MI MUJER SE INICIA EN EL BDSM 5. sonia 2ª
Las vivencias de Sonia se completan con sexo desenfrenado y muy sucio.
Esta historia tiene unos relatos anteriores. Se recomienda leerlos para tener una visión de conjunto.
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Sonia se relaja después de la sesión de sexo y Helena cuenta su historia.
EL RELATO DE HELENA.
Después de correrme y de liberar a Sonia los tres nos sentamos desnudos en los sillones. Ella estaba muy cansada del trote que le habíamos dado y yo satisfecha del orgasmo que había tenido. Mi marido nos propuso salir a comer a un restaurante, pero que antes de salir nos vistiéramos adecuadamente, cuanto mas zorrón mejor. Quería que nos exhibiéramos a conciencia. Sonia estuvo de acuerdo, pero ella sólo había traído el vestido sin nada mas así que tendría que prestarle ropa para salir.
Después de asearnos en el baño, nos fuimos los tres a mi cuarto y empecé a ver que podía prestarle. Primero la vestiría a ella y después sería mi turno. Naturalmente no llevaríamos ropa interior. Para Sonia saqué de mi armario un top ajustado que seguro que resaltaría sus tetas. Dejaba la barriga al aire y, dado que no tenemos la misma talla de pecho, ella los tiene mas grandes, le estaría muy ajustado. Cuando se lo puso el efecto era demoledor. El escote por arriba estaba bien, pero por abajo se le veía la parte inferior de las tetas y, por supuesto, los pezones se clavaban en la tela como botones. Para sus piernas elegí una falda vaquera, que en su caso y con el culo que tiene, era poco mas ancha que un cinturón. Tapaba mínimamente su trasero dejando ver algo de sus cachetes. Cuando se sentara estaría prácticamente desnuda encima de la silla, la tela no le taparía absolutamente nada y su trasero y vagina estarían en contacto con el asiento. Yo elegí un vestido de una pieza que dejaba la espalda totalmente al descubierto de manera que prácticamente se me veía el comienzo del culo y era muy corto, aunque un poco menos que el de ella. El escote no era muy pronunciado pero al tener un escote trasero tan grande se podía ver parte de mis tetas por los lados. Estábamos las dos muy monas y muy zorras, para que la gente se muriera de envidia al vernos y no poder catarnos. Como complemento, mi marido me pidió que le introdujera a Sonia un vibrador en la vagina, con conexión bluetooth, que permitía manejarlo desde el teléfono.
Cuando llegamos al restaurante fuimos la atracción de la concurrencia. Todos, y todas, nos seguían con la mirada, con muchos cuchicheos de las mujeres presentes, y miradas de vicio de los hombres. Ellas nos miraban como putones y ellos deseando follarnos. Nos sentamos en una mesa apartada , previa propina generosa de Nico, que nos mantenía a salvo de miradas indiscretas. Pedimos la comida y de repente mi acompañante se estremeció. El vibrador estaba activado y le trasmitía sensaciones muy agradables a su chochete. Me acerqué a ella y le aplasté una de las tetas por debajo del top apretándola a conciencia y a continuación retorciéndole un pezón. Ella gruñó y soltó un “joder, que dolor. Joder que gusto”. Le susurré que me tocara las tetas por dentro, que me magreara bien, cosa que hizo con gran placer mientras se estremecía con las vibraciones del aparato. Nico mientras estaba disfrutando de la visión de nostras dos y desde el móvil aumentó la vibración lo que provocó que Sonia se corriera de inmediato. La solté y le dije.
-Ven al baño, quiero que me comas el coño. Lo necesito ya.
Volviéndome a mi marido le dije -Lo siento esposo, pero tu no puedes entrar en el servicio de señoras. Después te cuento lo que hagamos y en casa te dejaré que disfrutes de todo lo que se te apetezca. Pero ahora voy muy salida y quiero que esta puta me alivie. ¡Ven perrita!-
Entramos en el baño y nos metimos en uno de los servicios que parecía mas limpio. Me senté en el water y me subí la falda para facilitar el acceso a mis partes. Sonia se arrodilló y me dio un lametón en mis labios que me hizo estremecer. Prosiguió con sus lamidas y mordisquitos y se centró en mi clítoris lamiendo y chupando hasta que me corrí. No había durado ni un minuto. Con la cara de satisfacción y los labios llenos de mis efluvios se levantó y me besó de manera salvaje. Estuvimos así un tiempo hasta que se separó y me dijo -tengo que mear ¿me dejas sentarme?- Le contesté que yo también pero que empezara ella. Con cara de excitación me contestó que podíamos hacerlo las dos a la vez.- Ven. Me siento en el water y tu te sientas encima, de cara a mi, y meamos las dos- Mi sorpresa se transformó en morbo incontenible cuando me senté encima de ella y empecé a orinar en su coño mientras ella hacía lo mismo. Nos fundimos en un beso de los mas cochino y en ese momento me volví a correr y creo que ella también lo hizo. Acabamos de orinar y salimos a refescarnos del acaloramiento que teníamos. Cuando llegamos a la mesa ya habían servido los platos y sin mas dilación comenzamos a comer y a beber el buen vino que nos habían traído. Yo miraba a Sonia y ella a mi. Estaba deseando de terminar la comida e irnos a casa. El vibrador ya había sido guardado convenientemente y mi esclava estaba mas tranquila y pudo disfrutar de los platos. Nico, pobre mío, era casi un convidado de piedra que nos observaba sin participar en nuestros juegos. En cuanto terminamos salimos disparados con una calentura desaforada. En el coche a mi esposo le tocó conducir mientras que nosotras nos poníamos atrás. No podíamos parar de lujuria, al menos yo. Nos besamos y nos magreamos a conciencia. Habíamos elegido muy bien la ropa ya que nos permitía acceder sis problemas a todas las partes del cuerpo. Le dije a mi esclava:
-Baja a comerme el coño. Es todo para ti. Y sabes que está sucio de tu orina y la mía. Límpiamelo bien, gorrina.
Nico, al oir mis sucias palabras, casi se sale de la carretera. Gritó, -mira que sois putas y guarras no se si aguantaré a llegar a casa para follaros-.
Sonia se estaba empleando con sus lamidas muy a fondo. No contenta con eso me hizo sin miramientos las tenazas; el pulgar en mi vagina y el indice en mi culo de manera que intentaba apretar mis paredes anal y vaginal para unir sus dedos. Me corrí otra vez entre gemidos, lo que provocó un gruñido en mi hombre que ya no aguantaba mas. El resto del viaje fue mas tranquilo aunque seguí torturando a Sonia con pellizcos en sus tetas y pezones durante todo el camino. Ella los aguantó estoicamente con grandes gemidos de dolor y placer. Nada mas entrar por la puerta de casa, Nico me agarró por los brazos y me dijo que me desnudara y desnudara a la perrita. Cuando quedamos desnudas se acercó a nosotras y nos dijo que lo desnudáramos y a continuación que le mamáramos la polla las dos a la vez.
EL RELATO DE NICO.
Ver a esas dos “golfas” mamarme la polla a la vez era como hacer realidad una peli porno de las que se pueden encontrar en internet. Se turnaban en introducir mi falo en su boca y chupar la base o las pelotas. Se intercambiaban besos, era una situación increíble. Y dado que eran mis supuestas esclavas y mi calentura les “ordené” que en cuanto me corriera se tragaran toda mi leche, lo que no tardó en ocurrir. Mi lefa cayó en la boca de Helena y Sonía no perdió un momento en lamer todo mi capullo y una vez limpio se lanzó a la boca de mi mujer para chupar y morrear todo mi semen. Se lo intercambiaron en una situación y escena de lo mas guarra que había visto, entre otras cosas porque una de las protagonista en era mi mujer. Porque una cosa es ver esto con actrices, que están muy buenas pero que no sabes quienes son, y otra cosa muy diferente que la protagonista de las escenas sea tu propia esposa que se lo monta con una compañera de trabajo. Nuestro primer trío no tenía comparación con este. Aquí estábamos absolutamente salidos y parecía que todo valía.
Había satisfecho mis deseos por ahora. Decidí que había que hacer una parada para relajarnos un poco y tomar algo. Desnudos, eso si, y después de asearnos mínimamente nos sentamos en el salón y preparé unas bebidas que nos ayudaran a recuperarnos. Le pregunté a Sonia por sus experiencias en la dominación y nos estuvo contando que lo practicaba desde joven nada mas empezar la universidad. Sus primeras experiencias fueron con una estudiante de erasmus francesa que tenía 22 años. Con ella intensificó sus tendencias sáficas y sado masoquistas. Marlenne, que así se llamaba la francesa, la convirtió en una sumisa mientras estuvo en su estancia. Además hicieron lo mismo a otra compañera, Melissa, que fue sometida a los caprichos de las dos chicas. Las descripciones de sus hazañas de jovencita me pusieron a cien igual a a mi mujer, que volvió a acercarse a ella acariciando sus pechos y su cuerpo para después pasar a besarse intensamente. Las paré y me puse en plan amo y señor. Ordené que Sonia atara a mi mujer en la cama abierta al máximo formando un aspa. Las manos atadas a la cabecera y las piernas abiertas atadas a la parte de abajo. Le levanté la cabeza y le puse una mordaza y un antifaz. No veía ni podía hablar. Ordene a Sonia que empezara a flagelarla con cuidado con una fusta de pala ancha. Empezó suavemente por el vientre y le fui indicando, sin hablar, donde debía dirigir sus fustazos. Después de castigarle la barriga indiqué que fuera la teta izquierda la golpeada. Le dio tres trallazos y pasó a la teta derecha propinándole otros tres. Helena gruñía y suspiraba con cada golpe, que no eran excesivamente fuertes, y su respiración cada vez estaba mas agitada. Me acerqué a su oído izquierdo y le susurre: -este es tu castigo por ser tan puta y aprovecharte de la sumisa en los baños mientras que me dejabas tirado en la mesa. Después de que te azoté a conciencia dejaré que te folle con el consolador mas gordo y seguramente te daré por el culo mientra que ella te sigue follando. Sufre y disfruta querida puta mía.-
Sonia siguió azotando un poco mas fuerte cada vez. Le indiqué que le azotara el interior de los muslos y por fin que le diera cinco golpes en el coño. Se recreó pasando la fusta por los labios lentamente, masturbando a su victima, hasta que levantó la fusta y descargó un sonoro golpe que hizo saltar a mi mujer. Se notaba que Sonia había hecho esto muchas veces porque se recreaba en el sufrimiento y el placer de su esclava en ese momento. Los golpes se sucedieron lentamente mientras que Helena se agitaba y estiraba sus brazos y piernas intentando escapar del castigo y gruñendo de placer y de dolor a la vez. Terminaron los golpes y ordené a mi otra esclava que aliviara su dolorido coño con su lengua. Yo, sin poderme aguantar mucho mas debido al espectáculo, me acerqué a su cara y, quitándole la mordaza, acerqué mi polla totalmente erecta a su boca para que me la chupara. Helena abrió su boca y comenzó a sorber mi capullo mientras disfrutaba de las caricias de su otra amante. Decidí que no podía correrme en su boca sin antes follarla. La desatamos y, Sonia se tumbó boca arriba con el arnés y el consolador ya colocado. Helena se empaló lentamente en aquel falo de goma que horas atrás se había alojado en otro coño. Cuando todo estuvo dentro empezó a moverse lentamente proporcionándose placer mientras que así con fuerza las tetas de Sonia y ésta hacia lo mismo con ella. Decidí que ya era hora de follarle el culo. Me embadurné con crema y comencé a meter mi miembro lentamente en el acogedor y cerrado orificio de mi esposa. Lo acogió con gran placer y empecé a follar su culo muy despacio. Con esta doble follada mi mujer estaba gritando de placer mientras Sonia le torturaba las tetas retorciendo sus pezones y yo le palmeaba con fuerza sus glúteos.
-¡Pegadme mas fuerte cabrones. Castigadme duro por favor! -Gritó Helena-
Sonia le metió una mano casi entera en la boca y abofeteó la cara de mi mujer con fuertes bofetones que le hicieron gritar mientras que se corría. A mi vez aceleré mis movimientos y tuve un brutal orgasmo mientras que me derramaba en los intestinos de mi mujer. Sonia, con una voz de vicio, le dijo:
-Tu marido se ha corrido en tu culo. Quiero comértelo y limpiarte toda-.
Helena se salió inmediatamente de mi y puso su culo en la cara de su sumisa.
-¡Comételo todo guarra, mas que guarra. Me pones a mil. Cómetelo mientras me hago una paja. Venga mete tu lengua hasta el fondo. Así. Así!
La escena era alucinante viendo como mi mujer se retorcía de gusto mientras que se masturbaba y la otra chica le comía el orificio del culo con grandes sorbos. Una vez que terminó de comerle el culo oí claramente que Sonia decía “ahora me gustaría que me mearas en la boca, ama. Humilla a tu esclava con tu orina”. Con voz entrecortada oí a Helena decir “todo para ti perra, todo para ti”. Se volvió loca cuando su orina comenzó a salir de su coño y observó como su esclava tragaba directamente del chorro. De repente me exigió: “méanos a las dos Nico, por favor. Necesito sentir que me rindo a ti totalmente, dame todo lo tuyo”. Ante tal demanda no me pude negar y por primera vez en mi vida comencé a orinar encima de mi mujer, o de cualquier otra persona, y de su esclava. Me descargué completamente en ellas meando en su espalda y en sus tetas y barriga. La orina se escurría hacia la cara de Sonia que intentaba absorber todo lo que recibía sin conseguirlo. Mi polla volvió a empinarse y mi esposa me empezó a hacer una de sus esplendidas mamadas, lamiendo toda mi polla y limpiándola de los restos de orina. Mientras, Sonia se encargaba de limpiar el chocho de mi mujer y proporcionarle otro orgasmo. Pese a haberme corrido ya dos veces en el trascurso de pocas horas, la excitación era tal que no tardé demasiado en volver a tener una eyaculación, menos abundante, pero suficiente para que Helena escupiera su contenido en la boca de Sonia que se relamió de gusto.
La cama estaba hecha una porquería y me imagino que no podríamos usarla mas sin cambiar el colchón y todas las sabanas, aunque estas últimas se pueden lavar. La experiencia en el ardor del desenfreno fue muy morbosa, pero el después no es para nada agradable. Un poquito sucios, muy sucios, nos dirigimos a los baños. Esta vez nos duchamos Helena y yo mientras que Sonia usaba el otro aseo. Nada de sexo porque estábamos desechos. Así que después de una relajante ducha nos vestimos con ropa cómoda y dada la hora, eran ya las 9 de la noche, había que reponer fuerzas cenando algo. Pedimos comida india y nos dedicamos a charlar de la experiencia y de otras experiencias que habíamos tenido. Si lo que nos contó Sonia era sólo el 50% verdad, su vida sexual daba para protagonizar una docena de películas y 20 novelas de esas que llaman románticas y que no son mas que pornografía soft para amas de casa.
Sonia nos contó su historia con Sabrina, una novia que tuvo cuando estudiaba ingeniería informática . Vivieron juntas durante dos años y se convirtió en su sumisa. Sabrina era lesbiana y su sumisión la llevó a follar con amigas y amigos de Sonia. Hicieron tríos, orgías y todo lo que un cuerpo joven se podía permitir en esa época. Fueron unos años de drogas y sexo salvaje. Compartieron muchos amantes y algunos sumisos y sumisas. Hasta que Sabrina se encariñó con una profesora de logica computacional que era a su vez una ama de las mas duras que había visto. La convirtió en su esclava y apartó a Sonia de su vida. Sonia no soportaba a las dominantes de ese tipo que nada mas se excitaban con el dolor y no tenían límites con sus esclavos. A Sonia le gustaba proporcionar placer mediante el dolor y la humillación pero había cosas que sobrepasaban su límite y la profesora los había superado con creces. Después tuvo relaciones “normales” tanto con chicos como con chicas donde siguió experimentando con amigos bisex, heteros y homosexuales. Todo un muestrario de experiencias que superaban a las nuestras en mucho.
-Vaya con Sonia, dijo mi mujer. No te esperaba tan, tan... liberal. Ni tan puta,- continuó riendo-. Eres una caja de sorpresas. Ha sido una velada absolutamente loca y hemos dejado la habitación hecha una porquería. Pero ha valido la pena.
-Si que lo ha sido. Para ciertas prácticas hay que tomar antes medidas muy estrictas, porque en caso contrario es una calamidad. Pero que queréis, me ha podido la lujuria y me he puesto en modo guarra total.
-Si que los ha hecho -dije-. Lo hemos hecho todos. Nos hemos salido del todo, pero ha sido una experiencia increíble, aunque lo de mear así me parece que no es lo mío y sobre todo no lo es por la pasta que nos va a costar limpiar todo esto. Rieron al oir mi comentario y Helena me confirmó que si se repetía sería en otras condiciones.
Sonia empezó a contarnos que ella había estado en algunos sitios donde estas prácticas se hacían en condiciones de manera que no se estropeara nada y con lugares en los que el sado tenía toda clase de aparatos e instrumentos para satisfacer desde los mas prudentes hasta los mas lanzados.
En esto sonó el teléfono de mi mujer. Era nuestra vecina Pilar que le decía que no volvería a su casa al menos en 15 días. Que lo sentía mucho pero que era una situación familiar grave. Helena la tranquilizó diciéndole que se tomar el tiempo necesario, pero que para ponerle los dientes largos le iba a mandar unas fotos de una “amiguita” con la que podría jugar mas adelante. Cuando coartaron la llamada, Helena hizo que Sonia se desnudara una vez mas y a continuación le sacó varias fotos que se apresuro a enviar a Pilar. Esta contesto con varios emoticonos de sonrisa.
La cosa parecía que se iba aclarando. Teníamos a dos hembras dispuestas a proporcionarlos placer a los dos y, lo que es mejor, yo tenía a tres. Iba a tener que mantenerme muy en forma para satisfacer a todas.
CONTINUARÁ