Mi musa terrenal... te amo

A la mujer de la sonrisa perfecta, a quien me llenó de ilusiones y de un amor perfecto sin más ni más...

Muchos saben que mi nombre es Karina; muchos ya leyeron mis historias; muchos saben del amor que le profesé por mucho tiempo a Claudia... lamentablemente ese amor, se terminó.

Así es, así como lo leen, lo que pintaba para una relación maravillosa, terminó hace un tiempo; ella conoció a alguien más, que por lo que veo, la llenaba por completo. Por consiguiente mi vida tomó un giro de 180°. No sabía qué hacer, ni a dónde ir, me sentía totalmente destrozada, algo dentro de mí me decía que todo era una simple obsesión, algo más me decía que no.

Comencé a salir, a tratar de olvidarme de ella, de no pensarla más, me deshice de todo lo que tuviera que ver con ella. Cartas, fotografías, recuerdos, fueron a parar al bote de la basura.

Después, no salía de mi casa, lloraba noche y día; dejé de trabajar, de salir, apagaba el móvil con toda la intención de que nadie me llamara. Estaba totalmente dentro de una depresión asquerosa, la cual me jalaba más y más y yo no tenía ninguna intención de dejarla.

Después de varias semanas encerrada, ocultándome de todos y todas aquellas personas que me rodeaban, por fin encendí el móvil; muchos mensajes de días atrás aparecieron. Uno me llamó la atención:

"Karina tiene mucho que no te veo, estoy aquí y celebraré mi cumpleaños el viernes por la noche, te veo en el bar del centro, me encantaría verte de nuevo. Yulian"

Medité un poco en el día; qué casualidad, - hoy es viernes – pensé.

Yulian era una amiga de la infancia que nunca o poco veía. Ella radicaba en un lugar muy lejos de donde yo estaba. No tenía muchas ganas de arreglarme, ni de salir, pero algo dentro de mi hizo que tomara la decisión de decir sí voy al cumpleaños de Yulian.

Tomé lo primero que vi en el clóset: unos jeans color negro y una blusa cuello arriba también de color negro (la depresión no me dejaba ni en el vestir...).

Me hice una coleta no muy apretada, me maquillé un poco, puse brillo en mis labios, unas botas, un abrigo y vi la hora:

Aún falta una hora para la cita – pensé – Me haría bien caminar un poco antes de llegar – dije para mí misma.

Así fue, tomé las llaves del coche, y me dirigí al centro. Fue muy fácil encontrar un lugar donde estacionarme; con toda la intención dejé el coche a 5 cuadras del lugar. Bajé, cerré bien todo, y me dispuse a caminar.

Sentía como el aire recorría mi rostro, y de vez en vez aparecía Claudia en mi cabeza:

Basta! Ya no quiero pensar más en ti! – dije irritada para mis adentros.

Llegué a la entrada del bar, pagué mi respectivo acceso de entrada y subí las escaleras. El lugar estaba muy obscuro, unas cuantas mesas llenas, la mayoría tenía 3 personas en promedio. Llegué a la zona de los sillones y me senté.

Te traigo algo de tomar? – escuché decir a mi lado a una señorita de no más de 20 años.

Sí, gracias –contesté mientras dejaba mi bolso a mi lado.

Podrías traerme un vodka tonic? Contesté rápidamente sacando un cigarro y encendiéndolo.

Con mucho gusto – contestó la chica retirándose.

La música era tranquila, creo que era chill out. Volteé un poco para todos lados, y no despegué ni moví la vista de la entrada:

Una mujer de no más de 1.60 cms, con el cabello debajo de los hombros, una sonrisa de oreja a oreja, estaba parada precisamente ahí.

Tengo que admitir que me gustó mucho al verla. Le sonreí de lejos, sin que ella se percatara, ya que en ese momento había volteado a su derecha como buscando a alguien.

Karina! Años de no verte! Cómo estas?! – escuché decir a Yulian quien se había acercado a mi mesa al verme.

Mujer! Que gusto! Cómo estás? – dije al mismo tiempo que la veía y me levantaba a abrazarla.

A su lado estaba ella. La mujer de la sonrisa hermosa de la entrada. Al momento que dejé de abrazarla dijo:

Te presentó a Michel, mi pareja – dijo Yulian

Mm....mu...mucho gusto – dije titubeando un poco.

Hola...Karina verdad? – dijo sin quitar esa sonrisa que no dejaba de gustarme.

Aja... – contesté absurdamente dándole la mano.

Ella me jaló y me dio un beso en la mejilla.

Me sentí tan mal. Pensar que la mujer de la sonrisa perfecta era novia de mi amiga y me había gustado!. Y yo, en el hoyo por mi depresión, me sentí la más tonta, pensé que no debí de haber salido de mi casa, que todo estaba mal...

Yulian, caminó un poco y saludó a amigos que estaban también ahí. Sin embargo Michel se quedó en la misma mesa que yo. Yo agarré mi bebida que anteriormente ya habían dejado sobre la mesa y tomé un poco. Estaba muy molesta.

Michel se dio cuenta:

Que tienes? Estás enojada – dijo sonriendo un poco y sentándose a mi lado.

Yo? Enojada?, no, para nada – dije con una sonrisa totalmente falsa.

Jajajajaja eres muy mala mintiendo – dijo ella.

No pude evitarlo y le sonreí. Dije que me dolía la cabeza, que tenía que irme ya. Ella no lo permitió, comenzó a preguntarme cosas, del bar, de la música, tratando de persuadirme para evitar que yo me levantara de mi asiento.

Cuánto tiempo llevas con Yulian? – pregunté

2 años - me dijo – pero...

Pero qué? – dije

Pero, es la 2da. vez que nos vemos en persona...

No entendí, le pedí que me explicara. Me dijo que se conocieron por Internet y que a causa de eso y de la distancia solamente 2 veces, contando ese día, se habían visto.

Por alguna extraña razón sentí una fuerte presión en el pecho, y me dio gusto saberlo. Platiqué con ella, le hice muchas preguntas, supe que tenía 21 años, supe sin preguntar que su sonrisa me hechizaba de alguna manera extraña.

No quería irme, algo extraño pasaba, quería seguir hablando con ella, me llenaba de una sensación extraña por todo mi cuerpo. Me daba paz hablar con ella.

La noche terminó. Cada quien se fue a su respectivo destino. Yo, camino a casa, no dejaba de pensar en Michel.

Qué lindos ojos tiene – pensaba y sonreía como estúpida.

A lo largo de la noche, no podía conciliar el sueño, por primera vez alguien y no era Claudia, me quitaba el sueño! ...Michel...

8 de la mañana; creo que tenía 2 horas de haberme quedado dormida, pero un ruido familiar me había despertado.

" Te puedo ver? Michel"

Era un mensaje de texto en el móvil. Claro que brinqué en ese instante de la cama y pensé en llamar... dejé pasar 3 o 4 minutos y llamé. Sonó varias veces sin que alguien me contestara. Me desanimé. Dejé el móvil en la mesa al lado de la cama, y sonó:

" Márcame de nuevo, me estaba bañando"

Nuevamente tomé el móvil y marqué.

Uno... dos... tres timbrazos:

Hola...? – escuché decir

Sí? Michel? Eres tú? – dije apresuradamente

Hola Chaparrita, disculpa, no metí el celular al baño – dijo tranquilamente

Estás sola? – pregunté de inmediato

Sí, voy de salida, en la tarde regreso con mi familia. Quería verte antes de irme, espero que no te incomode.

Para nada! – contesté muy efusiva – dime en donde te veo para pasar por ti...

Dame 30 minutos, nos vemos en el hotel XXX

Perfecto! Ahí estaré! – contesté y colgué.

Me bañé rápidamente y pensaba "qué demonios estás haciendo Karina, es la novia de tu amiga..." "Y si sólo es una trampa?" "No, no lo creo..."

Pensaba muchas cosas, al final, salí del baño, me arreglé, tomé las llaves del carro, y salí hacia el hotel.

No hubo necesidad de bajar del hotel; ella estaba sobre la acera. Me vio, me saludó de lejos, se acercó recargándose en la puerta:

Puedo subirme? – dijo con una voz muy pausada

  • Claro! – contesté, acercándome para abrirle la puerta del carro por dentro.

Lucía encantadora. Michel es, como mencioné atrás, no más de 1.60 cms, tez blanca, ojos color café claros, cabello negro debajo de los hombros, ondulado, pesaba tal vez unos 53 kilos, sonrisa de oreja a oreja, boca pequeña color rosa... llevaba unos jeans azul fuerte, y una blusita de botones color roja; se veía tan pequeña... tan indefensa.

Arrancamos y la llevé a un lugar que a mi en particular me gusta mucho: NAMI

Nos sentamos una a lado de la otra y sin más ni más me dijo:

Te llamé porque ayer sentí algo que no había sentido jamás. Cuando llegué al bar te vi de lejos, fuiste lo primero que mis ojos observaron; y estoy segura que me sonreíste. Cuando hiciste eso, Yulian me jaló, pero, ese segundo que te vi sentí algo muy fuerte en mi pecho; fue como una conexión... – dijo viéndome a los ojos.

Yo sabía de qué se trataba, pues me había pasado lo mismo. Sólo me acerqué a ella y la acaricié de las mejillas con una de mis manos. Le dije:

Eres muy linda. Lo sabías? - dije sonriéndole

No, no quiero que me digas lo que todo el mundo acostumbra a decir, quiero saber si sentiste algo; ayer yo sabía que te querías ir, sin embargo te quedaste y platicaste conmigo – continuó diciendo – por qué te quedaste conmigo?

...no lo sé con exactitud – contesté – pero, me sentí segura y en paz al tenerte a mi lado... no puedo explicarlo –dije.

Se veía temerosa, con una mirada que pegaba directamente a la mía. Cerró los ojos, la tomé de las manos, me acerqué un poco más a ella y fui directo a su mejilla:

Sí, sí sentí algo... no sé, fue como una presión aquí – y la tomé de la mano derecha para llevarla hacia mi pecho

Ella se acercó y me besó suavemente. Fue un beso muy tierno, tan sólo pegamos nuestros labios. No solté sus manos, la observaba y no perdía ni un solo detalle de ella. Las horas pasaban y ella tenía que irse. Prometimos seguir en contacto.

Al paso de los días se me metió por completo en la cabeza; no supe de ella, por más que le llamaba, el móvil me repetía siempre lo mismo:

Lo sentimos, el número al que está intentando llamar no existe...

Me daba coraje! Pensar que estaba peor que antes!

Quería saber algo de ella y no había manera... desapareció.

Pasaron meses, 8 tal vez; pensaba en ella, y a pesar de que el recuerdo de Claudia se había esfumado, había llegado Michel sin avisar, y la traía constantemente en la cabeza, y pensaba:

Qué fue lo que me hizo ese día que no sale de mi mente...

Regresé a mis actividades diarias, conseguí de nueva cuenta un trabajo.

Y un día, precisamente en la oficina, sentada frente al monitor de la PC, me apareció en el mensajero una invitación de alguien a quien no reconocí en ese momento:

Lic. Está usted muy ocupada? Me urge hablar con usted... – decía en el monitor que tenía frente a mí.

Quién será... – pensé

Sí? En qué puedo servirle? Con quien tengo el gusto? – contesté

Con una persona que ha tratado de localizarla por días, semanas y meses...

Admito, quedé desorientada. Creí que era una broma de alguien.

Quién eres? – dije

Michel... – leí entre líneas

Mis ojos salieron de su órbita! Pensé qué decirle, pero preferí preguntar un número de teléfono, necesitaba escucharla, hablar con ella.

Inmediatamente en cuanto lo tuve la llamé. Su voz tan perfecta a mi oído, lo primero que dijo fue:

Te extrañé... dónde te metiste!

Lo mismo preguntó yo! Te busqué por todos lados, desapareciste Michel, qué pasó – dije

Me contó que Yulian se enteró que nos habíamos visto, y por ende le cambió números de teléfono. Al mes ellas terminaron su relación y a Michel la cambiaron de trabajo por lo que estuvo fuera del país.

No podía ocultar en mi tono de voz la felicidad tan grande de poder escucharla al menos. Hacíamos planes desde esa llamada. Quería salir corriendo y verla. En carretera nos separaban más de 1200 kilómetros. Yo no podía pedir permiso en el trabajo y ella tampoco podía viajar a donde yo estaba.

Comenzamos por tener una relación a distancia y telefónica. Cada noche corría y me apresuraba para llegar a casa y marcarle y escucharla. Me platicaba lo que hacía en el día, hablábamos mucho lo recuerdo; todo se veía tan perfecto, sabiendo que no lo era, no estaba en vivo y eso me producía un malestar en particular. Comenzaba a sentir algo muy fuerte por ella, no sabía qué era, pero sabía que era grande...Pasaron los días, las horas...llevábamos 3 meses en esa situación.

Un día de trabajo común y corriente, iba hacia el estacionamiento para subir a mi coche y dirigirme a casa; me sentía cansada, me dolía la espalda, la cabeza, había sido un día sumamente difícil. Arranqué el carro y prendí la radio. Música ochentera de fondo, veía por el retrovisor, muchas luces, y en eso el sonido del celular:

Sí bueno? – dije con una sonrisa en el rostro

Hola preciosa, cómo estás? Ya vas a casita? – dijo Michel al otro lado de la línea

Sí mi cielo, me duele un poco la cabeza, quiero llegar y dormirme! Me duele todo...

Ay preciosa! Por qué no le hablas a alguna de tus amigas y vas a tomarte un cafecito, te sentaría bien, todos los días después del trabajo te vas directo a casa, deberías darte tiempo a ti... – dijo con esa voz dulcísima inigualable.

Mmmmmm... crees? No sé… déjame pensarlo – dije dudándolo un poco.

Sí mi amor, te haría bien, hazlo por mí, anda... – dijo ella

Está bien! Te haré caso, te marco en un segundo le marcaré a Luci para saber si no está ocupada e ir con ella ok? – contesté

Ok, espero tu llamada preciosa, te quiero, no lo olvides – dijo despidiéndose.

Marqué de inmediato a Luci, para buena suerte mía estaba sola y con ganas de salir corriendo de su casa, lamentablemente tenía problemas con su esposo; le dije que pasaba por ella en 20 minutos, su casa me quedaba de paso.

Subí un poco más a la radio, más música de los 80´s, comenzó a irse de repente el dolor de cabeza.

Llegué a casa de Luci y bajé de inmediato a saludarla. Ella ya estaba semi lista, solo regresó a su casa por su bolso y subimos de inmediato al coche.

Me platicaba sobre los problemas que tenía con Jhony, su marido, yo la escuchaba atentamente sin meterme en opiniones, siempre he sido muy reservada para evitar perder amistades...

Llegamos al café y bajamos, pedimos una mesa cerca de la terraza y continuamos en la plática; de vez en vez pensaba en Michel, esa mujer me tenía enferma de amor. No salía de mis pensamientos y cualquier cosa hacía que la pensara; me imaginaba cómo sería un segundo encuentro en estas circunstancias.

Pensaba en ella cuando sonó mi movil:

Permíteme – le dije a Luci Sí hola? Qué pasó preciosa cómo estás?

Cielo? A qué hora vas a llegar a tu casa? Necesito hablar contigo... – dijo muy seria

Me espanté y le pregunté que si todo estaba bien. Me dijo que sí, que no me preocupara, pero que quería platicar conmigo y que cuando llegara a casa que le marcara de inmediato.

Me espanté y colgué. A lo largo de la plática con Luci reconozco que no puse atención. Quería saber qué era eso que quería hablar conmigo Michel. La noté muy seria y algo dentro de mi presentía que algo pasaba. Quería que el tiempo pasara lo más rápido posible. 1 hora... 2 horas... 3 horas! Me estaba volviendo loca... por fin terminamos de charlar Luci y yo e inmediatamente fui a dejarla a su casa. Aceleré lo más que pude y marqué de mi móvil a su casa. No contestó nadie. Me preocupé. Marqué de nuevo, esta vez a su móvil, y contestó:

Dónde estás? Qué pasó? Estás bien? – dije rápidamente...

Sí... todo bien, qué tienes, te noto agitada – dijo ella muy tranquila

Pues... es que... me dijiste que quieres platicar conmigo, te noté extraña hace un momento...no quería esperar más, me espantas! – dije estresada.

En cuanto tiempo llegas a casa? Necesito que me hagas un favor... – dijo ella

Mmmmmmmm, no sé, 20 minutos tal vez...

Bueno, cuelga y llega a casa tranquila, maneja despacio. Márcame en cuanto llegues. Vete con cuidado chiquita... – fue lo último que dijo y colgó.

Yo estaba totalmente extrañada, no entendía que era eso que quería hablar conmigo. Se portaba muy rara.

En el camino pensaba en ella. Mientras mi música ochentera seguía de fondo. Por fin llegué a casa, estacioné el coche. Al bajarme de él, vi en la entrada un par de maletas medianas, y pensé:

Dios! No es cierto...

Vi como salía de un lado de los arbustos una chica linda, con una mirada brillante, penetrante, suave y sutil, y no solo eso, ella me sonreía.

Qué hermosa se veía. Esa sonrisa única y hechizante. Corrí hacia ella y la abracé fuertemente.

Qué agradable sorpresa... – fue lo único que pude decir sonriendo susurrándole al oído...

Quería quitarte el dolor de cabeza de hoy – dijo besándome la mejilla

No puedo creerlo, estás aquí, te estoy abrazando, te estoy sintiendo... tu olor, qué delicioso hueles Michel...

Agarré el vuelo de la tarde, ya no aguanto más estar sin ti Karina... – dijo ella abrazándome fuertemente.

Era una sensación única. La tenía entre mis brazos, la besaba, la abrazaba, la tocaba, la acariciaba; no podía dejar de hacerlo.

Entramos en seguida a la casa ayudándola con las maletas y dejándolas a un lado de la entrada. Nos sentamos de inmediato en uno de los sillones de la sala. Me acerqué a ella y la tomé de las manos. Se las besé. Le acariciaba las manos, las besaba sutilmente, estaba endiosada por ella. Ella sonreía y me acariciaba con una de sus manos mis mejillas. Me acerqué un poco más a ella y la abracé. Al hacerlo fui despegándome poco a poco y la tomé de la barbilla. Me acerqué lentamente, vi como cerró sus ojos y toqué sus labios con los míos. La besé lento, suave, no quería que los segundos pasaran. Mis manos la tomaron de las mejillas, no dejaba de besarla. Movía mis labios muy lento, mordía suavemente sus labios también, ella sonreía entre besos y acariciaba mi cabello.

Nos entregamos en un beso largo, fundiéndonos más de 5 minutos. Nos fuimos en ese beso, éramos sólo ella y yo, la casa, el clima, su aroma, el mío. Era perfecto.

La abracé y sólo pensaba en lo hermosa que era. En lo magnífico que era ese momento.

Entre besos y caricias cambiamos de lugar. Fuimos hacia la recamara. No decíamos nada, solo eran miradas, caricias, gestos, respiración...

Se dejó caer en la cama, yo quedé frente a ella. Abrió sus ojos y me preguntó:

Qué piensas...?

En lo hermosa que eres, en tu sonrisa, en tus besos... – contesté sonriendo

Ven... – me dijo, extendiéndome una de sus manos.

Me acerqué y me acosté a un lado de ella. Ella se acomodó e hizo que yo quedara sobre su pecho, mientras me acariciaba la frente, las mejillas, mis labios, mis brazos.

Levanté un poco la cara y la besé de nuevo. Sentía que la amaba. Sentía que la conocía de mucho tiempo atrás. Sentía paz. Sentía su calor. Sentía lo mismo de cuando la conocí. Sentía que era el amor de mi vida...

Nos besamos por más tiempo. Mis manos recorrían sus brazos, su rostro; jugaba con su cabello, la jalaba hacia mi.

Muchos besos, muchas caricias, nos llevaron a estar entrelazadas en un abrazo, sus piernas se cruzaban con las mías. Mis manos se entrelazaban con las suyas.

Mis manos buscaban su espalda, suave, tersa, ella se movía y me abrazaba también.

Mi boca bajaba y besaba su cuello, ella sólo hacía la cabeza hacia atrás... dejándose amar en cada roce de mis labios sobre su piel.

Se estremecía en cada beso, en cada toque suave que caminaba por su espalda...mis manos buscaban lugares; no paraban, ella menos...

Fue quitándose poco a poco la blusa, quedando ante mi, una piel blanca, suave, tersa, deliciosa, caliente, húmeda por el contacto de mis manos, por los besos repartidos...

La observaba callada, pensaba en que cada gesto era sublime. Quería hacerle el amor sin prisa alguna, lo más despacio que se pudiera. Quería derretirme en ella. Hacerle saber y sentir todo lo que me provocaba.

Mi boca bajaba por su vientre, mis manos no dejaba de acariciar por encima de sus pantalones. Al fin decidió quitarlos.

Quité poco a poco el sostén. Bajé lentamente los tirantes besando sus hombros, acariciando con mis manos sus brazos, sus manos, sus dedos...

Quedó ante mi una mujer, una Diosa, una musa terrenal, una mujer perfecta en plena armonía. Tenía las partes perfectas de la mujer como la describe Sabines en sus historias... tenía (y tiene) los pechos perfectos que mis manos cubrían sin más ni más.

Era ella, la que siempre pensé y aparecía en mis sueños. La que dije que amaría sin preguntas ni respuestas, la que dije que sabría que sería mi talón de Aquiles en cada palabra. La que siempre había esperado. Con la que compartiría sueños, ilusiones, planes...y no estaba equivocada.

Se dejó por completo hacer. Mis manos se perdían en su piel, mi boca la besaba, jugaba con su cuerpo, con su saliva, nuestras lenguas se fundieron en besos desesperados. Mis manos acariciaban cada espacio escondido. Quería descubrir todo de ella. Lentamente mis manos bajaron por sus piernas, quitando lentamente la última prenda, y así, quedar completamente desnuda ante mí...

Ella abría por momentos los ojos, me veía y sonreía:

Te amo... decía entre besos...

La besaba más. La acariciaba sin parar. Mis manos iban de arriba abajo; cerraba los ojos y me envolvía en su piel, en su sabor. Separé con mis manos sus piernas. Toqué por encima, haciéndola saltar un poco. Sentí sus manos apretándome en la espalda. Bajaba despacio, y besaba su piel, sus piernas, sus muslos, mis manos acariciaban su estómago... mis dedos buscaban estremecerla por completo...Mi boca besaba su vientre, más abajo...

Mis dedos abrieron paso a su sexo. Mi boca bajó lentamente quedando entre sus piernas; mi lengua la probó, qué exquisito aroma, qué sublime tenerla en esa posición de entrega total. Probaba ese manjar, esa delicia que sólo Dios supo hacer con sus manos. Era mi Diosa entregada al deseo.

Sentía sus jadeos, sus movimientos al compás de sus caderas y de mis ganas de probarla.

Todo era despacio, no había prisa alguna por terminar, pero sí de deleitarnos por el momento. Subía y bajaba y mis manos acariciaban por completo cada parte de su piel.

Su respiración continuó haciéndose más rápida. Cerraba los ojos y los gemidos eran un tanto más fuertes.

No paraba en ningún momento. Ni ella ni yo. Su sudor resbalaba lentamente por cada parte de su piel. Probaba su calentura, y mis manos la acariciaban sin parar...

Mi musa, mi Diosa, mi mujer, eso era todo! Michel y yo fundidas en una sola. Cada espacio por recorrer, cada gota de su sabor hacía que mi piel se extasiara por completo...

Mis manos buscaban apretar despacio entre sus muslos, ella gemía un poco más, mi lengua buscaba entre sus piernas, se contorneaba lento, suave; mi cabeza estaba apoyada en ella, la besaba sin parar...

Mi lengua comenzó por entrar despacio en su sexo lubricado, húmedo, fantaseando en alguna llamada en momentos como este.

Movía suavemente mi lengua, la escuchaba pedir más entre gemidos. Apretaba con mis manos sus muslos diciendo "aquí estoy, no me voy..."

Cerraba mis ojos perdiendo en su aroma, en su sabor infinito, ese sabor de mujer entregada al deseo. Michel suspiraba al aire, se entregaba a mis movimientos, a mis quejidos desde abajo. Era mía, sólo mía.

Mis movimientos se hicieron un tanto más rápidos, mi lengua exploraba cada parte de su sexo, sentía como sus movimientos se aceleraban de arriba abajo; me pedía más con sus manos apretando mi cabeza hacia ella. Yo seguía succionando a veces, saboreando cada parte de ella. Moviendo, acercándome más, entrando en ella, haciéndola sentir como nunca en su vida.

Escuché gritos no tan fuertes, sentí sus movimientos más rápidos. Escuché decir:

No te detengas princesa... sigue igual... te lo suplico...

Abrí mis ojos y vi lo que tenía frente a mi; una mujer perfecta entregada al orgasmo sublime. Una mujer en toda la extensión de la palabra.

Se acariciaba sus pechos con las manos, los apretaba suavemente, se mordía los labios, fruncía el ceño, cerraba los ojos, se movía al compás del orgasmo... gritaba de excitación...apretaba las sábanas...escuchaba su respiración agitada; se veía desesperada, entregándose a mí, tendida con los muslos como alas abiertas... dispuestas al vuelo...

Se dejó caer suavemente. Terminó el movimiento de arriba atrás. Buscó una de mis manos y me jaló hacia ella. Subí y la abracé por un largo rato. La besaba, la acariciaba, le decía lo hermosa que era. Ella sonreía. Me veía, me tocaba las mejillas...

Toda la noche la tuve abrazada; discretamente acariciaba su sexo, que aún estaba sensible... ella sólo sonreía...

La amaba en cada caricia, en cada sonrisa que me regalaba desde ese momento... quería cuidarla y protegerla siempre, la quería en mi regazo sin que nada ni nadie más llegara a interrumpirnos... sólo ella y yo, amándola para toda la vida.

Te amo princesa caramelo...

Fue lo último que escuché de sus labios antes de quedar dormidas...