Mi mujer y el profesor de baile

De como puse en bandeja a mi esposa a un mulato porque más vale prevenir que lamentar...

Me llamo Daniel, y la historia que a continuación voy a relataros es sobre cómo hice que un tío más joven que yo se follara a mi esposa… no os equivoquéis, no me gusta ser un cornudo ni un mirón, y si lo hice fue sólo porque el sexo con ella ya no tiene importancia para mí y para tener un cinturón de seguridad ante hipotéticos problemas en el futuro… me explico – y disculpar si se os hace largo el relato y tardo en entrar en detalles eróticos, pero es que creo que es importante poner primero las cosas en su contexto-.

A finales de verano vino a verme Juanjo, un buen amigo desde nuestros años de Universidad, hecho polvo porque su mujer se había enterado de sus infidelidades – como yo es un picha brava que se folla todo lo que se le pone a tiro- y le había echado de casa y pedido el divorcio. El drama para él no era tanto afectivo – aunque como yo quiere a su mujer “a nuestra manera”- como familiar – tienen dos hijas de 6 y 9 años- y económico: con las pruebas gráficas que un detective le había proporcionado su mujer, Ángela, se va a quedar con su casa, la custodia de sus hijas, los ahorros de sus cuentas bancarias, etcétera, y él con el pago de la hipoteca y visitas de fin de semanas alternos a sus niñas y gracias, hasta el punto de que ahora el dinero apenas le alcanza para llegar a fin de mes de mala manera.  Ver a Juanjo llorando su desgracia – ojo chicas, no lo defiendo ni digo que sea injusto, sólo cuento lo que hay- me hizo reflexionar sobre que algo así podría pasarme a mí si no tenía cuidado o suerte; y como yo soy de los que cree que la suerte hay que hacérsela uno mismo decidí adelantarme a los acontecimientos y cubrirme las espaldas… ¿cómo? Pues provocando una infidelidad de mi esposa, dejando constancia en vídeo de ella y así tener una excusa si por un azar del destino ella llegara a enterarse de mis andanzas en el futuro – siempre podría decirle que lo hice porque ella lo hizo primero, y que si quería el divorcio sacaría el vídeo y la mierda a la luz en el juzgado y se enterarían sus padres, amigos, compañeros de trabajo… algo que sé a ciencia cierta que le aterraría -. Como os digo ya apenas la deseo físicamente, y que otro se la follase una única vez  no me suponía ningún problema moral, pero ¿quién?... no podía ser cualquiera – mi mujer no es de ligar con desconocidos, ni iba a promover que se acostase con un amigo o vecino, por ejemplo-. Además, no quería que tuviese una relación extramatrimonial prolongada en el tiempo, sino sólo una aventura puntual. Cavilando sobre el tema recordé que mi esposa llevaba asistiendo desde finales de septiembre a clases de baile de salón dos días por semana para intentar contener los kilos, y que de refilón le había oído comentar que eran todas mujeres – un grupo pequeño, casi todas casadas maduras como ella- que bailaban entre sí cuando no les tocaba hacerlo con el monitor y que éste lo hacía muy bien… el profesor resultó ser un mulato dominicano, de veinticinco años, alto y físicamente en forma con mucho atractivo para sus alumnas – mi mujer, medio escandalizada, me había comentado alguna vez los comentarios según ellas “obscenos y  fuera de lugar” que hacían sus compañeras a sus espaldas… Así pues, teniendo ya candidato, me acerqué a él a la salida de una sesión de otro grupo distinto al de mi esposa, le invité a tomar algo alegando que tenía un negocio que proponerle – aceptó con evidente recelo- y ya avanzada la noche, tras varias cervezas y copas, entré en materia: le mentí, le dije que quería divorciarme pero evitando que mi mujer me arruinase en el proceso, y por ello quería que sedujese a mi mujer, una sola vez, y que yo los fotografiaría a la entrada y salida del hotel besándose y en pose cariñosa para tener con qué poder llegar a un acuerdo razonable con ella. De principio no estuvo por la labor, dijo que tenía novia, que mi mujer no era su tipo y que no quería problemas, pero luego de que le ofreciera quinientos euros por un solo polvo cambió de parecer… le pagué 100 euros como señal y le insté a que no se precipitara, pues por lo tímida y timorata que es mi mujer le dije que necesitaría como mínimo unas semanas para poco a poco ir ganándose su confianza. Acordamos también que una vez sedujese a mi mujer pasaría de ella totalmente, de forma un poco cruel si hiciera falta, para devolverla avergonzada al redil de su vida conyugal, que para facilitar la seducción yo la dejaría casi sin sexo durante ese tiempo para aumentar “su necesidad” y que estaríamos en contacto por WhatsApp para que me tuviera al tanto de sus avances… así, semana a semana, yo fui viendo a mi mujer acudir a clase cada vez más contenta y arreglada – con algo de maquillaje, buscando que las camisetas le combinasen con las mallas, comprando nuevos sujetadores deportivos que sujetasen pero realzasen su pecho, etcétera-.  De las clases apenas comentaba nada y yo no preguntaba para no levantar sospechas, pero por WhatsApp Joao – que así se llama el profesor- me indicaba que poco a poco y procurando que no hubiese quejas la sacaba a bailar a ella un poco más que a las demás alumnas, teniendo cuidado de que le tocasen los bailes más pegadizos, regándole los oídos con lo bien que lo hacía y lo contento que estaba de su implicación en las clases… Una vez por semana les decía de tomar una cerveza al salir de clase, ya caída la noche, y aunque mi mujer no siempre se quedaba alegando que tenía que hacer la cena, estudiar con los niños o estar conmigo en casa sí lo hacía de vez en cuando… poco a poco se iba ganando su confianza, y hace quince días y aprovechando que llovía le pidió a mi esposa que lo acercara a casa porque su coche estaba en el taller y había ido caminando… al llegar a su portal la convenció a tomar un café en un bar de debajo de su casa y me dijo que estuvo echándole la caña con mucho tiento durante un rato entre sonrisas, halagos, que si era una mujer especial, que si yo era muy afortunado, etcétera… mi mujer llegó esa noche con una alegría especial a casa, me mintió respecto al motivo del retraso – me envió un mensaje mientras estaba con él y me dijo que había quedado con su amiga Marta, que se la había encontrado al salir en la acera, que le había propuesto ella tomar una cerveza para ponerse al día y que ella no había sabido negarse…-  para colmo, esa noche estuvo juguetona, y por primera vez en mucho tiempo fue ella la que me buscó luego de acostarnos para tener relaciones, pero yo alegué cansancio y la dejé con las ganas para aumentar su frustración y tentarla a dar el paso… Así fueron pasando las semanas hasta que llegó el sábado 5 de noviembre, la noche en que todo se precipitó…

Ese día tenían programada la cena de navidad del cursillo – en diciembre el curso se interrumpe por las fiestas y Joao  iba a viajar el mes entero a su país para ver a su familia y pasar las fiestas-. Como cuadrar una fecha que le venga bien a un grupo de seis-ocho personas nunca es tarea fácil, fueron descartándose fines de semana y adelantándose la cena hasta el punto que tuve el miedo de que mi mujer no estuviese “madura” para caer tan pronto en sus brazos. Convinimos en que me mantendría informado a lo largo de la noche cómo iba yendo todo, que yo reservaría el lugar – un motel de amantes, casi todos casados/as, al que suelo llevar a mis aventuras, que olvidan de registrar tu nombre real  en recepción previo pago de una buena propina. En fin, esa tarde pasé a reservar la habitación en cuestión, recogí la tarjeta de acceso al párking para dejársela a Joao en su buzón y subí a colocar las cámaras espía que previamente había comprado en Amazon con la excusa de inspeccionar la habitación…  De las cámaras no dije nada al mulato, pero quería pruebas contundentes de la infidelidad de mi esposa en caso de ser necesarias en el futuro, y además quería estar cerca visualizando lo que pasaba  para comprobar que la cosa no se saliese de madre o hubiese problemas…

La noche de la cena mi mujer se arregló especialmente, como para una cita: sesión de peluquería, maquillaje cuidado, un vestido elegante y a la vez sexy que le regalara tiempo atrás pero que raramente usaba… hasta la ropa interior era de lo más granado de su colección – un tanga morado de encaje delante y de hilo dental atrás con sostén tipo push-up que realzaba su escote… Salió temprano porque habían quedado antes para tomar una cerveza, y yo le dije que llevaría a nuestros hijos al cine, cenaríamos en el Burger y nos acostaríamos tarde, que se lo pasase bien y no se preocupase de nada. Pasada la medianoche, una vez acostados los niños y conforme a lo acordado, contacté por WhatsApp – siempre por el número secreto que utilizo para mi doble vida, la seguridad ante todo- con Joao para saber cómo iba todo. Me contestó con un emoticono sonriente y el pulgar hacia arriba, y al cabo de un rato recibí otro mensaje en que me indicaba que tanto mi mujer como las otras alumnas estaban pasándoselo bien y regando adecuadamente la cena con vino, que habían quedado en ir a tomar una copa y bailar después – por fin la maldita pandemia nos da un respiro y podemos volver a una cierta normalidad- y que esperaba nada se torciese… Le recordé que lo importante no era que se la follase, sino que pudiese documentarlo de forma gráfica a la entrada y salida del hotel, que llegado el momento alegase no poder ir a su piso por tener gente en él, y sobre todo que no se precipitase ni vendiese la piel del oso antes de cazarlo. A eso de la una y media de la madrugada recibí una foto selfie en la que aparecían él y mi mujer ya solos, ella visiblemente acalorada – no suele beber mucho- y él agarrándola de las caderas y sonriendo abiertamente. Acompañaba a la foto un texto diciéndome que las demás alumnas acababan de irse ya – según él aburridas de que sólo tuviera ojos para mi mujer- y que él había engatusado a Ana pidiéndole otro gin-tonic justo antes, diciéndole que se lo acababan y luego la acompañaba a casa… Una hora y pico después me llegó un último WhatsApp diciéndome que iban para el hotel, que entre bailes, roces y meneos ya había tanteado suficientemente el terreno – esas fueron sus palabras textuales- y que si quería echarme atrás esa era mi última oportunidad, pero que él cobraba igual… Le di el ok, salí de casa sigilosamente tras comprobar que mis hijos dormían profundamente y tras coger el coche aparqué detrás del hotel, en un callejón oscuro pero al que llegaba la señal de la wifi de la cámara de la habitación con nitidez.

No tardaron ni media hora en aparecer en pantalla entrando por la puerta de la habitación, besándola él apasionadamente y ella dejándose hacer, bien por estar desbordada ante tanta “pasión” o por estar un poco borracha. El mulato la llevó al centro de la habitación y allí mismo – afortunadamente tenía casi todos los ángulos cubiertos y grababa/veía perfectamente lo que allí sucedía-  procedió a bajarle la cremallera del vestido por la espalda y dejar caer los tirantes del mismo y del sostén mientras besaba a mi mujer por el cuello y ella echaba la cabeza hacia atrás… Una confesión: no había propiciado la situación por tener alma de cornudo, pero la situación no dejaba de tener su morbo, y mientras veía a mi mujer cada vez más rendida y desnuda no podía dejar de pensar “cacho puta, tienes ganas de echar un polvo”. Pero realmente no podía echárselo en cara, ni entonces ni ahora, pues cuernos tiene ella más que una manada de ciervos, y además llevaba casi dos meses sin follármela para tenerla desesperada, así es que decidí olvidarme que era mi mujer y disfrutar del espectáculo…

El mulato no perdió el tiempo: puede que mi mujer no fuese su tipo, seguro que estaba acostumbrado a follarse a mujeres más jóvenes y atractivas, pero bien fuera por el morbo de follarse a una casada, de hacerlo cobrando un buen dinero del marido o porque él también se excitara a lo largo de la noche no se anduvo con remilgos: no tardó nada en meter las manos bajo el vestido para agarrarle las nalgas mientras succionaba sus pezones chupando golosamente de ellos, mientras mi mujer jadeaba y con manos trémulas – el alcohol o la excitación, pensé- echaba mano a su bragueta y luchaba por desabrocharle a él los pantalones.

Lo que vino a continuación sí me sorprendió, no ya el tamaño del pene del mulato – el cabrón estaba bien armado- sino la actitud de mi esposa: nada más sacársela y comenzar a pajearle tímidamente, Joao soltó su culo, dejó caer su vestido hasta sus tobillos y poniendo las manos sobre sus hombros la empujó hacia abajo hasta hacerla caer de rodillas ante él. Mi mujer estaba sin duda fuera de sí por el alcohol y la excitación, ya que pese a ser de lo más clásica en el sexo no dudó cuando su profesor le dijo

-          Muy bien mamacita, ahora chúpamela

Ana no dudó en obedecerle, torpemente por su falta de experiencia y su estado de embriaguez, pero con evidentes ganas. Agarraba el miembro con las manos mientras chupeteaba tímidamente el glande. Pero el mulato tomó el control de la situación y le ordenó

-          Así no, abre bien la boca y cómetela, y mírame mientras lo haces….

Ver a mi mujer entregada, de rodillas y semidesnuda chupando la polla del mulato, meneándosela con la mano derecha mientras la izquierda bajaba a su tanga y se metía dentro masturbándose me puso burro a mí también. No quise tocarme pero tuve que acomodarme la bragueta en el coche y continué mirando la pantalla del móvil viendo como Joao se desabrochaba la camisa  lentamente  y sonriendo chulesco le decía

-          Muy bien, sigue así golosa…

Al cabo de un instante, ya desnudo tras sacarse los pantalones– he de reconocer que el mulato tenía un buen cuerpo, lógico teniendo en cuenta que era veintipico años más joven que mi mujer o que yo y que vive de practicar ejercicio físico- y agarrándola del pelo enroscándose su melena en torno a su mano comenzó a follarle la boca lentamente pero un poco más adentro de cada vez. Ella, inexperta como es en el sexo oral, empezó a boquear al sentirse llena de polla

-          Gluppss, glupps.. aggghhhh….

Cada vez estaba más congestionada, la saliva le corría por la comisura de los labios hacia su barbilla y goteaba en sus tetas – que están algo caídas debido a los años pero cuyos pezones estaban duros como piedras- y temí que acabara vomitando. Pero el mulato ciertamente tenía experiencia, no parecía borracho ni fuera de sí por la lujuria,  y al cabo de un instante sacó la polla de la boca y se la restregó por el rostro a mi mujer corriéndole el maquillaje golpeándole las mejillas con ella y diciéndole

-          Ahora con las manos atrás y hasta el fondo cariño…

Mi mujer obedeció rauda, la muy puta. Apretó sus nalgas con ambas manos, separó sus piernas buscando la altura ideal de penetración – su tanga tenía una mancha de humedad notable como pude comprobar cuando revisé el vídeo, pero en aquel momento y en la pequeña pantalla de mi smartphone apenas podía dislumbrar los detalles-  y abrió su mandíbula hasta casi desencajársela mientras el mulato volvía a penetrarla lenta pero firmemente desde el glande hasta los huevos. Cuando lo hubo logrado se quedó quieto un instante para que ella se acostumbrase, y luego lenta pero firmemente comenzó a follarla con movimientos pélvicos cada vez más firmes mientras le sujetaba con las manos en torno a las orejas aprisionando su rostro y le decía

-          Ahora voy a correrme en tu cara y luego voy a follarte, así que saca la lengua y traga

Y sacándole la polla de la boca a mi mujer el mulato comenzó a meneársela furiosamente a escasos centímetros de su rostro. Ver a mi mujer entregada, con el maquillaje corrido, roja como la grana, la lengua fuera como una perra y las tetas colgando brillantes de sudor y saliva hizo que yo mismo no pudiese evitar echar mano a mi rabo y comenzar a acariciarme. Pero antes que yo el mulato llegó al clímax e inundó el rostro y la boca de mi esposa entre gritos y jadeos

-          Así mamacita así, cómetelo todo… wwwuuuuaaaahhhhhh…..

El cabrón debía ser un semental o muy profesional y llevar varios días esperando este momento, porque lo cierto es que descargó copiosamente sobre la cara, la boca y hasta el pelo de mi esposa. Sin parar a descansar, el mulato alzó a mi mujer asiéndola por los brazos y girándola la echó sobre la cama boca abajo y arrancándole el tanga. Mi mujer intentó protestar y dijo

-          Espera, tengo que ir al baño…

Pero Joao no estaba por la labor, y soltándole una sonora nalgada – que le dejó la mano marcada en el glúteo, aunque de nuevo no puede apreciarlo en ese momento dada la pequeñez de la pantalla- replicó

-          De eso nada, ahora me toca comer a mí y gozar a ti. A cuatro patas, ya

Y agarrándola por las caderas levantó su grupa, y separando sus nalgas y comenzó a comerla sin piedad desde el culo hasta el coño con lametones cada vez más profundos y seguidos. A mi esposa le encanta recibir sexo oral, y al cabo de un momento era ella la que se movía rítmicamente buscando la lengua del mulato.... sus ubres colgaban hacia abajo, rozando los pezones contra la colcha – ni siquiera habían desecho la cama- y bufaba de gusto cada vez más alto y a menudo mientras su profesor de baile le comía el coño. Excitada como estaba no tardó en comenzar a gemir

-          Si, sigue, no pares, dios….

Joao sustituyó su lengua por sus dedos, introduciéndole al menos dos de la mano zurda en el coño y follándoselo con ellos mientras con la diestra se masturbaba y le decía

-          ¿quieres que te folle putita? dime, ¿quieres?

-          Síííí…. respondía mi mujer ya fuera de sí...

El jugaba con el deseo desenfrenado de Ana sin llegar a ensartarla con su polla, pese a las evidentes ganas de ella, y metiéndole un tercer dedo en el coño y agarrándola de la melena como si fuera las crines de un caballo tiró de ella hacia atrás y le ordenó

-          Pídemelo bien

-          Por favor, fóllate a tu mamacita, gimió mi esposa

-          ¿a quién? Replicó el mulato mientras le follaba frenéticamente el coño con los dedos….

-          A tu puta, a tu zorra, a lo que quieras, pero fóllame…. Aggggggghhhhhh

Y gruñendo como una cerda en el matadero mi esposa comenzó a correrse convulsionando como si sufriera un ataque epiléptico, con las lorzas del estómago y la celulitis de sus muslos y glúteos agitándose como gelatina… Joao la soltó del pelo, la sostuvo por las caderas para evitar que se escurriese hacia abajo y lenta pero firmemente comenzó a introducirle su cipote mientras le decía

-          Así a pelo, que es como follan las guarras y como más te gusta, ¿verdad?

El alcohol y el reciente orgasmo debían tener a mi mujer semi-inconsciente porque no respondió a las pullas del mulato, que seguía bombeándola sin piedad… bien fuera por el tratamiento que le daba su amante o porque poco a poco se iba recuperando del brutal orgasmo que acababa de tener al cabo de unos minutos mi mujer pareció volver en sí, giró el rostro  y agarrándose a los bordes de la cama con los brazos en cruz le dijo

-          Venga cabrón, fóllame

Yo para entonces había tenido que salir del coche para que me diera el aire y todo sea dicho, para dejar de tocarme. No es indigno reconocer que el mulato, más joven y en forma, se la estaba follando como hacía tiempo yo no lo hacía. El matrimonio es la tumba del sexo: el tiempo lo vuelve rutinario, predecible, aburrido, y si a ello sumamos además los niños y/o el deterioro físico de los cuerpos pues claro, la libido se va al carajo. Esa es sin duda una de las causas de mis múltiples aventuras, y la excusa que en aquel momento ponía – junto al alcohol ingerido- al comportamiento de mi esposa. Apoyado contra el muro, refrescándome bajo el frío nocturno y casi bajo su ventana continué viendo a través del móvil lo que arriba sucedía…

Joao parecía un martillo pilón, machacaba una y otra vez el coño de mi mujer a un ritmo brutal, y perdida la mesura acompañaba sus embates con nalgadas cada vez más fuertes y continuas mientras le decía

-          ¿Te gusta mamacita? ¿te gusta que te monte un jovencito? ¿paro o sigo follándote?

-          No pares, gruñía mi mujer olvidado todo atisbo de mesura

El mulato parecía fuera de sí, embistiendo a mi mujer a un ritmo brutal, y ésta resoplaba como una locomotora… al cabo de un rato el mulato le dio la vuelta poniéndola boca arriba, colocó sus piernas sobre sus hombros y se la metió de nuevo hasta el fondo  a la vez que comenzaba a amasarle las tetas y los pezones… mi mujer, al borde de un nuevo orgasmo, boqueaba como un pez fuera del agua… el mulato, con la cara desencajada por la excitación y el esfuerzo, ignorante de que yo estaba grabando todo y próximo al orgasmo, bramó

-          Quieres que me corra dentro, ¿eh perra? quieres que te llene el coño de leche… Pídemelo…

Mi mujer, bien fuera porque estaba más allá de toda razón por la tremenda follada que estaba recibiendo o  porque tras nuestro segundo bebé se había hecho la ligadura de trompas y sabía que no corría riesgo replicó con voz entrecortada

-          Venga… semental…lléname… de…semen….. y préñame… aggghhhhh…

El segundo orgasmo de mi esposa fue aún más largo y escandaloso que el primero –gritó tanto que debieron oírla en las habitaciones y pisos adyacentes- … cuando acabó el clímax quedó con los ojos en blanco, vencido el rostro sobre la almohada, el pelo sudoroso semiocultándoselo, las piernas abiertas en torno a las caderas de su amante y completamente ida… el mulato tampoco apenas aguantó más y gruñendo “toma puta”… procedió a correrse en su interior. Luego de darle un par de cachetes en las mejillas para comprobar que seguía semi inconsciente se levantó, se vistió y tras sacarle un par de fotos con el móvil con su cara y su coño rezumando semen salió de la habitación...

EPÍLOGO: Como reza el dicho “sabe más el diablo por viejo que por diablo”, así es que a la salida del hotel abordé a Joao rápidamente, no fuera a enviar las fotos a alguien para presumir de su conquista o empezara a cavilar qué hacer con ellas, si simplemente guardarlas de recuerdo o intentar chantajearme o algo así. Sin miramientos le mostré el vídeo que yo había grabado en la habitación, le dije que si no borraba inmediatamente y delante de mí las fotos que había sacado de mi mujer tanto de su teléfono como de la nube no solo no cobraría el resto del dinero acordado, sino que editando el video para que no saliese el rostro de mi mujer enviaría una copia a su novia para que viera que le ponía los cuernos, y usaría mis contactos para acabar con su puesto de monitor de baile – esto último era un farol ya que carezco de contactos para hacer tal cosa, pero el mulato se lo tragó-. Asimismo le dije que en adelante no hiciese el más mínimo caso a mi mujer, y que si me enteraba que volvían a verse fuera de clase aunque solo fuese para tomar un café cumpliría igualmente mis amenazas. Así es que Joao borró las fotos, recibió los cuatrocientos euros restantes y se fue. Yo cogí su tarjeta del hotel, subí rápidamente a la habitación, constaté que mi esposa dormía  y retiré rápidamente las  cámaras de grabación. Volví a casa, comprobé que los niños continuaban durmiendo  y me dispuse a esperar… mi esposa llegó entrada la madrugada, y durante el día siguiente vagó como un alma en pena sin atreverse a mirarme a la cara, resacosa y supongo que avergonzada. Yo fui al día siguiente a un cyber tras salir del fútbol, creé una cuenta de correo electrónico para no dejar rastro y me envié por mail el video en cuestión por si algún día tengo que echarle en cara su “infidelidad”. A finales de esta semana me dijo que dejaba las clases de baile aduciendo que los niños le requerían tiempo para ayudarles con los deberes, que tenía la casa manga por hombro, etcétera. Y como colofón, y supongo que por sentimiento de culpa, ayer de noche cuando fui a echarle el rutinario polvo de fin de semana me la chupó un rato primero y se dejó encular después, no sé si por sentimiento de culpa o recordando su aventura con el mulato… En cualquier caso lo cierto es que yo he salido ganando un buen polvo en casa y un seguro de vida por si algún mi mujer descubre la cara oculta de su marido….

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