Mi mujer y yo
A mi mujer siempre le han gustado los desconocidos, incluso cuando eramos novios, aunque ya había tenido amantes esto es lo que pasó cuando aparecí con un desconocido. Fue en Madrid en el barrio de la Elipa en 1992 en la calle San....(naturalmente la imaginación se mezcla con la realidad)
Un día llegue a casa con un tío que había conocido en Algecíras, Juan se llamaba, era el director de una sucursal de una empresa importante a nivel nacional y lo acaban de despedir, debía presentarse en Madrid para recibir el finiquito y todo eso, andaba por los 30 y como yo tenia también que volver hicimos el viaje juntos en el tren nocturno.
Aunque no lo parecía el tío resulto un ligón de aquí te espero. En fin el típico feo que las mata callando y que todas las tías se quitan las bragas a la primera de cambio, total que esa noche y no se como, me encontré gracias a el rodeado de chicas de 18 o 20 años en el compartimento del coche cama y besando y metiendo mano a una de ellas....Hasta que llego el revisor que al parecer era un hombre de principios y las hecho a todas en base entre otras cosas a que él tenia hijas de la misma edad y a que el billete de ellas no incluía viajar acostadas. El señor de la sucursal, no se como, se las arregló para volver a traer a una de ellas a escondidas, la mas buena claro, y allí se la ventiló mientras yo me toqueteaba escuchándolos hasta quedar dormido.
Cuando llegamos y como la cita la tenia para el día siguiente le ofrecí venir a mi casa y aunque educadamente opuso alguna resistencia acepto.
Mi mujer que no sabia nada, nos abrió la puerta con un vestido-camiseta, de tela muy fina, cortísimo, verde estampado similar a los trajes de camuflaje y con un generoso escote, debajo solo llevaba unas bragas blancas como de encaje y transparentes, se quedo un poco sorprendida y se lo presenté.
Nos preparo un desayuno mientras a Juan se le iban los ojos, aunque mi mujer, una chica bien enseñada, solo enseñaba lo mínimo que podía de esa guisa y así estuvo de un lado para otro hasta que se fue a la ducha y se puso algo mas convencional pues decidimos enseñarle al ex director Madrid y comer por ahí.
Durante la comida empece a contar la movida de la noche en el tren aunque Juan pareció avergonzarse al principio luego contó su versión. Mi mujer le preguntaba y se indignaba de que -como habíamos podido con unas chicas a las que las sacábamos mas de diez años-, pero...Estaba muy interesada y eso lo note yo. Juan contó pelos y señales incluso que al principio ella se había puesto a gimotear pero que luego había hecho de todo; sus palabras textuales fueron “de todo de todo y eso que al principio se hecho a llorar la tonta pero luego le hice lo que quise, la verdad es que luego me arrepentí porque ha aprendido demasiado deprisa creo” dejándonos la imaginación en marcha pero sin concretar mucho mas. Mejor para ella y mejor para ti, dijo mi mujer -me vinieron a la cabeza los padres de la chica que la habían venido a buscar a Chamartín mientras ella se despedía de nosotros sin que la vieran - .
Después de comer volvimos a casa a descansar un rato.
Como Juan tenia que presentarse en las oficinas para lo del finiquito a las 10 de la mañana decidimos volver a casa eran ya las once de la noche y entre el viaje y el turismo estábamos algo cansados. Al llegar mi mujer preparo unos cubalibres para los tres y se metió en el baño. Cuando volvió llevaba puesto la camisa corta abotonada a ras de culo que usaba como camisón cuyos dos últimos botones hacia tiempo que se habían perdido. Durante la cena Juan nos había explicado con pelos y señales la juerga de la noche anterior y mi mujer y yo no habíamos parado de preguntarle sobre ello por lo visto la jovencita estaba bastante salida y el le había complacido a gusto. Mi mujer se sentó en el mismos sofá que Juan en el lado opuesto, era un sofá de cuatro plazas y yo me senté en el de enfrente después de haberme quitado los pantalones y la camisa, hacia mucho calor. Me fije en las bragas negras de mi mujer cuya tela calada dejaba entrever lo que había debajo, el veía la tele y mi mujer empezó con el crucigrama de todas las noches. Ali a la terraza para fumarme un cigarrillo a la fresca y me disponía a volver cuando a través del reflejo del cristal de la puerta vi que mi mujer estaba medio tumbada con los muslos formando una amplia uve y uno de los pies metido bajo el culo de Juan, me puse cachondo. Decidí entrar y hecha un sorbo al cubata y coger otro cigarrillo, en realidad cogí el paquete de fortuna, mechero y el cubata; mi mujer me miro y me dijo -¿Otro?- Mientras jugaba con la apertura de sus piernas haciendo un va y ven con las rodillas. Volví a la terraza y me senté en una silla desde la que a través del reflejo la podía controlar, deje las cosas sobre la mesa y di un buen trago al cubata- Fue al encender el tercer pitillo cuando vi la mano izquierda de Juan, que no perdía detalle de lo que pasaba en la tele, desaparecer entre los muslos de mi mujer que poco a poco se había ido deslizando hasta recostarse completamente dejando descansar la cabeza en el apoyabrazos, postura que había llevado su coño a aproximarse a menos de 25 cm. de Juan.
A estas alturas y debido al subidón de adrenalina que me dio no paraba de temblar, mi mano hacia rato que jugaba con mi pene tieso y que mis calzoncillos estaban húmedos, me había quedado sin cubata y me arme de valor para para ponerme otro, me levante de la silla haciendo todo el ruido posible lo que tuvo por efecto que Juan sacara rápidamente la mano de entre las piernas de mi mujer y entre en el salón; pase entre mi sofá y la mesita baja con cuidado para no hacerme polvo la rodilla, cosa que solía suceder porque el espacio era bastante estrecho, cruce el salón y enfile el pasillo camino de la cocina. Al llegar a la puerta del pasillo me volví, voy a por mas hielo, a la izquierda sentado en el sofá grande estaba juan, poco más haya mi mujer tumbada y las piernas flexionadas haciendo el pasatiempo, mostrándose, fácil. Me fije en su entrepierna, no lo pude evitar. Un pliegue en el medio de las bragas marcaban la raja del coño, mientras que los elasticos cerrados a las ingles creaban entre ellos un relieve que aumentaba de volumen a medida que se aproximaban a la raja y tras pasarla descendía hasta la otra ingle la entrepierna aunque el derecho lo tenia ligeramente metido, al llegar a la cocina y me masturbé rápidamente conteniéndome cuando mi polla empezó a palpitar,deje de hacerlo, me seque la punta con un pedazo de papel de cocina para no dejar mancha en mis calzoncillos y volví al salón me pare en el extremo opuesto de la mesa, el mas cercano a la tele, mi mujer tumbada en el sentido opuesto a mi izquierda me miro y dejo caer su rodilla hasta apoyarla sobre la mesita, la otra, seguía apoyada en el respaldo del sofá. La muy zorra se abierto completamente. Sin dejar de mirarme me pidió dos hielos, a Juan le puse tres y yo otros tres tras lo cual volví a la terraza con el cubata servido y me volví a entrar en el mismo sitio de antes, metí una mano dentro de mis calzoncillos y me agarre la poya con una mano y me empece a pasar el pulgar por la punta mojada y resbaladiza describiendo círculos. Mientras tanto la cosa no vario dentro mi mujer seguía despatarrada haciendo sudokus y Juan veía la tele con el cubata en la mano. Mi mujer volvió a recolocar su pierna, esta vez la derecha, para subirla al respaldo y poner el pie por detrás de la nuca de nuestro invitado, el hecho la cabeza hacia atrás hasta tocárselo al mismo tiempo que hacia movimientos con su mano izquierda para apartar el elástico de la ingle, ella estiro su cuerpo hacia el y aunque seguía con el librito de sudokus en la mano, cerro los ojos y subió sus nalgas arqueando su cuerpo. Juan la miro, la fina tela de las bragas marcaban el camino de la mano de juan, ella arqueo su cuerpo, su pie estuvo jugando con la nuca de juan, luego lo utilizo como un gancho para atraer hacia si la cabeza de el hasta quedar a pocos centímetros de su entrepierna, ella seguro que podía sentir en el coño el aliento caliente de su boca a través de la tela. Cuando me levante para ir a la cocina, una excusa para romper definitivamente el hielo el ya chupaba directamente la raja de mi esposa que abría con las dos manos, siguió haciéndolo cuando pase junto a ellos y tome el camino del pasillo. Me quedaría unos cinco eternos minutos en la cocina sin saber que ocurría, solo oí algunos ruidos como cuando alguien se levanta de pronto y hace cosas con rapidez sin cuidado. A la vuelta las bragas estaban sobre la alfombra y el la deleitaba erguido sobre ella medio subido a caballo sobre su torso, apoyaba un pie en el suelo, parte de la polla desaparecía dentro de su boca. Los dedos de la mano izquierda jugueteaban con el coño y el clítoris, la vagina y el ano, mientras mi mujer, su cara era todo un poema de sexo, disfrutaba con los ojos entreabiertos y cara de puta, perdón de placer.
Puse en funcionamiento el aire acondicionado y a entornar la puerta de la terraza. Fue entonces al ir a echar las cortinas cuando me fije que enfrente a unos 15 metros en la terraza del piso superior en la penumbra y entre algunas plantas se silueteaban dos figuras, disimule, una de ellas nos miraba con unos prismáticos, la otra a su derecha daba caladas a un cigarrillo, los conocía porque una vez uno de ellos me había dado un pequeño golpe en el coche, y muchas veces les veía en su terraza regando las plantas o tomando el sol en unas hamacas que tenían, eran vecinos nuestros desde hacia unos meses y también alguna vez les había pillado mirando con descaro a mi mujer mientras arreglábamos la casa, me dio un vuelco el corazón al pensar que deberían llevar allí un buen rato disfrutando del espectáculo, me fui a hacer pis, sin cerrar las cortinas, apague alguna luz del techo, deje solo la de la mesita que se encuentra junto a la cabeza de mi mujer me interne en el pasillo oscuro fui a la habitación y cogí unos prismáticos y me puse en cuclillas solo podía ver al que tenia los prismáticos los había apoyado sobre la barandilla, el muy cabrón se toqueteaba, como yo, me levante volví al salón
y me senté en el sofá frente a mi mujer y su amante para gozar del espectáculo. La adrenalina me salia por los poros mientras veía a mi mujer sometida chupando la polla de Juan, la tenia cogida de tal manera que no podía mover los brazos solo chupársela, pensaba en nuestros vecinos a lo que ahora sentado no podía ver, ni ellos a mi, di un sorbo al cubata, me quite los calzoncillos sentado y los eche al suelo junto a las bragas y la ropa de juan, ellos seguían a lo suyo, mi polla palpitaba y los huevos me dolían.
Por primera vez Juan se dirigió a mi – Me gusta tu mujer- dijo con voz entrecortada pero enérgica -Mira-, se puso en pie he hizo que mi mujer se levantara, el se subió al sofá luego se puso de rodillas con las piernas abiertas sentado sobre los talones con la polla bien erecta, la cogió por las caderas y la giro hasta ponerla frente a el, de espaldas a mi, la cogió por el pelo, mi mujer soltó un -hay-, y tiro de el hacia abajo llevando la cabeza de nuevo a su polla -ven puta- la soltó -abre las piernas-. A través de las piernas abiertas se filtraba la luz, duro poco porque pronto una mano abierta con la palma hacia arriba se adueño de la entrepierna, los dedos iban del ano al coño o se detenían entre los dos y hacían un pequeño masaje, mi mujer chupaba, le abrió mas las piernas, los pies de ella resbalaron a cada lado en dirección opuesta, la mano desapareció oí que mi mujer escupía y volvió rápidamente llena de saliva con la que unto bien el ano, introdujo un dedo, lo metía y lo sacaba cada vez mas profundamente pero despacio -hay- grito mi mujer -me haces daño- dijo con voz suplicante -calla y ábrete mas- mi mujer obedeció. Yo mientras pensaba que a contraluz mis vecinos no podrían disfrutar de la metida de dedos, aunque si de la mamada, así que encendí un pequeño quique que tenia junto a mi, Juan volvió a ofrecerle la mano a mi mujer, la metió los dedos en la boca al mismo tiempo que la polla ella se los chupeteo, luego le dijo -escupe puta- escupió pero solo le salio una pequeña cantidad -escupe mas coño- dijo retorciéndole el cabello, mi mujer trago saliva y dejo caer una buen borbotón mezcla de babas y liquido que se deslizaron despacio de la boca a la mano, inmediatamente esta fue a lubricar de nuevo su ano, primero fue uno, luego dos, tres y llego el cuarto -hay me duele- se quejaba ella -calla puta respondia el- uno de los empellones hizo que mi mujer perdiera el equilibrio y cayera sobre el, entonces la cambio de postura, la subió al sofá he hizo que se pusiera de rodillas a cuatro patas con la cabeza mirando a la terraza, el se puso detrás y siguió minando con los dedos el culo y el coño, mirándome con lascivia y sonriente me dijo -tengo dominada a tu mujer ¿has visto?-, como confirmación le dio un sonoro azote en las nalgas, ella no se quejo, -si ya veo- respondí al mismo tiempo que no pude aguantar correrme – mira zorra tu marido se ha corrido viéndonos- -¡Mirale!- dijo tirándola del pelo para obligarla a mirar y dándole otro azote mas fuerte que el anterior, -mira a tu marido zorra- cuando mi mujer lo hizo vi que su cara estaba roja y llena de lascivia, su cabeza , y todo su cuerpo , iba y venia según los dedos entraban o salían -ven aquí mira- me dijo Juan muy excitado, me levante y me puse tras ellos, el ano apretaba cuatro dedos que casi se hundían en el hasta los nudillos -dile que te escupa en la mano-, no hizo falta decir nada porque en cuanto acerque mi mano a su boca ella me soltó dos escupitajos que en parte se quedaron pegados a su propia cara, saco los dedos, -pon-, restregué la saliva dentro y fuera, note que había cogido cierta elasticidad, pensaba también en los vecinos y trate de darles un buen espectáculo mientras, mi polla volvía otra vez a la erección, no pude evitar al sacar el dedo, el corazón, tirar del ano lentamente, como si fuera un gancho, dejando le resbalar, hacia arriba, provocando otro gritito en mi mujer que volvió la cabeza para mirarme. Juan la tumbo boca arriba y le acerco la polla a la comisura de los labios, mi mujer la busco con pasión, el la hundió y la saco repetidamente de su boca, lentamente, un hilo de espuma blanca viscosa unía los labios entreabiertos que buscaban como hipnotizados tenerla entre ellos, yo empece a masturbarla presionando el clítoris y moviendolo de arriba abajo, ella jadeaba. Juan, golpeo varias veces, suavemente, la cara con el glande distribuyendo por el rostro esa mezcla de espuma viscosa y babas dándole un aspecto brillante.
El primer gran borbotón de semen caliente la roció parte de la cara, un orificio de la nariz y parte del ojo derecho, el segundo cruzo los labios y las gotas que siguieron se derramaron por el cuello, ella paso la lengua alrededor de la boca mientras Juan exprimía las ultimas gotas de semen sobre ella, luego barrio los los grumos de leche de la cara hasta ponerlos sobre sus labios. Yo cese la masturbación porque no quería que se corriera, mi mujer me miro con los ojos entornados entre extrañada y suplicante quiso masturbarse pero Juan le aparto las manos. Ella acepto la situación y se quedo tumbada hasta que empezó a licuarse la corrida -sois unos cerdos- dijo cuando se levanto camino del baño después de recoger las bragas del suelo y limpiarse un poco la cara con la mano, Juan rió.
-Los de enfrente se deben estar poniendo las botas- me soltó Juan, me hice el tonto al mismo tiempo que mi interior dio un respingo -¿Que de enfrente?- balbucee -Hay dos que no se han perdido detalle en la terraza de enfrente un poco arriba, me fijé poco antes de que cerraras las puertas de la terraza cuando veía la televisión y tu estabas fuera tomándote el cubata, uno tiene unos prismáticos y el otro creo que también pero no estoy seguro- yo no me había fijado en eso -¿no los viste?-, -no-, mentí -jajaja, deben tener la polla en carne viva ¿los conoces?- le conté lo del golpe, mientras oíamos, mezclado con el sonido de la música, el ruido de la ducha -mierda- pensé -¿Entonces les diste tu teléfono?- -si-conteste -nos dimos los teléfonos para los datos por si había algún problema-. Al cabo de un rato y después de hacernos otros cubatas, prepare otro para mi mujer, oímos como ella se metía en la cocina, se entretenía allí un rato y volvía con unas tostadas, lonchas de jamón serrano, otras tantas de salmón ahumado, mantequilla, unas rodajas de limón y unos cubitos de hielo, todo dispuesto en una bandeja. Se había vuelto a poner la camisa, esta vez abrochada con solo los dos botones centrales pero llevaba otras bragas, también blancas pero mucho mas pequeñas y ligeras que las otras y el pelo rubio húmedo lo recogía con un turbante hecho con una toalla blanca. Al agacharse para dejar la bandeja sobre la mesita nos dejo ver las tetas que colgaron entre la camisa -sigue caliente, pensé mientras pensaba en los mirones de enfrente, mis huevos me seguían doliendo a pesar de la corrida y mi polla continuaba erecta-, se sentó entre nosotros, Juan en el lugar que había ocupado mi mujer hasta ahora y yo en el de él, debido al reflejo de los cristales no podía ver a nuestros vecinos "voyeurs". -Sois unos cerdos los dos- repitió al sentarse -jaja ¿Por que?- pregunto Juan al tiempo que le agarraba con la mano derecha el muslo, mi mujer respondió con una leve sonrisa sin mirarle, se sirvió una tostada con jamón previamente untada de mantequilla, yo hice lo mismo pero el le pidió a mi mujer que le hiciera una de salmón con unas gotas de limón -anda guapa que tengo las manos ocupadas- le suplico en plan de cachondeo, ella se la hizo y se la acerco a la boca entre risas de los dos... mi mujer volvió la cabeza para mirarme sonriente y desafiante con una tostada en cada mano mientras nuestro invitado se quedaba con su pierna. Juan rodeando con el brazo libre su cabeza la atrajo hacia su boca para plantarle un buen morreo y sobarle la entrepierna -mejor esto que la tostada. Tu mujer sabe a mantequilla- dijo, después se levanto y se acerco al ventanal de la terraza -no hay nadie por la calle-. Mi mujer se levanto para ir al baño, -¿Siguen ahí?- pregunté, -sí, además ya se lo que tiene el otro en las manos- sin dejarme preguntar se respondió así mismo -es una cámara de video, veo el parpadeo del rec jajaja, que cabrones-, -no jodas ¿seguro?-, -sí, es una cámara-. Mi mujer volvió; -cerrar la cortinas a ver si nos va a ver alguien-, -no hay nadie ven mira-, -ya pero...-, -ven-, ella se acercó pasando entre el sofá pequeño y la mesita, -lo ves mujer, nadie- la dijo señalando a la calle vacía, -voy a salir- dijo Juan, -ponte algo- dijo mi mujer que vino junto a mí y me morreó, Juan obediente se puso sus calzoncillos, que parecían un bañador y salio a la terraza con el cubata y un cigarrillo.
(continuara)