices ya que aparte de amantes y cuñadas también serán suegras y abuelas a la vez, aunque hemos decidido que es algo que mantendremos en secreto, ya que para algunos esto puede parecer una aberración, pero para mí es una familia que se mantiene unida por un solo lazo, el incesto.