Mi mujer se convirtio en un putón (2)

Desde aquel día, el de la despedida de soltero, me volví, mucho mas descarada que antes, y dejó de importarme si la gente que me conoce se enteraba de mi nueva vida.

MI MUJER SE CONVIRTIO EN UN PUTON -2

Hola a todos, somos Rosario y José Antonio de nuevo. Por fin hemos visto publicado nuestro relato bajo el titulo "MI MUJER SE CONVIRTIO EN UN PUTON" , ( el titulo se lo puso mi marido) en el que tanto yo, como mi él describimos cómo empezó todo, y la movida en la despedida de soltero donde hice de streeper y me deje follar por el novio y los invitados. Desde que escribí esa historia, y mi marido añadió lo de Jesús, pasó algún tiempo, pero lo que ahora os voy a contar ahora ha pasado hace menos de un año.

Desde aquel día, el de la despedida de soltero, me volví, mucho mas descarada que antes, y dejó de importarme si la gente que me conoce se enteraba de mi nueva vida. Desde aquel momento, cada vez que me cruzaba con un tío que me gustase, no podía dejar de imaginar como tendría la polla, y me entraban ganas de pedirle que me follase. Empecé a vestirme cañera no solo cuando salía con mi marido de marcha, sino que lo empecé a hacer a diario, tanto para ir al trabajo como durante mi vida diaria, al salir a hacer las compras, o recoger a las niñas al colegio. Esto hizo que pronto mi manera de vestir fuera la comidilla tanto de mis compañeros de trabajo, como de mis vecinos, de los empleados de las tiendas cercanas, donde suelo ir a comprar, y del resto de madres y padres del colegio de mis hijas.

En una de estas tiendas, sucedió lo que voy a contar ahora, como digo, hace cosa de diez meses. Una tarde, a mediados de mayo, tuve que salir, ya casi a la hora en que cerraban, a hacer unas compras de ultima hora, y lo único que estaba abierto era una tiendecita cercana, donde venden casi de todo. Esta tienda la llevan dos hermanos de unos veintipocos años, hijos de los dueños, ya jubilados.

Yo, a estos chicos los conozco desde que eran pequeños, ya que siendo niños, los dos ayudaban a su padre en el negocio por las tardes.

Pues bien, esa tarde, como he dicho, tuve que comprar varias cosas para la comida del día siguiente, concretamente fruta, y algunas hortalizas. Cuando iba a salir, me deje lo que llevaba puesto para estar por casa, concretamente unas mallas negras algo gastadas, y que me quedan bastante ceñidas, y un jersey de lana de mi marido, que me queda grande, pero con el que me siento muy cómoda. Evidentemente, debajo de estas dos prendas no llevaba nada de ropa interior, ya que si para salir casi no las uso, en casa nunca llevo.

Los dos chavales, siempre estaban soltando comentarios picantes a todas las clientas, y cuando me vieron entrar, me dijeron que estaban cerrando, pero que con lo guapa que venía no me iban a dejar sin atender, pero que Carlos iría cerrando para que no se les llenase la tienda a ultima hora. De manera que mientras este cerraba, Manolo, empezó a atenderme.

Mientras me atendía, pude ver por un espejo que tienen en la pared, como Carlos, después de echar el cierre, y estando detrás de mí, le hizo un gesto a su hermano, y se puso a señalar mi culo. Esto, evidentemente, hizo que me empezase a calentar, y decidí jugar un poco y exhibirme un poco delante de los dos hermanos. De esta manera, cuando uno me daba lo que yo iba pidiendo, me agachaba para meterlo en la bolsa que había dejado en el suelo, y al hacerlo, sacaba mi culo todo lo que podía. Como dije antes, las mallas, estaban bastante desgastadas, y me quedaban muy ceñidas, lo que unido a que el jersey no me llegaba a tapar el culo, hacía que cada vez que me agachaba, la visión de mi culo debía de ser total. Otra cosa que me di cuenta, fue que al agacharme, el jersey, bastante ancho, ya que como he dicho era de José Antonio, mostraba por completo mis tetas a Manolo. Durante un buen rato estuvimos de esa manera, aunque tras estar un rato disfrutando de mi trasero, Carlos se puso en el mostrador cuando su hermano le hizo una seña para que me mirase las tetas. Mientras todo esto pasaba, los dos no dejaban de hacer comentarios acerca de lo que yo compraba, por ejemplo, para que os hagáis una idea, cuando le pedí plátanos, me sacó unos bastante pequeños, preguntándome si me servían, o los necesitaba más grandes. Yo les respondí que a mi todo me gustaba grande. Este tipo de intercambio de comentarios picantes, que normalmente era lo que solían hacer, aunque ahora, conmigo, estaban un poco mas lanzados que de costumbre, quizás debido a que la mayoría de las clientas, les seguían el juego solo un poco, y yo, les entraba al trapo mas descaradamente, aparte del hecho de estar los tres solos en la tienda con el portón cerrado, y al hecho de estar todo el rato enseñándoles las tetas a través del escote que formaba el jersey.

Carlos me enseñó otros, un poco más grandes, y cuando les respondí que no daban la talla, que a mí me gustaban más grandes, Manolo, me dijo que los tenían, pero en la trastienda, que si me interesaban los acompañase detrás y me los enseñarían. Vale, a ver como los tenéis. Fue mi respuesta. Cuando entre en la trastienda, me enseñaron una caja de bananas bastante gordas. Yo, cogí una, la más grande que vi, y les dije que eso era otra cosa, que aquel si me servía, y que me pusiesen un par de ellos. Carlos me dijo que eran demasiado grandes, que para que los quería.

Pues para comérmelos.

¿Sí? ¿Y como te lo comes?

Pues lo pelo y me lo meto en la boca ¿Cómo sí no?

Este no creo que te quepa en la boca.

Seguro que sí. Cosas más gordas me he comido. Además ¿quién te ha dicho solo sirve para eso? Con esto se pueden hacer "otras cosas" más divertidas. Esta frase mía, dejaba entrever para que quería el plátano, no había que ser muy listo, ya que la expresión "otras cosas" la dije de manera que dejase claro lo que iba a hacer con él.

Pues que quieres que te diga, incluso para "otras cosas" sigue siendo demasiado grande.

De eso nada, tiene el tamaño perfecto.

Pues me gustaría verlo.

¿Ver que? ¿Cómo me lo como? ¿O que es perfecto para otras cosas?

De entrada como te lo comes.

Sin pensármelo, le quité la piel al plátano casi hasta el final, y me lo llevé a la boca, pero lugar de comerlo, me puse a imitar una felación. Pasé mi lengua por la punta, lo besé varias veces, y después me lo fui introduciendo y sacándolo de mi boca como si me estuviese mamando una polla. Los dos chicos se quedaron pasmados, nunca pensaron que yo actuaría de aquella manera, ya que una cosa era seguirles el juego con frases picantes, y otra lo que yo estaba haciendo. tras un rato de aquella manea, empecé a meter el plátano dentro de mi boca hasta que lo sentí en mi garganta, y comencé a meterlo y sacarlo. Aquello era una felación en toda regla, aunque casi me estaba follando la boca con el plátano. Los comentarios os los podéis imaginar. Joder tía, te cabe de todo, si eso lo haces con un plátano, con una polla que es lo que haces... Cosas del estilo.

Tras un par de minutos, lo saque, y le di un mordisco, comiéndome un trozo.

-¿Que os parece? ¿Os gusta como me como los plátanos cuando son bien gordos?

Joder, me encanta, dijo Manolo. ¿Que otras cosas haces con ellos? ¿Por qué no nos haces una demostración de esas otras cosas que te gusta hacer?

Para eso hace falta un sitio cómodo y un preservativo. ¿Tenéis por aquí?

Los dos saltaron como si tuvieran un muelle dentro, Carlos se fue a una percha donde tenían colgadas su ropa de calle, y se puso a buscar en los bolsillos, sacando un par de preservativos, mientras Manolo, empujó un par de cajas, y colocó un sillón que había en un rincón en el centro de la trastienda, y tras ofrecerme las gomas se me quedaron mirando sin decir nada.

Yo, cogí el preservativo, lo abrí, y tras escoger otra banana de la caja, se lo puse, tras lo cual, me senté en el sillón sin desnudarme, y me la introduje en la boca, repitiendo la exhibición que hice con la otra.

Venga, demuéstranos que otras cosas sabes hacer con eso.

Yo, a pesar de que casi me asfixiaba con la banana entro de mi boca, la solté, y llevé mis manos a mi cintura, empezando a sacarme las mallas despacio, para dar mas emoción al asunto. Cuando me las quité, me saque la banana de la boca, y me la acerque al coño, frotándome con ella mientras miraba fijamente a los dos chicos.

¿Queréis que siga?

Sí. Métetela. Queremos verlo.

Ni que decir tiene que no me hice de rogar, apunte la banana hacia la entrada de mi coño, y me la metí. La fruta, estaba bien mojada por mi saliva y el lubricante del condón, y mi coño empapado por la excitación, de manera que me la metí sin contemplaciones, de un solo empujón, introduje la banana casi con violencia hasta el fondo.

La fruta, era bastante gorda, algo mas que una polla normal, y en cuanto al tamaño, solo se quedó fuera la parte por donde la tenía agarrada. Alrededor de dieciocho centímetros de banana me metí de golpe ante las miradas atónitas de los dos tenderos.

La ostia. Rosario, no sabía que fueras tan puta. Menudo coño. No conozco a ninguna tía que sea capaz de meterse una cosa así de un solo golpe.

Se nota que estas acostumbrada a meterte cosas gordas por el coño.

¿Os gusta? Mientras decía esto, solté la fruta, dejándola clavada hasta el fondo dentro de mí, y empecé a apretar los músculos de la vagina, haciendo que la banana diera pequeños saltitos.

Esto puso a los dos como motos, y Carlos, sin pensárselo, se sacó la polla y se puso a masturbarse. Su hermano no tardó nada en hacer lo mismo, y yo, empecé a imitarlos, follandome con la banana.

No os imagináis lo que yo estaba sintiendo en esos momentos, exhibiéndome como una zorra sin la menor vergüenza delante de los dos chicos.

Quítate el jersey, quiero verte las tetas bien, antes solo te las pude ver de refilón.

No me hice de rogar, con una sola mano, me saque la prenda, sin dejar de masturbarme con la otra, quedándome completamente desnuda ante ellos mientras me metía en el coño la banana. De inmediato, los dos se desnudaron por completo, quedando ante mi un par de cuerpos jóvenes y bastante musculosos. En ese momento no pude aguantar más, y alargando una mano agarré a Carlos de la polla, y tire hacia mí, metiéndomela en la boca.

No era especialmente gorda, pero si bastante larga, me recordó un poco a la del moro.

La de su hermano no era tan larga, aunque sí un poco más gorda, y con un glande bastante gordo. Era curioso lo diferente que tenían las pollas, a pesar de que ambos, siendo hermanos, se parecían una barbaridad, no solo de cara, sino incluso en su aspecto físico, sin embargo tenían las pollas totalmente diferentes uno del otro.

Cuando noté que Carlos iba a correrse, me la saque de la boca, y le dije a Manolo que se acercara, haciéndole lo mismo que a su hermano, mamársela. Mientras lo hacía, deje de masturbarme con el plátano, lo que aprovechó Carlos para ponerse entre mis piernas y empezar a comerme el coño sin sacar la fruta. Al rato, no pude aguantar más, y le dije: A que estas esperando, cabrón, métemela y follame. Y eso fue exactamente lo que hizo, se arrodillo, tiró de mí hacia fuera, sacándome el culo del asiento, y me la enchufó iniciando un metesaca bastante duro.

Estuvo unos diez minutos follandome bastante fuerte, hasta que, sin sacarla, se corrió dentro de mí. En ese momento caí en la cuenta de que no se había puesto preservativo. Esto de follar a pelo se estaba convirtiendo casi en una costumbre. Cuando termino, que a pesar de la mamada que le estaba haciendo aun no se había corrido, lo sustituyo, dándome el mismo tratamiento, mientras Carlos me acercaba su polla, llena de leche a la boca. Ni que decir tiene que la abrí y me la metí dentro, limpiándosela y saboreando la mezcla de leche con mis jugos. Cuando al poco Manolo se corrió, lo hizo dentro de mí, igual que su hermano, y casi al momento éste, hizo lo mismo en mi boca.

Al retirarse los dos, me quedé como desmadejada en el sillón, sintiendo como la lecha corría por mis piernas al salirse de mi coño y por mis labios. Cuando me recuperé, me levanté y empecé a vestirme diciéndoles: Tengo que marcharme, mi marido me esta esperando en casa.

¿Tu marido sabe la clase de puta que estas hecha?

Pues claro, ¿tu te has fijado como he salido de casa de casa? Sin ropa interior, con las mallas transparentándose y con las tetas saliéndose del jersey. Como para no saberlo. Y lo mejor de todo es que le encanta.

Menudo cabrón.

Cuando nos vestimos, cogí las bolsas y les pregunté que cuanto era la compra.

Es un regalo de la casa. A partir de ahora puedes venir a comprar sin dinero, te llevas todo lo que quieras y nos lo pagas en carne.

De acuerdo, pero voy a tener que venir a ultima hora, no es plan de ponerse a follar delante de los clientes.

Joder, Rosario, menudo putón, no sabia que fueras tan zorra.

Para que veas.

Cuando me abrieron la tienda para salir, Carlos me dijo: el carnicero de al lado es amigote nuestro, si necesitas carne, él estará encantado de cambiar la que vende por la tuya.

Pues por mi encantada, el chaval no está nada mal.

Menuda puta estás hecha Rosario, me parece que de aquí en adelante vas a tener ese coño de putilla bien relleno cada vez que vengas a comprar.

Mientras iba andando a casa, notaba como las corridas de los dos chavales iban empapándome las mallas, ya que cuando me vestí no me limpie, ya quería que José Antonio me limpiase el coño al volver. Cuando entré en casa, mi marido me dijo que había tardado mucho, y yo, sin decirle nada, le cogí una mano y la llevé a mi entrepierna.

Joder, ¿Ya has estado follando? ¿A quien te has cepillado esta vez?

A los dos chavales de la tienda. Me han dado una buena ración de polla, y me he venido sin limpiar para que lo hagas tu.

¿Otra vez te han follado sin condón?

Si, con la calentura no me acordé de decirles que se lo pusieran, pero me parece que a partir de ahora no los voy a usar, me gusta sentir como se corren llenándome el coño de leche caliente, y además, creo que a ti te gusta dejármelo bien limpito después.

Pues que quieres que te diga, me da morbo comerte el coño sabiendo que te lo han llenado bien.

Cuando le conté lo que me habían propuesto de hacer la compra gratis a cambio de sexo, y que pensaban invitar al carnicero, me dijo: Té estas convirtiendo en una puta. ¿Te gusta que te paguen por follar?

Yo no había caído en la cuenta, pero tras pensarlo un rato, le dije que si, que me daba morbo pensar que me iban a pagar por follar.

Pues por mí, adelante, de todas maneras, te follas a cualquiera cuando te apetece, si sacas un beneficio, pues mejor.

Cuando acostamos a las niñas, mi marido hizo lo que le dije, se puso a comerme el coño dejándomelo limpito, para después echarme un polvo de escándalo. Cuando estabamos en la cama descansando, empecé a fantasear en salir un día de casa vestida como una verdadera puta, y marcharme a alguno de los sitios donde se suelen poner y hacerme un par de clientes. Dejarme follar por cualquier que apareciera a cambio de dinero. En definitiva, convertirme en una puta de verdad. Tanto morbo me dio, que a pesar de los dos polvos con los chavales de la tienda, y de los dos que me echo mi marido, no pude evitar bajar una mano a mi coño y masturbarme.

Al día siguiente, le comenté a mi marido lo que se me había ocurrido, y me dijo que estaba loca. Yo le explique lo que se me pasaba por la cabeza, y lo caliente que me ponía solo de pensar en entregarme a cualquiera a cambio de dinero, en convertirme en una puta de verdad, aunque solo fuera por una noche, sentirme usada, entregarme a cualquiera a cambio de dinero y hacer lo que me pidiera como una puta vulgar. Tras hablar del tema, entre los dos decidimos que lo haría una noche, aunque mi marido puso algunas condiciones. La primera fue el usar preservativo, no era plan de que me pegasen cualquier enfermedad, otra fue que él iría conmigo para que no me pasase nada, aunque yo creo que más bien era para no perderse detalle. Yo, por mi parte le dejé bien claro que esa noche no seria su mujer, sino una puta cualquiera, de manera que me vestiría como tal, y que haría todo lo que los clientes que se me acercaran me pidiesen. Quería sentirme como una puta. La verdad es que tardamos algún tiempo en poner en practica esta idea loca, y mientras sucedieron algunas cosas dignas de contar.

La primera fue e los pocos días, cuando entre en la carnicería de Juan, el colega de Carlos y Manolo. Era por la tarde y solo había una mujer comprando. Nada más entrar, por la mirada del carnicero, supe que los dos chavales habían hablado con él. Cuando la clienta se fue, Juan, sin preguntarme que quería, me dijo que había hablado con sus colegas, y que si lo que le habían contado era verdad.

¿Qué te han contado? ¿Qué me han follado los dos? Pues claro que es verdad. Me dijeron que hablarían contigo.

El tío, de unos treinta años, y no demasiado mal parecido, se quedó con la boca abierta sin decir nada.

Bueno ¿Qué? ¿Te interesa lo que te dijeron? Al precio que esta la carne, podíamos hacer un intercambio, carne por carne.

Sí, sí, desde luego. Pensé que se estaban quedando conmigo. Pero si, por supuesto, si haces lo mismo conmigo te daré todos los productos que necesites.

Hoy tengo un poco de prisa y no puedo entretenerme, pero mañana volveré a la hora de cerrar, y si me tienes preparado un paquete de lo que suelo comprar, me lo podrás dar en la trastienda.

El tío recobró un poco la compostura después de la sorpresa inicial, y me dijo : De acuerdo, pero tu tienes a la vista mi mercancía, ¿qué te parece si me enseñas la tuya?

Ahora no es plan de desnudarme, si entra alguien me va a ver.

Mira, pasa a la trastienda y te pones enfrente de la puerta, ahí solo se te puede ver desde el mostrador, y te vas desnudando, y si entra alguien, no te verá, aunque será muy morboso tenerte desnuda delante de mí con alguien en la tienda.

Yo no lo pensé ni un segundo, entre en la trastienda y tras cerciorarme que nadie me veía desde fuera, me fui quitando la camiseta que llevaba, quedándome con las tetas al aire durante un rato, mientras me las acariciaba. Él con la mano me indicó que siguiera, y me saque la mini que llevaba, quedándome en pelotas delante de él. Cuando estaba así, sentí como entraba alguien en la tienda. Por un momento me asusté un poco, pero a través de la puerta solo se podía ver la parte interior del mostrador, de manera que no me verían a mí, y el saber que estaba allí desnuda delante del carnicero mientras atendía a una mujer, me puso como una moto, y bajando una mano a mi depilado coñito, me lo empecé a acariciar. Pronto, las caricias no fueron bastante, y empecé a buscar por allí algo que pudiera meterme. Lo primero que vi fue varios chorizos de buen tamaño, y no me lo pensé, me acordé que llevaba condones en el bolso, y sacando uno, se lo puse a un chorizo de buen tamaño que descolgué, y tras ponérselo, me empecé a acariciar el coño, hasta que mientras el miraba a la vez que atendía a la clienta, me lo empecé a meter, igual que hice con el plátano. Era tremendamente morboso ver como el carnicero me miraba a la vez que atendía la tienda, y yo me follaba con aquel chorizo. Creo que fue una de las pajas más morbosas de mi vida. Cuando la clienta se fue, Juan entró en la trastienda, y se sacó la polla. Yo le dije que se masturbase si quería, pero que no me tocase, que por hoy estaba bien con una ración de vista. Cuando me corrí, me vestí ante la atenta mirada del tendero, y tras comprobar que no había nadie en la tienda, salí. Juan salió detrás de mí, y tras envolver el chorizo en un papel, y ponerlo con las cosas que yo había comprado me dijo:

Toma, esto es un regalo. No le ha quitado el preservativo para que se lo enseñes a tu marido. Carlos y Manolo me han dicho que esta al tanto de lo que te gusta hacer, así sabrá como lo has conseguido. Te espero mañana a la hora de cerrar. Oye, una cosa, ¿siempre vas sin ropa interior?

Claro, me gusta ir fresquita, y así estoy preparada por si surge algo. Además, me encanta cuando la gente por la calle me ve las tetas y se da cuenta que no llevo bragas, me pone cachonda. Mañana estaré aquí, prepara un buen paquete.

Cuando llegue a casa, le enseñe a mi marido el paquete con el chorizo, diciéndole que lo abriera, que era una sorpresa para él. Cuando lo hizo lo único que me dijo fue que estaba hecha una zorra, y tras darme un beso, me pregunto que a quien me había follado. Yo le conté lo que había hecho, y le dije lo de la cita para el día siguiente. Ni que decir tiene que echamos un polvo de campeonato esa noche, mientras me preguntaba que le iba a hacer al carnicero.

El día siguiente lo pasé totalmente empapada pensando en mi cita de esa tarde, y sobre las siete y media me empecé a arreglar para estar en la tienda a las ocho, hora en que cerraba. José Antonio me dijo que fuera vestida sexy, que me pusiera un tanguita, pero le comenté que le había dicho al carnicero que nunca usaba ropa interior, y que mejor iba a pelo, ya que estaría esperándome así. Lo que si hice fue depilarme el chocho, ya que hacia mas de una semana que no lo hacía y ya empezaba a parecer una barba. Bueno, la verdad es que me lo afeitó mi marido, ya que aparte de que se le da mejor que a mí, le encanta hacérmelo. Estuve bastante tiempo dudando que ponerme, y por indicación de mi marido me puse una camiseta de algodón con tirantes finitos para que se marcasen bien mis pezones, y una minifalda de cuadros que tiene una raja en un lateral que me llega casi a la ingle, desnudando mi muslo casi por completo al andar. Cuando iba a salir, mi marido me dijo que estaba para follarme, que casi se me veían las cachas del culo al andar, y ya en la puerta, se le ocurrió una cosa, y me hizo volver al dormitorio, donde me dio un par de joyas sexuales que me había regalado por Navidad y que casi no había usado. Son un par de pinzas para los pezones de la que cuelga una cadenita con un cascabel de metal al final. Lo otro que me dio es a juego, un cascabel y una cadenita, pero que cuelga de una especie de horquilla, que se engancha como una pinza alrededor del clítoris. Las pinzas de los pezones las había usado alguna que otra vez, pero la del clítoris, la verdad es que casi no me las había puesto, ya que me resulta bastante molesta. Cuando me miré en el espejo antes de salir, vi como se me notaba una barbaridad lo que llevaba en los pezones, aparte de que con la presión, estos se ponen duros como rocas y muy salidos.

Antes de volver a salir, mi marido me dijo que me alejase del espejo y abriese un poco las piernas. Me quedé helada, entre mis piernas, sobresaliendo de la mini, se podía ver la cadenita con el cascabel colgando de mi coño. Joder, esto lo va a ver todo el mundo camino de la carnicería.

No solo te lo van a ver, sino que lo van a escuchar.

Mi marido tenía razón, los cascabeles de los pezones quedaban entre la tela de la camiseta y mi cuerpo y no sonaban, pero el de mi entrepierna, iba sonando mientras andaba, llamando la atención de quien estuviera cerca. Pues bien, con esa pinta salí de mi bloque, y cruce la calle hasta llegar a la carnicería. Juan estaba esperando atento dentro del local, con la persiana a medio echar para que no entrase nadie, y cuando golpee la misma para avisarle que había llegado, me abrió y cerro al entrar yo, quedándose boquiabierto mirándome.

Joder Rosario, pareces una putilla así vestida.

¿Y quien te ha dicho que no lo soy? Voy vestida como lo que soy, ¿o acaso no he venido aquí a que me folles?

Hazme otro estreeptease como el otro día, por favor.

Yo le dije que pusiera un poco de música, y él encendió la radio. La verdad es que lo que sonaba no era lo mas apropiado, pero hice lo que pude, y me empecé a desnudar, primero enseñándole las tetas. Cuando vio los cascabeles colgando de las cadenitas casi le da algo, y más cuando me empecé a mover haciéndolos girar. Esto lo había visto en una pelicula americana, no lo había hecho nunca, pero me salió bien, y estuve un rato con los cascabeles girando como locos alrededor de mis pezones.

Cuando empecé a subir mi faldita jugando con ella, vio lo que me colgaba del clítoris, y me pregunto que era eso.

Lo mismo que me cuelga de las tetas. Fue mi respuesta, y cuando ma baje la falda, mostrándole mi coño sin un solo pelo, y con la horquilla cogida del clítoris con la cadenita y el cascabel, casi se pone a aullar. Para no alargar demasiado la historia, no entraré en demasiados detalles, ya que la sesión de sexo estuvo bien, pero tampoco nada especial. Me comió el coño sin quitarme la cadenita, y fue tremendo sentir su lengua sobre mi clítoris, un poco inflamado por la presión de la horquilla. Le mame la polla hasta hacerlo correr en mi boca, y me follo un par de veces, sin condón, echándome su leche dentro de mí. Lo mejor de toda la tarde era el morbo de estar follando en la tienda, y cuando ya habíamos terminado, tras vestirnos, cuando me dio el paquete con lo que me había preparado.

Desde ese día, casi una vez a la semana voy a "comprar" a la carnicería y la frutería, siempre a la hora de cerrar, y cuando salgo, aparte de bien servida sexualmente hablando, llevo cantidad de cosas para casa, cosas que, se puede decir, son el pago por mis servicios.

Como al mes de estar haciendo esto, les dije a los tres que si no les importaba que las sesiones fueran conjuntas, es decir, los tres a la vez en una de las dos tiendas, ya que de esta manera, mataba dos pájaros de un tiro, además de que follar con tres tíos a la vez es mucho mas gratificante para mi. De hecho, alguna que otra vez hemos estado follando mas de cuatro horas. Toda una paliza, pero enormemente gratificante, ya que salgo de allí follada por todos mis agujeros, y con semen chorreando por todo mi cuerpo. Ni que decir tiene, que cuando llego a casa, mi marido se encarga de darme otro repaso, dejándome completamente limpita con su lengua antes de follarme. No sé quien disfruta mas, si yo follando, o él sabiendo que lo estoy haciendo.

A petición de mi marido, os indico nuestra dirección de correo electrónico, por si alguien quiere ponerse en contacto con nosotros, saurer@andaluciajunta.es