Mi mujer se inicia en el BDSM

Iniciación de una pareja en el mundo de la dominación y el sadomasoquismo

Me casé hace ya 5 años con Helena. Tuvimos un noviazgo relativamente corto, solo un año y medio, aunque a los dos meses de conocernos ya vivíamos juntos. Ella es profesora de instituto y yo ingeniero de proyectos. No tenemos descendencia, por ahora, y disponemos de una holgada situación económica. Tanto ella como yo somos muy fogosos en cuestiones sexuales y no paramos de follar en cuanto podemos. Varias veces a la semana lo pasamos lo mejor posible tanto en la cama como en otros lugares.

Cuando aún éramos novios descubrí, con gran regocijo, que Helena era muy exhibicionista. Le gustaba que la miraran de todas las maneras posibles. Le ponía enseñar sus cuerpo, más bien insinuar, a todos los hombres que se le pusieran al paso. Era muy provocativa vistiendo y usaba ropa muy ajustada y en algunos casos rozando la (in)decencia. Utilizaba vestidos que no permitían llevar sujetador, e incluso alguno tenía que debía llevar sin bragas o tanga. Eso le calentaba sobremanera y, de paso, a mí también. Una vez casados ha seguido haciéndolo y a mi no me importa, todo lo contrario, ya que me encanta que a mi mujer la deseen otros hombres, y mujeres. Yo soy un hetero declarado, sin embargo, Helena es más bisexual. Aún prefiriendo a los hombres ha tenido alguna relación lésbica e incluso llegó a tener una novia durante un tiempo.

En la playa siempre usa tangas pequeños y luce topless sin ningún tipo de reparo. Los tangas minúsculos permitían enseñar, más que tapar, su culo y marcar sus genitales de manera muy procaz. Naturalmente todos, y muchas veces algunas, se quedaban extasiados mirando aquel cuerpo que está bastante bien formado y tenía de todo para mirar y admirar. Helena tiene un metro setenta de estatura, unas tetas no excesivamente grandes pero si muy bien formadas y, aún, muy firmes. Su culo es respingón y compacto y su cara, sin ser un bellezón, es mas que agradable y mucho más cuando lleva el pelo corto. Yo mido un metro y setenta y ocho centímetros, así que cuando ella se pone tacones estamos a la misma altura aproximadamente. Tengo una cara demasiado rotunda, dicen, y un físico normal con hombros bien formados por los ejercicios que hago casi todos los días en el gimnasio. Los fines de semana que puedo hago unos kilómetros en bicicleta. Mi mujer también practica ejercicio, sobre todo gimnasio y paddle. Por otra parte, y ya que estamos, mi polla no es extraordinaria pero si suficiente. 16 cms y, eso si, un poco mas gruesa que la media por lo que puedo estar tranquilo en ese aspecto.

Siempre he sentido un impulso sádico en mis gustos sexuales. No lo he practicado nunca y me he conformado con revistas o vídeos y muchas pajas viendo esas prácticas. No me gustan ver barbaridades como flagelaciones excesivas, agujas o escatología. Es decir, me gusta el sado cuando conlleva placer sexual intenso para todos.

Un día de este verano, llegué a casa antes de lo previsto y encontré a Helena sentada en el sofá, con las piernas abiertas y, sin lugar a dudas, tocándose por debajo de su tanga. Cuando me vio, sin dejar de tocarse, me saludó diciéndome:

-No te esperaba tan pronto. ¿Qué tal?

-Que estás haciendo? - le pregunté.

-Viendo una peli porno. Me he excitado mucho y aquí estoy. Ven, acércate. Siéntate conmigo.

Me acerqué al sofá y me senté a su lado. Estaba viendo una peli de tendencia sadomasoquista en la que una mujer atada a una cruz en X estaba siendo azotada en los pechos por otra chica rubia, mientras un hombre la masturbaba introduciendo sus dedos en la vagina y acariciando su clítoris. La chica atada gemía y parecía que a cada golpe en sus pechos se excitaba mas. La escena cambió y ahora se le veía atada con los pies unidos a las muñecas de modo que estaba totalmente abierta en su vagina y trasero. La rubia estaba castigando sus muslos con una fusta y de vez en cuando le golpeaba el coño, lo que hacía que la mujer gritara y gimiera. Un primer plano de sus labios vaginales mostraba que estaban húmedos y, se supone, que segregando líquidos vaginales. Digo se supone porque los mismo era vaselina o algo similar, porque ya sabemos que lo del cine porno es, la mayoría, ficción y casi ciencia ficción.

En el siguiente corte, el tipo anterior, empuñaba una potente polla, la suya, y sin ningún preámbulo la metía en el coño de la mujer que emitía un gruñido de satisfacción. Comenzaba un mete y saca violento que movía a la mujer de arriba abajo mientras sus pechos botaban al compás. La rubia se acercaba de nuevo y cogía las tetas de la mujer, pellizcando las misma y retorciendo los pezones, mientras que el tipo seguía follándola. El hombre saco su polla del coño y metió un par de dedos en el culo de la mujer atada, se escupió en la polla y la introdujo en el agujero del ano hasta que no quedó nada fuera. La mujer chilló y movió la cabeza de un lado a otro. El hombre comenzó una rápida follada, penetrándola profundamente. Duran te varios minutos estuvo así hasta que la saco, y dando un rodeo la acercó a la cara de ella mientras se masturbaba, una escena típica del porno que ya sabemos cómo termina. Y, claro, el tipo terminó meneándose la polla y eyaculando en la boca y el rostro de la chica. Una gran “lefada”, todo hay que decirlo.

Mientras que estas escenas se desarrollaban Helena seguía tocándose y su mano izquierda se posaba sobre mi entrepierna y empezaba a sobarme por encima de los pantalones. En esto era una maestra. Lo hacía en el cine, y, claro, no podías concentrarte en la película, lo hacía en el coche, en un restaurante... donde le venían las ganas, con gran calentón por mi parte que terminaba casi indefectiblemente en una gran follada posterior.

La escena volvió a cambiar y a hora la mujer estaba atada a una especie de banco de gimnasia con los brazos en los laterales y los pies en el suelo. La rubia se acercó a su cabeza y sentó en su cara obligando a la mujer a que le comiera su coño cosa que hizo con mucho ardor, como se veía en el primer plano que nos ofrecieron a continuación. La cámara se recreaba en el coño de la rubia y en la lengua de la mujer. La rubia se movió hacia delante y le ofreció el agujero del culo para que se lo lamiera. La sumisa se puso a ello inmediatamente con gran regocijo de la rubia que gemía desesperada. En un momento dado se separó un poco de la mujer atada y comenzó a mear directamente a su cara y a su boca.

Helena dijo -¡Joder la está meando! ¡Que morbazo! ¡Fóllame ya! ¡Métemela hasta el fondo!

Dicho y hecho. Me bajé los pantalones y el slip y la atraje hacia mi. Ella se puso de espaldas a mi y frente a la televisión, se separó el tanga y me agarró la polla empalándose mientras gemía.. -¡Joder, así. Que gusto! ¡Ahora le limpia el coño de las meadas, joder que corrida! ¡Y la rubia le come la boca! ¡Joder. Joder, me corro, me corro!

Efectivamente, Helena estaba tenido un prolongado orgasmo mientras botaba encima de mi polla y contemplaba mas imágenes de los juegos de las dos actrices. Yo estaba a punto de reventar y se lo dije -¡Ahora voy yo, estoy a punto¡

Helena se levantó rápidamente y se arrodilló mientras me decía -¡En mi boca, échame tu leche en mi boca!- Me meneaba la polla con rapidez y no tuve que contenerme ni un momento, comencé a echar semen como si no hubiera un mañana. Mi mujer comía lo que salía, aunque otras cantidades le cayeron en la cara y en la camiseta. Una vez terminado y mas tranquilos, se tumbó en el sofá y puso su cabeza en mi barriga acariciándome la polla con lentitud mientras seguía mirando el porno en la tele. La película finalizó con un squirting de la esclava cuando la rubia la folló con un consolador de gran tamaño. Helena seguía acariciándome y yo le acariciaba su pelo y cara ya que no llegaba a otras partes.

Movió su cabeza para mirarme y comentó -Nico, ha sido un orgasmo brutal. Me he corrido como nunca. No veas lo caliente que me ha puesto la película. Nunca había visto algo así, tan pervertido y morboso-.

-¿Y qué es lo que te hubiera gustado ser la rubia o la esclava?

Helena ya me meneaba la polla con fuerza, consiguiendo que se me levantara otra vez. Contestó: -creo que la esclava. El estar atada y a disposición de alguien me resulta muy morboso y atractivo-

-Pues si quieres te ato y te follo atada como una longaniza.

Mi mujer me miró y asintió con la cabeza mientras se metía mi polla en la boca comenzando una mamada. La verdad es que es muy buena en eso de las mamadas. Es capaz de metérsela entera en la boca y succionar de una manera muy gustosa. Otra característica es el ruido que hace; chupa de manera estruendosa dando unos sorbetones que me producen una excitación máxima. También hay que añadir que mientras que la mama masajea los huevos de una manera especial, dando pequeños masajes en cada una de ellos y después agarrando los dos con una sola mano como si jugara a las canicas. También pellizca la piel de vez en cuando o la araña débilmente con sus uñas. Tiene una gran variedad de formas de darme placer. Aparte de esa habilidad, algo que me vuelve loco es su manera de hacerme pajas. Es capaz con un solo dedo de llevarme al orgasmo mas impresionante. Con su dedo índice de la mano derecha recorre toda la longitud del pene dando pequeños giros y se centra en el glande recorriéndolo por todos lados y frotando la parte del meato. Alnas veces, cuando tiene las uñas mas largas, suavemente introduce su uña en la uretra y la mueve ligeramente para terminar frotando con la yema del dedo el prepucio. Con eso, normalmente, comienzo a eyacular de manera incontrolada mientras ella mira mis expulsiones. A veces me agarra la polla mientras me corro, pero otras veces la deja a su ritmo, lo que es bastante frustrante porque no controlas demasiado la eyaculación. Después suele limpiarme unas veces con la mano o toallitas y otras veces con la boca, con lo que se me vuelve a empinar y vuelta a empezar. Eso es lo que más le gusta, porque después de eso suelo aguantar follando mucho más tiempo.

A todo esto, Helena seguía masturbándome y ya me encontraba de nuevo en forma. Pensé que lo próximo sería que follaríamos allí mismo otra vez, pero me sorprendió diciendo: -ve a la cocina, coge cuerda y después ve al dormitorio. Allí te espero. No tardes-.

Ni que decir tiene que volé a la cocina. Estaba desnudo de cintura para abajo y descalzo. Entré en la cocina como una bala y me dirigí directamente al cajón de las herramientas a buscar una cuerda. Allí estaba una cuerda de tendedero, de esas que son de nylon y plástico. No había otra cosa, así que tendría que servir. Cuando me disponía a salir de la cocina vi que estaba la ventana abierta y que nuestra vecina, Pilar, me miraba desde su piso. Como estaba medio desnudo me quedé cortado y sólo se me ocurrió saludarle con la mano y salir por pies de la cocina. ¡Vaya imagen que le habré dado a la vecina! Medio en pelotas, empalmado y con una cuerda verde, encima es verde, en la mano. Todo un poema.

Solventada la situación me fui directamente a nuestra alcoba y, cuando entré, vi a Helena tendida en la cama, totalmente desnuda y con las piernas y los brazos abiertos mirándome hacia la puerta en la que yo me encontraba. Me acerqué a la cama y le dije que iba a atarla como a la esclava de la película. Los tobillos atados a las muñecas y éstas al cabecero de la cama, así la tendría totalmente abierta. Ella sólo asintió sin decir nada. Me puse a la labor, aunque no crean que es fácil atar a una persona así. Pero con esfuerzo y paciencia lo conseguí. Mi mujer estaba estupenda impresionante, abierta totalmente y exhibiendo su coño y culo. Esto había que conservarlo no sólo en la memoria sino físicamente por lo que procedí a hacerle fotos desde muchos ángulos para que se mostrara bien su desnudez y su cuerpo entregado. Helena me miraba respirando agitadamente. Se la notaba muy excitada y eso se reflejaba en que su coño estaba muy brillante, muy bonito. Ella siempre tiene el pubis depilado, entre otras cosas porque no podría llevar esos tangas tan pequeñitos que se pone con una mata de pelo sobresaliendo. Sus labios brillaban por la lubricación y no pude por menos que agacharme y darle un lametón desde abajo hasta el clítoris. En ese momento suspiró y se corrió entre quejidos.

-¡Oh dios! ¡Hostia puta! ¡Que bueno! ¡Por favor sigue, dame mas!

Me separé y le dije que no con un gesto de mi dedo. Quería hacerla sufrir mucho para proporcionarle mas orgasmos. La verdad es que la situación era de las mas excitante que había vivido nunca. Helena se mostraba cada vez mas sumisa y profundamente receptiva y excitada. Estaba casi en un estado de trance esperando que la utilizara, supongo.

-Por favor fóllame ya, métemela hasta el fondo. No puedo mas- se dirigió a mi suplicando-

-No, esclava-me atreví a decirle- te follaré solo cuando yo quiera. Te has corrido sin permiso y eso hay que castigarlo-

No se por qué le dije eso, en realidad estaba deseando follarla dada su disposición y su postura, con las piernas totalmente abiertas y exhibiendo sus dos lindos agujeros de manera procaz. Obedeciendo a un impulso me acerqué a su despacho y me hice con una regla de plástico de las que se usan para subrayar. Cuando volví a la habitación me miró y solo dijo -Ohhhh, que fuerte-

No le contesté nada y le dí un reglazo en uno de los cachetes del culo. No muy fuerte la verdad, pero si lo suficiente para que le escociera. Seguí sin hablar y le di en el otro cachete. Después comencé a darle en los muslos, sucesivamente, en las pantorrillas y en las plantas de los pies. Ahí se agitó bastante pero tampoco dijo nada. Sólo suspiraba y se removía con la respiración agitada. Tenía pensado darle mas reglazos, pero me detuve para preguntarle -¿Te apetece algún sitio en concreto por el que continuar? Porque esto me está gustando y voy a seguir un rato- Helena me miró y contestó bajito-en las tetas-.

-¿Cómo dices, no te oigo? Pídelo bien.

-En la tetas, joder. Quiero que me des en las tetas.

-Tus deseos son órdenes, esclava. Te voy a poner las tetas rojas.

Empecé por la izquierda con un golpe plano por el lateral y luego en la otra. Después cambié para darle por debajo en ambas, y por encima de los pezones. Ella suspiraba a cada reglazo. Ya tenía los pechos coloraditos de los golpes cuando me pidió -en los pezones, dame en los pezones- -¿Seguro?- le contesté. -Si, por favor un reglazo en cada pezón, me he portado muy mal corriéndome sin permiso-.

Sin el mas mínimo comentario, me acerque a su lado y descargué un reglazo, no demasiado fuerte en su pezón derecho. Helena gritó pero eso no me detuvo y le dí en el otro. Pregunté con sorna -¿te ha gustado? ¿Quieres mas? Helena gimió y negó con la cabeza. -No por favor, duele mucho-. Pero no le hice caso y descargué otro para de golpes en cada uno en rápida sucesión. Helena esta vez aulló de dolor y dijo -Para, para por favor-

Le hice caso y la dejé descansar acariciando sus pechos y chupando sus tetas y pezones con dulzura. Se relajó bastante mas y empezó a gemir de nuevo de gusto. Me retiré y dije -no me lo has pedido pero estoy seguro que te gustará que te de en tu precioso chochito. Y si no te gusta me da igual porque te lo voy a hacer-

Helena se tensó, pero no dijo nada. Comencé a paras la regla por sus labios moviéndola de arriba abajo. Ella gemía cada vez mas y estaba empapando la regla con sus flujos. Se la acerqué a la boca y dije -chúpala y pruébate. Sabes muy bien- sacó la lengua y chupó con glotonería.

-¿Está bueno, verdad?. Pues ya verás cuando te meta la regla por ahí lo empapada que estará-.

-Nooooo, por favor, no me hagas eso, fóllame con tu polla pero no me metas la regla.

-Ya veremos si te portas bien. Sigamos por donde estábamos.

Volví a pasarle la regla por su coño y esta vez dí un golpe flojito en sus labios. Helena respingó pero no se quejó. Parecía que no estaba incómoda. Le di un par de golpes mas y empezó a gemir. Le daba pequeños golpes y seguía gimiendo. Estaba mojadísima. Con un susurro me pidió. -en el clítoris, en el clítoris-. Me quedé sorprendido pero no tuve ningún problema y le arreé un reglazo en la parte superior golpeando el clítoris. Helena botó y se volvió a correr espasmódicamente gritando -Ohhhh, que dolor, que gusto por favor. Que corrida- Estaba en pleno orgasmo y no me atreví a volver a golpearla con la regla pero si le agarré los labios con la mano y froté con fuerza. Se descompuso y empezó a botar incontroladamente. Estaba teniendo un orgasmo brutal, de los que casi nunca había visto. Quedó desmadejada después del orgasmo y respirando con fuerza. Estaba muy sensible y cualquier toque en su coño le hacía retorcerse.

-Por favor cariño no me toques mas, no lo soporto. Estoy demasiado sensible para seguir. Desátame y déjame descansar.

-De eso nada. Tu lo has iniciado y yo lo voy a seguir. Te recuerdo que yo aún no me he corrido y estoy empalmado desde hace media hora. Ya me duelen los huevos de tanto empalme. Eso me lo vas a solucionar.

-Déjame que te la chupe. Te aseguro que lo haré muy bien.

-No zorrita, ya me la has chupado antes. Ahora quiero follarte.

-Pues hazlo por le culo. Mi vagina está demasiado sensible para que me folles por ahí.

Generalmente no practicábamos demasiado el sexo anal, había que prepararse bien con lavativas y todo eso, pero era algo que nos gustaba a los dos. Le dije: -pero no estás preparada. -No me importa, ponte un condón y fóllame duro por el culo, por favor.

-Como quieras, por mi no va a quedar.

Saqué de la mesita de noche un condón que me coloqué a continuación. Use un tarro de crema para untarme el condón y jugueteé con el ano de mi mujer hasta meterle el dedo índice embadurnado de crema hasta el fondo. Helena gemía mientras la taladraba con el dedo haciendo rotaciones y giros para que relajara el esfínter. Saqué el dedo y puse mi glande en la entrada de su culo. La posición en la que estaba ella favorecía la penetración y pude meter mi miembro con relativa facilidad mientras que ella bufaba del esfuerzo. -Así., así. Métela toda hasta los huevos. Párteme en dos; lo estoy deseando-. Comencé a bombear lentamente, entrando y saliendo de su culo hasta casi sacarla completamente y volverla a introducir hasta el fondo. Seguía con su bufidos que pronto se transformaron en gemidos de placer. -Así, mas. Métela hasta el fondo. Dame duro. Lo necesito. Por favor, sigue mas rápido. Haz que me corra otra vez mas. Destrózame el culo-. Yo estaba alucinando con el lenguaje que estaba utilizando. Nunca la había visto tan desatada y procaz. Ni que decir tiene que estaba encantado. Sin embargo, no me esperaba lo que dijo a continuación.

-Háblame sucio, insúltame, humíllame. Dime cosas guarras.

Joder, estaba simplemente desatada, así que me dejé llevar

.

-Eres una sucia masoquista a la que le gusta que le partan el culo. Cuando acabe contigo, cerda, voy a hacer que te comas toda mi leche y después te seguiré follando. Te ataré a una silla y te meteré tres consoladores, uno por cada boquete, y te dejaré allí horas para que te mueras de gusto corriéndote. Mientras, te azotaré las tetas hasta que sangres y después me mearé en tu cuerpo y en tu boca y te escupiré en la cara. Y te lo tragarás todo mientras te follo el culo con el consolador mas grande que encuentre. Puta, mas que puta sodomita.

Me estaba pasando, pero estaba lanzado y no podía remediarlo.

-Córrete por favor no puedo más, estoy de orgasmo en orgasmo y no puedo parar. Por favor, por favor ya basta.

Con esas palabras de súplica no pude contenerme y me corrí en su culo con violentos espasmos y fuertes movimientos de mi pelvis. Ella lo notó y suspiró profundamente temblando de gusto. Me dejé caer encima de ella y empecé a morrearla mientras le sobaba los pechos.

-Ufffffffff, para ya que me voy a derretir. Suéltame ya de las cuerdas que estoy muy incómoda, por favor.

Después de darle un piquito amoroso, procedí a salirme de ella y a tirar el condón en el suelo. Le solté las piernas primero y las dejó caer pesadamente. Después le solté las manos y se frotó las muñecas. Me dijo:

-Habrá que comprar muñequeras y otras cosas, porque las cuerdas hacen mucho daño a la larga.

¿-Muñequeras. Es que quieres seguir? creía que esto sólo era por esta vez.

-Pues creo que no. No sabes lo que he disfrutado y además me has dicho cosas que me harías y que aún no me has hecho.

-¿Cómo¿ ¿Qué cosas?

-¿No te acuerdas? Me has dicho que me atarías a una silla y me dejarías así horas y que me mearías y me escupirías, o que me azotarías las tetas hasta sangrar. Eso no me lo quiero perder.

Continuará.