Mi mujer y yo de aventuras con su amante
Este relato fue hace unos seis meses, aunque se supone que es para diversion de ella, los tres la pasamos bastante bien!
Tengo una mujer tan caliente que creo lo puta lo mantuvo adentro, embotellado, hasta que un día no pudo más y desbordó sexo y pasión por todos lados. Tiene cuarenta años, con cuerpo de una de 25, con una cara muy bonita adornada por cabello negro, largo hasta los hombros. Bajita, mide apenas cinco pies, cinco pulgadas.
Hace un par de años se puso tetas grandes, me costaron casi seis mil dólares, y luego se metió al gimnasio. Ahora mi mujer tiene un cuerpazo que le gusta enseñar con ropa reveladora, pero sin ser obscena, sobre todo cuando se trata de las tetas.
Tiene dos amantes, Jake y Lars. Jake es nuestro vecino, y conocimos a Lars por sugerencia de Jake. Este relato es de una aventura que pasamos con Lars.
Un día me llamó para pedirme que llevara a mi mujer a su casa, vive a casi una hora al sur. Le dije que no sería difícil, solo sería cuestión coordinar con del horario del trabajo. Me despedí de él diciendo que muy probable iríamos ese mismo fin de semana. Segundos después me volvió a llamar para pedirme que llevara a mi mujer totalmente desnuda. Le dije que tenía una mente torcida y que probablemente por eso le gustaba a mi esposa.
Convencer a mi mujer de viajar una hora hasta la casa de Lars no fue difícil, la conversación fue algo más a menos así:
-¿Te gustaría ir a ver a Lars?
-¡Claro que sí!
Ahora, la conversación para convencerla de ir desnuda duró un poco más, y fue algo así:
-Le dije a Lars que ibas a llegar desnuda…- No respondió inmediatamente, era obvio que me iba a decir que estaba loco.
-Estás loco….-
-Saldríamos de noche, llegaríamos de noche, y con los vidrios del coche polarizados, nadie se daría cuenta…- Casi inmediatamente dijo:
-Ok.-
Je je, tengo buenos poderes persuasivos. El plan era de salir al apenas al anochecer, como a las ocho de la noche.
Y así lo hicimos. Salimos al garaje, ella desnuda, con sólo zapatos rojos de tacón alto. Durante el viaje le toqué su sexo, ella abrió las piernas para darme acceso y sentí lo mojado que estaba. Luego me dijo que la dejara para poder concentrarse en Lars, que después me daría lo mío.
Lars vive en una calle cerrada, igual que nosotros. Nosotros tenemos garaje, y aunque muy rara vez metemos el auto ahí, hoy fue para que, obviamente, mi mujer pudiera subirse al coche. Pero aquí con Lars, el camino del coche para entrada a la casa daba hasta atrás de la casa misma, y no daba a ningún garaje. La calle terminaba en un círculo, con sólo tres casas al final, siendo la de Lars la del centro. La casa de la derecha estaba abandonada y del patio de la de la izquierda estaba separado por una barda alta y está a la vez alineada con arbustos que prohíben acercarse. Atrás de la casa es bosque.
Era imposible espiar el patio trasero de Lars, pero mi mujer estaba indecisa para bajarse del auto. Estábamos ya en la parte trasera de la casa, había una bombilla iluminando el patio trasero. Nos bajamos del auto y caminamos a la puerta que daba a la cocina. Llegamos temprano, casi a las nueve. Lars salió a recibirnos.
-Eres una hermosura- dijo Lars admirando la desnudez de Norma. La abrazó efusivo pasándole las manos brevemente por sus nalgas. Ella lo besó en los labios. Lars nos invitó a entrar. Yo mantuve la puerta abierta para que entrara ella, seguida por Lars. Adentro la mantuvo de pie frente a él, mientras estaba sentado en su sillón favorito. Volvió a reiterar que Norma estaba hermosa.
Normalmente, ni Lars ni Jake se esperan cinco segundos para desnudar a mi esposa. La saludan besándole los labios mientras las manos vuelan por todo el cuerpo. Pero esta noche Lars estaba mostrando un auto control tremendo, yo sé bien que el cabrón la traía dura. Yo estaba ya duro. Mi mujer estaba parada frente a él poniendo su peso en la pierna derecha mientras doblaba la izquierda levemente. Manos a la cintura. Lars se agarró la verga por sobre la tela del pantalón para reacomodarse, si, estaba duro igual que yo.
Lars nos dijo que había hecho reservaciones en un buen restaurante y que luego nos llevaría a un club nuevo para ir a bailar. Sardónica, Norma le preguntó:
-¿Me imagino estos lugares son para nudistas? No sé si te acuerdes, pero no tengo cambio de ropa.
Lars se levantó y fue al otro lado del cuarto donde tenía una bolsa de un almacén popular para mujeres, y de esta sacó una prenda; un vestido corto compuesto de una camisa y minifalda de la misma tela, con costura para hacerla parecer dos prendas separadas. La parte de arriba asemeja una camiseta estilo ‘polo’, de manga corta, con cuello y escote de tres botones. La falda estilo colegial, de pinzas, y corta que apenas cubría sus nalgas. De tela negra, de algodón delgado y a la cintura un cinto del mismo material.
-¿Y ropa interior?
-No la vas a necesitar cariño
Salimos a mi coche y una vez dentro, Lars y Norma comenzaron a besarse. Los dos en el asiento trasero, Lars atrás de mí, le estaba metiendo dos dedos a Norma, ella estaba jadeante y decidió quitarse el vestido quedando desnuda una vez más. Tuve que ajustar el retrovisor para ver la acción que se estaba desarrollando en mi asiento trasero, manteniendo un ojo en la calle mientras conducía. Mi mujer llegó al orgasmo en poco tiempo. Cuando llegamos al restaurant eran casi las diez de la noche, le ayude a bajarse del auto, ye se había puesto el vestido otra vez, me di cuenta que había una mancha en el asiento de piel del auto, era lo que había dejado ella cuando se chorreó.
Viendo mi expresión, me dijo que por eso se había quitado el vestido, para no mancharlo.
La cena fue amena, el restaurant es bastante bueno, y salimos de ahí casi a las once de la noche. De ahí fuimos un bar a echarnos un trago. Estuvimos en un local de esos con barra larga y televisiones por todos lados. La pasamos bastante bien, con Norma y Lars actuando como si ellos fueran pareja. Hubo muchas miradas furtivas de los concurrentes, pues el vestido no le tapaba mucho. Lars Y Norma tomaron varias cervezas y margaritas, yo me pasé con agua gaseosa y de vez en cuando un té helado. La conversación fue amena, aun cuando estábamos ahí para que mi mujer se divirtiera, yo la estaba pasando bastante bien entretenido con la plática de Lars -quien siempre he dicho- es muy buen anfitrión. Nos dimos cuenta de varios chicos que observaban atentos a mi mujer; ella se levantó para ir al aseo y la minifalda se le subió lo suficiente alto para que dos de ellos se dieran cuenta que Norma no traía ropa interior. De inmediato codearon a los otros y con la vista ‘apuntaron’ hacia Norma y seis pares de ojos la siguieron hasta que se perdió de vista, sin importarles que nos diéramos cuenta del hecho. Muy atentos, antes de irse dos de los chicos, se detuvieron a la mesa y se disculparon con nosotros por sus miradas lascivas. Lars se levantó y muy serio dijo que si la dama no se quejaba, que entonces no había ningún problema y sonrió al último. Esto trajo una sonrisa de los tipos y se acercaron a norma a besarla en la mejilla para decirle que estaba muy guapa, los dos se sorprendieron cuando ella los besó en los labios. De ahí nos fuimos al club a bailar, casi a la una de la mañana.
Cuando llegamos me tuve que ir al final del local, pues estaba bastante concurrido, y no había ya casi lugares donde aparcar. Estaba en una esquina del aparcadero donde casi no había luz y bajo árboles.
Lars y Norma se metieron a bailar entre la gente, y pronto los perdí de vista. Me puse a un esquina de la barra y me di cuenta que casi todos ahí eran menores de 25 años, 30 cuando mucho. Quizás yo era el viejo de todos a mis 45. Ordené vino tinto para Norma, una cerveza para Lars, agua para mí. Lars y Norma me encontraron sentado en un taburete a la barra, se puso ella entre mis rodillas y me besó diciendo que se la estaba pasando muy bien. Le acaricié el culo poniendo mis manos bajo la falda y sentí lo húmedo de su sexo.
Se sonrió y me dijo al oído que Lars la estaba manoseando y hasta le había metido un dedo. La había puesto muy caliente. Y otra cosa que la calienta es saberse asediada por los jóvenes en concurrencia. Había varios por ahí que descaradamente la veían de arriba abajo igual que como cuando estábamos en el bar, prácticamente desnudándola con la vista. Luego de jugar con ella casi dos horas, Lars, por ejemplo le metía los dedos cada que podía, yo le palpaba el culo cuando estaba junto a mí; o le hacíamos un ‘sándwich’ restregando nuestros cuerpos con el de ella, a veces yo frente a ella, a veces atrás. Estábamos pasándola bien, pero se llegó la hora de regresar.
De camino al coche, Norma y Lars se adelantaron y pude ver la mano de Lars bajo su falda. Cuando llegamos al coche, en vez de abrir la puerta para ella, la pone de espaldas contra el coche y la comienza a besar. Las manos ahora si ya están volando por debajo de la tela delgadita del vestido.
Cuando Lars sube las manos para apretarle las tetas, se sube suficiente para exponer el cuerpo de mi mujer desde más arriba de la cintura. Luego se pone de rodillas para lamerle la vagina. Ella tira la cabeza atrás para gozar la lengua de su amante. Yo me mantuve un poco alejado para ver si alguien nos podría descubrir. Había gente, mucha gente, pero estábamos suficiente alejados y nadie estaba poniendo atención. Lars casi provoca otro orgasmo, pero antes de que ella se chorreara, se puso de pie y saco su verga.
No podía ver muy bien, pero sin lugar a dudas, mi mujer estaba chupándole la verga. Lars estaba gruñendo, y me alarmé, pero no estaba haciendo tanto ruido que fuera a llamar la atención de otros. Luego de unos minutos, la puso de pie, y se la llevó al frente del coche, donde la acostó sobre el capó, le abrió las piernas y comenzaron a follar.
Lars estaba de pie y mantenía las pernas de mi mujer sobre sus hombros. Mi mujer tenía la falda subida hasta la cintura. Jadeando y gruñendo con cada arremetida de Lars; yo permanecí parado montando guardia, pero no había aparente peligro de que fuéramos descubiertos. A los pocos minutos Lars se chorreó dentro de Norma, quedándose enterrado hasta la base sin moverse en el último empujón que dio. Luego después de unos segundos, soltó la piernas de Norma y la ayudó a incorporarse. Nos regresamos a casa de Lars.
Al día siguiente, como a eso de las once, volvieron a coger, en la cama de Lars y en la ducha. Yo sentado tomando café en la cocina estaba escuchando a mi mujer gruñir y suspirar con Lars.
Nos despedimos y fuimos a desayunar ella y yo, antes regresarnos a casa, ahora ella vestida con una segunda prenda que Lars le había regalado, igual que la de la noche anterior pero de diferente color.
Para que Norma ‘me diera lo mío’ se tardó un par de días, pues parece ser Lars la había dejado un poco adolorida. Cuando estábamos ahora ella y yo follando ¡nos calentábamos mutuamente recordando lo que había sucedido con Lars!