Mi mujer pervirtiendo al geriatrico 4

Continuacion de como mi desconocida mujer, me lia para hacer un trio. Relato 4 de 5

Mi mujer pervirtiendo al geriatrico  4

Continuacion de como mi desconocida mujer, me lia para hacer un trio. Relato 4 de 5

Me acosté al lado de Carmen, con la cabeza encima de uno de los brazos que tenía en cruz, mirando hacia ella que parecía descansar muy a gusto. Le iba acariciando la teta que tenia mas cercana, notando una piel suave, que me dió envidia. Por lo visto le gustaba pues ronroneaba, asi que fuí cogiendo confianza y pasé el brazo por encima suyo, acariciando la otra teta con esa mano y la que había dejado con la mano que tocaba el colchón. Al rato, dejé la teta mas alejada y le puse la mano en el pubis, casi sin pelo por la edad, empezando a acariciarla y empezando a hacerle un dedo en su clítoris. Ahora soplaba un poco mas fuerte, síntoma de que le estaba gustando. Así que con suavidad le hacia movimientos circulares, alternandolos con otros arriba y abajo. Cada vez soplaba mas fuerte hasta que al final se corrió estremeciendose y sin mojar la cama. Ni se despertó y en cambio yo si me dormí. Ella pensaría que habia tenido un sueño erotico.

Un dolor en los pezones, nos hizo abrir los ojos, el jodido de Juli nos estaba poniendo las pinzas otra vez. Aguantamos estoicamente no fuera a enfadarse el niño de la casa.

  • ¡Venga zorritas, que son casi las 9 de la noche! Lavaos la cara que tenemos trabajo atrasado.

Y a eso nos fuimos, a lavarnos un poco y vaciar los depósitos. Comentamos entre nosotras que hacer de cenar, y cuando salimos para preguntarle a Juli, que que le apetecía, vimos como me entregaba el arnés y me indicaba que me tumbara boca arriba encima de las almohadas que ya había colocado en el centro de la cama. Ahora le habian entrado las prisas, como si hiciera semanas que no follaba.

  • Esta tarde, -nos dijo él- hemos hecho un sandwich y ahora vamos a hacer un emparedado. Si nos da tiempo, ya haremos un bocadillo. por cierto Bete, muy buena la paja que le has hecho a Carmen mientras dormia. Carmen me miró abriendo mucho los ojos con una expresion de sorpresa, que no de enfado.

  • Es que me lo has puesto a huevo, y tu chichi parecía necesitado.

El cabroncete, había estado haciendo de mirón desde la puerta que quedaba a mi espalda. Y encima, chivato.

  • Pues gracias por tus atenciones, eres un sol - me dijo ella dandome un piquito.

  • Venga, no os pongais nostálgicas. A ver Bete, ponte el arnés y colocas el culo sobre las almohadas, y tu Carmen te ensartas en el consolador de cara a ella. Para mi, dejo la tarea mas difícil de abrir rutas inexploradas, o al menos eso creo.

  • Inexploradas por completo. Mi marido era muy tradicional. ¡Si me viera ahora...!

  • Pues nada, manos a la obra mis ninfómanas.

  • Enciende el video antes, porfa - le dije. Y así lo hizo.

Empezamos a montar la coreografía de nuestro director, me puse el arnés, me tumbé y veloz como el rayo, Carmen se metió el dildo de golpe hasta las correas. ¡Como si se lo fueran a quitar! Y vaya lubricación pues entró como cuchillo caliente en mantequilla. Juli se tomó mas tiempo, se puso el condón lubrificandolo un poco con vaselina, y otro poco lo untó por el orificio de mi cabalgadora. Con poco miramiento y sin avisar, la penetró casi de un solo golpe. Le pregunté a Carmen si le dolía, diciendome que no pero con dos lagrimones en los ojos. Él se quedo quieto como un minuto o dos y cogiendola por las caderas, empezó a entrar y salir con suavidad con lo cual nos moviamos los tres al unisono. Con la mirada, le preguntaba a Carmen como le iba, respondiendome con una sonrisa cada vez mas amplia. Sus tetas bamboleantes, me estaban haciendo cosquillas, así que opte por agacharla y darle unos morreos de tronillo, con lo cual los senos quedaban pegados unos a otros. Se nos cayó una pinza a cada una pero no dijimos nada. Esos detalles los tenía que ver el coreógrafo, que estaba entretenido pues de vez en cuando, soltaba una mano de las ancas, y le daba palmetazos en las nalgas.

A los cinco o seis minutos, Carmen tembló un poco, y me soltó un chorro de liquido que me mojó las piernas, el arnés y algo la barriga. En los siguientes minutos, repitió la lluvia casi dorada sobre mi persona, en cuatro ocasiones y a la quinta, tuvo una convulsión muy fuerte, esta vez sin liquidos y poniendo los ojos en blanco se desplomó sobre mi.

Le dije a Juli que se saliera, y tumbandola en un costado, le tomé el pulso.

  • ¡Coño Bete, no te habrás cargado a otra interna!

  • ¡Como si tu no estuvieras y lo hubiera hecho yo sola!  Tiene pulso, y parece que respira bien.

  • ¿No será un infarto?

  • No. Solo se ha desmayado. A veces ocurre en la residencia.

  • ¿Se desmayan en medio o después de un polvo?

  • Que burro eres, tienen bajones de tensión, por varios motivos.

Quitandome la pinza que me quedaba en el pezón, se la puse a Juli en el escroto, dando él un salto.

  • Trae agua fresca y toallas - le dije.

Se fue raudo y veloz mientras el cabroncete se quitaba la pinza. Volvió al momento, con una botella de agua fria de la nevera y unos paños. Los mojé con el agua y los aplique en su frente, dandole palmaditas suaves en sus mejillas. Abrio los ojos, que parecian los de un porrero miraban atravesandome.

  • Carmen, ¿te encuentras bien? ¿que te ha ocurrido?

  • Me encuentro en la gloria. Me habeis desmadejado por completo.

  • Que jodia, ¡menudo susto nos has dado!

  • Lo siento, no era mi intención, pero me ha salido así. Por favor, no os enfadeis conmigo.

  • Para nada, es solo que nos preocupaste. Por cierto, tienes que estar deshidratada, pues soltaste liquidos para llenar un pantano.

  • No lo se. Solo se que no puedo moverme.

  • Tranquila, descansa un poco. Y tu estaquirote, ve a buscar algo de beber para Carmen, -le dije a mi marido.

Apareció poco después con una bandeja donde había: una copa de coñac, una coca-cola, un botellin de agua con gas, un vaso de leche, zumo de naranja envasado y una lata de cerveza.

  • No sabía que le sentaría mejor, -me dijo

Por Dios, que inutiles son los hombres. Le di a Carmen el zumo de naranja y me quedé con el botellin de agua con gas, diciendole que retirara el resto. Tomó la bandeja y se tomó la copa de coñac -por el susto dijo, mientras se alejaba con la polla y el condón colgando. Patético, solo le faltaba llevar calcetines para que yo pidiera el divorcio. Cogí a Carmen por los hombros y me acerqué su cabeza hasta apoyarla en mi pecho, acariciandole al cabello y acunandola. Parecía una niña, mas que una mujer hecha y derecha. Me pareció entrañable y me la hubiera comido a besos. Gire la cabeza y vi la cámara de video, su luz roja indicaba que todavía estaba grabando. Menudo espectaculo. Al fondo , oí la tele y el ruido tan desagradable de un partido de futbol. ¡Hombres!

Cuando vi que ya estaba bastante recuperada, la hice levantar y nos dirijimos al baño. Nos dimos una ducha juntas pues no creía que ella pudiera sola, pero solo para que recuperase la circulación sanguínea y el color. Después de secarnos y colocarnos la consabida camiseta larga sin nada debajo, segun las nuevas normas de la casa, nos dirigimos a la cocina para cenar algo y descansar. Después de hablar largo y tendido sobre lo humano y lo divino (me ha salido una rima, ya mismo me presento a un concurso de poesía) avisamos a Juli que nos ibamos a la habitación. Asintió sin mirarnos, hechizado por el partido de futbol.

Ya en la cama, Carmen se abrazó a mi y empezo a acariciarme los brazos, de ahi pasó a los pechos que procedió a chuparlos y con la mano que habia quedado libre, la deslizó hasta mi sexo haciendo tirabuzones con mi pelo y luego, alcanzó el clitoris. Me estremecí un poco y ella continuó y continuó, hasta que no pude mas y me corrí con unos movimientos de cadera exagerados, pero que no pude contener.

  • ¿Y eso? -le pregunté.

  • Para resarcirte de esta noche, que no has disfrutado nada.

  • Nada nada, tampoco. No sabes lo caliente que estaba, viendo como te enculaban mientras yo te metía el consolador. Lástima que no me podía masturbar, por el arnés y por ti, que te lo habias metido hasta la campanilla, y tus corridas son muy excitantes. A ver si me dices como se hace.

  • Lo siento, no me di cuenta. La experiencia de tener todo lleno ahí abajo, me superó y desmayarse de placer, pocas personas lo pueden decir.

En eso que llegó el coreógrafo de la casa, cogiendome por la cintura y cargandome contra la suya. Estiró a Carmen hasta dejarla en el centro de la cama, colocandome a mi entre sus piernas, con la cara mirando ese coño despoblado. Me elevó la cintura y me la metió sin explicaciones, empujando mi cabeza hacia esos labios que no decian nada pero que se les entendia todo, de lo mojados que estaban. No se podía montar un escenario con menos palabras. O había perdido su equipo y se estaba desquitando, o habia ganado y lo estaba celebrando. Comencé a lamer el clítoris, que en un tiempo record me puso la cara, el pelo y los hombros, perdidos de su eyaculación. Juli tampoco tardó mucho en correrse y yo me quedé a medias, en lo cual ya tenía algunas experiencias. Nadie fué a asearse, quizá nos gustaba el olor de los jugos ajenos. Tan solo cambiamos las sábanas para no dormir sobre mojado.

Una vez cambiadas, el rey de la casa se tumbó en el medio, pasandonos los brazos alrededor de nuestros cuellos y acercandonos a él. Al día siguiente que era domingo, aún siendo festivo, a mi me tocaba trabajar. Nos dormimos enseguida.

Sonó el despertador a las 6 de la mañana, apagandolo rapidamente para que no se despertaran. Yo había amanecido de espaldas a Juli, que tal como estaba cuando nos acostamos, seguía abrazando a Carmen, que había variado un poco su posición. Tenía una teta encima del pecho de mi marido, aguantada por un brazo que rodeaba a mi Juli. Me dió un no se que.

Fuí a ducharme, costandome un poco sacar los pegotes de mi cabello. Luego me vestí silenciosamente en la habitación, mientras miraba esa teta encima de mi marido. Estas tonta -pense- ¿ahora vas a ponerte celosa por una teta?. Me hice un café con leche nada mas, no tenía ganas de comer nada, y saliendo de casa me fui a buscar el autobus. No había nadie por la calle.

Llegue al geriátrico y me cambie en el vestuario, poniendome la bata, dejandome solo las bragas y el sujetador como hacia ultimamente.

Y esa teta encima de mi marido.

No me lo quitaba de la cabeza. Así que me dispuse a trabajar para evitar seguir pensando. Empecé con doña Laura, a la que solo tuve que ayudarla a vestirse, pues ya casi estaba. Seguía don José, el que lo había empezado todo. Empecé a asearlo y él metió la mano debajo de la bata, como hacía ultimamente. Me aparté de él dos pasos, me quité las bragas y me las puse en el bolsillo. Don José, siguió esta operación con los ojos como platos, y al continuar su aseo, metió la mano por debajo y me estuvo toqueteando todo lo que quiso. Creo que incluso me lubrique un poco.

Y esa teta encima de mi marido.

Joder, no salía de mi mente. Acabé con don José, y me dispuse a ayudar a don Alberto, que ya estaba sentado en la cama. Al acercarme, me agarró de la cintura y colocándome entre sus piernas, me abrió la cremallera de la bata de arriba a abajo, sin asombrarse de que no llevara bragas, debe tener rayos X. Cuando me iba a tocar, le dije:

  • Don Alberto, eso no se hace.

  • Solo quería comprobar si llevas las bolas chinas.

  • No. Hoy no las llevo.

  • Vamos a verlo.

Me metió dos dedos en la vagina, que entraron sin dificultad. Así pues, don Jose sí me habia lubricado un poco.

Y esa teta encima de mi marido.

Después de meter los dedos, con el pulgar se dedicó a frotarme el clítoris y no se si fué por la rugosidad de sus dedos o por tener un pulgar con la habilidad de un jugador de Play Station, o ambas, lo cierto es que me corrí. Me cerré la bata y continué con mi trabajo, hasta que estuvo listo don Alberto y que se habia pasado todo el rato chupandose los dedos.

Salí al pasillo, donde estaban esperando don José y dos internos mas, (algo les habría dicho)  a los que se unió don Alberto. Los cuatro me seguían a todas partes y yo veía que esto se estaba saliendo de madre, así que con cara de enfado, les dije:

  • ¡Venga, cada mochuelo a su olivo! ¡A ver si me enfado de verdad y  se acaban aquí los juegos

! - Nosotros no hemos jugado -dijeron don José Manuel y don Miguel, con cara de pena.

  • ¡Ni jugarán si me siguen así! Casi me da un ataque de risa viendo sus caras.

Y esa teta encima de mi marido

Me fuí al vestuario a recomponerme, colocandome las bragas y poniendome un pantaloncito corto debajo de la bata. Seguí ayudando con los desayunos de los mas atrasados, y los quehaceres habituales. Se me hacía la mañana muy larga y mas pensando en esa teta, cuando alrededor de la una del mediodía, vi aparecer a lo lejos por la puerta de entrada a Carmen, que entro muy rápido y se metió directamente en su habitación, cerrando la puerta. No la vi en todo el día.

Cuando llegué a casa por la tarde, Juli estaba viendo su odioso futbol. Me dió un beso sin mirarme pues por lo visto, la jugada del partido de la tele de ese momento, era mas importante que yo. No le pregunté como le había ido con Carmen por la mañana, ni él me comentó nada. Ni había tendido las sábanas, ni había hecho otra lavadora ni tan siquiera había recogido la cámara de video. En su favor he de decir, que me fregó todos los platos y copas del fregadero, a mano, pues el lavavajillas estaba completamente seco.

En los dias sucesivos, solo dejaba a un abuelete al dia tocarme un poco, pero eso si, por encima de las bragas y el sujetador. Eran como pajarillos que obedecian todo lo que les decía, sin quejarse ni una sola vez. A Carmen la veía entrar y salir, hasta que un día que nos cruzamos, la cogí del brazo y le pregunté:

  • ¿Estás enfadada conmigo? ¿Te he ofendido en algo? ¿Te ocurre algo?

  • No estoy enfadada ni me has ofendido. Lo que me ocurre es que estoy triste.

Y dejandome con la palabra en la boca, se dirigió a la salida. No la vi en toda la semana, pero a la siguiente la pillé sentada en el salón, un dia que por haber cambiado el turno con una compañera, que lo necesitava, y le dije:

  • Hola Carmen. ¿Como estás?

  • Bien, gracias. ¿Y tu?

  • Tambien estoy bien, gracias. Sobre lo que me dijiste el otro día de que estabas triste...

-Y es verdad. Es como si a un ciego lo operan, puede ver un dia y al siguiente vuelve a estar ciego.

  • Te iba a decir, que quizá podriamos repetirlo algún fin de semana, si te parece bien, aunque antes tendría que preguntarselo a Juli.

  • ¿De verdad harias eso por mi?

  • Tu sabes que si. Creo que nos lo pasamos todos muy bien, aparte del susto que nos diste. Por cierto, aun nos quedan cosas de las que compraste.

  • Naderías. Aún hubiera comprado mas cosas, si no tuvieras un marido tal flojo -dijo riendose.

  • Pues ahora lo tengo a régimen, a ver si rebaja unos kilitos.

  • Si, si de regimen, a saber lo que come fuera. Es como aquella que decía: Hace dos semanas que he empezado la dieta, ya he perdido 14 dias.

Nos reimos y continuamos hablando un rato, hasta que me vino una idea loca a la cabeza, y la solté sin pensar:

  • Carmen, ¿te gustaría venir a vivir a nuestra casa? Que conste que se me ha ocurrido ahora y tendría que consultarlo con Juli.

Me miró boquiabierta y sin decir nada. Creí que le daba algo por la sorpresa.

  • Sabes -continue diciendo- tu no tienes familia, y nuestra hija, siempre está fuera. Nos llevamos bien, por no decir que demasiado bien y asi nos haríamos compañía. Todo supeditado a lo que diga mi marido, pero por mi parte me gustaría mucho. Seguía con la boca abierta, pero ahora con lagrimas en los ojos.

  • Es lo mas bonito que me han dicho en mi vida. Ni cuando mi marido me pidió en matrimonio, me emocionó tanto como lo que has dicho, y a una vieja como yo.

  • De vieja nada, cuantas quisieran estar como tu.

  • Por supuesto que me gustaría ir a vivir con vosotros. ¿Pero y vuestra hija? Me pareció ver que el piso tenia 2 habitaciones.

  • Si, pero ella no está nunca y además gana su buen dinero. Que se busque un apartamento para las pocas semanas que está aqui. Imaginate que cuando venga, nos dice que tiene novio y que se va a vivir con el. Hay que hacer las cosas cuando se puede. Claro que también se lo podemos explicar todo.

  • Me asombras.

  • De todas formas, dame un tiempo para ir tanteando a mi marido.

  • El que necesites.

Pasaron unos dias en los que iba tanteando a mi marido, si no echaba de menos el fin de semana que tuvimos, contestando él que si pero sin ser categorico, mas bien contestaba como distraido.

Y entonces llegó el mazazo. Volvi una tarde de trabajar, y me encontré a Juli en casa con una cara que le llegaba a los pies.

  • Nos han despedido -me dijo. El jefe nos ha dicho, que el sector está muy mal y que no puede mantener a tanta gente, asi que ha echado a los mas antiguos. Se han quedado el jefe, su sobrino, dos administrativas muy jóvenes y el comercial.

  • ¿Y que haremos ahora? La hipoteca se lleva casi mi sueldo, y tu paro no dará para mucho.

  • No lo se. Espero que la niña nos ayude un poco.

  • Eso espero también.

No me pareció oportuno comentarle que Carmen podía venir a vivir y colaborar un poco pues sería mezclar unos recuerdos agradables, con la desgracia que teníamos encima. Y como nosotros, habian miles de familias. No pegamos ojo en toda la noche.

Al día siguiente en el trabajo, con unas ojeras como un antifaz, mantuve a raya a los residentes pues no quería poner en peligro mi trabajo. Cumplía con mis obligaciones, pero me costaba mucho sonreir. Los dias sucesivos, fueron un calco de ese primer día despues de la hecatombe. Los abuelos estaban nerviosos, pues no había premio para ninguno, y ahora era yo la que evitaba a Carmen, pues no estaba para jolgorios. Mientras tanto, Juli arreglaba sus papeles del paro y enviaba curriculums inútiles. Hablamos con Ana, nuestra hija y se lo explicamos. Nos dió animos, y nos dijo que si necesitabamos dinero nos haría una transferencia. Se lo agradecimos pero que de momento, no era necesario.

A la semana siguiente, un día a media mañana, fué Carmen la que me cogió del brazo y me llevó a una esquina y me preguntó:

  • Bete -me gustó que me llamara como mi marido

  • ¿Que te ocurre? Últimamente estas siempre seria y con la cara muy desmejorada. Y don Jose está muy preocupado.

Esta vez fuí yo la que se echó a llorar, y se lo expliqué todo. Al fín me desfogué llorando, todo lo que me había guardado. Carmen me consoló un rato, haciendome preguntas, como que cual habia sido el motivo del despido, que cual era la inmobiliaria, que tal estaba de ánimos Juli, que habia dicho nuestra hija y un montón de cosas mas.

Después de haberlo sacado todo y encontrándome un poco mejor, me despedí de Carmen para seguir con mis obligaciones. Antes fuí al lavabo a lavarme la cara y ponerme un poco de crema pues ya parecía una residente mas.

No la ví en muchos días y estaba molesta, pensando que ahora que nos iba mal, Carmen nos daba de lado. Pregunté en dirección y me dijeron que se había ausentado hacía diez dias y que no había dado explicación, aunque llamaba cada dos dias.

Un martes al llegar a casa, encontré a Juli revolucionado moviendo cosas, abriendo carpetas y desparramando papeles encima de la mesa. Me explicó que lo habian llamado de la inmobiliaria para que se presentara el Jueves a las 5 de la tarde.

  • Quizá han reconsiderado mi trabajo, y me vuelven a admitir.

  • ¡Ojala! Pero no te hagas ilusiones que luego es peor. Tal vez tengan problemas con algun asunto antiguo tuyo y solo quieren consultarte algo.

  • Dando ánimos eres única.

  • Soy realista. Mejor que te lleves una buena sorpresa a que te lleves un decepción.

  • Vale. Recogeré todo esto.

Llegó el jueves que precisamente yo libraba, y le hice para comer un arroz con bacalao que estaba para chuparse los dedos. Repitió, señal inequivoca de que esta bueno. Se fué a las 4 como si fuera a hacer la primera comunión, con su traje planchadito, unos zapatos lustrosos y una corbata discreta pero monisima.

Esperé noticias. Y esperé, y esperé. Juli se presentó a las 10 de la noche borracho como una cuba. No podía ni articular palabra. Lo ayudé a desnudarse y lo tumbé en la cama. Vomitó en mi alfombrilla, que ya había estrenado Carmen cuando la azotaron. La recogí y limpié todo lo que Juli había tomado, que no era poco. Mi marido había llegado borracho a casa dos veces, en una despedida de soltero que no era la suya, y cuando murió su hermano en un accidente de moto. Bebía sus apestosas cervezas y vino en las fiestas, pero con mesura. Estuve despierta hasta las 2 de la madrugada, a ver si se despejaba y compartía alguna información. Nada de nada. Al final me quede frita, pese a los ronquidos de mi vecino de cama.

Me desperté sobresaltada con un grito desgarrador, eran las 5 de la madrugada:

  • ¡Beteeeeeeeeeeeeee! La verdad, me asusté un montón. Pensaba que le había dado un ataque.

  • ¡Beteeeeeee! -Esta vez fué mas comedido, pero su aliento era horrible.

  • ¿Que ocurre?

  • ¡Beteeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! - Su aliento aún era peor. Y los vecinos a saber lo que pensarían con esos berridos. O follabamos como veinteañeros, o nos estabamos matando.

  • Vas a hacer dos cosas antes que nada. Bueno, tres. Primero te cepillas los dientes y la boca, segundo te duchas y tercero te vuelves a cepillar los dientes y la boca. Te esperaré en la cocina con café.

  • ¡Lo tenemossssssssssssss!

  • Por Dios Juli, hazme caso alguna vez!

Se levantó hacia el baño, mientras yo me dirigía a la cocina para hacer un café bien cargado. Veinte minutos mas tarde, apareció lo que parecía mi Juli, si no fuera por esos ojos inyectados en sangre como los de un vampiro. No sabía si era producto de la cogorza, o que estaba tonto y no había cerrado los ojos con el jabón. O tal vez ambas.

  • Tómate el café y empieza a desembuchar, que vaya noche que me has dado.

Se hacía el interesante, adoptando posturitas mientras se tomaba el barreño de café que le puse.

  • ¿Que es lo que tenemos?

Seguía haciendose el interesante, asi que le tiré el trapo de cocina a la cara.

  • O me explicas lo que hay, o me vuelvo a la cama.

  • Tranqui. Ordeno las ideas y te cuento.

Se acabó el café y se sirvió otro.

-Verás, me fuí a la oficina con tiempo suficiente, y cuando llegué ya estaban todos. Habían dos individuos con unos trajes italianos, que nos hacía parecer como pordioseros al resto. Yo no entendía que hacía alli, cuando el trajeado mayor como si fuera el dueño, nos indico que nos sentaramos. Estabamos don Jaime, el dueño de la inmobiliaria, su sobrino, que tampoco yo sabía que hacía él alli, los trajeados y yo.

  • Señores -dijo el trajeado mayor- buenas tardes a todos. Me llamo Carlos Bernal y represento a Menkure, S.A. Como todos ustedes sabrán, esta sociedad, ha absorbido a esta empresa (yo no tenía ni pajolera idea) nominada,  Inmobiliaria Manchón S.A. Así que a partir de ahora van a suceder algunos cambios. Para empezar, y después de un estudio minucioso del mercado, y revisando las aptitudes de la dirección y la de los empleados de esta empresa, he recomendado personalmente y recibiendo el beneplácito de Menkure, S.A.:

1º - Que se nombre director general y plenipotenciario, a don Julio Ibañez Cuesta, con efecto inmediato, en cuanto firme el contrato.

Me cayeron las gafas que aguantaba en una mano al suelo, y se me rompió un cristal.

Don Jaime, replicó: - Me prometieron que yo dirigiría la nueva empresa y ...

  • Nosotros, nunca prometemos nada. Siempre dejamos las cosas claras en los papeles, y si usted a su edad todavía no sabe que las transacciones legales son aquellas que quedan refrendadas en los contratos, mas a mi favor para recomendar, que usted no siga al frente de esta empresa. Se le ofrecieron 180.000 € por su empresa, que usted aceptó y deducidas las deudas, tasas e impuestos, calculo que le quedarán alrededor de unos 75.000 € para usted y sus socios. También le he de decir, que hubieramos pagado hasta 450.000 € de lo cual se deduce también, que es usted un mal negociador. Sigo:

2º Se nombra subdirector, a mi colega aquí presente, don Fernando García licenciado en derecho. El cargo, será temporal, hasta que decidamos a su sucesor.

3º Las actividades de esta empresa, de compra venta de inmuebles, pasará a ser de: Inmobiliaria, compra venta y administración de fincas.

4º Menkure S.A. aporta a esta empresa, la administración de 6 fincas completas, con un total de 56 viviendas, mas 24 viviendas dispersas, mas 10 locales comerciales, 4 fincas rústicas con un total de 1.408 hectáreas de terreno y 1 finca agrícola en funcionamiento.

5º Con mi recomendación, posiblemente algunos de nuestros clientes del bufete, depositarán también su confianza en esta empresa y...

  • El abogado siguió hasta un total de 22 puntos, -dijo Juli - así que firmé el contrato y lo primero que hice, fué echar de la empresa a don Jaime y su sobrino. No les dejé llevarse ni un bolígrafo. Luego llamé a los compañeros que habían quedado en paro conmigo, y les dije que estaban readmitidos. Al fin y al cabo, son buenos trabajadores. Vinieron a la empresa, lo estuvimos celebrando y creo que nos pasamos un poco.

Yo no decía nada, pero sabía quien había detras de todo esto. Juli seguía hablando pero yo no lo escuchaba, hasta que al final le dije:

  • Te voy a dar dos noticias por mi parte. La primera es que Carmen vendrá este fin de semana y como tu bien dices, no es negociable. Y la segunda, es que ella proximamente vendrá a vivir con nosotros, que tampoco es negociable.

  • A la primera, hace tiempo que la esperaba. A la segunda, ya estais tardando.

Me abracé a él dandole un morreo, con sabor a café y pasta de dientes. Estaba ansiosa por hablar con Carmen y me fuí al trabajo una hora antes. Entré en su habitación y la desperté abrazandola, dandole un susto de muerte.

  • Grácias por todo Carmen.

  • ¿De que estás hablando?

  • Quiza debería llamarte "Señora Menkure"

  • No se de que me hablas, -dijo

  • A mi no me engañas como al tonto de mi marido, -le dije pellizcandole una teta- y también le he dicho que vendrías este fin de semana, así que haz tu maletita y te esperamos esta tarde. también le he dicho, que próximamente vendrás a vivir con nosotros y está ansioso. ¿Tan bién os lo pasasteis cuando me fuí a trabajar?

Se puso roja.

  • ¿Juli no te ha dicho nada?

  • Nada de nada y tampoco se lo he preguntado.

  • Voy a hacer la maleta, estoy ansiosa, -eran las siete de la mañana- no sea...

  • Me parece que exageras. Tienes toda la mañana para hacerla. Tan solo te pido que cuando vengas a vivir a casa, no lo menciones a nadie de la residencia, o creeran que les robo a los internos y me despedirán.

  • No lo haré, tranquila.

Le di un piquito y le dije que iba al vestuario a cambiarme. Que siguiera durmiendo, aunque sabía que no lo haría.

Empecé la jornada y alrededor de media mañana, me llamaron de dirección, dándome un vuelco el corazón. Fuí al despacho y la directora me pidió que me sentara.

  • Alicia, no te creas que nos chupamos el dedo, y que no sabemos lo que haces con los internos, -empezó- y co...

  • Ya no lo hago, no se preocupe. - Me puse roja-

  • No me interrumpas y déjame acabar. Como sabrás, hace dos meses teníamos ocho habitaciones desocupadas y ahora está el geriatrico al completo y con una lista de espera de 17 personas, todos varones. El boca a boca funciona muy bien. Así que hemos decidido prestar ese servicio extra a los residentes, dando por sentado que la dirección no sabe nada. Con tal motivo, se te aumentará el sueldo mensual en 500€ para que sigas haciendo, lo que no haces. Te vendrá bien pues me he enterado que tu marido está en paro.

No quise sacarla de su error, así que continué excuchando.

  • Para ello, hemos preguntado discretamente a alguna de tus compañeras, y de momento Mercedes ha aceptado, previo aumento de los emolumentos, claro. Necesitaría que la instruyeras un poco al principio. Dime, ¿estás de acuerdo?

  • Por supuesto. ¿A que hora empieza la intrucción?

  • Ahora mismo. Mercedes te está esperando afuera. Buenos dias Alicia.

Salí del despacho, y vi a mi compañera sentada en una silla.

  • Ven conmigo.

Y fuimos a nuestro vestuario. Cerré la puerta con el pestilo y le dije que se desnudara. Se quedó en bragas y sosten. Sus 37 años la trataban bastante bién.

  • Desnudate del todo y masturbate.

  • Eso no.

  • Entonces vamos con la directora a decirle que has cambiado de opinión y que la instrucción ha acabado.

  • No me dijo nada de esto.

  • Si no te puedes masturbar delante de mi, ¿como vas a dejar que algun interno se propase e intente hacerlo?  ¿Quieres que te lo haga yo, como si fuera un abuelete?

Se quedó quieta, como si pensara algo, así que le quité el sujetador y las bragas, sin que opusiera ninguna resistencia. Me puse detras suyo, con un brazo le rodeé las tetas y con la otra mano, comencé a cariciarle su entrepierna. No me duró ni tres minutos, se corrió y las piernas se le aflojaron. Si no la llego a tener sujeta, se cae al suelo. Estaba roja de la corrida y de verguenza.

  • Yo nunca había estado con otra mujer. -Dijo-

  • ¿Te cres que aquí solo acarician los hombres? -No le dije, que a mi solo me había acariciado doña Carmen, y que me hizo descubrir otro mundo.

  • Ahora sin lavarte, te pones las bragas y la bata, que vamos a hacer un recorrido.

Y así lo hizo. Fuimos a ver a don Alberto pues me pareció el mas lanzadito y le dijimos que, si quería que le dieramos el masaje en las piernas que tanto necesitaba, que fuese a su habitación. Él no entendía de que iba, pero allí que se fué. Se sentó en la cama y le dije a Mercedes, que antes que las piernas, le hiciera un masaje en los

hombres, pues lo veía muy tenso. Ella se coloco entre las piernas de don Alberto y procedió a hacerlo.

  • ¡Vaya vista que tiene! ¿Eh? -Y le bajé la cremallera de la bata, 5 centimetros.

El abuelo, viendo por donde iban los tiros, dijo:

  • Lamentablemente, mi vista ya no es muy buena. Así de un golpe le bajó la cremallera hasta abajo, saliendo a respirar las dos tetas de un considerable tamaño y mostrando las bragas con una mancha en el centro. Si don Alberto tenía el olfato, medianamente bién, se estaría dando un atracón de eflufios, que llegaban hasta mi. Él intentó bajarle las bragas, y aparté a Merces de golpe, diciendole al oido:

  • No dejes que te hagan lo que quieran, a menos que estés de acuerdo. Tienes que dominar la situación o van a follarte o al menos intentarlo cada diez minutos. No llegan, pero estan salidos todo el día. Se trata de calentarlos y que coman en tu mano.

  • De acuerdo, no sabía.

  • Sigue cabreandolo, que ahora vuelvo. Salgo un momento.

Me fuí a ver a Carmen. Estaba ultimando la maleta metiendo en ella cosas inútiles, entre ellas un secador de pelo, como si en casa no tuvieramos. Con una camiseta larga, iba a tener bastante. Le explique lo que me habían dicho en dirección y que estaba instruyendo a Mercedes y le pregunte si le podía dar un tratamiento completo a mi compañera para espabilarla, y que ella intentara reservarse para la noche, si podía.

Volvi a la habitación de don Alberto a recoger a Mercedes, y la llevé a la habitación de Carmen.

-Doña Carmen, hoy el masaje se lo hará mi compañera, que estoy muy liada con los nuevos internos.

  • Como gustes. Espero que sea tan buena como tu.

  • Por descontado. Hasta luego pues.

Abriendo y cerrando la puerta de la habitación, entré en la del baño que estaba al lado, dejando una obertura para seguir lo que sucedía.

  • Bueno Mercedes, ya puedes quitarte la bata, no sea que la manches de aceite.

  • No puedo quitarmela por...

La bofetada que le solto Carmen, me dolió hasta a mi.

  • ¿Desde cuando la puta de la residencia no puede? ¡Que te la quites ya!

Mi compañera obedeció, con lágrimas en los ojos, mostrando las bragas cada vez mas mojadas.

  • ¿Como puedes ir por aquí con esta falta de higiene?

Y sentandose en la cama y cogiendola de la muñeca, la tumbó sobre sus rodillas, como le había hecho mi Juli. La empezó a azotar y entre sollozos, Mercedes se corrió. ¡Coño! -pensé- Al final tendré que probarlo. Parece mano de santo.

  • Quitate las bragas, me las das y tumbate en la cama. Te colocas esto, lo conectas y mientras tanto, te acarícias el clítoris.

Poco a poco mirando hacia los lados, Mercedes lo hizo. Le había dado un consolador a pilas de un tamaño  considerable. El aparato se movía con unos giros laterales muy grandes, que le estaría dejando la entrada muy abierta.

Se le acercó Carmen y le dijo:

  • ¿Quieres que te ayude? ¿Que te toque las tetas? ¿Quieres que te masturbe yo?

  • Masturbame tu por favor

Y le hizo un trabajo, de dos orejas y rabo.

Mercedes, se puso la bata sin nada debajo y salió a buscarme.

Le di las grácias a Carmen y salí de su habitación y fuí a hacerme la encontradiza.

Por fín ella me vió y me preguntó:

  • Oye Alicia, ¿Cada día es así?