Mi negocio
Vivo bien gracias a este negocio y gente como Irene.
Me llamo Homero, mi gran obsesión es la doma de mujeres entre 30 y 45 años, soy un gran experto, debo deciros que me gano la vida domando, vendiendo y comprando ejemplares de sumisas.
Mi casa siempre esta llena de señoras que están dispuestas a todo por sus amos.
Una de mis favoritas fue Irene, de la cual os cuento una historia.
Me encontraba en mi chalet de vacaciones en la localidad de Mérida, revisando unas facturas, cuando sonó el timbre de la puerta. Al abrirla me encontré una caja de madera de 90 cm de lado, en el exterior un sobre con el siguiente texto "obsequio como agradecimiento por los trabajos prestados" estaba firmado por mi amigo Víctor.
La caja pesaba unos 50 Kg, la arrastre hasta el interior de la casa y la abrí. En su interior había una mujer de unos 40 años, la ayude a salir de la caja no sin antes bajar las persianas, debía llevar algunas horas en la caja, por lo que sus movimientos eran lentos y la luz del día le hacia mucho daño. Le indique donde podía asearse y me ausente durante dos horas.
Al llegar, pude ver en la piscina a una señora rubia, de la gargantilla de su cuello salían dos cadenitas sujetas cada una a un pezón, su sexo estaba muy bien depilado y de sus labios colgaban dos aros de oro. Cuando estuve a su altura, se arrodillo y me dijo:
Mi nombre es Irene, soy el regalo del señor Víctor para usted, sus deseos son ordenes para mí.
Bien, esta noche comprobaremos que eso que dices es cierto. Le enseñe su habitación y la ropa que debía ponerse, y le ordene que descansase, hasta llegada la noche.
A las 10 de la noche llegaron mis amigos Marcos y Miguel, con sus sumisas preferidas Marta y Rosa. Pude comprobar que ambas estaban unidas por sus pechos con una cadenita enganchada a los aros que ambas tienen en sus pezones, y que los labios de sus coños estaban enganchados de la misma forma. Casi sin apenas moverse, las atamos a la cadena que cuelga del centro de la estancia y nos pusimos una copa.
Llame a Irene, entro con su vestido negro, largo con un gran escote, mis amigos aplaudieron al verla. Yo estaba empalmado con la visión de Marta y Rosa, así que ordene a Irene que se arrodillase y me chupase la polla, abrió su boca con sus labios carnosos e introdujo mi pene en la misma, era una experta, de dos envites consiguió que me corriese, se trago todo el semen y relamiéndose me ofreció una sonrisa. Mis amigos probaron la misma experiencia y quedaron asombrados de dicha habilidad.
De igual modo, sus chicas en la postura en la que estaban fueron enculadas, de forma que cada envite hacia que sus pezones se estirasen uno con otro, y sus labios vaginales se tocasen. Ambas gritaban de placer, yo que estaba viendo el espectáculo, caliente como un perro, agarre a Irene y le introduje los hielos de la cubitera por su culo, según iba metiéndolos en su interior sonaba como una maquina de hielo, cuando ya había introducido 12 hielos, invite a Marcos que le diese por el culo, al mismo tiempo que Miguel introducía su pene en su coño y yo, estirándole las cadenitas de sus pezones intentaba sacarle alguna lagrima. Irene, sonriendo nos saco hasta la ultima gota de nuestras pollas. Era una mujer envidiada por sus compañeras, ya que todos la preferían a ella, incluso yo.
La vendí en el año 2000 por casi 10 millones de las antiguas pesetas, a un ministro francés, que según me dice ella, la utiliza como premio a sus colaboradores más directos.
Ya sabéis, este es mi negocio, si queréis probar...