Mi nacimiento y evolución en el sexo V final.
La práctica de lo aprendido, el cariño y sexo en el entorno familiar
Al año siguiente fui a la Universidad a Madrid, coincidí nuevamente con Juan en Ingenieros y empezamos la carrera juntos. El ya llevaba casi un año saliendo con su amiga Pilar.
Alquilamos un piso en el que vivíamos los dos juntos, lo que significaba que nos tocaba cocinar, limpiar y estudiar, menos mal que la ropa sucia la llevábamos a casa los fines de semana cuando íbamos, bien uno, otro o los dos.
Al principio todo iba bien, el único problema era que Juan a veces traía a su amiga a casa y yo no podía dormir de los jadeos, follaban como locos, lo que hacía que mis pajas cada vez fuesen mas urgentes.
Además, yo no quería liarme en serio con ninguna chica porque conociéndome sabía que mis estudios iban a salir perjudicados, así que solo tenía encuentros esporádicos y encontrar mujeres liberales en aquellos años era bastante difícil, aunque lo suplía a veces con encuentros con mi hermana cuando iba a casa y no estaban mis padres, pero aún así estaba permanentemente caliente y con ganas.
Un día de calor Juan y yo salimos a tomar unas cervezas y nos pasamos un poco, tenía todas las hormonas aceleradas. Al llegar a casa de madrugada y nada mas entrar en el piso me acerqué a Juan le besé y directamente llevé mi mano a su polla.
Este se apartó mirándome extrañado.
- ¿qué pasa Juan? No es la primera vez hacemos esto.
- Raúl, hace mucho tiempo desde la última vez, además sabes que tengo a Pilar.
- Juan, y eso que importa. ¿no te estoy pidiendo que te cases conmigo?, solo que nos desahoguemos como en los viejos tiempos.
El se separó
- Raúl, no quiero volver a lo de antes. Soy feliz con Pilar y no quiero estropearlo. Así que si quieres seguir en el piso no tengo problemas, pero con esa condición, sino tendremos que separarnos y buscar alojamiento, para ti o para mi.
Aunque al principio me descolocó y no comprendía bien esa reacción, me di cuenta que lo que había sucedido había sido mucho fruto del alcohol, y que mi vida no iba encaminada a seguir con Juan como amor o desahogo, pero sí podíamos seguir siendo amigos sin derecho a roce, así que le conteste.
- Lo comprendo, creo que lo de hoy no tenía que haber pasado, está visto que las cervezas y los recuerdos a veces nos engañan. Te pido perdón, he perdido los papeles.
Si te parece vamos a seguir juntos en el piso, la convivencia es buena y no creo que debamos perder la amistad por eso.
Si vemos que con el tiempo algo no funciona, me buscaría yo otro lugar para vivir, solo te pido que no tengas en cuenta esta noche, ha sido una torpeza por mi parte.
Nos dimos un abrazo y me fui a mi habitación, y aunque habíamos llegado a un acuerdo, seguía dándole vueltas.
Nuestra relación continuó con normalidad, el siguió con Pilar y yo iba conociendo cada vez a mas amigas, aunque con pocas tenía relaciones, ¡que difícil era tener sexo con ellas, cuando no existía una relación estable!
Cuando ya tenía 21 años, estando en los últimos años de la carrera, mi padre sufrió una enfermedad larga, por la cual su cuerpo fue perdiendo energía hasta fallecer. Su empeoramiento había ido mermando todas sus facultades, sobre todo las físicas hasta el punto de que casi todo el último año había necesitado asistencia para todo.
Cuando me avisaron del fallecimiento, tuve que ir a mi casa de forma urgente, como he dicho en el primer relato vivíamos a las afueras de Madrid (las distancias y las formas de comunicación no eran como las actuales), y al llegar me encontré con mi hermana, que había llegado de Salamanca donde estudiaba, estaba desolada. Se echó en mis brazos (habíamos ido teniendo algún que otro encuentro en los años pasados, pero ya llevábamos tiempo cada uno en su mundo) y abrazándome se puso a llorar. Le cogí la cabeza y se la acaricié mientras íbamos al salón, donde estaba mi madre tumbada en un sofá con mi tía a su lado cogiéndole de la mano.
Me acerqué, me separé de Susana y me puse de rodillas a su lado, ella retiró su mano de la de su hermana y la dirigió a mi cara. Mi madre, que para mi siempre había sido una mujer guapa y esbelta, estaba demacrada, los ojos vidriosos de tanto llorar y también por efecto de los calmantes que le estaban dando.
Me acerqué a ella y le di un beso en la frente, no nos decíamos nada, yo me aguantaba las ganas de llorar porque no quería que me viese débil y con eso empeorase la situación, permanecimos así un rato.
Luego su hermana Mónica le dijo que se incorporase, que le había preparado una tila y que tenía que tomar una pastilla para ir al funeral y entierro. No voy a expandirme mas en esta situación, los que la han vivido ya saben lo que se siente.
Estuve unos cuantos días en casa con ellas y mi tía, quien no dejaba en ningún momento a mi madre.
En ese tiempo, mi relación con mi hermana fue recuperándose, no es que mantuviésemos ninguna relación, sino que nos fuimos contando nuestras distintas aventuras, ella ya tenía 19 años (para cumplir veinte) y había tenido un noviete mayor que ella, que había terminado la carrera y ya tenía trabajo, con el que había perdido la virginidad, pero me dijo que se sentía feliz porque en ese momento le quería de verdad y estaba pensando en que él era el hombre para toda la vida, pero como suele suceder, después, fue descubriendo al hombre real y las cosas se fueron enfriando, decidiendo que debían dejarlo.
Le pregunté por su amiga María, me dijo que seguía igual, pero que salía con un chico de 25 ya con trabajo, así que ya estaba pensando en casarse, pero que seguía tan calentorra como siempre.
Lógicamente mi hermana ya sabía bastante de mi vida, porque cuando nos encontrábamos en casa algunos fines de semana me abrasaba con preguntas que yo respondía con sinceridad.
Esas conversaciones hicieron que mas de una vez me calentase y creo que ella también, pero no sucedió nada.
Tras estar diez días en casa tenía que volver a la Universidad, aunque prometí volver todos los fines de semana, al igual que mi hermana, hasta que mi madre se recuperase. Mi tía Mónica, solterona, se quedaría en nuestra casa hasta que todo su hubiera normalizado.
Cuando me despedí de Susana me dio un beso en los labios, me sorprendió al principio pero entendí que tampoco era algo anormal entre nosotros y que no tenía otras consecuencias. Me despedí de mi madre y de mi tía quien me dio un abrazo, que casi me saca sus tetas por la espalda.
Volví a mis estudios, los fines de semana procuraba ir a casa, así que mis escarceos amorosos empezaban a escasear y consecuentemente mis pajas empezaban a aumentar. Me acordé de Elsa en varias ocasiones y pensé en llamarle y presentarme, pero hacía años que no la veía y no me pareció prudente.
Aproximadamente un par de meses mas tarde, fui a casa un fin de semana. El sábado, cuando llegué, vi que mi madre y mi tía estaban en el jardín, me acerqué y les di un beso, mi tia me abrazó nuevamente sintiendo sus protuberancias en mi cuerpo y me acerqué a mi madre cuyo semblante había cambiado y comenzaba a ser la mujer guapa que había sido siempre, incluso tenía un color moreno que realzaba su cara y vestía algo mas alegre.
Al ir a mi habitación pasé por la de Susana, me pareció oir gemidos al otro lado de su puerta, me paré y puse la oreja. Efectivamente, Susana estaba gimiendo. Llevado por la curiosidad, abrí la puerta con cautela y le vi en la cama con las piernas abiertas y metiéndose dos dedos en su coñito. Mi polla recordando viejos tiempos reaccionaba.
Decidí pasar a la acción, así que entre sigilosamente, mi hermana tenía los ojos cerrados y cerré la puerta con suavidad. Me quedé allí quieto y manejando mi herramienta por encima de la ropa.
MI hermana adivinó mi estancia porque abrió los ojos y tras una exclamación, se rio
- Vaya, hermanito, me has pillado en plena faena. Y ¿ahora qué hacemos?
- Hermanita, yo también estoy necesitado, así que si quieres nos ayudamos. La tía y mamá están en el jardín así que creo que no habrá problemas.
Y me acerqué a la cama mientras me iba desnudando. Una vez allí le miraba. Su coñito tenía mas pelo que antes y ensortijado, sus tetas habían crecido, seguían duras, tiesas y, sus pezones como siempre parecían que despegaban.
Me lancé a su coñito, mis dedos separaron bien su pelo y sus labios para que mi lengua tuviese el camino libre. Estaba mojada y su agujero abierto fruto del roce de sus dedos, así que le metí dos dedos y comencé a moverlos mientras mi lengua recorría el resto.
Enseguida me cogió de la cabeza y presionaba para que no me desviase, me acariciaba el pelo y gemía, vaya si gemía.
Tras unos minutos así, me puse de rodillas al lado de su cara y puse mi polla a su alcance; ella la cogió con una mano y la dirigió a su boca, su lengua la empapaba, la rodeaba y su boca la tragaba. Ya estaba cachondo y mi polla en su punto, así que me dijo:
- Hermanito, quiero que me folles, siempre he deseado tener tu instrumento dentro pero nunca lo hicimos cumpliendo tu promesa. Ahora ya no hace falta, tengo preservativos.
Se giró a la mesilla y sacó un preservativo, me chupo la polla nuevamente y me lo puso, llevándome luego a su cueva.
La puse en la entrada y ella se movió haciendo que entrase, a continuación se la metí hasta el final, que placer, comencé a follarle con intensidad, ella gemía, me cogía de la espalda y de mi culo empujando hacia abajo.
Estuvimos así un rato, hasta que se la saqué, me puse de espaldas y ella se montó sobre mi, con las piernas en mis costados, cabalgándome, me montaba como si estuviese montando a caballo, subía y bajaba de mi polla como en un tiovivo. Ella se agarraba las tetas, las acariciaba y las pellizcaba, se paseaba la lengua por los labios, sus ojos desorbitados del placer, hasta que se corrió. Sus líquidos salieron corriendo por mi polla mientras seguía cabalgando y yo eyaculaba en su interior.
Cuando estábamos en ese punto, noté algo raro y miré hacia la puerta, estaba mi tía, con una mano en la boca, ojos de asombro y mirada lasciva.
Me corté, levante a Susana y la dejé tumbada en la cama. Me incorporé y fui a por mi ropa.
Mi tía me miró y
- Raúl, Susana, de esto tenemos que hablar sin que se entere vuestra madre. Mañana por la mañana ella irá a misa y luego va a tomar un café con unas amigas, así que a las diez quiero veros en mi habitación.
Se dio la vuelta y se fue.
Me fui hacia Susana, ella con cara de susto, me dijo:
- ¿Qué va a pasar?
- No lo sé hermanita, pero no creo que se lo diga a mamá porque sabe que eso no le ayudaría a recuperarse precisamente.
- Entonces, Raúl, ¿según tu que va a suceder?
- No lo sé, tendremos que estar preparados para cualquier cosa, pero ya no somos niños
Le di un beso y fui a su baño, me lavé, me vestí y dándole otra vez un beso me fui.
Salí al jardín y estaban mi madre y mi tía hablando, mi dirigí a mi madre y le di un beso.
Cuando iba a sentarme mi tía me dijo
- Y a mi, ¿no me das un beso?
Me acerqué y le di un beso en la mejilla y ella sonrió.
Estuvimos charlando un rato en el que ella me preguntó alguna veces por si tenía novia, que hacía en Madrid etc, preguntas que me mosqueaban y que respondí con ambigüedad.
Luego les dejé y me fui a tomar una cerveza con amigos.
Al día siguiente me levanté, me duche y bajé a desayunar, estaban Susana y mi madre desayunando, así que me uní a ellas preguntando por mi tía diciéndome que aún no había bajado.
Sobre las 9,45 vino una amiga de mi madre a buscarla, pasó, le saludamos y se fueron. Nos quedamos solos mi hermana y yo.
- Raúl, ¿qué va a pasar? No he podido dormir apenas.
- No te preocupes hermanita, seguro que lo solucionamos, ya somos adultos y ella no tiene nada que decir.
No creo que consiguiese quitarle la preocupación, pero si calmarle un poco.
Terminamos de desayunar, recogimos, y un poco antes de las diez subimos a la habitación de mi tía.
Llamamos a la puerta y nos dijo que pasásemos. Una vez dentro nos dijo que cerrásemos la puerta con pestillo.
Me di la vuelta y lo hice, mientras, mi hermana estaba quieta, rígida, con las manos apoyadas en su falda. Me acerqué a ella mientras me fijaba en mi tía.
Estaba sentada en el borde de la cama, con una bata. Era mas joven que mi madre, tendría unos 45 años, siempre había sido soltera y vivía en el pueblo donde vivían nuestros abuelos.
Morena como mi hermana, con abundante pelo, los ojos marrones, su cara angulada pero bonita, tenía una sonrisa muy blanca y agradable, pero tenía un rictus muy serio.
De su cuerpo poco podía decir, siempre la veía muy vestida y aunque se adivinaban unas tetas hermosas tampoco me había fijado mucho en ella, sobre todo porque le veía poco.
Se levantó y se acercó, le cogió a Susana de la cara suavemente y mirándole empezó a hablar
- Chicos, lo que habéis hecho el otro día está muy mal, sois hermanos
- Además, seguro que no es la única vez
- Y tu, Susana, podrías quedar embarazada, ¿lo has tenido en cuenta?
Ella avergonzada le contestó que habíamos usado preservativo.
- Da igual Susana, lo que hicisteis está muy mal.
- Así que tengo que buscar un castigo para que no vuelva a suceder
Yo les miraba, a mis 21 años y con lo que había vivido, ya empezaba a imaginarme cual iba a ser el castigo.
- Chicos, lo que va a ocurrir en esta habitación, no ha ocurrido nunca
- Vais a ser obedientes y yo me olvidaré de lo que vi
- ¿Estáis conformes?
Mi hermana me miró y yo le hice un gesto de asentimiento, así que los dos le dijimos que estábamos de acuerdo.
- Bueno, pues si estáis conformes vamos a empezar.
- Lo primero es que os debéis desnudar.
Mi hermana me miró, yo le dije: tranquila hermanita, hazlo que no va a pasar nada, y comencé a desnudarme.
Mi hermana con torpeza por los nervios hizo igual, quedando totalmente desnuda.
Nuestra tía se había sentado en la cama y nos observaba mientras nos desnudábamos. Se levantó y fue hacia mi hermana, le acarició un pecho y presionó sobre su pezón.
- Susana, tienes unos pechos muy bonitos, no me extraña que tu hermano esté loco por ti.
Se acercó a mi y me miró
- Vamos a ver Raúl, ¿qué es lo que tienes ahí para que tu hermana gimiese como lo hacía?.
Bajó la mano y me cogió la polla que empezó a ponerse cada vez mas dura y tiesa; ella empezaba a moverla con una sonrisa en la boca.
Se acercó y me dio un beso en los labios.
- Susana ven, acércate a nosotros.
Cuando mi hermana se puso a mi lado, le besó pero esta vez abrió sus labios y mojó los de Susana con su lengua. Mientras, seguía con su mano en mi instrumento y pajeándome.
Soltó mi polla y se desabrochó la bata dejándola caer, estaba desnuda
Sus pechos un poco caídos pero grandes, areolas marrones y pezones no muy salidos. Su sexo no se veía, tenía una mata considerable de pelo ensortijado negro y su barriguita sobresalía un poco, pero no estaba gorda.
Se acercó de nuevo y me cogió la polla mientras me besaba. Cogió una mano de mi hermana y la dirigió a sus pechos.
Susana al principio no sabía que hacer, pero al vernos a nosotros reaccionó y empezó a magrearlas.
Yo hasta el momento estaba quieto, pero averiguando lo que iba a suceder dirigí mi mano a su mata de pelo, enrollaba mis dedos en ella hasta que comencé mi búsqueda por su interior.
Estaba encharcada, su excitación era enorme y su respiración se entrecortaba. Su sobrino le estaba manejando el coño y su sobrina tocándole las tetas, seguro que llevaba mucho tiempo sin sexo.
Le empujé hacia la cama y Susana nos siguió. Le tumbé en ella y abrí sus piernas, viendo ese majestuoso coño peludo, lo abrí y metí mi lengua en él. Ella empezó a gemir.
Susana ya mas animada decidió incorporarse y se puso encima de la cara de su tía con las piernas abiertas y acercando su coño a la boca de esta.
Mi tía comenzó a lamer el coño de su sobrina, el ritmo lo marcaba yo con mi lengua y ella lo trasladaba a la suya. Tras un rato en esa postura me incorporé y vi el culo de mi hermana que se movía sobre la cara de su tía, así que cogí mi polla y se la metí a mi tía en el coño, de un golpe.
Empecé mis movimientos rítmicos con energía, entraba y salía con mucha facilidad y me di cuenta de que me había equivocado en mis pensamientos, ella había tenido sexo hacía poco, con un hombre o con algún juguete, porque su vagina no estaba nada cerrada.
Mi tía gemía y seguía dándole lengua al coño de mi hermana, mientras, ésta se movía sobre la boca de su tía y yo veía los movimientos de ese culito blanco que hacía años había perforado.
Me retiré y le moví a mi hermana, le dije que cambiáramos, así que le puse la polla a mi tía en su boca mientras mi hermana se ponía en el coño de ella y comenzaba a chupárselo. Los tres gemíamos ya, estábamos totalmente entregados unos a otros.
Mi tía no parecía tener mucha experiencia, pero su boca era grande y le entraba toda mi polla, así que yo aprovechaba para llevarla hasta su garganta; estaba cachondísimo y mi tía creo que mas porque en un momento me retiró la polla de su boca y se incorporó con espasmos, se estaba corriendo y cogió la cabeza de mi hermana hundiéndola aún mas en su coño y sujetándola ahí. Susana casi no podía respirar.
Yo aproveché el momento para moverme. Luego hice que ambas se pusiesen a cuatro patas sobre la cama y mirando al cabezal, ahí las tenía, dos culos distintos, blanco y duro el de mi hermana mientras el otro se adivinaba de mas edad tenía algo de celulitis, pero igual de apetitoso.
Me puse detrás de ambas y con las manos comencé a acariciar los dos coños, les tocaba el clítoris, estaban empapadas, sobre todo mi tía, metí dos dedos a cada una, en mi tía le sobraba espacio, mi hermana mas apretadito.
Después de un rato en que ellas gemían y habían comenzado a besarse y darse lengua, me puse detrás de mi tía y le metí la polla de golpe, mis movimientos duros y fuertes le gustaban, gemía cada vez mas, mi hermana aprovechó que estaba libre para en la misma postura seguir besando y tocándole las tetas.
Después de unos minutos, se la saqué a mi tía y me dirigí a mi hermana, presioné y entró, comencé a bombear, notaba mas justeza y sus paredes me rozaban el glande, estaba muy, pero que muy caliente.
Mi tía se movió, se situó debajo del coño de Susana y mientras le chupaba el clítoris notando mis embestidas, me tocaba los huevos y me paseaba un dedo por el agujero de mi culo.
No podía aguantar mas, así lo dije y mi tía se salió de su escondrijo y llevó una mano a mi polla para que la sacase de Susana y la pusiese en su boca, me corrí en ella, pero no la soltaba, sus labios seguían amartillándola y saboreándola.
Mi hermana se acercó y pidió su ración, así que mi tía la sacó de su boca y ambas se dedicaron a lamerla, hasta que la dejaron limpia.
Una vez terminado, nos tumbamos en la cama. Mi hermana como siempre llevó su cabeza a mi pecho y me acariciaba, mi tía jadeaba, le había supuesto un esfuerzo lo acontecido y necesitaba recuperarse.
Al cabo de unos minutos hablo:
- Chicos me alegro de haberos pillado. Hacía mucho tiempo que no tenía sexo con alguien y me siento satisfecha, me encantaría repetir, pero entiendo que va a ser difícil. No obstante deciros que por mi parte se ha cumplido el compromiso y me olvidaré de lo sucedido.
Yo, que ya estaba curtido en amenazas y secretos, le dije:
- No niego que hace tiempo que no tenías sexo compartido, pero con algo lo has debido hacer porque tu coñito estaba muy dilatado.
Ella se puso colorada, y carraspeó.
- Bueno, si, es que tengo un par de juguetitos que utilizo, ten en cuenta que soy soltera, el pueblo donde vivimos es muy pequeño y todo se sabe.
Le sonreí porque le comprendía, o eso o algún otro disparate.
Le dije, que no me esperaba que detrás de esa fachada de mujer seria y dura, hubiese un cuerpo tan espectacular y una mujer tan ardiente.
Ella me sonrió de nuevo, me dijo gracias y me besó abriendo su boca.
Mi hermana estaba ya mas relajada, así que se sumó y nos volvimos a besar los tres,
- Susana, si sigues con tu hermano no tengo nada que decir, sois mayores, pero tener cuidado y no juguéis con el destino.
En cuanto a mí, ya sabéis, si alguna vez vais por el pueblo o coincidimos por aquí estaré encantada de disfrutar con vosotros.
Ahora creo que deberíamos vestirnos y prepararnos para cuando venga vuestra madre, que no nos encuentre así.
Nos reímos los tres, nos abrazamos, sentía las tetas de las dos en mi pecho, que placer. Susana y yo recogimos la ropa y desnudos nos dirigimos cada uno a su habitación para ducharnos.
Al cabo de un rato bajé, mi tía ya estaba abajo, me sonrió y se fue hacia la cocina para preparar la comida.
Luego bajó mi hermana, me dio un beso en los labios y se sentó en el jardín, yo también fui a su lado.
- Ufff, Raul que nervios he tenido al principio, pero que bonito ha sido.
- Si, hermanita, ha sido precioso, y riendo le dije: pero no te acostumbres que esto no es lo habitual, saboréalo, disfrútalo y nada mas.
Estuvimos sin hablar un rato hasta que vino mi tía con una jarra de zumo.
Chicos, esto nos vendrá bien para recuperar energías, que vosotros sois jóvenes pero a mi me cuesta recuperar.
- Tía, será porque no practicas, por que estás muy bien y muy joven.
- Raúl, si no fuese porque estamos donde estamos y nos pueden ver te besaría. Gracias sobrino.
Nos reímos.
- Susana, Raúl, ¿lleváis mucho tiempo teniendo sexo entre vosotros?
Desde luego no se puede decir que fuese una mujer comedida en sus preguntas.
- Tía, Raúl y yo empezamos de críos, fruto de nuestras hormonas y de la curiosidad, pero él siempre mantuvo su promesa de que yo sería virgen hasta que yo eligiera cuando y con quién, en eso ha sido un caballero.
- Entonces Susana, ¿nunca te la había metido hasta hoy?
- Bueno tía, por la vagina hasta hace poco, porque ya no soy virgen, pero antes me la metía en el culito.
Ella pegó un gritito.
- ¿Y no te dolía?
- No tía, al principio tenía algunas molestias, pero él me cuidaba mucho y hacía las cosas sin prisas para que todo fuese placentero y vaya si lo era.
- Vaya con mis sobrinos. Llevan una vida de experiencia y yo pasando calamidades, si lo llego a saber vengo antes.
Carcajada de los tres. De repente oímos un coche que paraba en la puerta y adivinamos que era mi madre que volvía.
Nos dirigimos a la puerta, llegaba con una amiga, entraron fueron al jardín y tomaron también un zumo. Yo les dije que salía un momento a ver a un amigo y mi hermana se quedó en su habitación, según dijo tenía que estudiar un poco.
Se quedaron al principio las tres, mi tía mi madre y su amiga charlando, hasta que esta se marchó.
Cuando llegué a la hora de comer, seguían en el jardín, mi tía no paraba de hablar y ambas estaban coloradas y azoradas, no sabía de que hablaban pero a mi madre le estaba impresionando.
Me acerqué, les saludé y fui donde mi madre a darle un beso, estaba azorada y nerviosa, luego fui donde mi tía que me sonreía y le di un beso en la mejilla, cuando me giré me pareció que le guiñaba el ojo a mi madre.
El resto del fin de semana siguió con normalidad, cada uno se dedicaba a lo suyo.
Mi madre al despedirse de Susana y de mi nos dijo que había hablado con la tía y se quedaría una temporada a vivir con ella, que se le haría mejor estar con alguien, y que por eso no dejásemos de volver todos los fines de semana que pudiéramos.
Le dijimos ambos que nos parecía muy bien y que volveríamos.
Los primeros fines de semana no pude volver a casa, pero tras tres semanas coincidió que en la Universidad de Madrid teníamos tres días seguidos de fiesta a añadir al fin de semana, así que me cogí toda la semana de fiesta para ir a casa.
Mi hermana no tenía fiesta esos días y avisé que iría solo.
El día que llegué me recibió mi tía y tras cerrar la puerta me dio un beso en la boca metiéndome la lengua y diciéndome luego que me había echado mucho de menos.
Un vez pasado el sobresalto inicial, le sonreí.
Fui a buscar a mi madre que estaba en el salón y le di un beso preguntándole que tal estaba
- Hijo, bien pero echando mucho de menos a tu padre, siempre era tan cariñoso conmigo. Menos mal que está tu tía y ella intenta ayudarme como puede.
Mi tía se rio y me miraba con una mirada pícara.
Subí a mi habitación a vaciar la maleta. En esas estaba cuando entró mi tía, se acercó y me besó llevando su mano a mi herramienta.
Yo le dije:
- Tía, ahora no que mamá se va a enterar.
- Raúl, no te preocupes por tu madre que ya lo sabe
- ¿Cómo que ya lo sabe?, ¿quién se lo ha dicho?
- Yo, sobrino, he sido yo. No te olvides que somos hermanas y hemos compartido muchos secretos en nuestras vidas.
El día que estuvimos tu hermana, tu y yo, al bajar, me vio la cara que tenía de satisfacción y me preguntó que había pasado. Yo no sé mentirle así que se lo conté.
Al principio se escandalizó, pero le dije que los tres éramos adultos y conscientes de lo que hacíamos. Además le dije que tú estabas muy bien armado y manejabas muy bien tu herramienta y, que tu hermana era todo dulzura y pasión.
Yo estaba pasmado, mi madre sabía todo y además con pelos y señales
- ¿Y qué dijo?, porque no creo que se quedase indiferente.
- Al principio se enfadó conmigo y me echaba la culpa de todo, luego me dijo que tenía que hablar con vosotros, hasta que le convencí de que lo dejase pasar y que con el tiempo quizás lo comprendería.
No le quitaba ojo, yo estaba quieto y serio.
- Y ¿qué va a pasar? Le pregunté.
- Después de unos días, tu madre y yo volvimos a tratar el tema, ella ya lo había asimilado y además echaba mucho de menos a tu padre, así que nos enrollamos hablando del sexo que había tenido con él y de mi vida, hasta que salisteis vosotros dos en la conversación.
Me hizo que le contase con pelos y señales lo que habíamos hecho y vi que se estaba calentando, así que igual que cuando éramos niñas, le besé y comencé a acariciarle, saqué mis juguetes y estuvimos jugando juntas
Yo no daba crédito a lo que oía, mi madre sabía todo y encima se había enrollado con mi tía, ¿qué estaba sucediendo?, ya no controlaba nada.
Ella siguió
- Y no solo eso, sino que cuando hemos estado juntas con nuestros juguetes, le hablaba de ti y de tu hermana y está deseando estar contigo, pero no se atreve, por eso te voy a pedir un favor.
- ¿Qué favor?, ¿no irás a pedirme que me folle a mi madre?
- Si, eso es lo que te voy a pedir, pero yo estaré con vosotros, ella sola no se atrevería
Peo ¿qué me estaba diciendo?, estaba loca. De repente me acordé de Elsa, Juan y yo. ¿Acaso no habíamos hecho eso?, ¿y no decíamos que no era malo si los tres lo queríamos?
- Tía, aun no estoy preparado para ello, déjame que lo piense y te diré algo. Lo que no sé es como voy a estar a partir de ahora delante de mi madre.
- De acuerdo Raúl, ya me dirás algo, que sepas que tu madre no sabe nada de esta conversación.
Se fue y me quedé solo, pensativo y nervioso. Me puse a deshacer la maleta y colgar la ropa, eso me tranquilizaría.
A la hora de comer bajé y estaban a las dos en el comedor hablando y acaloradas, al verme se cortó esa conversación y fui a darles un beso, mi tía sonreía y mi madre estaba cortada, lo que hizo que mi intranquilidad aumentase. La conversación durante la comida fue normal, yo no le miraba a mi madre, me daba vergüenza, y mi tía no paraba de contar anécdotas del pueblo.
Después de tomar café e infusiones, me fui al salón a ver un poco la tele, mientras ellas se quedaban charlando.
Me senté en el sofá, es un sofá de tres plazas y me senté en el medio. Les oía hablar, a veces acaloradamente, hasta que al cabo de un rato vinieron ellas y se sentaron una a cada lado.
Hacía un poco de fresco, aunque la calefacción estaba puesta, era invierno.
Pusimos la TV y había una película romántica que a ellas les apetecía (en aquella época tampoco había muchas cosas para elegir, solo existía TVE, una TV y además pública) y mi tía puso una manta sobre los tres para taparnos las piernas.
A mí la verdad, la película no me apetecía pero creía que tenía que estar con ellas, al fin y al cabo mi madre quería que fuese y mi tía se encargaba siempre de ella, así que debería corresponderles.
Me estaba quedando dormido, apoyada la cabeza en el cabezal del sofá cuando noté una mano que buscaba por mi entrepierna, por la dirección que notaba del brazo supe que era mi tía, así que torcí la cabeza hacia ella y vi que me sonreía mientras llegaba a su meta.
No podía decir nada, mi madre estaba a mi lado, así que volví a cerrar los ojos, me callé y le dejé hacer.
Estaba con un chándal y le fue fácil meter la mano y agarrarme la polla, comenzando a acariciarla y manosearla.
Se me puso dura enseguida, entre los nervios por la situación y el manoseo que me estaba metiendo.
Al poco tiempo, sentí otra mano que iba al mismo sito, pero esta vez venía del otro lado, era mi madre. Cuando empezó a tocar se encontró con la mano de mi tía y asustándose la apartó.
Yo, quieto, parado, me estaban metiendo mano mi madre y mi tía y yo de convidado de piedra.
Mónica, se acercó y me besó en los labios y luego se dirigió a mi madre, Blanca, no te cortes que he notado tu mano y Raúl está dispuesto a complacernos, ¿verdad , Raúl?
No supe contestar, así que mi tía quitó la manta, me bajó el chandal, y sacó mi polla diciendo, mira Blanca, mira que maravilla tiene tu hijo, seguro que tu marido no la tenía así de grande.
Mi madre colorada, nerviosa, no respondía pero estaba con la mirada fija en mi polla.
Mi tía la soltó, se levantó y cogiendo la mano de mi madre la dirigió a mi herramienta. Esta la tocó y cogió con delicadeza, suavemente como no queriendo tocarla, seguía sin decir nada pero con la mirada fija en sus dedos que rodeaban la herramienta de su hijo.
Ella, cogiendo la mano de mi madre comenzó a moverla para que me fuese pajeando, mi madre se dejaba llevar pero al final cogió el ritmo.
Mi tía se arrodilló delante de mí y me bajó el chándal, mirando la polla en manos de mi madre, y cogiendo mis huevos comenzó a tocarlos, se los metía en la boca y los chupaba, mientras mi madre movía mi polla como una autómata.
Mi tía se desnudó, allí estaban esas tetas grandes, ese coño ensortijado y negro.
Se acercó a mi madre y comenzó a quitarle la blusa, para quitarle la manga tuvo que soltar mi polla para volver a cogerla a continuación, se dejaba hacer. Le quitó el sujetador y salieron sus tetas, grandes como las de mi tía pero mas tiesas, la areolas marrones como mi tía, pero los pezones enormes y tiesos (ahora comprendía de donde provenían los pezones de mi hermana). Mi tía se lanzó a por ellas y las manoseaba y chupaba dándole también fuertes lengüetazos a sus pezones.
Mi madre empezaba a jadear, su respiración entrecortada indicaba que estaba excitándose.
Ella seguía con la mirada fija en mi polla, manejándola despacio pero con maestría
Mi tía siguió, le quitó la falda y con ayuda de mi madre que levantó el culo, le bajó las bragas, que sorpresa me llevé, estaba depilada, pensaba que lo tendría como mi tía, pero no, no tenía ningún pelo.
Mi tía le abrió las piernas y se fue con la lengua lanzada a su coño. Cuando mi madre sintió la lengua de su hermana emitió un gemido y aceleró sus movimientos. Yo creí que era mi momento y me giré para besarle.
Ella al sentir mis labios abrió la boca y cerró los ojos. Aproveché para meter mi lengua y buscar la de ella, me facilitó la labor sacándola de su escondrijo, nuestras lenguas empezaron una pelea, enrollándose, cruzándose y mezclando nuestras salivas.
Como mi tía no paraba de lamerle el coño y el clítoris, estaba ya muy caliente así que se lanzó y agachándose hacia mi cintura, se metió la polla en la boca.
Joder !!! mi madre me estaba comiendo la polla mientras mi tía le comía el coño.
Mi tía se levantó y fue a un aparador, abrió un cajón y aparecieron dos juguetes uno mayor que el otro, junto con un envase de lubricante. Pues sí que estaba preparada, ahora comprendía porque tenía el coño dilatado el día que estuvimos con Susana.
Se arrodilló de nuevo y cogiendo el grande lo untó de lubricante y lo fue metiendo en el coño de mi madre, quien al notarlo dio un gritito, pero siguió chupándome la polla.
Tras un rato así, nos dijo que bajásemos a la alfombra, mi madre se tumbó de espaldas y mi tía volvió a chuparle el coño y meterle el consolador, mientras me ponía el culo en pompa y me daba el otro instrumento. No hacía falta que me dijese que tenía que hacer. Cogí el tubo de lubricante, mojé el consolador pequeño y lo dirigí a su ano.
Lo fui metiendo poco a poco, lubricándolo y dándole vueltas sobre si mismo, su agujero iba agrandándose y ella que al principio parecía que estaba incómoda, empezaba a tirar hacia atrás para que el aparato entrase mas.
Cuando entendí que su ano ya estaba preparado, cogí mi glande, lo embadurné y lo puse en la boca de su culo, apreté y entró con suavidad, no hizo ningún aspaviento ni dijo nada, así que empujé mas y entró hasta el fondo. Ya estaba, se la había metido hasta la empuñadura, así que empecé a follarle ese agujero, mientras veía como le comía el coño a mi madre y le metía el juguete hasta el fondo.
Los tres estábamos disfrutando, mi madre estaba salida totalmente y diciéndole a su hermana que se lo metiese hasta el fondo, que le follase y que fuese mas rápido. Mi tía ocupada como estaba solo gemía y decía siiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiii.
Mi madre y mi tía llegaron al orgasmo, se corrieron casi juntas. La primera fue mi madre que soltó sus jugos y se los bebió mi tía que tenía la lengua por aquellos lares, eso, junto con la follada del culo que le estaba metiendo hizo que ella también se corriese mojando la alfombra. (luego alguien tendría que limpiarla).
Viendo el espectáculo, entendí que era el momento de dedicarme a mi madre, así que se la saqué a mi tía y la aparté. Me puse encima de mi madre y se la metí, entró sin problemas, ya estaba muy dilatada del juguete, así que mi polla resbalaba por su vagina con facilidad.
Mi madre me miraba y jadeaba, encogió sus piernas para facilitarme el trabajo y yo comencé a bombear con fuerza, cada vez con mas pasión, quería correrme dentro de ella.
Mi tía se sentó en el sofá, mostrándome su coño abierto, se metió el juguete grande y empezó a follarse el coño.
Mi madre empezó a moverse, levantaba la pelvis, movía la cabeza y emitió un grito mientras me miraba con lujuria. Yo noté que algo empapaba mi polla y comprendí que se había corrido otra vez. Mi tía al oírle aceleró sus movimientos y le sucedió lo mismo, pero sacó el aparato, metió sus dedos y luego los llevó a su boca para saborear sus jugos.
Me aceleré y me corrí, quería correrme fuera pero no me aguanté, gritaba como un poseso, me estaba corriendo en el coño de mi madre mientras mi tía saboreaba sus jugos después de haberse corrido.
Seguí un rato dentro de mi madre, aunque esta había bajado las piernas. Me miraba sonriendo y con cariño, había tenido a su hijo en su interior, no como cuando estaba embarazada, sino como un hombre que la había poseído y había sido maravilloso.
Me salí y me tumbé, estaba derrotado.
Mi tía se bajó y se tumbó con nosotros, las dos se pusieron a acariciarme y a besarme.
- Blanca, ¿ves que bien?, tu hijo te quiere y esta es una manifestación de ello, puede ocupar el lugar de tu marido en esto si tu quieres, porque después de lo visto, él seguro que quiere.
Mi madre me miró como preguntándome sin decir, me acerqué y le besé en los labios, le había respondido.
Me di la vuelta y besándole a mi tía le dije Gracias.
Ella se rio y me dijo,
- Sobrino, no te creas que esto te va a salir gratis, tendrás que pagarlo de alguna forma
Nos reímos los tres.
Después de eso nos levantamos y nos fuimos a duchar, estaba muy cansado y emocionado, ya no tenía dudas, ni estaba nervioso, entendía que las cosas habían sucedido porque tenían que suceder así. No hacíamos daño a nadie (no había terceras personas) y todos éramos maduros y conscientes de nuestra situación, además nos gustaba y éramos felices.
En los días que seguí en casa se repitieron los encuentros, cada vez mas relajados, inspeccioné y perforé todos los agujeros de mi tía y mi madre y hasta un día mi tía me perforó el mío con su aparatito.
Epílogo:
Mi vida a partir de esa época transcurrió con normalidad, encuentros con mi madre y mi hermana (con mi tía menos porque se fue al pueblo, aunque los que realizamos fueron cada vez mas calientes), hasta que me eché novia y decidimos casarnos. Hoy tengo dos hijos y una hija ya emancipados, y no creo que ninguno de ellos haya tenido estas experiencias ¿o, si?. Desde entonces no he tenido relación con nadie de mi familia aunque he de confesar que sí he tenido algún encuentro esporádico con alguna otra fémina. Al juicio de los lectores dejo, si es comprensible o no este comportamiento tras la lectura de lo vivido.
Mi tía y mi madre pasaban temporadas juntas, y aunque no lo he visto, me imagino que los juguetitos de mi tía los seguirían usando mucho tiempo. Ambas ya han fallecido.
Mi hermana encontró el hombre de su vida (eso me dice), mi cuñado, encantador y complaciente, tienen dos hijos ya mayores, creo que ha tenido una vida placentera, pero conmigo no tuvo mas encuentros.
Juan se casó, tuvo tres hijos y se fue a vivir a París porque encontró trabajo allí, nos veíamos poco, aunque a veces con dos cervezas recordábamos episodios anteriores.
Elsa, su madre se volvió a casar, se fue a Barcelona con su marido y no he vuelto a verla.
María la amiga de mi hermana, casada y con dos hijas, sigue viviendo en Madrid. Una noche me encontré con ella tomando copas, estaba con unas amigas y acabamos en un hotel. La verdad estaba muy buena y pasamos una noche triunfal. Menos mal que mi mujer creía que estaba fuera, de trabajo.
De Paulina y alguna otra amiga, así como Carlos y Rafael no supe nada mas, bueno si, de Rafael me enteré y le vi en la prensa porque se había metido en política, luego apareció algo de un escándalo con un hombre (en aquella época eso era además de pecado, algo considerado totalmente anómalo y fuera de lugar) y desapareció del mapa político y público.
Este ha sido el resumen de lo más trascendente de mi vida sexual, el inicio de la historia hay que contemplarla en el período de los años 60 como bien decía un lector en su comentario. En esa época se vivía en España bajo un régimen dictatorial y fuertemente influido por la Iglesia Católica, que empleaba todas las armas y poderes a su disposición para que el sexo en cualquiera de sus manifestaciones fuese pecado y castigado públicamente, y no digamos de todo aquello que se saliese del matrimonio, y relación hombre - mujer para procrear. Aunque parte de lo vivido se fue desarrollando en el comienzo de la democracia y un poco mas avanzada (me casé en 1.981), hasta esa época la iglesia y las costumbres tradicionales estaban muy arraigadas y socialmente muy rígidas.
Quiero dar gracias a mis lectores por haberme seguido hasta aquí.
Anteriores capítulos:
Mi nacimiento y evolución en el sexo I
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Mi nacimiento y evolución en el sexo II
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Mi nacimiento y evolución en el sexo III
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Mi nacimiento y evolución en el sexo IV
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