Mi mujer se convirtio en un putón (4)
Nos marchabamos de vacaciones solo, pero a ultima hora alguien nos acompaño.
Hola a todos de nuevo, somos José Antonio y Rosario, esta vez soy yo, Rosario la que os relatará en primera persona otra de nuestras aventuras, esperando que os guste tanto como las anteriores.
Para aclarar un poco nuestros relatos, os diré que lo que contamos en ellos son situaciones totalmente reales que nos han ido sucediendo, y que redactamos los dos juntos, aunque unas veces es mi marido y otras yo las que los cuenta en primera persona.
La aventura que os regalamos hoy sucedió antes de la de la noche que hice de prostituta, justo al verano siguiente de mi primera movida, y aunque mi marido no estaba muy conforme conque la publicásemos, debido a que involucra a una persona muy querida para ambos, pero al final, tras consultar a esta persona, nos ha dado su aprobación. Básicamente yo quería contar esta aventura para que cambiaseis la forma de pensar respecto a mi marido. Os aclaro, en los mails que nos han llegado, (que han sido un montón), la mayoría de los tíos piensa que José Antonio es una especie de calzonazos consentidor que acepta todas las humillaciones a las que lo someten los tíos que me follo y yo misma (y digo que me follo, no que me follan, ya que lo que hago lo hago por iniciativa propia, y sí un tío no me gusta, pues no va a acabar follando conmigo de ninguna manera, y si parece que dejo que hagan conmigo lo que quieran, no es cierto, soy yo la que busca y encuentra placer, y en parte, se puede decir que utilizo a los hombres para mi propio beneficio, en materia sexual, se entiende) Nada más lejos de la realidad, ya que si nuestros relatos se han basado básicamente en lo que yo hago, es porque a los dos nos da mas morbo contar estas aventuras que las que tiene mi marido, y os aseguro que tiene bastantes, y de hecho, él ha estado con más mujeres que yo con tíos, aunque casi nunca en mi presencia, ya que hemos comprobado que es mas fácil encontrar un tío que me folle aunque él este presente, que encontrar una mujer que acepte dejarse follar por mi marido conmigo delante. El caso es que entre nosotros no hay nada oculto, y cuando uno tiene una aventura sin el otro, siempre la compartimos cuando nos vemos, contándonos todo lo que hemos hecho.
Al grano, como dije antes, al verano siguiente a mi primera movida, decidimos irnos una semana de vacaciones a Portugal, a Praia da Luz, concretamente, con nuestra caravana dejando las niñas en casa con los abuelos, para poder estar un tiempo solos de marcha y luego volver a por ellas para seguir las vacaciones.
El plan era perfecto, pero unos días antes de marcharnos, surgió un pequeño inconveniente, mi hermana nos dijo si nos importaría si sé venia con nosotros, ya que ella solo tenia ese verano cinco días de vacaciones, y su marido estaba de viaje esos días, y no le hacia ilusión, ni quedarse sola en casa los únicos días que podía estar sin trabajar, ni marcharse sola a ningún sitio. A pesar del fastidio de pensar que se nos estropeaban nuestros planes, tras hablarlo ambos, decidimos decirle que se viniera con nosotros, de todas maneras, siempre podíamos cogerle las vueltas para hacer alguna cosa picante sin que se percatara.
Mi hermana, Laura, es ocho años menor que yo, y aunque de cara nos parecemos bastante, físicamente es algo mas delgada que yo, y un poco mas alta, y la única diferencia entre nosotras es que ella tiene las tetas mas grandes que las mías, pero con areolas bastante pequeñas, y pezones a juego, bastante pequeños también. Yo siempre he envidiado los pechos de mi hermana, pero mi marido, que se las ha podido ver en cantidad de ocasiones, ya que ella, a diferencia de mi, siempre ha hecho toples incluso en su presencia, dice que no le gustan, que de acuerdo, que las tiene mas grandes, pero que donde se pongan mis pezones y mis areolas, las suyas no tienen nada que hacer.
Antes de salir, hablamos los dos acerca de la vestimenta que yo iba a usar, y decidimos que me exhibiría aunque estuviera Laura delante, ya que al ser ella de siempre bastante liberal en su forma de vestir, y con la relación que tenemos ambas, no iba a poner pegas, de manera que un día antes de la partida, hable con ella, y le expliqué como pensaba vestirme ligera de ropa y exhibirme, aunque sin decirle nada de lo de follar con otros tíos.
Ella me dijo que eso era cosa de nosotros, y si a los dos nos iba ese rollo, que no tenía inconveniente, y que de todas maneras, ya se había dado cuenta de mi cambio en la forma de vestir, y que le gustaba, que antes parecía una abuela.
De esa manera, esa noche mi hermana se vino a dormir a nuestra casa, para salir al día siguiente temprano.
Para el viaje, yo me puse una camiseta sin mangas gris oscura y una falda blanca con bastante vuelo, que me llegaba justo por debajo del culo, y todo ello sin nada de ropa interior debajo, con lo que era seguro que alguien podía ver bastante bien mis intimidades.
Y de hecho, eso fue lo que paso, ya que a medio camino paramos en una cafetería a estirar las piernas, y cuando nos dirigíamos al local, en los aparcamientos, una ráfaga de viento me levanto la falda, dejándome con el culo al aire mientras caminaba delante de mi hermana y mi marido.
Laura me preguntó si eso era el tipo de cosas que nos gustaban hacer, comentándole mi marido que más o menos, pero que aquello había sido algo accidental provocado por el viento, y lo que normalmente hacíamos era premeditado.
Una vez en el coche, seguimos hablando del tema, y mi hermana se mostraba un poco escéptica ante lo que le contábamos, por lo que José Antonio me dijo que le hiciera una demostración, y sin pensarlo me quite la falda y la camiseta, quedándome completamente desnuda durante el resto el trayecto, ante el asombro de Laura, que no daba crédito a lo que yo estaba haciendo, sobre todo cuando nos adelantaban los camiones y autobuses, ya que por la diferencia de altura, tenían una vista espléndida de mi anatomía, y os puedo asegurar que nos adelantaron un montón de esos vehículos, ya que arrastrando una caravana, nuestra velocidad era bastante reducida.
Mi hermana estaba alucinando con lo que yo hacía, pero lo que más le llamó la atención fue mi depilado coño (me lo había rasurado por completo el día antes), y nos confesó que aunque ella se lo recortaba en verano, aquello era una pasada, y se interesó acerca de sí dolía o era molesto. Yo le explique que al principio picaba y era un poco molesto, pero que era cuestión de acostumbrarse, y que aparte de resultar más higiénico, resultaba comodisimo, y que cuando te lo comían estando depilado era lo máximo. Yo, viendo la situación, le dije que si le apetecía se lo podía afeitar, pero que el experto era José Antonio, y que por mi no había problema para que el se lo hiciese si quería llevarlo igual.
Mi marido aprovechó la situación y le dijo que cuando quisiese, se lo afeitaba. Mi hermana me sorprendió diciendo que se lo pensaría.
Durante el resto del trayecto, mi hermana alucinaba las veces que parábamos, ya que aunque evidentemente me vestía para salir del coche, solo con la camiseta era el centro de atención de todo el mundo, ya que se me clareaban los pezones a través de la tela, además de notarse que iba sin sujetador. Por otra parte, la falda era bastante llamativa, porque la tela también se clareaba un poco, aunque sin llegar a transparentarse, y dado lo corta que era y el vuelo que tenia, cuando me sentaba en los locales donde parábamos, todo el mundo se quedaba pendiente de mi, ya que me sentaba con las piernas abiertas, y la falda levantada por atrás, poniendo el culo desnudo en el asiento, con la falda bastante subida, y mostrando bastante mas que mis muslos a la gente. La exhibición que estaba dando a la gente, y en especial a mi hermana me hacia estar cachonda perdida.
Casi cuando estabamos llegando, mi marido recibió una llamada en su móvil que pudimos escuchar por el manos libres, resulto ser un vecino, preguntando sobre si un macuto que estaba en el suelo en nuestra plaza de aparcamiento era nuestro. Cuando lo describió, mi hermana dijo que era el suyo. La muy chochona se había dejado en Sevilla todo su equipaje excepto una bolsa de mano con la documentación, el dinero y poco más.
Mi hermana dijo que ya no era cosa de volvernos, que ya se compraría algo al llegar. Yo, aproveche la situación, y guiñándole un ojo a mi marido, le dije que no fuera tonta, que podía usar mi ropa. Mi marido sonrió sin decir nada, aunque se debió imaginar a mi hermana vestida con mi ropa, toda ella bastante cañera.
Laura me dijo que tenia que verla, que si todo era igual que lo que llevaba, casi mejor se compraba algo. Yo la tranquilice un poco diciéndole que tampoco era para tanto, que algo se podría poner.
Durante el trayecto no paso nada significativo, llegamos a Praia da Luz, en un camping cercano que ya conocíamos de anteriores visitas, y esa tarde, no hicimos nada de interés, dedicándonos a instalar la caravana, sacar el equipaje y descansar el resto del tiempo. Mi hermana escogió de mi ropa la menos cañera, a pesar de lo cual iría bastante fuertecita para lo que acostumbra.
Lo mejor fue con los bañadores, ya que todos los que llevaba eran tipo tanga, con la trasera de tirilla, y algunos de ellos casi transparentes ( la mayoría de la marca wickedweasell, y desde aquí os los recomiendo sí os gusta usar ropa de baño muy provocativa, ya que son espectaculares)
El caso es que mi hermana me dijo que no se atrevería a usar los más escandalosos, y se decidió por un conjunto de color azul cielo, tipo tanga, pero con un triangulito trasero, no de tirilla, y aunque la parte superior era tan pequeña que le cubría solo una pequeña porción de las tetas, de todas maneras ella solía hacer toples. Lo que ni mi marido ni yo le dijimos es que esa prenda concreta, tenia una particularidad, ya que mi marido la compró porque al mojarse se volvía casi totalmente transparente.
A la mañana siguiente, nos marchamos a la playa, mi hermana se puso el bañador que escogió, junto con una camiseta de tirantes y una mini, y yo me decidí a estrenar un tanga nuevo que era una verdadera chulada, solo un triangulito por delante, de un tejido que alternaba rayas horizontales negras con otras de tejido transparente, de manera que era fácil ver lo que casi no tapaba por tamaño.
Al rato de estar en la arena, llamando yo bastante la atención de la gente que nos rodeaba por mi tanga, mi hermana nos dijo que se iba a dar un baño, y en cuanto se dirigió al agua, José Antonio me dijo que no iba a perder la oportunidad de hacerle una foto guarrilla a mi hermana. Yo le había contado un rato antes, que esa misma mañana, ella me había pedido una cuchilla para recortarse un poco los pelos del pubis, ya que al probarse el bikini, se le salían por todos lados, y ambos estabamos expectantes por verla con la prenda transparentándose.
Cuando salió del agua, mientras mi marido le hacia varias fotos sin ella darse cuenta, fue cruzando la arena hacia nosotros sin percatarse de cómo iba enseñando todo su cuerpo a la gente que la rodeaba, y que no dejaba de mirarla. Cuando se sentó a nuestro lado, fue cuando se dio cuenta de lo que pasaba, y se quedó bastante cortada, diciéndonos que éramos unos cabronazos por no decirle que el bañador se pondría así.
Yo le respondí que aun no lo había estrenado, y que no lo sabía, y añadí que le quedaba muy bien. Laura nos dijo que aquello era como estar desnuda, y que le daba un poco de vergüenza estar así delante de José Antonio.
Mi marido le respondió que por el no había ningún problema, y que no se preocupara, que para él era como una hermana, y que de todas maneras ya le había visto las tetas en la playa otras veces, y que por verle los pelos del coño no pasaba nada.
Lo que dijo mi hermana me hizo pensar que ella se había referido a que le daba vergüenza que mi marido la viera, pero no había dicho nada del resto de la gente, de manera que propuse ir a dar un paseo por la playa, a ver como reaccionaba. Y ella hizo justo lo que yo pensé que haría, se levantó y nos dijo que nos acompañaba. Yo quise tirarle un poco de la lengua, y le dije que aun tenía el bañador mojado, y que la gente le vería todo transparentándosele a través de la tela. Su respuesta me hizo pensar que en el fondo le daba morbo la situación.
LAURA- Me da igual, no pienso quedarme aquí sola y aburrida, y de todas maneras, si tú eres capaz de ir con el bikini que llevas, yo no voy a ser menos.
De manera que los tres no fuimos dando un paseo por la orilla, aunque hacia la zona mas alejada, donde no había demasiada gente, aunque evidentemente, las dos llamamos bastante la atención con las prendas que llevábamos. Al volver a la toalla, nos comentó que si su marido la veía así, le daba algo, pero que le daba igual, que le estaba gustando todo aquello.
José Antonio, le dijo que para hacer las cosas bien tenia que haberse afeitado por completo, que entonces si le iba a gustar de verdad.
Ella le dijo que ni hablar, que así estaba bien, y que si quería que se afeitase él los cojones.
Cuando mi marido le dijo que ya los llevaba afeitados, se quedó unos instantes perpleja.
LAURA- Si, claro, eso lo dices para picarme.
JOSE ANTONIO- De verdad, te lo juro, yo siempre llevo afeitado los huevos y la polla.
LAURA- No te creo, tendría que verlo, té estas tirando un farol para ver como reacciono. A ver, enséñamelos si te atreves.
YO- Niña, este no es sitio para ir enseñando los huevos.
LAURA- vale, pero no mé creo nada, cuando lleguemos a la caravana mé lo enseñas, si te atreves claro.
JOSE ANTONIO- ¿qué te apuestas?
LAURA- si es verdad te dejo que mé afeites el coño.
JOSE ANTONIO- Hecho, pero te vas a llevar una sorpresa.
Nada más llegar a la caravana, mi hermana le dijo a mi marido que se quitase el bañador a ver si era verdad que los llevaba como había dicho.
Mi marido, que es el tío con menos vergüenza que conozco, sin pensárselo dos veces, se lo quitó, quedándose completamente desnudo ante ella, mostrándole los huevos y la polla sin un solo pelo, y en estado de reposo.
Mi hermana se quedó pasmada, y con una risita bastante infantil, le dijo que nunca había visto un tío afeitado, y que era muy gracioso, que parecía un niño.
Mi marido tiene una polla con un tamaño normal, en erección mide unos diecisiete centímetros, pero sin embargo, cuando esta fláccida resulta bastante pequeña ( a mí mé encanta metérmela en la boca cuando esta así y sentir como va creciendo)
JOSE ANTONIO- Pues si sigues mirándola así, te aseguro que crecerá y dejará de parecerse a la de un niño.
Yo, decidí que era el momento de darle una vuelta de rosca a la situación y ver hasta donde llegaba mi hermana, y tras hacerle una foto diciéndole que era para que se la llevase de recuerdo, le agarré la polla a mi marido, y se la empece a sobar. Como era de esperar, se le fue poniendo tiesa, y seguí masturbándolo descaradamente ante su atenta mirada.
YO- ¿Qué te parece? ¿A que ya no parece la de un niño?
Tras decirle esto, aceleré el ritmo hasta que mi marido se corrió abundantemente en mi mano, llevando a continuación los dedos a mi boca chupando todo el semen, sin dejar de mirar a mi hermana que estaba con la boca abierta.
YO- Niña, cierra la boca, que pareces tonta, además, si sigues así, este (por mi marido) es capaz de meterte la polla en la boca.
José Antonio me miró un poco cortado, ya que pensó que a mi hermana le podía molestar el comentario, pero las dos nos empezamos a reír durante bastante rato, hasta que ya repuestas del golpe de risa, mi hermana le dijo a mi marido.
LAURA- Póntela a tono, que quiero hacerte unas fotos de recuerdo.
Mi marido, no se hizo de rogar, y se empezó a acariciar la polla y los huevos, y se fue masturbando delante de mi hermana, que no paraba de hacer fotos con nuestra cámara, hasta volver a correrse.
Evidentemente esto hizo que las cosas entre nosotros tres se distendieran bastante, y esa misma tarde mi hermana volvió ir a la playa con el mismo bañador de por la mañana, pero esta vez pudimos darnos cuenta como se había afeitado la tirita de pelo que se dejo antes, dejándoselo totalmente depilado como yo
. Al volver, esa tarde, estuvo por el camping con ropa mía sin cortarse, a pesar de que iba enseñando bastante. Por ejemplo, esa noche decidimos ir a Lagos a cenar, y cuando me pidió ropa para vestirse, le saque un tanga de tirilla, una minifalda elástica bastante ceñida y un top blanco. Yo pensé que se quejaría, pero para sorpresa mía, no lo hizo, y estuvimos hasta bastante tarde yendo ella con las tetas transparentándose a través del top. Y con la falda mostrando medio culo, y al ir con el tanga metido entre las nalgas, desde atrás parecía enteramente que no llevaba nada debajo. Esto hizo que yo me viera con la libertas de dar rienda suelta a mi lado exhibicionista, y me puse ropa del mismo estilo, un top y una minifalda, aunque sin ropa interior de ningún tipo, de manera que estuve toda la noche dejando ver mi depilado coño a quien tuvo la suerte de cruzarse con nosotros.
Los días siguientes, mi hermana siguió utilizando mi ropa, de hecho, en la playa se atrevió a utilizar alguno de mis microtangas, y por el camping siempre iba con falditas cortas o algún short muy pequeño.
Lo mejor de todos esos días fue un una mañana, que decidimos ir de turismo a Lagos y alrededores, y la ropa que yo escogí para mí era total, un top negro anudado a la cintura y al cuello, solo con tela por la delantera, con toda la espalda al desnudo, y con el que se apreciaba desde lejos la falta de sujetador, ya que al ser bastante suelto, se podían ver los pechos por los laterales, y una falda blanca, muy corta, y con un poco de vuelo, con la que se me veían las cachas del culo al andar. Laura, cuando me vio vestida, me dijo que le apetecía ir cañera, de manera que le dijo a mi marido que le escogiera él la ropa.
El muy cabronazo, lo hizo bien. Le dio una camiseta suya tipo basquet, que le quedaba muy grande, de forma que se le veían las tetas casi sin hacer ningún movimiento, y un short blanco, que de hecho no es una prenda de vestir, sino de baño. Cuando mi hermana le dijo que la prenda le iba a transparentar el tanga, mi marido le dijo que no se preocupase, que no iba a llevar nada debajo. Tengo que reconocer que mi hermana iba muy llamativa, con el short clavado en la raja del coño de la manera más evidente, y las mollas del culo al aire.
El caso es que con estas pintas estuvimos las dos moviéndonos por la ciudad sin el mayor recato, yo, totalmente cachonda, tanto por exhibirme, como por lo que estaba haciendo mi hermana, hasta que José Antonio, después de comer, me dijo que le apetecía verme el culo, y en medio de la calle, me remangó la falda, enrollándola en la cintura, y dejándola de forma que iba con el culo totalmente al aire, y por delante, aunque la dejó un poco más larga, se me llegaban a ver las ingles, e incluso los labios del coño.
Mi hermana estaba alucinando, y no se perdió detalle de las caras de la gente al cruzarse conmigo mientras yo les dejaba verme el culo y el coño con la mayor de las desvergüenzas. Laura me dijo que estaba loca, pero que lo que yo estaba haciendo la estaba poniendo cachonda. Yo le respondí que en eso estaba la gracia, en poner cachondo a todo el mundo, y a mi misma. Cuando mi hermana le preguntó a mi marido si no le importaba, esta fue su respuesta.
JOSE ANTONIO- ¿Importarme? Me encanta, si por mí fuera le quitaría toda la ropa y la haría ir en pelota picada por la calle, a ver si la violaban entre unos cuantos.
Cuando regresamos a la caravana, yo estaba cachonda perdida, y mi marido ni digamos, de forma que antes de entrar, empezó a meterme mano, y mi hermana dijo en plan de coña que si molestaba que se iba a dar una vuelta para dejarnos solos. José Antonio le respondió que si le apetecía podía quedarse, que ninguno de los dos teníamos inconveniente en que nos viera echando un polvo. Para asombro mío, mi hermana dijo que si no había problema que se quedaba, que ya estaba cansada de escucharnos follar por las noches y le apetecía vernos.
De manera que entramos en la caravana los tres, y José Antonio y yo nos dedicamos a follar sobre una de las camas mientras mi hermana nos miraba. La verdad es que a los dos nos dio bastante morbo lo que estabamos haciendo, y a mi hermana, por su parte, imagino que también, ya que empezó a acariciarse los pezones y el coño mientras nos miraba.
Cuando terminamos, nos quedamos tumbados en la cama, y Laura se acercó a nosotros, y nos pidió permiso para tocarle la polla a José Antonio. Con un gesto mi marido le dijo que adelante, y Laura se la empezó a acariciar, hasta volver a ponérsela de nuevo dura, y sin avisar, se la metió en la boca y comenzó una mamada de campeonato, alternando la polla con sus afeitados huevos, e incluso llegando a acariciar con la lengua la zona del ano. Yo, la verdad, no pude resistirme, y poniéndome detrás de mi hermana, le empece a acariciar el coño, masturbándola mientras le metía un par de dedos.
Laura, en un momento dado, se levantó, y sacándose la poca ropa que llevaba, le dijo a mi marido:
LAURA- No aguanto más, métemela y follame.
Por supuesto que su petición no cayó ensaco roto, de manera que sentada en la otra cama, vi como mi marido se follaba a mi hermana, y si morbo me dio el follar delante de ella, verlos a los dos fue algo increíble.
Cuando acabaron, mi hermana nos dijo que aquello teníamos que repetirlo, pero que no le dijéramos nada a su marido. Evidentemente, nosotros dos estabamos de acuerdo con lo que había dicho, y esa noche dormimos los tres juntos, bueno, dormir dormimos poco, ya que mi marido nos follo a las dos, e incluso, Laura y yo, estuvimos acariciándonos un buen rato, hasta que mi marido nos dijo que nos hiciéramos un sesenta y nueve. Laura dudaba un poco, pero cuando me amorré a su entrepierna y me puse a comerle el coño, duro poco, y girándose poco a poco, se puso a hacerme a mí lo mismo.
La verdad es que no pensaba que ella aceptara montarse un bollo conmigo, y ni siquiera yo, lo hubiera imaginado nunca. Cuando tras un rato descansando, serian las tres de la mañana mas o menos, mi marido nos preguntó si nos apetecía una cerveza, que podíamos tomárnosla fuera, en el avance. Mi hermana se fue a vestir, pero yo le dije que no lo hiciera, que así vería lo agradable que era estar desnuda al aire libre.
Mi hermana protestó un poco, diciendo que alguien nos podía ver, a lo que le respondimos que dada la hora, todos estarían durmiendo, y no habría nadie moviéndose por el camping, pero si alguien nos veía pues mejor.
Cuando estabamos sentados en las butacas con las cervezas, mi hermana me confesó que era la primera vez que le ponía los cuernos a su marido, y que se lo montaba con una mujer, y mi marido aprovechó la oportunidad, y le dijo que para mi no era la primera vez, y le fue contando todo lo que yo hice aquella primera noche con los canis, y algunas aventuras nuestras.
Mi hermana lo escuchaba con la boca abierta, hasta que casi con un hilo de voz, nos dijo que cuando pensásemos hacer algo como lo que le habíamos contado, otra vez, que la avisáramos. Yo le pregunté si era solo para mirar o participaría.
LAURA- ¿Tu te crees que después de exhibirme como lo he hecho, y de follar con mi cuñado y mi propia hermana me voy a quedar de mirona? De eso ni hablar, algún tío habrá para follar con él, y sino, mi cuñadito lo hace de maravilla.
También nos confesó que así se vengaría de su marido, ya que se había enterado que le había puesto los cuernos con una de sus compañeras de trabajo varias veces.
El día siguiente era el ultimo que pasaba mi hermana con nosotros, y yo misma me sorprendí del cambio que había dado, ya que para empezar, cuando salió de la caravana a desayunar con nosotros, nos sorprendió a los dos al hacerlo con un conjunto de bikini wickedweasell de los míos, y que escogió el mas fuerte de los que tengo, y que yo no había estrenado aun, uno amarillo, con la parte de arriba formada por dos triángulos tan pequeños que solo le cubrían los pezones, y eso que como dije no los tiene muy grandes y por debajo, un microtanga, que realmente no tapaba absolutamente nada, ya que incluso dejaba la parte superior de la rajita sin cubrir, y para mas inri, la prenda era semitransparente. De escándalo. Cuando le dijimos que estaba preciosa, nos preguntó si aquello se transparentaría al mojarse. Nosotros dos solo nos sonreímos. Era evidente que lo haría.
Pues con esas exiguas prendas, no solo estuvo por el camping mientras desayunábamos, con la gente de las parcelas cercanas pendientes de ella, sino que al marchar hacia la playa lo hizo tal cual, sin ni siquiera ponerse una camiseta.
Yo, por mi parte, pensé que si ella se atrevía con aquella prenda, no podía ser menos, y escogí un conjunto para estar a su altura. Lo que me puse fue un bikini de la misma marca, pero con la parte superior tipo bandeau (una especie de top que solo cubre las tetas), y por abajo, igual de pequeño que el de mi hermana, pero de licra blanca semitransparente que al mojarse se volvía transparente del todo. Yo ya lo había usado, y mojado era como no llevar nada.
Cuando llegamos a la playa, tuvimos que aparcar a unos cien metros del paseo marítimo y andando las dos solo con la ropa que he descrito, sin nada mas encima, fuimos el centro de atención de toda la gente. Una vez en la arena, mi marido nos dijo que nos situaríamos en la parte central de la playa, justo delante de los chiringuitos. Allí había bastante gente, de manera que todos se estuvieron recreando con la visión de nuestros cuerpos sin ningún obstáculo. Sobre todo, podíamos notar como nos miraban la entrepierna, ya que como dije, a mi hermana se le podía ver el inicio de la raja del coño por arriba del tanga. Yo, por mi parte, me lo puse como le gusta a mi marido, con las cintas laterales a la cadera, y el triangulito frontal lo más alto posible, de manera que se me clave en el coño, dejando una parte de los labios a la vista.
Durante toda la mañana estuvimos los tres en la playa, y os podéis imaginar el espectáculo que mi hermana y yo ofrecíamos a todos cada vez que salíamos del agua, ya que ella se quedó en toples nada mas llegar, como suele hacer normalmente, y yo me quede con la prenda superior, ya que me parece mucho más morboso dejármela puesta, y que al mojarse se transparente totalmente, como le pasaba a nuestros dos tangas, que una vez mojados, era como no llevar nada.
Lo mejor de todo fue cuando llegó la hora de comer, ya que José Antonio pensó que mejor que irnos al camping a hacerlo, era ir a algún local del paseo marítimo y seguir exhibiéndonos.
Laura le dijo si nos poníamos algo para cubrirnos un poco, pero él dijo que no, que tal como íbamos estabamos bien, aunque con la parte de arriba puesta. Menos mal que cuando lo hicimos llevábamos algún tiempo tomando el sol, y estaban secos, si no, creo que no nos hubieran dejado entrar en ningún sitio.
Escogimos el que más lleno estaba, ya que aparte de que lo conocíamos y se comía muy bien, podíamos exhibirnos delante de mas gente.
Y eso fue lo que hicimos. Mi hermana estaba un poco cortada, ya que como ella mismo nos comentó, una cosa era andar por la calle en dirección a la playa con aquellas prendas, e incluso estar en la misma, y otra dentro del local, donde nadie, absolutamente nadie nos quitaba ojo de encima. Mi marido, al ver a Laura con las piernas cerradas, dijo que las zorritas no se sentaban como las monjas, que debían mantener las piernas abiertas y que la gente pudiera recrearse bien. Laura, hizo caso, y abrió las piernas. Yo, pude ver como al hacerlo, el triangulito del tanga se desplazó hacia abajo, de forma que ahora no era el inicio de la raja del coño lo que se veía, era practicamente la rajita al completo, incluso, desde cerca podía apreciarse un poco su clítoris, asomándose debido a la excitación. Yo, por mi parte, con la prenda subida, mostraba los labios por completo al llevar la parte mas estrecha del triangulito totalmente clavado en el coño.
No os podéis ni imaginar lo que una mujer puede llegar a sentir al exhibirse de una manera tan descarada ante las miradas de la gente, y de buena gana me hubiera masturbado delante de todos debido a la calentura que llevaba.
Cuando terminamos de comer, dicidimos irnos por el paseo marítimo a dar un paseo, y al final, en la zona donde se acababa, mi marido nos dijo de bañarnos, y volver con los tangas mojados. Laura me sorprendió aceptando la propuesta antes incluso que yo. Creo que entre mi marido y yo habíamos creado un pequeño monstruo, ya que aceptaba cualquier propuesta sin discutir.
Cuando tras estar un rato en el agua salimos, estabamos las dos con las prendas transparentando todo, pero José Antonio nos retó a que hiciéramos el camino de vuelta con las tetas al aire, sin la parte de arriba. Mi hermana y yo nos miramos, y a la vez nos las sacamos y volvimos enseñando las tetas durante todo el recorrido por el paseo hasta la zona donde teníamos las toallas. Mi hermana me confesó después que no sabía como expresar con palabras lo que había sentido durante la caminata, que el notar las miradas de todo el mundo clavándose, primero en sus tetas, y luego en su coño bien a la vista a través de la transparencia del tanga era lo más erótico que había sentido nunca, y que entonces fue cuando entendió bien el porqué de todo lo que yo hacia.
Cuando volvimos a la caravana, las dos nos quedamos el resto del tiempo con la misma ropa que habíamos usado en la playa, y os aseguro que era increíble el trasiego de gente "paseando" por delante de nuestra parcela, y "curiosamente", todos mirando siempre hacia la misma.
Por la noche, después de cenar, aprovechamos que esa era la ultima noche que mi hermana pasaba con nosotros, ya que al día siguiente se marchaba en autobús a Sevilla, y volvimos a dedicarnos a follar los tres.
Lo mejor de todo fue cuando Laura y yo nos lo volvimos a montar entre las dos. La verdad es que aunque no era mi primera vez con una mujer, siempre había sido como un complemento a un buen polvo, disfrutando de que una tía me hiciera una comida de coño, o al revés, yo a ella, pero con mi hermana se unía el morbo del hecho de que era mi hermana, no otra tía cualquiera.
Laura me confesó mas tarde, estando en Sevilla, que las tías no le iban en absoluto, y que no se imaginaba repitiendo lo de aquellos días con otra mujer, pero conmigo estaba dispuesta a hacerlo cuando yo quisiese, sobre todo si estaba mi marido delante. Y que estaba deseando que quedáramos los tres juntos para exhibirnos y después irnos a follar. Evidente mi marido estaba mas que contento con todo aquello, ya que como el mismo me reconoció, follarse a mi hermana delante de mí lo ponía como una moto.
Al día siguiente, mi hermana se marchó a Sevilla, y nosotros nos quedamos cinco días más en el camping, aunque no os creáis que nos quedamos descansando, fueron unos días bastante moviditos, pero eso os lo contara José Antonio en un próximo relato.