Mi mujer y su amiga despúes del gym.
Como cumplí una de mis fantasías sexuales con mi muejer y la amiga que siempre deseé.
Siempre me ha atraído Ana, 1.72, morena con el pelo rizado, unas grandes caderas y un culo a la altura de esas caderas. Los pechos son pequeños pero firmes. Es una mamá del cole de mis hijos y va con mi mujer al gym, por lo que el culo lo tiene firme y el abdomen también. Es muy amable y con el tiempo fraguamos una amistad entre los tres, ella, mi mujer y yo. El marido de Ana trabaja muchas horas, por lo que no tenemos tanta relación con él.
Yo me llamo Lucas, mido entorno al 1.90, moreno de pelo liso y cortito. Me suelo cuidar mucho, hago ciclismo de carretera, juego al baloncesto... por lo que tengo un cuerpo atractivo para las mujeres. Mi mujer, Dori, es bajita, mide 1.60, con un culo respingón y unos pechos grandes aunque algo caídos de haber criado tres niños. Sus aureolas son grandes con unos pezones increíblemente duros.
Vayamos a lo sucedido. Yo siempre había soñado con follarme a Ana, había ido acercándome poco a poco a ella, con cuidado, saludándola en el cole, cuando la veía por la calle. Poco a poco ella también se sintió más cómoda y empezó a ser más agradable conmigo. Yo creo que sabía de mis intenciones desde el principio. El día que decidí lanzarme fue aquel en el que estando en la piscina pública, jugando con los niños en el agua, ella pasó demasiado cerca mío para lo que es decoroso y me magreo el culo, ese fue el pistoletazo de salida, solo tenía que encontrar el momento.
Y ese se dio un día en el que mi mujer y ella querían ir al gym por la noche, pero el marido de Ana no estaba y no se podía quedar con su hijo. Ahí estuve yo rápido y le ofrecí que se quedase en casa con nuestros hijos, son de la misma edad y se entretienen solos. Les cansé, les di de cenar y les mandé a la cama antes de que llegasen del gym Dori y Ana. Cuando llegaron, me preguntaron por los niños y les enseñe la habitación de los niños, los cuatro dormían profundamente.
Nos fuimos a la cocina y abrimos unas cervezas para hablar un rato, total no había prisa para nada. Empezamos a hablar de cosas intrascendentes y en un momento dado mi mujer dijo que iba al baño. Nos quedamos solos Ana y yo y ella aprovechó para ponerse de pie y con la excusa de buscar algo de comer en los cajones de abajo, dejar a la altura de mi cara su espectacular culo apretado por un leggin negro con trazos morados. Ella tardó más de lo normal en ponerse de pie y mi mano no pudo resistir la tentación de sopesarle el culo. Era duro y firme y consiguió que mi polla despertase de su letargo y se pusiese morcillona. Ella simplemente se dio la vuelta, me miró, tiro de su leggin hacia arriba para enseñarme el mejor cameltoe que he visto en mi vida, se notaban dos gruesos labios y una raja bien profunda, y se sentó donde estaba. Mi polla se puso dura al instante y sobresalía del bóxer que llevaba puestos, además de los pantalones cortos de deporte.
Cuando Dori volvió del baño, fue directa a por mí y se sentó encima de mí. Yo me quedé de piedra, ya que iba a notar mi polla dura y se iba a preguntar muchas cosas. Pero no fue así, sino que sentada a horcajadas encima de mí me sacó la polla y me empezó a masturbar. Yo la miraba a ella, a Ana, a Dori de nuevo, pero las veía muy tranquilas. Estaba claro que las dos habían hablado y tenían un plan.
Yo me limité a sacarle la camiseta y el sujetador de deporte a Dori, para empezar a lamerle, morderle y besarle los pezones. Tardaron poco en ponerse como piedras. Mientras, Dori había escupido en su mano y me lubricaba la polla lentamente, de arriba a abajo. Miré a Ana para ver que estaba haciendo y estaba con las piernas apoyadas en la mesa, espatarrada y tocándose el coño por encima del leggin, estaba claro que no llevaba ropa interior.
Levanté a mi mujer de mi regazo y las dije que fueran a la cama, que estaríamos más cómodos. Dori cogió de la mano a Ana y salieron corriendo a la habitación de matrimonio. Yo me terminé la cerveza de un trago y las seguí lentamente. La imagen que me encontré cuando llegué al cuarto, no tenía precio.
Mi mujer estaba desnuda tumbada boca arriba con las piernas completamente abiertas y Ana estaba vestida de rodillas entre sus piernas jugando con su coño, le pasaba un dedo lentamente de abajo a arriba, y al llegar al clítoris, le daba un pequeña toba. Dori se retorcía de placer-dolor y Ana soltaba una pequeña sonrisa viciosa.
Yo me desnudé completamente y le acerque la polla a la boca de mi mujer, de rodillas a un lado suyo. Ella lo cogía con avidez y se la metió en la boca. Hay que decir que mi polla es de un tamaño normal, medirá unos 15-16 cm y es bastante gorda, pero si destaca por algo es porque el glande es muy bonito, eso me lo han dicho siempre. A mi mujer le encanta meterse solo el glande en la boca y succionar para hacer vacío mientras juega con su lengua en la punta de mi glande. Eso me vuelve loco.
Mientras Dori se afanaba con mi polla, yo me dediqué a sobarle las tetas, pellizcarla los pezones, tirar de ellos hacía arriba hasta que se soltaban de mis dedos. Y Ana había empezado a utilizar la lengua en el coño de mi mujer. Solo se veía su boca y el pubis de Dori, el coño lo tenía entero dentro de su boca y se oía como succionaba, lamía y tragaba todos los flujos. En este momento yo me di cuenta de que tenía en mi cama lo que llevaba un tiempo deseando, Ana y su culo.
Hice salirse de las piernas de mi mujer a Ana y se puso a cuatro patas a mi lado mientras seguía comiéndole el coño a mi mujer. Yo le baje el leggin que estaba empapado de flujo y dejo a mi vista el mejor culo y el coño más jugoso que había visto hasta la fecha. Mis manos agarraron ese maravilloso culo y lo sopesaron sin prisa, deleitándose con lo suave que era. Poco a poco mis manos fueron entrando entre sus nalgas. El coño se veía chorreando, pase dos dedos de su monte de Venus a su culo y recogí todo el flujo que pude, lo probé y era dulce y salado a la vez, muy espeso. Hizo que mi excitación alcanzase cotas inimaginables.
En estas estábamos cuando mi mujer se sacó la polla de la boca y me dijo que la quería dentro suya ya. No dudamos, yo me tumbé en la cama, mi mujer se usó de cuclillas encima de mí y Ana se sentó en mi cara. La verdad es que de primeras casi me ahogo, había demasiada carne en ese coño para gestionarla de primera. Cuando me hice con ella, la agarré de las caderas y la fui moviendo a mi gusto. Dori se había agarrado mi polla con una mano y se había dejado caer de golpe sobre ella, gimió y se quedó con ella calvada hasta el fondo unos segundos. Ana la estaba besando mientras las cada una jugaba con las tetas de la otra (esto no lo vi, pero me lo contaron después).
Como sabía que iba a pasar, con tanta excitación, me corrí rápido. Avisé a Dori de que me iba a correr y ella apretó su coño y se movía más rápido. Estaba claro que quería que me corriese dentro y eso hice. Debió de ser la corrida más grandiosa de me vida, yo solo notaba salir semen de mi polla, dos, tres, cuatro, cinco fogonazos en lo más interior de mi mujer.
Yo estaba en la gloria, medio desmayado por la corrida y la falta de oxígeno de comerle el coño a Ana, por lo que me costó un tiempo darme cuenta de lo que estaba pasando a mí alrededor. Las dos se habían bajado de encima de mí, mi mujer se había sentado en el borde de la cama y Ana estaba de rodillas entre sus piernas comiéndole el coño. Aprovechaba a comerle el coño y succionar todo el semen que salía del coño de mi mujer. Dori la decía que no se dejase nada, que ese semen sabía a gloria. Ana se esmeraba en tragar el semen y en darle placer a Dori. En un momento dado, mi mujer empezó a convulsionar y se dejó caer en la cama mientras Ana seguía comiéndole el coño con avidez.
Yo aproveché para meterle mi polla flácida en la boca a mi mujer, que empezó a chuparla hasta que estuvo de nuevo bien dura. Ana nos miraba desde el suelo con cara de excitación total, la cara la tenía llena de flujos de Dori y de semen mío. Nos estaba suplicando su orgasmo.
No lo dudé, dejé a mi mujer tumbada en la cama, agarré a Ana y la puse a cuatro patas, haciendo un 69 con Dori, y se la metí de un golpe en el carnosos coño que se abría al paso de mi polla. Yo dejé mi polla allí, en lo más profundo un rato, mientras mi mujer le comía el clítoris a Ana. Los gemidos de Ana los debieron escuchar hasta los vecinos, pero nos daba igual, estábamos afanados en hacerse correr lo antes posible a Ana. Con tanta estimulación Ana tardó poco en correrse y para mi sorpresa resultó ser una mojona, salían chorros y chorros de su coño, que empapaban mi polla y la cara de mi mujer. La imagen de Ana corriéndose y mi mujer intentando no ahogarse con su corrida, me puso muy bruto, tanto que me corrí al instante. Saqué mi polla del coño de Ana y me corrí sobre la cara de mi mujer.
La escena era espectacular, Ana con el coño palpitando por la reciente corrida, yo agarrándome la polla y limpiándomela de la corrida en el culo de Ana y Dori saboreando todos los flujos y corridas que tenía en la cara.
Después de esto, nos dimos una relajante ducha uno a uno, mientras los otros dos descansaban en la cama. Una vez estuvimos todos en la cama, caímos rendidos y nos dormimos rápidamente.
Espero que os haya gustado el relato. De ser así os contaré lo que sucedió a mitad de esa maravillosa noche. Espero sus comentarios por mail o en el chat.
Un saludo.