Mi mujer se convirtió en un putón
Lo que voy a contar sucedió hace tres años durante el mes de Agosto.
Lo que voy a contar sucedió hace tres años durante el mes de Agosto. Mi marido y yo trabajamos para la misma Administración, aunque en diferentes secciones, y diferentes edificios, pero tenemos una cosa en común, ambos tenemos que hacer guardia cada diez días en su caso y cada quince o así en el mío, y ese mes, al coger las vacaciones hubo dos guardias que no pudimos cambiar con ningún compañero, de manera que nos marchamos el día uno a la playa con nuestras hijas, con la caravana, concretamente a Isla Cristina, al Camping Giralda, y tendríamos que venir a trabajar, él el día cinco y yo el seis.
Y en efecto, eso fue lo que hicimos, él salió muy temprano el cinco, hizo su guardia, y volvió por la noche bastante tarde, y yo me marche para Sevilla el día seis muy temprano, de manera que casi no hablamos nada, ya que él llegó bastante cansado.
Ese día, hice mi guardia normalmente, pero en vez de regresar por la noche a la playa, como él hizo, me marche para mi casa a dormir en ella, ya que no me gusta conducir de noche.
Y esa puñetera noche sucedió todo, ya que al llegar, decidí ver una película en el DVD, y tras prepararme un bocadillo, me quité la ropa que llevaba, y me dejé únicamente las bragas, ya que hacía bastante calor.
Pues bien, salí del dormitorio, vi que el ordenador estaba encendido. José Antonio debía de haberlo usado el día antes y se olvidaría de apagarlo. Cuando fui a desconectarlo, vi en el escritorio una carpeta con el titulo " FOTOS ML " , y decidí abrirla, y me llevé una sorpresa mayúscula, lo que allí había no eran fotos nuestras tomadas por mi marido, sino un montón de fotos de Marilú, una compañera y amiga de mi marido, en las que se la veía completamente desnuda, posando y haciendo cosas que solo se podían calificar como pornográficas.
Como podréis imaginar, me quedé de piedra, ya que si José Antonio tenía esas fotos en su ordenador, las tenía que haber tomado él.
La visión de aquellas imágenes supuso un mazazo, y me quedé de piedra, sin reaccionar durante un buen rato. La casa se me estaba cayendo encima, pensando en mi marido poniéndome los cuernos con Marilú. Tenía que salir de casa, me sentía como si me faltara el aire, y sin saber muy bien lo que hacia, me levante y tras meter la mano en el armario, me vestí con lo primero que encontré, tras lo cual me marche a la calle.
De manera que estuve caminando sin rumbo fijo, durante no sé cuanto tiempo, casi como un zombi, sin poderme quitar de la cabeza las fotos de Marilú, y lo que ello significaba. Casi sin darme cuenta me encontré en el centro de Sevilla, con un calor agobiante, y pasé por delante de un cine, el primer multisalas que hubo en Sevilla, y aunque bastante anticuado, pensé que por lo menos, allí dentro había aire acondicionado, y sentada en la oscuridad podría pensar con algo de claridad, de manera que entre, saque una entrada sin siquiera ver que película ponían, y me quedé en el hall esperando que empezase la sesión.
En este momento fue cuando empezó todo, yo me había vestido sin mirar que me ponía, y estando allí, me vi reflejada en un espejo, y me di cuenta de lo que me había puesto, la falda, era una que ya no me ponía hacía tiempo, y que me quedaba bastante ceñida, era como a medio muslo, la mas corta que tenía, cerrada por un lateral con cuatro botones desde la cintura hasta media altura, y desde ahí hasta abajo cerrada con un imperdible metálico bastante grande a modo de adorno, y por arriba, sin sujetador, una camiseta calada de hilo, a abotonada por delante, sin mangas y un poco holgada, y que al ser negra, dejaba ver mi blanca piel a través de los agujeros, notándose la falta de sujetador, ya que a pesar de tener los pechos mas bien pequeños, mis aureolas son bastante grandes, y los pezones, cuando se me erizan sobresalen bastante, y el choque del calor del exterior con el fuerte aire acondicionado del local, me los puso tiesos y duros como piedras, notándose a través del tejido.
Mientras estaba esperando, me apoye en una columna de lado, es decir, sobre mi brazo izquierdo, y justo a mi lado se pusieron dos chavales de no más de veinte años, con pinta de canis, y mientras hablaban entre ellos y se reían, me di cuenta de que me estaban tocando el culo. La verdad es que tal y como yo estaba, no me importó en lo más mínimo, y no sentí nada, ni agradable ni desagradable, y sin hacer nada seguí dándole vueltas a la cabeza. Mi pasividad hizo que el que me estaba tocando el culo, se lanzase, y de rozármelo mas o menos disimuladamente, pasó a tocármelo con la mano abierta, sobándome el culo con el mayor de los descaros. Yo, en contra de lo que hubiera hecho en una situación normal, me dejé hacer, como he dicho, casi como si aquello no fuera conmigo, como si estuviese viendo una película. Pero mi pasividad le dio alas al niñato, y metió la mano por debajo de mi falda acariciándome las piernas y el culo. Cuando abrieron las puertas de la sala, me cogió del brazo y me dijo:
Ven con nosotros, te lo vas a pasar de escándalo.
Yo, seguía medio aturdida por lo que tenía en la cabeza, y casi como un autómata, me deje guiar, y así entramos en una sala que no era para la que yo saque la entrada, junto a otras diez o doce personas, que se sentaron sobre la mitad, y nosotros nos sentamos en la última fila, con uno a mi derecha, y otro a mi izquierda.
Yo ni siquiera los miré, simplemente me quedé sentada entre ellos, sin hacer nada ninguno de los cuatro. Pero eso solo fue hasta que apagaron las luces de la sala, pues inmediatamente, dieron un tirón de los brazos de mi butaca, y los quitaron, dejando la mía, la de mi izquierda y la de mi derecha sin ningún tipo de separación, y casi inmediatamente me empezaron a sobar las tetas, y las piernas, llegando fácilmente a mis muslos. Yo seguía como en trance, dejándolos hacer, y sin reaccionar.
Los dos niñatos, fueron cada vez avanzando más con sus tocamientos, y casi sin darme cuenta, me encontré con que uno me estaba tocando el coño por encima de la braga, y el otro había metido la mano dentro de la camiseta sobándome las tetas.
En este momento, los sobes que me daban me excitaron, y si hasta ese momento, yo estaba como en trance, ahora empece a sentirme cachonda, y casi inconscientemente abrí mis piernas para que la mano del de mi derecha pudiese abarcar mi coño sin dificultad.
Durante un rato estuve con los ojos cerrados, dejándome llevar por el placer que sentía, sin darme cuenta de nada más, y cuando los abrí, me di cuenta de lo que habían estado haciendo mientras de magreaban, ya que a la falda le habían quitado el broche que la cerraba, y me la habían subido hacia arriba, dejándome con las piernas abiertas y mis muslos a la vista, y la camiseta, me la habían desabrochado totalmente, por lo que a la tenue luz de la película pude ver mis pechos completamente expuestos.
Casi inmediatamente, uno de ellos empezó a besarme mientras me sobaba el coño, bueno, casi debería decir a comerme la boca, ya que esa expresión describe mejor lo que me estaba haciendo. Mientras, el otro, sin soltar mis pezones, me cogió la mano, y me la llevó hacia su polla, que se había sacado del pantalón, y aunque al principio tuvo que acompañar con su mano el movimiento, tras unos instantes, fui yo la que seguí haciéndole la paja.
Todo se estaba sucediendo como en un sueño, y casi me daba cuenta de las cosas después de suceder, y así, me di cuenta que me habían quitado la camiseta, dejándome desnuda de cintura para arriba, y la falda me la habían desabrochado por completo, estando sentada sobre ella, y con las manos de los dos tocándome los muslos y el coño sin parar.
Uno de ellos me dijo:
Levántate.
Y yo, sin más, lo hice, me levanté y me quedé de pie en la sala de cine solo en bragas. Pero esto duró poco, ya que uno de ellos, me las bajó, y tras sacármelas, se las guardo en el bolsillo.
Yo me sentí en ese momento como una diosa, de pie y completamente desnuda, y uno de los tíos, aprovecho la situación para empezar a comerme los cachetes del culo, el otro, viendo lo que pasaba me giro, de manera que me quede de perfil, de frente a uno y de espaldas al otro, que de inmediato empezó a comerme el coño. No os podéis ni imaginar lo que estaba yo sintiendo en aquellos momentos, pero nunca antes había sentido nada como aquello, llegando a tener varios orgasmos uno detrás de otro sin parar.
Justo cuando acababa de tener uno de ellos, escuche que me decían:
Siéntate aquí, encima de mí.
Yo obedecí, y cuando lo hacía, noté como mi entrepierna chocaba con algo duro, y casi inmediatamente, como entraba en mi coño una polla enormemente gorda, podía sentir como oprimía la entrada de la vagina mientras me sentaba sobre ella.
Tras esta penetración por sorpresa, el chaval se puso a follarme de una forma bastante fuerte, y mientras lo hacía vi como el otro, se quitaba los pantalones, dejando a la vista una polla no demasiado gorda, pero si bastante larga, y tras desnudarse, se puso de rodillas en la butaca y me la metió en la boca. Y así, mientras uno me follaba, le comía la polla al otro, hasta que tras agarrarme la cabeza con las manos, se corrió en mi boca sin dejar que la sacara. Casi al momento, sentí como el que me follaba se corría. Yo intenté levantarme para que no lo hiciera dentro de mí, pero me agarro por la cintura, y me llenó el coño con su leche.
Cuando sentí como se le arrugaba la polla, me levanté, y me senté en mi butaca, encima de mi falda, y tras unos instantes, hablaron algo entre ellos, y me dijeron:
Vístete, nos vamos a otro sitio a seguir con la juerga. Yo me levanté y me puse primero la camiseta, abrochándola por completo y luego la falda. Mientras me la ponía, me di cuenta que al sentarme encima de ella, la había manchado con la corrida del chaval al chorrear de mi coño, pero me dio igual, cerré los botones, y vi que no estaba el broche, de manera que se lo pedí junto con mis bragas, y su respuesta me dejo helada.
De eso ni hablar, me gusta que las tías que me follo vayan sin bragas, y además así te queda mejor con esa raja enseñando el muslo. Y esa camiseta no te queda bien con todos los botones cerrados.
Y a continuación saco del su pantalón una navaja multiusos, y se puso a cortarme los botones de la camiseta, dejándome solo los dos de abajo, para después llevar su mano a mi falda y hacer lo mismo con tres de los botones, dejándome únicamente el de la cintura.
Mientras salíamos de la sala, con el resplandor de la película, podía ver como mis pechos estaban casi totalmente a la vista, amenazando con salirse con el movimiento.
Cuando salimos a la calle, me indicaron que siguiera hacia la derecha, y allí fuera, con la iluminación de las farolas, vi mejor como con el pedazo de escote que me habían dejado en la camiseta, llevaba la mayor parte de los pechos a la vista, ya que la prenda estaba abierta hasta el ombligo, de manera que al andar, se me veían incluso una parte de las aureolas. Por otra parte, mientras caminaba, sentía como la escasa y caliente brisa que corría circulaba por mi entrepierna, y cuando mire hacia abajo, me quedé pasmada, ya que la falda, totalmente abierta desde la cintura hasta el final, me dejaba a la vista el muslo izquierdo por completo, aunque no se llegaba a ver el coño.
Mientras caminábamos por las calles del centro, con los dos chavales a mi lado, no dejaban de tocarme las tetas, el culo y el coño, sin importarles si había gente en la calle, y aunque por suerte estaban casi desiertas, si que nos cruzamos con varias personas, que se me quedaban mirando, ya que los dos me levaban con las manos dentro de mi escasa ropa.
Un par de calles mas abajo, uno de los tíos, me cogió la falda por la cintura y la giro, haciendo que la tremenda raja que llevaba quedase al frente y centrada con mi cuerpo, de manera que con el movimiento de las piernas al andar no solo desnudaba los muslos por completo, sino que llevaba el coño al aire, mostrando totalmente mi peludo coño a toda la gente con quien nos cruzábamos. Bueno, eso era cuando no tenía alguna mano sobándomelo. Por otra parte, con los sobes que me daban mis pechos estaban totalmente fuera de la camiseta, algo que todo el mundo podía ver con claridad.
Mientras caminábamos, uno de ellos sacó su móvil y tras apartarse un poco se puso a hablar un rato, aunque no llegue a enterarme de lo que decía.
Cuando llegamos a la Plaza de la Encarnación, les pregunté:
¿Dónde vamos?
A un sitio donde vas a disfrutar como la puta que eres. Tu cállate y vente con nosotros.
En un momento dado, se acercaron a un par de ciclomotores bastante cochambrosos que estaban aparcados en la acera, y tras arrancarlos, me hicieron subir en uno de ellos, pero cuando me senté, uno de ellos, me dijo:
No, así no, bájate. Cuando lo hice, me volvió a girar la falda, y colocó la raja en el lateral derecho de mi muslo, no en la parte frontal del mismo, como la llevaba antes, sino a un costado, y tras mirarme un poco, me desabrocho la camiseta por completo. Ahora esta mejor. Súbete.
Cuando me subí, tuve que dejar mis piernas bastante abierta, dada la postura del asiento, lo que hizo que mi pierna izquierda quedara totalmente a la vista, y el muy cabrón, antes de montarse, me hizo levantar un poco el culo y tiro de la falda hacia atrás.
Cuando arrancaron, por supuesto sin casco ninguno de los tres, empezaron a circular bastante rápido, de manera que al llevar la camiseta abierta, con el viento de la marcha, se arremolino en mi espalda, mostrando la parte superior de mi cuerpo por completo, viéndose perfectamente mis tetas desnudas. Por otra parte, tal y como habían puesto mi falda, y al tener que llevar las piernas abiertas por la postura, estaba enseñando mi pierna derecha por completo desde la cintura. En un semáforo, el otro chaval, que llevaba todo el rato detrás de nosotros, se acercó y me dijo que levantase el culo, y cuando lo hice, tiro de mi falda hacia atrás, y haciéndome sentar con mi culo y coño desnudo sobre el asiento, con la falda suelta por detrás, de manera que al empezar a circular, se puso a flamear igual que la camiseta, mostrando mi culo desnudo, ya que con el aire se me subía a la cintura. Realmente era como ir desnuda, ya que la gente de los coches podía verme tanto las tetas como mis piernas y el culo mientras circulábamos.
Exhibiéndome de esta manera llegamos a una zona de Sevilla que yo no conocía, y que después me enteré que era conocida como la barriada de Los Pajaritos, y tras aparcar delante de un bloque de pisos con una pinta cochambrosa a más no poder, me hicieron entrar, y tras sacarme la falda y la camiseta, me dijeron:
Ve subiendo, al último piso.
Pero así no puedo ir, me va a ver alguien. Replique yo.
Pues mejor, que vean el pedazo de golfa que nos vamos a follar esta noche. Tira para arriba, que te veamos bien.
Ante esta respuesta no podía hacer otra cosa que empezar a subir por las escaleras hasta el quinto piso, mientras que ellos detrás de mi se recreaban con la vista de mi cuerpo desnudo. La verdad es que yo estaba tremendamente caliente, y no me costó demasiado hacerlo, realmente estaba deseando volver a sentir una polla dentro de mí encharcado coño.
Al llegar al último piso, empujaron la puerta de uno de los pisos, y entramos en la casa más asquerosa que yo había visto nunca, con botellas de cerveza y restos de comida por todas partes, con un sofá desvencijado y un colchón de matrimonio tirado en el suelo allí mismo en el centro del salón. Nada más entrar, tras empujar un poco la puerta, dejándola medio abierta y encender una lampara de pie que había en una esquina, se abalanzaron sobre mí, y empezaron a meterme mano por todos lados, desnudándose rápidamente. Mientras lo hacían, me di cuenta que la terraza estaba abierta, y que no había cortinas, de manera que desde el bloque de enfrente podían ver todo lo que hacíamos, a pesar de la escasa luz.
Ni que decir tiene que me follaron los dos, y como dos bestias. Yo nunca había sentido nada como aquello, la verdad es que disfruté como nunca había disfrutado follando.
Cuando los dos terminaron, le liaron un porro, y me lo dieron a probar, cosa que acepté. De manera que allí estaba yo, en un cuchitril infecto, tirada en un colchón asqueroso totalmente desnuda al lado de dos canis que me acababan de follar como animales y fumándome un porro con ellos. Si esa mañana me dicen como me iba a ver, me da un ataque riéndome.
No sé si fue por los años que hacía que no fumaba, por la calidad del canuto, o por lo cargado que estaba, pero aquello termino por desinhibirme, de manera que cuando la puerta del piso se abrió y entraron tres tíos mas, uno de ellos de aspecto marroquí, no me importo en absoluto, y seguí tirada en pelotas fumándome el porro tranquilamente.
Lo que pasó a continuación os lo podéis imaginar, tras explicarles los dos chavales lo que habían hecho conmigo en el cine, como me habían llevado por la calle, como me habían traído hasta allí en la moto, y como me habían follado, los tres se empezaron a desnudar, y casi sin darme cuenta tenía otra vez la boca y el coño llenos de carne joven dándome caña como si no hubieran follado en siglos. Lo mejor de todo fue en un momento dado, que estaba tumbada boca abajo sobre uno de ellos mientras me follaba, con una polla en la boca, y masturbando a otro, que empecé a sentir como me acariciaban el ojete del culo. Yo solo en un par de ocasiones había dejado a mi marido intentar metérmela por ahí, y las dos veces tuvimos que dejarlo, ya que me dolía bastante, pero en ese momento, quizás debido a mi extrema calentura, o al canuto que me había fumado, no solo no me dolió cuando algo duro empezó a entrarme, sino que tras unos instantes empecé a sentirme completamente llena, y disfrutar. Tenía una polla en el coño y otra en el culo, follandome a la vez y totalmente sincronizadas en sus movimientos. Me imagino que no eran la primera vez que lo hacían, ya que aquello era como un baile que me llevó a tener un montón de orgasmos casi encadenados, disfrutando como una perra en celo.
Cuando terminaron, se corrieron dentro de mí, como habían hecho todos ellos hasta ese momento, y tras un buen rato más en que acabaron por follarme todos, nos tumbamos de nuevo en aquel apestoso colchón, mientras nos tomábamos unas litronas que sacaron del frigorífico de la cocina.
Cuando estabamos así bebiendo cerveza a morro de la botella directamente, el moro me dijo:
Tía, tienes el coño demasiado peludo, te lo voy a afeitar como a mí me gustan los coños de las guarras.
No, de eso ni hablar, no me gusta afeitarme el coño, además, ¿qué le digo a mi marido cuando me vea?
Joder, con la tía guarra, si encima esta casada. Pues te aguantas, le cuentas al cabrón de tu marido que te lo ha afeitado un moro que te ha estado follando.
En ese momento se me vino a la cabeza algo que había olvidado por completo desde que empezaron a meterme mano en el cine, a mi marido y las fotos me Marilú, y pensé que el puto moro tenía razón, cuando al día siguiente le enseñase el coño a José Antonio le diría exactamente eso.
En un momento el moro se presentó con unas tijeras, un bote de espuma de afeitar y una cuchilla, y tras recortarme toda la pelambrera, se dedicó a embadurnarme el coño con la espuma, y en menos de cinco minutos me dejó el coño como el de una niña. Bueno, el coño y el culo, ya que me afeitó toda la entrepierna.
La verdad es que cuando me levanté y me miré en el espejo del cuarto de baño, me gusto lo que vi. Mi marido levaba años insistiendo en que me lo hiciera, y yo siempre me había negado, y habían tenido que ser cinco canis los que me lo hicieran.
Cuando volví me preguntaron si me gustaba.
Me encanta. Y más me va a gustar cuando mi marido lo vea y le diga como ha pasado.
Uno de ellos agrego: Así me gustan las golfas, y encima por lo que el Jonatan me ha dicho no te importa que te vea la gente por la calle. Ven, vamos a terminar la cerveza en la terraza, que te vean bien los de enfrente.
Y con la litrona en la mano, y completamente desnuda, salí a la terraza, asomándome a la barandilla y tras darle un largo trago a la cerveza, me apoye de espaldas, y les dije:
Bueno, yo si soy capaz de salir, a ver quien se atreve a follarme aquí mismo.
Ni que decir tiene que entre lo que llevaban fumado y bebido, ninguno se cortó lo más mínimo, y los cinco volvieron a follarme apoyada en la barandilla de la terraza. Quizá lo mejor fue cuando me follo el ultimo de ellos, el moro, ya que me giro, y mirando de cara al bloque de enfrente y apoyada en la barandilla, me dio por culo durante más de media hora. Era increíble el aguante que tenía el cabrón, y si solo con la follada me hizo llegar al cielo, el hecho de hacérmelo en la terraza, mirando como desde las ventanas de enfrente alguna gente miraba, fue lo máximo.
Cuando terminó, entramos dentro y seguimos fumando y bebiendo, y después de un breve descanso, empezó uno de ellos a sobarme el coño estando yo sentada en el colchón con la espalda apoyada en la pared. Mientras lo hacía, yo seguía con la litrona en una mano, mientras con la otra me pellizcaba los pezones. En esto estaba, cuando, no se porque, me acerque la botella al coño y mientras el chaval me metía dos dedos dentro, empece a acariciarme el clítoris con la botella. El chaval, quitó la mano y se quedó mirándome mientras yo seguía acariciándome, y me dijo:
Metete la botella en el coño y hazte una paja con la ella.
Yo, la verdad, nunca había hecho algo así, ya que en mi vida únicamente me había masturbado alguna que otra vez cuando era adolescente, y nunca me había introducido ningún tipo de juguete ni nada por el estilo, pero esa noche no tenia nada que ver con lo que había sido mi vida hasta entonces, de manera que seguí jugando con la botella, primero pasándola por los labios, para a continuación hacer lo mismo por la entrada de la vagina, y poco a poco, empece a meter el cuello de la litrona, primero un poco, no mas de dos centímetros, pero conforme lo hacía, unas ganas irresistibles de meterme toda la botella en el coño me invadió.
Poco a poco empece a empujar, sin dejar de mirar como entraba, hasta que vi como tenía el cuello de la botella dentro del coño, y empece a meterla y sacarla ante la atenta mirada de los cinco tíos, follandome con ella. Mientras lo hacia, con la otra mano me pellizcaba el clítoris, y cuando conseguí correrme un par de veces, empece a empujar la botella hacia adentro.
Desde luego que era del todo imposible llegar a introducirla por completo, ya que como he dicho era una botella de cerveza de litro, y por lo tanto mucho más ancha que la entrada de mi vagina, pero el hecho de sentir como esta se iba dilatando poco a poco, y el hecho de ver como se me ponía, me produjo un placer indescriptible.
Cuando por fin la saque, era algo increíble como se me había quedado el coño, totalmente abierto y dilatado como yo no lo había visto nunca, y nunca creí que pudiera dilatarse.
Los cinco tíos estaban alucinando, y tras algunos comentarios soeces, uno de ellos le dijo que me había estado sobando antes de empezar con lo de la botella:
Tío, métele la mano dentro del coño, que a la puta esta fijo que le cabe entera.
El otro, miró a su compañero, y tras mojarse la mano con un chorro de cerveza, empezó a meterla dentro de mí. Primero cuatro dedos, que entraron con una facilidad pasmosa, para poco a poco empezar a empujar a la vez que iba girando la mano.
Yo miraba incrédula como su mano iba entrando poco a poco dentro de mi coño, a la vez que podía sentir como se me dilataba, y casi sin darme cuenta, vi como entraba por completo hasta la muñeca. Cuando entro, el chaval se quedó quieto, como sin saber que hacer, y uno de ellos le dijo:
Mira la tía puta, si tiene un coño como la boca del metro, le cabe cualquier cosa. Muévela, follate a esta guarra con la mano.
El de la mano, me miró y empezó a girarla a la vez que la sacaba y metía poco a poco muy despacio, hasta que cuando se dio cuenta de que no me quejaba, aumentó el ritmo.
Aquello era increíble, mi marido algunas veces mientras nos metíamos mano, me masturbaba metiéndome dos dedos en el coño, pero cuando intentaba meterme el tercero tenía que parar, pues me dolía. Ahora en cambio tenia toda la mano de un tío del que ni siquiera sabía el nombre metida dentro del coño, follandome con ella.
Cuando me corrí varias veces más, la saco, y ahora si que era demasiado como se quedó mi coño. Aquello era la boca del metro. Se podían ver las paredes interiores de la vagina perfectamente.
Yo les pedí que me dejaran descansar un rato, que estaba molida, y tras unos instantes, de nuevo me follaron otra vez todos ellos, los siete, y cuando el primero me la metió en el coño, dijo que me lo había dejado tan abierto con la mano que no se enteraba, y tras sacármela, me la metió por el culo, follandome hasta correrse dentro. Los demás hicieron lo mismo, darme por el culo todos ellos, mientras me pellizcaban el clítoris y los pezones.
Cuando terminaron volvieron a encender unos porros, y yo los volví a acompañar en la fumada, de manera que entre lo que había bebido y fumado esa noche, a partir de aquí no consigo recordar nada, hasta que me despertó el sol entrando por la terraza abierta.
Al principio no sabía exactamente donde estaba, pero tras unos instantes, recordé todo lo que había pasado.
Y allí me encontraba yo, tirada completamente desnuda en el colchón. Los cinco tíos se habían ido dejándome sola. Yo me levanté, y fui al cuarto de baño a lavarme un poco la cara, a ver si me despejaba, pues estaba aturdida, y con la cabeza dándome vueltas por el resacón. No pude hacerlo, no salía agua del grifo. Lo intenté en la cocina, pero tampoco tuve éxito. Me volví a tumbar en el colchón un rato a ver si conseguía despejarme, y cuando me vi mas o menos en condiciones, me levante y empece a buscar mi ropa. No la veía por ningún sitio, y por un momento pense que se la habían llevado ellos, para que no me marchara, y la verdad es que me asusté un poco, pero al final vi en un rincón mi bolso y mi ropa.
En cuanto cogí el bolso mire dentro a ver si faltaba algo, pero no, estaba todo, mi cartera con la documentación y las tarjetas y el poco dinero que llevaba cuando salí de casa, mi teléfono y demás.
Cuando cogí la ropa, y la vi a la luz del día, me di cuenta que si me la ponía iba a parecer una pordiosera, ya que estaba, aparte de sin botones tal y como me la dejaron al salir del cine, totalmente arrugada, y con manchas secas de cuando me senté encima, pero además, sobre todo la blusa, con un montón de manchurrones de lo que parecía semen seco. Me imagino que debieron usarla para limpiarse, por lo que rebusque por la casa a ver si encontraba algo que pudiera ponerme, pero lo único que encontré fue uno pantalón de hombre roto.
De tal manera que con lo que había quedado de la ropa con la que salí de casa, cubrí mi cuerpo. Eso era otro poema, ya que estaba totalmente cubierta de manchas secas de las corridas de los cinco tíos y por mis propios flujos, y además, creo que mientras dormía debieron mearse encima de mí, por el fuerte olor a orines que desprendía.
Pero no podía hacer otra cosa que intentar arreglarme un poco para no dar demasiado cante por la calle, y así me peine como pude, y con un pañuelo de mi bolso y usando mi propia saliva me "lave" la cara, y con la camiseta tan abierta como la noche anterior, y con las aureolas asomando al moverme, y con la falda con la raja hasta la cintura desnudando mi muslo izquierdo, baje a la calle y empecé a andar buscando un taxi, pero ese día, domingo, y por aquel barrio, no había ninguno, de manera que seguí andando hasta salir a una avenida donde pude orientarme, y empece a caminar camino de mi casa, sin dejar de buscar un taxi.
Durante esta caminata, al principio estaba cortada, ya que la excitación y el aturdimiento de la noche anterior habían pasado, y procuraba que no se viese demasiado mi cuerpo, a pesar de la indumentaria, pero para sorpresa mía, poco a poco, mientras lo hacia y veía las miradas de la gente al cruzarme con ellos, me fui calentando, y empece a andar de una forma mas natural, al principio, para al poco seguir haciéndolo de manera provocadora, y deje de intentar que la camiseta no se abriera, para pasar directamente a lucir mis pechos, ya que al andar, se bamboleaban, lo que hizo que mis aureolas y los pezones estuvieran a la vista de todos.
Por unos instantes estuve tentada de girar la falda para que la raja quedara justo delante, y enseñar el coño sin un solo pelo, pero de día me pareció demasiado, y solo la deje en la parte delantera de mi muslo izquierdo, a pesar de lo cual, al pasar por delante de un escaparate pude ver como era posible ver mi entrepierna sin demasiada dificultad.
Después de casi media hora andando en este plan, vi un taxi, y lo cogí, marchándome a mi casa. El conductor no dejaba de mirar por el retrovisor, incluso llegue a pensar que me diría algo, y tal como estaba en aquellos momentos, creo que me hubiese dejado follar por él, pero no hizo nada aparte de perder detalle de mis tetas y mis muslos por el retrovisor. Imagino que con la pinta tan guarra que llevaba debió pensar que era una puta de regreso a su casa después de una noche de trabajo. Y bueno, la verdad era que lo que había estado haciendo no se podía calificar como de "trabajo", pero creo que a mi, en esos momentos si me podía calificar de puta.
Cuando llegamos a mi domicilio, me tape un poco, para que no me viese ningún vecino, y afortunadamente en el trayecto hasta mi piso no me cruce con ninguno, aunque quizás tampoco me hubiera importado demasiado.
Cuando entré, me dirigí hacia la cocina a beber algo de agua, ya que estaba con la boca seca, y en el suelo, al lado de la mesa de la cocina vi un post-it con una nota de mi marido, y cuando la leí, casi me da un infarto. Esto era textualmente lo que decía:
"Pava, (este es al apelativo cariñoso que usamos entre nosotros) te dejo el ordenador encendido para que veas una cosa. En el escritorio hay una carpeta con el nombre "FOTOS ML" que me ha mandado Jesús el gordo por mail. Dice que la ha sacado de una pagina guarra de Internet. Cuando veas quien sale en las fotos vas a alucinar. Ya me contaras cuando nos veamos mañana"
Me quedé de piedra, esas fotos no eran mi marido, se las había mandado Jesús, un compañero y amigo nuestro. Tras leer la nota me fui al ordenador, aun encendido y efectivamente, había un correo electrónico de Jesús contándole que se había encontrado las fotos de Marilú en una pagina de voyeurs donde la gente manda sus fotos. En el mensaje de Jesús, estaba la dirección de la pagina Web de donde las saco, y me conecte a ella, encontrando las fotos de Marilú, y no solo las que mandó el gordo en su correo, sino un montón mas de ella, haciendo de todo e incluso una especie de reseña donde contaba sus gustos y quien le había sacado las fotos, otro compañero del trabajo.
Después de todo lo que había hecho para vengarme de mi marido, resulta que él era completamente inocente. Y yo en cambio había estado toda la noche como la mas tirada de las putas, follando con cinco tíos de la forma más sórdida que podía haber, y exhibiéndome semidesnuda, mostrando mi cuerpo en plena calle a todo el mundo.
Me es muy difícil explicar las sensaciones que me invadieron, una mezcla de vergüenza, arrepentimiento, tristeza y sobre todo, pena por lo que había hecho con tal de vengarme de mi marido, pues creo que esa era mi intención cuando en el cine deje hacer a los canis.
Al principio pensé en contarle todo a mi marido, pero lo que había hecho era demasiado fuerte para que lo comprendiera, a pesar de que es una persona bastante abierta, además, no hubiera podido hacerlo por la vergüenza que me daba.
Tras un rato bastante largo pensando, decidí que no le diría nada, bueno, lo de mi coño afeitado se daría cuenta en cuanto me viera, ya que siempre me esta metiendo mano, y pensé en decirle que era un regalo para él, ya que llevaba años detrás de mía para que me lo afeitara, algo a lo que siempre me negué, aunque de vez en cuando me lo recortaba para darle gusto.
Mientras iba de camino hacia el camping, seguí pensando, y decidí que la mejor manera de perdonarme a mi misma era compensarlo a él, y hacer todo lo que yo sabía que le gustaba, y nunca acepte hacer, seguiría con el coño afeitado, haría toples en la playa, algo que rara vez hago, y que a él le encanta, cambiaría mis biquinis por tangas, me compraría alguna minifalda, de las mas cortas que encontrase, como a él siempre me ha dicho que le gustaría verme, y no usaría ropa interior de ningún tipo durante todas las vacaciones. Esto ultimo es algo que le encanta, y de hecho de vez en cuando le doy el gusto y salgo din usar ropa interior, aunque procuro que no se pueda dar cuenta nadie, pues eso iba a cambiar, saldría sin ropa interior sin esconderme.
Ese primer día juntos tras mi noche loca, estuvimos comentando lo de las fotos de Marilú, y él en un momento dado de la conversación me comentó que no le parecía mal.
¿Qué no te parece mal? ¿Qué te parecería si en vez de Marilú fuese yo la que sale en las fotos y tus compañeros de trabajo estuvieran pasándoselas?
Bueno, si te digo la verdad, no me molestaría. Se supone que esas fotos las habríamos hecho nosotros, y de común acuerdo, por lo tanto no veo el problema. Además, a la hora de colgarlas en la red se podría ocultar la cara para que no te reconocieran.
¿De verdad no te importaría que todo el mundo me viese posando desnuda?
No, me encantaría que fueses un poco exhibicionista, y además, tu ya sabes que me gusta hacerte fotos, y si no te las hago en pelotas es porque tú no quieres. Si tu me dejases hacerte fotos como las de Marilú y no te importase que las colgaras en la red, lo haría de muy buena gana. ¿No me dirás que no te daría morbo saber que té esta viendo un montón de gente desnuda?
Pues la verdad es que si, que tiene que tener su morbo. Quizás un día. de éstos té de una sorpresa
Cuando le dije esto, noté como empezó mi marido a tener una erección solo con pensar en exhibirme, y sin decírselo, decidí que lo haría, durante las vacaciones dejaría que me hiciese todas las fotos que quisiera mientras yo hacía todo lo que había decidido, y una vez en casa, sin que él lo supiera enviaría algunas de esas fotos a la pagina Web donde estaban colgadas las fotos de Marilú, aunque desde luego, sin mostrar mi cara, tampoco era plan de que todo el mundo pudiese reconocerme.
Durante el día fuimos a la playa, pero me puse un biquini normal, aunque si estuve un rato sin la parte de arriba, y me di cuenta como José Antonio, disimuladamente me hacia varias fotos mostrando los pechos. Días antes, me hubiera enfadado, y me hubiera tapado las tetas, pero en ese momento, le deje, y no me resulto desagradable.
Por la noche, tras dar de cenar y acostara las niñas, se marchó mi marido a ducharse a los servicios del camping, y mientras lo esperaba para ir yo, y no dejar las niñas solas, me puse a preparar el neceser y la ropa, y decidí darle una sorpresa, busque una camiseta vieja, que solo usaba para dormir ya que estaba bastante gastada y me clareaba los pezones, y una faldita corta de las de bajar a la playa, y las guardé en el neceser. Esa noche me pondría aquello para calentarlo y darle una alegría. También hice otra cosa, ya que mi marido normalmente lleva barba, la cuchilla de afeitar y el jabón los tiene en el aseo de la caravana, y no los guarda en su neceser, así que lo cogí para dar un repaso a mi coño y ofrecérselo bien suave.
Cuando volví de ducharme, solo con la camisetita y la falda y me vio José Antonio me preguntó que hacia con esa ropa, no enfadado ni nada por el estilo, sino sorprendido, y más se sorprendió cuando le respondí:
Ya te dije esta tarde que un día de estos te iba a dar una sorpresa. Y sin que el se lo esperase, aprovechando que estaba sentado frente a mí, me puse de pie de espaldas a él y me levanté la faldita, mostrándole mi culo desnudo.
Vaya, hoy estás hecha una guarrilla ¿no? Ven aquí, que te meta mano.
Sí hombre, aquí en medio, para que la gente se dé cuenta.
Pues mejor, así se darán cuenta de lo maciza que estas. Acércate, que te voy a levantar la falda para que puedan ver el coño que me voy a comer esta noche.
Yo me acerque, sabiendo que me iba a meter mano sin importarle demasiado si alguien nos veía, y me puse de espaldas a él, pero lo que no esperaba era que hiciese lo que había dicho, y me levantó la falda desnudándome el culo mientras lo sobaba. Yo instintivamente mire alrededor para ver si alguien nos veía, ya que a pesar de estar en el avance, y solo lo podían hacer desde el frontal, las parcelas de enfrente estaban ocupadas, y aunque comprobé que en esos momentos no había nadie, me dio bastante morbo.
Cuando mi marido, sorprendido de que no me pusiese a protestar como hubiera sido normal, siguió con lo que estaba haciendo, y por la cara que puso, creo que se llevó la mayor sorpresa de su vida cuando metió su mano entra mis piernas, y se dio cuenta que lo tenia afeitado por completo.
Ostia, te lo has afeitado. Joder, me encanta, te voy a comer el coño toda la noche. Cuando acabe contigo me van a tener que escayolar la lengua.
Y sin importarle si nos podían ver, me giro, y tras quedárselo mirando un buen rato, acerco su boca y me empezó a pasar la lengua por todos lados. Yo, en ese momento escuche ruido, alguien se acercaba por el camino, y me separé de él y deje caer la falda.
Vamos dentro.
Una vez en la caravana, tras comprobar que las niñas estaban dormidas, cerramos la puerta que separa la nuestra cama del resto, nos desnudamos y empezamos a acariciarnos y besarnos.
Mi marido no dejaba de tocarme el coño, y me preguntó:
¿Cómo es que te ha dado por hacértelo? Con la de tiempo que llevo detrás de ti para que te afeites.
Te dije que te iba a dar una sorpresa, y prepararé porque no va a ser la única.
José Antonio hizo lo que me había dicho en el avance de la caravana, se llevo no sé cuanto tiempo comiéndome el coño mientras yo encadenaba un orgasmo detrás de otro.
En un momento dado paró de comerme, y entre risas me dijo que le dolía la mandíbula, que tenía que darse un descanso, y yo aproveche para tumbarme de lado y decirle que me abrazara por la espalda. Esta es una postura que a los dos nos encanta, ya que a él le permite tocarme tanto las tetas como el coño mientras su boca me acaricia el cuello, y a mí me encanta sentir su polla entre las piernas frotándome el coño, también suele ponérmela en el culo, y aunque desde que intentamos la penetración anal hacia años, y le dije que no me gustaba, porque me dolía, no había insistido, yo se que le gustaba intentar metérmela, pero no seguía adelante, aunque he de reconocer que en más de una ocasión, llegó a entrar la punta, y la verdad es que entre eso y su mano en mi clítoris, me gustó.
Pero esa noche, iba a ser distinto. Cuando después de un rato sentí su polla contra el agujero de mi culo, empuje un poco, y la cabeza entró sin demasiadas dificultades, imagino que debido a las veces que me lo follaron la noche anterior. Curiosamente no había sentido ningún tipo de molestia durante el día a pesar de la caña que me dieron por detrás, aunque el coño si lo tenía escocido después de lo que me metí.
Mi marido, cuando sintió como entraba dentro de mi culo, se quedó quieto, pero siguió trabajándome el coño y las tetas con las manos, hasta que se retiró un poco y la sacó. Yo, moví mi mano hacia atrás, y cogiéndole la polla, la apoye en el ojete, y le dije que la volviese a poner donde estaba.
Él no dijo nada, pero empujó un poco y volvió a meterme la punta, siguiendo con su mano trabajándome el coño. Yo estaba que me moría de gusto, ya que con la mano es tan hábil como con la lengua. Yo, hice algo que el no esperaba, me separe un poco de él, y doble un poco el cuerpo, a la vez que empuje con mi culo contra su polla. Él se sorprendió un poco y se quedó quieto, pero yo seguí con el movimiento, y me la metí por completo dentro del culo.
¿A que esperas? ¿No te gusta?.
Me encanta.
Pues ya que la tienes dentro follame. Párteme el culo.
Me estuvo follando el culo bastante rato, ya que José Antonio tiene muchísimo aguante, aunque como contrapartida, es poco frecuente que me pueda echar otro polvo a continuación.
Cuando termino, tras correrse dentro de mí estuvimos descansando abrazados, y me preguntó sobre lo que había hecho, respondiéndole yo que se preparase, que tenía se iba a levar mas sorpresas el resto de las vacaciones.
Cuando el día siguiente bajamos a la playa, me puse una camiseta normalita, y la faldita corta de la noche anterior, y debajo de esto, únicamente un tanga, pero no una prenda de baño, ya que no tenía ninguna de ese tipo, sino uno de vestir, aunque por el tejido, de algodón y el estampado de flores, perfectamente podía pasar por un bañador, y estoy segura que nadie se ha dado cuenta las veces que lo he usado que no es un bañador.
Pues bien, cuando llegamos a la arena y mientras mi marido colocaba la sombrilla, las toallas y demás, me puse a ponerle crema a las niñas, sin quitarme la ropa, y cuando se termine, y se marcharon a la orilla a jugar, que puse de frente a José Antonio, y me quite la camiseta. A mi marido se le ilumino la cara cuando me vio con las tetas al aire, ya que al haber gente relativamente cerca, nunca imaginaría que me quedaría en toples, y tras dejar que se recreara mientras guardaba la camiseta en la bolsa, me quite la falda, mirándolo de frente. El no reconoció la prenda, y me pregunto si me había comprado nuevo ese bañador. Yo le respondí que no que ya hacia tiempo que la tenia, y cuando termine de quitarme la falda, me gire dándole la espalda, y mostrándole mi culo apenas cubierto por el triangulito trasero de la prenda.
Ni que decir tiene que mi marido alucino, y así estuvo toda la mañana al ver como yo no me cortaba ni un pelo, quedándome todo el tiempo únicamente con el tanga.
Cuando por la tarde volvimos, decidí darle otra vuelta de rosca a la situación, y cuando salimos, mi marido vio el tanga secándose en el tendedero, y me preguntó si por la tarde no iba a haber ninguna sorpresa. Yo le respondí que no, pero la verdad es que se la iba a llevar mayúscula, pues yo, como ya he dicho no tenia ningún bañador tipo tanga, y de vestir solo me había llevado dos, el que use por la mañana, y otro que uso muy poco, pues me va un poco pequeño, y que entre nosotros llamamos "el tanga de putilla", ya que cuando me lo regaló, fui lo que dije que parecía. Os lo describo, la prenda es negra, y tiene los laterales y la parte trasera formada por un cordón que no me cubre absolutamente nada, sobre todo el culo, ya que lo desnuda completamente, y por delante, un triangulito de tela muy, muy pequeño. Las veces que me lo he puesto, se me salían los pelos por todos lados, incluso cuando los llevaba recortado, pero ahora no iba a tener ese problema. Otra característica del tanga es que es de gasa transparente, con lo que se me veía la raja del coño por completo.
Nada más llegar a la playa, tras instalar las toallas y demás, hice igual que por la mañana, le di crema a las niñas, y a continuación, de cara a él, me saque la camiseta, dejando las tetas al aire, y a continuación, me di la vuelta, y me quité el pantalón corto que llevaba, dejándole boquiabierto cuando se dio cuanta de la prenda que me había puesto. Cuando me vio por delante, se quedó con la boca abierta como un tonto, sin acertar a decir nada.
Con las tetas al aire y el tanga "de putilla" estuve toda la tarde tomando el sol, ante la mirada de sátiro de mi marido, que casi no se creía lo que yo estaba haciendo. Pero sin duda lo mejor fue cuando mi hija mayor dijo que porque no dábamos un paseo por la playa.
Cuando yo dije que si, José Antonio me preguntó si me iba a poner la camiseta y el pantalón.
- De eso nada, llevo un tanga precioso y me hace ilusión lucirlo. ¿O es que no quieres que me vean así? Si no te gusta que me vean así me visto un poco.
No, no, me encanta como vas, y me da morbo que te pasees así por la playa delante de todo el mundo, mira como la tengo desde que llegamos.
Cuando dijo esto, se llevó la mano con disimulo a la polla, que tenía como un poste. Bueno, en realidad la tenía así desde que llegamos y me quité el pantalón.
Con las niñas jugando por delante de nosotros nos dirigimos hacia la izquierda de la playa, donde como a cien metros hay un chiringuito, con bastante gente, y a otros doscientos metros, otro, este con menor afluencia de gente. Conforme nos acercábamos al primero, la gente se daba cuenta de la transparencia del tanga, y era todo un poema ver las caras de la gente al verme, los tíos con los ojos abiertos mirándome el coño a través de la gasa, y las tías poniendo cara de pensar "menuda puta".
Mientras andábamos me sentía realmente como una puta, mostrando mis tetas, mi culo desnudo y mi coño afeitado a todo el mundo, y me encontraba realmente a gusto haciéndolo. Paseando rebasamos el segundo chiringuito y continuamos un poco más, hasta que mi marido dijo de volver. Yo le pregunté que le había parecido la sorpresa, y él me respondió:
Ni en mis más salidos sueños podía imaginar que serias capaz de hacer algo así, me encanta que te pasees delante de la gente enseñando tu cuerpo, y como los tíos te miran el coño y el culo.
Cuando llegamos al chiringuito que estaba más cerca de nuestras cosas, se me ocurrió una cosa, y le dije a mi marido que me esperase un momento, que iba a las duchas a refrescarme un poco.
Las duchas están en el camino de acceso desde la arena al local, y desde el mismo, se tiene una visión total de las duchas, y hacia allí me dirigí, pudiendo ver como la gente me miraba desde dentro del chiringuito, y yo, tras abrir el grifo, me recree un buen rato bajo el agua ante las miradas de todos. En un momento dado, pensé dar un paso más en mi exhibición, y tras meterme varias veces la mano dentro del tanga, haciendo como que me quitaba la arena, me lo bajé por delante lo suficiente para dejar mi monte de Venus a la vista de todos.
Cuando creí que ya tenían bastante, cerré el grifo y me subí la prenda, pero tirando de ella hacia arriba, de manera que me quedase más subido que antes. Mientras lo hacia notaba como la parte inferior se me clavaba en el coño, pudiendo sentir como los labios se salían por los laterales del triangulito, y así me di la vuelta y me dirigí a donde estaba mi marido, mostrando a todos no ya mi coño a través de la transparencia de la tela, sino directamente al llevar el tanga clavado en la raja. Cuando estaba cerca de José Antonio, escuche a una chavala decirle a otra: "menuda guarra, mira como va la tía esa que pasó antes con el tanga transparente, ahora lo lleva clavado en la raja enseñándole el coño a todos, valiente puta tiene que estar hecha"
A mí este comentario no solo no me molestó, al contrario, me gustó, y me entraron ganas de volverme y decirles "si, es lo que soy, una guarra, y me encanta", pero me contuve
Mi marido me miró y no dijo nada, solo se sonrió, y cuando ya estabamos en la sombrilla, me dijo si seria capaz de quitármelo y quedarme totalmente desnuda.
Yo no le respondí, solo metí las manos dentro de las tirillas y me lo saque, tumbándome a continuación boca arriba, y con las piernas bien abiertas para que la gente que pasase cerca pudiera verme bien. Y os juro que me vio un montón de gente, pues bastantes tíos se dedicaron a pasar cerca de nuestra sombrilla, haciendo como que paseaban, pero daban un cante horroroso ya que se notaba a la legua que lo que estaban haciendo era recrearse con mi cuerpo.
Ni que decir tiene que esa noche mi marido me echo un polvo de antología.
Para no alargar mucho la historia os diré que durante nuestras vacaciones seguí exhibiéndome, ya que durante el resto del mes no me puse ni bragas ni sujetador en ningún momento, y además, me compré varias minifaldas, exageradamente cortas, que me tapaban justo hasta las cachas del culo, de manera que estaba mas tiempo enseñando el culo y el coño que otra cosa.
Otra prenda a la que me he acostumbrado desde que me compre un par de ellas a los pocos días es a los tops de licra, con los que al pegarse a mi cuerpo me marcan las tetas una barbaridad, estando todo el día con las largas puestas, como dice mi marido, es decir, con los pezones tiesos y marcándose a través de la prenda. Pero lo mejor es que mandé a hacer puñetas mis bañadores y me hice de un surtido de tangas, todos ellos de tirillas por detrás, y con el triángulo delantero lo más pequeño posible, aun más que el transparente que me puse, con lo que en la playa estaba casi todo el tiempo con los labios del coño fuera de la tela, sin importarme un carajo que la gente me viese, al contrario, buscando exhibirme cuanto más mejor. A mi marido todo aquello le encantó, y nunca, ni de novios habíamos follado tanto ni de manera tan salvaje como cuando me exhibía. Una tarde, incluso me atreví a volver de la playa únicamente con una camiseta, es decir sin nada más debajo, y andando por el camino hacia el camping, y ya dentro de él, todo el mundo con quien me cruzaba podía ver por todos lados tanto mi culo como el coño, ya que la camiseta no llegaba a taparme por completo.
Pero no solo me exhibí en la playa o en el camping, sino que cada vez que salíamos a tomar algo o a comer a Isla Cristina o a algún otro pueblo de los alrededores lo hacia en ese plan, sin cortarme para nada en absoluto el hecho de ir andando por la calle con las tetas o el culo a la vista de todos.
Cuando volvimos a Sevilla, José Antonio me pregunto si iba a dejar de hacer todo lo que había hecho durante las vacaciones. Mi respuesta le encendió la mirada y le hizo sonreír de oreja a oreja:
Esto solo ha sido el principio, si lo que te gusta es que sea una guarra exhibicionista, es lo que voy a ser a partir de ahora, y todas esas fotos que has tomado, ya puedes ir preparándolas para colgarlas en Internet. Y olvídate de lo que dijiste de taparme la cara para que no me reconozcan, si me han podido ver exhibiéndome en persona, no me va a dar vergüenza el hecho de que lo hagan a través del ordenador.
¿De verdad no te importa que las cuelgue y te puedan reconocer?. Mira que Jesús el gordo es muy aficionado a navegar por esas paginas de exhibicionistas y es capaz de enseñárselas a todo el mundo en el trabajo como hizo con las de Marilú
No. No me importa, es más, estoy deseando verlas.
En los días siguientes a nuestro regreso a casa, me dedique a seleccionar mi vestuario, y de la ropa que tenía, deseche una parte, ya que no se amoldaba a lo que a mi marido le gustaba, y otra parte la llevé a María, una modista cercana para que me la modificara, quedándose bastante extrañada cuando vio lo corta que quería que dejase las faldas, aunque no me dijo nada. Cuando me avisó para probarme la ropa, me preguntó acerca de todo aquello, y cuando le dije que estaba harta de parecer una beata, y quería vestirme sexy, me respondió:
Bueno, mas que sexy, vas a ir provocando, raro será que no te metan mano por la calle con estas faldas.
Pues mejor si lo hacen. Ante mi respuesta no dijo nada, pero me miro con una sonrisa.
Ella me dio las faldas que había preparado, entré en la habitación que tiene para que las clientas se cambien, ya que trabaja en su propia casa, y me puse la primera de ellas. Antes de salir de casa, le dije a José Antonio que me iba a poner bragas, que me daba un poco de reparo ir a probarme sin ellas, ya que María se daría cuenta. Y mi marido me respondió que mejor que así me iría entrenando en Sevilla.
De manera que me puse lo que en su día fue una falda vaquera solo un poco por encima de las rodillas, pero ahora era una mini de autentico escándalo, ya que a duras penas me cubriría las cachas del culo, salí y me acerque a la modista, subiéndome en una especie de taburete que tiene para esas cosas.
María me dijo:
Me parece que te queda demasiado corta.
No, así esta bien, esto es lo que quería. María se acercó a mí, y empezó a recoger bien el filo de la falda, para lo que tuvo que agachar, y entre esto y estando yo subida al taburete, se dio cuenta de que no llevaba bragas, quedándose mirando mi depilado coño, con una sonrisa.
Vaya, pues si que vienes fresquita, desde luego yendo así, y con esta falda, casi estoy por meterte mano yo misma.
A mí, la verdad es que siempre me había parecido que María era lesbiana, pero aquel comentario, aparte de confirmármelo, me dejó un poco cortada, y casi sin pensar le respondí:
Bueno, esta falda es para que me metan mano. Casi al momento caí en la cuenta que ella podía interpretar mi respuesta como una invitación, y me puse roja como un tomate.
Joder, Rosario, por que sé que a ti no te va el rollo bollero, pero la verdad es que de buena gana ahora mismo me comía ese chichi pelón.
¿Te gusta?
¿Qué si me gusta? Me encanta, yo lo llevo igual, mira.
Y tras ponerse de pie, se levantó la falda, enseñándome su entrepierna totalmente depilada, ya que iba también sin ropa interior. Y por cierto, un coño como yo no había visto, bueno tampoco había visto muchos, pero tenía unos labios enormes, gordos y abultados, y con un clítoris que a simple vista se veía exageradamente grande y salido.
Por lo que veo no soy la única que va fresquita.
No, yo en muy raras ocasiones me pongo bragas, aunque lo que sí tengo que usar casi por necesidad es el sujetador, ya que con lo gordas que tengo las tetas, ni me resulta cómodo llevarlas sueltas, ni es estético. No como tu, que ya veo que vas sin sujetador, y té queda muy bien llevarlas así.
Después de esta conversación seguimos con las pruebas de la ropa que había llevado a arreglar, y todo había quedado como le indique a María, por lo que me cito a la semana para recogerlas ya terminadas.
Antes de irme, María me dijo que tenía alguna ropa que ella misma hacía por su cuenta para su uso personal, y que si quería me las podía enseñar, a ver si algo me gustaba. Yo le respondí que de acuerdo, y así me hizo pasar a su dormitorio, donde, de un armario, empezó a sacar ropa. Yo, mientras me las enseñaba, empecé a alucinar, ya que todas eran prendas tremendamente sexys, por calificarlas de una forma suave, ya que todo era tremendamente provocativo, y vestida con aquella ropa, cualquiera podía pasar perfectamente por una puta. Mientras estabamos viendo todo aquello, yo le pregunté que cuando usaba esa ropa, y ella me respondió que cuando salía con su novia a alguna fiesta a locales de ambiente. Esto me confirmó lo que yo pensaba de ella, efectivamente era lesbiana, y cuando le comenté que yo ya me lo imaginaba, me respondió que le iban las tías, pero que de vez en cuando no le hacía ascos a una buena polla, sobre todo si podía ser a la vez que un buen coño, y añadió:
Un día podemos quedar tu, yo, y tu marido, ya que por las modificaciones que quieres para tu ropa, me imagino que será bastante liberal.
Bueno, si se lo digo, seguro que se apunta, pero si te digo la verdad, tu me caes muy bien, pero no es mi rollo, lo siento.
Bueno, no pasa nada, no te preocupes, pero después de verte esa preciosidad de coño tenía que intentarlo. Si alguna vez cambias de opinión y quieres probar con una mujer, estoy a tu disposición y a la de él.
Yo la miré con sorpresa, y ella añadió: Si, no te sorprendas, también me gusta meterme una buena polla de vez en cuando
Cuando volví a casa y le conté a José Antonio todo aquello, me dijo que por el no había problema, que si quería probar, él nos acompañaría encantado.
Durante un par de meses mas o menos, nuestra vida siguió como siempre, con el único cambio de que mi forma de vestir era mucho más provocativa, y cada vez que me ponía ropa cañera, mi marido y yo acabábamos echando unos polvos impresionantes. De todas formas, para ir a trabajar, seguía vistiendo más o menos recatada, ya que no quería dar en cante con mis compañeros.
Pero justo a finales de octubre, pasó algo que yo no esperaba, una tarde, mientras estaba en el parque con mis hijas, me pareció ver alguien familiar, y cuando se empezó a acercar al banco donde yo estaba sentada, casi me da un infarto, era el cani del cine, el que me llevó en su moto cuando salimos del local.
Con una sonrisa, se sentó a mi lado y me dijo:
Hola Rosario, ¿donde te has metido? Llevamos desde agosto buscándote. Hemos estado en el cine varias veces a ver si te veíamos y nos íbamos a la casa a pasarlo bien, menos mal que te he encontrado, vente conmigo a echar un polvo.
De eso nada, lo que pasó aquella noche esta olvidado, y no pienso repetirlo.
Y una polla, no pienso dejar pasar la oportunidad de follarme a una guarra como tú. Ya té estas levantando que nos vamos.
Antes de que pudiera responderle, mi hija pequeña se acercó y me pidió agua. Cuando bebió y se marchó, el cani me dijo:
Vale, ahora parece que no va a poder ser, pero te espero pasado mañana a las cinco en este banco, y no se te ocurra pasar de mí, tengo fotos tuyas de aquella noche, y si no quieres que se las mande al cabrón de tu marido vas a hacer lo que yo quiera, si no estas aquí a las cinco, voy a llenar los buzones de tu bloque con las fotos que te hicimos aquella noche.
Yo no tenía ni idea de que hubieran hecho fotos, pero con el pedo que llevaba con las cervezas y los porros que tomé, no sería raro que me las hicieran sin darme cuenta, pero por si acaso no era verdad, le reté a que me las enseñara, y el muy cabrón, sacó su móvil, y me empezó a enseñar un montón de fotos donde se me veía follando con ellos, e incluso metiéndome la litrona en el coño. Por un momento pensé en contarle a mi marido lo que pasó, pero de todas formas no serviría de nada, ya que si hacía lo que me había dicho, todo el mundo se enteraría de lo que hice, de manera que le respondí:
De acuerdo, pero de estar toda la noche nada, me follais y me vuelvo a casa.
Así me gusta, que seas obediente. Y ahora ábrete de piernas, quiero ver si sigues con el coño pelado.
Evidentemente, no pensaba hacer lo que me decía, sobre todo por que, como era mi costumbre desde el mes de agosto, iba sin bragas, pero me dijo que si no las abría, lo haría él, y así iba a llamar la atención.
Estaba pillada, de manera que senté de medio lado en el banco, de cara a él, y me fui abriendo de piernas lentamente, mirando de reojo a mí alrededor por si alguien me veía. Por fortuna, nadie se dio cuenta de nada. Pero el cani tuvo una visión perfecta de mi coño depilado.
Ya sabía yo que eras una guarra. ¿Qué dijo tu marido cuando te vio afeitada? ¿Le contaste quien te lo había hecho?
Le encantó, pero le dije que lo había hecho yo.
Bueno encanto, pasado mañana te quiero sin bragas ni sujetador, y con una mini cortita y un top que se te transparenten los pezones.
Y sin decir nada más, se levanto y se fue dejándome hecha polvo. Durante esa tarde estuve pensando en lo que debía hacer, ya que a pesar de aceptar el chantaje del cani, para evitar que cumpliera sus amenazas, no podía salir de casa un viernes y volver a las tantas harta de polla sin que José Antonio se enterase, de manera que tome la decisión de contárselo todo a mi marido. Cuando acostamos a las niñas le explique lo que pasaba, contándole lo que hice aquella mala noche de agosto, aunque sin entrar en demasiados detalles, más que nada por que me daba vergüenza, y tampoco quería hacerlo sufrir demasiado sin necesidad.
Él, como era de esperar, se cabreó un montón, tanto que pensé incluso que peligraba nuestro matrimonio, y se acostó sin dirigirme la palabra.
A la mañana siguiente, después de volver del trabajo, me dijo algo que no solo me dejó sorprendida, y avergonzada, sino que me hizo comprender lo mucho que me quería, ya que cuando te enteras de que te han puesto los cuernos, y que mediante un chantaje van a seguir tirándose a tu mujer, no es muy normal reaccionar como lo hizo mi marido.
Mira, Rosario, lo que hiciste no tiene remedio, y de todas maneras, si aquello ha servido para que cambiarte y hacernos pasar el mejor verano de nuestra vida, pues de puta madre. Tu disfrutaste esa noche, y después hemos disfrutado los dos. No creo que sea algo de lo que enorgullecerse, pero el resultado final ha merecido la pena.
Y en cuanto a lo del chantaje, he estado pensando, y si nos negamos a hacer lo que te dijo, lo vamos a pasar bastante mal los dos, de manera que lo mejor que podemos hacer es pasar por el aro y hacer lo que ellos quieran, ya que de todas maneras nos tienen en sus manos. Quizás después de una temporada se les pase y nos dejen tranquilos, y mientras dure la historia, pues bueno, hay que verlo de una manera positiva, a la vista de lo que me contaste, no creo que lo vas a pasar demasiado mal, te vas a hartar de polla y te van a exhibir, y las dos cosas te gustan, así que lo mejor es que procures disfrutar del momento y a pesar de hacerlo obligada, que te lo pases lo mejor posible.
He estado pensando, y lo que podemos hacer es que, aprovechando que a mi no me conocen, te siga cada vez que te vayas con ellos, y de esa manera estaré vigilando que la cosa no se ponga peligrosa. No te preocupes, hagas lo que hagas yo estaré a tu lado, no me importa a cuantos tíos te folles, ni las cosas que seas capaz de hacer, procura disfrutar de todas las cosas que se les ocurran a ellos, o a ti, si estando con ellos se te ocurre o te apetece hacer algo, no te cortes, adelante con lo que sea.
Ante esto, que puede hacer cualquier mujer, sino echarse a llorar y abrazar al mejor marido del mundo. A pesar de lo que estaba a punto de hacer, José Antonio me había demostrado cuanto me quería, y lo que era capaz de aceptar por ese amor. Yo pensaba que nuestro matrimonio estaba en la cuerda floja, y no solo no era así, sino que había salido reforzado.
La tarde siguiente, después de comer y dejar a las niñas en casa de mis padres, me preparé para salir con los canis. Saque una de las minis que había modificado María, y un top de licra blanco. Cuando me vestí, sin ponerme ropa interior, me di cuenta que se notaba una barbaridad como llevaba las tetas sin sujetador, apreciándose los pezones marcándose a través de la tela. Y en cuanto a la mini, me dejaba los muslos completamente al aire, aunque estando de pie, no se llegaba a verme nada, pero si me sentaba era imposible no enseñar el coño, y si me agachaba un poco, según me dijo mi marido, se me llegaban a ver las cachas del culo. Mi marido salió antes que yo, y cogió mi coche, situándose cerca del parque para seguirnos en cuando llegasen, y yo, después de esperar un rato para darle tiempo a llegar, me dirigí al sitio, sentándome en el mismo banco donde estaba sentada cuando el cani me abordó, pudiendo ver a mi marido en una calle lateral, sentado en el coche, esperando.
Mientras estaba allí sentada, me di cuenta que la gente al pasar se me quedaba mirando, y pense que me miraban las tetas, pero siguiendo la dirección de sus miradas, vi que no era lo único que miraban, ya que a pesar de mantener las piernas cruzadas, se me podía ver el coño, y sin que pudiera evitarlo, me empecé a calentar, aunque la calentura se me quitó de golpe cuando al poco rato vi aparecer al cani con quien hable acompañado del moro, y se dirigieron directamente hacia mi. Cuando llegaron a mi altura, se sentaron en el mismo banco, y el "jefe", dirigiéndose al moro, le dijo:
Ya ves como está esperándonos, ya te dije que vendría, la tía esta no es tonta, y sabe que la tenemos bien cogida por los pelos del coño. Aunque eso es difícil, ya que lo sigue llevando afeitado como aquella noche. Enséñale el coño a mi amigo que te lo vea bien.
Yo, me abrí un poco de piernas, dejando al moro que me viera la entrepierna, pero al parecer, no lo suficiente para ellos.
Venga tía, ábrete de piernas que te veamos bien el coño.
Por favor, aquí no, estoy cerca de mi casa y puede verme alguien conocido. Cuando estemos lejos haré lo que queráis.
Para mi sorpresa, me dijeron que de acuerdo, pero que luego me iba a enterar. Y tras esto, me dijeron que nos íbamos, y como a unos cincuenta metros, me hicieron entrar en el asiento trasero un coche, sentándose el moro a mi lado, y salimos a toda leche avenida abajo. Yo, no me atrevía a mirar atrás para cerciorarme si mi marido nos seguía, pero en un semáforo, pude ver parado al lado a mi marido en nuestro coche. Eso me tranquilizó un poco. Nada mas entrar en el coche, el moro empezó a meterme mano, de manera que en nada de tiempo, estaba con la falda remangada en la cintura, y el top bajado, con las tetas al aire, y con el tío tocándome por todos lados sin importarle que desde los otros coches no estuviesen viendo. La verdad es que a mí, al principio me dio bastante corte, pero el muy cabrón sabía lo que hacía, y al poco rato, yo estaba cachonda perdida, llegando a tener un orgasmo mientras me sobaba. Tan caliente me puso la situación, que cuando el moro me dijo que se la mamase, no me hice de rogar, y tras agacharme, me metí su enorme polla en la boca, y se la mamé lo mejor que sabía. Yo pensé que se correría, pero el tío tenía un aguante increíble, de manera que antes de que lo hiciese, el jefe, me dijo que lo dejase, que ya habíamos llegado. Yo, me arregle la ropa, tapándome como pude, y tras salir del coche, me hicieron entrar en el mismo edificio de la primera vez, y nada más entrar al portal hicieron lo mismo de la otra vez:
Quítate la ropa.
No puedo desnudarme aquí en medio, es de día y me van a ver.
Pues que te vean, me la suda. Dame la ropa y tira para arriba.
Ante esta respuesta, me desnudé, y le di mi ropa, subiendo a continuación las cinco plantas completamente desnuda. Afortunadamente, nadie salió de ninguno de las puertas, si no, se hubieran encontrado con el espectáculo de una tía totalmente desnuda subiendo las escaleras.
Cuando entramos, el piso estaba igual de asqueroso que aquella noche de agosto, con el mismo colchón en el salón y la terraza sin ningún tipo de cortinas, de manera que desde los pisos de enfrente volverían a verme como aquella noche.
Nada más entrar se tiraron en plancha a por mí, y cuando les pedí que se pusieran preservativos, me respondieron que no, que allí a las guarras se las follaban a pelo, que si no quería quedarme preñada que tomara pastillas.
No voy a entrar en detalles, ya que no hicieron nada fuera de lo corriente, solo me follaron por turnos varias veces, metiéndomela por el coño y el culo, y haciéndome mamarles las pollas.
En un momento que estabamos descansando un poco, entre polvo y polvo, sacaron unas cervezas, y estuvimos hablando, y de entrada, por fin me entere de sus nombres, el que parecía el jefe del grupo, se llamaba Carlos, y el moro, la verdad es que no conseguí quedarme con su nombre, pero él mismo me dijo que daba igual, que todos le llamaban moro, y que yo hiciera lo mismo.
Yo aproveche para tratar de explicarles que yo tenía responsabilidades con mi familia, y que no podría estar siempre a su disposición, y para mi sorpresa, lo comprendieron, de manera que quedamos en que me avisarían con tiempo suficiente para poder dejar a las niñas con alguien, y que no quedarían conmigo cerca de mi casa para evitar que me pudiesen ver. En medio de esta conversación, de alguna manera llegamos al acuerdo de que yo haría todo lo que me pidiesen en materia de sexo, ya que lo único que ellos querían era tener a su disposición una tía para follar y disfrutar exhibiéndola por ahí cuando les viniese en gana, y lo mejor para eso era que todos disfrutanse, ellos y yo. Ellos me dijeron que nunca se habían encontrado con una tía tan golfa y tan zorra como yo, capaz de hacer cualquier cosa.
También me preguntaron acerca de mi marido, y yo les explique la causa de lo que pasó la noche que nos conocimos, y ellos alucinaron cuando les dije que él sabía lo que pasaba, y que lo aceptaba, y el moro me dijo:
Pues menudo cabrón debe estar hecho, y a partir de ahora todavía mas, ya que te vamos a volver la tía mas puta y golfa de Sevilla. Y ahora ven aquí y cómeme la polla que cuando la tenga gorda voy a romperte el coño a la salud del cabron de tu marido.
A eso de las once de la noche, me dijeron que se tenían que ir, que me pusiese mi ropa y me marchase por mi cuenta. Mientras me vestía, Carlos me dijo:
Antes de irte dame tu numero de móvil, así te podremos localizar cuando nos apetezca follar y no tener que estar buscándote.
Tras dárselo, se marcharon, y me dejaron que terminara de vestirme sola, saliendo a continuación a la calle, donde, en la misma puerta del edificio me encontré a mi marido esperándome, y tras darme un beso, nos fuimos a nuestro coche.
Nada mas entrar, antes de arrancar, me dio un morreo impresionante, y me levantó la mini tocándome el coño.
Para, que nos van a ver. Le dije.
¿Qué? ¿Qué nos van a ver? Pero si te ha visto follando con esos dos todo el mundo desde el bloque de enfrente. ¿Que más da que vean como te toco el coño?
¿Y tu como sabes que me han estado viendo?
Porque cuando os vi entrar en el bloque, me fui al de enfrente, para no perderte de vista, y me quedé en la ventana del descansillo enfrente de vosotros. He visto todo lo que habéis estado haciendo, y donde yo estaba, podía escuchar los comentarios que hacia la gente desde sus terrazas. No veas como te han puesto. Después de que os tomarais la cerveza, incluso ha llegado un grupo de chavales a quienes habían avisado desde uno de los pisos de la planta donde yo estaba.
¿Qué piensas de lo que has visto?
Que estoy casado con la mujer más puta que conozco. Y me encanta. Me he tenido que hacer una paja en el descansillo de la escalera mientras veía como te follaban. Menos mal que estas tomando pastillas, ya que he visto que te han follado a pelo.
Intenté que se pusieran condones, pero me dijeron que no, no he podido evitar que me llenasen el coño de leche, lo siento.
Durante todo el trayecto no paró de meterme mano, y cuando aparcamos el coche, no paró de hacerlo en la calle y en las escaleras. Una vez en nuestro piso, lo primero que hizo fue desnudarse, y luego quitarme la poca ropa que yo llevaba, y echamos uno de los polvos más increíbles que recuerdo.
Cuando empezó le dije que esperase, que me iba a lavar un poco, y él me respondió que de eso nada, que no podía esperar, que le daba igual. Incluso hizo algo que yo no esperaba que hiciese, se puso a comerme el coño sin importarle que lo tuviese lleno de las corridas de los dos chavales.
Esa noche, le conté lo que había estado hablando con los dos, y me dijo que estaba de acuerdo, añadiendo:
Por lo que he podido ver, os lo habéis pasado de escándalo los tres. Ellos seguro que piensan seguir follándote, y no veo que tú puedas evitarlo, al contrario, he visto como disfrutabas, así que mejor haber llegado a ese acuerdo con ellos y disfrutar de sus pollas mientras puedas sin que nos cause problemas.
Tu parece que también lo has pasado bien mirándome, así que a partir de ahora, por lo que me han dicho, vas a tener un montón de oportunidades de seguir haciéndolo.
En menuda golfa té estas convirtiendo. Me encanta.
Me han dicho que van a hacer de mí la tía más puta de Sevilla, y de ti, el cabrón más grande.
Después de esa noche, nuestra vida siguió con normalidad, es decir, con la normalidad que cabía con el cambio experimentado en la misma, y los canis estuvieron mas de una semana sin contactar conmigo, hasta un jueves, cuando recibí una llamada de Carlos, diciéndome que el sábado querían follarme, que me organizase para quedar con ellos.
Cuando se lo comenté a mi marido, me dijo que dejaríamos las niñas en casa de sus padres, y que él me seguiría, en parte para evitar que tuviese algún problema, y en parte para disfrutar en su papel de mirón y cornudo.
Me dijeron que me esperaban en la esquina del puente del Cachorro, relativamente cerca de mi casa, a las cinco de la tarde. Cuando yo les dije que eso no era en lo que habíamos quedado, y que tan cerca de mi domicilio no iba a poder ir vestida muy fuerte, me dijeron que el sitio les venía bien para recogerme, y que me pusiese cualquier cosa, que ya me cambiaría después, que ellos se encargarían de la ropa.
Yo salí de mi casa ese sábado andando con una ropa corta, pero nada escandalosa, mientras mi marido se iba con el coche a la zona a esperar, así, si estaban esperando, me verían llegar sola, y no sospecharían que José Antonio estaría vigilando. Al poco rato de esperar, desde un coche me llamaron por mi nombre, y vi a Carlos y al moro, en compañía de otros dos. Uno de ellos ya lo conocía de la noche del cine, pero el otro era nuevo, un chaval bastante mono, y no creo que de mas de dieciséis años. Por lo visto, no solo los que me conocían iban a disfrutar de mi cuerpo, sino que sus amigos también podrían disponer de mí a su antojo.
Nada más entrar en el coche, en el asiento central trasero, el moro y el nuevo me empezaron a levantar la ropa, metiéndome mano a su gusto. Mientras el moro me metía dos dedos en el coño, le dijo al nuevo:
Lo ves, ya te habíamos dicho que era una zorra de cuidado, se deja hacer de todo. Si la hubieras visto metiéndose una litrona en el coño... cuando acabó lo tenia como la tapa de una alcantarilla de grande. No te cortes, dile que te la mame, tiene una boca increíble.
Yo, ni siquiera deje que el chico me lo pidiera, se la saque, y tras agacharme un poco, me la metí en la boca, y todo esto, dentro de un coche que estaba circulando por las calles de Sevilla a las cinco de la tarde.
Mientras se la mamaba pensé en lo que hacía, y me di cuenta que cada vez que quedaba con ellos, a pesar de no hacerme nada de gracia al principio, en cuanto los veía y empezaban a meterme mano, algo cambiaba dentro de mí, y me convertía en otra mujer, una golfa sin ningún tipo de inhibiciones.
En nada de tiempo, la polla del chaval, bastante fofa cuando se la saque, me imagino que debido a lo cortado que estaba, se fue convirtiendo en la polla más grande que yo había visto nunca, era bastante más grande que la del moro, pero cuando aquello empezó a crecer, casi no me cabía en la boca de lo gorda que se puso. Era bastante mas gorda que un botellín de cerveza, con una cabeza gorda, y que me recordó una seta, bastante mas abultada que el resto. Yo nunca había visto algo así, y como pude, se la mamé deleitándome con aquel pollón, hasta que de improviso se corrió, soltándome una tremenda corrida, que no solo me llenó la boca, sino que pude sentir como el chorro me llegaba hasta la garganta. Cuando acabó de correrse, a pesar de la cantidad que tuve que tragarme para evitar ahogarme, tenía toda la boca llena de semen, y tras dejar que viera como la tenia, me lo trague, dejándolo con cara de alucinado.
¿Ves como es la tía? Te dije que era increíble lo que era capaz de hacer. Cuando te la folles vas a alucinar. Con esta zorra se acabó matarte a pajas, te vas a estrenar con la tía más puta que existe.
¿No me digas que eres virgen?
Sí. La respuesta me la dio practicamente con un hilillo de voz, que casi no le salía del cuerpo. Solo de pensar que me iba a dejar follar por un chavalito sin experiencia y con aquella herramienta entre las piernas, me empece a mojar. Desde luego me estaba convirtiendo en una zorra de mucho cuidado.
Pues prepárate, que hoy vas a dejar de serlo, te voy a follar hasta que no salga ni una gota de semen de esta preciosidad de polla. Y a la vez que le decía esto, le agarré la polla y se la empecé a acariciar, notando como volvía a crecer en mi mano. Ahora me fijé mejor, con mi mano no podía llegar a abarcarla a lo ancho, y ni siquiera poniendo las dos manos juntas una encima de la otra podía abarcarla a lo largo, quedando toda la cabeza y un trozo del cuerpo fuera. De buena gana me la hubiera metido en el coño allí mismo, pero estabamos bastante justos de espacio, y además, casi de inmediato, Carlos dijo que habíamos llegado. Cuando levanté la vista de la polla del chaval, vi que el sitio no era el mismo de las otras dos veces, aunque si era un barrio del mismo estilo. Mientras me arreglaba la ropa para salir, vi a mi marido en el coche a unos metros detrás del que yo estaba. Cuando salimos le pregunté a Carlos que adonde íbamos, y él me respondió que a casa de una amigo. Nada más entrar, me di cuenta de que allí no había nadie, quizás ese amigo le había dejado la llave para follar tranquilos, y cuando me dijeron que me desnudara, pensé que sería así, pero el moro me sacó de mi error cuando me dijo:
Es la casa de un colega, cuando le hemos contado la movida nos ha dado la llave para que cogiéramos la ropa que su hermana dejó cuando se largo de casa. No era tan puta como tu, solo se dejaba meter mano, y nos la chupaba de vez en cuando, pero usaba una ropita que ya veras.
Cuando empezaron a sacar ropa de un armario, estando yo completamente desnuda ante ellos, comprendí porque cuando me llamaron para quedar me dijeron que no me preocupara de la ropa, que ellos se encargarían.
La hermana de ese colega usaba una talla o dos menos que yo, y si sois de Sevilla y habéis visto la forma de vestir de las canis, os podréis hacer una idea de cómo era la ropita.
Estuvimos bastante rato probándome lo que sacaban, y de todo, escogieron un sujetador de encaje de color negro, de los de media copa, y que me quedaba bastante justo, lo que hizo que las tetas se me levantasen, como si fuese un wonderbra, y con la mitad de las aureolas y los pezones enteros asomando por encima de la prenda. Para taparme un poco, me dieron una cazadora vaquera corta, que también me quedaba muy justa, de manera que solo me abrochaban dos botones, dejándome un escote por el que se podían ver la mayor parte de las tetas. Por abajo, me dieron unas mallas negras bastante ceñidas, de manera que al ser la cazadora justo a la cintura, me dejaba a la vista todas las piernas y el culo, y con la prenda tan ceñida, se me marcaba tanto el culo como la raja del coño una barbaridad, ya que la entrepierna la llevaba totalmente clavada en la raja. Cuando me miré al espejo, me di cuenta también de que las mallas eran muy poco tupidas, transparentándose todo de una manera descarada.
Con esta pinta salimos de la casa, y volvimos a entrar en el coche, viendo yo a mi marido en el mío aparcado un poco mas atrás. Estuvimos casi media hora circulando, y mientras lo hacíamos, yo iba con la cazadora desabrochada, y ellos tocándome las tetas directamente, y el coño por encima de las mallas. En ese rato, me dejaron los pezones duros como piedras, y como ya he comentado, en cuanto me excito, se me ponen una barbaridad de gordos y salidos, de manera que en cuanto salí del coche, a pesar de abrocharme un poco la chaquetilla, todo el mundo podía darse cuenta claramente de cómo llevaba los pezones. En cuanto a mi entrepierna, pues con el sobe que me dieron antes de salir, se había humedecido un poco la prenda, clareándose un poco más que antes mi coño.
Al principio no reconocí la zona donde aparcamos, pero en cuanto mire alrededor, me orienté, estabamos cerca del Parque Amate, y los cuatro, me hicieron andar un poco por una calle, hasta que me dijeron que entrase en una tienda y comprase varias botellas de ron y cocacolas, unos vasos de plástico y una bolsa de hielo. Cuando entré en la tiendecita, el vejete que la atendía se me quedo mirando con cara de sátiro, aunque no me dijo nada. Cuando salí, me acerque a donde estaban ellos, y entramos en el parque. Allí nos dirigimos a una zona apartada, yo pensé, menos mal, por aquí no habrá nadie, y esto esta bastante oscuro. Pero me equivocaba, esa zona estaba bastante llena de chavales con el mismo aspecto y edad que mis amigos, evidentemente íbamos a hacer una botellona en el parque.
Nos colocamos en un banco cerca de una farola, de manera que, a pesar de la oscuridad reinante, se me pudiese ver. Para no hacer demasiado larga la historia, os contaré que empezamos a beber cubatas, y a fumarnos algunos porros, y entre esto y la calentura que yo llevaba, en nada de tiempo acabé con la chaquetilla quitada, es decir únicamente con el sujetador puesto mostrando mis tetas descaradamente, y ellos sin parar de meterme mano.
La gente que estaba por allí, chicos y chicas con aspecto de canis, también bebiendo y fumando, no nos quitaba ojo de encima, pero para sorpresa mía no se acercaban. Lo que sí hicieron fue ver como a eso de la hora de estar allí, acabaron por quitarme el sujetador, dejándome desnuda de cintura para arriba mientras no paraban de meterme mano.
Yo, por mi parte, caliente como una perra como estaba, me dejaba hacer, e incluso les metía mano a ellos, acabando los cuatro con las pollas fuera de los pantalones. En un momento dado, me agache, y cogiendo el pollon del chavalito, me lo metí en la boca, comiéndomelo entero. Mientras estaba en plena faena, uno, no sé quien, me bajo las mallas, y sin mas preámbulos, me la enchufó en el coño, follandome como una fiera hasta correrse dentro de mí. Y todo esto en el mismo banco donde estabamos desde el principio, es decir, a la vista de todos los chavales que estaban en el parque. Cuando se corrió en mi interior, me sacó las mallas por completo, dejándome totalmente desnuda. Mientras, el chavalito, no se corría el muy cabrón, a pesar de estar mamándosela como una loca, de manera que me la saque de la boca, y me senté encima de él. Estuve dando brincos encima de su polla mas de quince minutos, ya que a pesar de follarmelo con toda la violencia de que yo era capaz, no se corría. Lo que sí me hizo fue conseguir varios orgasmos seguidos, ya que a cada embestida, sentía como su pollon entraba dentro de mí hasta el fondo. Y mientras, la gente de los alrededores mirando sin perderse detalle de cómo follábamos. Cuando se corrió, casi me desmayo, quedándome encima de él con su polla metida hasta lo mas profundo. El coño lo sentía inundado de semen, y cuando se le arrugo un poco, le levanté y me senté en el banco, notando como me salía del coño una cantidad de semen increíble, chorreándome por la entrepierna. El resto de la noche, allí mismo, en ese mismo banco, a la vista de todos y todas, me estuvieron follando por turnos los cuatro. Hubo un momento en el que, mientras uno de ellos me follaba el coño, otro el culo, otro me la metía en la boca, y al cuarto le hacia una paja, me di cuenta que tenía un corrillo de gente alrededor, debía de haber entre quince y veinte personas, entre ellas un par de tías. Esto fue lo que más me sorprendió, ya que si bien todos los tíos estaban con las pollas fuera machacándoselas ante mi espectáculo, no me esperaba ver como una chavalita de no más de dieciséis años estaba haciéndole una paja al cani que iba con ella, que mientras tanto le tocaba el coño. Y la otra chavala, con una mano dentro de las mallas que llevaba, no paraba de masturbarse a la vez que se tocaba las tetas. Entre este grupo de mirones, vi, con alegría a mi marido, que mientras hablaba con uno de los canis, se hacía una paja viendo como su mujer era follada como una autentica puta en medio de un parque por cuatro chavales ante un montón de mirones. Me encantó verlo allí, disfrutando conmigo. Cuando volviésemos a casa, pense, me lo iba a follar hasta hacerlo caer reventado.
Cuando al poco se corrieron los dos que me estaban follando, me senté en el banco y seguí con los otros dos, mamándoselas alternativamente a uno y otro, hasta que hice que se corrieran en mi boca. Yo me quedé tumbada en al banco, saboreando la leche que tenía en mi boca, y el moro, se agacho y me dijo al oído: acércate a la rubia que se esta haciendo la paja y bésala, yo creo que le van los bollos.
Yo ya he comentado que nunca había hecho nada con una tía, pero estaba tan caliente que todo me daba igual, y me pareció morboso el tema, así que desnuda me levanté, y ame acerque a ella. Era rubia, con una cara bastante bonita, a pesar del exceso de maquillaje. Casi una cría, debía tener unos quince años, y a pesar de la poca edad, allí estaba, con su mano dentro de la ropa haciéndose una paja mientras me miraba follar.
¿Te gusta lo que has visto? Me parece que sí. Si quieres puedo ayudarte. Y sin darle tiempo a reaccionar, me acerque y la besé en los labios. Su primera reacción fue echarse un poco para atrás, pero la agarre por la nuca e insistí en el beso, y a pesar de un tímido rechazo, acabó por abrir su boquita y darme la lengua. Era la primera vez que le daba un morreo a una tía, y el hecho de hacerlo completamente desnuda y delante de todos, me dio un morbo terrible, así que metí mi mano dentro de sus mallas y el tanga que llevaba, y empecé a acariciar un coño casi sin pelo, y tremendamente mojado. Ella, debía estar tremendamente caliente, ya que siguió respondiendo a mis besos, de manera que me abracé mas a ella, y poniéndole las manos en el culo, fui bajándole las mallas, dejando su culo al aire, y empecé a acariciárselo, tocándole el coño desde atrás, y así seguí con la paja que se estaba haciendo, hasta que pude notar como tenía un orgasmo tremendo. Antes de que se recuperara, mientras todavía temblaba, me agache delante de ella, y le baje las mallas y el tanga hasta los tobillos, y separándole las piernas, metí mi cabeza entre ellas, y me puse a lamerle el coño. Cuando se lo había tocado antes, me pareció que tenia poco vello, pero con la lengua confirme que lo llevaba depilado, totalmente menos un pequeño triángulo en el pubis. De los lametazos pase al clítoris, chupándolo y sorbiéndolo como a mí me gusta que me hagan, mientras le metía un de dedo en el coño. Lo tenia bastante estrecho, a pesar de ello conseguí meterle dos dedos, follandola con ellos mientras le trabajaba el clítoris. Evidentemente no era virgen, pero tampoco debía tener demasiada experiencia, algo por otra parte lógico por su edad, y sin embargo allí estaba, dejándose comer el coño por una guarra en un parque. Esto confirma mi teoría de que cualquier mujer, cuando llega a un determinado nivel de excitación es capaz de hacer cosas que ni ella misma se imagina.
Cuando llegó al siguiente orgasmo, pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo, y se subió la ropa a la carrera, y salió pitando de allí, entre los gritos de todos.
Cuando volví al banco, Carlos, que a esas alturas ya estaba completamente desnudo, como los otros tres, les dijo a todos los mirones que se abriesen, que el espectáculo había terminado. El tío debía ser conocido en el lugar, pues a pesar de la pinta de algunos de ellos, todos se fueron dejándonos solos.
En este punto me llevé una de las mayores sorpresas de los últimos días, ya que cuando todos se estaban marchando oí a Carlos dirigirse al grupo:
José Antonio, tu quédate, ven hombre, ya va siendo hora de que tu mujer nos presente.
Los dos nos quedamos de piedra al escuchar esto. Mi marido hizo lo único que podía hacer, acercarse hasta el banco.
Allí, Carlos dijo: Os presento al cornudo de José Antonio, el marido de la puta de Rosario. Y a continuación se saludaron dándose la mano como si la situación fuera lo más normal del mundo.
¿Quieres follarte ahora a tu mujer, o mejor esperas a llegar a casa?
Casi mejor lo hago luego, me acabo de hacer un par de pajas, y no creo que tenga fuerzas de momento si no me doy un descanso.
Vale, entonces sigue mirando, creo que el niño sigue con ganas de juerga.
Era verdad, el niño la tenía otra vez tiesa como un palo, de manera que miré a mi marido, y éste con un gesto me indicó que adelante, de manera que me situé encima del niño, que estaba sentado en el banco, y tras metérmela de un golpe, me puse a follarlo mientras miraba a mi marido. Si hasta ahora todo había sido tremendamente morboso, verlo a él allí, a un metro escaso de mí mientras cabalgaba sobre la polla de un chavalito, fue algo indescriptible.
Casi al momento, los dos nos corrimos, soltando el niño una cantidad de semen enorme, que me dejó todo el coño y los muslos chorreando, y empecé a acariciarme.
Carlos se acercó a José Antonio, y le dijo: ahí la tienes, recién follada, mira como se acaricia el coño la muy puta, creo que nunca tiene bastante. Cómele ese coño de putón que tiene y déjaselo bien limpito.
Mi marido no iba a ser la primera vez que me limpiase el coño de semen de otro, pero no pensé que lo hiciese allí, delante de ellos, pero para mi sorpresa, me tumbó a lo largo en el banco, y agachándose, se puso a comerme el coño, haciendo lo mismo, de paso con la corrida del niño. Mientras lo hacía, Carlos me metió la polla en la boca, y ni que decir tiene que me puse a mamársela como una posesa. La situación era tremendamente morbosa, allí estaba yo, completamente desnuda tumbada en un banco de un parque, y mientras me comía una polla, mi marido me limpiaba el coño de las corridas de otro tío.
Yo, tuve un orgasmo antes de que Carlos se corriera, y vi como José Antonio, se bajaba los pantalones y sentí como me la metía en el coño de un golpe, poniéndose amoverse como una fiera. Evidentemente la situación lo había puesto como una moto a pesar de las pajas que se había hecho antes.
Lo que no me esperaba fue lo que pasó a continuación, ya que mientras mi marido me follaba, y yo seguía comiéndole la polla a Carlos, vi como este le hacía una indicación al moro, y de reojo vi como el cabronazo se acercó a mi marido por detrás con su larga polla tiesa, y sin avisar, le echó un escupitajo a mi marido en el culo, y se la empezó a meter. Mi marido dio un respingo que casi me la saca del coño, pero yo, lo agarré por el culo y tiré de él hacia mí, y al hacerlo, abrí un poco su culo, lo que aprovechó en moro para empujar un poco, y conseguir meterle un trozo. La cara de mi marido era un poema, se quedó quieto, con la boca abierta y los ojos desencajados. Yo, al ver como se quedaba parado y no seguía follandome, le dije: No te pares cabrón, sigue follandome.
Es que este hijo puta me está dando por el culo.
Pues disfruta de su polla igual que hago yo, pero no te pares.
Por la cara del moro, deduje que se la había metido entera, y cuando empezó a moverse encima de mi marido, empecé a tirar de él para que me follase. El resultado de todo esto fue que los tres nos acompasamos inmediatamente, parecía que llevásemos toda la vida haciendo algo así. Yo, con la polla de Carlos en la boca, mi marido con la suya en mi coño, y el moro metiéndosela a él. El primero en correrse fue Carlos, que me regó la boca y la cara de semen. el siguiente fue el moro, que le lleno el culo a mi marido con su corrida, mientras éste seguía moviéndose dentro de mí. Al poco, José Antonio me la saco, y acercándomela a la cara, se corrió en mi boca, quedándose cuando termino echado sobre mi unos instantes, mientras el moro le pasabas la polla por el culo limpiándosela.
Cuando nos levantamos, Carlos dijo en voz alta: Bueno, me parece que a partir de ahora vamos a tener dos putitas para follar con ellas. Pero ahora nos tenemos que ir, venga, iros vistiendo que nos vamos.
Mi marido, y todos ellos se empezaron a vestir, y cuando yo recogí mi ropa para hacer lo mismo, Carlos de dijo: no, Rosario, tu no te vistes, me apetece que vayas hasta el coche en pelotas.
¿Estas loco? ¿Cómo voy a ir sin ropa por la calle¿ ¿Quieres que nos detengan?
¿Quién nos va a detener? ¿Con la hora que es tu crees que hay policía por aquí? Andando guarra.
De esta manera, empezamos a cruzar el parque, donde todavía había algunos canis por allí fumando y bebiendo. Evidentemente se me quedaban mirando y decían guarradas bastante fuertes, pero creo que el respeto que imponía Carlos era más fuerte que las ganas de acercarse. Salimos a la calle, y por la hora no había nadie andando, pero si algo de trafico. Y todos los que pasaban pitaban al verme completamente desnuda en medio de la calle.
Cuando llegamos al coche de Carlos, me dieron la ropa y me dijeron que ya podíamos marcharnos al nuestro. Mi marido se quedó un tiempo esperando a que me vistiera, pero ya me daba igual de todo, y cogiéndolo de la mano le pregunté que donde había aparcado. Él me señaló la avenida, como unos cincuenta metros , me dijo. Vamos, ya me vestiré cuando llegue a casa.
Durante el trayecto seguí desnuda, mientras mi marido me acariciaba el coño sin hablar nada ninguno. En un momento dado, noté como él no hacía mas que revolverse en el asiento, y le pregunté: ¿Cómo lo llevas? Él me miró como no entendiendo la pregunta, El ojete, ¿qué tal?
Me duele, menudo bruto, casi me rompe el culo.
Pero ¿te ha gustado?
No sé, es raro. Te estaba follando a la vez que me lo hacía. No ha sido desagradable, pero no sé que pensar. De todas maneras ya está hecho, y no hay vuelta atrás.
Pues has tenido suerte, el moro la tiene muy larga, pero más bien finita, si te coge el niño no te puedes sentar en una semana. José Antonio soltó una carcajada, y dijo: pues menos mal, porque con la que me han metido casi no me puedo mover. Su respuesta me confirmo que no estaba enfadado, evidentemente no le había hecho gracia que le diesen por el culo, pero como él mismo había dicho antes, ya estaba hecho. Además, solo es cuestión de acostumbrarse, a mí me ha acabado por gustar.
Al legar a casa, nos duchamos juntos, y caímos rendidos en la cama, no levantándonos hasta las tres de la tarde del domingo y aprovechamos para echar un par de polvos antes de recoger a las niñas. Mi marido me la metió por el coño y el culo, y yo aproveche la situación para, mientras me follaba meterle un dedo en el culo sin que protestase. También en un momento dado, haciendo un sesenta y nueve, le lamí el ojete, y por su reacción, le debió gustar bastante.
Desde esa noche loca pasaron un par de semanas, y la verdad no pensé en mis canis, pero conforme pasaban los días, empecé a pensar que llevaban bastante tiempo sin llamar. Cuando se lo comenté a mi marido, me dijo que si me picaba el coño, que los llamase, ya que en mi móvil tenía su numero registrado de cuando Carlos me llamaba. Por fin me decidí, y llame, pero siempre estaba apagado. Así paso casi un mes, y convencí a mi marido de intentar localizarlos por el barrio al que me llevaban. Y eso hicimos, pero no conseguimos nada, ni los veíamos por las calles del barrio, ni en el piso donde me follaron la primera vez conseguimos encontrarlos. De manera que dejamos pasar la cosa, hasta que a eso de los tres o cuatro meses, una tarde que habíamos ido al cine los dos solos, nos encontramos con el niño. Yo me había vestido a la manera que solía hacer en los últimos meses, para exhibirme. El caso es que al salir del cine, nos dimos casi de cara con el chavalín. Él se nos quedó mirando, y se acercó a nosotros, dándole la mano a mi marido, y a mí un beso en plan de saludo. Yo, a pesar de mi sorpresa, le dije que a que venia ese besito ñoño después de lo que habíamos hecho aquella noche. Es que ahora estoy saliendo con una chavala, y no creo que le agrade verme comiéndote la boca. Yo entendí su respuesta, pero cuando lo vi girarse y hacerle un gesto a una chavalita rubia, casi me da un infarto. La "novia" del niño no era otra que la rubita a la que le comí el coño en el parque.
Cuando se acercó para saludarnos, al ir a besarme en la mejilla, no pude evitarlo, y le di un morreo en toda regla, ella, al principio se quedó cortada, pero le duró poco, abrió la boca y metió su lengua en la mía sin importarle que la gente que había alrededor nos viese.
Ves como no le iba a importar verte comiéndome la boca.
De allí nos fuimos a un bar a tomar algo, pero nos encontramos con el problema de que los dos eran menores de edad, los dos acababan de cumplir los diecisiete años, y como tuvimos problemas para servirles alcohol, decidimos invitarlos a nuestra casa a tomar algo. Allí estuvimos hablando, y sin tenerlo muy claro como, ya que no era nuestra intención, el niño y yo empezamos a meternos mano, para pasar a mamarle la polla, y acabar follando. El hacerlo en mi casa, delante de mi marido y de la novia del chico, me dio un morbo increíble, y a ellos dos también, ya que se unieron a la fiesta. Mi marido me había visto follando en mas de una ocasión, pero yo era la primera que lo veía con otra, y realmente, entendí que a él le gustase verme a mí haciéndolo, ya que me gusto verlo a él.
Lo mejor de todo fue cuando en un momento dado, cuando habíamos acabado los cuatro de follar, sentí una mano acariciarme y comprobé que era la rubita. Yo miré primero a mi marido, después al niño, y cuando vi sus caras, me lancé a por todas, comiéndole la boca a la chica. Casi al momento estabamos las dos montándonos un bollo alucinante. Ninguna de las dos tenía experiencia en el tema, pero no tuvimos el más mínimo problema, y realmente me encantó comerle el coño y sentir como ella me hacía a mí lo mismo.
Para no alargar demasiado el tema, os diré que esa noche la pasamos los cuatro juntos en nuestra casa follando como locos, tanto mi marido con la rubia, como yo con el niño, como ella y yo juntas.
Y no ha sido la única vez, ya que desde esa noche, nos hemos hecho bastante amigos y solemos vernos con frecuencia y montárnoslo los cuatro. También nos enteramos de la causa de que Carlos no volviese a llamar, a los tres días de la movida del parque Amate, el grupo se vio envuelto en un tiroteo por un asunto de drogas, en el que hubo un par de muertos, y Carlos y los demás acabaron en la cárcel, y con bastantes años por delante, excepto el moro, que esta pendiente de su expulsión de España. Yo me imaginaba que no se dedicarían a nada bueno, pero no que sus movidas fueran tan gordas. El caso es que a pesar de lo que disfruté con el grupo, quitármelos de encima ha sido lo mejor, sobre todo por nuestra amistad con la parejita, que realmente, no tienen nada que ver con ese tipo de movidas, de hechos, ambos están estudiando, y el niño, incluso trabaja para pagarse los estudios.
Y esa es básicamente la historia de mi cambio, de ser una esposa normal, con una vida normal, he pasado a ser una zorra bisexual y exhibicionista, y que además de tener como amantes fijos, por decirlo de alguna manera al niño y la rubia, no le hago ascos a tirarme a cualquiera que conozca en mis salidas de marcha con mi marido, e incluso sin él, aunque sin ocultarle nada nunca, ya que cuando estoy caliente, y veo a algún chico joven que me gusta, acabo por follarmelo.
Otra cosa que tengo pendiente es quedar con María, la modista, que como ya dije es bisexual, aunque le van más los coños que las pollas, ya que a los dos nos hace ilusión follárnosla, sobre todo a mí, cada vez que pienso en los melones que tiene, y en el coñazo que me enseñó cuando fui a probarme la ropa
Evidentemente, de este cambio en mi vida se ha dado cuenta bastante gente, ya que ha habido amigos y compañeros de trabajo, que nunca antes me habían tirado los tejos, y ahora si lo hacen en plan descarado, y en varias ocasiones, me he ido a follar con varios compañeros, tanto míos como de mi marido, de manera que entre todos ellos he cogido fama de putón, ya que cuando se dieron cuenta de que José Antonio estaba al tanto de todo, no se cortan en explicarle a él, y a los demás compañeros, con todo lujo de detalles lo que hacen conmigo. Aunque quizás con quien más me gusta hacérmelo es con Jesús, ya que siempre que me lo follo pienso que es gracias a él, y las fotos que encontró de Marilú que me he convertido en lo que ahora soy.
En cuanto a lo de colgar mis fotos en Internet, lo hemos hecho, concretamente en el mismo sitio de donde Jesús sacó las fotos de Marilú, una pagina de voyeurs americana, que para mi gusto es la mejor, si queréis ver mi colección de fotos exhibiéndome, solo tenéis que entrar en voyerurweb , y buscarme por mi nombre, así podréis recrearos con mi cuerpo y ver de lo que he sido capaz en estos últimos tiempos.
Hola a todos, soy José Antonio, el marido de Rosario, y os voy a contar lo mas fuerte que ha hecho Rosario desde que pasó lo que acaba de contar. Fue como a los seis meses, sobre el mes de octubre, el hermano de Jesús, (el que mandó las fotos de Marilú), se casaba, y él me comentó una tarde que concidimos a la salida del trabajo, mientras tomábamos una cerveza, que para la despedida de soltero habían pensado contratar una tía para hacer un estreeptease y que se tirase al novio delante de los demás, pero que estaban teniendo un montón de problemas para encontrarla, ya que la fiesta la harían en un pequeño cortijo que tenían sus padres a unos cien kilómetros de Sevilla y que estaba practicamente abandonado dado el poco uso que le daban, y que la única que habían encontrado que aceptase trasladarse tan lejos y además follarse al novio tras bailar, pedía un dineral. Cuando me dijo la cantidad, alucine, era una pasada desde luego. Por la tarde, le comenté a Rosario lo que me había dicho Jesús, y para mi sorpresa, mi mujer me dijo que le podía decir a Jesús que por la mitad del dinero lo haría ella. Yo le dije que estaba loca, que Jesús la conocía, y me parecía demasiado fuerte. Ella se quedó un rato pensando, y me dijo que para el estreeptease podía hacerlo disfrazada, y usar una mascara, que Jesús no tenía porque reconocerla con la cara cubierta, además que conociéndolo, estaría medio borracho y más pendiente del espectáculo y del resto de su cuerpo que de su cara. A mí el planteamiento me pareció bien, pero antes de aceptar, le dije:
¿Te das cuenta que no solo vas a bailar desnuda delante de un montón de tíos, y follar delante de todos a cambio de dinero? ¿Sabes en lo que te convierte eso?
Pues esta claro, en una puta. No lo había pensado. De todas formas, después de lo que he llegado a hacer últimamente ¿crees que hay alguna diferencia entre hacerlo gratis y hacerlo a cambio de dinero? Si tu no tienes inconveniente, me gustaría hacerlo, me da morbo una movida como esa.
Por mi no hay problema, además, si te llevo yo a la fiesta podré verlo todo, y podríamos llegar estando tu disfrazada y cuando todos estén allí, así no te vería Jesús la cara y no te reconocerá. Lo único que me da un poco de miedo es que te conozco, y eres capaz de follarte a todos los tíos de la fiesta.
Eso tampoco lo había pensado. Pero me has dado una dile, dile a Jesús que tu puedes conseguir una que lo que por la mitad del dinero que le pedía la otra, y que por un plus, todo el que quiera me puede follar.
De manera que hable con mi compañero y le explique que conocía una tía que se dedicaba al tema, y que estaba de acuerdo en hacerlo por la mitad del dinero que le pedía la otra, y que además, se dejaría follar por los demás invitados por cincuenta euros por cabeza, pero que ella quería que la llevase y la recogiese yo. Jesús aceptó de inmediato diciéndome que así podía participar en la fiesta, que me considerase invitado, y concretamos como lo haríamos. Ellos pensaban ir a comer a una localidad cercana al cortijo, y por la tarde llegarían allí, donde pensaban preparar una de las naves con un equipo de música y una barra con bebidas. Yo le dije que buscara algo para poder sentar al novio para que la stripper le metiera mano. Él me dijo que mejor que una silla sería un banco para poder tumbarse y follárselo. De esta manera quedamos en que él me llamaría por teléfono cuando llegasen al cortijo, y yo llevaría a la "puta" al rato de hacerlo ellos para que se fuesen calentando un poco.
Cuando hable con Rosario, estuvimos de acuerdo, y empezamos a pensar que ropa usaría ella, mas que nada buscando algo con lo que Jesús no la reconociese.
Tras mucho pensar y darle vueltas a la cosa, decidimos que iría vestida de colegiala, con medias blancas con blonda autoajustable, una faldita de cuadros, un top blanco de licra de tirantes, y una blusita blanca. De esta manera compramos la ropa necesaria, y mi mujer escogió el top dos tallas mas pequeña que la suya, por lo que le quedaba como una segunda piel, y la blusa, también dos tallas mas pequeña, de manera que no le cerraba nada más que los últimos botones. La mini, tipo escocesa, de cuadros rojos, con un poco de vuelo, y con una raja en un lateral que se cerraba con una especie de broche con forma de imperdible metálico. Al principio pensamos que no usara ropa interior, pero ella, dijo que era más morboso usarla, y escogió un tanga negro con la trasera de tirilla, y por delante de gasa transparente, y un sujetador a juego, de tipo media copa, con lo que la mitad de las aureolas y el pezón se le quedaban fuera de la prenda. Por ultimo, unos zapatos negros con un tacón de diez centímetros. Para evitar que la reconociese mi amigo, compramos una peluca pelirroja, a la que le hizo unas coletas, y unas gafas de pasta sin cristales, como las que usaría la clásica empollona de biblioteca, para que os hagáis una idea. Con todo esto y el maquillaje, cuando se lo probó en casa, estaba irreconocible. Incluso a mí, cuando salió del dormitorio con todo puesto, me impresionó, y seguro que si me cruzo con ella por la calle no la reconozco.
Durante los días que quedaban hasta la fiesta, estuvo ensayando el baile que iba a hacer mientras se desnudaba, y como a ella le encanta bailar, y lo hace muy bien, entre su calentura y las ideas que yo le iba dando para pulir la actuación, creo que le quedó casi tan bien como a una profesional.
El día de la fiesta, un sábado, llevamos a las niñas a casa de sus padres, y volvimos a la nuestra a preparnos. Ella se afeitó el coño por completo para dejárselo suave, y tras vestirse se cubrió con una gabardina para que no la viera ningún vecino, y nos marchamos hacia el pueblo, parando a maquillarse en una gasolinera poco antes de llegar. Cuan Jesús nos llamó, se puso la peluca, se dio los últimos toques, y nos dirigimos sin prisa al cortijo.
Yo casi no me creía lo que mi mujer estaba a punto de hacer. Cuando llegamos, antes de bajarme del coche para buscar a Jesús, le pregunté:
¿Estas segura de lo que vas a hacer?
Totalmente, solo de pensarlo llevo el tanga empapado.
¿Te das cuenta de que esto tiene un nombre? Te vas a convertir en una puta
¿No te da morbo saber que tu mujer va a follar por dinero?
La verdad es que si, pero no quiero que luego te arrepientas y lo pases mal. ¿Vamos?
Vamos.
Yo entré solo a buscar a Jesús mientras ella esperaba en el coche. Dentro de la nave estaban mi amigo, el novio, y los invitados, en total veintidós pollas para mi mujer.
Yo saque la música que Rosario usaría de una bolsa que llevaba con otra ropa para cambiarse, y lo necesario para desmaquillarse de vuelta a casa, y me di cuenta de que nos habíamos olvidado los preservativos. Puse la disco en el equipo y salí a avisar a Rosario de lo de las gomas, para ver que decidía, pues ese mes estaba descansando de la píldora, y la idea era que usase condones. Ella se enfadó, y me dijo que lo de los preservativos era algo de lo que yo me iba a ocupar. Cuando le pregunté que hacíamos, me respondió:
Pues que voy a hacer, follar a pelo, ahora no me voy a echar para atrás. Con los canis siempre lo hice así. En estas fechas del ciclo no creo que me quede preñada, y de todas maneras la culpa es tuya. Vete para adentro y ve poniendo la música, cuando empiece entro.
Nada más empezar a sonar la canción, vi como mi mujer entraba en la nave, tal y como estaba vestida, y con una carpeta tapando sus tetas mientras jugaba con un rotulador entre sus labios.
Al ritmo de la música, se acercó al banco, donde dejó la carpeta y preguntó que quien era el novio. Entre todos lo empujaron hacia mi mujer, y ella cogiéndolo de una mano, lo sentó en el banco, comenzando a bailar alrededor de él al ritmo de la canción.
Mientras lo hacia, aparte de juguetear con el rotulador metriéndoselo en la boca, no dejaba de acariciarse por encima de la ropa, y acariciar al novio. De ahí pasó a sacarse la blusa y quedarse con el top, marcando unos pezones totalmente tiesos. Mientras bailaba, no dejaba de tocarse las tetas y pellizcárselos por encima del top, y metiendo las manos por debajo de la falda, se acariciaba la entrepierna. En un momento dado, empezó a soltar los botones de la camisa del novio hasta quitársela, para a continuación, hacer lo mismo con el top, quedándose con sus gordos pezones a la vista de todos.
Así estuvo un rato bailando mientras se los pasaba al novio por la espalda y por la cara. Evidentemente el chaval no desperdicio la oportunidad, y no paraba de lamérselos y mordérselos. Yo estaba expectante por ver como seguiría mi mujer, y lo que hizo fue coger al chaval de las dos manos, levantarlo, y cuando estaba de pie, agacharse y empezar a refregarle las tetas por el paquete, hasta que empezó a desabrocharle el pantalón, y de un tirón, se lo bajo hasta los pies, haciendo a continuación lo mismo con sus calzoncillos. Cuando lo tuvo desnudo, todo el mundo empezó a gritar y decir obscenidades. Y mi mujer, tras pasarle la lengua un par de veces por la polla, totalmente tiesa, lo empujó y lo volvió a sentar en el banco, mientras seguía bailando alrededor de él.
En un momento dado, mi mujer volvió a ponerle las tetas en la cara, refregándoselas, mientras con sus manos desabrochó el sujetador, y se lo quitó de un tirón, dejándole ahora las tetas desnudas en la cara. El chico no paraba de comérselas. Con las tetas al aire siguió bailando mientras jugueteaba con la polla del chico, y se tocaba las tetas y el coño por encima del tanga, hasta que en un momento dado se puso de espaldas a él, e inclinándose hacia delante, le dejó el culo practicante en la cara, y se fue bajando la prenda hasta las rodillas. Así estuvo un rato, pudiendo ver todos nosotros como el novio se recreaba con su coño.
Cuando mi mujer se incorporó, todo el mundo vio claramente que llevaba el coño sin un solo pelo, lo que hizo que todos siguieran con exclamaciones cada vez mas subidas de tono. Mi mujer se giró, y poniéndose de cara al chaval, se terminó de sacar el tanga, y se fue acercando lentamente al chico, hasta que le dijo:
¿Qué te parece tu regalo de bodas?
El chaval estaba con la boca abierta, hasta que Rosario le puso el coño pelón en la misma cara y empezó a moverse frotándolo contra el. El chico, salido como estaba, se puso a morder y comer el coño de mi mujer delante de todos. Por la cara de ella, se lo estaba haciendo bien, ya que todos la oímos gemir.
Mi mujer se separó un poco y se giró y se volvió a inclinar hacia delante, quedándose de espaldas a él, y empezó a subir y bajar, frotando su coño por su cuerpo desde su cara hasta la polla.
Yo ya estaba seguro que era lo siguiente mi mujer iba a hacer, y no me equivoque, una de las veces que bajo su cuerpo, vi como metía una mano entre sus piernas, y cuando la sacó, echo el cuerpo hacia atrás, empujando al chaval con una mano hasta hacerlo tumbarse en el banco. Ahora todos lo pudieron ver claramente. La polla del chico estaba totalmente metida en el coño de mi mujer, que no paraba de pellizcarse los pezones. Ante los gritos de todos, ella empezó a moverse adelante y atrás un rato, hasta que se levanto, y se volvió a girar, y tras inclinarse dejando su culo bien ofrecido a las miradas de los demás, se metió la polla del chaval en la boca, haciéndole una mamada de infarto.
Durante un buen rato estuvo mamándosela, hasta que se incorporó y se la volvió a meter en el coño. Así estuvo un buen rato, alternando su boca y su coño. Algo que hizo que el chaval estuviese a punto de tocar el cielo, hasta que al darse cuenta de que no iba a poder aguantar mucho mas, se levantó, y se puso justo encima de la polla del chico, bajando suavemente hasta situarla en la entrada de su coño, y de golpe bajo todo el cuerpo, metiéndosela hasta el fondo y empezando a cabalgarlo como una fiera. Este tratamiento el chico no lo aguantó mucho tiempo, y todos nos dimos cuenta de cómo le llegaba el orgasmo. Cuando mi mujer lo notó, en vez de sacársela y dejar que se corriese fuera, recibió la corrida del chico directamente dentro de su coño mientras me miraba con cara de fulana. Como podéis imaginar, todos los presentes empezaron a gritar, aplaudir, y soltar exclamaciones de lo más fuerte.
A mí, la verdad, me sorprendió que dejara que el chico se corriera en su coño, ya que siempre existía el riesgo de un embarazo, pero con la mirada que me echó mientras recibía la corrida, comprendí que dejaría que todos los demás también le echaran su semen dentro. Y que queréis que os diga, verla haciéndolo, me calentó aun más de lo que ya estaba.
Cuando mi mujer se recuperó del orgasmo que acababa de tener, se levantó un poco y empezó a refregar su coño por la cara del chico durante un rato, hasta que se levantó, y dirigiéndose al resto de tíos dijo:
Bueno, el novio ya ha recibido su regalo de bodas. Ahora les toca el turno a los demás invitados. ¿Alguien quiere que se la mame?
La respuesta del resto de tíos casi me hace tener un ataque de risa, todos se abalanzaron gritando y tropezando entre ellos, llegando un par de ellos a caerse incluso. Todos aceptaron de inmediato la proposición. De hecho, Jesús ya les había informado a todos de las condiciones, cincuenta euros cada uno por follarsela.
Mi mujer se subió en el banco y puso orden de inmediato. Cuando se calmaron un poco, les dijo:
Sacaos las pollas y poneos en fila. Ni que decir tiene que todos hicieron lo que mi mujer les ordeno, de manera que de inmediato los veintidós estaban en fila delante de Rosario sin pantalones y con las pollas tiesas. El primero de la fila era Jesús, mi amigo, después los invitados, y el último el novio.
Rosario se agachó delante de Jesús, y le empezó a pasar la lengua por el capullo, mientras le acariciaba los cojones, para poco a poco ir metiéndose la polla en la boca, algo que hizo por completo, los dieciséis o diecisiete centímetros enteros Debía llegarle hasta la garganta. Mi amigo soltó un bufido, y Rosario empezó con una mamada increíble. Mas que mamar, estaba follandole la polla con la boca, la sacaba entera, le lamía con la lengua el capullo, y se la volvía a tragar por completo. Jesús no aguantó mucho tiempo este tratamiento, hasta que se empezó a correr. Él hizo amago de retirarse para hacerlo en su cara, imagino, pero mi mujer lo agarró de las piernas y se la volvió a tragar, recibiendo toda la corrida en su boquita. Cuando Jesús termino, mi mujer se la sacó, y sacó la lengua, mostrándonos todo el semen de mi amigo. Se sonrió mientras me miraba, y se lo empezó a tragar, relamiéndose.
De Jesús pasó al siguiente, y con todos repitió la misma operación, tragársela por completo, follándolos con la boca, y dejar que se corriesen en ella, saboreando y tragándose la corrida de los veintidós. Hubo uno, el penúltimo, concretamente que tenía una polla enorme, aquello debía medir mas de veinte centímetros, y mi mujer consiguió tragársela entera también. Cuando se la estaba mamando, todos nos acercamos para ver bien como lo hacia. Era algo increíble. Aun no se como no le dio arcadas meterse aquella monstruosidad. Cuando la metía entera en la boca, se podía notar la polla en la garganta formándole un bulto. Cuando termino, todos, incluido yo, aplaudimos y le gritamos de todo.
Tras la sesión de tragar leche, se tumbó en el banco, y les dijo a los tíos que se pusieran en el mismo orden para follarsela, pero al de la polla grande le dijo que se pusiese el ultimo, que a él le iba a dar un tratamiento especial.
Yo me imagine lo que le pensaba hacer, pero evidentemente me calle y esperé, como los demás.
Todos se la follaron, unos mejor que otros, de una forma mas o menos violenta, pero todos, absolutamente todos se corrieron dentro del coño de mi mujer, que a esas alturas estaba chorreando semen. se podía ver como cuando uno se corría y otro ocupaba su lugar, como al metérsela, su coño escupía un chorro de semen. cuando solo quedaba el ultimo, se levantó, y se puso a cuatro patas sobre el banco, y tras frotar su mano por su coño, y embadurnársela de semen, lo refregó por su culo, y le dijo al tío de la polla grande:
La tuya la quiero en el culo. No te cortes y dame caña. Quiero que me lo partas.
El tío, se acercó y hizo lo que mi mujer le había dicho, apuntó su gordo capullo contra el ojete de mi mujer, y de un solo golpe, sin preparación alguna, la ensartó, para ponerse a follarsela como un animal. Mi mujer gritaba como una loca, una mezcla de dolor y placer. Menos mal que después de sus aventuras con los canis, lo tenia dilatado, si llega a ser la primera vez, le hubiera hecho daño.
Cuando termino, se corrió en el culo, y mi mujer, cuando se la sacó, se tumbó boca arriba en el banco, y se empezó a pasar la mano por el ojete, recogiendo el semen del tío, para a continuación llevárselo a la boca y saborearlo. Ver aquella demostración de puterio nos puso como una moto, y más de uno quiso volver a follarsela, pero Rosario dijo que no, que el trato era un solo polvo por cabeza, y que ya les había hecho una mamada como regalo de la casa. Que se marchaba, y que a la próxima despedida de soltero, que contasen con ella.
Sin decir nada más, tal y como estaba, desnuda y con el coño y el culo chorreando semen de veintidos tíos se marchó andando a la salida de la nave entre los aplausos y gritos de todos. Yo recogí la ropa y el resto de nuestras cosas, y me acerque a Jesús para que me diese el dinero acordado. Él me lo entregó, y cuando me giraba para salir, me agarró de un brazo y me dijo bajito:
Dile a tu mujer que ha estado estupenda. Es la mejor puta que he visto nunca.
Yo puse cara de no saber de que hablaba, y él siguió. No te hagas el loco, en cuanto entro la reconocí. Dile que no se preocupe, no le diré nada a nadie, pero a ver si un día queda conmigo y me la vuelvo a follar. Tú si quieres puedes mirar so cabrón. Y a ver si me invitas a algo con el dinero que tu mujer ha ganado hoy.
Cuando le comenté a Rosario que Jesús lo sabia todo, me dijo que ya lo sabía, que cuando se lo estaba follando le dijo algo así como Rosario que pedazo de puta eres .
En el coche, le di la ropa a mi mujer para que se vistiera, pero dijo que no le apetecía, e hizo el viaje por la autovía desnuda, vistiéndose cuando estabamos llegando a Sevilla. Yo intenté follarmela en cuanto llegamos a casa, pero ella me respondió:
Lo siento cabroncete, pero tengo el coño y el culo escocido. He tenido una tarde con mucho trabajo. Si quieres te hago una mamada. Y con eso me tuve que conformar, aunque me hizo una mamada estupenda, todo ahí que decirlo.
Por suerte, mi mujer no se quedó preñada en esta movida, ya que no solo se habría quedado embarazada de otro tío, sino que ni ella misma sabría quien era ese otro.
A los pocos días, hablé con Jesús y le conté toda la movida de Rosario desde que vio las fotos que él me mandó, y alucinaba con todo lo que yo le contaba de mi mujer.
Ni que decir tiene que desde ese día, Jesús se folla a mi mujer cuando le apetece, ya que si no es él, el que llama para quedar, es Rosario quien lo llama a él para echar un buen polvo. Y que queréis que os diga, es tremendamente morboso cuando me llama al trabajo para preguntarme si Rosario tiene algo que hacer ese día para ir a casa a follarsela.