Mi mujer violo a sus violadores

A lo que puede llegar una mujer herida.

Retornábamos de una fiesta, con mi esposa y unos amigos que llevamos a su casa. La conversación casi obligada por los tiempos violentos en que vivimos era la delincuencia, por esos días habían secuestrado a un importante empresario y casi toda la ciudad hablaba de la inseguridad, las aberraciones que se escuchaban de los alegatos de las víctimas que lograban salir con vida de esos horrorosos delitos eran inauditos, pruebas de supervivencia, orejas, dedos, prendas con sangre.

Dejamos a nuestros amigos y seguimos camino para nuestra casa. Al llegar como era tarde, y casi se manera rutinaria la deje a mi esposa al volante mientras yo me encargaba de abrir las puertas del garaje y asegurarme que estuviera todo tranquilo. Abrí las puertas y un olor a transpiración bastante fuerte sacudió mi nariz, pero pensé que la ropa sucia estaría húmeda y de ahí el olor. Mi esposa entró el auto y detrás de ella cerré las puertas, cuando ella bajó del auto salieron de la oscuridad dos hombres. Mi cara de sorpresa debe haber sido grande, después alarido de mi esposa que casi termino de helarme la sangre, cuando dejó de gritar, ya estábamos encañonados. Ambos de tez trigueña, jeans remera y chamarra. Nos gritaron que entremos a la casa a punta de pistola, a mi esposa la agarraron del pelo y la arrastraron mientras gritaba como loca, y el otro me dió un culatazo en la cabeza para que entendiera quien manejaba la situación. Al entrar nos tiraron al piso y nos ataron las manos con cinta de embalaje. Me preguntaban dónde estaba el dinero y las joyas, mientras nos apuntaban en la cabeza, amenazando con fusilarnos, le explique que en la habitación había una caja fuerte en el closet, pero le dije que no había tanto dinero. La respuesta no se hizo esperar y otro culatazo en la cabeza, un hilo de sangre delgado caí por mi nuca a la espalda, mi esposa no dejaba de llorar y rogar que no nos mataran, nos subieron a ambos a la habitación, y a ella la tiraron en la cama y a mí en piso cerca de la caja. Me preguntaron la combinación pero me confundía con los números, estaba aterrorizado y no los recordaba pero nuestros captores me ayudaron a recordar. Otro culatazo en la cabeza y unas patadas en el estómago del otro hijo de puta, pusieron mi memoria en su lugar.

Al abrir la caja se dieron cuenta que no había dinero, como les dije, apenas unos poco pesos y las joyas de mi esposa, lo que irrito mucho a unos de ellos, el más joven que no dejaba de mirar a mi esposa y tocarle las piernas, por mi cabeza pasaban mil pensamientos pero viendo que el hijo de puta le tocaba las piernas pensé lo peor.

El mayor me arrastró hasta el baño y me dejo ahí adentro, le avisó al más joven que iba a recorrer la casa a ver que encontraba. El otro agarró un pañuelo de uno de los cajones y amordazó a mi esposa para que dejara de gritar y llorar, mientras seguía acariciándole las piernas y metiendo la mano bajo su falda. Ahora con los gritos más ahogados por el pañuelo en la boca, el joven delincuente saca una navaja gigante de su bolsillo, estilo marinera de hoja cuadrada y grande, la metió por el escote del vestido y de un solo tirón lo abrió de arriba a bajo dejando el cuerpo de mi amada sólo con la micro tanga. El más viejo irrumpe en la habitación y le pregunta al más joven que estaba manoseando a mi esposa que hacía, muy fresco le contestó que la iba a empalar, que se había calentado mirándola. El viejo se me acercóy me dijo -disfruta del espectáculo!!!, de cómo se iban a culear a tu esposa!!!. Mis lágrimas por la impotencia brotaban como catarata. Rió burlón se dio media vuelta y se fue. Los gritos sordos de mi esposa, mientras la ataban a la cama, eran desgarradores en mi furia pateé el armario donde están guardadas las cosas del baño, la puertita se abrió y cayó todo lo que había en los últimos estantes, entre ello las hojitas de afeitar que usaba mi esposa para sacar punta a sus cosméticos. Tome una y corté la cinta que me tenía maniatado y me quedé quieto mientras el hijo de puta se bajó los pantalones y se tiró encima de mi esposa a mamarle las tetas, las apretaba y las mordía por lo que los gritos de ella eran terribles y cada tanto le preguntaba si le gustaba como el mordía las tetas, ella no dejaba de gritar y llorar y sacudir su cabeza, hasta que luego de preguntarle si le gustaba le dio con el puño cerrado en el mentón y la noqueó. Le desató las piernas, se sacó el pantalón y el calzón, se subió a la cama le levantó las piernas, las separo escupió sobre su verga y se la metió de un saque en el culo virginal de mi amada esposa. Luego de un rato de estar bombeando y agarrándole las tetas ella empezó a mover la cabeza como volviendo en si. El hijo de puta le preguntaba si le gustaba como le estaba dando por el culo, se escuchaba como chocaba contra las nalgas en cada embate y los gemidos de dolor se alternaban en cada movimiento de repente entra el viejo y le dice que esperara que lo iba a ayudar y se subió sobre el abdomen y dándole la espada, agarró las perfectas y delicadas piernas de mi amada para facilitarle el trabajo al otro que le seguía dando por atrás sin piedad. Los movimientos se hicieron más veloces hasta que de repente comenzó a gritar y bufar, le estaba llenando el culo de leche, jadeó un poco más y luego se salió.tenía la verga llena de sangre, el hijo de puta la había desgarrado. Burlándose de que la había partido se reía y lo invitaba a su compinche a seguir con la faena de cojersela. El más viejo se levantó, soltando las piernas de mi mujer, se paró y se bajó los pantalones diciéndole que la iba a llenar de leche por adelante y que disfrutaría como nunca. Mientras el más joven se acercó al baño para agarrar una toalla para limpiarse, todavía tenía la pija llena de sangre y de paso a patearme el estómago y decirme si había disfrutado de cómo la había violado por el culo sin piedad. Volvió a la habitación y le dijo al más viejo que iría a la cocina a ver que podía comer, su socio no le dio mayor importancia mientras terminaba de atar las piernas de su victima que lloraba con la cabeza volteada mirándome como pidiéndome perdón por lo que había ocurrido. Sin ninguna compasión le metió dos dedos en la vagina que hizo que arqueara el cuerpo del dolor y un sordo alarido le hizo saltar mocos de la nariz, su atacante entre tanto le decía que la tenía que abrir un poquito para no lastimarla porque tenía un aparato demasiado grande.

Entre tanto logré cortas la cinta de mis manos y la de mis pies sin llamar la atención pero tenia que esperar que estuviera indefenso para poder atacarlo. Desde la cocina se escuchaba como el otro estaba destrozando todo. Cuando terminó de meterle los dedos se puso en posición y blandiendo una descomunal pija de casi 20 cm y un grosor que jamás vi en mi existencia la penetró. Los gritos sordos por el dolor de semejante barra de carne reventándole el canal vaginal no se hicieron esperar, completamente poseída busco chuparle la teta derecha, dándome la espalda por completo. Rápidamente me incorporé tomé el banquito que teníamos en el baño y fui a la habitación y con toda mi fuerza le di con el banco en la cabeza, se escuchó un golpe a madera y como si estuviera hueco, comenzó a salir sangre como si hubiere abierto una canilla, agarré la pistola y me fijé si tenía la bala en la recámara, estaba lista para disparar. Desde abajo el otro comenzó a los gritos y como no le contestaba subió la escalera, me metí en el clóset y espere hasta que entrara en la habitación.cuando entró, lo encañoné y le saqué el arma, con la culata le dí en la nuca y cayó de rodillas quedando atontado pero despierto, tome la cinta de embalaje y lo até de manos y piernas, juntándolas en la espalda. Luego saqué al más viejo de encima de mi esposa y lo até de la misma forma, ahora ambos estaban en el piso y completamente maniatados. Solté a mi amada, la abracé no paraba de llorar, estaba desconsolada. Pasó más de 2 horas hasta que dejó de llorar.

Hice que se bañara mientras pensaba que hacer con los delincuentes, si llamaba a la policía iban a quedar libres en unas horas y lo más probable era que volvieran a vengarse.

Cuando salió mi esposa del baño, ya cambiada con un pijama pasó por al lado de ambos y le dio una terrible patada en la cara al más joven mientras le -decía esta es por la piña que me diste. !!! Hijo de puta!!!!

El más viejo empezaba a volver en si gimiendo como un animal, el más joven le pregunta –viejo estas bien? A lo que yo me acerco y le pregunto -que dijiste? con insultos me respondió, me dio mucha bronca y le dí con la culata de la pistola en la cara y le abrí la ceja que sangraba mucho.

Mi esposa tomó unos calmantes y luego me preguntó que haríamos, a lo que el más joven le dijo que llamara a la policía así podrían volver mañana a matarnos, los ojos de mi esposa se tornaron rojos de furia, me miró y me preguntó si era cierto, a lo que le respondí afirmativamente. Pasó por al lado del más joven y volvió a patearlo, saliendo de la habitación y diciendo que ya volvía. Escucho que baja al garaje y cierra la puerta, unos minutos después volvió y me dice – tengo una idea, vamos a bajarlos. Me marcó que agarre al más joven, que era un poco corpulento y lo arrastré hasta el descanso de la escalera. Cuando me incorporé para ver al otro, mi esposa se acercó y poniéndole un pie en el pecho lo hizo rodar escaleras abajo, cayo como una bolsa de papas ante mi mirada atónita por la actitud de mi esposa. Con voz firme me dice –ahora el otro!! El viejo no era tan pesado como el más joven, pero si pesaba, cuando lo acerqué al descanso de la escalera, lo agarró de los tobillos y lo hizo dar una vuelta hacia atrás, rodando escaleras abajo y quedando sobre el más joven, pero sin conocimiento, le dije –lo desnucaste lo desnucaste!!! ¿Qué vamos a hacer ahora? Con su peor mirada me clavó la vista y me dijo –son delincuentes, no niños de kinder y me acaban de violar. No dije más palabra, eso fue suficiente.los arrastramos hasta el garaje, en donde tengo mi tallercito para manualidades, me hizo soltar las cintas que les ataban los pies y las manos por la espalda y sentarlos en dos sillas del jardín que había entrado, para eso no sé como había hecho para meterlas puesto que eran de fundición de hierro y muy pesadas. El más joven pateaba para zafarse, pero estaba muy atado, mientras decía que nos iba a matar. El mas viejo estaba inconsciente, mi esposa le dijo que se callara, a lo que el otro respondió –puta te rompí el culo y cuando me suelte te voy matar pero antes voy a hacer que me la chupes hasta llenarte el estómago de leche, puta!!!!. Mi esposa lo miró, abrió un cajón de mi mesa de trabajo, sacó una bolsa de supermercado y se la puso en la cabeza sellándola con una vuelta de cinta de embalaje por el cuello, le estaba haciendo submarino seco, una de las tantas técnicas de tortura usadas durante algunos gobiernos de facto en Sud América. Sin pensarlo tomé el cable de una vieja plancha y separé los cables de uno de los extremos, lo más que pude y los até a la silla del más viejo, fui por la manguera que tenía la pistola que usa mi esposa para regar sus flores, cuando volví el más joven había logrado romper la bolsa que le habían puesto en la cabeza y había vuelto a poder respirar y seguí con sus insultos, con cuidado mojé sus prendas, sin hacer un gran charco, en especial la espalda y el pantalón. Cambie el cable que había atado a la silla del viejo y la puse en la del joven, mi esposa me dijo que la dejara a ella, tomó una pinza que tenía las patas aisladas, agarró el cable que estaba suelto y me pidió que lo conectara, lo hice sin decir nada. Lo miro al más joven y acercando la pinza con el cable de la corriente, le dijo -te acordas que me reventaste el culo, bueno ahora yo, te lo voy a freír!!!Apoyó el cable en la camisa mojada y el maleante, que ahora era su víctima, comenzó a temblarle todo el cuerpo y hacia unos ruidos guturales muy particulares. Levanto la pinza, él la insultó y maldijo, le clavó la mirada y apoyó la pinza a la altura del pezón. El cuerpo comenzó a saltar como poseído, lo dejó demasiado tiempo y dejo de sacudirse, había hecho saltar la llave del tablero en donde estaba enchufada la improvisada picana, el torturado no dejaba de putearla y decirle que la iba a matar pero que antes la violaría. Volví a subir la llave y otra vez, ahora la teta del lado izquierdo. El cuerpo saltaba y temblaba, un sonido raro salía del torturado, levantó la pinza y el delincuente rompió en lágrimas, sin decir nada el viejo estaba recobrando el sentido preguntando que había pasado. Quedó sorprendido viendo a su compañero que estaba llorando como una criatura y miraba a mi esposa con la pinza en la mano, mientras ella decía –y ahora hijo de puta, te voy a freír los huevos, y sin misericordia apoyó la pinza sobre los testículos y otra vez al baile de sambito. El violador ahora tenía su merecido, de su boca salía una espuma blanca. El viejo interrumpió diciendo a mi esposa: por favor! Ya deja a mi hijo, lo vas matar, por favor! Ya basta. Con una sonrisa, lo miró y le dijo: así que tu hijo, agarró la manguera, bañó al viejo mientras se deshacía en alaridos sabiendo lo que le esperaba, pidiendo misericordia.cambié el cable a la silla del viejo mientras lo duchaba, tomó un trapo de arriba de la mesa lo mojó y lo puso sobre sus genitales, y otra vez agarró la pinza con el polo positivo mientras decía –Viejo hijo de puta, te acordás de cómo me partiste la concha, no te van a que dar ganas de joder a ninguna otra mujer en tu vida y directamente bajó la pinza a los testículos y el viejo comenzó a temblar, ahora el hijo era el que pedía por favor basta, otra vez le dio con tanta saña que hizo saltar la llave. El cuerpo dejó de temblar –subí la llave, subila, subila!!! Gritaba como loca,

-basta amor esto no esta bien. Por favor! Basta!!! Me clavó la mirada, con los ojos inyectados en sangre y venganza -me violaron a mí estos hijos de puta y si te lo hacían a ti que harías? Sacó el cable de la pinza y rodeó al viejo por atrás y de repente el viejo empezó a gritar como si le estuviesen arrancando el corazón, levantó la pinza ensangrentada con algo, la acercó a la cara del viejo y le preguntó–conoces esta uñita, hijo de puta? Otro alarido y lágrimas pidiendo perdón, y otra vez – y esta otra también la conoces?, fueron los dedos que me metiste ahora ya no van a raspar más cuando lo quieras usar en alguna otra concha!!!

El más joven pedía que por favor basta, que los dejáramos ir que nunca más sabríamos de ellos. Mi esposa se dio vuelta, se acercó al oído y le dijo –nos vamos a asegurar que así sea, pero antes nos tenemos que divertir un rato todos, te parece? Rompió a llorar otra vez pidiendo clemencia.

El monstruo en que se había convertido mi mujer se dio vuelta, me miró y ordenó que la ayudara a poner al más joven sobre el banco de carpintería, cortó la cinta de los pies y lo pusimos con el pecho apoyado en la mesa, agarró una cuchilla de taller y cortó los pantalones y calzones, dejando un flaco y marcado culo con los motivos de la silla que había quemado la piel al aire. Ató cada tobillo a las patas de la mesa, manteniéndolas bien separadas entró a la cocina y salió con los guante de lavar –dame la grasa!! Quedé sin saber que hacer, agarré el pote de grasa que uso para mis máquinas y se lo di. Miraba sin decir palabra, mi esposa que siempre fue un ser amable y benevolente era el monstruo más despiadado del mundo, metió la mano en la lata y sacó el guante lleno de grasa negra se acercó y separó las nalgas de su victimario víctima. Buscó la entrada del culo, el violador gritaba y gritaba, el padre pedía por favor, juntó los dedos de la mano y empujó con fuerza, metió la mano hasta los nudillos en medios de alaridos desgarradores. El padre gritaba que dejara a su hijo, mi esposa giró la cabeza miró al padre y le dijo –voy a desvirgar a tu hijo como lo hizo él conmigo, disfrútalo y no desesperes que luego te toca a ti!!! Con una sonrisa diabólica mira su mano y de un empujón la metió toda adentro, los gritos del empalado cesaron súbitamente se había desmayado, unas gotas de semen cayeron de su pene –mira, mira como le destrozo el culo. mira!!! De repente con toda la fuerza saca la mano cerrada de adentro rajando el esfínter. Corto las ataduras y me hizo que la ayude a subir al viejo, que se resistía a ser empalado –basta! Por favor! Basta! No más no más!! Mi esposa lo miró y le contestó–cuando yo lloraba pidiendo clemencia, tu que hiciste? me cojiste verdad? Bueno, ahora es tu turno de sentir una violación!!! Sin más separó las nalgas, buscó el orificio y metió la mano hasta el fondo sin parar hasta que entro toda, los gritos eran peores que los de su hijo y otra vez –mira, mira, como lo parto al hijo de puta!!! Lo estaba disfrutando, se había convertido en un ogro y de un solo tirón con el puño cerrado sacó su mano rajando el esfínter del viejo violador. El piso del garaje parecía una carnicería, había sangre de ambos, me indicó que los volviera a sentar en las sillas y que atara sus tobillos a las patas de la silla. Una vez atados, me dijo que me sacara la ropa. Esta vez estaba aterrorizado, pensé que había enloquecido y que me haría lo mismo que a ellos. Agarró la manguera y volvió a mojar al más joven para que se despertara, lo que no tardó ni un segundo. Ahora el padre y el hijo estaban sentados llorando como criaturas, por debajo de las sillas caían gotones de sangre de sus esfínteres desgarrados. Mi esposa me ordenó–acostate en el piso!!

Me acosté ante la mirada llorosa de los maleantes, ella se desnudó delante de ellos y dijo –ahora presten atención a como se trata a una dama, se arrodilló en medio de mis piernas, tomó mi verga en sus manos y comenzó a pasar la lengua hasta que sin mucho esfuerzo estuvo casi dura, se dio vuelta y se puso en 69 para que le comiera la concha, lo hice con mi mayor esmero mientras ella seguía mamandome ante la mirada de los violadores violados que seguían llorando pero no dejaban de mirar.

Ya casi a punto de venirse se levantó y se sentó sobre mi verga despacio con las piernas en cuclillas para que pudieran ver lo que pasaba, subía y bajaba con mucha lentitud, mientras los miraba se mordía el labio y masajeaba sus tetas dando pequeños pellizcos a los pezones, aceleró los movimientos y llegó al orgasmo, casi exagerado, gritaba y apretaba sus tetas. Gemía y pedía más –más, más, dame más papito, así llename de leche, amor mío más!!!

Los espectadores entre lloriqueos, comenzaron a tener una leve erección. Luego de su primer orgasmo, se levantó se puso en cuatro patas muy cerca de las víctimas y me pidió que la volviera penetrar. Me acerqué, tomé sus nalgas, apoyé la cabeza de mi verga en sus labios y otra vez comencé a bombear, inclinó un poco la cabeza para ver las vergas de sus victimas, se incorporó un poco y comenzó a pajearlos, al mismo tiempo que me decía –seguí papito, seguí que me quiero venir otra vez agarrada de estas dos vergotas. Ambas pijas estaban casi ya a su máximo tamaño, cuando le vino otro orgasmo y gritaba como nunca lo había hecho antes agarrada de las vergotas que la habían dañado tanto. Yo no podía acabar, eran mucho los nervios y el miedo siguió masturbándolos, se paró, abrió el cajón de las herramientas sacó las tijeras de poder y miró al más joven y le dijo –fue la última vez que cojiste!!! Acercó sus labios a los de él y mientras lo besaba le cortó el pene. Los gritos del pobre delincuente eran terribles, la sangre y el miembro en el piso semierecto chorros de sangre intermitentes salían del cercenado miembro.

Los gritos del padre se unían a los del hijo, que no sabía que pasaba porque no podía ver, ya que mi esposa lo tapaba. Se dio vuelta, se acercó al viejo y le dijo –tu hijito ya me pertenece y ahora es tu turno, nunca más vas poder violarte a nadie, mas lo besó en la boca mientras apretaba la tijera de podar sobre el cuerpo del pene cortándolo limpiamente. El miembro cayó al piso y detrás una lluvia de sangre con chorros intermitentes. El joven ya demostraba síntomas de desangramiento y estaba desmayado, tomé uno de los trapos de taller e improvisé una compresa para detener el sangrado y luego lo mismo con el viejo, pero no duro mucho, murió por un paro cardíaco. Una mueca de dolor y terror estaba clavada en su cara. Mi esposa abrió el cofre del auto puso un gran plástico que cubría todo y metimos los cuerpos. Entré a la casa para lavarme las manos, estaba todo ensangrentado. Cuando vuelvo el garaje, veo a mi esposa con un frasco en la mano con ambos penes dentro y la botella de alcohol, con una sonrisa de paz espiritual, mirando sus trofeos. Un escalofrío corrió por mi espalda. Ella se puso su ropa, subimos al carro y fuimos a un descampado a tirar los cuerpos, volvimos a casa y limpiamos todo. No cruzamos una sola palabra, ella con su sonrisa como siempre. Esa sonrisa hermosa, limpia, de dientes blancos y maternal. Pero detrás de esa sonrisa "franca", se escondía el ser más horrible del mundo.