Mi mujer se convirtio en un putón (3)

A mi mujer se le antojo hhacer de puta una noche.

MI MUJER SE CONVIRTIO EN UN PUTON -3

Hola a todos, de nuevo soy José Antonio, el marido de Rosario. Ella me ha pedido que sea yo quien cuente la movida de la noche que hizo de puta. Dice que ha intentado plasmar por escrito todo lo que sintió aquella noche, paro que es incapaz de hacerlo de una forma medianamente coherente. En definitiva, yo estuve presente en practicamente todo lo que sucedió, y lo que no presencie me lo contó ella misma al volver a casa.

Mi mujer llevaba tiempo dándole vueltas al tema, y tanta lata dio que acabe por aceptar, aunque no era algo que me gustase demasiado, ya que podía ser peligroso. Tras hablarlo, los dos pusimos nuestras condiciones, y llegamos a un acuerdo.

Decidimos hacerlo un viernes, así tendríamos el sábado para descansar, ya que con lo que tenia en mente mi mujer, poco descansaría esa noche. Lo primero que hice, un par de semanas antes, fue preguntar con disimulo a varios compañeros de trabajo, ya que yo nunca me había ido de putas, y no tenía ni idea de donde buscar. Una vez informado nos fuimos los dos con el coche a ver el ambiente y seleccionar la zona donde mi mujer se pondría. Que queréis que os diga, a mí, el ambiente me pareció de lo más sórdido, pero mi mujer se puso cachonda mientras circulábamos viendo las chicas. De los varios sitios que inspeccionamos, elegimos una zona a las afueras, en un polígono industrial. Entre los dos pensamos que iba a ser demasiado presentarnos allí por las buenas, ya que podíamos tener problemas con las putas o con sus chulos, de manera que a la semana siguiente, me marche yo solo, como si fuera un cliente, y me acerque a un grupo de chicas. Eran cinco, dos de ellas travestis, otra muy joven, no tendría mas de dieciocho años, y con pinta de yonqui. Las otras dos, una era bastante mayor, como de cincuenta años, y bastante estropeada físicamente, y la quinta, de unos cuarenta y tantos, y aunque se notaba que no era ninguna niña, no tenia mal aspecto, de hecho, aparte de su escasa vestimenta, podría pasar desapercibida en cualquier lugar. Cuando llegue, las cinco se acercaron a mi coche, y yo me baje, y escogí la quinta. Ella me dio su tarifa, y cuando entró en el coche, nos alejamos un poco, cerca de una tapia, y allí, le dije que no pensaba hacer nada con ella, que solo quería hablar. Ella me dijo que con mi dinero podía hacer lo que quisiese, que mientras le pagase por el tiempo, le daba igual. Yo, un poco cortado al principio, le fui explicando lo que tenia en mente mi mujer, intentando no decirlo de una manera que le resultase ofensiva. Cuando terminé, la mujer se me quedó mirando con cara incrédula, y se puso a reírse de forma descontrolada.

Perdona que me ría, pero no entiendo como una mujer casada puede querer hacer de puta y tener que aguantar las cabronadas del primero que aparezca y le pague, por mucho morbo que le dé la cosa. Estáis locos los dos.

Yo pensé que con esa frase acabaría la cosa, y no nos ayudaría, pero Juana, que así se llamaba, resultó ser un encanto de tía, y legal, ya que accedió a ayudarnos, aunque me dijo que seria mejor quedar de día, y así podía informarnos de la mejor forma de hacer lo que mi mujer tenia en mente, de manera que al día siguiente quedamos después de comer en una cafetería los tres. Antes de salir del coche, me dijo que le había pagado por un completo, y solo habíamos estado un rato charlando, que si me apetecía me hacia algo rapidito. Yo nunca me había ido de putas, pero la verdad es que la chica me había caído bien, y por otra parte, estar sentado en mi coche con una mujer al lado en tanga y sujetador me había puesto caliente, así que me hizo una mamada con bastante maestría, y descubrí que mi mujer no tenia nada que envidiarle, es decir, que mi mujer chupando pollas está a nivel profesional.

La tarde siguiente nos presentamos a la hora indicada en la cafetería, y al entrar, no la vi, por un momento pensé que no había venido, hasta que una mujer bastante bien arreglada se nos acercó, y llamándome por mi nombre, nos indicó la mesa donde estaba sentada. La verdad es que no la reconocí, desde luego, nada que ver con la imagen que cualquiera tiene de una puta, bien vestida, incluso elegante, una señora, en definitiva, nada que ver con la mujer que en ropa interior me había mamado la polla la noche anterior en mi coche. Estuvimos hablando mas de dos horas. Nos contó su vida, y él porque de dedicarse a aquello. Nosotros, le estuvimos contando por encima nuestras aventuras, y mi mujer le explicó el porque de su idea. Juana, nos dijo que seguía sin entenderla, pero que nos ayudaría, ya que de hacerlo solos, nos podíamos meter en un lío gordo. Nos contó que ella iba por libre, no tenia chulo, y que en las zona donde trabajaba era bastante respetada, tanto por las demás chicas, como por los chulos de ellas, y que movería algunos hilos para que mi mujer pudiese hacer efectiva su fantasía sin problemas. También nos dio indicaciones acerca de las tarifas, y de cómo debía actuar para pasar por puta sin que nadie sospechase que no lo era. También estuvo intercambiando ideas sobre como debía vestirse Rosario, como actuar cuando algún cliente llegase, y donde debía decirle al cliente que aparcase el coche para, tanto yo, como ella estar pendientes de que no hubiera problemas.

La noche escogida, quedamos en casa de Juana, donde mi mujer se cambiaría su ropa normal por el "uniforme". Con Juana, entro en su dormitorio, mientras yo esperaba fuera. Cuando salieron, casi no la conocía. Peluca rubia, maquillada exageradamente, medias negras de rejilla con blonda autoajustable, zapatos negros con unos taconazos increíbles, tanga negro, de hilo dental, y con el triángulo delantero, aparte de tan pequeño que casi no le cubría el coño, de gasa transparente, y un sujetador de balcón, también negro, que le dejaba los pechos totalmente al aire. Increíble, era la imagen perfecta de una puta. Juana iba vestida con una minifalda de licra increíblemente corta, y un chalequillo abierto por delante, de hecho ni siquiera tenia botones, que dejaba sus tetas a la vista. Encima se pusieron un par de gabardinas y un pequeño bolso, para guardar los condones y el dinero, y nos fuimos en nuestros coches a la zona donde mi mujer se estrenaría como puta callejera.

Nada más llegar, Juana presentó a mi mujer a las otras chicas, y le indicó a mi mujer donde se tenía que poner para esperar a los clientes, y a mí donde debía aparcar mi coche, y donde me escondería para no perderme detalle de lo que pasara. Así me situé en la tapia donde estuve en mi coche con Juana la primera noche, escondido entre unos arbustos. Desde allí tendría una visión perfecta de mi mujer ejerciendo de puta, ya que Juana le indicó que a los clientes les hiciera aparcar practicamente delante de mí.

Desde mi escondite, podía ver perfectamente, ya que un par de farolas alumbraban por completo la zona donde esperaban a los clientes, en una acera al lado de la calle por donde tenían que pasar los coches. Aquella zona, no era de paso obligado para ir a ningún sitio, el que pasaba por allí, iba directamente buscando sexo, o eran curiosos dándole al ojo, algo bastante frecuente, por lo que nos contó Juana. Las otras chicas se pusieron un poco apartadas de donde estaban mi mujer y Juana, imagino que por indicación de ésta, dejándolas a las dos solas.

Era increíble, ver a la luz de las farolas a mi mujer vestida de aquella manera, andando al lado de Juana. Al principio daba la impresión de estar un poco cortada, ya que no se movía de una forma relajada, pero en nada de tiempo, pareció adaptarse, y se la veía más natural. Cada vez que pasaba un coche, Juana se quedaba retrasada, mientras mi mujer se acercaba al asfalto, ofreciéndose semidesnuda a las miradas de los conductores.

No pasó ni media hora hasta que paró el primer coche, un Audi bastante nuevo con un tipo gordo. Mi mujer se acercó, y metió medio cuerpo por la ventanilla del acompañante. Desde mi escondite, podía ver como mientras hablaban, el gordo le tocaba las tetas, ofrecidas sin la más mínima vergüenza. Tras unos instantes, Rosario entró en el coche, y el gordo lo aparcó justo delante de mí. Pude ver sin el menor obstáculo, como el gordo le daba a mi mujer unos billetes, que ella guardó en el bolso, y como mientras ella sacaba un condón, el tío no paraba de morderle los pezones a Rosario, mientras con una mano le acariciaba la entrepierna. Cuando mi mujer saco el condón del envoltorio, el gordo echo su asiento hacia atrás, y se tumbó, bajándose los pantalones, mi mujer, tras masturbarlo un poco para ponérsela tiesa, le puso el preservativo, y se fue agachando dirigiendo su boca hacia la polla del gordo. Mientras hacía esto, vi como dirigía su mirada hacia donde yo estaba y me guiñaba un ojo. Estuvo mamándole la polla al gordo varios minutos, alternando las lamidas a su polla con mordiscos en sus cojones, hasta que, por los bufidos del tío, este se corrió. Esto lo pude ver con total claridad, a pesar de la puerta cerrada, ya que el lugar donde yo estaba era una especie de parterre, como medio metro mas alto que el suelo donde estaban aparcados, de manera que a pesar de mantener la puerta cerrada, se veía bien lo que mi mujer hacia.

Cuando el gordo termino, mi mujer le quitó el condón, y cogiéndolo por la punta, lo fue exprimiendo, echándose la corrida del tío sobre sus tetas, para a continuación frotarse todo el semen sobre ellas. El gordo la miraba alucinado mientras le decía lo golfa que era, que nunca había visto una puta hacer eso. Rosario salió del coche, y rodeándolo, se dirigió hacia donde yo estaba. Por un momento pensé que vendría hacia mí, aunque estuviera el gordo todavía sentado en el coche, pero lo que hizo fue meter su culo por la ventanilla, y ofrecérselo al gordo, que estuvo un rato magreándoselo, mientras ella miraba hacia donde yo estaba. Cuando se canso, se fue contoneándose a la acera, mientras el gordo arrancaba el coche y se marchaba. Mi mujer, aprovechando la marcha del coche, vino hacia mí, yo salí de mi escondrijo, y le pregunté:

¿Que tal?

Me acaban de pagar por hacer una mamada.

Si, ya lo he visto. ¿Cómo te sientes?

Cachonda, de buena gana me lo hubiera follado, no veas como me ha sobado el coño cuando le metí el culo por la ventanilla. Mirame las tetas, están llenas de leche. Y cuando dijo esto se las levantó con ambas manos ofreciéndomelas. Yo hice ademan de tocárselas, pero ella me paró con la mano.

Todavía no, cuando termine ya tendrás tiempo cuando acabe de limpiarme entera. Ahora estoy trabajando. Y sin más, se giró y se volvió a su sitio en la acera.

No pasaron ni diez minutos cuando otro coche volvió a parar, esta vez era una ranchera con un hombre de unos treinta años. Mi mujer repitió la operación de ofrecer la mercancía, y se metió en el coche. Cuando aparcaron en el mismo sitio que el otro, vi como los dos salieron fuera. Al principio pensé que lo iban a hacer al lado del coche, pero se dirigieron a la parte de atrás. Cuando me fije, vi como el tío tenia los asientos traseros reclinados, de manera que formaba una especie de cama. Iba preparado el muy cabrón. Yo me tuve que mover entre los arbustos hasta quedar en una situación donde pudiera ver bien. Tras sacarse los pantalones, se sentó en el borde del maletero, y tras el mismo se puso un condón, mi mujer se agacho y le estuvo un rato haciéndole una mamada, mientras él no dejaba de tocarle las tetas, hasta que tras levantarse, le dijo que se desnudara. Cuando mi mujer se quedó en pelotas, le dijo que se tumbara en el maletero, con las piernas apoyadas en el suelo, y se tumbó encima de ella, apuntó su polla hacia el coño de Rosario, y se la metió de un golpe, se puso a follarse a mi mujer. No tengo ni idea del tiempo que estuvieron así, pero yo me saque la polla y estuve machacándomela, aunque no llegue a correrme, ya que pare justo antes, quería disfrutar el máximo tiempo posible. Al poco, note como el tío se corría entre bufidos suyos y gemidos de mi mujer.

Cuando se incorporó, le dijo que era un puton fabuloso, que se veía que disfrutaba follando, y que era la mejor puta que había encontrado nunca. También le preguntó si iba a estar por allí a partir de ahora. Mi mujer le contestó que si, que era nueva en el sitio, pero que le había gustado. Esto me preocupó un poco, ya que la muy puta de Rosario era muy capaz de querer volver otro día, pero mi calentura me impedía pensar en otra cosa que no fuera lo que estaba pasando en aquel momento. Toda esta conversación sucedió con el tío vistiéndose, y mi mujer de pie, totalmente desnuda acariciándose el coño, y sin hacer el menor gesto de vestirse. Cuando el coche arranco, salí de mi escondite, mi mujer se agachó y cogió el condón, escurriéndolo en su mano y refregándose la corrida por su coño mientras me miraba.

Menuda golfa estas hecha.

¿Te gusta que sea así de puta?

Me encanta. Yo mientras hablaba, estaba con los pantalones bajados acariciándome la polla.

Si vas a seguir sobándote, mas vale que te desnudes, te vas a caer intentando andar con los pantalones en los tobillos. Se me ocurre una cosa, desnúdate y quédate solo con los zapatos. Yo hice lo que me dijo, sin saber muy bien que se le habría ocurrido. Cuando me desnude, cogió mi ropa, y la suya, y se marchó a la otra acera, dejándome en pelotas.

Rosario, ¿no me iras a dejar así?

Si, ¿no te da morbo hacer de mirón en pelotas mientras la puta de tu mujer folla con sus clientes?

Yo me quedé de pie, desnudo mientras la veía cruzar. Cuando llegó a donde estaba Juana, la oí decirle a mi mujer que estaba como una cabra. Mi mujer escondió mi ropa en un rincón, y sin vestirse, solo con su bolso colgado, se puso a esperar mas clientes. Ahora estaba completamente desnuda en la acera, paseando arriba y abajo mostrando su cuerpo por completo. Varios coches pasaron despacio tocando el claxon al verla, aunque ninguno paro. Yo, escondido de nuevo, no podía parar de masturbarme, viéndola en aquella situación, con el morbo añadido de que yo estaba también en pelotas.

Por fin un coche paró, era un Seat Ibiza, con dos chavales de poco mas de veinte años. Desde mi sitio, podía ver como silbaban y jaleaban a mi mujer, y al poco, vi como ella les indicaba la acera de enfrente, y ellos apagaron las luces, giraron, y aparcaron el coche justo delante de mí. Menos mal que apagaron los faros, ya que si no, creo que me hubieran visto.

Mi mujer cruzó la calle andando, y al llegar a la altura del coche, los dos chicos salieron, cerrando las puertas. Oí como uno de ellos le decía: ponte aquí delante, te vamos a follar en el capo, dentro es muy incomodo.

Si pasa alguien nos va a ver, respondió mi mujer.

A ti no creo que te vaya a dar vergüenza, y a nosotros nos la suda si nos ven, mejor, así aprenden como se folla.

Casi no me lo podía creer, los dos se la iban a follar justo delante de mis narices, sin nada que me obstaculizara la vista.

Rosario, se acercó a la parte frontal del coche, y se sentó en el capo, dejando las piernas bien abiertas, mientras los chavales se quitaban los pantalones y los echaban dentro del coche.

Sin perder tiempo, se pusieron unos condones que mi mujer les dio, y uno le acercó la polla a la cara tras ponerse de rodillas sobre el capo, mientras el otro se la metía a mi mujer. Podía oír como mi mujer gemía y bufaba con la polla de los dos metidas bien dentro, ya que el de la mamada le estaba follando la boca directamente, nada de comérsela, la metía y la sacaba de su boca como si fuera un coño. Y mientras, el otro, le estaba dando unos empujones terribles, le debía estar llenando el coño de polla hasta el fondo.

Mi mujer estaba como poseída, gritaba como una posesa. Nunca la había visto así mientras follaba, y a estas alturas de nuestra vida, la había visto follar bastante.

En un momento dado, el que le follaba la boca, se la sacó, se quitó el condón, y se corrió en su cara, llenándosela de leche por completo. No os imagináis lo que soltó. Rosario, totalmente entregada, abrió la boca, y una buena parte del semen del niñato le cayó dentro, relamiéndose mientras el otro seguía bombeándole el coño. Cuando éste se iba a correr, se incorporó y se empezó a quitar el condón, pero mi mujer se adelantó, y terminó de hacerlo ella, agachándose delante de su polla abriendo la boca. El tío, evidentemente aprovechó la oportunidad y soltó toda su leche directamente en la boca de mi mujer. Cuando terminó se volvió a relamer de gusto, tragándose la corrida del chaval. Habíamos llegado al acuerdo de que no haría nada de eso, nada de contacto directo con el semen de los clientes, pero, la verdad, no solo no me importó un carajo, sino que me puso tan cachondo que aceleré mi mano y me terminé la paja que me estaba haciendo.

Joder tío, esta puta es de las guarras de verdad, se acaba de tragar toda mi corrida.

Mi mujer, como una loca, los agarró a los dos de las pollas, y acercándoselas, se puso a lamerlas.

Así, guarra, déjame la polla limpia, así la maman las putas de verdad.

Evidentemente, el trabajito de mi mujer, hizo que los dos acabaran con las pollas tiesas de nuevo, ventajas de la edad, y uno de ellos se sentó en el capo, y cogiendo a mi mujer de un brazo, la hizo ponerse de espaldas, la inclinó un poco, y sin ponerse preservativo, empezó a empujar. Por la cara de mi mujer, deduje que se la estaba metiendo por el culo, y no me equivoque.

Mira tío, a esta guarra le entra sin problemas, menuda puta. ¿Te gusta que te rompan el culo?

Me encanta. Sigue, no pares métemela entera.

Pues ahora me toca a mí, échate para atrás. El que dijo esto era el otro, quien empujando a mi mujer, la reclinó sobre el cuerpo de su amigo, y se la metió en el coño.

Estuvieron así bastante rato, hasta que por los bufidos del que le estaba follando el coño, comprendí que se había corrido, y esta vez sin sacarla, dentro de su coño. Cuando se incorporó, el otro acelero un poco su movimiento, e hizo lo mismo, pero dentro del culo de mi mujer. Tras unos breves instantes, se separaron, mi mujer se levantó y dijo:

Joder, cabrones, esto si que es follar. Me habéis dejado rota.

Pues el viernes que viene volveremos, no se encuentra una puta tan buena como tu todos los días. Y vete preparando que a lo mejor venimos con un par de amigos.

No os preocupéis. Aquí estaré.

Cuando se marcharon, mi mujer se acercó a mí, y me dijo: No veas, son dos maquinas follando, me han dejado reventada. Y sin decir nada mas, ni esperar siquiera mi respuesta, se volvió a esperar mas clientes dejándome allí, con mi polla fláccida en mi mano llena de semen.

El resto de la noche se hizo cuatro clientes mas, otro tío gordo que le dio por culo, dos mas o menos jóvenes que se conformaron con una manada, un cuarto que se la follo. Y excepto el ultimo, todos lo hicieron a pelo, llenándola de leche.

Después de estos, estuvimos casi una hora esperando, pero Juana, que también se había hecho seis o siete clientes, me hizo una seña para que me acercara a donde ellas estaban, de manera que me acerque completamente desnudo.

Ya es hora de marcharse, no creo que venga ningún cliente mas, y empieza a refrescar. Rosario, ¿te lo has pasado bien?

De puta madre.

¿Y tu, cabronazo? ¿Te ha gustado ver a tu mujer ejerciendo de puta? Me pregunto Juana.

Sí. Fue lo único que atine a decir.

¿No te apetece follártela?

Yo asentí con la cabeza y me acerque a Rosario, pero ella me paró.

De eso nada, hoy soy una puta, y yo no follo gratis. Si me la quieres meter tienes que pagar como los demás.

No me lo pensé, me acerque a donde estaba mi ropa, y sacando unos billetes de mi cartera se los fui a entregar.

Esto no da para un polvo, por esta cantidad te dejo que me comas el coño.

Solo tuvo que verme la cara para saber que aceptaba, y tras recoger los billetes, se sentó en un pequeño murete que había, y se abrió de piernas. Le estuve comiendo el coño mas de media hora, mientras Juana nos miraba. La imagen debía de ser digna de una pelicula porno, en plena calle, una tía en pelotas sentada en un poyete, abierta de piernas, mientras un tío en bolas le comía el coño, y otra tía en tanga los miraba.

Creo que fue la comida de coño que más me ha gustado hacerle a Rosario, tenia el coño abierto de tanto follar, y empapado de sus propios jugos y las corridas de los tíos que se la habían follado. Mi mujer se corrió un montón de veces mientras yo me aplicaba con la lengua

Cuando termine, Juana comento: La ostia, José Antonio, menuda comida de coño. No se como serás follando, pero hijo, con la lengua no tienes igual. Casi estoy por pagarte y que me hagas a mí lo mismo. Y tu, dirigiéndose a Rosario, con lo que tienes en casa no se como tienes ganas de buscar pollas por ahí, yo, solo con esa lengua estaría servida de por vida.

Este comentario de Juana, le hizo bastante gracia a Rosario, que le dijo que otro día se podía venir a casa y que comprobaría que con la polla era tan diestro como con la lengua.

La verdad es que después de lo que he visto cuando se han follado a mi mujer en este tiempo, no me considero ningún manta follando, aunque creo que se me da mejor comer coños, eso si estoy seguro que se me da bastante bien.

Cuando nos despedimos de Juana, me vestí y saque el coche para marcharnos a casa, y cuando aparque al lado de mi mujer, esta seguía desnuda, le pregunté si no se pensaba vestir, y me dijo que hasta que no llegase a casa no dejaría de actuar como una puta, y que no pensaba vestirse hasta no entrar en casa.

De manera que la muy golfa, no solo hizo todo el trayecto a casa desnuda, sino que cuando aparque, siguió igual hasta que entramos en casa. Menos mal que, dad la hora nadie nos vio, aunque creo que ella estaba deseando que la viera algún vecino.

Nada mas entrar, nos marchamos al dormitorio, y le eche un par de polvos, a pesar de que esa noche me había hecho tres pajas viendo follar a mi mujer. Y en cuanto a ella, creo que hubiera seguido follando sin parar a pesar de la noche que llevaba.

Cuando a la mañana siguiente mi mujer me enseñó el dinero que había ganado la noche anterior, casi me da algo, la verdad es que era una pasta. Rosario me dijo que estaba pensando pedir una excedencia y dedicarse a putear, que no solo ganaría mas dinero en una semana que ahora en un mes, sino que se lo pasaría de muerte. Esto lo dijo entre risas, y a continuación, al ver mi cara, me dijo que era broma, que no me preocupase. Pero que queréis que os diga, a veces mi mujer me da miedo, ya que era muy capaz de hacer lo que me dijo y ponerse a trabajar una temporada de puta.