Mi mujer, su amante y yo (7)
Aclarando las cosas y confirmandolas.
Como decía y mi último relato, habíamos llegado a casa, ellos se habían metido en nuestro dormitorio, y yo me había ido a dormir al cuarto de invitados.
Habían pasado muchas cosas en el día, necesitaba hablar con mi mujer, saber cómo estaba la situación, era necesario un momento de reflexión y de explicaciones.
A las 2 horas, entró mi mujer en la habitación, venía con la cara radiante, llena de vida, estaba en camisón, con las bragas puestas. Se metió en la cama conmigo, tumbándose de lado, y dejando sus pechos cerca de mi cara. Suavemente me empezó a acariciar el pelo con la mano y me dijo: " te quiero muchísimo, pero creo que esto se me ha ido de las manos, me estoy enamorando de David y no puedo remediarlo. Cuando estoy con él me convierto en otra persona, quiero dejarme llevar, tiene todo lo que quiero de un hombre, él me ha pedido que te diga esto". Estaba cerca de perder a mi mujer y tampoco podía competir con su amante. Empecé a pensar en todos nuestros planes de futuro, tener hijos, viajes, la hipoteca... y le pregunté: "y que vamos a hacer con todo lo que habíamos planeado, en qué lugar me quedó yo ahora?" Una pregunta difícil y a la vez retorica para una mujer enamorada de su amante. Durante unos segundos se cayó, masticó la respuesta y me dijo: " quiero seguir con nuestra vida adelante, pero quiero que sea paralela con la de David también, quiero que él esté en mis momentos importantes, para todo, os necesito a los dos, a ti te quiero como familiar mío, compañero y mi mejor amigo y a él como hombre de la casa y amor de mi vida. Cuando David este con nosotros, él ocupará tu lugar. Tu a cambio podrás ser partícipe de nuestras fantasías y estarás informado de todo".
Su tono era serio, transmitía convicción y seguridad, deseaba recuperar el tiempo perdido, sus palabras escocían pero a la vez me aliviaban. Dado que David era viudo, mi mujer podría abandonarme, tenía la sartén por el mango, pero por alguna razón quería que continuase a su lado. Yo también era importante en su vida, necesitaba oírlo. Mi rol como marido estaba desapareciendo, pero podría seguir compartiendo mi vida con mi mujer y ahora también con su amante.
-"Y qué pasará con nuestra familia y amigos?" Le pregunté.
-"No quiero escándalos, quiero que mantengamos esta relación en la más absoluta discreción. Para nuestros amigos y familia David será un amigo que hemos conocido en una cena de mi trabajo, con el que guardamos una gran amistad los dos".
La palabra discreción me consolaba aunque el discurso de mi mujer era sinónimo de que buscaba algo duradero, estable y también social dado que ya tenía pensado todo tipo de explicaciones para dar en nuestro entorno.
-¿A qué fantasías te refieres? Le pregunté.
"El grado de implicación lo pones tú. Puedes simplemente no obstaculizar los encuentros o bien puedes dejarte llevar por el morbo y la excitación asumiendo tu nuevo papel en el matrimonio. La decisión es tuya, además David ya tiene experiencia en este tipo de situaciones" me contestó.
Me llevaban mucha ventaja. Iban un paso por delante. Nunca me hubiera imaginado que mi mujer fuese tan calculadora. Estaba firmando una especie de pacto verbal con mi mujer y su amante.
Las sensaciones eran extrañas, estaba confundido, no dominaba la situación. Me invadían sentimientos de rabia, excitación, celos, morbo, quería saber más, pero no sabía que hacer, nunca hubiera imaginado esta situación, el estómago me golpeaba, la polla me palpitaba.
-"y tú qué piensas?", me pregunto mi mujer. "Todos estos días, te has dedicado a hacer lo que te pedíamos pero no nos dices nada, solo preguntas. Queremos un muestra de que estás con nosotros y de que no te volverás loco y reaccionaras mal contra David o contra mí".
Ella necesitaba seguridad, quería prevenir situaciones peligrosas y exigirme un compromiso que le diera tranquilidad.
Esa noche se estaban aclarando muchas cosas. Ella me entregaba una confesión sincera y esperaba que yo le diera un cheque en blanco como recompensa. Tenía dos opciones, ser un cornudo y mirar para otro lado o ser un cornudo y disfrutar de ello.
-"¿Qué gesto necesitas para demostrarte que estoy con vosotros?" le pregunté.
No dijo nada, tan solo, comenzó a besarme silenciosamente, metiéndome la lengua en la boca. Yo me quede quieto, me limitaba a seguirle el beso, esperaba una respuesta.
Se colocó encima de mí, abrió sus piernas y continuó besándome. Mi polla rozaba con sus braguitas que estaban muy mojadas. Comenzó a moverse, sin penetración, cada vez más rápido. Me estaba poniendo a mil. Comencé a gemir, ella tan sólo se movía, cabalgaba sobre mí sin que estuviera dentro de ella. A los 3 minutos me corrí. Ella se recostó a mi lado, y me dio un dulce beso en la cara.
-"Has contestado a tu pregunta tú sólo". Me dijo. "El semen de David, esta por dentro de mis bragas y el tuyo por fuera. Quiero que las guardes como recuerdo de esta conversación".
Toda la conversación duró aproximadamente 1 hora. Cuando terminamos de hablar, mi mujer me dio un beso en la boca y me dijo: "me voy a dormir con David, mañana despiértanos a las 11".
Al día siguiente, me levante a las 10, intente no hacer ruido, me puse a preparar el desayuno, y las 11 entré en el dormitorio como me habían dicho. Se encontraban los dos tumbados en la cama, él boca arriba y ella abrazada a él con la cabeza apoyada en la barriga, estaban dormidos y tapados hasta media cintura. El libro sobre infidelidades se encontraba encima de la mesilla. La ropa de David en una silla. Me dirigí al lado de mi mujer, y le toqué el hombro, se dio media vuelta y me dijo: "sss" para que no hiciera ruido. Comenzó a darle besitos a David en el cuello, y a despertarle suavemente mientras le acariciaba el pecho. "Buenos días, cariño" le decía con voz suave. David abrió los ojos y lo primero que hizo fue darle un beso en la boca a mi mujer y decirle: "buenos días mi amor". Se notaba que estaban enamorados. Inmediatamente, David se levantó de la cama, estaba desnudo, su pene aunque flácido, tenía un glande gordo y rosado. Se dirigió al baño. Mientras yo me quedé con mi mujer, en la habitación.
-Has hecho el desayuno? Me preguntó.
-Si, cariño.
-Ok, tráelo a la habitación y mientras David se ducha baja a comprar el Marca al Kiosko que seguro que a David le hace ilusión que se lo traigas.
Y así lo hice, cuando regrese ya habían desayunado, y continuaban en la cama, besándose y jugueteando. La imagen era de dos enamorados disfrutando de la vida. Mientras Daviod leía el periódico, mi mujer le contó todo lo sucedido en la habitación de invitados la noche anterior. El me miraba y veía como corroboraba con mi mirada lo que mi esposa le iba narrando. Le contó todo con pelos y señales. David, sin sorprenderme me miró fijamente a los ojos y me preguntó:
-"te masturbarte cuando te quedaste con las bragas?" La respuesta era sí, pero me daba vergüenza contestarla delante de él. Tan solo me quedé mudo con la cara roja. Tenía confianza para dejarme llevar por mi esposa, pero la presencia de David aun me transmitía algo de respeto.
-"Que no te de miedo reconocerlo, lo que sientes es normal, hay mucha gente que tiene los mismo gustos que nosotros, aunque pocos tienen el valor de reconocerlo". Mi mujer le miraba encantada, para ella sus palabras sentaban cátedra e iban a misa. A mí también me relajaba sentirme comprendido, con tan solo dos frases de David, me dejé llevar:
-"Me excita mucho lo que estamos viviendo, tengo curiosidad y quiero evolucionar en nuestra nueva relación, creo que podré disfrutar igual o más que vosotros" me sinceré, no se sorprendieron y se abrazaron. Era un punto de inflexión, me estaba soltando, las cosas empezaban a quedar claras.
CONTINUARÁ.