Mi mujer y yo nos convertimos en sumisos (2)
En este relato conoceréis nuestra historia de sumisión. Como pasamos de ser una pareja normal a estar a la completa disposición de nuestro amo.
Mi mujer y yo nos convertimos en sumisos ( 2 )
Nunca me había sentido como ese día, me gustaba obedecer disfrutaba viendo a mi mujer cumplir las órdenes de otro hombre y a ella le pasaba lo mismo. Llegamos al coche y nos dijo:
- Tu en el asiento de atrás, ella subirá delante conmigo.
Entramos en el coche como el nos había dicho.
Os habéis portado muy bien hasta ahora. Mirando fijamente a mi mujer a los ojos. Lentamente abrió la guantera del coche y abrió un estuche del que sacó unas tijeras de costurera. Mi corazón se puso a cien.
Me gusta el top que llevas, pero me gusta personalizar las cosas que tengo y vosotros ahora me pertenecéis. Zorrita relájate en el asiento y no te muevas.
Metió la punta de las tijeras en la tela y poco a poco fue cortando primero un círculo y luego otro en el top de forma que la aureola y el pezón de cada una de las tetas saliese por el agujero que había hecho a cada lado. Marta estaba muy excitada viendo lo que le estaba haciendo, parecía que estaba esperando que se lo cortase todo pero no fue así. Cuando terminó de cortarle la prenda y poner las tetas a su gusto en los agujeros, se quedo mirando primero fijamente las tetas y después fijamente a los ojos de Marta, con la punta de las tijeras le pinchó un pezón. Ella dio un pequeño grito y el sonrió.
Muy bien putita, ahora me gustas más. Tienes unas tetas muy bonitas aunque demasiado pequeñas. Ahora quiero que vayas al quiosco y compres un paquete de cigarros.
Señor, así no puedo ir. Dijo mi mujer sonrosada.
Te has ganado tu primer castigo por desobedecerme.
Le dio un fuerte bofetón a la cara que le puso la mejilla roja pero no parecía que el dolor le hubiese afectado todo lo contrario, sonrió y le dijo:
- No volverá a pasar señor.
Me gustó ver como le daban el bofetón, me volví a excitar al ver como le salían parte de las tetas por los agujeros del top y el efecto que había tenido en ella el bofetón que le había dado en la cara. Abrió la puerta y bajo del coche para ir al quiosco que estaba a unos 100 metros, por el camino paso por delante de una mesas donde habían sentadas algunas familias, el efecto fue inmediato los hombre no le quitaban el ojo de encima y las mujeres se miraban entre ellas, no podía escuchar lo que decían pero me lo imaginaba. Cuando llegó al quiosco estuvo esperando en la cola a que le tocase el turno, en ese momento unos jovencitos de unos 13 ó 14 años se acercaron a ella para ver con más detalle lo que asomaba por su delantera, desde el coche los veía reír y hablar entre ellos. Marta aguantaba como podía la situación pero se sentía a gusto cumpliendo las órdenes de su amo. Dentro del coche nuestro amo se sentía satisfecho con lo que veía y yo no podía disfrutar más de la situación me había empalmado de nuevo. Compró el paquete de cigarros y con un poco de prisa regresó al coche y se lo entregó.
- Vas aprendiendo. Ahora desnúdate por completo, hazlo despacio y mirando al suelo. Siéntate cómoda en el asiento.
Esta ven no replicó su nueva orden parece que le resultaba más sencilla que la anterior. Comenzó deshaciéndose el nudo del top y dejando sus pechos a la vista. Nuestro amo no perdía detalle de cómo se desnudaba. Después se desabrochó el pantalón y levantándose un poco del asiento se lo quitó. Quedándose solo con el tanga. Poco a poco se fue quitando la última prenda como se le había ordenado, hasta quedarse completamente desnuda. Abrió un poco las piernas para enseñarle bien los labios de su coño, aunque hacía un par de días que no se lo afeitaba.
- Lo has hecho muy bien, ahora cierra los ojos. Le dijo.
Sacó una caja que tenía en el asiento de atrás y la abrió, de su interior sacó unas esposas y una cinta de tela negra y me dijo:
- Átale las manos por detrás del asiento y véndale los ojos.
Cumplí su orden sin saber para que quería que estuviese de esa forma. Doble sus brazos por detrás del asiento y le puse las esposas en las muñecas no podía moverse del asiento, después con la cinta le vendé los ojos varias veces e hice un nudo por detrás. Marta se sentía como nunca no sabía lo que le iba a pasar pero no le importaba disfrutaba sintiéndose dominada y daba la impresión que no dejaba de correrse. Nuestro amo la miraba de arriba abajo.
- Ese coñito lo arreglaremos después, tiene que estar siempre tan suave como tus tetas.
Volvió a abrir la caja y sacó una navaja de por lo menos 15 centímetros de larga. Mi primera impresión fue asustarme. El al mirarme sonrió.
- Recuerda que sois de mi propiedad.
Ella no veía nada solo sentía algo que recorría su cuerpo. Comenzó pasándole el filo de la navaja por los labio, poco a poco fue bajando hasta que le acarició el cuello con todo el filo. Me estaba excitando tanto como antes, casi no creía lo que estaba viendo. Fue bajando hasta las tetas donde después de pasar la punta de la navaja por las aureolas puso el filo debajo del pezón y su dedo encima de éste, daba la sensación que lo iba a cortar, presiono un poco pero no lo suficiente como causarle una herida. Marta jadeaba sin saber lo que estaba pasando. Con la punta de la navaja fue bajando por la barriga, dejando una leve señal en la piel. Cuando llegó al clítoris levantó la navaja y comenzó a separar con el filo los pliegues de los labios de su coño. Ella al sentir el metal helado abrió todo lo que pudo las piernas en el asiento. No paraba de gemir, no sabía lo que le podía pasar pero el contacto de la pieza afilada en su cuerpo la excitaba muchísimo.
- Muy bien zorrita ya estás preparada.
En ese momento no sabía lo que iba a hacerle. Abrió nuevamente la caja y sacó un mechero de gasolina y lo encendió. Lo dejo encima de la repisa del coche y comenzó a calentar despacio la punta de la navaja hasta que se puso al rojo vivo la punta del filo de la navaja. Mi mujer no veía nada de lo que estaba haciendo. Mi estado de excitación estaba llegando al máximo. Puso su otra mano encima de la teta izquierda y comenzó a acariciarla despacio, ella comenzó a gemir de placer, de repente apretó el pecho con toda la mano y con el dedo gordo tensó todo lo que pudo la piel de la teta.
- Te estás portando muy bien, relájate no te va a doler.
Acercó rápidamente la punta de la navaja incandescente a la piel tensada de su pecho y presionó con fuerza sobre ella, estuvo así un par de segundo. Marta dio un tremendo grito y le salieron lágrimas por debajo de la venda de los ojos. No podía creerme lo que le había hecho a mi mujer la había marcado para siempre con un pequeño triángulo en la teta.
- Todas mis esclavas llevan esta marca. Dijo sonriendo.
Ella se movía en el asiento, quería desatarse las manos y tocarse la teta pero no podía, con los ojos vendados no sabía lo que le había pasado. Era una pequeña superficie de piel pero le debería estar doliendo una barbaridad.
Por favor soltarme. Gritó.
Te has ganado otro castigo, zorra.
Le dio otro bofetón, más fuerte que el anterior y enseguida se calmó. Estaba nuevamente a punto de correrme nunca había tenido sensaciones como las que estaba teniendo ahora.
- Desátala y que se vista. Me dijo.
Le quité las esposas y la venda. Ella enseguida se puso las manos sobre la teta marcada y comenzó ha mojársela con saliva, sin embargo no parecía arrepentida le gustaba lo que le había hecho. Le dijo con voz entre cortada:
Señor todas tus esclavas llevan esta marca.
Vístete deprisa. Ya es tarde.
Se puso corriendo el tanga, el pantalón y el saquito agujereado por donde asomaban sus pezones. Le dolía la quemadura pero disimulaba el dolor, no quería recibir otro bofetón. Había disfrutado como nunca y no le importaba una pequeña marca en el pecho como tributo al inmenso placer que había recibido hasta ahora.
El coche se puso en marcha y nos llevó por unos caminos sin asfaltar durante por lo menos una hora, el paisaje cada vez se hacía mas hostil no parecía que hubiese mucha gente por aquel lugar. Marta iba tranquila, yo diría que hasta orgullosa de las pruebas que había superado, por lo visto toda la vida había estado esperando un hombre que la dominara de esta forma y le hiciese tener orgasmos de esa intensidad. Llegamos a una casa de campo, no se veía otra por muy lejos que mirásemos. Bajamos del coche y nos abrió la puerta
- Entrad a la casa.
Nos condujo a una habitación donde había, un armario, una cama y un sofá. Puso en marcha una cámara de video que tenía sobre un trípode.
- Desnudaros los dos.
Nos fuimos quitando la ropa mientras el nos miraba a los dos sin perder detalle hasta que nos quedamos totalmente desnudos. Cogió por detrás a mi mujer y la puso delante de la cámara.
- Cierra los ojos.
Marta cerró los ojos, el sacó del bolsillo una pequeña cuchilla y me la enseñó, con un movimiento rápido la pasó inclinada por encima de la cicatriz que le había hecho en el pecho al quemarla con la navaja, arrancando la pequeña costra que se había formado. Ella dio un fuerte grito dolor y abrió inmediatamente los ojos. Le volvió a dar otro fuerte bofetón.
- Calla zorra, repetiré esta operación las veces que quiera, la marca tiene que ser para siempre.
Ella de forma instintiva volvió a mojarse la herida con saliva intentando encontrar alivio, en ese momento no pude soportar la excitación y me corrí. Nuestro amo se quedo mirándome y me dijo:
- Ahora estarás más tranquilo. Y se rió
Se fue hacia el armario y sacó unas tijeras pequeñas, una maquinilla eléctrica de depilar y una caja con 8 ampollas de cristal.
- Puta túmbate en el sofá.
Me entregó lo que había sacado del armario y enfocó la cámara hacía Marta.
- Arréglale el coño a la puta de tu mujer. Depílaselo bien que no quede ni un solo pelo dentro del culo y cuando hayas terminado rompe una ampolla y úntale el líquido con un algodón por la zona depilada, repite esto durante toda la próxima semana. Se habrán acabado para siempre los pelos del coño.
Me puse a hacer lo que me había pedido. Le corté con las tijeras todos los pelos que encontré. Nuestro amo no perdida detalle de lo que hacia con la cámara, yo me esmeraba en el trabajo para complacerle. Conecté la máquina eléctrica de depilar y comencé a pasarla por todo su sexo. Marta gritaba un poco pero se contenía, la máquina le arranca los pelos de raíz y le debería doler bastantes pero no se quejaba no sé si es que tenía miedo a otro castigo o que estaba disfrutando como nunca. Tenía todo el coño empapado. Cuando terminé de pasar la maquinilla cogí la caja de las ampollas, parecía una caja de contrabando fabricada en un laboratorio extranjero pues solo indicaba que era un tratamiento para 8 días y que mataba para siempre el bulbo piloso. Vertí el contenido de la primera ampolla en su coño y se lo unté por toda la zona depilada con el algodón, era un liquido espeso y de mal olor, parecía que le escocia pero ella cerraba la boca para no gritar. Nuestro amo miraba y sonreía.
- Vas a dejarle para siempre el coño como el de una niña.
Cuando terminé de untarle el líquido le pase las yemas de los dedos desde el ano hasta el clítoris, lo tenía extremadamente suave más que las tetas. Marta estaba muy relajada se sentía como nunca, se levanto y se miró en un espejo que había en la habitación, se acarició el coño.
- Bien zorrita ahora estás muy mona, voy a enseñarte como quiero que mames la polla cuando te lo pida.
Ella sonrió y le dijo:
- Señor estoy preparada.
Estaba totalmente sometida a el no sé como había podido conseguir en unas pocas horas dominarla. Nuestro amo saco del armario una cadena que estaba unidad por un aro a un conjunto de cadenitas acabadas en pinzas unas más grandes y otras más pequeñas.
- Ven putita voy a tumbarme en el sofá y tu vas a hacer exactamente lo que yo te diga y cuando te lo diga. Sino lo haces bien tirare de esta cadena y tu te enterarás que tienes que hacerlo mejor. Tu cabrón no pierdas detalle con la cámara de lo que me va ha hacer la cerda de tu mujer.
Ella aun no sabía en que consistía lo que le estaba diciendo pero se enteró pronto cuando se hacerlo a ella y comenzó a ponerle pinzas por todo el cuerpo. Una en cada pezón, cuatro en los labios del coño, dos pinzas grandes en el culo y una muy pequeñita en el clítoris. Tensaba las cadenitas hasta el aro para con un trinquete ajustar la longitud de cada cadenita y así tirando del aro con una única cadena todas las pinzas tirasen al mismo tiempo. Cada vez que le ponía una pinza ella daba un pequeño grito y hasta soltó alguna lágrima, pero estaba disfrutando con lo que le estaba haciendo su coño no paraba de estar mojado.
Después de colgarle todas las pinzas, nuestro amo se desnudó. Tenía una buena barriga y un pene enorme, su pecho tenía algunos pelos y también bastante pelo en la barriga. Se tumbó en el sofá con las piernas abiertas y la cadena en la mano.
- Putita solo quiero sentir tu lengua, tus labios y tu boca, no quiero roces con otra parte de tu cuerpo. Comienza lamiéndome la cara quiero que me la empapes con tu saliva y poco a poco vayas bajando con tu lengua por el cuello. Quiero notar que disfrutas con mi placer.
Mi mujer comenzó a pasarle la lengua por los labios, las mejillas y la nariz procurando echar buena cantidad de saliva para que le fuese más fácil la labor a la lengua. Poco a poco se fue deslizando por el mentón hacia abajo buscando el cuello. En ese momento recibió un tirón, que se transmitió a las tetas, el culo y el coño. Ella dio un pequeño grito.
- Despacio zorrita quiero que saborees mi piel.
Repitió el pase de la lengua por la cara hasta que creyó suficiente y continuó poco a poco haciendo círculos con la lengua comenzando a descender por el cuello.
- Ahora entretente con mis pezones, procura llega hasta ellos despacio.
Lamiendo como una perrita le pasaba la lengua por el pecho hasta que llegó a los pezones. Su posición era bastante incómoda tenía que sostenerse con las piernas muy abiertas para no tocarle y estaba muy inclinada, suerte que podía sostenerse con los brazos en el sofá. Se metió los pezones en la boca y los chupó, en ese momento se le metió un pelo en la boca e intento quitárselo con los dedos, recibió otro fuerte tirón.
- Si se te mete algo en la boca trágatelo, no pares nunca.
Continuo chupando los pezones de nuestro amo con cuidado, sin rozan con las tetas en su barriga, le veía claramente la marca que le había hecho con la navaja caliente se le quedaría para siempre como marca de esclava. Sacaba con la cámara primeros planos de la lengua lamiendo y de las extrañas posturas que tenía que hacer para no rozar con su cuerpo el de nuestro amo.
- Ahora ves bajando poco a poco recréate con la lengua en mi barriga.
Le hizo caso y comenzó a bajar hacía abajo dando largos lametones encima de la barriga, notaba en su cara que la pinzas comenzaban a hacerle daño las pequeñas puntas se clavaban en su piel, pero sabía que no podía quejarse.
- Comienza ya ha lamer el pene de abajo a arriba y termina metiéndotelo en la boca buscando siempre que me corra.
Marta comenzó a hacer lo que le ordenó, se desplazó con la lengua poco a poco hasta la base del pene y empezó a lamer hacía arriba acabando con el glande en su boca, repetía esto desde todos las lados del pene buscando la descarga de leche en su boca.
- Lo estás haciendo muy bien. No te lo vuelvas a sacar de la boca, sella con tus labios tu boca en mi polla y espera moviendo la cabeza hasta que me corra, siempre quiero sentir tu lengua moverse sobre la punta de mi polla. No quiero que salga ni una gota de leche.
Así estuvo unos minutos apretando con sus labios la apertura de su boca con el pene y moviendo su cabeza de arriba a abajo si dejar de mover la lengua en su interior para intensificar el placer de nuestro amo.
- Me corro puta me corro, mueve deprisa la cabeza.
Marta comenzó la mover deprisa la cabeza siempre buscando dar más placer, la descarga de leche fue tremenda casi un minuto dentro de su boca, movía la cabeza, la lengua y tragando, soportado el dolor de la pinzas en sus partes más íntimas pero lo consiguió, no salió ni una gota de leche de su boca. Cuando terminó de eyacular le dio un fuerte tirón a la cadena, Marta esta vez no gritó.
- Lo has hecho muy bien, como premio dale un buen morreo al cerdo de tu marido y enjuágate la boca con el.
Se levantó de su incomoda posición con las cadenitas colgando por todo su cuerpo. Y se acercó a mi, tenia toda la boca muy pastosa llena de saliva mezclada con leche, cuando me besó me pasó parte de lo que había sacado de la polla a mi boca.
- Prueba lo que ha sacado tu mujer de mi polla.
Mientras nos besábamos se acercó y nos tocó el culo a los dos.
- Muy bien así os quiero ver ahora.
Nos metió la mano entre las piernas y nos tocó nuestros sexos. Nuestro amo estaba satisfecho. Me corrí sin tener el pene casi erecto, me salió muy poca leche era la tercera vez que me corría en pocas horas. A Marta le metió los dedos en el coño. Le gustaba tener las manos húmedas. Cuando se cansó de tocarnos, me miró y me dijo:
- Cornudo, quítale las pinzas a esta guarra.
Le quité las pinzas con cuidado, habían dejado marca, mi mujer no paraba de jadear y ponía cara de alivio cada vez que le quitaba una pinza, me miraba con un poco de vergüenza por lo que se había dejado hacer.
- Sois una buena parejita de cerdos, vamos a disfrutar mucho. Vestiros por hoy aquí hemos terminado, vamos al coche.
Nos pusimos la ropa y salimos de la casa.
- Tu métete en el maletero. Me dijo.