Mi mujer se inicia en el bdsm4. Sonia y el sexo

La pareja formada por Nico y Helena mantiene relaciones de dominación con una compañera del trabajo. Sonia se presta a realizar toda clase de juegos sexuales con ellos dos.

Esta historia tiene unos relatos anteriores

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EL RELATO DE SONIA

Después de la llamada de Nico tuve que masturbarme del subidón que tenía. Había resuelto mi problema en el trabajo y, de rebote, iba a tener una ración de sexo ese fin de semana con mi idolatrada Helena y su marido. Que Nico me hubiera dicho que iba a ser su zorra esclava me puso a cien y mientras que me masturbaba pensaba en lo que me haría y haríamos juntos: follar todo el día, que me penetraran con dildos, que me follaran los dos a la vez, mamarle la polla a Nico o comerme el coño de Helena. Todas esas posibilidades me llevaron a tener un par de orgasmos de campeonato.

A la mañana siguiente me vestí con un vestido corto que realzaba mis curvas, unos tacones de 7 centímetros y prescindí de toda la ropa interior. Al salir de casa me sentía observada y desnuda ante todos; eso me tenía en estado de celo continuo y temí que llegara a manchar la ropa si mis genitales se seguían empapando. En el coche tuve que recurrir a los pañuelos de papel para secar parte de mis flujos que no paraban de manar. Tuve que tranquilizarme para poder tener la reunión de preparación de equipo que tenía en una breve media hora. En el despacho ya me esperaba Nico y dos personas de su grupo de trabajo. En poco mas de una hora de intercambio de ideas, perfilamos las ayudas que necesitaba para finalizar el trabajo y el reparto de tareas según las mejores habilidades de cada uno. A las 9.30 estaba ya todo terminado y Nico despidió a sus colaboradores dándoles las gracias por haber acudido un sábado a la reunión. Me quedé sola con él y le di las gracias por todo lo que había hecho por mí.

-No te equivoques, Sonia -me dijo-. Esto no es un favor personal, es una operación para la empresa y para salvar la chapuza que habéis hecho. Sigo diciendo que no es por tí y que si quieres te puedes largar ahora mismo. Lo profesional no puede estar mezclado con lo pasional.

-Nicolás -le contesté-, estoy muy agradecida porque solucionamos, has solucionado mas bien, un gran problema. Aunque no sea por mi te lo agradezco de todos modos. Y por supuesto que quiero estar con vosotros este fin de semana. No tienes ni idea lo que os he deseado estos meses y ahora, por fin, puedo estar con vosotros.

-No, no estarás con nosotros, estarás a nuestro servicio. El que me intentaras seducir ha de ser castigado y lo vamos a hacer hoy mismo.

-Lo que me ordenes, estoy dispuesta a hacer todo lo que me digáis. Lo único que espero es que no seáis unos asesinos en serie y que salga bien de vuestra casa.

Nico soltó una carcajada y replicó que no lo eran. Que su idea era tener sexo consentido y siempre con límites que marcaría yo. Me ordenó que cerrara la puerta del despacho, cosa que hice rápidamente, y en seguida me pidió que me desnudara. Era muy sencillo pues sólo llevaba el vestido y nada mas. Éste cayó al suelo y quedé en pelotas ante su atenta mirada. Me pidió por señas que diera la vuelta para poder verme mejor. Una vez examinada con la vista, me pidió que me acercara. Creí que me iba a besar pero lo que hizo fue meterme mando directamente acariciando mi coño que ya estaba muy húmedo desde por la mañana. No sólo me acarició sino que me penetro con dos dedos muy lentamente mientras que con el pulgar me acariciaba el clítoris.

-Vaya, estás ya muy mojada. No me esperaba menos de ti -me dijo-. Siéntate en la mesa con las piernas abiertas. Le voy a mandar unas fotos a Helena para que se vaya animando. ¿Te parece bien?

Le contesté que me parecía bien cualquier cosa que me ordenara y si era para satisfacer a Helena mucho mejor. Me abrí de piernas mostrando mis dos agujeros de forma descarada. No tenía vergüenza de ninguna clase, quería exhibirme y que los dos me vieran disponible. Me separé un poco las nalgas para que mi culo resaltara. Nico me hacia fotos con el móvil y de vez en cuando pasaba su mano por mi encharcado coño. Metió un par de dedos dentro de mi, con lo que casi me hace correrme, y me los dio a chupar con una amplia sonrisa. Sabía que estaba totalmente “salida” y se aprovechaba para hacerme sufrir sin permitirme llegar a mi orgasmo. De repente se retiró, dejo de hacerme fotos y me ordenó que me vistiera no sin antes pasar por su cuarto de baño para asearme y ponerme presentable.

Salimos de la oficina y me comentó que pasaríamos por un sex-shop porque quería comprar una serie de artilugios para pasar la tarde y la noche. Se explayó diciendo que estaban experimentando con la dominación y el BDSM y que Helena ya se había iniciado en ello y quería que yo también lo hiciera. Ante su sorpresa, le comenté que yo ya era asidua al BDSM tanto en mi vertiente sumisa como en la de dominante. Mi último novio había sido un buen amo para mi y mi anterior novia una sumisa a la que había hecho de todo. Así que no me sorprendería nada de lo que planearan hacer conmigo. En el sex-shop, con la inestimable ayuda del joven y amable dependiente, compramos algunos artilugios: esposas, brazaletes para las muñecas y tobillos, pequeñas cadenas de unión y para los pezones, un flogger (látigo de mango corto y con varias tiras de cuero para azotar), una fusta de pala ancha, dos antifaces, una mordaza, unas bolas chinas vaginales y anales y, a petición mía, dos consoladores con vibración, un plug anal con vibración y un arnés con consolador de goma de un calibre mas que aceptable. Se gastó un dineral porque estas cosas baratas no son. Salimos de la tienda y montamos en su coche para dirigirnos a su casa. A mitad del camino me ordenó que me subiera el vestido y que me sentara directamente sobre mi trasero. Eso me dio mucho morbo y le comenté que me iba a excitar y que podría manchar el asiento. Me replicó que tuviera cuidado y que si lo manchaba tendría que limpiarlo con la lengua. Para ser un novato en los roles de dominación, Nico se estaba soltando mucho. La verdad es que estaba cada vez mas cachonda y el día no había ni llegado a la mitad. Cuando llegamos a su garaje observé que, afortunadamente, no había manchado nada de la tapicería con lo que no tendría que limpiarla, aunque, sinceramente, no me hubiera importado.

Al entrar en su casa, Helena nos esperaba sentada en uno de los butacones de sus salón. Yo conocía la casa de la vez que montamos un trío hace cosa de un año. Ella se levantó y le dio un beso a Nico. Éste le dijo que atendiera a su invitada como se merecía. Se acercó a mí y me estampo un beso en la boca, introduciendo su lengua y jugando con la mía. El morreo se extendió un rato hasta que Nico nos separó diciendo que me iba a gastar, que me dejara. Yo estaba cada vez mas excitada y no sabía bien que hacer. Helena me propuso sentarnos y tomar algo, pero Nico se interpuso y acató la propuesta pero poniendo la condición de que nos desnudáramos las dos y nos sentáramos en las sillas del comedor. Mi “amor” comenzó a desvestirse librándose de su short en primer lugar y mostrando su coñito tapado unicamente por un micro tanga que le cubría exclusivamente el clítoris con un minúsculo triángulo mientras que una escueta tira de tela, casi un hilo, se introducía entre sus labios desapareciendo por detrás. Esa visión me puso a cien. Era mucho mejor que verla desnuda. Su sostén era también de infarto, no le cubría nada de las tetas y sólo tenía un circulo de tela que dejaba los pezones al descubierto. Esa era toda su vestimenta. Nico quedó impactado con la visión de sus esposa.

-¿Pero de donde has sacado eso? ¡Estás impresionante. Ganas me dan de violarte aquí mismo!

-¿A que esperas? ¡Viólame!

-Que mas quisieras. Pero tendrás que esperar. Hay que atender a nuestras preciosa invitada primero.

Yo ya estaba desnuda. Me había costado muy poco librarme del vestido y el no llevar ropa interior había facilitado las cosas. Nico dijo:

-Voy a traeros unas bebidas, un poco de vino, dada lo hora, será lo conveniente. Sentaros de frente una a la otra.

Trajo tres copas de la cocina y nos dio dos de ellas mientras él se quedaba con la tercera. Empezamos a beber y Helena, mirándome con lujuria, dejó que el vino corriera desde sus labios hacia abajo, llenado sus tetas, su vientre y, por fin, llegando a su pubis. Era una escena como la de “Lunas de hiel”, pero con vino en lugar de leche. Ella sólo me dijo una palabra: “chúpame”. Diligente, me acerqué a su silla y comencé morreándola y limpiando su cara y su barbilla. Bajé por el cuello hasta sus pechos que sorbí y magreé adecuadamente después de librarla del sujetador. Mientras me concentraba en su barriga oí que me decía: “cómeme ya el coño, puta calienta chochos”. Como ese era mi objetivo no lo dudé ni un momento y comencé a lamer sus labios y su raja. El micro tango no molestaba pues estaba incrustado entre sus pliegues. Retiré a un lado el triangulito que tapaba el clítoris y empecé a lamer como una desesperada. Helena gemía y pedía mas. Empecé a succionar con mis labios su “pepita” y cuando le mordisqueé suavemente se corrió en mi boca. Sus flujos aumentaron y se movió con espasmo reflejos de su orgasmo. Yo seguí mordiendo y chupando hasta que me separó con su manos y me atrajo a su boca para comernos los morros. Compartí sus jugos desde mi boca y no pude por menos que tocarme violentamente. Pero Nico, que había observado la escena con gran tranquilidad, me agarró el brazo y me dijo que no, que no podía tocarme y mucho menos correrme hasta que ellos quisieran. Me ordenó que me separara y que lo desnudara. Helena se unió a mí y le quitamos la camisa, los zapatos y calcetines el pantalón y quedó vestido con un boxer unicamente. Puedo apreciar su enorme bulto y me lancé a chupar su pene por encima del boxer. Esta práctica siempre me ha encantado, el comer un rabo por encima de los calzoncillos me produce un placer exagerado. Al estar comprimido por la tela, la polla no puede crecer del todo y se hincha y la puedes mordisquear sin temor, así como manosear los testículos y apretarlos sin riesgo de aplastarlos si me excedo. Y me ocurre lo mismo con las tías. Lamer por encima de las bragas es un placer que me pone muy burra. Ver como se mojan con mi saliva y con sus flujos cuando se excita es una maravilla. Nico se vio sorprendido por mi ataque pero, lejos de disgustarle, me dijo “vaya, que gozada. Haces lo mismo que mi mujer. Estáis hechas la una para la otra”. Helena me guiño un ojo y se puso a lamer por debajo de los boxer intentando chupar sus testículos. Por fín le bajamos los calzoncillos y su polla salto enfrente de mi cara para que yo me la metiera entera hasta la garganta. Mi compañera se entretuvo en lamer las pelotas y en acariciar las nalgas y el ano de su marido. Pensé que lo penetraría pero no lo hizo, con su mirada me dió a entender que no le gustaba, solo parecía gustarle las caricias. Se separó de mi y dijo:

-Sonia, aquí vas a empezar tu castigo. Ponte de rodillas en la silla y pasa las manos por el respaldo. Tu, esclava, -dirigiéndose a Helena- trae la bolsa del sex shop que vamos a jugar con las cosas que hemos comprado.-

Me puse en la posición que me habían ordenado y me sujetó con unas esposas las muñecas al respaldo de la silla. Estaba apoyada en el respaldo con mi pecho y mis tetas colgaban. Podía estar de rodillas en el asiento o de pie con las piernas abiertas. En cualquier caso mostraba a mis captores tanto mi vagina como mi culo. Ella se colocó el arnés que habíamos comprado y lo acercó a mi boca. “Chúpalo bien, mi zorrita, cuanto mas lubricado mejor te entrará en tu coñito”. Ensalivé el grueso consolador, que yo misma había elegido sin saber que era yo su destinataria. Me beso profundamente y se fue hacia atrás acariciando mi espalda y retorciendo uno de mis pezones. Gemí de gusto con este estímulo. Se posicionó detrás de mi y me susurro: “prepárate porque voy a clavártelo todo entero y voy a disfrutar mucho con tu follada”. Sentí el capullo del consolador penetrando mis labios hacia la vagina. No tuvo resistencia ninguna de lo lubricada que estaba. Siguió metiéndolo hasta que noté su pubis contra mi culo. Ahí empezó un lento mete y saca que se volvió mas violento a medida que ajustaba sus movimientos. Estaba en la gloria siendo inundada por aquél pedazo de consolador. Sentía que estaba próxima al orgasmo cunado mi amo se acercó por delante y me ofreció su polla para follarme también la boca. Así penetrada por mis dos agujeros se sincronizaron para que mientras él me la metía ella sacaba el falo de mis entrañas y al revés. Estaban perfectamente al compás y así estuvieron un rato hasta que Nico se detuvo y, acercándose a la bolsa de artilugios, sacó el plug anal que me mostró mientras que lo untaba de lubricante. Helena, viendo la maniobra, detuvo sus vaivenes a la espera de órdenes.

-Ahora nuestra sumisa particular va a probar lo que es una triple penetración. Métele el plug hasta el fondo por el culo y ponlo a toda potencia. Quiero que se derrita. ¡Vamos, sin miedo. Todo entero!

Mi amante metió sin miramientos el intruso en mi culo y activó la vibración a toda su potencia. Empecé a sentir oleadas de placer sobre todo cuando mi amo empezó de nuevo a follarme la boca. Ahora la sincronía de mis dos folladores se combinaba con las vibraciones y me hacían tener una serie de sensaciones tórridas al máximo. No me pude contener y me corrí rugiendo pese a tener una polla en la boca. Mis orgasmos se sucedieron y llegaron a su cumbre cuando se corrió en mi boca y sentí que, con todo el roce, mi folladora se corría también después de palmear muy fuerte mis glúteos. Caí rendida, mientras que se retiraban de mis agujeros dejando el vibrador incrustado en mi ojete.

-Por favor, dejadme descansar. Estoy rota. Y parad ese chisme, que me está matando.

Riendo a carcajadas, ella me quitó el plug sin miramientos, que salió de mi culo haciendo “plop” como si se descorchara un botella de champán. Mis piernas temblaban por lo que me senté en la silla una vez me libraron de las esposas. Hasta el momento la experiencia había sido memorable.

CONTINUARÁ