Mi mujer profesora con 3 alumnos [Parte 4]
De repente, Lucía giró su cabeza bruscamente al percatarse de lo que estaban viendo sus ojos a través de la ventana. Ella no esperaba encontrarme tan cerca y su boca rozó la mía. Me aparté un poco, por miedo, y ella alternaba su mirada hacia mis ojos y mi boca sucesivamente.
Cuarta parte y continuación del relato “Mi mujer profesora con 3 alumnos”.
Para disfrutar del relato debes leer las partes anteriores:
"Mi mujer profesora con 3 alumnos":
https://www.todorelatos.com/relato/171631/
"Mi mujer profesora con 3 alumnos [Parte 2]":
https://www.todorelatos.com/relato/171655/
"Mi mujer profesora con 3 alumnos [Parte 3]":
https://todorelatos.com/relato/171698/
NOTA: Todas las partes forman un
único relato
. Al ser el primero cometí el error de dividirlo en 4 partes siendo un único episodio.
[ ANTERIORMENTE ]
-Iba a ver al director, pero no porque me hayan castigado, ¡eh! Es que necesito una autorización para... Por cierto,
¿Qué
hace usted aquí? -dijo Lucía extrañada mientras dirigía su mirada hacia la ventana en la que estaba ocurriendo todo.
[ AHORA ]
Yo no sabía donde meterme ni como reaccionar. Se subió al escalón frente a la ventana y movía su cabeza para ver bien que es lo que estaba observando su profesor. Lucía era una chica preciosa, bajita y delgada, piel blanca, pelo largo y rubio, ojos azules, sonrisa perfecta y además era encantadora y servicial. No tenía un gran pecho, aunque tampoco era pequeño, de hecho era muy tentador y apetecible. Su culo iba en proporción con el resto de su cuerpo, lo poco que tenía lo tenía repartido de maravilla y le sobresalía lo suficiente como para desencajar unas cuantas bocas cuando se ponía pantalones ajustados (85-60-85).
En ese momento Lucía se encontraba medio agachada, con las dos manos en sus rodillas, tratando de descubrir que estaba pasando en el vestuario. Yo me encontraba justo detrás y no pude evitar mirarla de arriba a abajo. Observé que tenía una falda bastante corta, lo suficiente para mostrarme sus perfectas piernas pero no tanto como para ver su ropa interior pese a su posición. Me acerqué en silencio y puse mi cabeza en paralelo a la suya para admirar la parte delantera de su vestimenta. Llevaba un escote de infarto, digno de babear.
De repente, Lucía giró su cabeza bruscamente al percatarse de lo que estaban viendo sus ojos a través de la ventana. Ella no esperaba encontrarme tan cerca y su boca rozó la mía. Me aparté un poco, por miedo, y ella alternaba su mirada hacia mis ojos y mi boca sucesivamente.
-¡Es Carol y está desnuda con Rubén y dos más! -dijo Lucía exaltada aunque susurrando para no ser descubierta.- ¡Oh dios mío! ¡Si es tu mujer! -volvió a susurrar.
Con la boca abierta volvió a dirigir su mirada al vestuario. Volví a juntar mi cabeza con la de Lucía para no perderme el siguiente capítulo de la zorra de mi mujer.
Carol, completamente desnuda, se acercó a
Rubén
y le volvió a comer la boca. Ambos abusaban con descaro de sus lenguas mientras él le cogía el culo con las dos manos y lo amasaba con ansia. Ella no desperdició la ocasión para masturbarle con sus dedos pero esta vez de una forma mas delicada y sensual.
Ivan y Sergio se posaron a un lado de estos y Carol empezó a repartir lengüetazos correspondidos con los 3. Lucía tenía que girarse para hacerlo y
Rubén
, que estaba en un extremo, ahora le manoseaba el culo con una única mano y con la otra le frotaba su coño empapado. Sergio, que estaba en el otro extremo, cogió el relevo en la otra nalga. Ivan quedaba en el medio y debido a su estatura, su polla quedó a la altura de las tetas de mi mujer. A este no le quedó mas remedio que manosear sus pechos, algo que ya había hecho y volvería a hacer encantado. Los amasaba con ambas manos pero también las golpeaba con su polla. Carol no sólo alternaba su boca para besarlos, también iba variando las pollas que se llevaba a su mano las cuales no habían decaído.
Aparté la mirada y vi como Lucía empezaba a suspirar a la vez que subía una de sus manos, que estaba en su rodilla, hasta meterla por dentro de su falda. Sigilosamente me puse detrás de ella y acerqué mi gran bulto a su perfecto culo. Lucía se percató pero no se apartó, al contrario, llevó su otra mano a uno de sus pechos para masajearlo por fuera de su ropa. Al ver su reacción, no me corté y lleve una mano a la zona media de su muslo. De nuevo acerqué mi cabeza a la suya, pero esta vez desde atrás, para no perderme nada de lo que hacía Carol.
Dentro el espectáculo continuaba, y pude ver como
Rubén
continuaba con la iniciativa. Este no paraba de meter y sacar su dedo del coño de Lucia mientras con la otra mano tanteaba su ano y lo masajeaba en círculos.
-¿Quieres jugar? Vale, pues juguemos... -dijo Carol tras sacar su lengua de la boca de Ivan.
Paró la actividad para dar instrucciones a los sumisos:
-Vosotros dos, sentaros ahí. -ordenó mi mujer a Ivan y Sergio. -Todavía tengo hambre. - dijo ella argumentando su decisión.
Obedecieron y ella se puso a cuatro patas para tener todo lo que quería al alcance de sus manos y boca: las pollas y huevos de estos dos.
-¿Y yo que? ¿Ya me estás marginando? -se quejó
Rubén
.
-Tú detrás mío. -contestó ella mientras sonreía.
Este también obedeció pero no iba a tener lo que esperaba. Se arrodilló con su pene apuntando al coño de Carol y esta le frenó:
-¿Dónde vas? No te flipes... -le advirtió ella.
Le cogió la cabeza y se la hundió en su perfecto culo en pompa.
-¿No querías jugar con mi culo? Pues ahí lo tienes... Chúpamelo, méteme tu lengua, fóllame a lametazos... -le pedía ella mientras le apretaba su cara contra su culo.
Rubén
aceptó y se llevo una mano a cada nalga para abrirle bien el culo y deleitarse con el precioso y apretado ano de Carol. Ella se estremeció por un momento y mientras gemía volvió a atender a los dos mástiles que tenía frente su rostro, pero empezó centrándose en sus huevos. "Que manía con los huevos", pensé yo celoso. Pajeaba y succionaba aquellas pollas que estaban a su plena disposición. Con Ivan siguió intentando metérsela hasta el fondo, pero una arcada le advertía que era una tarea casi imposible. Pese a ello, cada vez llegaba más lejos y se metía mas
centímetros
en la boca. Los dos se fueron animando y empezaron a llevar el ritmo de su cabeza con sus manos, cogiéndole del pelo.
-Veo que aprendéis rápido. -dijo Carol mirándoles con una gran sonrisa tras sacarse la polla de Sergio de la boca.
Fuera la cosa también iba a más. Noté que Lucía empezó a mover su cadera y chocaba suavemente su culo contra mi bulto de manera intermitente, como si
estuviéramos
follando. En ocasiones mantenía unido su culo y lo frotaba de arriba a abajo. Eso me volvió loco y con la mano con la que masajeaba su muslo la subí hasta su coño para encontrarme unas bragas empapadas que acaricié con ganas. Mi otra mano se metió en su escote y saqué uno de sus deliciosos pechos el cual tenía un pezón rosado y algo pequeño pero totalmente erecto. Puse empeño en darle placer con ambas manos al tiempo que besaba y lamía su cuello y oreja. Ella suspiraba, cerraba los ojos y los abría para no perder detalle de lo que pasaba dentro.
Y lo que pasaba es que
Rubén
, tras darle una buena comida de ano a Carol mientras esta gemía como una perra, decidió que sus dedos tenían que entrar en juego. Empezó con uno por su vagina y no tardó en introducir 2 a la vez al notar lo lubricada que estaba. Ella no se quejaba, seguía concentrada en hacer trabajar su boca y sus manos todo lo que podía.
Rubén apartó su boca y metió uno de sus dedos, lubricado con los fluidos de su coño, en el ano. Lo hizo despacio y, pese a ofrecer algo de resistencia debido a lo apretado que lo tenía, acabo dentro sin problema. No tardó en impartir cierto ritmo a su dedo lo que provocó que mi mujer gimiera con mas efusividad. Esto también provocó que aumentara el ritmo con las 2 pollas que tenía delante, le había puesto una marcha más.
Rubén dejó lo que estaba haciendo, quería más y puso su polla en la entrepierna de Carol:
-¿Quién te ha dicho que puedes parar? -dijo ella.
-¿Quién te ha dicho que aquí mandas tú? -le retó
Rubén
.
-¿Crees que puedes follar mi coño? -le contestó ella con otra pregunta.
-¿Quién ha dicho nada de un coño? -replicó él.
-¿¡Cómo!? -dijo ella
cambiando
por completo el gesto de su cara.
-Antes me has mandado y yo he obedecido, pero esto se acaba aquí, ahora mando yo. Además, no te he comido el culo para nada. -finalizó él.
Sin que Carol reaccionara,
Rubén
elevó un poco su cintura para llevar la punta de su polla a su ano. Ella había dejado su labor con los otros dos y ahora tenía las dos manos en el suelo, inmóvil.
Rubén
tenía una mano en la espalda de mi mujer y la otra en su polla, la cual estaba ejerciendo fuerza para entrar a base de sacudidas que chocaban contra un muro.
-Parece ser que no entra. -le dijo ella.
-Entrará...
Rubén escupió en su mano y se untó la polla con saliva. Siguió insistiendo y consiguió introducir todo el capullo. A Carol no le quedó otra que arquear su cuerpo.
-Ufff... Joder
Rubén
, ya has hecho la gracia. -le dijo ella, que parecía que le dolía pero no hacía ni un gesto para frenarlo.
-Te va a gustar. -le dijo él.
Rubén se inclinó hacia delante para ayudarse con el peso de su cuerpo. Su polla fue entrando poco a poco, aunque en el último tramo entró de golpe y ahora la tenía totalmente sumergida en su apretadísimo recto. Carol soltó un gritito.
-¿Ves como tenía razón? -dijo Rubén mientras empezaba un vaivén dentro de ella.
El dolor se iba transformando en placer por cada sacudida que recibía, ninguna de estas se quedaban a medio camino, llegaban hasta el final, hasta chocar sus huevos con ella. Rubén fue acelerando el ritmo y ella fue incrementando sus gemidos. El sonido que invadía el vestuario eran los huevos de
Rubén
chocando contra mi mujer, de manera constante, como si
estuviéramos
escuchando un metrónomo.
-Jodeeer... Me vas a partir en dos. -dijo Carol.
-¿Y no te gusta? -le preguntó
Rubén
.
-Me encanta, quiero que me partas el culo.
A todo esto, Carol se había alejado un poco de sus otros dos alumnos. Estos no se querían sentir ausentes y se arrodillaron en el suelo frente a ella. Sergio le cogió de la cabeza y empezó a follarle la boca con la ayuda de sus manos y los ya habituales movimientos de cadera. Se fueron alternando los dos mientras no perdían la ocasión de jugar con sus pechos, los cuales parecían incluso más grandes gracias a la gravedad.
Fuera yo seguía desfogándome con Lucía, o mas bien con sus pechos y su coño. Llevaba un rato en el que ya me había atrevido con ambas tetas y le había apartado sus bragas para notarla a pelo. Tenía un coño pequeño y prieto y eso me estaba llevando al borde de la locura. La cosa también había pasado a mayores en mi boca, que ahora ya no se contentaba con su cuello y oreja sino que
llevábamos
un buen rato enlazando nuestros labios y lenguas. Me paró y se giró:
-Déjame ayudarte... Vamos a ver que tienes ahí. -me dijo mientras llevaba su pequeña mano a mi gran bulto.
Tardé un segundo en desabrocharme el pantalón para liberarla al fin. Sentí un gran alivio y Lucía al instante la cogió y la empezó a bombear suavemente. La acerqué contra mí, le volví a besar y le toqué ese culo con el que había fantaseado más de una vez.
-Te mereces algo mejor. -me dijo Lucía al oído.
Sin que me diera tiempo a responder se puso de rodillas y empezó a succionar mi falo. Joder, se le daba bien, muy bien. Lucía se masajeaba en círculos su coño mientras se tocaba un pecho, sin dejar de mirar mi cara de placer en ningún momento.
-Yo puedo hacerte muy feliz... Ella no es la única guarra aquí. -me dijo antes de empezar a lamer mis pelotas y mi polla como si fuera una piruleta.
-Joder Lucía, ya lo veo... Me estás matando.
-Haz conmigo lo que quieras, no pidas permiso. -se ofreció ella.
Ahí vi una oportunidad. Nunca había hecho las cosas que le acababan de hacer a mi mujer pero ahora tenía la ocasión de hacerlo con esa preciosidad, o al menos de acercarme mucho a ese nivel de depravación.
Le cogí la cabeza y la apreté contra mi para que se metiera mi polla toda entera, la cual le cabía. Repetía y repetía una y otra vez sin ningún reparo y ella no cesaba de masturbarse, síntoma de que también lo estaba disfrutando. Después comencé a propinar pequeños golpes con mi rabo en su cara y boca, los cuales recibía con la lengua afuera mientras se reía.
Dejé a Lucía que se divirtiera con mi polla mientras yo alzaba la vista para no perder detalle de lo que hacía la guarra de mi mujer.
Más bien era lo que le hacía Rubén a ella. Este se había tomado al pie de la letra la petición de romperle el culo y le estaba penetrando con todas sus fuerzas, con cierta brutalidad, y le estaba descubriendo a mi mujer un placer desconocido hasta entonces. En cada embestida Carol gemía de manera muy aguda, casi parecían llantos pero no, era el placer convertido en sonido.
-Por favor Rubén, no pares... Sigue... Así... así...
-Joder, no aguanto más... -le advirtió Rubén.
-No me jodas, no te pares...
Rubén la sacó y en menos de un segundo le pintó la espalda con una nueva corrida.
-Está bien... Tienes un notable. -dijo mi mujer que se había puesto de rodillas para limpiar con su boca los restos de semen de su polla.
El más macarra de los 3 se retiró para, una vez más, admirar la escena de su profe con sus dos colegas. Carol ordenó a Ivan que se tumbara en el suelo, boca arriba, y este obedeció. Ella se abrió de piernas sobre él y cogió su polla, que apuntaba al techo, con una mano para dirigirla a la boca de su coño.
Carol descendía en vertical lentamente, notando y disfrutando cada centímetro de la enorme polla de Ivan y no podía evitar poner los ojos en blanco. En su coño tampoco le entraba completamente pero cuando llegó a su tope empezó a bailar sobre ella. Con sus manos sobre el pecho de Ivan movía su cadera en círculos de una manera muy sensual. Al poco rato empezó a mover su cadera de arriba a abajo, con el resto de su cuerpo totalmente quieto, su culo era la única parte que se movía. Es decir, estaba perreando, moviendo su trasero de arriba a abajo con la polla de Ivan dentro de ella, de una manera muy hábil.
Mi mujer quiso ampliar su placer inclinándose hacia delante para besar la joven boca de Ivan. Una vez más empezaba una batalla entre dos lenguas.
En el exterior, Lucía a sus 18 años, seguía dándome la mejor mamada de mi vida.
-Hazme tuya profe... Dame por culo. -dijo ella levantándose y quitándose las bragas.
-¿Estás segura?
-¿Tienes algún condón encima? Porque yo no...
No tenía y de haberlo tenido no habría desperdiciado la invitación de empalar su recto. Se giró para darme la espalda y se inclinó hacia delante
ofreciéndome
su apretado agujero. Me lubriqué la polla con saliva y la cogí de la cintura para penetrarla con mucho cuidado. Con delicadeza introduje la mitad de mi miembro y empecé a follarle el culo, de manera lenta, hasta ese punto.
En ese momento escuché un fuerte gemido de mi mujer y me poseyó la rabia. Con la ayuda de mis manos llevé a Lucía contra mi y con una buena embestida se la metí hasta el fondo para iniciar una brutal follada. Lucía no pudo evitar soltar un primer gritito y tuve que taparle la boca con mi mano para no ser descubiertos. Ella aprovechó para meterse uno de mis dedos en su boca mientras incrementaba su placer masturbando su coño.
En ningún momento perdí de vista a mi mujer y pude ver el motivo de ese fuerte gemido que me cabreó. Sergio seguía aprendiendo rápido y había aprovechado que Carol tenía el culo en pompa para ponerse de cuclillas y follarle el culo.
¿Cómo
podía ser que una inocente caída hubiese acabado en una doble penetración?
Todo iba en aumento y el placer de mi mujer también, ya había superado cualquier límite que se me podría ocurrir. Ivan permanecía callado y Sergio era el único que acompañaba los gemidos de Carol. Este último anunció un inevitable orgasmo y lleno de leche el recto de mi esposa. Del mismo modo como lo hizo con Rubén, se llevó la polla de Sergio a su boca para dejarla bien limpia.
-Demuéstrame lo fuerte que eres. -dijo Carol, a Ivan, poniéndose a 4 patas sobre el suelo.
Este la cogió de la cintura y continuó follando su coño.
-¿Esto es todo lo que puedes hacer? Más bien pareces un blandengue...
En ocasiones se metían con Ivan llamándole blandengue y las palabras de Carol enfurecieron a su alumno. Sin previo avisó empezó a propinarle fuertes y rápidas embestidas que provocaron que el rostro de mi esposa se posara en el suelo. Esta ya no gemía, gritaba de puro placer.
Ivan, que se había transformado, abrazaba a Carol para levantarse juntos, pecho con espalda, y suspenderla en el aire sin sacar su polla del interior de su coño. Ella agarró lo primero que tenía a mano, que era unos ganchos que sobresalían de la pared en los que los alumnos podían colgar sus mochilas.
Ivan aprovechó la sujeción de mi mujer para coger sus piernas, que se suspendían en el aire, y darle motivos para gritar con ganas. Ni ella podía controlar sus gritos de placer ni Ivan podía controlarse a si mismo, incluso se atrevía a azotar con fuerza las nalgas de Carol lo cual parecía gustarle a ambos.
-¡Hostia puta! No puedo mas... me-corro-me-corro-me-corrooooo...
Y así lo hizo aunque no fue la única. Yo tampoco pude aguantar más y solté todo lo que tenía dentro en el apretado agujero de Lucia.
Ivan seguía sin correrse, era impresionante el aguante que tenía, pero Carol no se iba a rendir. Tras su orgasmo se puso de rodillas y pasaba la polla de su alumno por su cara mientras le masturbaba con las dos manos. Le miraba con una gran sonrisa y jugaba con su lengua en la punta de su rabo.
-Dámela toda, cariño. No te dejes nada. -le pidió ella.
Parece ser que el componente verbal fue lo que le llevó al
éxtasi
y soltó rápidos y abundantes chorros de leche sobre la cara de Carol. Su
rostro
quedó pintado casi de forma íntegra sin perder en ningún momento su sonrisa de oreja a oreja.
-Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo... Pero os advierto: esto jamás se va a volver a repetir. Soy vuestra profesora y vosotros mis alumnos y así vamos a actuar a partir de ahora.
-No te lo crees ni tu... Mírate, hasta te tiemblan las piernas. Estás deseando que se repita. Eres una guarra y no vas a poder reprimirte tras todo lo que ha pasado... -dijo Rubén.
-¿Quieres ganarte un suspenso?
-Veo que quieres que repita curso para que te siga follando año tras año...
En el exterior:
-Le deseo tanto, profe... -dijo Lucia mientras nos
besábamos
con dulzura.
-Esto está mal, Lucía... No puede ser...
-Puede ser y ha sido... Y no te he obligado.
Créeme
, te mereces algo mejor y yo puedo hacer que disfrutes como nunca. Me entregaré completamente a ti.
¿FIN?
Espero que os haya gustado mi primer relato.