Mi mujer se enamora de un paciente anciano
Los abuelos ya estaban volviendo a sus respectivos cuartos, algunos con la ayuda de los compañeros enfermeros que estábamos. Yo me dirigí hacia la habitación de Oscar, mientras él entraba. Cuando llegué, llamé a la puerta y me asomé, le pregunté si podía pasar. Encontré a Oscar de pié mirando por la ventana, se dió la vuelta y me dijo que adelante, que pasara. Tuve una sensación extraña que recorría mi cuerpo, no sabía que hacía en el cuarto de Oscar, pero me excitaba.
Entró en casa, estaba nerviosa, inquieta, no paraba de moverse. Eran las 9:00 de la mañana, y llegaba de trabajar. Aún vestía con el uniforme de enfermera, ya que trabaja en el Hospital en la 7º planta, al cuidado de los ancianos que residen allí. La intentaba calmar, pero ella se movía de un lado a otro, como si tuviese remordimiento de conciencia. Entonces, paró y se sentó en el sofá, tenía los ojos cristalinos y empezaban a asomar las lágrimas por sus ojos.
Me senté con ella, le cogí la mano, y la intentaba tranquilizar, abrazándola, le pedí que me contara que le preocupaba. Ella no quería, me decía que había hecho algo muy malo, y que lo sentía. No entendía nada, no sabía que decía, le dije que se explicara, que le escuchaba y que intentaré entenderla y comprenderla, a lo que ella, secándose las lágrimas, me decía que no me gustaría oírlo.
Tras cinco minutos calmándola, respiró profundamente, y empezó a contarme todo por lo cual se sentía mal. Sus palabras fueron las siguientes:
"Cariño, te voy a contar algo que no te va a gustar, pero necesito decírtelo.
Tu sabes que soy muy presumida, y que me gusta vestirme sexy, y me encanta ir un poco provocativa ¿no? pues mira, ayer se me fue de las manos. Mientras estabas trabajando, yo me preparaba para irme a trabajar, y encima organizábamos una pequeña fiesta para los ancianos. Como siempre, me pongo mi uniforme de enfermera, pero ayer, decidí no llevar pantalones y camiseta debajo, sólo el uniforme. Pensé que los ancianos podrían animarse un poquito si ven a una mujer guapa y provocativa, lo cual decidí acompañar al uniforme un liguero con medias de color carne, y un mini tanga blanco de encaje, con mis zapatos de tacón blanco.
Por eso cuando me viste, te dije que no te asustases al verme así vestida, porque teníamos un fiesta en el hospital. Me despedí de ti, bajé al garaje y me fuí con el coche. Al llegar al hospital, noté como los pacientes y los compañeros clavaban sus miradas en mi, a lo cual no me desagradaba. Incluso alguno me dijo que menuda suerte tenían los ancianos, y yo me reía, me hacía gracia.
Subí en ascensor a mi planta, y allí ya habían empezado la fiesta. Hoy tenían cena especial, y a algunos les poníamos máscaras y a otros pelucas, ya que el carnaval estaba próximo. Les permitimos beber una copita de vino (sin que se enteraran los jefes), ya que nunca beben alcohol y queríamos que al menos, por una vez dejen de lado sus problemas y se diviertan como todos. Yo notaba como muchos de ellos, cuando me acercaba para hablar con los ancianos, fijaban sus miradas en mi culo y disimuladamente aprovechaban para rozar con sus manos mis piernas. Me sentía deseada, cosa que sabes que me gusta y te encanta.
Al final de la planta, hay un señor de 67 años, se llama Oscar, es un hombre que tenía problemas respiratorios. Uno de esos hombres que siempre a vivido solo, sin compañía. De pelo canoso, pesa unos 110 kilos y su físico no es muy bueno que digamos. Vi como me miraba desde la puerta de su habitación, tras una máscara que cubría su rostro.
Los abuelos ya estaban volviendo a sus respectivos cuartos, algunos con la ayuda de los compañeros enfermeros que estábamos. Yo me dirigí hacia la habitación de Oscar, mientras él entraba. Cuando llegué, llamé a la puerta y me asomé, le pregunté si podía pasar. Encontré a Oscar de pié mirando por la ventana, se dió la vuelta y me dijo que adelante, que pasara. Tuve una sensación extraña que recorría mi cuerpo, no sabía que hacía en el cuarto de Oscar, pero me excitaba.
En ese instante, caminaba hacia mi, me cogió de la mano y me apartó de la puerta, la cerró con pestillo y me miró a los ojos. Se quitó la mascara de la cara, dejándose ver su auténtico rostro. Me volvió a coger de la mano y caminamos hacia la ventana. Él se situó detrás de mi, y observamos la luna. Estaba muy nerviosa y excitadísima a la vez, porque de normal soy yo quien provoca a los hombres, y no al revés.
Noté su aliento en mi oreja, y como susurraba de sus labios frases picantes como -"Sabes a lo que vienes, y no saldrás asta conseguirlo. Tu marido estará contento, porque mujeres como tu hay muy pocas. Tengo la inquietud de saber, como huele tu coño"- pero la que me dejó sin palabras fue -"Esta noche desearás no haber entrado"- en la cual yo cerré los ojos.
Mientras me decía todo aquello, intenté moverme para salir de la habitación, pero la piernas me temblaban, no podía moverme. Abrí los ojos, y miré en el reflejo del cristal de la ventana, vi como me miraba él también. Se acercó de tal manera que, su polla la tenía rozando con mi culo. Su mano derecha acariciaba mi muslo mientras que su izquierda me agarraba de la cintura. Me daba besos suaves por el cuello, era increíble lo tierno que era ese hombre.
Sus manos comenzaron a desabrochar el uniforme, abriéndolo por completo. Me veía sexy reflejada en la ventana, con la bata abierta, mis pechos al descubierto y Oscar agarrándome por la espalda. Su mano izquierda se posó encima de mi tanga, empezando a frotarme por encima, mientras su mano derecha agarraba con fuerza mis pechos. Ninguno de los dos hablamos, no era necesario, sabíamos perfectamente que es lo que queríamos. Bueno, sólo dije una cosa -"no me folles, hazme el amor".
Ya estaba más que lista. Estaba muy húmeda, tanto que el tanga estaba mojadísimo. Le abría las piernas en señal de que estaba preparada y ansiosa. Oscar lo único que hizo fue apartar a un lado el tanga, bajarse los pantalones, mojó sus dedos con mi flujo, lo pasó por su polla para lubricarlo, y me penetró muy suave.
Me encantaba esa sensación, de follar despacio pero disfrutando segundo a segundo, de notar como te penetran, notar incluso las venas de su polla, me humedecía cada vez más. Mientras me penetraba, yo me incliné un poquito hacia la ventana, apoyándome en ella para que Oscar tuviera aún mayor facilidad para meterla.
Era un contínuo orgasmo el que sentía, mis gemidos eran suaves pero intensos. El anciano, se inclinó un poco hacia mi, y me cogió con fuerza la mano, giré mi cabeza hacia él, le apreté fuerte la mano, y le miré fijamente mientras me penetraba. Sus ojos hablaban por si solos, su mirada me paralizaba por completo. Y te lo reconozco, me encantaba hacer el amor en ese viejo.
No variamos de postura, ni lo necesitamos. Fueron 35 minutos de sexo pasional que jamás había tenido. Noté como entonces, incrementó un poco el ritmo, miré en el reflejo, y vi su cara, se estaba corriendo dentro de mi. Fue tal el placer y el gozo sentir su semen dentro, que obtuve un orgasmo increíble.
Permanecimos en esa postura durante 5 minutos, fue excitante y morboso. Oscar sacó su polla de mi coño, y se tumbó en la cama, desnudo de cintura para bajo. Me recoloqué el tanga, notaba su fluido en mi, intentando salir por mi coño, empapando el tanga. Me di la vuelta y lo vi, vi al hombre que me hizo el amor como toda mujer sueña que se lo hagan.
Me acerqué a Oscar mientras me abrochaba el uniforme. Le di un beso en los labios, tierno, como bien se merecía y le dije una cosa mas -"Gracias. Antes de irme me pasaré a despedirme"-.
Él me acariciaba el culo mientras estaba de pié al lado de su cama, me agaché y le pasé la lengua por su sucio pene, para llevarme el sabor del mejor sexo que había tenido. Me dirigí a la puerta, abrí el pestillo, y entes de salir me di media vuelta para verlo una vez mas, y me marché a hacer mi ronda.
No dejé de pensar en él y en ti, en cómo decirte que te he sido infiel. Tengo un sentimiento de culpabilidad terrible, porque no te mereces esto. Lo siento cariño, mi instinto pudo más que la cabeza, y ahora mismo mi corazón está en un mar de dudas. Te quiero a ti, y solo a ti mi amor, pero mis deseos son hacer el amor con Oscar."
Yo me quedé en blanco, no sabía como reaccionar a tal bombardeo que me había lanzado mi mujer. Estaba enfadado, decepcionado, triste, pero a la vez, sentí morbo y un poco de excitación. Lo cual mi reacción fue, meter mi mano entre sus piernas, acariciarle el coño (lo notaba húmedo), y le dije -"Lo superaremos"-.