Mi mujer y su amiga despúes del gym. II
La noche sigue con jugetitos y los dos maravillosos culos de mi mujer y Ana.
Después del maravilloso polvazo que me acababan de regalar mi mujer y Ana, nos quedamos dormidos los tres en la cama de matrimonio. Me desperté a medianoche con unas ganas de mear increíbles y me dirigí al baño. A la vuelta, me quede embelesado con la imagen de las dos mujeres en la cama, estaban desnudas y dormían profundamente. Dori lo hacía de lado, con la rodilla levemente doblada, mientras que Ana dormía boca abajo, dejando expuesto su culo, ese culo enorme y redondo que tanto tiempo había anhelado.
Mi polla reaccionó a esa imagen y empezó a ponerse dura. Yo pensé:
- Qué coño, esto lo han planeado entre las dos, no creo que se me vayan a quejar ahora.
Asique me puse de rodillas detrás de Ana, la separé las piernas lo justo para poder ponerme entre ellas y empecé a pasar mis manos por la cara interna de sus muslos, a masajear sus glúteos, a separarlos para ver su culo y su coño. Al poco tiempo Ana se despertó y como esperaba, solo me dio facilidades, se puso un cojín en las caderas para elevar su culo y separo algo más las piernas para darme mejor acceso. La visión era para desmayarse, dos enormes nalgas firmes bien cerradas, y asomando por debajo un carnoso y jugoso coño bien depilado.
No perdí ni un segundo y me arrodillé ante ese manjar, separé sus nalgas con mis manos y pase mi lengua muy despacito desde su culo hasta su clítoris, abriendo con mi lengua su coño. Ella gemía y movía sus caderas para buscar más placer. Mi lengua y mis labios se entretuvieron en lamer besar y mordisquear ese coño maravilloso y carnoso. La excitación de Ana iba subiendo y su coño así lo reflejaba, emanando una gran cantidad de flujo que yo succionaba con pasión.
En un momento dado Ana me pidió que la metiese la lengua en el coño, yo no dudé un segundo e introduje toda mi lengua en su coño, mientras que con dos de mis dedos pellizcaba suavemente su clítoris. Sus gemidos hicieron despertar a Dori, que nos miró somnolienta, se levantó y se fue al baño como si nada raro pasase en la cama. Yo aproveche el interciso para ponerme de rodillas y apoyar mi polla en la entrada del coño de Ana. Ella suspiro y meneó las caderas, pidiéndome que se la metiese.
La introduje lentamente sujetando sus nalgas bien abiertas, disfrutando de cada centímetro ganado, notando como ese coñazo apretaba mi polla y como sus generosos labios mayores envolvían mi polla. Una vez dentro del todo, empecé a moverme lentamente, haciendo círculos con mi caderas. Ana no paraba de gemir y sus manos agarraron sus nalgas para dejar libres las mías, quería que jugase con mis manos y su cuerpo. La agarré de los hombros y tire de ella hacia arriba, de forma que se quedó en la posición del perrito, se sujetó con sus manos y las mías fueron a sus pezones. Tiré de ellos sin miramientos y Ana dio un grito de placer-dolor, pero se siguió moviendo y gimiendo de placer. Esto me dio ánimos y decidí darle un cachete en las nalgas, ella me miró con cara de excitación máxima y no necesito decirme nada más, empecé a follármela más fuerte, agarrando sus caderas y dándole cachetadas en las nalgas.
En estas estábamos cuando del baño salió Dori, se dirigió a la cómoda y cogió el lubricante y un pequeño vibrador a pilas. Se tumbó al lado nuestro, abrió las piernas, lubrico el vibrador y empezó a masajearse la entrada del culo con él. Se notaba que había ido al baño para lavárselo bien, ya que no estaba completamente cerrado. Cuando Ana se dio cuenta, se sacó la polla y se dirigió al baño. Yo me quede algo descolocado, pero Dori enseguida se movió, agarro mi polla con sus labios y la empezó a limpiar de flujos de Ana, mientras seguía jugando con el vibrador en la entrada de su culo. Me puse a horcajadas a la altura de su cabeza y la empecé a follar la boca, al principio con movimientos suaves y sin introducir toda mi polla en su garganta, pero según se iba lubricando de saliva y cogía inercia, mi polla entraba más y más en la boca de mi mujer. Solo se escuchaban algunos gemidos entrecortados cuando sacaba mi polla de su boca. Con tanta excitación estaba a punto de correrme, pero era demasiado temprano, por lo que decidí dejar de follar la boca a mi mujer y bajarme a su culo. La puse de rodillas en el borde de la cama y yo me senté en el suelo, cogí el vibrador y mi lengua y empecé a jugar con su coño y su culo. Introduje el vibrador en su coño mientras que con mi lengua hacia pequeños círculos alrededor de la entrada de su culo y con mis manos le daba cachetes en las nalgas. Dori no se cortaba y gemía y me pedía que siguiese mientras meneaba las caderas para acomodarse el vibrador y buscar más placer con mi lengua. Esta empezó a forzar la entrada de su culo, fue fácil introducirla, ya que se lo había preparado en el baño.
En un momento dado, Dori me pidió, casi me suplicó, que se la metiese por el culo de una vez, que quería ser la primera. No necesite que me lo repitiese, la tumbé boca arriba en la cama, yo me puse de rodillas, la agarré por los tobillos y la separe y eche para atrás las piernas, de forma que tenía una visión de su coño y su culo perfecta. Apoyé mi glande en la entrada de su culo y moví mi cadera para introducir ligeramente mi polla, quería notar como el anillo de su culo absorbía mi glande hacia dentro, es una sensación impagable. Pero Dori tenía otras ideas y me agarro de los muslos y tiró de mi hacia ella, de forma que tres cuartas partes de mi polla entraron de golpe. Ella suspiro y se quedó sin aire durante unos segundos, pero al poco me estaba exigiendo que la bombease como a una zorra. Aún tenía el vibrador en el coño y notaba esas deliciosas vibraciones en mi polla, era muy difícil darla por culo con el vibrador en el coño y no correrse.
Ana salió del baño muy tranquila, se acercó a la escena, se subió a la cama, puso su culo delante de mí y se abrió las nalgas. Lo que si fue una anilla asomando por su culo y un hilo blanco de su coño. Lo único que se me ocurrió fue coger la anilla con mis dientes, mientras seguía dando por culo a Dori, y tirar de ella. Salieron una tira de bolitas de acero inoxidable, cinco si recuerdo bien, y a cada una que le salía del culo, Ana contestaba con un gemido de profundo placer.
Estaba tan centrado en el culo de Ana, que casi ni me di cuenta de que Dori se corrió. Empezó a convulsionar, su culo apretaba mi polla con cada contracción de la vagina y se acariciaba el clítoris para tener un orgasmo más profundo. Yo dejé mi polla en su culo mientras terminaba de jugar con Ana y las bolitas. Al sacar la última pude ver perfectamente como su culo boqueaba y me dieron unas ganas locas de follarlo.
Se la saqué a Dori del culo, me tumbé boca arriba en la cama e invité a Ana a que se pusiese encima de mí. Cuál fue mi sorpresa cuando la muy zorra, en vez de montarme de frente, se puso de cuclillas mirando hacía mis pies, se la clavó de un golpe en su enorme y hermoso culo y se dejó caer hacia atrás. Yo solo fui capaz de aguantarla un poco con mis brazos mientras que ella apoyaba los suyos en el colchón. Si al metérsela en su carnoso coño había sentido como sus labios mayores absorbían mi polla, su culo no era menos, tragó mi polla entera sin ningún problema ni queja, pero la apretaba como si nunca la hubieran dado por culo. Empezamos a mover nuestras caderas en sintonía, con mi polla aún en lo más profundo de ella. Cuando Dori se recuperó de su orgasmo, se unió a la acción. Lo primero que hizo fue sacarle tres enormes bolas chinas del coño a Ana, para a continuación sacarse el vibrador del coño e introducírselo seguidamente a Ana en el suyo.
La excitación era tal que no tarde en avisarlas de que me iba a correr, pero Ana aún no estaba lista, por lo que mi mujer la ayudo succionando su clítoris y masajeando sus pechos. De todas formas yo me corrí antes, solté tres poderosos chorros de lefa en el culo de Ana. Mi mujer, que me conoce bien, masajeaba mis huevos mientras que me corría, lo que no hizo más que alargar mi corrida y mi placer. No sé si fue el calor de mi semen en su culo, la situación, la excitación o un conjunto de todo esto lo que hizo que Ana se corriese a chorros de nuevo, su corrida empapaba sus muslos, los miso, mi polla y el colchón. Se sacó la polla del culo y se quedó encima de mí un rato, mientras que Dori se tumbó a nuestro lado. Yo notaba como los tres chorros de lefa que había introducido en el culo de Ana empezaban a salir de él y a caer en mi polla.
Entonces me acordé del vibrador y con una mano y agilidad, se lo saqué del coño a Ana y lo lamí y chupe delante de ellas. Tenía el flujo de las dos y sabía a gloria de los dioses. Una vez lo deje bien limpio, me tumbé con ellas en la cama y caímos dormidos al instante.
Por la mañana, al despertarnos me comentaron que llevaban semanas planeando este “regalo” y que si me portaba bien, habría muchos más. Esta confesión hizo que se me pusiese dura al instante, pero el ruido en la habitación de los niños impidió que pudiese culminar mi noche de locura y desenfreno con Ana y Dori, mi mujer.
Espero que les haya gustado este relato en dos partes. Poco a poco iré colgando más experiencias con Ana, Dori y otras mujeres de mi vida.